jueves, 1 de septiembre de 2016

NOVENA A SAN GIL


Novena a San Gil


Glorioso San Gil, a ti acudimos llenos de confianza en tu intercesión. Nos sentimos atraídos a ti con una especial devoción y sabemos que nuestras súplicas serán más agradables a Dios nuestro Señor, si tú, que tan amado eres de Él, se las presentas. Tu caridad, reflejo admirable de la de Dios, te inclina a socorrer toda miseria, a consolar toda pena y a complacer todo deseo y necesidad, si ello ha de ser provechoso para nuestra alma. Mira, pues, nuestras miserias y penas, nuestros trabajos y necesidades, nuestros buenos deseos, y alcánzanos que aseguremos cada día más nuestra eterna salvación con la práctica de las buenas obras y la imitación de tus virtudes. Y, en particular, te pedimos que nos alcances de Dios la gracia especial que, por esta devota novena, esperamos confiadamente conseguir. Así sea.

(Ahora se pide la gracia especial que, mediante la Novena, se desea obtener).

ORACIÓN A DIOS NUESTRO SEÑOR

Oh Dios, Tú has querido esparcir de una manera maravillosa, por toda la creación, reflejos de tu belleza increada y de tu omnipotencia infinita, y has creado al hombre para que fuese una imagen viviente de ti, en la cual pudieses complacerte; tan grande es tu bondad y complacencia con las almas que te aman de corazón y se te entregan totalmente como lo hacen tus santos, a los que llegas a hacer partícipes de tu poder, haciendo que obren prodigios y milagros. Nosotros te suplicamos hoy, ya que por nuestros méritos no merecemos ser atendidos, que quieras escucharnos por tu bondad y por el valimiento de tu Santo glorioso San Gil, y que nos concedas las gracias que por su mediación te pedimos en esta novena. Y ahora, confiados en tu bondad infinita, nos atrevemos a insistir en nuestras súplicas, mientras, postrados, con el mayor respeto y con todo el afecto de nuestro corazón, dirigimos las siguientes súplicas a la Santísima Trinidad:

Oh Padre Eterno, que quisiste manifestar tu omnipotencia en los Santos por sus prodigios y virtudes y por su fortaleza en el empleo de su vida en tu servicio: haz que nosotros sepamos vencer con constancia todas las tentaciones y que jamás, durante nuestra vida, nos aleje de ti el pecado.

Padrenuestro, Avemaría, y Gloria.

Oh Hijo Unigénito, que quisiste manifestar tu sabiduría infinita en los Santos, comunicándoles tus inspiraciones y tu luz, para penetrar las verdades divinas y vivir vida de fe; haz que nosotros, con tu gracia y auxilio, practiquemos todas las virtudes y crezcamos cada día en santidad y perfección.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Oh Espíritu Santo, que quisiste manifestar la unción de tu amor en los Santos, derramando sobre su alma tus dones y tus frutos, e inflamándolos en celo y caridad: haz que sepamos amarte, ¡oh Dios de amor!, sobre todas las cosas, y al prójimo como a nosotros mismos, sin faltar jamás por nada a la caridad.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

ORACIÓN FINAL

Oh Dios de Bondad infinita. Tú has querido que tus Santos sean, para nosotros no sólo poderosos intercesores, sino algo más: que sean nuestros modelos. De sus virtudes la que más hemos de imitar es la del puro amor y unión perfecta de voluntad contigo, nuestro Dios y Señor. Esta virtud es la que más nos une a ti y la que nos hace más santos. Sea, pues, nuestra pobre ofrenda este deseo y resolución que nuevamente hacemos ahora de unir de tal manera nuestra voluntad con la tuya, que jamás queramos otra cosa que lo que tú quieras, y que resueltamente dejemos de hacer lo que conozcamos estar fuera de tu divina y paternal voluntad. Hechas con este espíritu, nuestras oraciones te serán más agradables, y conformándonos de antemano con todo lo que tú quieres de nosotros, estamos más seguros de obtener lo que te hemos pedido.

V. Los Santos vivirán eternamente.

R. Y su premio está en el Señor.

¡Oh Señor!, te suplicamos, que por intercesión de San Gil Abad, cuyas virtudes veneramos aquí en la tierra, seamos un día, contados juntamente con él en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo Amén.

ORACIONES A SAN GIL


Oración a San Gil

Dios nuestro, que llamaste a San Gil para que buscara tu reino en este mundo por la práctica de la caridad perfecta, concédenos que, fortalecidos por su intercesión, avancemos por el camino del amor con espíritu gozoso.

Por Jesucristo Nuestro Señor, tu hijo que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén.

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Oración a San Gil para muchos males

Si de los Fieles llamado
sois para sus desventuras;
libradnos de calenturas,

San Gil bienaventurado.

Dando en los males salud,
tanto a Cristo parecisteis
que en la niñez descubristeis
vuestra singular virtud:

De tierna edad, lastimado,
al pobre vestir procuras;

Hacéis con vuestra riqueza
rico al pobre, y quedáis pobre,
para que en las fiebres cobre
su perdida fortaleza;
al demonio habéis lanzado,
y a la ponzoña dais cura;

Del mar sosegáis la guerra,
y al fértil yermo volvéis,
para que en todo os mostréis
santo por mar y por tierra:
pues con humilde cuidado
encubrís tantas venturas;

Ser siervo de Dios parece,
a quien una cierva aprueba,
supuesto que en una cueva
os da leche y obedece:
y en ella misma flechado
os miráis las espesuras;

Aquel oculto pecado,
que el Rey Carlos ciego calla,
por vos lo confiesa, y halla
perdón, ya Dios aplacado:
y del cielo fue alumbrado
entre congojas tan duras;

Quitáis con vuestros aciertos
al demonio mil cautivos,
dais vida del alma a vivos,
y vida al cuerpo de muertos:
y pues con pecho alentado
dais a luzbel apreturas;

Las puertas que encomendáis
al Tiber, seguras fueron,
y estos lances descubrieron,
que por la del cielo entráis:
pues la senda habéis hallado
de celestiales anchuras.

Si de los Fieles llamado
sois para sus desventuras;
libradnos de calenturas,

San Gil bienaventurado.

SAN GIL, ABOGADO DE LOS PECADORES, 1 DE SEPTIEMBRE


Hoy 1 de septiembre es la fiesta de San Gil, abad y eremita


 (ACI).- San Gil fue un abad benedictino y eremita de origen griego que vivió entre los siglos VI y VII. Algunas devociones populares resaltan su bondad cristiana, misericordia, delicadeza que demostraba con los pecadores y la llamada a la conversión.

Se le consideró uno de los "14 santos auxiliadores", es decir, que formó parte de un culto de origen germánico que consideró a estos santos como célebres por haber sido eficaces al responder a las invocaciones de los fieles.

Nació en Atenas en el seno de una familia noble, pero repartió su rico patrimonio a los pobres y decidió establecerse en Provenzal, al sur de Francia, para dedicarse a la vida de oración.


Según la tradición, en Francia sanó a muchos enfermos de fiebres, parálisis, mordeduras, convirtió tierras de estériles a fértiles, repartió alimentos a los pobres, resucitó muertos, sanó niños, etc. Cansado de tanta fama y veneración pública se internó en un bosque, cerca de la desembocadura del río Ródano y se volvió eremita.

Un día en que andaba de cacería, el rey Childeberto I –otros dicen que fue Carlos Martel– descubrió a San Gil en su ermita y con el propósito de ayudarlo le hizo construir en ese mismo paraje un monasterio donde fue el primer abad.

Pronto el lugar se convirtió en centro de peregrinaciones al que la gente acudía para que el santo le remediase los males del alma y del cuerpo. Sin embargo, San Gil, añorando la soledad, se dirigió al Pirineo catalán, donde a los 84 años de edad murió santamente el año 720.


A este santo se le atribuyen algunos milagros y fue llamado por la sociedad “Abogado de los pecadores”, específicamente por haber ayudado en su conversión de un rey; “Protector de pobres, tullidos, arqueros”, por haber sido herido por una flecha; “Abogado contra el miedo y el incubo”, por ayudar a una cierva en peligro; y “Defensor contra las enfermedades del cáncer y la epilepsia”, llamada "mal de San Gil".

Goza de gran devoción. Las iglesias, hospitales, altares e imágenes hechas en su honor suelen verse en Francia, España, Inglaterra, Polonia, Italia, Alemania, etc.

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Biografía de SAN GIL

Gil fue un monje medieval, formado en Carracedo -tal vez a la sombra de San Florencio a mediados del siglo XII- enviado más tarde a San Martín de Castañeda seguramente para reformar la vida monástica en aquel monasterio. Allí permaneció algunos años, hasta que lo destinaron a un priorato propio del monasterio, llamado Santa Cruz de Casayo, sito en plena montaña entre Galicia y León.

Allí permaneció varios años, atendiendo a los fieles que vivían en aquellos contornos, pero sintiendo fuerte el carisma de la vida eremítica, con permiso de sus superiores, se retiró a la aspereza de las montañas contiguas, en compañía de otro monje, donde vivieron de ermitaños, cada cual en su propia ermita, a escasa distancia uno de otro.
Hay algunos autores que admiten, en los últimos años de su vida, la intervención de una sierva, compañera inseparable del santo, que sin duda le proporcionaba alimento como su leche, como sucedió al santo del mismo nombre. Así lo afirma el principal biógrafo del santo, fray Ambrosio Alonso, monje orensano, abad de distintos monasterios y por fin general reformador de la orden, quien afirma: “Hallándose varios casos paralelos recibidos sin contradicción en las Actas de diferentes santos, y no hallándose particular dificultad en que Dios honrase a nuestro santo con la repetición de este suceso, en donde tanto abundaba y aún abunda la especia de estos brutos; bien podemos dejarle poseer de buena fe su cierva”.

Ambos solitarios perseveraron en el nuevo estado de vida, hasta que Dios llamó para sí a San Gil, y su compañero dejó constancia de su vida en una inscripción que durante siglos se conservó en la ermita. No es posible concretar fechas sobre la existencia y desarrollo de la vida del santo. Podemos situar su existencia en la segunda mitad del siglo XII y la primera del XIII. Quien más ha profundizado en su vida fue el citado monje de Carracedo, fray Ambrosio Alonso, aunque tiene grandes lagunas.
En el siglo XVI, un sacerdote de Casayo, queriendo honrar mejor la memoria de San Gil, derribó la capilla primitiva -la misma que el santo había edificado- y levantó otra más suntuosa, que es la que, con notables reformas posteriores ha llegado hasta nosotros. Los monjes de Carracedo lo han venerado como uno de sus santos más distinguidos. Su imagen, un relieve con la efigie del santo, está vestida con el hábito blanco de los monjes cistercienses. Una inscripción dice: “San Gil, monje de Carracedo, abad de San Martín de Castañeda y eremita en Casayo”. Hoy se halla este relieve en la ermita de San Roque en Cacabelos.

También en el pueblo de Galende, en las inmediaciones del lago de Sanabria, recibe fervoroso culto, en una ermita que le está dedicada. Fue erigida en agradecimiento por un gran favor otorgado a un vecino del pueblo, quien, hallándose completamente ciego, recobró la vista, luego de encomendarse al santo. De aquí proviene que se le invoque de manera especial en esta enfermedad.

EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 1 DE SEPTIEMBRE DEL 2016


Rema mar adentro y echa las redes 
Milagros



Lucas 5, 1-11. Tiempo Ordinario. Ojalá que nosotros, como Pedro, creamos en Jesús y obedezcamos su palabra. 


Por: P. Sergio A. Córdova LC | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Lucas 5, 1-11
Estaba Jesús en cierta ocasión a orillas del lago de Genesaret, y de repente se juntó un gentío para oír la palabra de Dios. Vio entonces dos barcas a la orilla del lago; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que la separara un poco de tierra. Se sentó y enseñaba a la gente desde la barca. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Rema hacia dentro del lago y echen las redes para pescar». Simón respondió: «Maestro, estuvimos toda la noche intentando pescar, sin conseguir nada; pero, sólo porque tú lo dices, echaré las redes». Lo hicieron y capturaron una gran cantidad de peces. Como las redes se rompían, hicieron señas a sus compañeros de la otra barca para que vinieran a ayudarlos. Vinieron y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se postró a los pies de Jesús diciendo: «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador». Pues tanto Pedro como los que estaban con él quedaron asombrados por la cantidad de peces que habían pescado; e igualmente Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Entonces Jesús dijo a Simón: «No temas, desde ahora serás pescador de hombres». Y después de arrimar las barcas a tierra, dejaron todo y lo siguieron.

Oración introductoria 
Gracias, Señor, por revelarme tu corazón misericordioso. Tu Sagrado Corazón me da la confianza de regresar a Ti cada vez que caigo en el pecado. Sé que lo que más te puede ofender es que dude de tu misericordia, por eso en esta meditación, amado y buen Jesús, ayúdame a saber escucharte y descubrir cuál es tu voluntad para este día.

Petición
Dios mío, dame la fe que me convierta en un instrumento dócil que responda con prontitud a lo que quieras pedirme.

Meditación del Papa Francisco
El evangelio de hoy narra como Pedro confía en el Señor y tira las redes obteniendo una pesca milagrosa, tras una noche de trabajo en vano. La fe es un encuentro con Jesús y me gusta pensar que Jesús pasaba la mayor parte de su tiempo en las calles, con la gente, y al anochecer se retiraba solo a rezar.
El evangelio usa la misma palabra sobre esta gente, sobre el pueblo, los apóstoles, y Pedro: se quedaron asombrados. Y el pueblo sentía este estupor y decía: Él habla con autoridad. Nunca un hombre ha hablado así.
En cambio entre los que encontraban a Jesús había otro grupo que no dejaba entrar en sus corazones al asombro. Los doctores de la Ley hacían sus cálculos, tomaban distancia y decían; 'es inteligente, dice cosas verdaderas, pero a nosotros no nos conviene'.
Los mismos demonios confesaban que Jesús era el 'Hijo de Dios', pero como los doctores de la Ley y los malos fariseos no tenían la capacidad de asombrarse, estaban cerrados en su autosuficiencia, en su soberbia. Pedro reconoce que Jesús es el Mesías, pero confiesa que es un pecador. Los demonios llegan a decir la verdad sobre él. Mientras que los doctores de la Ley si bien dicen es inteligente, es un rabino capaz, hace milagros, no dicen somos soberbios, somos autosuficientes, somos pecadores. La incapacidad de reconocerse pecadores nos aleja de la verdadera confesión de Jesucristo. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 3 de septiembre de 2015, en Santa Marta).


Reflexión
"¡Que Dios es la mar de raro!..." es el título de un libro escrito hace ya algunos años por un sacerdote, pensador y periodista mexicano llamado Antonio Brambila. Y me pareció muy acertado este título para mi reflexión del día de hoy.

El padre Brambila explica en el prólogo de su libro el porqué de ese título. Cuenta que un día, hace ya mucho tiempo, atendía en dirección espiritual a una joven religiosa que estaba pasando por un momento muy difícil en su vocación, uno de esos períodos de desolación y de sequedad espiritual en los que el alma sufre bastante interiormente, pero que Dios nuestro Señor aprovecha, de un modo misterioso, para purificarla y acercarla más a Él. Y el padre le decía que Dios juega a las escondidas con sus hijos, que se les oculta para hacerse desear y buscar; y luego se les manifiesta para volverse a esconder; y que, durante nuestra vida en este mundo, muchas veces nos muestra su amor en forma de castigos que nos desconciertan y nos hacen llorar y sufrir... La religiosa, tras un momento de silencio, concluyó: "¡pues, la verdad, Dios es la mar de raro!".

Efectivamente, ¡la mar de raro! Rarísimo. Porque Dios es misterioso. Más aún, Él mismo es un misterio que no podemos comprender y en muchísimas ocasiones su modo de actuar nos sorprende, nos confunde y nos "destantea". ¡Parece ilógico y extraño! Ya el profeta Isaías nos decía que "los pensamientos de Dios no son nuestros pensamientos, ni sus caminos son nuestros camino." (Is 55, 8).

No entendemos, por ejemplo, por qué Dios permite el sufrimiento, máxime cuando el que sufre es una persona inocente. ¿Por qué el dolor de tanta gente pobre en tantos países del África, de Asia o de América Latina, y muchísimos de ellos a veces sin lo mínimo para subsistir? ¿Por qué tantas injusticias y abusos contra los pobres y débiles? Pensemos en las guerras, en las discriminaciones, en las persecuciones y segregaciones de pueblos enteros a causa del color, la religión, la raza, la cultura o su condición social. ¿Por qué tantos abusos de niños y mujeres, usados para la trata de blancas y un comercio brutalmente indigno y escandaloso? ¿Por qué tantos niños tronchados en el vientre de su propia madre antes de ver la luz del sol?

Tal vez también nosotros tengamos experiencias de sufrimiento en nuestra vida. Es tremendamente doloroso. ¿Por qué Dios permite la enfermedad o la muerte de un ser querido, sobre todo cuando aún es necesaria su presencia en este mundo? ¿Por qué el Señor permite a veces que sintamos el dolor terrible de la depresión, la soledad, la tristeza, el abandono? ¿Por qué ciertos problemas sin resolver, después de tantos años de haber luchado en vano por superarlos? ¿Por qué fracasan a veces los matrimonios, con tanto sufrimiento para la esposa, los hijos, los familiares? ¿Y por qué no se puede rehacer la propia vida con otro hombre o con otra mujer después de haber fallado el primer matrimonio religioso?..  Éstos y muchos otros interrogantes tocan a la puerta de nuestra alma sin encontrar suficientes respuestas.

El evangelio de este día no nos habla sobre el dolor, pero sí nos puede ofrecer alguna luz para tratar de comprenderlo y de aceptarlo.

San Lucas nos presenta hoy la escena de la pesca milagrosa. Nuestro Señor se halla en el lago y, después de predicar, le dice a Simón Pedro que reme mar adentro y que eche las redes para pescar. Simón era un experto pescador –ése era su oficio- y conocía perfectamente los lugares y las horas más oportunas para ello. Él sabía de sobra que se pesca durante la noche porque las aguas están tranquilas y los peces dormidos. Es más, se habían pasado la noche entera bregando ¡y no habían cogido ni un miserable charal! Y ahora llega este Jesús -todavía no conocía bien Pedro a nuestro Señor- y, sin conocer el arte y los gajes del oficio, le dice así, tranquilamente, que eche las redes para pescar...

"¡Pero, Señor –le pudo haber dicho Pedro— no es hora de pesca, ni el lugar ni las condiciones son apropiadas!...". Y humanamente tenía toda la razón. Cuando se callan las palabras de nuestra propia experiencia, de nuestras previsiones y cálculos humanos ("nos hemos pasado toda la noche bregando"); cuando hemos probado la amargura del fracaso o de la desilusión ("no hemos cogido nada"), entonces puede brotar el milagro: "Pero, en tu nombre echaré las redes". Esto es lo más maravilloso de todo. Y ya sabemos lo que pasó después.

En realidad, éste fue el verdadero milagro: que Pedro haya creído en Cristo y que, cuando todo era ilógico, adverso y contradictorio para la razón, haya aceptado la orden del Señor y haya obedecido. La pesca sobreabundante y las redes repletas fueron ya sólo una consecuencia. Para nuestro Señor no hay imposibles porque Él es Dios. El único imposible es que nuestra voluntad no quiera adherirse a lo que Él quiere Y el milagro está precisamente aquí.

Si echamos una hojeada a todo el evangelio, nos daremos cuenta de que siempre actúa así nuestro Señor: todos los milagros comienzan con la FE y es la única condición que Él pone para poder actuar. Sólo cuando aceptamos a Jesús con el corazón y doblamos las rodillas de nuestra mente, aunque humanamente no se vea nada, aunque el llanto explote en nuestra garganta y las lágrimas arrasen nuestros ojos, aunque tengamos que esperar contra toda esperanza humana y sangre el corazón... si creemos en Él y lo aceptamos, así como Dios nos visita, ¡es entonces cuando Jesús realiza el milagro!

Propósito
No es fácil. Necesitamos una fe muy grande. Y la fe es un don de Dios. ¡Pidámosle con humildad ese grandioso don!

Diálogo con Cristo
Ojalá que también nosotros, como Pedro, creamos en Ti, Señor y obedezcamos tu palabra: "¡Rema mar adentro y echa las redes para la pesca!". Y entonces veremos otro milagro en nuestra vida.

Preguntas o comentarios al autor  P. Sergio Cordova LC

LOS SANTOS DE HOY JUEVES 1 DE SEPTIEMBRE 2016

Terenciano de Todi, SantoTerenciano de Todi, Santo
Obispo y Mártir, Septiembre 1
Antonio Lahoz Gan, BeatoAntonio Lahoz Gan, Beato
Religioso y Mártir, 1 de septiembre
Pedro Esteban Hernández, BeatoPedro Esteban Hernández, Beato
Religioso y Mártir, 1 de septiembre
Lupo de Sens, SantoLupo de Sens, Santo
Obispo, Septiembre 1
Juana Soderini de Florencia, BeataJuana Soderini de Florencia, Beata
Terciaria Servita, Septiembre 1
José Samsó i Elias, BeatoJosé Samsó i Elias, Beato
Sacerdote y Mártir, 1 de septiembre
Gil o Egidio, SantoGil o Egidio, Santo
Ermitaño y Abad, 1 de septiembre
Josué, SantoJosué, Santo
Patriarca del A.T., Septiembre 1
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