Mostrando entradas con la etiqueta San Julián y Santa Basilisa. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta San Julián y Santa Basilisa. Mostrar todas las entradas

martes, 9 de enero de 2018

SANTOS JULIÁN Y BASILIA, MÁRTIRES, 9 DE ENERO

Julián y Basilisa, Santos
Mártires, 9 de enero


Por: José Gros y Raguer | Fuente: Multimedios.org 



Mártires

Martirologio Romano: En Antinoe, de la Tebaida (hoy Egipto), santos Julián y Basilisa, mártires (s. IV).

Etimología: Julián = Aquel que pertenece a la familia Julia, es de origen latino.

Mártir en Antince (Egipto); a menudo se le confunde con San Julián de Anazarba, situándole por este motivo en Antioquía, de Siria. Martirizado durante la persecución de Diocleciano y Maximiano a finales del siglo III. - Fiesta: 9 de enero.
Julián es el paradigma de la castidad cristiana. En nuestro tiempo de materialismo, cuando el concepto de la castidad va decayendo visiblemente, la imagen de San Julián y de su esposa Santa Basilisa resaltan con maravillosos fulgores. San Julián es uno de los esclarecidos héroes del cristianismo.
Hijo único de una noble y rica familia, profundamente educado en la religión cristiana, tenía hecho voto de castidad cuando al cumplir los dieciocho años de edad sus padres se empeñaron en que contrajese matrimonio con una joven de igual nobleza, llamada Basilisa. Temeroso el virtuoso muchacho de faltar a su voto, pero sintiendo también desobedecer a sus padres, acude al Señor con la oración y el ayuno. Y dice la tradición que por celestial revelación le fue dado a conocer que con su esposa podría guardar la anhelada virginidad. Julián y Basilisa son milagrosamente arrastrados hacia el amor virginal; apareciéndoseles Nuestro Señor Jesucristo, que aprueba su determinación de conservarse castos. Desde aquel día consagran plenamente sus vidas a los demás. Reparten sus bienes entre los pobres y se retiran a vivir en dos casas situadas en las afueras de la ciudad que convierten en monasterios. A la de Julián acuden hombres de todas las clases sociales, para que les guíe con sus prudentes y santos consejos. A la de Basilisa una multitud de muchachas que, edificadas con el ejemplo de su virtud, muchas de ellas abrazan la vida religiosa viviendo en santa paz bajo su dirección. Muy pronto la fama de ambos esposos se extenderá por todo el Imperio.
Suscitada en aquel tiempo la persecución de Diocleciano y Maximiano contra el Cristianismo, se ordena apresar y encarcelar a Julián y a cuantos con él residen en su apacible monasterio.

San Julián profesa con gran valentía ante el tirano su fe en Cristo Jesús. Hay expectación en la gente cuando Marciano, el juez, increpa con solemnidad a Julián: "Adora a los dioses". "No hay más omnipotente que Dios, Nuestro Padre". "Obedece los decretos del emperador". "Jesucristo es mi único César". "¿Crees en un Crucificado?" "Él tiene escuadrones inmortales". "Marcharás a la muerte". "El emperador de Roma también es polvo y en polvo se convertirá". "¿Te ríes de nuestros dioses y de nuestro emperador? Ante los tormentos no habrá réplicas". Marciano, viéndose fracasado intenta cambiar de táctica para vencerle: "Tus padres, Julián, fueron nobles. Te daremos honores". "Desde el cielo me alientan a permanecer fiel a mi santa religión".
Lleno de confusión, el magistrado condena a Julián a morir degollado. Su gloriosa muerte arrastra hacia la fe en Cristo a muchos paganos, que admiran su firmeza. Y la proyección de su ejemplaridad se dilata a través de los siglos en la devoción de los fieles.
Basilisa murió en la paz del Señor, después de haber sido muy perseguida.

Esculturas de San Julián y Santa Basilisa procedentes de la desaparecida iglesia del mismo nombre, en Valladolid.
En la actualidad están en la parroquia de San Miguel y San Julián en Valladolid.

sábado, 9 de enero de 2016

SAN JULIÁN Y SANTA BASILISA, 9 DE ENERO


Hoy se conmemora a San Julián y Santa Basilisa, esposos en amor virginal


(ACI).- “Yo no adoro sino única y exclusivamente al Dios del cielo”, dijo San Julián ante el juez que lo condenó a morir degollado. Él y su esposa Santa Basilisa vivieron un amor virginal aprobado por el mismo Jesucristo. Él murió mártir. Ella falleció después, tras sobrevivir a la persecución. La fiesta de los dos es el 9 de enero.

San Julián era hijo único de una noble y rica familia. Tuvo una profunda educación en la religión cristiana. A los 18 años sus padres querían que él se casara con una joven noble llamada Basilisa, pero San Julián había hecho voto de castidad.

Después de mucho ayuno y oración, tuvo una celestial revelación en donde se le comunicó que con su esposa podría guardar la anhelada virginidad. San Julián y Santa Basilisa son arrastrados milagrosamente al amor virginal. El Señor Jesús se les aparece y aprueba sus decisiones de conservarse castos.



Los santos repartieron sus bienes a los pobres y se retiraron a vivir en dos casas a las afueras de la ciudad que convirtieron en monasterios. Con San Julián acuden los varones y con Santa Basilisa van las mujeres. Todos ellos iban donde los esposos para seguir consejos de vivir más cristianamente.

Los hombres nombraron a San Julián como superior y él los dirigió con cariño y prudencia. Era el que más trabajaba, el que más ayudaba y oraba con mucho fervor. Dedicaba muchas horas a la lectura de libros religiosos y a la meditación. Su vida fue un continuo ayuno.

Cuando se trataba de reprender a algún súbdito, lo hacía sin altanería, sin malos modos o delante de los demás. Sino en privado, con frases amables, comprensivas y animadoras. Los monjes se sentían en el desierto mucho más felices que si estuvieran en el más cómodo convento.

San Basilisa, a su vez, era seguida por una multitud de muchachas que se quedaban edificadas con el ejemplo de su virtud. Muchas de ellas abrazaron la vida religiosa y vivieron en paz bajo su dirección.

En aquel tiempo se da la persecución de Diocleciano y Maximiano y encarcelan a Julián junto a los que residían con él en el monasterio. Ante el juez, San Julián proclama: “Dios ayuda a los que son sus amigos, y Cristo Jesús, que es muchísimo más importante y poderoso que el emperador, me dará las fuerzas y el valor para soportar los tormentos”.

San Julián es condenado a muerte, pero antes recibió terribles latigazos. Uno de los verdugos, al retirar rápidamente el fuete, es herido en un ojo por la punta de hierro del látigo. El Santo intercede ante Dios, coloca sus manos sobre el ojo destrozado y se obtiene la curación.

Los verdugos le cortan la cabeza y el joven Celso, hijo del perseguidor Marciano, se convierte al cristianismo al ver la valentía y alegría con la que murió este amigo de Cristo, alrededor del año 304. Santa Basilisa, en cambio, murió tranquilamente, a pesar de también haber sido perseguida.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...