jueves, 19 de noviembre de 2015

LOS SANTOS DE HOY: JUEVES 19 DE NOVIEMBRE DEL 2015

Matilde de Hakeborn (o de Helfa), SantaMatilde de Hakeborn (o de Helfa), Santa
Abadesa y cantante, 19 Noviembre
Rafael de San José (José Kalinowski), SantoRafael de San José (José Kalinowski), Santo
Presbítero Carmelita, 19 de noviembre
Santísima Virgen de la Divina ProvidenciaSantísima Virgen de la Divina Providencia
Advocación Mariana, 19 de noviembre
Santiago Benfatti, BeatoSantiago Benfatti, Beato
Obispo, 19 Noviembre
Abdías, ProfetaAbdías, Profeta
19 de noviembre, Siglo V

IMÁGENES DE LA SANTÍSIMA VIRGEN DE LA DIVINA PROVIDENCIA
















SANTÍSIMA VIRGEN DE LA DIVINA PROVIDENCIA, PATRONA DE PUERTO RICO, 19 DE NOVIEMBRE

Santísima Virgen de la Divina Providencia
Advocación Mariana, 19 de noviembre


Fuente: Corazones.org 




Patrona de Puerto Rico

La devoción a la Virgen de la Divina Providencia se origina en el siglo XIII en Italia, de donde llegó poco tiempo después a España, en donde se construyó un santuario en Tarragona, Cataluña.

Se dice que el nombre de Divina Providencia, le fue asignado a la Virgen por San Felipe Benicio, quinto superior de los Siervos de María, quien en una ocación en la que él y sus frailes no tenían nada que comer, invocó la protección de su Patrona, al poco tiempo se oyó toques en la puerta del convento, encontrando al abrila dos canastas llenas de alimentos.

La imagen original venerada por los Siervos de María y otras órdenes religiosas italianas, es un hermoso óleo en el que aparece la Virgen con el Divino Niño dormido plácidamente en sus brazos. Se cuenta que el título "de la Divina Providencia", se debe a San Felipe Benicio, quinto superior de los Siervos de María, quien al invocar la protección de la Virgen un día en que sus frailes no tenían nada que comer, encontró a la puerta del convento dos cestas repletas de alimentos sin que se pudiese conocer su procedencia.

La imagen mandada a hacer por Don Gil Esteve fue tallada en Barcelona según el gusto de la época. Es una hermosa imagen sentada, "de ropaje, (es decir, hecha para ser vestida), y estuvo expuesta al culto en la catedral durante 67 años, hasta que en 1920 fue sustituida por otra magnífica talla, toda de madera, que es la imagen de Nuestra Señora de la Divina Providencia más familiar y conocida por las comunidades puertorriqueñas.

María se inclina sobre el Niño, que en total actitud de confianza duerme plácidamente en su regazo. Las manos de la Virgen se unen en oración mientras sostiene suavemente la mano izquierda del Divino Infante. El conjunto sugiere ternura, abandono, devoción y paz.

El Papa Pablo VI declaró a Nuestra Señora Madre de la Divina Providencia, como patrona principal de la isla de Puerto Rico mediante un decreto firmado el 19 de noviembre de 1969. En ese documento se decretó también que la solemnidad de la Virgen debía trasladarse del dos de enero, aniversario de su llegada a la isla, al 19 de noviembre, día en que fue descubierta la isla de Borinquen. Se quiso unir así los dos grandes afectos de los puertorriqueños; el amor por su preciosa isla y el amor por la Madre de Dios.

La talla más antigua, que data del 1853, fue la elegida para ser coronada solemnemente durante la reunión del Consejo Episcopal Latino Americano celebrada en San Juan de Puerto Rico el 5 de noviembre de 1976. La víspera del acontecimiento esta imagen fue vilmente quemada en la Parroquia de Santa Teresita de Santurce. Pero eso no detuvo la solemne coronación, que ocurrió en medio de la emoción y las lágrimas de millares de sus hijos y la presencia de cardenales, arzobispos y obispos venidos de toda Latinoamérica.

La imagen quemada fue enviada a España para ser restaurada. Actualmente espera la construcción del proyectado gran santuario nacional para ser allí colocada

EL EVANGELIO DE HOY: JUEVES 19 DE NOVIEMBRE DEL 2015



Jesús llora sobre Jerusalén
Tiempo Ordinario



Lucas 19, 41-44. Tiempo Ordinario. Porque en el corazón de Jesús había toda esta historia donde la fidelidad había desaparecido. 


Por: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Lucas 19, 41-44
Al acercarse y ver la ciudad, lloró por ella, diciendo: «¡Si también tú conocieras en este día el mensaje de paz! Pero ahora ha quedado oculto a tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, en que tus enemigos te rodearán de empalizadas, te cercarán y te apretarán por todas partes, y te estrellarán contra el suelo a ti y a tus hijos que estén dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has conocido el tiempo de tu visita». 

Oración introductoria
Señor, ayúdame a comprender en esta oración lo que puede conducirme a la paz y a la auténtica felicidad. Abre mi mente y mi corazón, aumenta mi fe, acrecienta mi confianza, inflámame de tu amor y ayúdame a aprovechar esta oportunidad que me das para encontrarme contigo en esta meditación.

Petición
Jesús, ayúdame a evitar todo lo que te ofende y a agradarte con amor en mi comportamiento de cada día.

Meditación del Papa Francisco
El pueblo elegido, aun habiendo recibido muchos beneficios, no le había escuchado. Dios ha dado todo, pero ha recibido de vuelta solamente cosas feas. La fidelidad ha desaparecido, no sois un pueblo fiel.
Esta es la historia de Dios. Parece que Dios llorase, aquí. Te ha amado tanto, te he dado tanto y tú… Todo contra mí. También Jesús mirando a Jerusalén lloró. Porque en el corazón de Jesús había toda esta historia donde la fidelidad había desaparecido. Nosotros hacemos nuestra voluntad, pero haciendo esto en el camino de la vida seguimos un camino de endurecimientos: el corazón se endurece, se petrifica; y la Palabra del Señor no entra. Y el pueblo se aleja. También nuestra historia personal se puede convertir en esto. Y hoy, podemos preguntarnos: ‘Yo, escucho la voz del Señor, o hago lo que quiero, lo que me gusta? (Cf Homilía de S.S. Francisco, 12 de marzo de 2015, en Santa Marta).

Reflexión
Jesús llora por Jerusalén. Y profetiza una realidad que seguimos contemplando hoy. Existe división, existen enfrentamientos, existe desencuentro, existen guerras. A lo largo de todo el Antiguo Testamento la tierra prometida ha sido un punto de referencia, una esperanza y hasta cierto punto la garantía de un pueblo. Sin embargo, no es suficiente para la salvación, la tierra no deja de ser un lugar y sus miembros los responsables de lo que en ella sucede.

El pasaje de hoy parece sorprendente. Por un lado Jesús profetiza una realidad negativa de este mundo y por otro llora por el presente y el futuro de un pueblo. Jesús ama su tierra, ama a su pueblo y sufre por lo que no ve en él. El enfrentamiento es consecuencia de no entender lo que conduce a la paz, de obstinarse en creer que la paz global no es el resultado de la paz con uno mismo. Quizás, cuando Jesús llora, esta teniendo presente todas las guerras que se sucederán en el tiempo, todo el dolor que el hombre se produce a sí mismo. Y es que el hombre, la criatura que Dios ama con ternura, puede destruirse a sí mismo.

Podemos pensar en la guerra como en algo lejano en el espacio y en el tiempo, algo ajeno a nuestra realidad cotidiana. Y algo por lo que no podemos hacer mucho. Sin embargo nosotros podemos ser ángeles de paz o demonios de guerra. Porque la guerra en definitiva es el odio, es el rencor, el tomarse la justicia por su mano. Cuando no perdonamos una falta de caridad que han tenido con nosotros, cuando guardamos y recordamos el mal que nos han hecho, no estamos entendiendo lo que conduce a la paz.

Porque el hombre tiene un sentido de la justicia limitado y sobretodo imposible de realizar de modo exclusivamente horizontal. Porque nosotros somos limitados y vamos a fallar muchas veces, vamos a herir, aun sin intención, y vamos a ser heridos. No podemos aplicarnos un sentido de la paz irrealizable. Jesús llora porque nos obstinamos en no aceptar las normas flexibles del amor.

Propósito
Buscar la paz, que es fruto del amor y del perdón, de la comprensión y de la lucha por mejorar y amar sin medida. Jesús llora porque nos obstinamos en no aceptar las normas flexibles del amor.

Diálogo con Cristo
Señor, no puedo cerrar mi corazón y ahogar en mi egoísmo mi celo apostólico. Fortaléceme, hazme generoso para crecer en el amor y dedicarme a mi misión con ahínco, y así, hacer cuanto pueda para que la Nueva Evangelización llegue a muchas más personas.
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