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lunes, 4 de junio de 2018

ORACIÓN A SAN FRANCISCO CARACCIOLO


Oración a San Francisco Caracciolo




Oh  Dios,  Tú has conducido a San Francisco Caracciolo por el camino de la perfección, en la humildad y en el servicio hacia los hermanos, sustentados por una profunda Fe y grandísima Esperanza en los méritos infinitos de tu Hijo, Muerto y Resucitado, y en la fuerza transformante del Pan Eucarístico.

Nos concedas, que lo veneremos como modelo de vida, consagrada a tu Amor, para ser testimonio creíble, a través de una vida transformada por el Espíritu.

Haz que redescubramos la importancia de fijar la mirada sobre el  Crucifijo y la necesidad de recurrir, frecuentemente, a la fuerza del Sacramento de la eucaristía, celebrada y adorada, para que, fortificados por tu Gracia, podamos volvernos como el “Buen Samaritano” para todos los hermanos que encontramos sobre nuestro camino.

A lo largo del camino, nos tome de la mano la Virgen María, Madre de tu Hijo y nuestra Madre, que San Francesco Caracciolo tanto quiso y de quien experimentó su potente Protección.

Amén.

domingo, 4 de junio de 2017

SAN FRANCISCO CARACCIOLO, 4 DE JUNIO

Francisco Caracciolo, Santo
Presbítero y Fundador, 4 de junio 


Por: n/a | Fuente: Archidiócesis de Madrid 



Presbítero y Fundador

Martirologio Romano: En Agnone, del Abruzo, Italia, San Francisco Caracciolo, presbítero, fundador de la Orden de Clérigos Regulares Menores, que amó de modo admirable a Dios y al prójimo ( 1608).
Fecha de beatificación: 4 de junio de 1769 por el Papa Clemente XIV
Fecha de canonización: 24 de mayo de 1807 por el Papa Pío VII

Breve Biografía

El ambiente temporal en que Dios quiso ponerlo en el mundo es justo cuando soplan aires nuevos en la Iglesia después del concilio de Trento. Se estrena el barroco exuberante en el arte y hasta en la piedad que lleva a fundaciones nuevas, a manifestaciones y estilos vírgenes que intentan reformar todo aquello que peleó Trento.

Languidece el Renacimiento que emborrachó a Roma hasta llegar a embotarla y hacerla incapaz de descubrir los males que gestaba y que explotaron con Lutero. Es por eso tiempo de santos nuevos: Pío V, Carlos Borromeo, Ignacio, Juan de Ribera, Teresa, Juan de la Cruz, Francisco de Sales, Neri, Cariacciolo... y tantos. Papas, poetas, maestros, obispos, escritores y apóstoles para un tiempo nuevo -crecido con las Indias-que intenta con seriedad volver a la oración, huir del lujo, llenar los confesonarios, adorar la Eucaristía y predicar pobreza dando testimonio con atención a los desheredados y enfermos.

El año 1563 fue interpretado por alguno de los biógrafos de Francisco Caracciolo como un presagio; fue cuando termina el concilio de Trento y es también el año de su nacimiento en la región de los Abruzos, justamente en Villa Santa María, el día 13 de octubre, hijo de Francisco Caracciolo y de Isabel Baratuchi; es el segundo de cinco hijos y le pusieron el nombre de Ascanio.

Después de cursar los estudios propios del tiempo, Ascanio fue militar. Pero una enfermedad diagnosticada por los médicos como lepra va a cambiar el curso de su vida; por el peligro de contagio le han abandonado los amigos; la soledad y el miedo a la muerte le lleva a levantar los ojos al cielo y, como suele suceder en estos casos límite, llegó la hora de las grandes promesas: si cura de la enfermedad, dedicará a Dios el resto de sus días.

Y así fue. Nobleza obliga. Curado, marcha a Nápoles y pide la admisión en la cofradía de los Bianchi, los Blancos, que se ocupan de prestar atención caritativa a los enfermos, a los no pocos que están condenados a galera y a los presos de las cárceles.

El sacerdote Adorno, otro hombre con barruntos a lo divino y pieza clave en la vida de Caracciolo, ha pedido también la admisión en la cofradía de los Blancos. En compañía de un tercero, también pariente de Ascanio y con su mismo nombre, se reúnen durante cuarenta días en la abadía de los camandulenses, cerca de Nápoles, para redactar los estatutos de la fundación que pretenden poner en marcha porque quieren hacer algo por la Iglesia.

Sixto V aprobará la nueva Orden en Roma y la llamará de los «Clérigos menores»; además de los tres votos comunes a la vida religiosa se añade un cuarto voto consistente en la renuncia a admitir dignidades eclesiásticas. La terna de los fundadores constituye tres primeros socios. A partir de la profesión hecha en Nápoles, Ascanio se llamará ya Francisco. Pronto se les unen otros diez clérigos, con idénticas ansias de santidad y que desprecian frontalmente los honores, esa búsqueda de grandeza que tanto daño ha hecho a la Iglesia en el tiempo del Renacimiento. Ahora se reparten los días para mantener entre todos un ayuno continuo y se distribuyen las horas del día y de la noche para mantener permanente la adoración al Santísimo Sacramento.

Hace falta fundar en España pero Felipe II no les da facilidades. Piensa el rey que hay demasiados frailes en el Imperio y ha dictado normas al respecto. Regresando a Roma, insisten en el intento, consiguen nueva confirmación del papa Gregorio XVI para cambiar los ánimos de Felipe II. Ahora muere Adorno y Francisco Caracciolo es nombrado General. Nuevo intento hay en el Escorial, con mejor éxito, pero hubo borrasca de clérigos en Madrid, con suspenso. El papa Clemente VIII intercede y recomienda desde Roma y llegan mejores tiempos con el rey Felipe III. En Valladolid consiguió fundar casa y en Alcalá montó un colegio que sirviera para la formación de sus «Clérigos Regulares Menores». Siguen otras fundaciones también en Roma y Nápoles.

La fuerte actividad obedece a un continuo querer la voluntad divina a la que no se resistió ni siquiera protestó cuando las incomprensiones y enredos de los hombres se hicieron patentes. Vive pobre y humilde fiel a su compromiso. Siempre se mostró delicado con los enfermos y generoso con los pobres. Llama la atención su espíritu de penitencia con ayunos y mortificaciones que se impone a sí mismo. Pidió se admitiese su renuncia al gobierno para dedicarse a la oración y, aceptada, eligió para vivir el hueco de la escalera de la casa que desde entonces es el único testigo mudo de su oración y penitencia. El amor a Jesucristo fue tan grande que a veces es suficiente la mirada a un crucifijo para entrar en éxtasis y el pensamiento elevado a la Virgen María le trae a los ojos lágrimas de ternura.

Cuando sólo tiene 44 años, murió en Nápoles el 4 de junio de 1608, con los nombres de Jesús y de María en la boca. El papa Pío VII lo canonizó en 1807. Su cuerpo se conserva en la iglesia de Santa María la Mayor de Nápoles y la iconografía muestra a Francisco Caracciolo con una Custodia en la mano, como símbolo del amor que tuvo a la Eucaristía y que debe mantener su Orden para ser fiel hasta el fin del tiempo.

jueves, 4 de junio de 2015

SAN FRANCISCO CARACCIOLO, FUNDADOR, 4 DE JUNIO


San Francisco Carcciolo
Fundador de los clérigos regulares menores
4 de junio



A los 22 años, le dio una enfermedad terrible a la piel, semejante a la lepra, y todos creían que sería incurable. Entonces Francisco le hizo a Dios esta promesa: "Si me curas de esta enfermedad, dedicaré mi vida al sacerdocio y al apostolado". Así, curado de milagro, decidió cumplir con su promesa y empezó a prepararse para el sacerdocio. Se fue a Nápoles, y allá, apenas ordenado sacerdote se unió a un grupo de apostolado que se dedicaba a atender a los presos de las cárceles.

En el año 1588 un gran apóstol llamado Juan Adorno, dispuso fundar una comunidad religiosa que dedicara la mitad del tiempo a la oración y la otra mitad al apostolado. Para esto mandó una carta a un tal Ascanio Caracciolo, pidiéndole consejos acerca de este proyecto y proponiendo su colaboración. Pero, sucedió que los que llevaban la carta se equivocaron de destinatario y en vez de entregarla a Ascanio la entregaron a san Francisco Caracciolo. El, al leerla encontró que esta comunidad era lo que él había deseado por muchos años y junto con Juan Adorno fundaron la nueva congregación luego de 40 días de retiro espiritual en un monasterio de camaldulenses.

La nueva comunidad recibió el nombre de "Clérigos regulares".

Entre las normas de su reglamento se encontraban:

Cada día alguno de los religiosos hará ayuno (por que Jesús dijo: "Ciertos espíritus malos no se alejan sino con la oración y el ayuno").

Todo lo religioso pasará cada día al menos una hora en el templo en oración ante el Santísimo Sacramento.

Los religiosos prometerán no aspirar a cargos importantes ni a altos puestos.

El Papa Sixto V aprobó la nueva Congregación, y les fue concedida una casa junto a la famosa Basílica Santa María la Mayor. Pronto empezaron a llegarles muchos jóvenes con la aspiración de pertenecer a la comunidad. Los fervorosos religiosos se dedicaban a predicar misiones por pueblos y veredas y a hacer apostolados en las cárceles y hospitales. Tenían ciertos sitios apartados y solitarios para dedicarse a la oración y a la meditación.

Al morir su compañero a los 40 años, fue nombrado nuestro santo como superior general de la Congregación.

Poseía el don de curaciones. Muchas veces con la señal de la cruz devolvía la salud a los enfermos. Fundó una gran casa religiosa en Nápoles, que pronto se llenó de nuevos religiosos. Fundó también casas en Madrid, Valladolid y Alcalá en España.

En 1607 renunció a todos sus cargos y se dedicó a la oración y a la meditación. En su habitación, en Nápoles lo encontraron varias veces en el suelo, con los brazos en cruz, en éxtasis, orando y mirando al crucifijo absorto.

Las personas lo llamaban "El predicador del amor de Dios" porque predicaba constantemente la misericordia que Dios tiene con los pecadores. Además era fiel devoto de la Santísima Virgen.

Comenzó a sentirse enfermo el 1 de Junio, esto hizo que le mandara una carta a sus hermanos pidiéndoles que sean fieles a la regla. Luego de comulgar y recibir los sacramentos exclamaba "Vámonos, vámonos". Uno de los presente le preguntó: - ¿A dónde quieres ir Padre Francisco?" y él respondió: "¡Al cielo, al cielo!

Murió el 4 de junio del año 1608. Tenía apenas 44 años. Su cuerpo, después de muerto despedía suaves fragancias que por tres días llenaron aquel recinto.

Fue canonizado en 1807.
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