León XIV recuerda que Jesús no sólo tiene compasión con “quien tiene la misma nacionalidad o religión”
Por Victoria Cardiel
13 de julio de 2025
El Papa León XIV instó a “sentir y actuar con las mismas entrañas compasivas de Dios” y recordó que esto incluye también a los que no tienen la “misma nacionalidad o religión”.
“A veces nos contentamos solamente con hacer nuestro deber o consideramos como nuestro prójimo sólo a quien es de nuestro círculo, a quien piensa como nosotros, a quien tiene la misma nacionalidad o religión”, lamentó el Pontífice durante la homilía que pronunció este domingo en la Parroquia Pontificia de San Tommaso da Villanova, (Santo Tomás de Villanueva) en el centro histórico de Castel Gandolfo, donde está transcurriendo un periodo de reposo.
La celebración contó con la presencia del Obispo de Albano, Mons. Vincenzo Viva, y del alcalde de Castel Gandolfo, Alberto De Angelis, así como numerosos fieles que llenaron por completo la pequeña parroquia. Entre los concelebrantes se encontraba el Cardenal Michael Czerny, Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.
Antes de la Misa, León XIV recorrió las calles de Castel Gandolfo en uno de los dos papamóviles eléctricos y ecológicos que le regalaron el pasado domingo y que también usará para sus próximos viajes apostólicos, ya que están diseñados para poder caber en un avión. El Pontífice saludó a los cientos de fieles que desde primera hora de la mañana se congregaron en las inmediaciones de esta iglesia.
En la homilía, el Santo Padre reflexionó sobre la parábola del buen samaritano en la que Jesús “invierte la perspectiva” porque nos presenta a “un extranjero y herético que se hace prójimo de aquel hombre herido” y “nos pide que hagamos lo mismo”.
“La primera mirada de la que quiere hablarnos la parábola es de aquella que Dios ha tenido hacia nosotros, para que también nosotros aprendamos a tener sus mismos ojos, llenos de amor y compasión hacia los demás”, aseguró.
Así, contrapuso esta forma de mirar “más profunda, con una empatía que nos hace entrar en la situación del otro” con el modo de ver “exterior, distraído y apresurado” que no se deja “afectar ni interpelar por la situación”.
El riesgo de una "fe acomodada"
De este modo, previno del riesgo de “una fe acomodada” sólo “ordenada en la observancia exterior de la ley” y dejó claro Cristo es “la manifestación de un Dios compasivo”.
De esta manera indicó que hoy ese camino que desciende de Jerusalén a Jericó —una ciudad que se encuentra bajo el nivel del mar— es el camino que “recorren todos aquellos que se hunden en el mal, en el sufrimiento y en la pobreza”; el de “tantas personas agobiadas por las dificultades o heridas por las circunstancias de la vida”; el de todos aquellos que “se derrumban hasta perderse y tocar fondo”.
Pueblos "estafados y arrasados, víctimas de sistemas políticos opresivos"
En esta lista el Pontífice también citó a tantos “pueblos despojados, estafados y arrasados, víctimas de sistemas políticos opresivos, de una economía que los obliga a la pobreza, de la guerra que mata sus sueños y sus vidas”.
A continuación, invitó a los fieles a preguntarse: “¿Qué hacemos nosotros? ¿Vemos y pasamos de largo, o nos dejamos traspasar el corazón como el samaritano?”.
En su homilía también pidió a volver al “propio corazón” para descubrir que “precisamente allí Dios ha escrito su ley del amor”.
Y agregó: “Creer en Él y seguirlo como sus discípulos significa dejarse transformar para que también nosotros podamos tener sus mismos sentimientos; un corazón que se conmueve, una mirada que ve y no pasa de largo, dos manos que socorren y alivian las heridas, los hombros fuertes que se hacen cargo de quien tiene necesidad”.
La revolución del amor
El Santo Padre insistió en que obedecer a los mandamientos del Señor y convertirse a Él “no significa multiplicar actos exteriores, sino, al contrario, se trata de volver al propio corazón para descubrir que precisamente allí Dios ha escrito su ley del amor”.
Y especificó a este respecto: “Sanados y amados por Cristo, nos convertimos también nosotros en signos de su amor y de su compasión en el mundo. Hermanos y hermanas, hoy se necesita esta revolución del amor”.
León XIV puso en evidencia que Francisco muchas veces ha recordado “que Dios es misericordia y compasión” y que Benedicto XVI dejó claro que el buen samaritano “no se pregunta hasta dónde llega su obligación de solidaridad ni tampoco cuáles son los méritos necesarios para alcanzar la vida eterna”.
Finalmente, pidió mirar a los demás “sin pasar de largo”, deteniendo “nuestras carreras ajetreadas”. “Esto nos hace prójimos los unos de los otros, genera una auténtica fraternidad, derriba muros y vallas. Y finalmente el amor se abre camino, volviéndose más fuerte que el mal y que la muerte”, concluyó.
La iglesia fue construida entre 1658 y 1661 por encargo del papa Alejandro VII, quien confió el diseño al célebre arquitecto Gian Lorenzo Bernini. Se trata de una iglesia de tamaño menor en la que no caben más 300 personas sentadas. Muchos de los fieles han seguido la celebración desde el exterior. Desde 1929, la parroquia está confiada a los Salesianos, que mantienen una intensa actividad pastoral.
El Papa regala un cáliz a la parroquia de Castel Gandolfo
Al término de la celebración, el Papa obsequió a la parroquia un cáliz de oro, que definió como “un instrumento de comunión”. Con este gesto simbólico, renovó su llamado a vivir en comunión y a promover una fraternidad que se traduzca en gestos concretos en la vida cotidiana. “El cáliz que ofrezco a esta iglesia quiere ser signo de unidad: nos recuerda que, en la Eucaristía, se forja la comunión que estamos llamados a vivir y a testimoniar”, afirmó el Pontífice.
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