lunes, 5 de agosto de 2013

LA SONRISA DE MADRE TERESA, DIEZ AÑOS DESPUÉS

Autor: Monseñor José Ignacio Munilla Aguirre | Fuente: www.enticonfio.org
La sonrisa de Madre Teresa, diez años después
Diez años después, descubrimos que la sonrisa de la Madre Teresa no sólo es signo de amabilidad y ternura, sino que encierra una lección magistral sobre cómo conducirnos en tiempos de oscuridad interior.
 
La sonrisa de Madre Teresa, diez años después
La sonrisa de Madre Teresa, diez años después

El 5 de septiembre se han cumplido diez años de la muerte de la Madre Teresa, proclamada beata por Juan Pablo II en 2003. Su figura era tan popular y su obra al servicio de los más pobres, tan difundida, que muchos hubiesen podido pensar que poco más cabría añadir a lo ya conocido. Sin embargo, su proceso de beatificación permitió que saliese a la luz un mundo interior de Madre Teresa, que había permanecido desconocido incluso para sus más allegados, y que ella únicamente había manifestado a sus directores espirituales y al Arzobispo de Calcuta. Conservamos una carta de Madre Teresa, dirigida el 30 de marzo de 1957 a su Arzobispo, en la que le solicitaba permiso para destruir los documentos en los que ella había abierto anteriormente su corazón ante su pastor: “Deseo que el trabajo sea sólo suyo (de Jesús). Cuando se conozcan estos detalles, la gente pensará más en mí y menos en Jesús”.

Afortunadamente, el Arzobispo no hizo caso de este ruego, y gracias a ello ahora podemos conocer “por dentro” a esta mujer de Dios. Por lo demás, los temores de la Madre Teresa eran infundados: conocer su historia no nos distrae de Jesucristo. Muy al contrario, nos lo hace más cercano, y al mismo tiempo nos permite entender esa expresión que a ella tanto le gustaba repetir: “soy un pequeño lápiz en sus manos”.

+ Tiempo de consolación: Antes de abandonar la congregación de las religiosas de Loreto para comenzar su trabajo con los más pobres, ese mundo interior de Madre Teresa consistió en una maravillosa intimidad con Jesucristo. Fue un periodo de su vida espiritual lleno de consuelos espirituales, sintiéndose amada por el Señor con una ternura infinita. No faltaron las locuciones y visiones interiores, a través de las que Dios le fue manifestando sus planes para ella. Fruto de esta experiencia mística, fue el voto privado que realizó en 1942, a los 36 años de edad: se obligaba a sí misma a “no negarle nada a Dios” y a darle cualquier cosa que pudiese pedirle.

Está claro que el Señor le tomó la palabra, y cuatro años más tarde le pidió que pusiese en marcha la obra de las Misioneras de la Caridad. La Madre Teresa narraba con estas sencillas y profundas palabras la locución interior en la que se le manifestaba la voluntad divina: «Mi pequeñita, ven, llévame a los agujeros donde viven los pobres. Ven, sé mi luz. No puedo ir solo. Llévame contigo en medio de ellos…»

+ Tiempo de desolación: Después de la fundación de la nueva orden religiosa, sin embargo, el panorama de la vida interior de Madre Teresa cambió por completo. Se terminaron las consolaciones, y comenzó lo que los místicos describen como la “noche oscura del espíritu”. Dejó de sentir aquella intensa unión con Jesucristo que hasta entonces había experimentado, y comenzó una durísima prueba interior en la que padecía un gran sufrimiento ante la sensación de ausencia de Dios y de separación de Él. Su deseo de Dios seguía intacto, pero chocaba con un “silencio”, que ella, en ocasiones, experimentaba incluso como un rechazo. Por su fe, conocía que la presencia de Dios en su vida era indudable, pero su sensibilidad percibía lo contrario.

A veces su sufrimiento era tan grande, que ella lo comparaba con el de los condenados al infierno: “En mi alma siento ese terrible dolor de la pérdida, que Dios no me quiere, que Dios no es Dios, que Dios no existe realmente”. Sin embargo, más allá de estas sensaciones, ella siguió caminando a la luz de la fe. En su entorno, nadie percibió ni llegó a suponer su calvario interior, siendo así que esta prueba duró hasta la misma hora de su muerte. Permaneció fiel en todo momento a su vida de oración y a todas las exigencias de la vida religiosa. Y, sobre todo, no dejó de esperar en el Señor.

Desde el atrevimiento tan grande que suele acompañar a la ignorancia religiosa, ha habido algunos escritores que se han hecho eco de esas pruebas interiores, interpretando que Madre Teresa tenía dudas de fe, o que Madre Teresa es una mujer de nuestro tiempo porque participó del agnosticismo de nuestra generación. Sin embargo, el fenómeno no es nada nuevo. La llamada “noche oscura del espíritu” la han vivido, aunque con diversos matices y con circunstancias distintas, la práctica totalidad de los santos.

Los sucesivos directores espirituales de Madre Teresa la acompañaron en todo momento, y le ayudaron a descubrir el sentido de la prueba interior que estaba afrontando. En una primera época –durante la década los 50- ella interpretaba su oscuridad interior como un camino de purificación de sus miserias y de transformación interior. Más tarde, Madre Teresa la entiende como una oportunidad de compartir los sufrimientos de Cristo. ¿Cómo no acordarnos del grito de Cristo en la Cruz? “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mt 27, 26). En su experiencia de sentirse rechazada por Dios, se identifica plenamente con Jesucristo, en el momento de su supremo sacrificio en la Cruz.

Finalmente, llegó a entender que este sufrimiento era también “la parte espiritual de su apostolado”, ya que le ayudaba a identificarse con el sufrimiento de los pobres a los que atendía. ¡Cuántas veces se le oyó decir a Madre Teresa, en referencia al sufrimiento humano, que la mayor pobreza consiste en no ser amado por nadie! Su extraordinaria sensibilidad hacia el dolor del prójimo, estaba enraizada en su propia experiencia interior.

+ El legado espiritual de la noche oscura de la Madre Teresa: Lo más impresionante es que la beata Teresa de Calcuta vivió esta “noche oscura” sin perder en ningún momento la sonrisa. Leemos en las cartas escritas por Madre Teresa a sus directores espirituales en plena tempestad interior: “rece para que siga sonriendo”… Como podemos comprender, el hecho de que pudiese sobreponerse durante tantos años a unas pruebas interiores tan fuertes, sólo puede ser explicado por la fidelidad con la que vivió la virtud de la esperanza.

He aquí uno de los mayores legados que la espiritualidad de la Madre Teresa puede ofrecer al hombre de nuestro tiempo. Nosotros, ciertamente, no estamos en la “noche oscura del espíritu”, de la que habló San Juan de la Cruz. El origen de nuestras oscuridades es mucho más pedestre. No obstante, el ejemplo que Madre Teresa nos muestra al asomarnos ahora a su mundo interior, es todo un referente para que aprendamos a afrontar nuestras oscuridades; por una parte, venciendo la tentación tan generalizada, de acomodar nuestra vida espiritual a los altibajos de nuestros estados de ánimo; y por otra, cuidando no confundir “fe” con “sentimiento”. La fe no es “sentir”, como muchos hoy en día creen erróneamente; la fe es la obediencia que brota de la esperanza inquebrantable en el amor de Dios.

Diez años después, descubrimos que la sonrisa de la Madre Teresa no sólo es signo de amabilidad y ternura, sino que encierra una lección magistral sobre cómo conducirnos en tiempos de oscuridad interior… Tal y como sentenció San Pablo: El justo vivirá de la fe” (Rm 1, 17).

Los Santos de hoy lunes 5 de agosto de 2013

Los Santos de hoy lunes 5 de agosto de 2013
 Oswaldo, Rey
Rey, 5 de agosto
 Dedicación de la Basílica de Santa María
Llamada también Santa María de las Nieves. 5 de agosto
 Nuestra Señora de las Nieves
Advocación Mariana, 5 de agosto
 Nona de Nacianzo, Santa
Madre y Esposa, 5 de agosto
 Emigdio de Áscoli, Santo
Obispo y Mártir, 5 de agosto
 Margarita de Cesolo, Santa
Viuda, 5 de agosto
 Osvaldo de Northumbria, Santo
Rey y Mártir, 5 de agosto
 Vardan Mamikonian y compañeros, Santos
Mártires, 5 de agosto
 Salvio Huix Miralpeix, Beato
Obispo y Mártir, 5 de agosto 

NUESTRA SEÑORA DE LAS NIEVES, ADVOCACIÓN MARIANA, 5 DE AGOSTO

Autor: . | Fuente: Corazones.org
Nuestra Señora de las Nieves
Advocación Mariana, 5 de agosto
 
Nuestra Señora de las Nieves

Nuestra Señora, Protectora de Roma o Auxilio del Pueblo Romano 

En el siglo IV d.C. vivía en Roma una piadosa pareja. Él se llamaba Juan Patricio mientras que el nombre de su esposa se desconoce. Habían sido bendecidos con abundancia de bienes y también de fe. Sin embargo, su gran dolor era no tener hijos con los que pudieran compartir sus dones. Durante años habían rezado por un hijo y heredero. En esta situación pasaron muchos años sin ningún resultado. Por fin decidieron nombrar como heredera a la Santísima Virgen y le rezaron con devoción para que los guiara en la asignación de la herencia.

Nuestra Señora les agradeció sobremanera y la noche del 4 de agosto, se le apareció a Juan Patricio y a su esposa, diciéndoles que deseaba que construyeran una basílica en el Monte Esquilino (una de las siete colinas de Roma), en el punto preciso que ella señalaría con una nevada. También se le apareció al Papa Liberio con el mismo mensaje. En la mañana siguiente, el 5 de agosto, mientras brillaba el sol en pleno verano, la ciudad quedó sorprendida al ver un terreno nevado en el Monte Esquilino. La pareja, feliz, se apresuró al lugar y el Papa Liberio marchó hacia el mismo en solemne procesión. La nieve cubrió exactamente el espacio que debía ser utilizado para la basílica y desapareció una vez señalado el lugar. Pronto se construyó la Basílica de Santa María la Mayor.

Grandes devotos de la Santísima Virgen

El Papa Liberio buscaba una imagen de la Santísima Virgen que fuera digna de esta espléndida Basílica de Sta. María la Mayor. El mismo donó la famosísima Madonna, Nuestra Señora y el Niño, la cual, según una tradición había sido pintada por San Lucas sobre una gruesa tabla de cedro de casi cinco pies de alta y tres y un cuarto de ancha, y llevada a Roma por Santa Helena. Esta obra es venerada en el oratorio pontificio.

A lo largo de los años, el pueblo de Roma ha sido muy devoto de la Madonna. Cada vez que Roma se encontraba en peligro de calamidades o de pestilencia, corría en bandadas al santuario de Nuestra Señora para pedirle auxilio. La imagen era llevada en procesión solemne, con gran devoción. La Virgen Santísima les demostró ser una poderosa protectora con grandes milagros.

Durante el pontificado de San Gregorio el Grande, una peste terrible arrasó con la ciudad de Roma. El Pontífice ordenó que se hiciera una procesión penitencial desde Santa María la Magiore, en la cual el mismo llevaba una estatua de la Virgen. Durante la procesión 80 personas murieron, pero el pontífice continuaba sus oraciones. Cuando llegaron al puente que cruza el río Tiber, oyeron cantos de ángeles en el cielo. De pronto sobre el castillo (que hoy se llama "de San Angelo"), se apareció el arcángel San Miguel. En su mano derecha llevaba una espada que metió en su vaina. En ese mismo momento ceso la peste.

En la actualidad, esta advocación se le llama Nuestra Señora, Protectora de Roma o Auxilio del Pueblo Romano. El Señor también ha obrado milagros --por medio de la Stma. Virgen-- a través de numerosas réplicas, particularmente sobre una que pertenecía a los Padres Jesuitas.

Los Papas siempre han sentido una tierna devoción por esta imagen de la Virgen María. Algunos han pasado incluso noches enteras en oración ante él. Benedicto XIV hizo el compromiso de hacerse presente para el canto de las letanías de Sta. María la Mayor todos los sábados. El Papa Pablo V, la noche en que iba a morir, manifestó el deseo de que lo llevaran a la capilla de Nuestra Señora para así poder morir a sus pies.

Instauración de la fiesta de María, Reina

El 1º de noviembre, de 1954, al final del Año Mariano, el Santo Padre Pío XII colocó una corona enjoyada sobre la pintura de Nuestra Señora, Protectora de Roma. En ese momento, se levantó un fuerte llanto de entre la gran multitud congregada en Sta. María la Mayor: "¡Viva la Reina!". El Papa nombró a la Virgen Reina de cielos y tierra y decretó que se celebrara una fiesta especial para honrarla bajo ese título.

No era éste un nuevo privilegio para la Madre de Dios. Ella siempre ha sido considerada nuestra Reina, como lo testifica el arte Mariano desde los primeros siglos y las oraciones, especialmente la Letanía de Loreto. Sin embargo, no había hasta entonces fiesta en particular que lo conmemorara. En la actualidad esta fiesta se celebra el 22 de agosto.

La fiesta de Nuestra Señora de las Nieves, 5 de agosto, se celebraba, en principio, solamente en la basílica, se extendió en el siglo XIV a toda Roma y, finalmente, San Pío V la declaró fiesta de la Iglesia universal en el siglo XVII. 
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