viernes, 12 de agosto de 2016

SANTA JUANA FRANCISCA DE CHANTAL, MEMORIA LITÚRGICA, 12 DE AGOSTO


Juana Francisca de Chantal, Santa
Memoria Litúrgica, 12 de agosto


Por: n/a | Fuente: Corazones.org 




Viuda y Fundadora

Martirologio Romano: Santa Juana Francisca Frémiot de Chantal, religiosa, que siendo primero madre de familia, tuvo como fruto de su cristiano matrimonio seis hijos, a los que educó piadosamente, y muerto su esposo, bajo la dirección de san Francisco de Sales abrazó con decisión el camino de la perfección y realizó obras de caridad, en especial para con los pobres y enfermos. Dio comienzo a la Orden de la Visitación de santa María, que dirigió también prudentemente, y su muerte tuvo lugar en Moulins, junto al Aller, cerca de Nevers, en Francia, el día trece de diciembre (1641).

Breve Biografía

Santa Juana Francisca Fremiot nació en Dijon, Francia, el 23 de enero, de 1572, nueve años después de finalizado el Concilio de Trento. De esta manera, estaba destinada a ser uno de los grandes santos que el Señor levantó para defender y renovar a la Iglesia después del caos causado por la división de los protestantes. Santa Juana fue contemporánea de S. Carlos Borromeo de Italia, de Sta. Teresa de Ávila y S. Juan de la Cruz de España, de S. Juan Eudes y de sus compatriotas, el Cardenal de Berulle, el Padre Olier y sus dos renombrados directores espirituales, San Francisco de Sales y San Vicente de Paúl. En el mundo secular, fue contemporánea de Catalina de Medici, del Rey Luis XIII, Richelieu, Mary Stuart, la Reina Isabel y Shakespeare. Murió en Moulins el 13 de diciembre, de 1641.

Su madre murió cuando tenía tan solo dieciocho meses de vida. Su padre, hombre distinguido, de recia personalidad y una gran fe, se convirtió así en la mayor influencia de su niñez. A los veintiún años se casó con el Barón Christophe de Rabutin-Chantal, de quien tuvo seis hijos. Dos de ellos murieron en la temprana niñez. Un varón y tres niñas sobrevivieron. Tras siete años de matrimonio ideal, su esposo murió en un accidente de cacería. Ella educó a sus hijos cristianamente.

En el otoño de 1602, el suegro de Juana la forzó a vivir en su castillo de Monthelon, amenazándola con desheredar a sus hijos si se rehusaba. Ella pasó unos siete años bajo su errática y dominante custodia, aguantando malos tratos y humillaciones. En 1604, en una visita a su padre, conoció a San Francisco de Sales. Con esto comenzó un nuevo capítulo en su vida.

Bajo la brillante dirección espiritual de San Francisco de Sales, nuestra Santa creció en sabiduría espiritual y auténtica santidad. Trabajando juntos, fundaron la Orden de la Visitación de Annecy en 1610. Su plan al principio fue el de establecer un instituto religioso muy práctico algo similar al de las Hijas de la Caridad, de S. V. de Paúl. No obstante, bajo el consejo enérgico e incluso imperativo del Cardenal de Marquemont de Lyons, los santos se vieron obligados a renunciar al cuidado de los enfermos, de los pobres y de los presos y otros apostolados para establecer una vida de claustro riguroso. El título oficial de la Orden fue la Visitación de Santa María.

Sabemos que cuando la Santa, bajo la guía espiritual de S. Francisco de Sales, tomó la decisión de dedicarse por completo a Dios y a la vida religiosa, repartió sus joyas valiosas y sus pertenencias entre sus allegados y seres queridos con abandono amoroso. De allí en adelante, estos preciosos regalos se conocieron como "las Joyas de nuestra Santa." Gracias a Dios que ella dejó para la posteridad joyas aún más preciosas de sabiduría espiritual y edificación religiosa.

A diferencia de Sta. Teresa de Ávila y de otros santos, Juana no escribió sus exhortaciones, conferencias e instrucciones, sino que fueron anotadas y entregadas a la posteridad gracias a muchas monjas fieles y admiradoras de su Orden.

Uno de los factores providenciales en la vida de Sta. Juana fue el hecho de que su vida espiritual fuera dirigida por dos de los más grandes santos todas las épocas, S. Francisco de Sales y S. Vicente de Paúl. Todos los escritos de la Santa revelan la inspiración del Espíritu Santo y de estos grandiosos hombres. Ellos, a su vez, deben haberla guiado a los escritos de otros grandes santos, ya que vemos que ella les indicaba a sus Maestras de Novicias que se aseguraran de que los escritos de Sta. Teresa de Ávila se leyeran y estudiaran en los Noviciados de la Orden.

Santa Juana fue una auténtica contemplativa. Al igual que Sta. Brígida de Suecia y otros místicos, era una persona muy activa, llena de múltiples proyectos para la gloria de Dios y la santificación de las almas. Estableció no menos de ochenta y seis casas de la Orden. Se estima que escribió no menos de once mil cartas, que son verdaderas gemas de profunda espiritualidad. Más de dos mil de éstas se conservan todavía. La fundación de tantas casas en tan pocos años, la forzó a viajar mucho, cuando los viajes eran un verdadero trabajo.

Sta. Juana le escribió muchas cartas a S. Francisco de Sales, en búsqueda de guía espiritual. Desafortunadamente, después de la muerte de S. Francisco la mayoría de las cartas le fueron devueltas a Sta. Juana por uno de los miembros de la familia de Sales. Como era de esperarse, ella las destruyó, a causa de su naturaleza personal sagrada. De este modo, el mundo quedó privado de lo que pudo haber sido una de las mejores colecciones de escritos espirituales de esta naturaleza.

El  13 de diciembre  recordamos su ingreso al reino de los cielos, pero su fiesta fue asignada para el 12 de agosto.

BEATO INOCENCIO XI, PAPA, 12 DE AGOSTO


Hoy 12 de agosto  se celebra al Beato Inocencio XI, Papa


 (ACI).- El Beato Inocencio XI fue el Papa número 240 de la Iglesia entre 1676 y 1689, y es considerado por algunos como el Pontífice más importante del siglo XVII.

Nació el 16 de mayo de 1611 en el norte de Italia, en Como. Realizó sus primeros estudios en la misma ciudad con los jesuitas, y después en la universidad La Sapienza de Roma y en la de Universidad de Nápoles, doctorándose en ésta última en derecho civil y derecho canónico (1639).

No se tiene datos sobre su vocación y su ordenación sacerdotal. En 1645 el Papa Inocencio X lo nombró cardenal diácono de San Cosme y Damián.


Durante su pontificado tuvo varios problemas con cardenales franceses y con el rey Luis XIV de Francia, ya que no respetaba los derechos de la Iglesia. Este último convocó en asamblea al clero francés determinando que la Iglesia pasaría a ser una institución sumisa al Estado. Por ello el Santo Padre decidió excomulgar al clero.

Inocencio XI fue un hombre asceta, bondadoso y generoso con los pobres, luchó fuertemente contra el nepotismo del clero, pese a que esta práctica recién acabaría en el pontificado de Inocencio XII en 1692.

Además, reformó la administración de la Curia y ordenó las finanzas del Vaticano.

También escribió sobre la Eucaristía, materia de moral y de sistemas morales, así como del sigilo de la confesión.

Tras una larga enfermedad murió el 12 de agosto de 1689 en el palacio del Quirinal, llorado por todo el pueblo romano y fue sepultado en San Pedro.

Inocencio XI fue beatificado por el Venerable Papa Pío XII el 7 de octubre de 1956. Su fiesta tiene lugar el 12 de agosto, que es el aniversario de su muerte.

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Biografía breve del Beato Inocencio XI, Papa

En abril del año 2011, tras la ceremonia de beatificación del papa San Juan Pablo II, se decidió sacar de las grutas vaticanas el cuerpo de quien fuera papa desde 1979 hasta el año 2005. El cuerpo de San Juan Pablo II fue colocado en la basílica de San Pedro, donde hasta hacía unos días se encontraba el cuerpo de quien es considerado por algunos como el Papa más grande del siglo XVII, el Beato Inocencio XI (1611-1689), quien presidió la sede de Pedro desde el año de 1676 al 1689. Tras estos acontecimientos, me preguntaba quién era Inocencio XI y también quién fue Juan Pablo II; por qué quitar del altar a un pontífice beato para colocar a otro, pues como pasa en la sociedad, también en la Iglesia hay Santos populares y de moda que atraen más gente que otros, y éste quizá sea el caso del Beato Inocencio XI.

Su nombre de pila fue Benito Odescalchi, hijo de Livino Odescalchi y de Paola Castelli; y nació en el norte de Italia, en Como. Su familia se dedicaba al comercio y por tanto era rica, debido a este oficio en el que les iba bastante bien. Su padre moriría pronto y junto con tíos y su hermano, fundaron una banca en Génova, que tenía además varias sucursales.

Sus primeras letras las realizó en Como con los jesuitas, estudió derecho civil y derecho canónico, así que, como familiar de banqueros, también fue inculcado en los conocimientos de este oficio. Estudió en la universidad de La Sapienza de Roma y en la Universidad de Nápoles.

No se tienen datos sobre su vocación y su ordenación sacerdotal, pero ya en 1640 el papa Urbano VIII lo nombró protonotario apostólico “participantium” y, poco tiempo después, referendario de los tribunales de la Signatura Apostólica de Gracia y de Justicia. Fue un hombre generoso con los pobres, ya que tras ser nombrado en 1658 legado en la ciudad y territorio de Ferrara, ayudó a la población azotada por una severa hambruna. En 1645 el Papa Inocencio X lo nombró cardenal diácono de San Cosme y Damián y, de 1650 a 1656 ocupó, además, el cargo de obispo de Novara, tras ser consagrado obispo en 1650. En su nueva diócesis utilizó todo los recursos disponibles para ayudar a los pobres y a los enfermos.

Tras su renuncia a la diócesis, partió para Roma, donde fue consultor en diversas Congregaciones. Participó en los cónclaves donde fueron elegidos los papas Clemente IX y Clemente X; finalmente, el 21 de septiembre de 1676, fue elegido obispo de Roma, tomando el nombre de Inocencio XI.

Como pontífice tuvo problemáticas con cardenales franceses, así como el rey de Francia, como también los había tenido en su momento el papa Inocencio X. El papa Inocencio fue un hombre asceta, bondadoso y generoso con los pobres, luchó fuertemente contra el nepotismo del clero, cosa que no acabó por la falta de apoyo de los cardenales; fue, por fin, en el pontificado de Inocencio XII en 1692 cuando desapareció esta práctica. Recordemos que el nepotismo en la Iglesia durante la Edad Media fue usado con frecuencia para mantener oficios, terrenos, títulos y nombramientos, con la finalidad de mantener una línea de poder por parte de clérigos y pontífices. Además de esto, reformó la administración de la Curia y ordenó las finanzas del Estado Pontificio.

Sobre la comunión frecuente y diaria, aprobada siempre por los Padres de la Iglesia y que en la práctica de la vida de la Iglesia no se llevaba, llegó a decir que los fieles asistentes a cada misa, comulgaran, recibiendo sacramentalmente la Eucaristía. Tenía una justa razón para alentar esta práctica, afirmando que la Eucaristía era el pan o alimento que podría escudriñar todas aquellas distracciones espirituales y múltiples escondrijos de la conciencia que con el ojo humano no sería posible ver, por tanto la Eucaristía era vital. Para poderla recibir frecuentemente, era necesario que el confesor lo aprobase, ya que él era quien escudriñaba los corazones de los penitentes. Se preocupó por la preparación de los laicos para que conocieran y recibieran este Sacramento “de manera que con ayuda de los predicadores, párrocos y confesores ayudasen a los laicos a reconocer su propia flaqueza, a fin de que por la dignidad del Sacramento y por temor del juicio divino aprendan a reverenciar la mesa celeste en que está Cristo, y si alguna vez se sienten menos preparados, sepan abstenerse de ella y disponerse para mayor preparación”.

Como he mencionado antes, tuvo problemas con el rey Luis XIV de Francia, ya que éste no respetaba los derechos de la Iglesia. En 1682 el rey convocó en asamblea al clero francés, donde adoptó los cuatro artículos conocidos como “Declaratio cleri gallicani”, en la cual colocaba a la Iglesia como una institución sumisa al Estado. Los clérigos participantes en esta asamblea fueron excomulgados por el Papa, pero para apaciguar la relación, el rey revocó el edicto de Nantes que había firmado el rey Enrique IV de Francia en 1598, donde autorizaba la libertad de culto y de todos los demás, con algunos límites, a los protestantes calvinistas en Francia.

Consiguió un gran éxito cuando, en la guerra contra los turcos, consiguió establecer una alianza entre el emperador austriaco y el rey polaco Jan III Sobieski, gracias a la cual pudo llegar el 12 de septiembre de 1683 la victoria contra los turcos y la liberación de Viena. Luego del triunfo de la batalla de Viena, la Liga Santa llevó a cabo la toma de Hungría, en la que las ciudades de Buda y de Pest serían reconquistadas en 1686.

El Papa Inocencio XI escribió, además de hablar sobre la Eucaristía, también sobre materia de moral y de sistemas morales, así como del error sobre el sigilo de la confesión, para lo cual dijo: “Es lícito usar de la ciencia adquirida por la confesión, con tal que se haga sin revelación directa ni indirecta y sin gravamen del penitente, a no ser que se siga del no uso otro mucho más grave, en cuya comparación pueda con razón despreciarse el primero”, añadida luego la explicación o limitación de que ha de entenderse del uso de la ciencia adquirida por la confesión con gravamen del penitente excluida cualquier revelación; y en el caso en que del no uso se siguiera un gravamen mucho mayor del mismo penitente, se ha estatuido que “dicha proposición, en cuanto admite el uso de dicha ciencia con gravamen del penitente, debe ser totalmente prohibida, aun con la dicha explicación o limitación”.

Tras una larga enfermedad murió el 12 de agosto de 1689 en el palacio del Quirinal, llorado por todo el pueblo romano y fue sepultado en San Pedro. Su proceso de beatificación se vio frenado por la intromisión de Francia durante dos siglos y medio; ya que el proceso comenzó en 1714. Parece ser que el gobierno francés no olvidaba las disputas del rey con el pontífice y por tanto fue suspendido en 1744. Finalmente en el siglo XX se reabrió el proceso y el Venerable Pío XII lo beatificó el 7 de octubre de 1956. Su fiesta tiene lugar el 12 de agosto, que es el aniversario de su muerte.

LOS SANTOS DE HOY VIERNES 12 DE AGOSTO 2016

Félix Pérez Portela, BeatoFélix Pérez Portela, Beato
Sacerdote y Mártir, 12 de agosto
Josep Nadal Guiu, BeatoJosep Nadal Guiu, Beato
Sacerdote y Mártir, 12 de agosto
Manuel Basulto Jiménez, BeatoManuel Basulto Jiménez, Beato
Obispo y Mártir, 12 de agosto
José Jordán y Blecua, BeatoJosé Jordán y Blecua, Beato
Sacerdote y Mártir, 12 de agosto
Manuel Borrás Ferré, BeatoManuel Borrás Ferré, Beato
Obispo y Mártir, 12 de agosto
Melchora Cortés Bueno y compañeras mártires, BeatasMelchora Cortés Bueno y compañeras mártires, Beatas
Religiosas y Mártires, 12 de agosto
Euplo (Euplio), SantoEuplo (Euplio), Santo
Diacono y mártir, 12 de agosto
Carlos Meehan (o OCarlos Meehan (o O'Meighan, o Mahoney), Beato
Sacerdote y Mártir, 12 de agosto
Inocencio XI, BeatoInocencio XI, Beato
CCXL Papa, 12 de agosto
Victoria Díez y Bustos de Molina, BeataVictoria Díez y Bustos de Molina, Beata
Virgen y Mártir, 12 de agosto
Florián Stepniak, BeatoFlorián Stepniak, Beato
Presbítero y Mártir, 12 de agosto
Carlos (Karl) Leisner, BeatoCarlos (Karl) Leisner, Beato
Sacerdote y Mártir, 12 de agosto
Buenaventura García Paredes, BeatoBuenaventura García Paredes, Beato
Sacerdote Dominico y Mártir, 12 de agosto
Pedro del Barco, SantoPedro del Barco, Santo
Presbítero Eremita, 12 de agosto
Juana Francisca de Chantal, SantaJuana Francisca de Chantal, Santa
Memoria Litúrgica, 12 de agosto
Eleazar, SantoEleazar, Santo
Mártir, 12 de agosto

EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 12 DE AGOSTO 2016


Lo que Dios unió no lo separe el hombre
Tiempo Ordinario



Mateo 19, 3-12. Tiempo Ordinario. Dios siempre está presente para dar su ayuda y fortalecer el amor. 


Por: P Clemente González | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Mateo 19, 3-12 
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron para ponerlo a prueba: ¿Es lícito a uno despedir a su mujer por cualquier motivo? Él les respondió: ¿No habéis leído que el Creador en el principio los creó hombre y mujer, y dijo: "Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne"? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre. Ellos insistieron: ¿Y por qué mandó Moisés darle acta de repudio y divorciarse? Él le contestó: Por lo tercos que sois os permitió Moisés divorciaros de vuestras mujeres; pero al principio no era así. Ahora os digo yo que si uno se divorcia de su mujer –no hablo de prostitución- y se casa con otra, comete adulterio. Los discípulos le replicaron: Si ésa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse. Pero Él les dijo: No todos pueden con eso, sólo los que han recibido ese don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos por el Reino de los Cielos. El que pueda con esto, que lo haga.

Oración introductoria
Señor, quiero encontrarme contigo en este momento de oración, esperando tener la docilidad de corazón para no convertir esta meditación en un interrogatorio, en exigencias, en quejas o para pedirte lo que creo necesitar. ¡Ven Espíritu Santo!

Petición
Jesús, ayúdame a nunca ser duro de corazón.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
El matrimonio es un don nacido del corazón de Dios.
Mencionas en este pasaje, Señor, la dureza de corazón. Creo que éste es uno de los principales motivos del mal en el mundo de hoy. A veces mi corazón se ha transformado en una roca. Una roca indiferente ante el dolor ajeno, impermeable ante el amor del prójimo, dura con los juicios a los demás, seca ante las obras de misericordia.
Cuando imagino un corazón, lo imagino siempre de carne, rojo, palpitante, sano, fuerte, vigoroso, y transmitiendo vida. Pero podría también imaginar cómo es la imagen que presentas a los fariseos el día de hoy: un corazón de piedra. Es un corazón muerto, grisáceo, seco, inmóvil, resistente, es un corazón que pesa, que causa dolor y poco transforma todo en muerte.
Éste es el corazón que a veces llevo dentro de mí. Señor, no permitas en mí la dureza de corazón, porque ella me lleva a sólo buscar mis intereses, a olvidar lo importante en la vida, a descuidar mi vida de unión contigo, a pactar con la tibieza. Dame, Señor, un corazón como el tuyo. Un corazón que sepa mirar todos los aspectos de mi vida como Tú los ves. Dame, Jesús, tu corazón y toma Tú el mío.
Tú también me hablas del matrimonio, de la familia. Te presentas como el mejor y mayor defensor de la familia. No eres el que simplemente impone leyes que cumplir, sino que eres el Dios que busca lo mejor para sus hijos y por ello les ayuda en lo que mejor les conviene en sus vidas. El matrimonio es un don nacido de tu corazón y no del corazón del hombre. Es por ello que para Ti el matrimonio tiene un valor único y precioso. Dame la gracia, Señor, de valorar y defender el don de la familia.
«Nosotros debemos caminar con estas dos cosas que Jesús nos enseña: la verdad y la comprensión. Y esto no se resuelve como una ecuación matemática, sino con la propia carne: es decir, yo cristiano ayudo a esa persona, a aquellos matrimonios que atraviesan una dificultad, que están heridos, en el camino de acercamiento a Dios. Permanece el hecho que la verdad es aquella, pero esta es otra verdad: todos somos pecadores, en camino. Y siempre está este trabajo por hacer: cómo ayudar, cómo acompañar, pero también cómo enseñar a aquellos que se quieren casar, cuál es la verdad sobre el matrimonio.»
(Homilía de S.S. Francisco, 20 de mayo de 2016, en santa Marta).
Reflexión
¿Qué pensaría Jesús de todos los que hoy aprueban el divorcio? Como en aquella ocasión, les ayudaría a entender qué es realmente el matrimonio y luego les enseñaría a defenderlo contra todos los ataques.

El matrimonio cristiano no es sólo una convivencia entre un hombre y una mujer que se quieren. Es mucho más. Es un sacramento, es decir, algo sagrado y querido por Dios. Luego es compartir un proyecto de vida para alcanzar la felicidad en esta vida. Pero si no hay proyecto, si no hay amor verdadero, si los hijos son un estorbo y no una alegría... ¿qué tipo de matrimonio es ese? Seguramente conocerás alguna pareja que haya dejado morir el amor, por pura rutina, por no saber que el matrimonio es una experiencia cargada de pequeños detalles, de gestos: un regalo, una sonrisa, una comida inesperada, una oración en familia... ¡Hay tantos medios para caldear el amor en el matrimonio!

Lo que Dios ha unido no debe separarse, porque un divorcio, en lugar de traer paz, trae mayor amargura y dolor, destrozando también la felicidad que merecen los hijos. Es siempre mejor intentar sacar adelante los problemas familiares que sucumbir ante ellos. Además contamos con la ayuda de Dios y de los consejeros que ha puesto a nuestra disposición (un sacerdote, una religiosa, un catequista, etc.)

Propósito
Concretar algunos medios para propiciar la oración familiar: bendecir los alimentos, reflexionar el Evangelio del domingo, rezar el rosario, ir a misa juntos, peregrinación a un santuario mariano, etc.

Diálogo con Cristo 
Jesús, concédeme vivir la auténtica caridad fraterna, especialmente con mi familia y amigos. Que nos ayudemos unos a otros a vivir santamente y a perseverar en nuestra vocación cristiana.
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