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viernes, 16 de septiembre de 2016

SAN CORNELIO Y SAN CIPRIANO, AMIGOS DEFENSORES DE LA FE, 16 DE SEPTIEMBRE


Hoy 16 de septiembre se celebra a San Cornelio y San Cipriano, amigos defensores de la fe


 (ACI).- Cada 16 de septiembre la Iglesia celebra al Papa San Cornelio y al Obispo San Cipriano, dos amigos que se opusieron a las herejías y blasfemias de su tiempo. Lo que los llevó a morir como mártires. 

Cornelio significa “fuerte como un cuerno” y durante su vida dio honor a su nombre porque afrontó con firmeza la herejía de Novaciano, quien proclamaba que la Iglesia Católica no tenía poder para perdonar pecados. Sin embargo el Papa se opuso y sostuvo el perdón para el pecador verdaderamente arrepentido. 

Dentro de los que apoyaban al Papa se encontraba San Cipriano quien lo respaldó contra la herejía de Novaciano. 

No obstante, el sufrimiento de San Cornelio no sólo sería por cuestiones internas en la Iglesia, sino también por la persecución a los cristianos del emperador Decio. Fue enviado al destierro y murió decapitado en el año 253. 

Cipriano, Obispo de Cartago, por su parte sufrió de igual modo la persecución de Decio y la del emperador Valeriano. Más adelante le decretaron pena de muerte por seguir celebrando ceremonias religiosas y oponerse a ofrecer sacrificios a los dioses. Él, al oír su sentencia, exclamó: “Gracias sean dadas a Dios”. Luego fue decapitado en septiembre del 258. 

De esta manera, los dos amigos, unidos en la fe y el apoyo en tiempos difíciles, padecieron bajo el mismo suplicio y dieron testimonio a los demás cristianos para que permanezcan firmes en la Verdad. 

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San Cornelio, Papa y San Cipriano, Obispo
16 de Setiembre


Debido a la violencia de la persecución de Decio, la sede pontifical de Roma estuvo vacante por más de doce meses después del martirio del Papa San Fabián, hasta que el sacerdote Cornelio fue elegido Papa. Sin embargo, los primeros problemas del nuevo Papa surgieron no tanto del poder secular como de las disensiones internas, a pesar de que éstas se derivaban de la misma persecución.

La persecución contra los cristianos se intensificó de nuevo, y el Papa fue desterrado a Centumcellae. San Cipriano, Obispo de Cartago y que tenía una profunda amistad con el Papa, le escribió una carta congratulatoria por haber podido gozar de la felicidad de sufrir por Cristo y por la gloria de su Iglesia, ya que ni uno sólo de sus cristianos había renegado de su fe. El santo Papa sufrió muchas penurias, fatigas y sufrimientos en su destierro para luego ser decapitado. La amistad de San Cipriano fue el gran apoyo del Papa San Cornelio como Supremo Pontífice y como defensor de la Iglesia contra el rigorismo de Novaciano, y la estrecha asociación entre ambos se ha reconocido, desde entonces, como muy valiosa.

San Cipriano por su parte, desempeñó un papel importante en la historia de la Iglesia y en el desarrollo del pensamiento cristiano en África. Convertido al cristianismo en edad adulta, el santo dedicó todos sus esfuerzos a mantener viva la fe de la Iglesia tras ser decretado la violenta persecución en aquella ciudad.

Fue desterrado a Curubis por varios años, hasta que el pre-cónsul Máximo ordenó su regreso para compadecer ante él y obligarlo a desistir de su fe. El Obispo se mantuvo firme por lo que fue decapitado.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

SAN CORNELIO Y CIPRIANO, MÁRTIRES, 16 DE SEPTIEMBRE


Cornelio y Cipriano, Santos
Cornelio y Cipriano, Santos


Mártires, 16 de septiembre 


Fuente: P. Angel Amo / Corazones.org 



Mártires

Martirologio Romano: Memoria de los santos Cornelio, papa, y Cipriano, obispo, mártires, acerca de los cuales el catorce de septiembre se relata la sepultura del primero y la pasión del segundo. Juntos son celebrados en esta memoria por el orbe cristiano, porque ambos testimoniaron, en días de persecución, su amor por la verdad indefectible ante Dios y el mundo (252, 258).

Breve Biografía

Víctimas ilustres de la persecución de Valeriano, respectivamente en junio del 253 y el 14 de septiembre del 258, son el Papa Cornelio y Cipriano el obispo de Cartago, cuyas memorias aparecen unidas en los antiguos libros litúrgicos de Roma desde mediados del siglo IV. Su historia, en efecto, se entrelaza, aunque sobresale más la imagen del gran obispo africano.

San Cipriano

Nacido en el año 200 en Cartago (Africa), se convirtió al cristianismo cuando era mayor de 40 años. Su mayor inspiración fue un sacerdote llamado Cecilio. Una vez bautizado descubrió la fuerza del Espíritu Santo capacitándolo para ser un hombre nuevo. Se consagró al celibato.
Tuvo un gran amor al estudio de las Sagradas Escrituras por lo que renunció a libros mundanos que antes le eran de gran agrado.

Es famoso su comentario del Padrenuestro.

Fue ordenado obispo por aclamación popular, el año 248, al morir el obispo de Cartago. Quiso resistir pero reconoció que Dios le llamaba. "Me parece que Dios ha expresado su voluntad por medio del clamor del pueblo y de la aclamación de los sacerdotes". Fue gran maestro y predicador.

En el año 251, el emperador Decio decreta una persecución contra los cristianos, sobre todo contra los obispos y libros sagrados. Muchos cristianos, para evitar la muerte, ofrecen incienso a los dioses, lo cual representa caer en apostasía.

Cipriano se esconde pero no deja de gobernar, enviando frecuentes cartas a los creyentes, exhortándoles a no apostatar. Cuando cesó la persecución y volvió a la ciudad se opuso a que permitieran regresar a la Iglesia a los que habían apostatado sin exigirles penitencia. Todo apóstata debía hacer un tiempo de penitencia antes de volver a los sacramentos. Esta práctica era para el bien del penitente que de esta forma profundizaba su arrepentimiento y fortalecía su propósito de mantenerse fiel en futuras pruebas. Esto ayudó mucho a fortalecer la fe y prepararse ya que pronto comenzaron de nuevo las persecuciones.

El año 252, Cartago sufre la peste de tifo y mueren centenares de cristianos. El obispo Cipriano organiza la ayuda a los sobrevivientes. Vende sus posesiones y predica con gran unción la importancia de la limosna.

El año 257 el emperador Valeriano decreta otra persecución aun mas intensa. Todo creyente que asistiera a la Santa Misa corre peligro de destierro. Los obispos y sacerdotes tienen pena de muerte celebrar una ceremonia religiosa. El año 257 decretan el destierro de Cipriano pero el sigue celebrando la misa, por lo que en el año 258 lo condenan a muerte.

Actas del juicio:

Juez: "El emperador Valeriano ha dado órdenes de que no se permite celebrar ningún otro culto, sino el de nuestros dioses. ¿Ud. Qué responde?"

Cipriano: "Yo soy cristiano y soy obispo. No reconozco a ningún otro Dios, sino al único y verdadero Dios que hizo el cielo y la tierra. A El rezamos cada día los cristianos".

El 14 de septiembre una gran multitud de cristianos se reunió frente a la casa del juez. Este le preguntó a Cipriano: "¿Es usted el responsable de toda esta gente?"

Cipriano: "Si, lo soy".

El juez: "El emperador le ordena que ofrezca sacrificios a los dioses".

Cipriano: "No lo haré nunca".

El juez: "Píenselo bien".

Cipriano: "Lo que le han ordenado hacer, hágalo pronto. Que en estas cosas tan importantes mi decisión es irrevocable, y no va a cambiar".

El juez Valerio consultó a sus consejeros y luego de mala gana dictó esta sentencia: "Ya que se niega a obedecer las órdenes del emperador Valeriano y no quiere adorar a nuestros dioses, y es responsable de que todo este gentío siga sus creencias religiosas, Cipriano: queda condenado a muerte. Le cortarán la cabeza con una espada".

Al oír la sentencia, Cipriano exclamó: "¡Gracias sean dadas a Dios!"

Toda la inmensa multitud gritaba: "Que nos maten también a nosotros, junto con él", y lo siguieron en gran tumulto hacia el sitio del martirio.

Al llegar al lugar donde lo iban a matar Cipriano mandó regalarle 25 monedas de oro al verdugo que le iba a cortar la cabeza. Los fieles colocaron sábanas blancas en el suelo para recoger su sangre y llevarla como reliquias.

El santo obispo se vendó él mismo los ojos y se arrodilló. El verdugo le cortó la cabeza con un golpe de espada. Esa noche los fieles llevaron en solemne procesión, con antorchas y cantos, el cuerpo del glorioso mártir para darle honrosa sepultura.

A los pocos días murió de repente el juez Valerio. Pocas semanas después, el emperador Valeriano fue hecho prisionero por sus enemigos en una guerra en Persia y esclavo prisionero estuvo hasta su muerte.

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Cornelio habia sido elegido Papa en el 251, después de un largo periodo de sede vacante, a causa de la terrible persecución de Decio. Su elección no fue aceptada por Novaciano, que acusaba al Papa de ser un libelático. Cipriano, y con él los obispos africanos, se puso de parte de Cornelio.

El emperador Galo confinó al Papa en Civitavecchia, en donde murió. Fue enterrado en las catacumbas de Calixto. Cipriano, a su vez, fue relegado en Capo Bon, pero cuando supo que habia sido condenado a la pena capital, regresó a Cartago, porque quería dar su testimonio de amor a Cristo frente a toda su grey. Fue decapitado el 14 de septiembre del 258. Los cristianos de Cartago pusieron pañuelos blancos sobre su cabeza para conservarlos, así manchados de sangre, como reliquias preciosas. El emperador Valeriano, al hacer decapitar al obispo Cipriano y al Papa Esteban, inconscientemente puso fin a una disputa entre los dos sobre la validez del bautismo administrado por herejes, no aceptada por Cipriano y afirmada por el pontífice.
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