Omar (Audomaro), Santo
Obispo, 1 de noviembre
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Rupert Mayer, Beato
Se opuso al nazismo, 1 Noviembre
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Vigor de Bayeux, Santo
Obispo, 1 Noviembre
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Valentín de Berri Otxoa, Santo
Obispo y mártir, 1 de noviembre
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Teodor Romza, Beato
Obispo y mártir, 1 Noviembre
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Pedro Almató Ribera, Santo
Mártir, 1 Noviembre
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Marcelo de París, Santo
Obispo, 1 Noviembre
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Jerónimo Hermosilla, Santo
Mártir dominico, 1 Noviembre
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Juan y Jacobo de Persia, Santos
Mártires, 1 Noviembre
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Cesario de Terracina, Santo
Mártir, 1 Noviembre
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Austremonio de Armenia, Santo
Obispo, 1 Noviembre
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Licinio (Lucinio) de Angers, Santo
Obispo, 1 de noviembre
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Rainero de Sansepolcro, Beato
Religioso, 1 de noviembre
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Benigno de Dijón, Santo
Presbítero y Mártir, 1 de noviembre
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Fiesta de Todos los Santos
Celebramos a las personas que han llegado al cielo, conocidas y desconocidas. 1 de noviembre
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domingo, 1 de noviembre de 2015
LOS SANTOS DE HOY: DOMINGO 1 DE NOVIEMBRE DEL 2015
FIESTA DE TODOS LOS SANTOS, 1 DE NOVIEMBRE
Fiesta de Todos los Santos
Celebramos a las personas que han llegado al cielo, conocidas y desconocidas. 1 de noviembre
Por: Tere Vallés | Fuente: Catholic.net
Este día se celebran a todos los millones de personas que han llegado al cielo, aunque sean desconocidos para nosotros. Santo es aquel que ha llegado al cielo, algunos han sido canonizados y son por esto propuestos por la Iglesia como ejemplos de vida cristiana.
Comunión de los santos
La comunión de los santos, significa que ellos participan activamente en la vida de la Iglesia, por el testimonio de sus vidas, por la transmisión de sus escritos y por su oración. Contemplan a Dios, lo alaban y no dejan de cuidar de aquellos que han quedado en la tierra. La intercesión de los santos significa que ellos, al estar íntimamente unidos con Cristo, pueden interceder por nosotros ante el Padre. Esto ayuda mucho a nuestra debilidad humana.
Su intercesión es su más alto servicio al plan de Dios. Podemos y debemos rogarles que intercedan por nosotros y por el mundo entero.
Aunque todos los días deberíamos pedir la ayuda de los santos, es muy fácil que el ajetreo de la vida nos haga olvidarlos y perdamos la oportunidad de recibir todas las gracias que ellos pueden alcanzarnos. Por esto, la Iglesia ha querido que un día del año lo dediquemos especialmente a rezar a los santos para pedir su intercesión. Este día es el 1ro. de noviembre.
Este día es una oportunidad que la Iglesia nos da para recordar que Dios nos ha llamado a todos a la santidad. Que ser santo no es tener una aureola en la cabeza y hacer milagros, sino simplemente hacer las cosas ordinarias extraordinariamente bien, con amor y por amor a Dios. Que debemos luchar todos para conseguirla, estando conscientes de que se nos van a presentar algunos obstáculos como nuestra pasión dominante; el desánimo; el agobio del trabajo; el pesimismo; la rutina y las omisiones.
Se puede aprovechar esta celebración para hacer un plan para alcanzar la santidad y poner los medios para lograrlo:
¿Como alcanzar la santidad?
- Detectando el defecto dominante y planteando metas para combatirlo a corto y largo plazo.
- Orando humildemente, reconociendo que sin Dios no podemos hacer nada.
- Acercándonos a los sacramentos.
Un poco de historia
La primera noticia que se tiene del culto a los mártires es una carta que la comunidad de Esmirna escribió a la Iglesia de Filomelio, comunicándole la muerte de su santo obispo Policarpo, en el año156. Esta carta habla sobre Policarpo y de los mártires en general. Del contenido de este documento, se puede deducir que la comunidad cristiana veneraba a sus mártires, que celebraban su memoria el día del martirio con una celebración de la Eucaristía. Se reunían en el lugar donde estaban sus tumbas, haciendo patente la relación que existe entre el sacrificio de Cristo y el de los mártires
La veneración a los santos llevó a los cristianos a erigir sobre las tumbas de los mártires, grandes basílicas como la de San Pedro en la colina del Vaticano, la de San Pablo, la de San Lorenzo, la de San Sebastián, todos ellos en Roma.
Las historias de los mártires se escribieron en unos libros llamados Martirologios que sirvieron de base para redactar el Martirologio Romano, en el que se concentró toda la información de los santos oficialmente canonizados por la Iglesia.
Cuando cesaron las persecuciones, se unió a la memoria de los mártires el culto de otros cristianos que habían dado testimonio de Cristo con un amor admirable sin llegar al martirio, es decir, los santos confesores. En el año 258, San Cipriano, habla del asunto, narrando la historia de los santos que no habían alcanzado el martirio corporal, pero sí confesaron su fe ante los perseguidores y cumplieron condenas de cárcel por Cristo.
Más adelante, aumentaron el santoral con los mártires de corazón. Estas personas llevaban una vida virtuosa que daba testimonio de su amor a Cristo. Entre estos, están san Antonio (356) en Egipto y san Hilarión (371) en Palestina. Tiempo después, se incluyó en la santidad a las mujeres consagradas a Cristo.
Antes del siglo X, el obispo local era quien determinaba la autenticidad del santo y su culto público. Luego se hizo necesaria la intervención de los Sumos Pontífices, quienes fueron estableciendo una serie de reglas precisas para poder llevar a cabo un proceso de canonización, con el propósito de evitar errores y exageraciones.
El Concilio Vaticano II reestructuró el calendario del santoral:
Se disminuyeron las fiestas de devoción pues se sometieron a revisión crítica las noticias hagiográficas (se eliminaron algunos santos no porque no fueran santos sino por la carencia de datos históricos seguros); se seleccionaron los santos de mayor importancia (no por su grado de santidad, sino por el modelo de santidad que representan: sacerdotes, casados, obispos, profesionistas, etc.); se recuperó la fecha adecuada de las fiestas (esta es el día de su nacimiento al Cielo, es decir, al morir); se dio al calendario un carácter más universal (santos de todos los continentes y no sólo de algunos).
Categorías de culto católico
Los católicos distinguimos tres categorías de culto:
- Latría o Adoración: Latría viene del griego latreia, que quiere decir servicio a un amo, al señor soberano. El culto de adoración es el culto interno y externo que se rinde sólo a Dios.
- Dulía o Veneración: Dulía viene del griego doulos que quiere decir servidor, servidumbre. La veneración se tributa a los siervos de Dios, los ángeles y los bienaventurados, por razón de la gracia eminente que han recibido de Dios. Este es el culto que se tributa a los santos. Nos encomendamos a ellos porque creemos en la comunión y en la intercesión de los santos, pero jamás los adoramos como a Dios. Tratamos sus imágenes con respeto, al igual que lo haríamos con la fotografía de un ser querido. No veneramos a la imagen, sino a lo que representa.
- Hiperdulía o Veneración especial: Este culto lo reservamos para la Virgen María por ser superior respecto a los santos. Con esto, reconocemos su dignidad como Madre de Dios e intercesora nuestra. Manifestamos esta veneración con la oración e imitando sus virtudes, pero no con la adoración.
EL EVANGELIO DE HOY: DOMINGO 1 DE NOVIEMBRE DEL 2015 - DÍA DE TODOS LOS SANTOS
Alegraos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos
Solemnidades y Fiestas
Mateo 5, 1-12. Solemnidad de Todos los Santos. Debe ser para nosotros un día de paz y alegría.
Por: P Clemente González | Fuente: Catholic.net
Te adelantamos las Reflexiones del Evangelio de la Semana 31o. del Tiempo Ordinario, del domingo 1 al sábado 7 de octubre 2015.
__________________________________
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 1-12
Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos posseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.
Oración introductoria
Señor, dichoso soy porque hoy puedo dirigirme a Ti para que me ilumines y ayudes a vivir con alegría las bienaventuranzas, camino seguro para la salvación eterna y la felicidad en mi día a día.
Petición
Jesús, dinos cómo asemejarnos más a ti. ¡Parece que nada te turba! Dinos, Queremos ser santos, estar contigo en el Cielo.
Meditación del Papa Francisco
Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos posseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.
Oración introductoria
Señor, dichoso soy porque hoy puedo dirigirme a Ti para que me ilumines y ayudes a vivir con alegría las bienaventuranzas, camino seguro para la salvación eterna y la felicidad en mi día a día.
Petición
Jesús, dinos cómo asemejarnos más a ti. ¡Parece que nada te turba! Dinos, Queremos ser santos, estar contigo en el Cielo.
Meditación del Papa Francisco
Siempre nos hace bien leer y meditar las Bienaventuranzas. Jesús las proclamó en su primera gran predicación, a orillas del lago de Galilea. Había un gentío tan grande, que subió a un monte para enseñar a sus discípulos; por eso, esa predicación se llama el “sermón de la montaña”. En la Biblia, el monte es el lugar donde Dios se revela, y Jesús, predicando desde el monte, se presenta como maestro divino, como un nuevo Moisés. Y ¿qué enseña? Jesús enseña el camino de la vida, el camino que Él mismo recorre, es más, que Él mismo es, y lo propone como camino para la verdadera felicidad. En toda su vida, desde el nacimiento en la gruta de Belén hasta la muerte en la cruz y la resurrección, Jesús encarnó las Bienaventuranzas. Todas las promesas del Reino de Dios se han cumplido en Él.
Al proclamar las Bienaventuranzas, Jesús nos invita a seguirle, a recorrer con Él el camino del amor, el único que lleva a la vida eterna. No es un camino fácil, pero el Señor nos asegura su gracia y nunca nos deja solos. (S.S. Francisco, Mensaje para el XXIX Jornada Mundial de la Juventud).
Reflexión
La conmemoración de todos los santos debe ser para nosotros un día de paz y alegría; Cristo, que el día de su Ascensión regresó a la morada definitiva, no lo hizo solo. Fue el primero de un gran cortejo que por su gracia seguirían todos los santos.
Nosotros también somos miembros de ese honorable cortejo, somos Cuerpo Místico y herederos del tesoro de la Iglesia que es la Comunión de los Santos, a través de la cual queda establecido un vínculo constante y recíproco de amor entre los bienes que reciba cualquier miembro. ¡Cuántas gracias y dones nos alcanzarán los santos mediante su intercesión! ¡cuántos hermanos, algunos de ellos conocidos, y otros en el más absoluto anonimato, profundizaron en Cristo y caminaron junto a Él hacia la Patria! La misma senda que encontraron ellos ante sus pies, la encontramos nosotros en nuestros días, unas veces llana y otras empedrada.
Dispongámonos a emprender este viaje. El Camino es sólo uno, Cristo. No necesitamos equipaje, sólo unas instrucciones que Él mismo nos entregó allá en la montaña, donde nos subió, una vez más, para mostrarnos el corazón del Evangelio, el programa de vida de todo cristiano: las Bienaventuranzas.
Me pregunto si lo que escucharon los discípulos allá en lo alto del monte, era lo que esperaban oír. Cristo, que ya les había conquistado con sus enseñanzas y sus sanaciones, había despertado en ellos una especie de añoranza, añoranza de felicidad, de dicha, de paz, en definitiva, de Dios. "Jesús, dinos cómo asemejarnos más a ti. ¡Parece que nada te turba! Dinos, ¿dónde está ese Reino del que tanto nos hablas? ¿Cómo podemos encontrarlo? ¿Dónde se halla?"
Los que seguían a Cristo habían experimentado su amor y sentían la inquietud de buscar el Reino de Dios. Nosotros, detengámonos en este punto y preguntémonos: ¿cuánto conozco yo a Jesús? ¿Le sigo de modo que despierte en mí el deseo de buscar el Reino de Cristo? ¿Me maravillan su presencia, sus palabras, sus acciones? Para poder profundizar en las bienaventuranzas hay que subir primero la montaña siguiendo a Cristo. No se escoge un camino ascendente si no es porque realmente, en la cumbre, se espera alcanzar el éxito. Por eso, me imagino la sorpresa de sus discípulos al escuchar las pautas para alcanzar tan deseado éxito, ¡nada que ver con sus expectativas! Y es que el Reino de Cristo no es de este mundo; para hallarlo, tenemos que vencer al mundo. Cristo ya lo ha hecho y es el auténtico Bienaventurado.
Propósito
Hoy en especial, meditaré las bienaventuranzas, camino seguro para el Cielo y pediré a los santos, a todos, que me ayuden a seguir su ejemplo para ofrecer mi vida, sacrificios, alegrías, a Dios.
Diálogo con Cristo
Señor, ayúdame a meditar sobre la vida eterna. Mi humanidad no se siente atraída por las bienaventuranzas. Lo que ofreces es maravilloso, pero los espejismos del mundo fácilmente atrapan mi empeño. Quiero vivir con el espíritu de las bienaventuranzas para transformarme y renovar a mi familia y a mi entorno social, haz que no tenga otra ilusión que la de ser santo.
La conmemoración de todos los santos debe ser para nosotros un día de paz y alegría; Cristo, que el día de su Ascensión regresó a la morada definitiva, no lo hizo solo. Fue el primero de un gran cortejo que por su gracia seguirían todos los santos.
Nosotros también somos miembros de ese honorable cortejo, somos Cuerpo Místico y herederos del tesoro de la Iglesia que es la Comunión de los Santos, a través de la cual queda establecido un vínculo constante y recíproco de amor entre los bienes que reciba cualquier miembro. ¡Cuántas gracias y dones nos alcanzarán los santos mediante su intercesión! ¡cuántos hermanos, algunos de ellos conocidos, y otros en el más absoluto anonimato, profundizaron en Cristo y caminaron junto a Él hacia la Patria! La misma senda que encontraron ellos ante sus pies, la encontramos nosotros en nuestros días, unas veces llana y otras empedrada.
Dispongámonos a emprender este viaje. El Camino es sólo uno, Cristo. No necesitamos equipaje, sólo unas instrucciones que Él mismo nos entregó allá en la montaña, donde nos subió, una vez más, para mostrarnos el corazón del Evangelio, el programa de vida de todo cristiano: las Bienaventuranzas.
Me pregunto si lo que escucharon los discípulos allá en lo alto del monte, era lo que esperaban oír. Cristo, que ya les había conquistado con sus enseñanzas y sus sanaciones, había despertado en ellos una especie de añoranza, añoranza de felicidad, de dicha, de paz, en definitiva, de Dios. "Jesús, dinos cómo asemejarnos más a ti. ¡Parece que nada te turba! Dinos, ¿dónde está ese Reino del que tanto nos hablas? ¿Cómo podemos encontrarlo? ¿Dónde se halla?"
Los que seguían a Cristo habían experimentado su amor y sentían la inquietud de buscar el Reino de Dios. Nosotros, detengámonos en este punto y preguntémonos: ¿cuánto conozco yo a Jesús? ¿Le sigo de modo que despierte en mí el deseo de buscar el Reino de Cristo? ¿Me maravillan su presencia, sus palabras, sus acciones? Para poder profundizar en las bienaventuranzas hay que subir primero la montaña siguiendo a Cristo. No se escoge un camino ascendente si no es porque realmente, en la cumbre, se espera alcanzar el éxito. Por eso, me imagino la sorpresa de sus discípulos al escuchar las pautas para alcanzar tan deseado éxito, ¡nada que ver con sus expectativas! Y es que el Reino de Cristo no es de este mundo; para hallarlo, tenemos que vencer al mundo. Cristo ya lo ha hecho y es el auténtico Bienaventurado.
Propósito
Hoy en especial, meditaré las bienaventuranzas, camino seguro para el Cielo y pediré a los santos, a todos, que me ayuden a seguir su ejemplo para ofrecer mi vida, sacrificios, alegrías, a Dios.
Diálogo con Cristo
Señor, ayúdame a meditar sobre la vida eterna. Mi humanidad no se siente atraída por las bienaventuranzas. Lo que ofreces es maravilloso, pero los espejismos del mundo fácilmente atrapan mi empeño. Quiero vivir con el espíritu de las bienaventuranzas para transformarme y renovar a mi familia y a mi entorno social, haz que no tenga otra ilusión que la de ser santo.
sábado, 31 de octubre de 2015
LOS SANTOS DE HOY: SÁBADO 31 DE OCTUBRE DEL 2015
Irene Stefani, Beata
Religiosa, 31 de octubre
|
María de la Purísima de la Cruz Salvat y Romero, Santa
Religiosa, 31 de octubre
|
Cristóbal de Romagna, Beato
Sacerdote, 31 Octubre
|
Domingo Collins, Beato
Mártir Jesuita, 31 Octubre
|
León Nowakowski, Beato
Sacerdote y Mártir, 31 Octubre
|
Foilán de Fosses. Santo
Abad y misionero, 31 de octubre
|
Lucilla de Roma, Santa
Virgen y mártir, 31 Octubre
|
Wolfgang de Ratisbona, Santo
Obispo de Ratisbona, 31 Octubre
|
Alonso Rodríguez, Santo
Viudo y Religioso, 31 de octubre
|
SAN FOILÁN DE FOSSES, ABAD Y MISIONERO, 31 DE OCTUBRE
Foilán de Fosses. Santo
Foilán de Fosses. Santo
Abad y misionero, 31 de octubre
Nació en el siglo VII en Irlanda.
Hermano de San Fursey y San Ultan. Viajó con ellos desde Irlanda a Inglaterra donde realizaron labores misioneras, y establecieron un monasterio cerca de Yarmouth.
Abad de la comunidad en Cnoberesburg, Suffolk por el año 640, una casa fundada por su hermano Fursey.
Durante una guerra entre los Mercians y los Anglosajones en el 650 la casa fue destruida, los hermanos asesinados, capturados o dispersados.
Foillan rescató a sus hermanos, recuperó las reliquias no destuidas, los libros y ornamentos litúrgicos de la casa, y viajó a Francia.
Él y sus hermanos fueron acogidas con beneplácito y apoyados en su labor evangelizadora por el rey Clodoveo II.
Foillan fundó un monasterio en Fosses, diócesis de Lieja, en el año 653 en las tierras donadas por San Itta de Nivelles y Santa Gertrudis de Nivelles.
Fue electo abad de este monasterio, como referencia podemos indicar que a sus alrededores creció a la moderna ciudad de Le Roeulx, Bélgica.
Fue también capellán y director espiritual en la casa fundada por Santa Gertrudis.
Predicador popular y pastor dedicado a su pueblo, murió asesinado junto con tres compañeros por unos bandidos que los atacaron en uno de sus viajes.
Su hermano sobreviviente, Saint Ultan, tomó el cargo de abad de Fosses.
Hermano de San Fursey y San Ultan. Viajó con ellos desde Irlanda a Inglaterra donde realizaron labores misioneras, y establecieron un monasterio cerca de Yarmouth.
Abad de la comunidad en Cnoberesburg, Suffolk por el año 640, una casa fundada por su hermano Fursey.
Durante una guerra entre los Mercians y los Anglosajones en el 650 la casa fue destruida, los hermanos asesinados, capturados o dispersados.
Foillan rescató a sus hermanos, recuperó las reliquias no destuidas, los libros y ornamentos litúrgicos de la casa, y viajó a Francia.
Él y sus hermanos fueron acogidas con beneplácito y apoyados en su labor evangelizadora por el rey Clodoveo II.
Foillan fundó un monasterio en Fosses, diócesis de Lieja, en el año 653 en las tierras donadas por San Itta de Nivelles y Santa Gertrudis de Nivelles.
Fue electo abad de este monasterio, como referencia podemos indicar que a sus alrededores creció a la moderna ciudad de Le Roeulx, Bélgica.
Fue también capellán y director espiritual en la casa fundada por Santa Gertrudis.
Predicador popular y pastor dedicado a su pueblo, murió asesinado junto con tres compañeros por unos bandidos que los atacaron en uno de sus viajes.
Su hermano sobreviviente, Saint Ultan, tomó el cargo de abad de Fosses.
EL EVANGELIO DE HOY: SÁBADO 31 DE OCTUBRE DEL 2015
Todo el que se ensalce, será humillado
Parábolas
Lucas 14, 1.7-14. Tiempo Ordinario. Vivamos la humildad, dejando de pensar en nosotros mismos y dando preferencia al prójimo.
Por: P. Juan Gralla | Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Lucas 14,1. 7-11
En aquel tiempo, entró Jesús un sábado en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos, les dijo una parábola: Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya sido convidado por él otro más distinguido que tú, y viniendo el que os convidó a ti y a él, te diga: "Deja el sitio a éste", y entonces vayas a ocupar avergonzado el último puesto. Al contrario, cuando seas convidado, vete a sentarte en el último puesto, de manera que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Y esto será un honor para ti delante de todos los que estén contigo a la mesa. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado. Dijo también al que le había invitado: Cuando hagas una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a los parientes , ni a los vecinos ricos, no sea que ellos, a su vez, te inviten y tengas ya tu recompensa. Cuando hagas una comida llama a los pobres, a los tullidos, a los cojos y a los ciegos, y tendrás la dicha de que no puedan pagarte, porque recibirás la recompensa en la resurreción de los justos.
Oración introductoria
Padre, te suplico humildemente que me acompañes con tu presencia amorosa para que mi corazón se llene de lo único que necesita: fe, amor a mis hermanos y esperanza.
Petición
Jesús, que tenga la humildad de dejar a mis hermanos los mejores puestos por amor a ellos y a Dios.
Meditación del Papa Francisco
En aquel tiempo, entró Jesús un sábado en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos, les dijo una parábola: Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya sido convidado por él otro más distinguido que tú, y viniendo el que os convidó a ti y a él, te diga: "Deja el sitio a éste", y entonces vayas a ocupar avergonzado el último puesto. Al contrario, cuando seas convidado, vete a sentarte en el último puesto, de manera que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Y esto será un honor para ti delante de todos los que estén contigo a la mesa. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado. Dijo también al que le había invitado: Cuando hagas una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a los parientes , ni a los vecinos ricos, no sea que ellos, a su vez, te inviten y tengas ya tu recompensa. Cuando hagas una comida llama a los pobres, a los tullidos, a los cojos y a los ciegos, y tendrás la dicha de que no puedan pagarte, porque recibirás la recompensa en la resurreción de los justos.
Oración introductoria
Padre, te suplico humildemente que me acompañes con tu presencia amorosa para que mi corazón se llene de lo único que necesita: fe, amor a mis hermanos y esperanza.
Petición
Jesús, que tenga la humildad de dejar a mis hermanos los mejores puestos por amor a ellos y a Dios.
Meditación del Papa Francisco
En este momento, tantos hermanos y hermanas nuestros son martirizados en el nombre de Jesús, están en este estado, tienen en este momento la alegría de haber sufrido ultrajes, incluso la muerte, en el nombre de Jesús.
Para huir del orgullo solo está el camino de abrir el corazón a la humildad, y a la humildad no se llega sin la humillación. Esta es una cosa que no se entiende naturalmente. Es una gracia que debemos pedir.
La gracia de la imitación de Jesús. Una imitación testimoniada por esos muchos hombres y mujeres que sufren humillaciones cada día por el bien de su familia y cierran la boca, no hablan, soportan por amor de Jesús.
Y esta es la santidad de la Iglesia, esta es alegría que da la humillación, no porque la humillación sea bonita, no, eso sería masoquismo, no: porque con esa humillación se imita a Jesús. Dos actitudes: la de la cerrazón que te lleva al odio, a la ira, a querer matar a los demás, y la de la apertura a Dios en el camino de Jesús, que te hace aceptar las humillaciones, incluso las fuertes, con esta alegría interior porque estás seguro de estar en el camino de Jesús. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 17 de abril de 2015, en Santa Marta).
Reflexión
La humildad es una ley del Reino de los Cielos, una virtud que Cristo predica a lo largo de todo el Evangelio. En este pasaje de San Lucas, Cristo nos invita a dejar de pensar en nosotros mismos para poder pensar en los demás.
¿Por qué? Los que se ensalzan a sí mismos sólo piensan en sus propios intereses y en que la gente se fije en ellos y hablen de ellos. Eso se llama egoísmo, un fruto del pecado capital de la soberbia. Y un alma soberbia nunca entrará en el Reino de Dios, porque el soberbio no puede unirse a Dios.
¿Cuál es la motivación que da Jesús para la vivencia de la humildad? El amor a los demás, al prójimo. La razón es que yo, al dejar de ocupar los primeros puestos, o ceder el querer ser el más importante, estoy dejando el lugar de importancia a mi hermano o hermana. Se trata de un acto de caridad oculta, que sólo Dios ve y, ciertamente, será recompensado con creces. Esta es la actitud que Cristo nos invita a vivir hoy. A dejar a mis hermanos los mejores puestos por amor a ellos y a Dios. Cristo mismo nos dio el ejemplo, cuando lavó los pies a los discípulos, siendo que los discípulos eran los que debían lavar los pies a Cristo.
Propósito
Podemos vivir hoy la virtud de la humildad, dejando de pensar en nosotros mismos y dando nuestra preferencia al prójimo.
Diálogo con Cristo
La situación del mundo y de la Iglesia reclama mi activa participación en este Año de la Fe. Es hora de ser audaz y confiar en que se puede transformar al mundo con la nueva evangelización, pero desde la humildad, no buscando ser el protagonista sino sólo un humilde discípulo y misionero de Cristo. Con tu gracia, Señor, lo puedo lograr.
La humildad es una ley del Reino de los Cielos, una virtud que Cristo predica a lo largo de todo el Evangelio. En este pasaje de San Lucas, Cristo nos invita a dejar de pensar en nosotros mismos para poder pensar en los demás.
¿Por qué? Los que se ensalzan a sí mismos sólo piensan en sus propios intereses y en que la gente se fije en ellos y hablen de ellos. Eso se llama egoísmo, un fruto del pecado capital de la soberbia. Y un alma soberbia nunca entrará en el Reino de Dios, porque el soberbio no puede unirse a Dios.
¿Cuál es la motivación que da Jesús para la vivencia de la humildad? El amor a los demás, al prójimo. La razón es que yo, al dejar de ocupar los primeros puestos, o ceder el querer ser el más importante, estoy dejando el lugar de importancia a mi hermano o hermana. Se trata de un acto de caridad oculta, que sólo Dios ve y, ciertamente, será recompensado con creces. Esta es la actitud que Cristo nos invita a vivir hoy. A dejar a mis hermanos los mejores puestos por amor a ellos y a Dios. Cristo mismo nos dio el ejemplo, cuando lavó los pies a los discípulos, siendo que los discípulos eran los que debían lavar los pies a Cristo.
Propósito
Podemos vivir hoy la virtud de la humildad, dejando de pensar en nosotros mismos y dando nuestra preferencia al prójimo.
Diálogo con Cristo
La situación del mundo y de la Iglesia reclama mi activa participación en este Año de la Fe. Es hora de ser audaz y confiar en que se puede transformar al mundo con la nueva evangelización, pero desde la humildad, no buscando ser el protagonista sino sólo un humilde discípulo y misionero de Cristo. Con tu gracia, Señor, lo puedo lograr.
viernes, 30 de octubre de 2015
LOS SANTOS DE HOY: VIERNES 30 DE OCTUBRE DEL 2015
Dorotea de Montau, Beata
Viuda, 25 de junio
|
Alejandro Zaryckyj, Beato
Sacerdote y mártir, 30 de octubre
|
Terencio Alberto OBrien, Beato
Obispo, 30 Octubre
|
Gerardo de Potenza, Santo
Obispo, 30 Octubre
|
Ángel de Acri, Beato
Sacerdote, 30 de Octubre
|
Bienvenida Bolani, Beata
Virgen, 30 de Octubre
|
Marcelo, Santo
Mártir, 30 de octubre
|
SAN MARCELO, MÁRTIR, 30 DE OCTUBRE
Marcelo, Santo
Marcelo, Santo
Mártir, 30 de octubre
Fuente: Archidiócesis de Madrid
Mártir
Se conservan actas con bastantes rasgos de historicidad.
Marcelo es un Centurión que, según parece, pertenecía a la Legio VII Gemina y el lugar de los hechos bien pudo ser la ciudad de León.
Su proceso tuvo lugar en dos pasos: primero en España, ante el presidente o gobernador Fortunato (28 de Julio del 298) y en Tánger el definitivo, ante Aurelio Agricolano (30 de Octubre del mismo año).
Fortunato envió a Agricolano el siguiente texto causa del juicio contra Marcelo: "Manilio Fortunato a Agricolano, su señor, salud. En el felicísimo día en que en todo el orbe celebramos solemnemente el cumpleaños de nuestros señores augustos césares, señor Aurelio Agricolano, Marcelo, centurión ordinario, como si se hubiese vuelto loco, se quitó espontáneamente el cinto militar y arrojó la espada y el bastón de centurión delante de las tropas de nuestros señores".
Ante Fortunato, Marcelo explica su actitud diciendo que era cristiano y no podía militar en más ejército que en el de Jesucristo, hijo de Dios omnipotente.
Fortunato, ante un hecho de tanta gravedad, creyó necesario notificarlo a los emperadores y césares y enviar a Marcelo para que lo juzgase su superior, el viceprefecto Agricolano. En Tánger, y ante Agricolano, se lee a Marcelo el acta de acusación, que él confirma y acepta, por lo que es condenado a la decapitación.
La historia es así de escueta a la distancia de casi dieciocho siglos.
La leyenda -no necesariamente falsa- abunda en algunos detalles que, si bien no son necesarios para el esclarecimiento del hecho, sí lo explicita, o al menos lo sublima para estímulo de los cristianos. Así, se añade la puntualización de que se trataba de un acto oficial y solemne en que toda la tropa militar estaba dispuesta para ofrecer sacrificios a los dioses paganos e invocar su protección sobre el Emperador.
Los descreídos probablemente aseveren que un acto así es propio de un loco; sí, una locura. Perder la vida... por nada. Ya lo dijo también el jefe romano.
Los cobardes, con su ánimo pusilánime, probablemente afirmen que Marcelo hizo el tonto; en fin, que algunas veces, en situaciones delicadas, es preciso contemporizar cuando los tiempos vienen así, que hay que saber adaptarse y que... lo importante es creer en Dios.
Los fanáticos, dejándose llevar de la temeridad impulsiva que los caracteriza, quizá digan que un hombre con fe, en una situación como esa, debía haberse liado a sablazos con los jefes y con los demás soldados. Fue... un miserable blando.
La Iglesia ve en Marcelo... a un mártir.
Marcelo es un Centurión que, según parece, pertenecía a la Legio VII Gemina y el lugar de los hechos bien pudo ser la ciudad de León.
Su proceso tuvo lugar en dos pasos: primero en España, ante el presidente o gobernador Fortunato (28 de Julio del 298) y en Tánger el definitivo, ante Aurelio Agricolano (30 de Octubre del mismo año).
Fortunato envió a Agricolano el siguiente texto causa del juicio contra Marcelo: "Manilio Fortunato a Agricolano, su señor, salud. En el felicísimo día en que en todo el orbe celebramos solemnemente el cumpleaños de nuestros señores augustos césares, señor Aurelio Agricolano, Marcelo, centurión ordinario, como si se hubiese vuelto loco, se quitó espontáneamente el cinto militar y arrojó la espada y el bastón de centurión delante de las tropas de nuestros señores".
Ante Fortunato, Marcelo explica su actitud diciendo que era cristiano y no podía militar en más ejército que en el de Jesucristo, hijo de Dios omnipotente.
Fortunato, ante un hecho de tanta gravedad, creyó necesario notificarlo a los emperadores y césares y enviar a Marcelo para que lo juzgase su superior, el viceprefecto Agricolano. En Tánger, y ante Agricolano, se lee a Marcelo el acta de acusación, que él confirma y acepta, por lo que es condenado a la decapitación.
La historia es así de escueta a la distancia de casi dieciocho siglos.
La leyenda -no necesariamente falsa- abunda en algunos detalles que, si bien no son necesarios para el esclarecimiento del hecho, sí lo explicita, o al menos lo sublima para estímulo de los cristianos. Así, se añade la puntualización de que se trataba de un acto oficial y solemne en que toda la tropa militar estaba dispuesta para ofrecer sacrificios a los dioses paganos e invocar su protección sobre el Emperador.
Los descreídos probablemente aseveren que un acto así es propio de un loco; sí, una locura. Perder la vida... por nada. Ya lo dijo también el jefe romano.
Los cobardes, con su ánimo pusilánime, probablemente afirmen que Marcelo hizo el tonto; en fin, que algunas veces, en situaciones delicadas, es preciso contemporizar cuando los tiempos vienen así, que hay que saber adaptarse y que... lo importante es creer en Dios.
Los fanáticos, dejándose llevar de la temeridad impulsiva que los caracteriza, quizá digan que un hombre con fe, en una situación como esa, debía haberse liado a sablazos con los jefes y con los demás soldados. Fue... un miserable blando.
La Iglesia ve en Marcelo... a un mártir.
EL EVANGELIO DE HOY: VIERNES 30 DE OCTUBRE DEL 2015
¿Es lícito curar en sábado, o no?
Milagros de Jesús
Lucas 14, 1-6. Tiempo Ordinario. Cristo nos ha dejado un criterio muy claro: ante todo, la caridad.
Por: P. Juan Gralla | Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Lucas 14, 1-6
Un sábado entró Jesús en casa de uno de los jefes de los fariseos para comer, y ellos le estaban observando. Había allí, delante de él, un hombre hidrópico. Entonces preguntó Jesús a los maestros de la ley y a los fariseos: ¿Es lícito curar en sábado, o no? Pero ellos se callaron. Entonces le tomó, le curó, y le despidió. Y a ellos les dijo: ¿A quién de vosotros se le cae un hijo o un buey a un pozo en día de sábado y no lo saca al momento? Y no pudieron replicar a esto.
Oración introductoria
¡Ven, Espíritu Santo! ¡Llena mi alma de tu presencia e infunde en ella el fuego de tu amor! Te ofrezco abrir mi mente y mi corazón; ser dócil a tus inspiraciones, soy tuyo.
Petición
Jesús, concédeme confiar y crecer en la esperanza, porque sé que me amas. Quiero que la única gran aspiración de mi vida sea corresponder a tu amor amando a los demás, buscando hablar siempre bien de ellos.
Jesús, concédeme confiar y crecer en la esperanza, porque sé que me amas. Quiero que la única gran aspiración de mi vida sea corresponder a tu amor amando a los demás, buscando hablar siempre bien de ellos.
Meditación del Papa Francisco
El camino para ser fieles a la ley, sin descuidar la justicia, sin descuidar el amor es el camino contrario: desde el amor a la integridad; desde el amor al discernimiento; desde el amor a la ley. Este es el camino que nos enseña Jesús, totalmente opuesto al de los doctores de la ley. Y este camino del amor a la justicia, lleva a Dios. En cambio, el otro camino, el de estar apegados únicamente a la ley, a la letra de la ley, lleva al cierre, lleva al egoísmo. El camino que va desde el amor al conocimiento y al discernimiento, al cumplimiento pleno, conduce a la santidad, a la salvación, al encuentro con Jesús. Mientras que, este otro camino lleva al egoísmo, a la soberbia de sentirse justos, a esta santidad entre comillas de las apariencias, ¿no?
Jesús le dice a esta gente que le gusta mostrarse a la gente como hombres de oración, de ayuno...: Pero, haced lo que dicen, pero no lo que hacen.
Estos son los dos caminos y hay pequeños gestos de Jesús que nos hacen entender este camino del amor al conocimiento pleno y al discernimiento. Jesús nos lleva de la mano y nos sana. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 31 de octubre de 2014, en Santa Marta).
Reflexión
Jesús en este Evangelio nos enseña con su ejemplo que hay algo más fuerte que el legalismo, y es precisamente el mandato de la caridad. Entre los judíos, el día sábado era un día del todo consagrado al Señor. No era lícito hacer actividad alguna. De ningún tipo. Hasta estaban indicados los pasos que se les permitía caminar. Los fariseos se gloriaban de que cumplían la ley en toda su extensión. Y castigaban y denunciaban a las autoridades a todo aquel que violaba una de estas reglas más pequeñas. Eso no es malo. Incluso Cristo dice alguna vez a sus seguidores que hagan lo que los fariseos dicen. Sin embargo, es preferible la misericordia con los demás que el cumplimiento frío de un precepto.
Muchos se preguntan si deben hacer esto o aquello, porque ambas cosas están mandadas. ¿Debo estudiar en este tiempo o tengo que hacer lo que ahora me piden mis padres? ¿Cuál es mi obligación? No es fácil discernir, porque muchas veces entran en juego nuestros sentimientos y a veces nos inclinamos por la opción equivocada. Para evitar esta situación, Cristo nos ha dejado un criterio muy claro: ante todo, la caridad.
Bajo esta luz todo queda iluminado. Ya no hay conflicto entre curar o descansar en sábado, porque el bien del hombre está por delante del precepto.
Propósito
Ayunar, hoy, de las palabras duras, cortantes, negativas, que siembran discordia y tienden a juzgar o condenar a los demás.
jueves, 29 de octubre de 2015
SAN NARCISO DE JERUSALÉN, OBISPO, 29 DE OCTUBRE
Narciso de Jerusalén, Santo
Narciso de Jerusalén, Santo
Obispo, 29 de octubre
Fuente: Archidiócesis de Madrid
La envidia es mala. Son temibles para los padres los "celos" que muestran algunos pequeños cuando viene al hogar un nuevo hermano. Llenan la casa de disensiones y discordias entre los niños, ante el cuidado normal que los padres dan a sus otros hermanos. Esta situación llega a ser, en ocasiones, mortificante para los padres cuando se dan en una casa. Lo bueno del asunto es que de ordinario pasa pronto, basta con adquirir un mayor grado de madurez natural. Lo malo del caso es no cuidar las pequeñas envidiejas y permitir que se asienten en el hombre tomando el cariz de pecado.
Narciso nació a finales del siglo I en Jerusalén y se formó en el cristianismo bebiendo en las mismas fuentes de la nueva religión. Debieron ser sus catequistas aquellos que el mismo Salvador había formado o los que escucharon a los Apóstoles.
Era ya presbítero modelo con Valente o con el Obispo Dulciano. Fue consagrado obispo, trigésimo de la sede de Jerusalén, en el 180, cuando era de avanzada edad, pero con el ánimo y dinamismo de un joven. En el año 195 asiste y preside el concilio de Cesarea para unificar con Roma el día de la celebración de la Pascua.
Permitió Dios que le visitara la calumnia. Tres de sus clérigos —también de la segunda o tercera generación de cristianos- no pudieron resistir el ejemplo de su vida, ni sus reprensiones, ni su éxito. Se conjuraron para acusarle, sin que sepamos el contenido, de un crimen atroz. ¡Parece fábula que esto pueda pasar entre cristianos!
Viene el perdón del santo a sus envidiosos difamadores y toma la decisión de abandonar el gobierno de la grey, viendo con humildad en el acontecimiento la mano de Dios. Secretamente se retira a un lugar desconocido en donde permanece ocho años.
Dios, que tiene toda la eternidad para premiar o castigar, algunas veces lo hace también en esta vida, como en el presente caso. Uno de los maldicientes hace penitencia y confiesa en público su infamia. Regresa Narciso de su autodestierro y permanece ya acompañando a sus fieles hasta bien pasados los cien años. En este último tramo de vida le ayuda Alejandro, obispo de Flaviada en la Capadocia, que le sucede.
El vicio capital de la envidia presenta un cuadro de tristeza permanente ante la contemplación de los bienes materiales o morales que otros poseen. En lo moral, es pecado porque la caridad es amar y, cuando se ama, hay alegría con los bienes del amado. Cuando hay envidia no hay amor, hay egoísmo, desorden, pecado.
El envidioso vive acongojado -casi sin vida- por el bien que advierte en el otro y que él anhela tener. En ocasiones extremas puede llegar a convertirse en una anomalía psíquica peligrosa ya que lleva a la ceguera y desesperación cuyas consecuencias van de la maledicencia al crimen, pasando por la calumnia y la traición: el envidioso se considera incapaz de alcanzar las cualidades ajenas; la estimación que los demás disfrutan es considerada como un robo del cariño que él merece; en la eficacia del trabajo ajeno, acompañado de éxito y merecidos triunfos, el envidioso ve intriga y apaño.
Ayer y hoy hubo y hay envidiosos. A los prójimos toca sufrir pacientemente las consecuencias. Sin olvidar que la envidia fue la causa humana que llevó al Señor al Calvario.
¡Gracias, San Narciso, porque me das ejemplo de paciencia ante la cruz!
Narciso nació a finales del siglo I en Jerusalén y se formó en el cristianismo bebiendo en las mismas fuentes de la nueva religión. Debieron ser sus catequistas aquellos que el mismo Salvador había formado o los que escucharon a los Apóstoles.
Era ya presbítero modelo con Valente o con el Obispo Dulciano. Fue consagrado obispo, trigésimo de la sede de Jerusalén, en el 180, cuando era de avanzada edad, pero con el ánimo y dinamismo de un joven. En el año 195 asiste y preside el concilio de Cesarea para unificar con Roma el día de la celebración de la Pascua.
Permitió Dios que le visitara la calumnia. Tres de sus clérigos —también de la segunda o tercera generación de cristianos- no pudieron resistir el ejemplo de su vida, ni sus reprensiones, ni su éxito. Se conjuraron para acusarle, sin que sepamos el contenido, de un crimen atroz. ¡Parece fábula que esto pueda pasar entre cristianos!
Viene el perdón del santo a sus envidiosos difamadores y toma la decisión de abandonar el gobierno de la grey, viendo con humildad en el acontecimiento la mano de Dios. Secretamente se retira a un lugar desconocido en donde permanece ocho años.
Dios, que tiene toda la eternidad para premiar o castigar, algunas veces lo hace también en esta vida, como en el presente caso. Uno de los maldicientes hace penitencia y confiesa en público su infamia. Regresa Narciso de su autodestierro y permanece ya acompañando a sus fieles hasta bien pasados los cien años. En este último tramo de vida le ayuda Alejandro, obispo de Flaviada en la Capadocia, que le sucede.
El vicio capital de la envidia presenta un cuadro de tristeza permanente ante la contemplación de los bienes materiales o morales que otros poseen. En lo moral, es pecado porque la caridad es amar y, cuando se ama, hay alegría con los bienes del amado. Cuando hay envidia no hay amor, hay egoísmo, desorden, pecado.
El envidioso vive acongojado -casi sin vida- por el bien que advierte en el otro y que él anhela tener. En ocasiones extremas puede llegar a convertirse en una anomalía psíquica peligrosa ya que lleva a la ceguera y desesperación cuyas consecuencias van de la maledicencia al crimen, pasando por la calumnia y la traición: el envidioso se considera incapaz de alcanzar las cualidades ajenas; la estimación que los demás disfrutan es considerada como un robo del cariño que él merece; en la eficacia del trabajo ajeno, acompañado de éxito y merecidos triunfos, el envidioso ve intriga y apaño.
Ayer y hoy hubo y hay envidiosos. A los prójimos toca sufrir pacientemente las consecuencias. Sin olvidar que la envidia fue la causa humana que llevó al Señor al Calvario.
¡Gracias, San Narciso, porque me das ejemplo de paciencia ante la cruz!
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