miércoles, 16 de septiembre de 2015

LOS SANTOS DE HOY: MIÉRCOLES 16 DE SEPTIEMBRE DEL 2015

Ninian, SantoNinian, Santo
Obispo, 16 de septiembre
Cornelio, SantoCornelio, Santo
XXI Papa y Mártir, 16 de septiembre
Ludmila, SantaLudmila, Santa
Mártir, 16 de septiembre
Víctor III, BeatoVíctor III, Beato
CLVIII Papa, 16 de septiembre
Eufemia de Calcedonia, SantaEufemia de Calcedonia, Santa
Mártir, 16 de septiembre
Cipriano, SantoCipriano, Santo
Obispo y Mártir, 16 de septiembre
Juan Macías, SantoJuan Macías, Santo
Dominico, 16 de septiembre
Cornelio  y Cipriano, SantosCornelio y Cipriano, Santos
Mártires, 16 de septiembre

SAN JUAN MACÍAS, DOMINICO, 16 DE SEPTIEMBRE


Juan Macías, Santo
Juan Macías, Santo

Dominico, 16 de septiembre


Por: . | Fuente: www.ArzobispadoDeLima.org 



El padre de los pobres

Martirologio Romano: En Lima, en el Perú, san Juan Macías, religioso dominico, que, dedicado por mucho tiempo a oficios humildes, atendió con diligencia a pobres y enfermos y rezó asiduamente el Rosario por las almas de los difuntos (1645).

Etimología: Juan = Dios es misericordia. Viene de la lengua hebrea.

Fecha de canonización: 28 de setiembre de 1975 por Pablo VI
Nació en Rivera de Fresno, en Extremadura, España, el 2 de marzo de 1585. Era muy niño cuando sus padres murieron, quedando él bajo el cuidado de un tío suyo que lo hizo trabajar como pastor. Después de un tiempo conoció a un comerciante con el cual comenzó a trabajar, en 1616 el mercader viajó a América y Juan junto con él.

Llegó primero a Cartagena y de ahí decidió dirigirse al interior del Reino de Nueva Granada, visitó Pasto y Quito, para llegar finalmente al Perú donde se instalaría por el resto de su vida. Recién llegado obtuvo trabajo en una hacienda ganadera en las afueras de la capital y en estas circunstancias descubrió su vocación a la vida religiosa. Después de dos años ahorró un poco de dinero y se instaló definitivamente en Lima.

Repartió todo lo que tenía entre los pobres y se preparó para entrar a la Orden de Predicadores como hermano lego en el convento de dominicos de Santa María Magdalena donde había sido admitido. El 23 de enero de 1622 tomó los hábitos.

Su vida en el convento estuvo marcada por la profunda oración, la penitencia y la caridad. Por las austeridades a las que se sometía sufrió una grave enfermedad por la cual tuvo que ser intervenido en una peligrosa operación. Ocupó el cargo de portero y este fue el lugar de su santificación. El portón del monasterio era el centro de reunión de los mendigos, los enfermos y los desamparados de toda Lima que acudían buscando consuelo. El propio Virrey y la nobleza de Lima acudían a él en busca de consejos.

Andaba por la ciudad en busca de limosna para repartir entre los pobres. No se limitaba a saciar el hambre de pan, sino que completaba su ayuda con buenos consejos y exhortaciones en favor de la vida cristiana y el amor a Dios.

Murió el 16 de setiembre de 1645.

SAN CORNELIO Y CIPRIANO, MÁRTIRES, 16 DE SEPTIEMBRE


Cornelio y Cipriano, Santos
Cornelio y Cipriano, Santos


Mártires, 16 de septiembre 


Fuente: P. Angel Amo / Corazones.org 



Mártires

Martirologio Romano: Memoria de los santos Cornelio, papa, y Cipriano, obispo, mártires, acerca de los cuales el catorce de septiembre se relata la sepultura del primero y la pasión del segundo. Juntos son celebrados en esta memoria por el orbe cristiano, porque ambos testimoniaron, en días de persecución, su amor por la verdad indefectible ante Dios y el mundo (252, 258).

Breve Biografía

Víctimas ilustres de la persecución de Valeriano, respectivamente en junio del 253 y el 14 de septiembre del 258, son el Papa Cornelio y Cipriano el obispo de Cartago, cuyas memorias aparecen unidas en los antiguos libros litúrgicos de Roma desde mediados del siglo IV. Su historia, en efecto, se entrelaza, aunque sobresale más la imagen del gran obispo africano.

San Cipriano

Nacido en el año 200 en Cartago (Africa), se convirtió al cristianismo cuando era mayor de 40 años. Su mayor inspiración fue un sacerdote llamado Cecilio. Una vez bautizado descubrió la fuerza del Espíritu Santo capacitándolo para ser un hombre nuevo. Se consagró al celibato.
Tuvo un gran amor al estudio de las Sagradas Escrituras por lo que renunció a libros mundanos que antes le eran de gran agrado.

Es famoso su comentario del Padrenuestro.

Fue ordenado obispo por aclamación popular, el año 248, al morir el obispo de Cartago. Quiso resistir pero reconoció que Dios le llamaba. "Me parece que Dios ha expresado su voluntad por medio del clamor del pueblo y de la aclamación de los sacerdotes". Fue gran maestro y predicador.

En el año 251, el emperador Decio decreta una persecución contra los cristianos, sobre todo contra los obispos y libros sagrados. Muchos cristianos, para evitar la muerte, ofrecen incienso a los dioses, lo cual representa caer en apostasía.

Cipriano se esconde pero no deja de gobernar, enviando frecuentes cartas a los creyentes, exhortándoles a no apostatar. Cuando cesó la persecución y volvió a la ciudad se opuso a que permitieran regresar a la Iglesia a los que habían apostatado sin exigirles penitencia. Todo apóstata debía hacer un tiempo de penitencia antes de volver a los sacramentos. Esta práctica era para el bien del penitente que de esta forma profundizaba su arrepentimiento y fortalecía su propósito de mantenerse fiel en futuras pruebas. Esto ayudó mucho a fortalecer la fe y prepararse ya que pronto comenzaron de nuevo las persecuciones.

El año 252, Cartago sufre la peste de tifo y mueren centenares de cristianos. El obispo Cipriano organiza la ayuda a los sobrevivientes. Vende sus posesiones y predica con gran unción la importancia de la limosna.

El año 257 el emperador Valeriano decreta otra persecución aun mas intensa. Todo creyente que asistiera a la Santa Misa corre peligro de destierro. Los obispos y sacerdotes tienen pena de muerte celebrar una ceremonia religiosa. El año 257 decretan el destierro de Cipriano pero el sigue celebrando la misa, por lo que en el año 258 lo condenan a muerte.

Actas del juicio:

Juez: "El emperador Valeriano ha dado órdenes de que no se permite celebrar ningún otro culto, sino el de nuestros dioses. ¿Ud. Qué responde?"

Cipriano: "Yo soy cristiano y soy obispo. No reconozco a ningún otro Dios, sino al único y verdadero Dios que hizo el cielo y la tierra. A El rezamos cada día los cristianos".

El 14 de septiembre una gran multitud de cristianos se reunió frente a la casa del juez. Este le preguntó a Cipriano: "¿Es usted el responsable de toda esta gente?"

Cipriano: "Si, lo soy".

El juez: "El emperador le ordena que ofrezca sacrificios a los dioses".

Cipriano: "No lo haré nunca".

El juez: "Píenselo bien".

Cipriano: "Lo que le han ordenado hacer, hágalo pronto. Que en estas cosas tan importantes mi decisión es irrevocable, y no va a cambiar".

El juez Valerio consultó a sus consejeros y luego de mala gana dictó esta sentencia: "Ya que se niega a obedecer las órdenes del emperador Valeriano y no quiere adorar a nuestros dioses, y es responsable de que todo este gentío siga sus creencias religiosas, Cipriano: queda condenado a muerte. Le cortarán la cabeza con una espada".

Al oír la sentencia, Cipriano exclamó: "¡Gracias sean dadas a Dios!"

Toda la inmensa multitud gritaba: "Que nos maten también a nosotros, junto con él", y lo siguieron en gran tumulto hacia el sitio del martirio.

Al llegar al lugar donde lo iban a matar Cipriano mandó regalarle 25 monedas de oro al verdugo que le iba a cortar la cabeza. Los fieles colocaron sábanas blancas en el suelo para recoger su sangre y llevarla como reliquias.

El santo obispo se vendó él mismo los ojos y se arrodilló. El verdugo le cortó la cabeza con un golpe de espada. Esa noche los fieles llevaron en solemne procesión, con antorchas y cantos, el cuerpo del glorioso mártir para darle honrosa sepultura.

A los pocos días murió de repente el juez Valerio. Pocas semanas después, el emperador Valeriano fue hecho prisionero por sus enemigos en una guerra en Persia y esclavo prisionero estuvo hasta su muerte.

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Cornelio habia sido elegido Papa en el 251, después de un largo periodo de sede vacante, a causa de la terrible persecución de Decio. Su elección no fue aceptada por Novaciano, que acusaba al Papa de ser un libelático. Cipriano, y con él los obispos africanos, se puso de parte de Cornelio.

El emperador Galo confinó al Papa en Civitavecchia, en donde murió. Fue enterrado en las catacumbas de Calixto. Cipriano, a su vez, fue relegado en Capo Bon, pero cuando supo que habia sido condenado a la pena capital, regresó a Cartago, porque quería dar su testimonio de amor a Cristo frente a toda su grey. Fue decapitado el 14 de septiembre del 258. Los cristianos de Cartago pusieron pañuelos blancos sobre su cabeza para conservarlos, así manchados de sangre, como reliquias preciosas. El emperador Valeriano, al hacer decapitar al obispo Cipriano y al Papa Esteban, inconscientemente puso fin a una disputa entre los dos sobre la validez del bautismo administrado por herejes, no aceptada por Cipriano y afirmada por el pontífice.

EL EVANGELIO DE HOY: MIÉRCOLES 16 DE SEPTIEMBRE DEL 2015


Actitud de los publicanos y fariseos

Tiempo Ordinario




Lucas 7, 31-35. Tiempo Ordinario. Ellos no creen en la misericordia ni en el perdón: creen en los sacrificios. Misericordia quiere, no sacrificios. 



Por: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net 




Del santo Evangelio según san Lucas 7, 31-35 
En aquel tiempo dijo el Señor: ¿Con quién, pues, compararé a los hombres de esta generación? Y ¿a quién se parecen? Se parecen a los chiquillos que están sentados en la plaza y se gritan unos a otros diciendo: Os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado, os hemos entonando endechas, y no habéis llorado. Porque ha venido Juan el Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y decís: Demonio tiene. Ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores. Y la Sabiduría se ha acreditado por todos sus hijos. 

Oración Introductoria
Señor Jesús, acércate a mi vida, quiero tu sabiduría para poder tener un auténtico encuentro con Dios en esta oración, creo, espero y te amo. Ven Señor, ¡no tardes!

Petición
Jesús, te quiero, te pido que pueda gozarte en esta oración.

Meditación del Papa Francisco
Y así se entienden los diálogos fuertes de Jesús, con la clase dirigente de su tempo: se pelean, lo ponen a la prueba, le ponen trampas para ver si cae, porque se trata de la resistencia a ser salvados. Jesús les dice: “Pero yo no les entiendo” y señala que ellos “son como aquellos niños: hemos sonado la flauta y no han bailado; hemos cantado un lamento y no han llorado. ¿Pero qué quieren? ¡Queremos salvarnos como nos gusta!”. Es siempre este el cierre al mundo de Dios.
Por el contrario, el 'pueblo creyente' el cual entiende y acepta la salvación traída por Jesús. Salvación que al contrario, para los jefes del pueblo se reducía en sustancia a cumplir los 613 preceptos creados por su fiebre intelectual y teológica.
Ellos no creen en la misericordia ni en el perdón: creen en los sacrificios. Misericordia quiere, no sacrificios. Quieren que todo esté bien acomodado, bien ordenado, todo claro. Este es el drama de la resistencia para la salvación. También nosotros, cada uno de nosotros tiene este drama dentro de sí.
Pero nos hará bien preguntarnos: ¿Cómo quiero ser salvado? ¿A mi manera? ¿Con una espiritualidad que es buena, que me hace bien, pero que está fija, tiene todo claro y no hay riesgo? O del modo divino, o sea en la vía de Jesús, que siempre nos sorprende, que siempre nos abre las puertas a aquel misterio de la omnipotencia de Dios, que es la misericordia y el perdón. Nos hará bien pensar que este drama está en nuestro corazón. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 3 de octubre 2014, en Santa Marta).
Reflexión
Las sectas se aprovechan de la indecisión de muchos cristianos para derrumbarles su fe y para incorporarlos en sus organizaciones. Por eso hemos de estar vigilantes, afianzando cada vez más los principios de nuestra fe católica.

Jesús compara a los indecisos con unos chiquillos que han perdido la capacidad de reaccionar ante las invitaciones de sus amigos, pues ni bailan ni lloran. Es como cuando vemos el telediario y, después de una noticia trágica, pasamos a la información deportiva como si nada. Nos conmovimos unos segundos y luego nos olvidamos.

Lo mismo sucede cuando entramos en una iglesia y vemos un crucifijo. Ya no nos llama la atención. ¿Y si viéramos a un hermano nuestro retorciéndose de dolor, colgado en el madero por cuatro terribles clavos? ¿No haríamos todo lo posible por bajarle de ahí?

Cristo espera que nuestro corazón vuelva a palpitar y reaccione ante nuestra realidad y la del mundo. Si nuestra fe está marchita, es hora de que rejuvenezca. Si Jesús sigue clavado en la cruz por nosotros, es tiempo de aprovechar la redención.

Porque si no abrimos los ojos, vendrá alguien a tocar a nuestra puerta y nos arrebatará lo más valioso que tenemos, sin darnos cuenta.

Propósito
Buscar en Dios, y en la oración, la respuesta a mis inquietudes y conocer la palabra de Dios.

Diálogo con Cristo
Jesús, no quiero que lleguen los problemas, las enfermedades o el momento de la muerte para saber reconocer la gran necesidad que tengo de tu presencia en mi vida. Por eso, a raíz de este encuentro contigo en la oración, me propongo valorar mi fe y luchar por conocer más Tu Palabra y la Iglesia.

martes, 15 de septiembre de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: MARTES 15 DE SEPTIEMBRE DEL 2015 - NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES


Ahí tienes a tu madre
Solemnidades y Fiestas



Juan 19, 25-27. Tiempo Ordinario. María, Nuestra Señora de los Dolores, fiel como siempre, a los pies de la cruz. 


Por: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net 



Te adelantamos las Reflexiones del Evangelio de la 24a. Semana del Tiempo Ordinario,  del domingo 13 al sábado 19 de septiembre 2015.
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Del santo Evangelio según san Juan 19, 25-27 
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dice al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.

Oración
Dios mío, ¡qué gran misterio de amor me propones hoy para mi meditación! A pesar de que una espada atravesó el corazón de tu Madre Santísima, ella siempre se mantuvo firme en la fe y con gran amor hoy me acoge, me ama y me enseña las virtudes que me pueden llevar a la santidad.

Petición
María, intercede por mí para que pueda hacer una buena oración.

Meditación del Papa Francisco
Nuestro camino de fe está unido de manera indisoluble a María desde el momento en que Jesús, muriendo en la cruz, nos la ha dado como Madre diciendo: “He ahí a tu madre”. Estas palabras tienen un valor de testamento y dan al mundo una Madre. Desde ese momento, la Madre de Dios se ha convertido también en nuestra Madre. En aquella hora en la que la fe de los discípulos se agrietaba por tantas dificultades e incertidumbres, Jesús les confió a aquella que fue la primera en creer, y cuya fe no decaería jamás. Y la “mujer” se convierte en nuestra Madre en el momento en el que pierde al Hijo divino. Y su corazón herido se ensancha para acoger a todos los hombres, buenos y malos, y los ama como los amaba Jesús. La mujer que en las bodas de Caná de Galilea había cooperado con su fe a la manifestación de las maravillas de Dios en el mundo, en el Calvario mantiene encendida la llama de la fe en la resurrección de su Hijo, y la comunica con afecto materno a los demás. María se convierte así en fuente de esperanza y de verdadera alegría.
La Madre del Redentor nos precede y continuamente nos confirma en la fe, en la vocación y en la misión. Con su ejemplo de humildad y de disponibilidad a la voluntad de Dios nos ayuda a traducir nuestra fe en un anuncio del Evangelio alegre y sin fronteras. De este modo nuestra misión será fecunda, porque está modelada sobre la maternidad de María. A ella confiamos nuestro itinerario de fe, los deseos de nuestro corazón, nuestras necesidades, las del mundo entero, especialmente el hambre y la sed de justicia y de paz; y la invocamos todos juntos: ¡Santa Madre de Dios! (Homilía de S.S. Francisco, 1 de enero de 2014).
Reflexión
Cuando Dios había decidido venir a la tierra había pensado ya desde toda la eternidad en encarnarse por medio de la criatura más bella jamás creada. Su madre habría de ser la más hermosa de entre las hijas de esta tierra de dolor, embellecida con la altísima dignidad de su pureza inmaculada y virginal. Y así fue. Todos conocemos la grandeza de María.

Pero María no fue obligada a recibir al Hijo del Altísimo. Ella quiso libremente cooperar. Y sabía, además, que el precio del amor habría de ser muy caro. “Una espada de dolor atravesará tu alma” le profetizó el viejo Simeón. Pero, ¡cómo no dejar que el Verbo de Dios se entrañara en ella! Lo concibió, lo portó en su vientre, lo dio a luz en un pobre pesebre, lo cargó en sus brazos de huida a Egipto, lo educó con esmero en Nazaret, lo vio partir con lágrimas en los ojos a los 33 años, lo siguió silenciosa, como fue su vida, en su predicación apostólica...

Lo seguiría incondicionalmente. No se había arrepentido de haber dicho al ángel en la Anunciación: “Hágase”. A pesar de los sufrimientos que habría de padecer. ¡Pero si el amor es donación total al amado! Ahora allí, fiel como siempre, a los pies de la cruz, dejaba que la espada de dolor le desencarnara el corazón tan sensible, tan puro de ella, su madre. A Jesús debieron estremecérsele todas las entrañas de ver a su Purísima Madre, tan delicada como la más bella rosa, con sus ojos desencajados de dolor. Los dos más inocentes de esta tierra. Aquella única inocente, a la que no cargaba sus pecados. La Virgen de los Dolores. La Corredentora.

Ella nos enseña la gallardía con que el cristiano debe sobrellevar el dolor. El dolor no es ya un maldito hijo del pecado que nos atormenta tontamente; es el precio del amor a los demás. No es el castigo de un Dios que se regocija en hacer sufrir a sus criaturas, es el momento en que podemos ofrecer ese dolor por el bien espiritual de los demás, es la experiencia de la corredención, como María. Ella miró la cruz y a su Hijo y ofreció su dolor por todos nosotros.

¿No podríamos hacer también lo mismo cuando sufrimos? Mirar la cruz. Salvar almas. La diferencia con Nuestra Madre es que en esa cruz el sufrir de nuestra vida está cargado en las carnes del Hijo de Dios. Él sufrió por nuestros pecados. Él nos redimió sufriendo. Ella simplemente miró y ayudó a su Hijo a redimirnos.

Propósito
En este día rezar a la Virgen Dolorosa para que interceda por nosotros en los mometos de enfermedad y sufrimiento y encomendar a su cuidado a los enfermos o personas que sufren que están cerca de nosotros.

Diálogo con Cristo
Jesús, aunque experimente dificultades y problemas, situaciones de sufrimiento y dolor, momentos difíciles de comprender y de aceptar, siguiendo el ejemplo de María, tengo la seguridad que todo tendrá una razón y un sentido. Sin embargo soy débil para ofrecerte que quiero ser purificado en el dolor… simplemente sé y confío en que me darás lo que necesito para entrar un día en el cielo, ¡gracias Padre mío!
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