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domingo, 5 de noviembre de 2017

SAN GUIDO MARÍA CONFORTI, 5 NOVIEMBRE


S. GUIDO M. CONFORTI
5 Noviembre



TODO COMENZÓ EN 1865

Se podría decir que todo comenzó en 1865, cuando Guido María Conforti nace en Casalora de Ravadese (Parma, Italia). Vive una infancia y adolescencia empeñada seriamente en el estudio y ayudando en lo que puede en la hacienda agrícola de la familia. Serio, serenamente jovial, responsable y empeñado en el cumplimiento de sus deberes y en la vivencia de la fe que le había transmitido su madre. A los seis años, Guido se traslada a Parma para estudiar en el colegio de los Hermanos de la Salle y, a los 11 años, ingresa en el seminario de Parma donde será ordenado sacerdote en 1888.

Dos encuentros decisivos

En la trayectoria personal, de fe y vocacional de Guido María Conforti, hay dos momentos, o períodos, destacables que determinaron su vida cristiana y su vocación sacerdotal y misionera. Durante toda su vida, Conforti interpretará estos dos momentos como cruciales y profundamente significativos para el proyecto que el Señor le invitó a hacer realidad.

El encuentro con Cristo

Durante sus primeros años en Parma, camino del colegio, Guido pasaba por delante de la Iglesia de Santa María de la Paz, en ella había un crucifijo de tamaño natural, ante él diariamente hacía Guido un rato de oración. Uno de los días se acercó al altar y se sintió envuelto por una mirada particular: “Yo le miraba y Él me miraba y pareció decirme tantas cosas”, referiría Conforti más tarde. “Tantas cosas” que fueron labrando en su corazón su respuesta sacerdotal y misionera.

Todas las biografías de Conforti y el testimonio de amigos y confidentes coinciden en la importancia y transcendencia de estos encuentros de Guido con este Cristo. En Jesús clavado en la cruz, ve al Señor que ha dado la vida por todos, al Salvador del mundo al que hay que amar, entregarse y darle a conocer a todo el mundo. Este crucifijo acompañó a Conforti durante toda su vida, se lo llevó al palacio episcopal, cuando era obispo de Parma y hoy se encuentra en nuestra Casa madre. Un día le dijo a su amigo y colaborador D. Ormisda Pellegri: “ves este Cristo, a Él le debo mi vocación”.

El encuentro con San Francisco Javier

Estamos aún en los tiempos del seminario, Guido estudia para llegar a la meta del sacerdocio y ejercer su ministerio en la diócesis de Parma. Conforti había leído más de una biografía de San Francisco Javier y varios de sus escritos y cartas en circulación en revistas misioneras italianas.

Durante su permanencia en el seminario menor cae en sus manos otra biografía de Javier. El P. Bonardi, uno de los primeros javerianos, dice: “el rector del seminario regaló a un seminarista una vida de San Francisco Javier, Conforti se la vio y se la pidió prestada, la leyó y esta vez fue una revelación para él”. La primera vez que Conforti nombra a Javier por escrito fue en unos propósitos juveniles, al final de unos ejercicios espirituales en 1884, de aquí hasta su muerte en 1931 hace referencia a él más de cien veces. La figura de Javier estuvo presente en el ánimo y en el corazón de Conforti toda su vida, como ejemplo a imitar y en el cual inspirarse.

De Javier, Conforti admira su fe en Dios, su conversión, su celo apostólico, su capacidad de afrontar las dificultades, su obediencia, su entrega total e incondicional a la difusión del Evangelio, piensa en Javier como el ideal del misionero al que se debe imitar y al que propone como modelo a sus hijos javerianos.

Hombre de encuentro y comunión

Conforti fue un hombre de encuentro y comunión, dos realidades que marcaron su vida personal y pastoral, como sacerdote y obispo, y como fundador de nuestra familia misionera. Encuentro y comunión vividos constantemente, con entrega, cordialidad, poniéndose en el lugar del otro, realizando lo mejor aunque el “perdiera”, haciendo triunfar siempre la caridad. Todo ello desde una profunda y sentida vida de fe y de amor a los demás, a los cercanos y a los lejanos. Desde una profunda, gozosa y esforzada pasión por Cristo y por el hombre al cual deseaba lo mejor: que se encontrara con Cristo y viviera en comunión con Él.

La misión es encuentro con Jesús, con el mundo, con las culturas y pueblos, con las religiones. Conforti nos indica lo necesario para vivir nuestra vocación: fe profunda, ver a Dios en todo, santidad, fraternidad a toda prueba, cultura amplia y variada, estudio de las lenguas, conocimiento de las culturas, cercanía y atención a la gente.

Una Santidad “ordinaria”

“La santidad es posible, ya que no es - lo repito - la grandeza de las hazañas, no es lo elevado del puesto, no son las obras maravillosas y extraordinarias lo que constituye la santidad” (Conforti-1917).

“Mons. Conforti no hizo gestos espectaculares, no pronunció ni escribió frases originales y revolucionarias… No hacía nada de extraordinario y no decía más que verdades ya sabidas. ¿Por qué sus ademanes ponderados, su voz cristalina, tenían un significado y un poder superior a la apariencia de los contenidos?” (V. C. VANZIN s.x., Un pastore, due greggi, p. 6).

En la vida de Mons. Conforti, lo que impacta es el hecho de que en él no hay nadaextraordinario, (no hay milagros, previsiones que se hayan cumplido, penitencias extraordinarias…) sino lo ordinario vivido de manera extraordinaria.

También en su enseñanza, este aspecto es constante. “A veces, pensando en nuestra santificación, elaboramos grandes proyectos para llevarlos a cabo, actos heroicos por cumplir, mientras que la santidad, en cada una de sus partes y elementos, se compone de pequeñas acciones” (Conforti-1923). “Algunos colocan la santidad en las oraciones, otros en las penitencias, otros en los dones extraordinarios. La perfección consiste en una sola cosa, hacer la voluntad de Dios” (Conforti-1926).



NACE UNA FAMILIA PARA EL MUNDO
Nacen los misioneros Javerianos

La trayectoria vocacional y espiritual de Conforti le va impulsando a responder a la llamada a dedicar su vida a la evangelización de los pueblos. Su delicada salud y la obediencia a los obispos que se suceden en Parma van haciendo difícil su deseo de ser misionero. Percibiendo que marchar a misiones no parecía posible va madurando un “audaz proyecto”, como él lo llama, que es el de ser padre de misioneros: fundar una institución que forme misioneros para anunciar a Cristo donde no es conocido.

Diálogo con sus obispos, contactos con la Santa Sede, superación de dificultades e insistencia hacen que Conforti vaya, con lentitud aunque con perseverancia, avanzando en su proyecto. En Marzo de 1894 escribe al Cardenal Ledóchowski, prefecto de la Sagrada Congregación para la Propagación de la Fe. En la carta le describe la situación de su vocación misionera y lo que a este respecto desearía hacer: “Desde mis años más jóvenes siempre he sentido un fortísimo deseo de dedicarme a las misiones extranjeras y no habiendo podido realizar esta santa inclinación, por razones independientes de mí a su debido tiempo, estoy pensando, desde hace varios años, fundar yo mismo un Seminario destinado a este sublime fin”.

El proyecto avanza

Con el parecer favorable del Obispo y la aceptación de la Santa sede, Conforti abre la primera casa de formación misionera en Parma en 1895, pronto irán llegando aspirantes. Mons. Magani, obispo de Parma, inaugurará la modesta sede del Instituto el 3 de diciembre de 1895, durante la Eucaristía de esta celebración los dos primeros javerianos emiten sus votos religiosos y el de dedicarse a misiones, tres meses más tarde partirán para China.

El sueño de Conforti se está haciendo realidad. En 1900 se comienza a construir una casa más grande para el seminario de misiones que va acogiendo cada vez a más jóvenes, en 1987 eran ya 40. Será la casa Madre. En 1906 el Instituto javeriano recibe de la Santa sede el “Decretum Laudis” que declara a los javerianos como Congregación Religiosa Misionera de derecho pontificio. Las Constituciones definitivas serán aprobadas en 1921.

El sueño hecho realidad

Cuando Mons. Conforti muere, a los 66 años de edad, el 5 de noviembre de 1931, lo hacehabiendo vivido plenamente su vocación misionera sin haber trabajado nunca en ninguna misión. La vocación misionera que sintió desde muy joven la vivió con la fundación de los Misioneros Javerianos. Durante su vida abrió cinco casas de formación en Italia: Parma, Vicenza, Poggio san Marcello, Grumone y Vallo Della Lucania.

Conforti quería formar misioneros preferentemente para Asia, si podía ser para China para poder hacer lo que San Francisco Javier no pudo al morir a sus puertas. En 1898 parten los dos primeros javerianos para China. Durante su vida, Mons. Conforti mandará unos 44 javerianos a este país. En 1906 se crea la Prefectura Apostólica de Honan Occidental y en 1929la de Loyang, las dos encomendadas a Prefectos Apostólicos javerianos y atendidas pastoralmente por javerianos. A pesar de las dificultades encontradas, los fracasos, las decepciones y las contrariedades que Mons. Conforti tuvo que afrontar, a la hora de su muerte se puede decir que su sueño se había cumplido durante

Obispo de Parma y misionero del mundo

El 5 de noviembre de 1931 moría en Parma Mons. Guido María Conforti. Dos familias lloraban la despedida: la diócesis de Parma de la cual fue pastor durante 24 años y el Instituto Javeriano que había fundado 36 años antes.

Sus contemporáneos recuerdan su figura apacible y la evocan como si fuese ayer. Su despedida definitiva, ritmada por tantas pequeñas despedidas, subraya su gran humanidad y la admiración que le circundaba.

China: En 1928, Conforti va a China para encontrarse con sus misioneros. La bondad de su rostro había cautivado inmediatamente la imaginación de los chinos a quien habían saludado como “el Gran Obispo”. Mons. Conforti, entrando en la catedral de Cheng Chow, había entonado un Te Deum de agradecimiento a Dios que le concedía ver el trabajo realizado por sus hijos, la coronación de su vocación misionera. Al finalizar aquella visita memorable, murmuró: “Señor, ¡ya he visto! Ahora puedo irme en paz”.


Parma: Existe una fotografía significativa del 1931: el obispo se encuentra en la montaña, a caballo, con una mano levantada en signo de saludo y bendición para la gente que lo recibía en su visita pastoral. De hecho, estaba visitando por quinta vez las 304 parroquias de su diócesis.

En cada aniversario de su muerte, la diócesis de Parma y los Javerianos irán descubriendo con mayor hondura, el gran don que su obispo y fundador había sido para toda la Iglesia. Con el pasar de los años, el carisma y la santidad de Mons. Conforti han adquirido realce y han sido plenamente ratificados mediante la beatificación por parte del Papa Juan Pablo II en 1996, y canonización por parte del Papa Benedicto XVI el 23 de octubre de 2011. El Papa Juan Pablo II resumió el mensaje de vida de Guido María Conforti: “La divina Providencia quiso que él experimentara, por un lado la fuerza y la urgencia de la misión ad gentes y por el otro la responsabilidad en relación con la Iglesia particular de la cual era Pastor. Esta tensión apostólica, por la acción de la gracia, se reveló en él singularmente fecunda, así que la Iglesia entera, puede hoy reconocer en su existencia un luminoso ejemplo de misionariedad que definiríamos como plenamente pastoral y católica, constituida por la cooperación constante y equilibrada entre comunión y misión, entre la preocupación por la comunidad y el impulso hacia cuantos todavía no son parte de ella”.

Obispo y misionero

De varias partes de Italia se miraba con atención hacia las iniciativas del obispo de Parma. Lo que impresionaba era su capacidad de conciliar el servicio pleno a la Iglesia local, con la pasión misionera por la Iglesia universal. Mons. Conforti estaba convencido de que la Iglesia necesitaba renovarse para responder mejor a las nuevas tareas de su misión en el mundo. El obispo de Parma fue como un imán para los que sentían la urgencia de la formación misionera del pueblo de Dios. También lo buscó un joven sacerdote, José Ángel Roncalli, el futuro Papa Juan XXIII, que dirá: “Buscaba a Mons. Conforti como a la más distinguida expresión episcopal de Italia de aquel feliz movimiento misionero, suscitado por la encíclica Maximum Illud del Papa Benedicto XV. Lo buscaba como representante de aquella plenitud del ministerio sagrado de las almas, que asocia el Obispo al Misionero: Obispo de Parma, pero Misionero para el mundo”.

El último viaje

Salió de Marsella el 21 de septiembre de 1928 y regresó a Parma el 28 de diciembre del mismo año. El viaje a China lo hizo por “deber y necesidad del corazón”. Deber de Superior general y necesidad de un Padre que quería encontrarse con sus hijos personalmente y unirlos siempre más entre ellos.

El viaje le confirió un nuevo sentido de las proporciones: “Para China no son suficientes 3.000 misioneros: ¡serían necesarios 50.000!... ¡Llegará un día en que la inmensa China será cristiana!” El proyecto misionero de San Guido María Conforti estaba arraigado en la mirada misericordiosa del Crucifijo y se exaltaba en la visión de los frutos del Evangelio: “La formación de una sola familia que abrace toda la humanidad”.

Animación misionera de la Iglesia

La MISIÓN es la conclusión lógica y gozosa del encuentro con Cristo, por ello Conforti funda un INSTITUTO MISIONERO y por ello trabaja para que la ANIMACIÓN MISIONERA en Italia –y más tarde en el mundo- sea una realidad, comenzando por los sacerdotes, para que sean animadores misioneros en sus parroquias.

Pontificia Unión Misional

La Congregación Misionera ya la había fundado, ahora se empeña en la Animación Misionera de la Iglesia local por medio de la Pontificia Unión Misional que inició con el nombre de Unión Misionera del Clero. Su fundador es el beato Paolo Manna que encontró en Guido María Conforti a un obispo activo en la sensibilización de las iglesias locales para la propagación de la fe a los no cristianos.

El P. Paolo Manna percibe la necesidad de implicar a los sacerdotes diocesanos en la animación de los fieles para sostener la Obra de la Propagación de la Fe (conocida como DOMUND). La idea central de la Unión Misionera del Clero reside en la organización de sacerdotes comprometidos en la animación y la cooperación misionera del pueblo cristiano y el fomento de las vocaciones misioneras.

El P. Manna se percata de que para interesar a los obispos y a la Santa Sede la persona más indicada era Guido María Conforti, obispo de una diócesis italiana, superior y fundador de un Instituto Misionero. Mons. Conforti, una vez informado, se adhiere sin dificultad y con entusiasmo al proyecto.

Actividad de Conforti

En 1916 Conforti, en Roma, hablaría al papa Benedicto XV del proyecto de la Unión Misionera del Clero, el Papa la aprobará el 23 de octubre del mismo año.

En 1917 Conforti escribía una carta al clero de su diócesis para motivar la Unión Misionera del Clero y desarrollar la conciencia del deber que todos tienen en interesarse por la propagación de la Fe. “Italia, escribía Conforti, debería estar a la vanguardia en personal y contribución a las misiones, su generosidad misionera aún era escasa”. Esta situación aún persiste, hoy en día, en muchas Iglesias locales.

Primer presidente

A la Unión Misionera del Clero san Guido dedicará gran empeño, y de ella será nombrado primer presidente. La Unión Misionera del Clero es elevada a Obra Pontificia en 1956 por Pío XII, a la que en 1949 había integrado la vida consagrada. En 1980 se abre a los laicos, se conoce hoy como la PUM (Pontificia Unión Misional).

sábado, 5 de noviembre de 2016

SAN GUIDO MARÍA CONFORTI, OBISPO Y FUNDADOR, 5 DE NOVIEMBRE

Guido Maria Conforti, Santo
Obispo y Fundador, 5 de noviembre



Por: n/a | Fuente: Misioneros Xaverianos xaveriens.org 





Obispo y Fundador

Martirologio Romano: En Parma, de Italia, San Guido María Conforti, obispo y buen pastor, siempre en vela por la defensa de la Iglesia y de la fe de su pueblo, el cual, movido por el anhelo de la evangelización de los pueblos, fundó la Pía Sociedad de San Francisco Javier (1931).
Etimologicamente: Guido = Aquel que pertenece al bosque, es de origen germánico.

Fecha de beatificación: 17 de marzo de 1996 por S.S. Juan Pabo II
Fecha de canonización: 23 de octubre de 2011 por el Papa Benedicto XVI.
Breve Biografía


GUIDO MARIA CONFORTI nació en Ravadese (Parma -Italia ) el 30 de marzo de 1865.

Era el octavo de los diez hijos de Rinaldo Conforti y Antonia Adorni.

La óptima educación cristiana recibida de su madre, la complementaron los Hermanos de las Escuelas Cristianas en cuya escuela de Parma realizó su primaria. Guido solía decir que su vocación se debía a la educación recibida de estos religiosos y, además, a una singular experiencia que tuvo contemplando el Crucifijo.

Venciendo la resistencia de su padre, en 1876 entró en el seminario, donde realizó brillantemente sus estudios, distinguiéndose por su diligencia, piedad y obediencia. Durante sus estudios de teología, el Beato Andrés Ferrari fue su rector en el seminario., Sin haber sido aún ordenado sacerdote Guido fue nombrado vicerector del seminario, tarea que continuó realizando después de su ordenación sacerdotal que tuvo lugar el 22 de septiembre de 1888. En esta misión pudo mostrar sus elevadas dotes de educador siendo un modelo para los jóvenes seminaristas por su testimonio de santidad y caridad pastoral.

Su vocación sacerdotal y misionera había nacido a los pies del Crucifijo. "No es posible - escribió - fijar la mirada en este modelo divino sin sentirse empujado a cualquier sacrificio por grande que sea".

"El Crucifijo es el gran libro que ofrece a nuestros ojos horizontes infinitos". De hecho, a pesar de que la vida de Guido transcurrió en la región italiana de Emilia, su mirada abarcaba los horizontes de toda la humanidad, y nunca desfalleció en el deseo ardiente de anunciar el Evangelio a todos los hombres. El "espectáculo" de la cruz le hablaba "con la elocuencia de la sangre", manifestándoles el amor infinito de Dios hacia la humanidad. En 1895, Guido funda una Congregación Misionera de hombres consagrados a Dios con el único fin de llevar el Evangelio a los no cristianos.

El 9 de junio de 1902, el Siervo de Dios fue llamado a regir la Arquidiócesis de Rávena. El día de su ordenación episcopal pronunció los votos religiosos junto con el voto de dedicarse sin reservas al anuncio del Evangelio "ad gentes". En Rávena, la enfermedad le obligó a largos períodos de inactividad. Su profundo sentido de responsabilidad pastoral hacia el rebaño que le había sido confiado le llevó a presentar su dimisión que fue aceptada.

Regresó humildemente a su Instituto Misionero donde, recuperada algo su salud, se ocupó en la formación de los alumnos misioneros y a la redacción de las Constituciones de su familia misionera.

A finales de 1907, el Santo Padre confió al Siervo de Dios la diócesis de Parma. Durante 25 años él fue buen pastor, signo viviente de la "solicitud maternal de la Iglesia hacia todos los hombres, tanto fieles, como infieles, por su preocupación particular por los pobres y los más débiles".

La catequesis fue el punto principal de su tarea pastoral: instituyó las escuelas de la doctrina cristiana en todas las parroquias, preparó a los catequistas con apropiados cursos de cultura religiosa y pedagógica. Fue el primer obispo de Italia que celebró un congreso de catequética en su diócesis.

Cinco veces realizó la visita pastoral a las parroquias, celebró dos sínodos diocesanos, instituyó y promovió la Acción Católica, especialmente de los jóvenes. Cuidó de manera especial la cultura y la santidad del clero, la formación de los seglares, las asociaciones y la prensa católica, las misiones populares, los congreso eucarísticos, marianos y misioneros. Logró reconciliar a los ánimos divididos, se preocupó por llevar a los extraviados a la unidad del rebaño y fomentó el amor y el respeto incondicional hacia el Papa.

Su presencia en los momentos difíciles de la historia de aquellos años en la ciudad de Parma fue discreta, casi inobservada, pero eficaz y con resultados. Durante las huelgas de 1908, fundó un grupo de abogados dedicados a la defensa de los derechos de los campesinos y de los sacerdotes, Cuando una parte de la ciudad se opuso violentamente a la instauración del fascismo y se corría el peligro de un baño de sangre, la mediación de Conforti obtuvo la retirada de las milicias fascistas, evitando así una guerra civil.

La preocupación por la Iglesia local que le había sido confiada no le quitó la "preocupación por aquellos lugares del mundo donde la Palabra de Dios no ha sido anunciada". Creía firmemente que el anuncio del Evangelio "ad gentes" fuese el camino más seguro por la nueva evangelización de su pueblo. Se entregó incansablemente a la tarea de "la Evangelización ad gentes" ya fuese a través de su familia misionera, como colaborando con las varias iniciativas de animación misionera en Italia y en el resto del mundo.

Puso especial cuidado en colaborar en la fundación y en la difusión de la Pontificia Unión Misionera del Clero, de la que fue su primer presidente. "Fue providencial que, en la fundación de la Unión Misionera del Clero, al lado de P. Pablo Manna se encontrase Guido María Conforti, que no sólo ayudó excepcionalmente con su consejo y su colaboración a la naciente Unión, sino que con su autoridad logró para dicha Unión la aprobación pontificia" (Pablo VI ).

En 1928, Conforti viajó a China para visitar las comunidades y los lugares que habían sido confiados a la familia religiosa de la que él era Superior General. Su viaje fue signo de la comunión entre las Iglesias.

El 5 de noviembre de 1931, consumido por su incansable tarea pastoral, habiendo recibido devotamente el Sacramento de los Enfermos y el Santo Viático, después de haber profesado públicamente su fe y haber implorado la bendición de Dios para su clero y su pueblo, Guido María Conforti entró en la Casa del Padre.

El Papa Juan Pablo II lo beatificó el 17 de marzo de 1996.
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