sábado, 1 de marzo de 2014

EL EVANGELIO DE HOY: 01.03.2014

Autor: Julián Higuera | Fuente: Catholic.net
Acércate a Jesús con la confianza de niño
Marcos 10, 13-16. Tiempo Ordinario. Cuantas cosas podemos aprender de los niños: su sencillez, su alegría, su entusiasmo, pero en especial su confianza serena.
 
Acércate a Jesús con la confianza de niño
Del santo Evangelio según san Marcos 10, 13-16

Le presentaban unos niños para que los tocara; pero los discípulos les reñían. Mas Jesús, al ver esto, se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reino de Dios. Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él». Y abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manos sobre ellos. 

Oración introductoria

«Jesús amó a los niños y fueron sus predilectos “por su sencillez, su alegría de vivir, su espontaneidad y su fe llena de asombro”» (Juan Pablo II, Ángelus, 18.12.1994). Danos tu gracia, Señor, para ser como niños en las manos de Dios. Regálanos la alegría de sabernos tus hijos y no permitas que nos alejemos de tu amor.

Petición

Señor, que nunca desconfíe de tu amor.

Meditación del Papa Francisco

Los discípulos proponían "una bendición general y después todos fuera", pero ¿qué dice el Evangelio? Que Jesús se indignó diciendo "dejad que vengan a mí, no se lo impidáis. A quien es como ellos pertenece el Reino de Dios". La fe del pueblo de Dios es una fe sencilla. Por ejemplo, quizá no sabe explicar bien quién es la Virgen, pero para esto hay que ir al teólogo: te explicará bien quién es María. Pero, si tú quieres saber cómo se ama a María, ve donde el pueblo de Dios que te lo enseñará mejor y bien. Es un pueblo que siempre se acerca para pedir algo a Jesús y algunas veces también con un poco de insistencia.
Recuerdo una vez durante la fiesta patronal de la ciudad de Salta, una señora humilde pedía a un sacerdote la bendición. El sacerdote le dijo: "Pero señora, usted ha estado en la misa!" Y luego le ha explicado toda la teología de la bendición en la misa. "Ah, gracias padre, sí padre", respondió la señora. Pero cuando el sacerdote se fue la señora se dirigió a otro sacerdote: "Deme la bendición". Todas aquellas palabras no entraron en ella porque tenía otra necesidad, la necesidad de ser tocada por el Señor. Esta es la fe que buscamos y que debemos encontrar siempre porque la suscita el Espíritu Santo. Nosotros debemos facilitarla, hacerla crecer, ayudarla a crecer. (S.S. Francisco, 25 de mayo de 2013, homilía en misa matutina en la capilla de Santa Marta). 

Reflexión 

Cuantas cosas podemos aprender de los niños: su sencillez, su alegría, su entusiasmo, su inocencia, su pureza, pero en especial podemos aprender su confianza serena. Un niño sabe muy bien que sus padres lo aman y por eso confía ciegamente en ellos. No se cuestiona las cosas, simplemente se abandona a la voluntad de sus padres. Es precisamente esa confianza lo que más le agrada a Cristo y nos invita por ello a imitarla en nuestra relación con el Padre Celestial.
Dios es un Padre infinitamente bueno y siempre busca demostrarnos su amor, pero pide de nosotros que seamos como niños, que sepamos con sencillez aceptar sus designios y nos abandonemos en sus brazos, con la confianza plena de que su amor por nosotros es más grande y más poderoso que cualquier contrariedad.

La alegría es el reflejo de un alma que confía en Dios y es el distintivo más claro y elocuente de la fe cristiana, por eso en este día esforcémonos por contagiarla a todos los que se nos acerquen, sabiendo que nuestra alegría es palabra silenciosa pero elocuente que hablan del amor de Dios y de la confianza en Él.

Propósito

Mostrar un rostro alegre a pesar de las dificultades sabiendo que nunca me faltará la ayuda y protección de Dios.

Diálogo con Cristo

Jesús, te agradezco por todas los dones que me das diariamente y por la gran predilección que me tienes al darme la fe cristiana y la posibilidad de ser realmente tu hijo. Sabes bien lo débil que soy y lo fácil que me alejo de tu amor, por eso te pido humildemente que muevas mi corazón al arrepentimiento cada vez que me aleje de tu amor y te pida perdón con la sencillez de un niño.


Vosotros, que sois los predilectos del corazón del Niño Jesús, corresponded a su amor y, siguiendo su ejemplo, sed obedientes, amables y caritativos. Aprended a ser, como él, el consuelo de vuestros padres. Sed verdaderos amigos de Jesús y recurrid a él siempre con confianza. (Benedicto XVI, Saludo del Santo Padre, 26 de septiembre de 2009)



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