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miércoles, 6 de mayo de 2020

HOY LA IGLESIA CELEBRA A SANTO DOMINGO DE SAVIO, PATRÓN DE LAS EMBARAZADAS, 6 DE MAYO

Santo Domingo Savio 
Estudiante
(1857)



Historia:
Domingo significa: El que está consagrado al Señor.

Entre los miles de alumnos que tuvo el gran educador San Juan Bosco, el más famoso fue Santo Domingo Savio, joven estudiante que murió cuando apenas le faltaban tres semanas para cumplir sus 15 años.

Santo Domingo SavioNació Domingo Savio en Riva de Chieri (Italia) el 2 de abril de 1842.
Era el mayor entre cinco hijos de Ángel Savio, un mecánico muy pobre, y de Brígida, una sencilla mujer que ayudaba a la economía familiar haciendo costuras para sus vecinas.
Desde muy pequeñín le agradaba mucho ayudar a la Santa Misa como acólito, y cuando llegaba al templo muy de mañana y se encontraba cerrada la puerta, se quedaba allí de rodillas adorando a Jesús Eucaristía, mientras llegaba el sacristán a abrir.
El día anterior a su primera confesión fue donde la mamá y le pidió perdón por todos los disgustos que le había proporcionado con sus defectos infantiles. El día de su primera comunión redactó el famoso propósito que dice: "Prefiero morir antes que pecar".
A los 12 años se encontró por primera vez con San Juan Bosco y le pidió que lo admitiera gratuitamente en el colegio que el santo tenía para niños pobres. Don Bosco para probar que tan buena memoria tenía le dio un libro y le dijo que se aprendiera un capítulo. Poco tiempo después llegó Domingo Savio y le recitó de memoria todo aquel capítulo. Y fue aceptado. Al recibir tan bella noticia le dijo a su gran educador: "Ud. será el sastre. Yo seré el paño. Y haremos un buen traje de santidad para obsequiárselo a Nuestro Señor". Esto se cumplió admirablemente.

Un día le dijo a su santo confesor que cuando iba a bañarse a un pozo en especial, allá escuchaba malas conversaciones. El sacerdote le dijo que no podía volver a bañarse ahí. Domingo obedeció aunque esto le costaba un gran sacrificio, pues hacía mucho calor y en su casa no había baño de ducha. Y San Juan Bosco añade al narrar este hecho: "Si este jovencito hubiera seguido yendo a aquel sitio no habría llegado a ser santo". Pero la obediencia lo salvó.

Cierto día dos compañeros se desafiaron a pelear a pedradas. Domingo Savio trató de apaciguarlos pero no le fue posible. Entonces cuando los dos peleadores estaban listos para lanzarse las primeras piedras, Domingo se colocó en medio de los dos con un crucifijo en las manos y les dijo: "Antes de lanzarse las pedradas digan: <<Jesús murió perdonando a los que lo crucificaron y yo no quiero perdonar a los que me ofenden>>". Los dos enemigos se dieron la mano, hicieron las paces, y no se realizó la tal pelea. Por muchos años recordaban con admiración este modo de obrar de su amiguito santo.

EucaristíaCada día Domingo iba a visitar al Santísimo Sacramento en el templo, y en la santa Misa después de comulgar se quedaba como en éxtasis hablando con Nuestro Señor. Un día no fue a desayunar ni a almorzar, lo buscaron por toda la casa y lo encontraron en la iglesia, como suspendido en éxtasis. No se había dado cuenta de que ya habían pasado varias horas. Tanto le emocionaba la visita de Jesucristo en la Santa Hostia.
Por tres años se ganó el Premio de Compañerismo, por votación popular entre todos los 800 alumnos. Los compañeros se admiraban de verlo siempre tan alegre, tan amable, y tan servicial con todos. El repetía: "Nosotros demostramos la santidad, estando siempre alegres".

Con los mejores alumnos del colegio fundó una asociación llamada "Compañía de la Inmaculada" para animarse unos a otros a cumplir mejor sus deberes y a dedicarse con más fervor al apostolado. Y es curioso que de los 18 jóvenes con los cuales dos años después fundó San Juan Bosco la Comunidad Salesiana, 11 eran de la asociación fundada por Domingo Savio.

En un sueño - visión, supo que Inglaterra iba a dar pronto un gran paso hacia el catolicismo. Y esto sucedió varios años después al convertirse el futuro cardenal Newman y varios grandes hombres ingleses al catolicismo. Otro día supo por inspiración que debajo de una escalera en una casa lejana se estaba muriendo una persona y que necesitaba los últimos sacramentos. El sacerdote fue allá y le ayudó a bien morir.

Al corregir a un joven que decía malas palabras, el otro le dio un bofetón. Domingo se enrojeció y le dijo: "Te podía pegar yo también porque tengo más fuerza que tú. Pero te perdono, con tal de que no vuelvas a decir lo que no conviene decir". El otro se corrigió y en adelante fue su amigo.

Un día hubo un grave desorden en clase. Domingo no participó en él, pero al llegar el profesor, los alumnos más indisciplinados le echaron la culpa de todo. El profesor lo regañó fuertemente y lo castigó. Domingo no dijo ni una verdad, el profesor le preguntó por qué no se había defendido y él respondió: "Es que Nuestro Señor tampoco se defendió cuando lo acusaron injustamente. Y además a los promotores del desorden sí los podían expulsar si sabían que eran ellos, porque ya han cometido faltas. En cambio a mí, como era la primera falta que me castigaban, podía estar seguro de que no me expulsarían". Muchos años después el profesor y los alumnos recordaban todavía con admiración tanta fortaleza en un niño de salud tan débil.

La madre de San Juan Bosco, mamá Margarita, le decía un día a su hijo: "Entre tus alumnos tienes muchos que son maravillosamente buenos. Pero ninguno iguala en virtud y en santidad a Domingo Savio. Nadie tan alegre y tan piadoso como él, y ninguno tan dispuesto siempre a ayudar a todos y en todo".
San Juan Bosco era el santo de la alegría. Nadie lo veía triste jamás, aunque su salud era muy deficiente y sus problemas enormes. Pero un día los alumnos lo vieron extraordinariamente serio. ¿Qué pasaba? Era que se alejaba de su colegio el más amado y santo de todos sus alumnos: Domingo Savio. Los médicos habían dicho que estaba tosiendo demasiado y que se encontraba demasiado débil para seguir estudiando, y que tenía que irse por unas semanas a descansar en su pueblo. Cada mes, en el Retiro Mensual se rezaba un Padrenuestro por aquel que habría de morir primero. Domingo les dijo a los compañeros: "el Padrenuestro de este mes será por mí". Nadie se imaginaba que iba a ser así, y así fue. Cuando Dominguito se despidió de su santo educador que en sólo tres años de bachillerato lo había llevado a tan grande santidad, los alumnos que lo rodeaban comentaban: "Miren, parece que Don Bosco va a llorar". - Casi que se podía repetir aquel día lo que la gente decía de Jesús y un amigo suyo: "¡Mirad, cómo lo amaba!".

Domingo Savio estaba preparado para partir hacia la eternidad. Los médicos y especialistas que San Juan Bosco contrató para que lo examinaran comentaban: "El alma de este muchacho tiene unos deseos tan grandes de irse a donde Dios, que el débil cuerpo ya no es capaz de contenerla más. Este jovencito muere de amor, de amor a Dios". Y así fue.

El 9 de marzo de 1857, cuando estaba para cumplir los 15 años, y cursaba el grado 8º. De bachillerato, Domingo, después de confesarse y comulgar y recibir la Unción de los enfermos, sintió que se iba hacia la eternidad. Llamó a su papacito a que le rezara oraciones del devocionario junto a su cama (la mamacita no se sintió con fuerzas de acompañarlo en su agonía y su fue a llorar a una habitación cercana). Y a eso de las 9 de la noche exclamó: "Papá, papá, qué cosas tan hermosas veo" y con una sonrisa angelical expiró dulcemente.

A los ocho días su papacito sintió en sueños que Domingo se le aparecía para decirle muy contento que se había salvado. Y unos años después se le apareció a San Juan Bosco, rodeado de muchos jóvenes más que están en el cielo. Venía hermosísimo y lleno de alegría. Y le dijo: "Lo que más me consoló a la hora de la muerte fue la presencia de la Santísima Virgen María. Recomiéndele a todos que le recen mucho y con gran fervor. Y dígales a los jóvenes que los espero en el Paraíso".

Hagamos el propósito de conseguir la hermosa Biografía de Santo Domingo, escrita por San Juan Bosco. Y hagámosla leer en nuestra familia a jóvenes y mayores. A todos puede hacer un gran bien esta lectura.

Domingo: ¡Quiero ser como tú!.

jueves, 27 de abril de 2017

NOVENA EN HONOR A SANTO DOMINGO DE SAVIO, DEL 27 DE ABRIL AL 5 DE MAYO


Hoy 27 de abril se inicia la novena a Santo Domingo Savio, Patrono de las embarazadas



 (ACI).- Domingo Savio nació Italia en 1842, es patrono de los niños cantores y también de las embarazadas por haber cumplido en su vida una misión de la Virgen María.

Desde muy pequeño deseó ser sacerdote y al conocer a Don Bosco le pide ingresar al Oratorio de San Francisco de Sales en Turín.

Cercanos a su fiesta que se celebra cada 6 de mayo, te presentamos una novena de preparación:


Primer Día de la Novena a Santo Domingo Savio


Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración para el Primer Día

Santo Domingo Savio, que con fervor eucarístico extasiabas tu espíritu en la dulzura de la presencia real del Señor, obténnos también a nosotros tu fe y tu amor al Santo Sacramento, para que podamos adorarlo con fervor y recibirlo dignamente en la Santa Comunión.

Gloria.

Oración Final

Oh Dios, que en Santo Domingo has dado a los adolescentes un modelo admirable de piedad y de pureza, concede propicio que por su intercesión y ejemplo podamos servirte con cuerpo casto y corazón puro. Por Nuestro Señor Jesucristo.

Angélico Domingo Savio, que en la escuela de San Juan Bosco comenzaste a recorrer el camino de la santidad juvenil, ayúdanos a imitar tu amor a Jesús, tu devoción a María y tu celo por las almas, y haz que proponiendo también nosotros "antes morir que pecar", obtengamos la salvación eterna. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Segundo Día de la Novena a Santo Domingo Savio

Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración para el Segundo Día

Santo Domingo Savio, que, por tu ternísima devoción a la Madre Inmaculada de Dios, le consagraste tu corazón inocente, rindiéndole culto con piedad filial, haz que también nosotros le seamos hijos devotos, para tenerla como Auxiliadora en los peligros de la vida y en la hora de la muerte. 

Gloria.

Oración Final

Oh Dios, que en Santo Domingo has dado a los adolescentes un modelo admirable de piedad y de pureza, concede propicio que por su intercesión y ejemplo podamos servirte con cuerpo casto y corazón puro. Por Nuestro Señor Jesucristo.

Angélico Domingo Savio, que en la escuela de San Juan Bosco comenzaste a recorrer el camino de la santidad juvenil, ayúdanos a imitar tu amor a Jesús, tu devoción a María y tu celo por las almas, y haz que proponiendo también nosotros "antes morir que pecar", obtengamos la salvación eterna. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Tercer Día de la Novena a Santo Domingo Savio

Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración para el Tercer Día

Santo Domingo Savio, que por tu heroico propósito "Antes morir que pecar" conservaste intacta la pureza angélica, obtennos también a nosotros la gracia de imitarte en la huida de las ocasiones de pecar, para guardar siempre esta hermosa virtud.

Gloria.

Oración Final

Oh Dios, que en Santo Domingo has dado a los adolescentes un modelo admirable de piedad y de pureza, concede propicio que por su intercesión y ejemplo podamos servirte con cuerpo casto y corazón puro. Por Nuestro Señor Jesucristo.

Angélico Domingo Savio, que en la escuela de San Juan Bosco comenzaste a recorrer el camino de la santidad juvenil, ayúdanos a imitar tu amor a Jesús, tu devoción a María y tu celo por las almas, y haz que proponiendo también nosotros "antes morir que pecar", obtengamos la salvación eterna. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 



Cuarto Día de la Novena a Santo Domingo Savio


Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración para el Cuarto Día

Santo Domingo Savio, que, para gloria de Dios y salvación de las almas, superando todo respeto humano, te empeñaste en un santo apostolado para combatir la blasfemia y la ofensa a Dios, ayúdanos también a nosotros a vencer el respeto humano.

Gloria.

Oración Final

Oh Dios, que en Santo Domingo has dado a los adolescentes un modelo admirable de piedad y de pureza, concede propicio que por su intercesión y ejemplo podamos servirte con cuerpo casto y corazón puro. Por Nuestro Señor Jesucristo.

Angélico Domingo Savio, que en la escuela de San Juan Bosco comenzaste a recorrer el camino de la santidad juvenil, ayúdanos a imitar tu amor a Jesús, tu devoción a María y tu celo por las almas, y haz que proponiendo también nosotros "antes morir que pecar", obtengamos la salvación eterna. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.




Quinto Día de la Novena a Santo Domingo Savio


Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración para el Quinto Día

Santo Domingo Savio, que, estimando el valor de la mortificación cristiana, supiste formar en el bien tu voluntad, ayúdanos a dominar nuestras pasiones y a soportar las privaciones y dificultades de la vida, por amor de Dios.

Gloria.

Oración Final

Oh Dios, que en Santo Domingo has dado a los adolescentes un modelo admirable de piedad y de pureza, concede propicio que por su intercesión y ejemplo podamos servirte con cuerpo casto y corazón puro. Por Nuestro Señor Jesucristo.

Angélico Domingo Savio, que en la escuela de San Juan Bosco comenzaste a recorrer el camino de la santidad juvenil, ayúdanos a imitar tu amor a Jesús, tu devoción a María y tu celo por las almas, y haz que proponiendo también nosotros "antes morir que pecar", obtengamos la salvación eterna. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Sexto Día de la Novena a Santo Domingo Savio


Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración para el Sexto Día

Santo Domingo Savio, tu que alcanzaste la perfección de la educación cristiana mediante una sumisa obediencia a tus padres y educadores, haz que también nosotros correspondamos a la gracia de Dios y seamos siempre fieles al magisterio de la Iglesia Católica.

Gloria.

Oración Final

Oh Dios, que en Santo Domingo has dado a los adolescentes un modelo admirable de piedad y de pureza, concede propicio que por su intercesión y ejemplo podamos servirte con cuerpo casto y corazón puro. Por Nuestro Señor Jesucristo.

Angélico Domingo Savio, que en la escuela de San Juan Bosco comenzaste a recorrer el camino de la santidad juvenil, ayúdanos a imitar tu amor a Jesús, tu devoción a María y tu celo por las almas, y haz que proponiendo también nosotros "antes morir que pecar", obtengamos la salvación eterna. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Séptimo Día de la Novena a Santo Domingo Savio



Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración para el Séptimo Día

Santo Domingo Savio, apóstol entre tus compañeros, tu que deseaste el retorno a la Iglesia de los herejes y perdidos, obtennos también a nosotros tu espíritu misionero y haznos apóstoles en nuestro ambiente y en el mundo.

Gloria.

Oración Final

Oh Dios, que en Santo Domingo has dado a los adolescentes un modelo admirable de piedad y de pureza, concede propicio que por su intercesión y ejemplo podamos servirte con cuerpo casto y corazón puro. Por Nuestro Señor Jesucristo.

Angélico Domingo Savio, que en la escuela de San Juan Bosco comenzaste a recorrer el camino de la santidad juvenil, ayúdanos a imitar tu amor a Jesús, tu devoción a María y tu celo por las almas, y haz que proponiendo también nosotros "antes morir que pecar", obtengamos la salvación eterna. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.



Octavo Día de la Novena a Santo Domingo Savio


Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración para el Octavo Día

Santo Domingo Savio, que en el heroico cumplimiento de todos tus deberes fuiste modelo de laboriosidad incansable santificada por la oración, concédenos también a nosotros que, en la observancia de nuestros deberes, nos empeñemos en vivir una vida de piedad ejemplar.

Gloria.

Oración Final

Oh Dios, que en Santo Domingo has dado a los adolescentes un modelo admirable de piedad y de pureza, concede propicio que por su intercesión y ejemplo podamos servirte con cuerpo casto y corazón puro. Por Nuestro Señor Jesucristo.

Angélico Domingo Savio, que en la escuela de San Juan Bosco comenzaste a recorrer el camino de la santidad juvenil, ayúdanos a imitar tu amor a Jesús, tu devoción a María y tu celo por las almas, y haz que proponiendo también nosotros "antes morir que pecar", obtengamos la salvación eterna. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.






Noveno Día de la Novena a Santo Domingo Savio


Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración para el Noveno Día

Santo Domingo Savio, que con tu firme propósito "Quiero hacerme santo" en la escuela de Don Bosco conseguiste en la juventud el esplendor de la santidad, obtén también para nosotros la perseverancia en los buenos propósitos para hacer de nuestra alma el templo vivo del Espíritu Santo y merecer un día la eterna bienaventuranza en el cielo.

Gloria.

Oración Final

Oh Dios, que en Santo Domingo has dado a los adolescentes un modelo admirable de piedad y de pureza, concede propicio que por su intercesión y ejemplo podamos servirte con cuerpo casto y corazón puro. Por Nuestro Señor Jesucristo.

Angélico Domingo Savio, que en la escuela de San Juan Bosco comenzaste a recorrer el camino de la santidad juvenil, ayúdanos a imitar tu amor a Jesús, tu devoción a María y tu celo por las almas, y haz que proponiendo también nosotros "antes morir que pecar", obtengamos la salvación eterna. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.




viernes, 6 de mayo de 2016

SANTO DOMINGO DE SAVIO, PATRONO DE LAS EMBARAZADAS, 6 DE MAYO


Hoy 6 de Mayo la Iglesia celebra a Santo Domingo Savio, Patrono de las embarazadas
Por Abel Camasca


 (ACI).- “¡Quiero ser santo!”, solía decir Santo Domingo Savio, patrono de los niños cantores y también de las embarazadas por haber cumplido en su vida una misión de la Virgen María, mientras era guiado por San Juan Bosco.

Domingo Savio nació Italia en 1842. Desde muy pequeño deseó ser sacerdote y al conocer a Don Bosco le pide ingresar al Oratorio de San Francisco de Sales en Turín.

Allí organizó la Compañía de María Inmaculada y con sus compañeros frecuentaba los sacramentos, rezaba el Rosario, ayudaba en los quehaceres y cuidaba a los niños difíciles. Además tenía un espíritu muy alegre, le gustaba jugar y estudiar.

San Juan Bosco escribió una biografía del joven santo y lloraba cada vez que la leía. En ella contaba que varias ocasiones vio a Domingo como arrobado después de recibir la Comunión hasta que cierto día, Don Bosco lo encontró en el coro del templo.


“Voy a ver –cuenta Don Bosco– y hallo a Domingo que hablaba y luego callaba, como si diese lugar a contestación; entre otras cosas entendí claramente estas palabras: ‘Sí, Dios mío, os lo he dicho y os lo vuelvo a repetir: os amo y quiero seguir amándoos hasta la muerte. Si veis que he de ofendemos, mandadme la muerte; sí, antes morir que pecar’”.

Cuando Don Bosco le preguntó qué hacía en esos momentos, Domingo le contestó: “es que a veces me asaltan tales distracciones que me hacen perder el hilo de mi oración, y me parece ver cosas tan bellas que se me pasan las horas en un instante”.


Durante el proceso de investigación para llevar a Domingo Savio a los altares, su hermana Teresa narró que cierta vez el Santo se presentó ante Don Bosco y le pidió permiso para ir a casa. Su formador le preguntó el motivo y el joven le contestó: “mi madre está muy delicada y la Virgen la quiere curar”.

Don Bosco le preguntó de quién había recibido noticias y Domingo contestó que de nadie, pero que él lo sabía. El sacerdote, que ya conocía de sus dones, le dio dinero para el viaje.

La mamá de Domingo estaba embarazada, pero sufriendo con fuertes dolores. Cuando el muchacho llegó a verla, la abrazó fuertemente, la besó y luego obedeció a su madre, quien le había pedido que fuera con unos vecinos.

Cuando llegó el doctor vio que la señora estaba repuesta de salud y mientras los vecinos la atendían, le vieron al cuello una cinta verde que estaba unida a una seda doblada y cosida como un escapulario. La sorprendente visita de Domingo a su madre se dio el 12 de septiembre de 1856, fecha del nacimiento de su hermana Catalina.

Tiempo después Domingo le dijo a su madre que conserve y preste aquel escapulario a las mujeres que lo necesiten. Así se hizo y muchas afirmaban después haber obtenido gracias de Dios con la ayuda del escapulario de la Virgen.

Domingo Savio retornó al oratorio salesiano, pero no por mucho tiempo. Su salud se resquebrajó más y a sugerencia de los médicos tuvo que despedirse de Don Bosco y sus compañeros para volver a su casa. Antes de morir, dijo: “¡Qué cosa tan hermosa veo!”. Partió a la Casa del Padre un 9 de marzo de 1857 con catorce años edad. Su fiesta se celebra cada 6 de mayo.

miércoles, 6 de mayo de 2015

SANTO DOMINGO DE SAVIO, ADOLESCENTE SANTO, 6 DE MAYO




Domingo Savio, Santo
Domingo Savio, Santo

Adolescente Santo, 6 de mayo


Por: P. Alejandro Pujalski S.D.B. | 



Adolescente Santo

Martirologio Romano: En Mondonio, en el Piamonte, santo Domingo Savio, que, dulce y jovial desde la infancia, todavía adolescente consumó con paso ligero el camino de la perfección cristiana.

Etimología: Domingo = Aquel que es consagrado al señor, es de origen latino.

Fecha de canonización: 12 de junio de 1954 bajo el pontificado de Pío XII

PATRONO de:
. Niños y Adolescentes
. Niños Cantores 
. Estudiantes 
. Monaguillos 
. Mamás Embarazadas
Nace en Riva de Chieri, Italia, en la humilde casita de los esposos Carlos y Brígida, el 2 de abril de 1842. Al año siguiente toda su familia se traslada a las colinas de Murialdo. Es un niño del pueblo, nacido en una familia profundamente cristiana y joven, pobre y repetidamente probada. 

El 8 de abril de 1849 hace su Primera Comunión. Muy temprano, vestido de fiesta, Domingo se dirige a la Iglesia parroquial de Castelnuovo. Es el primero en entrar al templo y el último en salir. Aquel día fue siempre memorable para él. Arrodillado al pie del altar, con las manos juntas y con la mente y el corazón transportados al cielo, pronuncia los propósitos que venía preparando desde hacía tiempo: "Propósitos que yo, Domingo Savio, hice el año de 1849, a los siete años de edad, el día de mi Primera Comunión:

1. Me confesaré muy a menudo y recibiré la Sagrada Comunión siempre que el confesor me lo permita. 
2. Quiero santificar los días de fiesta. 
3. Mis amigos serán Jesús y María. 
4. Antes morir que pecar”. 
Estos recuerdos fueron la norma de todos sus actos hasta el fin de su vida. 

El 2 de octubre de 1854 conoce a Don Bosco. Este santo sacerdote lo guiará por el camino de la santidad juvenil, convirtiéndose en su padre, maestro y amigo. Lo lleva a estudiar a Turín. Tiene en ese momento12 años y medio. Allí pasa su adolescencia, viviendo como pupilo con los muchachos pobres que el mismo Don Bosco recoge en su Oratorio. 

El 1 de marzo de 1857 su delicada salud se agrava. El médico aconseja que vaya a su casa y allí se reponga. Al despedirse de Don Bosco y de sus compañeros les dice: “Nos veremos en el paraíso”. Intuía que muy pronto iba a morir.

Efectivamente, el 9 de marzo, postrado en la cama, en un momento se incorpora y le dice a su papá que lo asiste: “Papá, ya es hora”, y va repitiendo las oraciones de los moribundos que entre sollozos lee el papá. Luego parece adormecerse. Pasados algunos minutos entreabre los ojos y con voz clara y sonriente exclama: “Adiós, querido papá, adiós. ¡Oh, qué hermosas cosas veo!”, y expira con las manos juntas sobre el pecho, tan dulcemente que su padre cree que se adormece de nuevo. Tenía 14 años y 11 meses.

A los dos años de su muerte Don Bosco escribe un librito narrando la vida de este su querido alumno. De los hechos allí narrados son testigos todos sus compañeros; pero lo que no todos ellos conocen bien son las grandes motivaciones de la fe que orientaron la vida de Domingo Savio, cosa que sí conoce Don Bosco, ya que lo atendía en el sacramento de la Confesión y en la dirección espiritual. 

¡Adolescente santo, de sólo 15 años de edad! El primero que a tan corta edad, sin ser mártir, fue declarado santo por el Papa Pío XII el 12 de junio de 1954. En esa ocasión el mismo Papa dijo: “Con admiración se descubren en él los maravillosos caminos de la gracia, y una adhesión permanente y sin reservas a las cosas del cielo que su fe percibía con rara intensidad”. Su antecesor el Papa Pío XI dijo de él: “Pequeño, mejor aún, gran gigante del espíritu”.

¿Qué hizo de extraordinario este niño y adolescente para que la Iglesia lo eleve al honor de los altares y lo proponga como modelo de vida cristiana? 

Veamos los rasgos de su santidad
Perfil de su niñez: 
Una vida en la presencia de Dios, a quien sentía vivo y presente en todo momento. Algunos ejemplos: Se levanta de la mesa y no quiere comer porque un invitado se sienta y empieza a comer sin rezar antes. Los domingos es el primero en llegar a la iglesia, y si la encuentra cerrada se arrodilla junto a la puerta para rezar, haya buen tiempo o esté nevando; y luego su mayor alegría es poder hacer de monaguillo en la santa misa; y su compostura durante la oración es objeto de admiración de los que lo ven: manos juntas, ojos fijos en el sagrario, absorto en la presencia de Jesús. Al recorrer solo y a pie, entre matorrales, los 18 kilómetros para ir diariamente a la escuela, un tío le pregunta: ¿No tienes miedo de ir solo? La respuesta de Domingo, de 10 años, no se hace esperar: “Yo no estoy solo; me acompaña el Ángel de la Guarda”.

El amor personal a Cristo y a su Madre: Esta vida en la presencia de Dios es puesta en evidencia desde su temprana Primera Comunión, con aquel propósito que es la clave de otros tres: “Mis amigos serán Jesús y María”. Los otros tres los hizo como medios para mantener y acrecentar dicha amistad, y son el leit-motiv en sus momentos más importantes. Las lágrimas que vierte tienen su fuente en este precoz concepto del pecado: así por ejemplo pide perdón a su mamá en vísperas de su Primera Comunión; pide perdón cuando cree haber herido su amistad con Cristo por haber cedido ante la invitación de algunos compañeros a darse un baño en un arroyo, motivo por el que lloró repetidamente, y no cedió nunca más a otras invitaciones, como cuando lo invitaban a “hacerse la rabona” y no concurrir a la escuela. Por eso decide elegir a amigos que no le impidan mantener su amistad con Jesús y con la Virgen María.

El cumplimiento heroico del humilde deber cotidiano: A sus padres no les daba sino “satisfacciones”. Para ir a la escuela recorría, con sus 10 años de edad, 18 kilómetros diarios, con cualquier tiempo. Domingo era un chico de recia voluntad, sostenida por la gracia de la amistad con Jesús y María. Don Bosco escribe: “Domingo no se ha hecho notorio en los primeros tiempos del Oratorio por cosa alguna, fuera de su perfecta docilidad y de una exacta observancia de las reglas de la casa…y una exactitud en el cumplimiento de sus deberes más allá de la cual no sería fácil llegar”. A este respecto, cierta vez sus compañeros pupilos notaron que Domingo faltaba en el almuerzo; lo buscaron en vano; le dijeron a Don Bosco, y él fue a la iglesia donde por la mañana había participado en la Misa y había comulgado, y allí lo encontró junto al altar, inmóvil, con los ojos fijos en el Sagrario desde hacía 7 horas; lo llamó por su nombre y nada, tuvo que tocarlo en el hombro para que se diera cuenta; y al enterarse de que ya estaban almorzando pidió humildemente perdón a Don Bosco por la trasgresión a las reglas de la casa.

Con sus compañeros sobresale en dos actitudes: rechaza aprobarlos y seguirlos en sus comportamientos reprensibles; pero por otro lado irradia simpatía y “es la delicia de ellos”, a tal punto que acepta en lugar de quienes lo han acusado falsamente, un humillante castigo. Es decir: tiene firmeza unida a dulzura.

Perfil de su adolescencia:
La edad de la adolescencia: se caracteriza por la inestabilidad, que Domingo supo domarla a fuerza de dominio de sí mismo y de docilidad a las directivas de Don Bosco, y más que nada con su habitual recogimiento en Dios. Y las otras características propias de esta edad también las puso al servicio de su santidad de adolescente: afirmación de sí mismo, llamado a grandes horizontes, fervor de sentimiento. Esto se hace evidente en el exaltante descubrimiento y en el apasionado deseo de la santidad (“¡Yo quiero hacerme santo!”), en su viva ternura demostrada para con la Virgen María, como también con sus amigos más íntimos, en su voluntad de acción, de dominio, de construcción de alguna “obra” (funda la Compañía de La Inmaculada: grupo de compañeros buenos que se comprometen a ayudarse mutuamente y a ayudar a Don Bosco en la educación de los chicos del Oratorio, que los había artesanos rústicos y jóvenes burgueses y aristocráticos, chicos que se peleaban a pedradas, que faltaban a clase, que tenían costumbres de blasfemar, que con placer se entretenían con revistas pornográficas, que no se hacían problemas de tomar a golpes de puño y puntapiés a los otros, que se enfurecían por nada). En medio de éstos es como Domingo ha vivido y ha construido su santidad: con cuatro viajes diarios por las calles de Turín para ir a la escuela; con un Reglamento y un horario de Internado cristiano. En resumen, se halla inmerso en nuestro mundo moderno (aunque no hay todavía bicicletas y televisores), metido en todo aquello que aún hoy es la sustancia de la vida de un estudiante de 15 años. 

Aparecen turbaciones y arranques bruscos, como el endurecimiento para consigo que sigue al descubrimiento de que la santidad es posible, las dudas de conciencia que lo llevan a querer confesarse cada tres o cuatro días, el ansia de penitencias extraordinarias (“¡para unirme –dice- a los sufrimientos de Jesús en la cruz!”). También aparece lo trágico de algunas circunstancias: el desgarrón hiriente de sus truncadas amistades, la alarma por su endeble salud, la dolorosa partida del Oratorio… Todo esto hace de Domingo un verdadero y simpático adolescente. Un santo “joven estudiante”.

La presencia de un guía: La adolescencia es una etapa de conquista de la personalidad, a la vez que de gran necesidad de guía y formación individual. Domingo tuvo la suerte de encontrar un guía espiritual en Don Bosco y de saber aprovecharlo. Y así se encuentran la generosidad de un adolescente con la luz de un verdadero sacerdote amigo del alma. Cuando llegó al Oratorio leyó el cartel puesto sobre la puerta del cuarto de Don Bosco: “¡Denme almas, y llévense lo demás!”; y con espontaneidad le dijo: “Don Bosco, aquí se trata de un negocio, la salvación de las almas. Pues bien, yo seré la tela y usted será el sastre. Haga de mí un hermoso traje para el Señor”. A esta docilidad en dejarse guiar, atribuye Don Bosco la orientación de Domingo hacia su santidad de estudiante. En este contexto aparece la función decisiva de la Confesión frecuente. Así va descubriendo el misterio de la redención: Jesús es comprendido como el Salvador; María como La Inmaculada y La Dolorosa. Su alma y la de sus compañeros deben ser salvadas…a través del misterio de la cruz. 

Su devoción a la Virgen María: La estadía con Don Bosco coincide con el acontecimiento mundial de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción. Como santo “adolescente”, Domingo es el fruto de aquel 8 de diciembre de 1854. En ese día hace una confesión general, y delante del altar de la Inmaculada se consagra personalmente a Ella. De aquí en adelante ve a María con su rostro de “Inmaculada”, y su propósito de la Primera Comunión adquiere una nueva dimensión: “el pecado al que preferirá la muerte es ahora, de manera más precisa, la impureza”. Los esfuerzos heroicos de adolescente para conservar intacta su pureza, especialmente con el control de los ojos, se deben a su gran devoción hacia La Inmaculada vivida con espíritu caballeresco y con ardiente ternura. Había días que terminaba con dolor de cabeza, por el esfuerzo de controlar la curiosidad y no mirar cosas que perturbaban su alma limpia y ponían en peligro su amistad con Jesús y María, exponiéndolo a dejarse llevar por pensamientos y deseos impuros (tan comunes en esa edad). 

También contempla a la Virgen con su rostro de “Dolorosa”: todos los miércoles hace la comunión en su honor y por la conversión de los pecadores; cada viernes se hace acompañar por algunos compañeros para rezar en la capilla la Corona de los Siete Dolores; más de una vez es visto en extática oración ante el altarcito del dormitorio, donde campea una imagen de la Dolorosa; cada sábado hubiera querido ayunar a pan y agua por Ella (Don Bosco no le permite esto último).

Esta doble devoción es la inspiradora de su apostolado, especialmente en la Compañía de la Inmaculada, que exige de sus miembros una verdadera consagración de sí mismos a María.

Algunos años después de su muerte se aparece a Don Bosco en uno de sus famosos sueños. Éste le pregunta: “Domingo, ¿qué es lo que más te consoló en el momento de tu muerte?”. Y la respuesta de Domingo: “La asistencia de la poderosa y amable Madre del Salvador”.

Su amor a Jesús. La misa y la comunión cotidiana (cuyos efectos se prolongan a través de frecuentes visitas a la capilla que está junto al patio de juegos), enseñan a Domingo a considerarlo como Salvador de su alma y de la de sus compañeros. Su odio por el pecado crece a medida que comprende el precio que por él ha pagado Cristo y su Madre. Su espíritu de penitencia lo lleva a sufrir para asemejarse a Jesús, por ejemplo cuando es calumniado, cuando se cubre con una sola frazada en pleno invierno o pone piedritas entre las sábanas (al enterarse Don Bosco le prohíbe esta penitencia), cuando transforma sus sabañones en llagas, cuando se le suministran medicinas amargas… Su celo apostólico se ve alimentado en la misma fuente: quiere impedir o reparar el pecado porque arruina el fruto de la sangre de Cristo, y quiere hacer el bien a sus compañeros para asegurar el fruto de esta sangre divina. Este es el sentido de varias de sus intervenciones, como la de impedir el desafío a pedradas de dos compañeros, interponiéndose entre ellos con un crucifijo en la mano y pidiendo que arrojen la primera piedra contra él; el de narrar cosas edificantes o bien enseñar a hacer bien la señal de la cruz durante los tiempos de recreo... (su preocupación era atender de modo particular a los compañeros díscolos, a los recién llegados al Oratorio y a los solitarios, a los compañeros de clase con dificultades y a los enfermos).

Obsesión por la santidad en la alegría: A partir de una predicación de Don Bosco sobre la santidad se desata en su alma una verdadera efervescencia. Realiza un gran descubrimiento: ¡Dios le quiere santo! Y da su explicación: “Yo quiero entregarme todo al Señor. Yo debo y quiero pertenecer todo al Señor”. Por un momento Domingo piensa imitar a los santos en sus prácticas de penitencia y en unas prolongadas y extraordinarias prácticas de piedad. Pero aquí interviene su guía espiritual Don Bosco: “Domingo, lo que Dios quiere de ti, como adolescente, es que cumplas siempre bien tus deberes de estudiante, trates de hacer el bien a tus compañeros y estés siempre alegre”. Y cosa maravillosa: este nuevo impulso de querer ser santo y de que es posible lograrlo, le proporciona una profunda alegría, y de tal modo la suscita que la alegría viene a definir esta santidad tan salesiana y juvenil: “Nosotros hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres, haciendo bien las cosas que tenemos que hacer, porque Jesús lo quiere”.

¿Por qué este adolescente es Patrono de las mamás embarazadas?
Estando Domingo en el Oratorio en Turín, un día le pide a Don Bosco que le deje ir a ver a su mamá porque está enferma. Don Bosco no sabe explicarse, pues nadie se lo había dicho, ni él mismo lo sabía; pero ante la insistencia de Domingo se lo permite. Al llegar cerca de la casa los familiares le quieren impedir que entre a ver a su mamá, pues está luchando por dar a luz a un nuevo hijo y corre grave peligro de morir en el intento. Domingo no hace caso y entra, se arroja sobre la mamá, la abraza, la besa y disimuladamente deja sobre el pecho de ella un escapulario de la Virgen María. Regresa después al oratorio y se presenta a Don Bosco para agradecerle el permiso y para decirle que su madre está perfectamente bien. Efectivamente la mamá pudo dar a luz sin ningún problema a su hijito. Todos vieron que esto fue un milagro. La mamá conservó este escapulario. Y lo prestaba a las vecinas y a las mismas hermanas de Domingo cuando tenían dificultades en el embarazo. Los médicos, enterados, lo recomendaban a sus pacientes. Fueron muchas las gracias conseguidas con aquel milagroso escapulario.

Se lo puede adquirir en las librerías y/o santerías salesianas, con la imagen del Patrono Domingo Savio, junto con la oración y la historia detallada de este milagro.

El 9 de marzo se recuerda el nacimiento al cielo de Santo Domingo Savio, siendo el 6 de mayo la fecha fijada para la celebración litúrgica de su fiesta.

Además de la Vida de Domingo Savio escrita por Don Bosco, hay abundante bibliografía y estudios sobre este adolescente santo. Hay libritos escritos para niños, para adolescentes, para educadores, para todos. Los que no lo conocen se van a sorprender de su santidad extraordinaria viviendo lo ordinario de su vida de estudiante cristiano.

lunes, 9 de marzo de 2015

IMÁGENES DE SANTO DOMINGO SAVIO, 9 DE MARZO









SANTO DOMINGO SAVIO, ADOLESCENTE SANTO, 9 DE MARZO


Domingo Savio, Santo
Adolescente Santo, 9 de marzo


Por: P. Alejandro Pujalski S.D.B. | 




Adolescente Santo

Martirologio Romano: En Mondonio, en el Piamonte, santo Domingo Savio, que, dulce y jovial desde la infancia, todavía adolescente consumó con paso ligero el camino de la perfección cristiana.

Etimología: Domingo = Aquel que es consagrado al señor, es de origen latino.

Fecha de canonización: 12 de junio de 1954 bajo el pontificado de Pío XII

PATRONO de:
. Niños y Adolescentes
. Niños Cantores 
. Estudiantes 
. Monaguillos 
. Mamás Embarazadas

Nace en Riva de Chieri, Italia, en la humilde casita de los esposos Carlos y Brígida, el 2 de abril de 1842. Al año siguiente toda su familia se traslada a las colinas de Murialdo. Es un niño del pueblo, nacido en una familia profundamente cristiana y joven, pobre y repetidamente probada. 

El 8 de abril de 1849 hace su Primera Comunión. Muy temprano, vestido de fiesta, Domingo se dirige a la Iglesia parroquial de Castelnuovo. Es el primero en entrar al templo y el último en salir. Aquel día fue siempre memorable para él. Arrodillado al pie del altar, con las manos juntas y con la mente y el corazón transportados al cielo, pronuncia los propósitos que venía preparando desde hacía tiempo: "Propósitos que yo, Domingo Savio, hice el año de 1849, a los siete años de edad, el día de mi Primera Comunión:

1. Me confesaré muy a menudo y recibiré la Sagrada Comunión siempre que el confesor me lo permita. 
2. Quiero santificar los días de fiesta. 
3. Mis amigos serán Jesús y María. 
4. Antes morir que pecar”. 
Estos recuerdos fueron la norma de todos sus actos hasta el fin de su vida. 

El 2 de octubre de 1854 conoce a Don Bosco. Este santo sacerdote lo guiará por el camino de la santidad juvenil, convirtiéndose en su padre, maestro y amigo. Lo lleva a estudiar a Turín. Tiene en ese momento12 años y medio. Allí pasa su adolescencia, viviendo como pupilo con los muchachos pobres que el mismo Don Bosco recoge en su Oratorio. 

El 1 de marzo de 1857 su delicada salud se agrava. El médico aconseja que vaya a su casa y allí se reponga. Al despedirse de Don Bosco y de sus compañeros les dice: “Nos veremos en el paraíso”. Intuía que muy pronto iba a morir.

Efectivamente, el 9 de marzo, postrado en la cama, en un momento se incorpora y le dice a su papá que lo asiste: “Papá, ya es hora”, y va repitiendo las oraciones de los moribundos que entre sollozos lee el papá. Luego parece adormecerse. Pasados algunos minutos entreabre los ojos y con voz clara y sonriente exclama: “Adiós, querido papá, adiós. ¡Oh, qué hermosas cosas veo!”, y expira con las manos juntas sobre el pecho, tan dulcemente que su padre cree que se adormece de nuevo. Tenía 14 años y 11 meses.

A los dos años de su muerte Don Bosco escribe un librito narrando la vida de este su querido alumno. De los hechos allí narrados son testigos todos sus compañeros; pero lo que no todos ellos conocen bien son las grandes motivaciones de la fe que orientaron la vida de Domingo Savio, cosa que sí conoce Don Bosco, ya que lo atendía en el sacramento de la Confesión y en la dirección espiritual. 

¡Adolescente santo, de sólo 15 años de edad! El primero que a tan corta edad, sin ser mártir, fue declarado santo por el Papa Pío XII el 12 de junio de 1954. En esa ocasión el mismo Papa dijo: “Con admiración se descubren en él los maravillosos caminos de la gracia, y una adhesión permanente y sin reservas a las cosas del cielo que su fe percibía con rara intensidad”. Su antecesor el Papa Pío XI dijo de él: “Pequeño, mejor aún, gran gigante del espíritu”.

¿Qué hizo de extraordinario este niño y adolescente para que la Iglesia lo eleve al honor de los altares y lo proponga como modelo de vida cristiana? 

Veamos los rasgos de su santidad
Perfil de su niñez: 
Una vida en la presencia de Dios, a quien sentía vivo y presente en todo momento. Algunos ejemplos: Se levanta de la mesa y no quiere comer porque un invitado se sienta y empieza a comer sin rezar antes. Los domingos es el primero en llegar a la iglesia, y si la encuentra cerrada se arrodilla junto a la puerta para rezar, haya buen tiempo o esté nevando; y luego su mayor alegría es poder hacer de monaguillo en la santa misa; y su compostura durante la oración es objeto de admiración de los que lo ven: manos juntas, ojos fijos en el sagrario, absorto en la presencia de Jesús. Al recorrer solo y a pie, entre matorrales, los 18 kilómetros para ir diariamente a la escuela, un tío le pregunta: ¿No tienes miedo de ir solo? La respuesta de Domingo, de 10 años, no se hace esperar: “Yo no estoy solo; me acompaña el Ángel de la Guarda”.

El amor personal a Cristo y a su Madre: Esta vida en la presencia de Dios es puesta en evidencia desde su temprana Primera Comunión, con aquel propósito que es la clave de otros tres: “Mis amigos serán Jesús y María”. Los otros tres los hizo como medios para mantener y acrecentar dicha amistad, y son el leit-motiv en sus momentos más importantes. Las lágrimas que vierte tienen su fuente en este precoz concepto del pecado: así por ejemplo pide perdón a su mamá en vísperas de su Primera Comunión; pide perdón cuando cree haber herido su amistad con Cristo por haber cedido ante la invitación de algunos compañeros a darse un baño en un arroyo, motivo por el que lloró repetidamente, y no cedió nunca más a otras invitaciones, como cuando lo invitaban a “hacerse la rabona” y no concurrir a la escuela. Por eso decide elegir a amigos que no le impidan mantener su amistad con Jesús y con la Virgen María.

El cumplimiento heroico del humilde deber cotidiano: A sus padres no les daba sino “satisfacciones”. Para ir a la escuela recorría, con sus 10 años de edad, 18 kilómetros diarios, con cualquier tiempo. Domingo era un chico de recia voluntad, sostenida por la gracia de la amistad con Jesús y María. Don Bosco escribe: “Domingo no se ha hecho notorio en los primeros tiempos del Oratorio por cosa alguna, fuera de su perfecta docilidad y de una exacta observancia de las reglas de la casa…y una exactitud en el cumplimiento de sus deberes más allá de la cual no sería fácil llegar”. A este respecto, cierta vez sus compañeros pupilos notaron que Domingo faltaba en el almuerzo; lo buscaron en vano; le dijeron a Don Bosco, y él fue a la iglesia donde por la mañana había participado en la Misa y había comulgado, y allí lo encontró junto al altar, inmóvil, con los ojos fijos en el Sagrario desde hacía 7 horas; lo llamó por su nombre y nada, tuvo que tocarlo en el hombro para que se diera cuenta; y al enterarse de que ya estaban almorzando pidió humildemente perdón a Don Bosco por la trasgresión a las reglas de la casa.

Con sus compañeros sobresale en dos actitudes: rechaza aprobarlos y seguirlos en sus comportamientos reprensibles; pero por otro lado irradia simpatía y “es la delicia de ellos”, a tal punto que acepta en lugar de quienes lo han acusado falsamente, un humillante castigo. Es decir: tiene firmeza unida a dulzura.

Perfil de su adolescencia:
La edad de la adolescencia: se caracteriza por la inestabilidad, que Domingo supo domarla a fuerza de dominio de sí mismo y de docilidad a las directivas de Don Bosco, y más que nada con su habitual recogimiento en Dios. Y las otras características propias de esta edad también las puso al servicio de su santidad de adolescente: afirmación de sí mismo, llamado a grandes horizontes, fervor de sentimiento. Esto se hace evidente en el exaltante descubrimiento y en el apasionado deseo de la santidad (“¡Yo quiero hacerme santo!”), en su viva ternura demostrada para con la Virgen María, como también con sus amigos más íntimos, en su voluntad de acción, de dominio, de construcción de alguna “obra” (funda la Compañía de La Inmaculada: grupo de compañeros buenos que se comprometen a ayudarse mutuamente y a ayudar a Don Bosco en la educación de los chicos del Oratorio, que los había artesanos rústicos y jóvenes burgueses y aristocráticos, chicos que se peleaban a pedradas, que faltaban a clase, que tenían costumbres de blasfemar, que con placer se entretenían con revistas pornográficas, que no se hacían problemas de tomar a golpes de puño y puntapiés a los otros, que se enfurecían por nada). En medio de éstos es como Domingo ha vivido y ha construido su santidad: con cuatro viajes diarios por las calles de Turín para ir a la escuela; con un Reglamento y un horario de Internado cristiano. En resumen, se halla inmerso en nuestro mundo moderno (aunque no hay todavía bicicletas y televisores), metido en todo aquello que aún hoy es la sustancia de la vida de un estudiante de 15 años. 

Aparecen turbaciones y arranques bruscos, como el endurecimiento para consigo que sigue al descubrimiento de que la santidad es posible, las dudas de conciencia que lo llevan a querer confesarse cada tres o cuatro días, el ansia de penitencias extraordinarias (“¡para unirme –dice- a los sufrimientos de Jesús en la cruz!”). También aparece lo trágico de algunas circunstancias: el desgarrón hiriente de sus truncadas amistades, la alarma por su endeble salud, la dolorosa partida del Oratorio… Todo esto hace de Domingo un verdadero y simpático adolescente. Un santo “joven estudiante”.

La presencia de un guía: La adolescencia es una etapa de conquista de la personalidad, a la vez que de gran necesidad de guía y formación individual. Domingo tuvo la suerte de encontrar un guía espiritual en Don Bosco y de saber aprovecharlo. Y así se encuentran la generosidad de un adolescente con la luz de un verdadero sacerdote amigo del alma. Cuando llegó al Oratorio leyó el cartel puesto sobre la puerta del cuarto de Don Bosco: “¡Denme almas, y llévense lo demás!”; y con espontaneidad le dijo: “Don Bosco, aquí se trata de un negocio, la salvación de las almas. Pues bien, yo seré la tela y usted será el sastre. Haga de mí un hermoso traje para el Señor”. A esta docilidad en dejarse guiar, atribuye Don Bosco la orientación de Domingo hacia su santidad de estudiante. En este contexto aparece la función decisiva de la Confesión frecuente. Así va descubriendo el misterio de la redención: Jesús es comprendido como el Salvador; María como La Inmaculada y La Dolorosa. Su alma y la de sus compañeros deben ser salvadas…a través del misterio de la cruz. 

Su devoción a la Virgen María: La estadía con Don Bosco coincide con el acontecimiento mundial de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción. Como santo “adolescente”, Domingo es el fruto de aquel 8 de diciembre de 1854. En ese día hace una confesión general, y delante del altar de la Inmaculada se consagra personalmente a Ella. De aquí en adelante ve a María con su rostro de “Inmaculada”, y su propósito de la Primera Comunión adquiere una nueva dimensión: “el pecado al que preferirá la muerte es ahora, de manera más precisa, la impureza”. Los esfuerzos heroicos de adolescente para conservar intacta su pureza, especialmente con el control de los ojos, se deben a su gran devoción hacia La Inmaculada vivida con espíritu caballeresco y con ardiente ternura. Había días que terminaba con dolor de cabeza, por el esfuerzo de controlar la curiosidad y no mirar cosas que perturbaban su alma limpia y ponían en peligro su amistad con Jesús y María, exponiéndolo a dejarse llevar por pensamientos y deseos impuros (tan comunes en esa edad). 

También contempla a la Virgen con su rostro de “Dolorosa”: todos los miércoles hace la comunión en su honor y por la conversión de los pecadores; cada viernes se hace acompañar por algunos compañeros para rezar en la capilla la Corona de los Siete Dolores; más de una vez es visto en extática oración ante el altarcito del dormitorio, donde campea una imagen de la Dolorosa; cada sábado hubiera querido ayunar a pan y agua por Ella (Don Bosco no le permite esto último).

Esta doble devoción es la inspiradora de su apostolado, especialmente en la Compañía de la Inmaculada, que exige de sus miembros una verdadera consagración de sí mismos a María.

Algunos años después de su muerte se aparece a Don Bosco en uno de sus famosos sueños. Éste le pregunta: “Domingo, ¿qué es lo que más te consoló en el momento de tu muerte?”. Y la respuesta de Domingo: “La asistencia de la poderosa y amable Madre del Salvador”.

Su amor a Jesús. La misa y la comunión cotidiana (cuyos efectos se prolongan a través de frecuentes visitas a la capilla que está junto al patio de juegos), enseñan a Domingo a considerarlo como Salvador de su alma y de la de sus compañeros. Su odio por el pecado crece a medida que comprende el precio que por él ha pagado Cristo y su Madre. Su espíritu de penitencia lo lleva a sufrir para asemejarse a Jesús, por ejemplo cuando es calumniado, cuando se cubre con una sola frazada en pleno invierno o pone piedritas entre las sábanas (al enterarse Don Bosco le prohíbe esta penitencia), cuando transforma sus sabañones en llagas, cuando se le suministran medicinas amargas… Su celo apostólico se ve alimentado en la misma fuente: quiere impedir o reparar el pecado porque arruina el fruto de la sangre de Cristo, y quiere hacer el bien a sus compañeros para asegurar el fruto de esta sangre divina. Este es el sentido de varias de sus intervenciones, como la de impedir el desafío a pedradas de dos compañeros, interponiéndose entre ellos con un crucifijo en la mano y pidiendo que arrojen la primera piedra contra él; el de narrar cosas edificantes o bien enseñar a hacer bien la señal de la cruz durante los tiempos de recreo... (su preocupación era atender de modo particular a los compañeros díscolos, a los recién llegados al Oratorio y a los solitarios, a los compañeros de clase con dificultades y a los enfermos).

Obsesión por la santidad en la alegría: A partir de una predicación de Don Bosco sobre la santidad se desata en su alma una verdadera efervescencia. Realiza un gran descubrimiento: ¡Dios le quiere santo! Y da su explicación: “Yo quiero entregarme todo al Señor. Yo debo y quiero pertenecer todo al Señor”. Por un momento Domingo piensa imitar a los santos en sus prácticas de penitencia y en unas prolongadas y extraordinarias prácticas de piedad. Pero aquí interviene su guía espiritual Don Bosco: “Domingo, lo que Dios quiere de ti, como adolescente, es que cumplas siempre bien tus deberes de estudiante, trates de hacer el bien a tus compañeros y estés siempre alegre”. Y cosa maravillosa: este nuevo impulso de querer ser santo y de que es posible lograrlo, le proporciona una profunda alegría, y de tal modo la suscita que la alegría viene a definir esta santidad tan salesiana y juvenil: “Nosotros hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres, haciendo bien las cosas que tenemos que hacer, porque Jesús lo quiere”.

¿Por qué este adolescente es Patrono de las mamás embarazadas?
Estando Domingo en el Oratorio en Turín, un día le pide a Don Bosco que le deje ir a ver a su mamá porque está enferma. Don Bosco no sabe explicarse, pues nadie se lo había dicho, ni él mismo lo sabía; pero ante la insistencia de Domingo se lo permite. Al llegar cerca de la casa los familiares le quieren impedir que entre a ver a su mamá, pues está luchando por dar a luz a un nuevo hijo y corre grave peligro de morir en el intento. Domingo no hace caso y entra, se arroja sobre la mamá, la abraza, la besa y disimuladamente deja sobre el pecho de ella un escapulario de la Virgen María. Regresa después al oratorio y se presenta a Don Bosco para agradecerle el permiso y para decirle que su madre está perfectamente bien. Efectivamente la mamá pudo dar a luz sin ningún problema a su hijito. Todos vieron que esto fue un milagro. La mamá conservó este escapulario. Y lo prestaba a las vecinas y a las mismas hermanas de Domingo cuando tenían dificultades en el embarazo. Los médicos, enterados, lo recomendaban a sus pacientes. Fueron muchas las gracias conseguidas con aquel milagroso escapulario.

Se lo puede adquirir en las librerías y/o santerías salesianas, con la imagen del Patrono Domingo Savio, junto con la oración y la historia detallada de este milagro.

El 9 de marzo se recuerda el nacimiento al cielo de Santo Domingo Savio, siendo el 6 de mayo la fecha fijada para la celebración litúrgica de su fiesta.

Además de la Vida de Domingo Savio escrita por Don Bosco, hay abundante bibliografía y estudios sobre este adolescente santo. Hay libritos escritos para niños, para adolescentes, para educadores, para todos. Los que no lo conocen se van a sorprender de su santidad extraordinaria viviendo lo ordinario de su vida de estudiante cristiano.
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