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miércoles, 13 de noviembre de 2024
LECTURAS BÍBLICAS, IMÁGENES, MEDITACIONES Y ORACIONES A CRISTO REY - DOMINGO 24 DE NOVIEMBRE DE 2024 -SOLEMNIDAD
EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 13 DE NOVIEMBRE DE 2024
Miércoles 32 del tiempo ordinario
Miércoles 13 de noviembre de 2024
1ª Lectura (Tit 3,1-7): Recuérdales que se sometan al gobierno y a las autoridades, que los obedezcan, que estén dispuestos a toda forma de obra buena, sin insultar ni buscar riñas; sean condescendientes y amables con todo el mundo. Porque antes también nosotros, con nuestra insensatez y obstinación, íbamos fuera de camino; éramos esclavos de pasiones y placeres de todo género, nos pasábamos la vida fastidiando y comidos de envidia, éramos insoportables y nos odiábamos unos a otros. Mas cuando ha aparecido la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor al hombre, no por las obras de justicia que hayamos hecho nosotros, sino que según su propia misericordia nos ha salvado, con el baño del segundo nacimiento y con la renovación por el Espíritu Santo; Dios lo derramó copiosamente sobre nosotros por medio de Jesucristo, nuestro Salvador. Así, justificados por su gracia, somos, en esperanza, herederos de la vida eterna.
Salmo responsorial: 22
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.
Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan.
Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.
Versículo antes del Evangelio (1Tes 5,18): Aleluya. Dad gracias siempre, unidos a Cristo Jesús, pues esto es lo que Dios quiere que vosotros hagáis. Aleluya.
Texto del Evangelio (Lc 17,11-19): Un día, de camino a Jerusalén, Jesús pasaba por los confines entre Samaría y Galilea, y, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia y, levantando la voz, dijeron: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!». Al verlos, les dijo: «Id y presentaos a los sacerdotes».
Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios. Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano. Tomó la palabra Jesús y dijo: «¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero?». Y le dijo: «Levántate y vete; tu fe te ha salvado».
«Postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias»
P. Conrad J. MARTÍ i Martí OFM
(Valldoreix, Barcelona, España)
Hoy, Jesús pasa cerca de nosotros para hacernos vivir la escena mencionada más arriba, con un aire realista, en la persona de tantos marginados como hay en nuestra sociedad, los cuales se fijan en los cristianos para encontrar en ellos la bondad y el amor de Jesús. En tiempos del Señor, los leprosos formaban parte del estamento de los marginados. De hecho, aquellos diez leprosos fueron al encuentro de Jesús en la entrada de un pueblo (cf. Lc 17,12), pues ellos no podían entrar en las poblaciones, ni les estaba permitido acercarse a la gente («se pararon a distancia»).
Con un poco de imaginación, cada uno de nosotros puede reproducir la imagen de los marginados de la sociedad, que tienen nombre como nosotros: inmigrantes, drogadictos, delincuentes, enfermos de sida, gente en el paro, pobres... Jesús quiere restablecerlos, remediar sus sufrimientos, resolver sus problemas; y nos pide colaboración de forma desinteresada, gratuita, eficaz... por amor.
Además, hacemos más presente en cada uno de nosotros la lección que da Jesús. Somos pecadores y necesitados de perdón, somos pobres que todo lo esperan de Él. ¿Seríamos capaces de decir como el leproso «Jesús, maestro, ten compasión de mi» (cf. Lc 17,13)? ¿Sabemos recurrir a Jesús con plegaria profunda y confiada?
¿Imitamos al leproso curado, que vuelve a Jesús para darle gracias? De hecho, sólo «uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios» (Lc 17,15). Jesús echa de menos a los otros nueve: «¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están?» (Lc 17,17). San Agustín dejó la siguiente sentencia: «‘Gracias a Dios’: no hay nada que uno puede decir con mayor brevedad (...) ni hacer con mayor utilidad que estas palabras». Por tanto, nosotros, ¿cómo agradecemos a Jesús el gran don de la vida, propia y de la familia; la gracia de la fe, la santa Eucaristía, el perdón de los pecados...? ¿No nos pasa alguna vez que no le damos gracias por la Eucaristía, aun a pesar de participar frecuentemente en ella? La Eucaristía es —no lo dudemos— nuestra mejor vivencia de cada día.
domingo, 10 de noviembre de 2024
SANTORAL DE HOY DOMINGO 10 DE NOVIEMBRE DE 2024
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PAPA FRANCISCO: QUE MARÍA NOS AYUDE A COMBATIR LA GRAN TENTACIÓN DE LA HIPOCRESÍA
Papa Francisco: Que María nos ayude a combatir la “gran tentación” de la hipocresía
Crédito: Vatican News - Por Walter Sánchez Silva
10 de noviembre de 2024
El Papa Francisco pidió a la Virgen María que nos ayude a combatir la “gran tentación” de la hipocresía, antes del rezo del ángelus este domingo en la Plaza de San Pedro en el Vaticano.
“Que la Virgen María nos ayude a combatir en nosotros la tentación de la hipocresía –Jesús les dice hipócritas, es una gran tentación la hipocresía– y nos ayude a hacer el bien sin apariencias y con sencillez”, señaló el Santo Padre en su reflexión sobre el Evangelio de hoy (Mc 12, 38-44), en el que Jesús denuncia “la actitud hipócrita de algunos escribas”.
Estos personajes, encargados de transcribir e interpretar las Escrituras, eran tenidos en gran consideración por el pueblo, pero “más allá de las apariencias, su comportamiento a menudo no se correspondía con lo que enseñaban. No eran coherentes”, precisó el Papa Francisco.
“Algunos, en efecto, con el prestigio y el poder de que gozaban, menospreciaban a los demás –es muy feo esto de mirar a las otras personas de arriba abajo– se daban aires de superioridad y, ocultándose tras una fachada de pretendida respetabilidad y legalismo, se arrogaban privilegios e incluso llegaban a cometer auténticos robos contra los más débiles, como las viudas”, como la del Evangelio que da todo lo que tiene para la ofrenda.
El Papa Francisco destacó que, en los escribas, “incluso la oración corría el riesgo de dejar de ser para ellos un momento de encuentro con el Señor y convertirse en una ocasión de ostentación de respetabilidad y piedad fingida, útil para atraer la atención de la gente y obtener su aprobación”.
“Se comportaban como personas corruptas, no todos, alimentando un sistema social y religioso en el que era normal aprovecharse a espaldas de los demás, especialmente de los más indefensos, cometiendo injusticias y garantizando la impunidad. De esas personas Jesús recomienda alejarse, ‘tener cuidado’, no imitarlas”, dijo el Pontífice.
Al contrario, precisó el Papa, con su palabra y su ejemplo, Jesús “enseña cosas muy distintas sobre la autoridad. Habla de ella en términos de sacrificio de uno mismo, de servicio humilde (Mc 10,42-45), de ternura maternal y paternal hacia las personas (Lc 11,11-13), especialmente hacia los necesitados (Lc 10,25-37)”.
“Jesús invita a quienes están investidos de ella a mirar a los demás, desde su posición de poder, no para humillarlos, sino para levantarlos, dándoles esperanza y ayuda”.
El Santo Padre preguntó entonces a todos: “¿Cómo me comporto en mis ámbitos de responsabilidad? ¿Actúo con humildad, o me enorgullezco de mi posición? ¿Soy generoso y respetuoso con las personas, o las trato de modo rudo y autoritario? Y con mis hermanos y hermanas más frágiles, ¿estoy cerca de ellos, puedo agacharme para ayudarles a levantarse?”.