Catalina Tomás, Santa
Monja, 28 de julio
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Sansón de Dol, Santo
Abad y Obispo, 28 de julio
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Ramón Emiliano Hortelano Gómez, Beato
Mártir Laico, 28 de julio
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Jesús Aníbal Gómez Gómez, Beato
Seminarista y Mártir, 28 de julio
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Mártires de Sigüenza y Fernán Caballero, Beatos
Mártires, 28 de julio
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Orencio Luis (Antonio Solá Garriga), Beato
Religioso y Mártir, 28 de julio
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Manuel Segura, Beato
Mártir, 28 de julio
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José Caselles Moncho y José Castell Camps, Beatos
Mártires Salesianos, 28 de julio
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Víctor I, Santo
XIV Papa, 28 de julio
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Melchor de Quirós, Santo
Obispo y Mártir, 28 de julio
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Jaime Hilario (Manuel Barbal Cosán), Santo
Mártir Lasallista, 28 de julio
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Alfonsa de la Inmaculada Concepción (Ana) Muttathupadathu, Santa
Primera Santa de la India, 28 de julio
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Germán Martín Martín, Beato
Sacerdote y Mártir, 28 de julio
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Pedro Poveda Castroverde, Santo
Sacerdote y Mártir, 28 de julio
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Nazario y Celso, santos
Mártires, 28 de julio
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Inocencio I, Santo
XL Papa, 12 de marzo
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martes, 28 de julio de 2015
LOS SANTOS DE HOY: MARTES 28 DE JULIO DEL 2015
SAN VÍCTOR I, XIV PAPA, 28 DE JULIO
Víctor I, Santo
XIV Papa, 28 de julio
Fuente: ACIprensa.com
XIV Papa de la Iglesia
y Mártir
Martirologio Romano: En Roma, san Víctor I, papa, africano de nacimiento, que fijó para todas las Iglesias la celebración de la fiesta de Pascua en el domingo que sigue inmediatamente a la Pascua judía (c. 200).
San Víctor, originario de Africa, sucedió en el pontificado a San Eleuterio hacia el año 189. Afrontó eficazmente las grandes dificultades de su época. Por ejemplo, ciertos cristianos del Asia que vivían en Roma, insistían en celebrar la Pascua según su propia tradición, aunque no fuese en domingo. Como ciertos obispos de Asia los apoyasen, San Víctor los amenazó con la excomunión. Otra de las dificultades que tuvo que enfrentar, fue la enseñanza de Teódoto, quien sostenía que Jesucristo era simplemente un hombre dotado de poderes sobrenaturales.
San Víctor murió antes de que comenzase la persecución de Septimio Severo, pero las persecuciones que debió sufrir por su enérgico celo para defender la fe, le merecen el título de mártir. Según San Jerónimo, este santo fue el primero en celebrar los sagrados misterios en latín.
San Víctor, originario de Africa, sucedió en el pontificado a San Eleuterio hacia el año 189. Afrontó eficazmente las grandes dificultades de su época. Por ejemplo, ciertos cristianos del Asia que vivían en Roma, insistían en celebrar la Pascua según su propia tradición, aunque no fuese en domingo. Como ciertos obispos de Asia los apoyasen, San Víctor los amenazó con la excomunión. Otra de las dificultades que tuvo que enfrentar, fue la enseñanza de Teódoto, quien sostenía que Jesucristo era simplemente un hombre dotado de poderes sobrenaturales.
San Víctor murió antes de que comenzase la persecución de Septimio Severo, pero las persecuciones que debió sufrir por su enérgico celo para defender la fe, le merecen el título de mártir. Según San Jerónimo, este santo fue el primero en celebrar los sagrados misterios en latín.
lunes, 27 de julio de 2015
LOS SANTOS DE HOY: LUNES 27 DE JULIO DEL 2015
María Magdalena Martinengo, Beata
Clarisa Capuchina, 27 de julio
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Àngel Maria Rodamilans y compañeros, Beatos
Mártires benedictinos, 27 de julio
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José María Ruiz Cano, Beato
Sacerdote y Mártir, 27 de julio
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Celestino I, Santo
XLIII Papa, 27 de julio
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Modesto Vegas Vegas, Beato
Presbítero y Mártir, 27 de julio
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Felipe Hernández Martínez, Beato
Religioso y Mártir, 27 de julio
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María de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo, Beata
Religiosa, 27 de julio
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Pantaleón, Santo
Mártir, 27 de julio
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Simeón Estilita el Grande, Santo
Monje, 27 de julio
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Aurelio, Natalia, Félix, Liliosa y Jorge, Mártires
Mártires, 27 de julio
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SANTOS Y SANTAS AURELIO, NATALIA, FÉLIX, LILIOSA Y JORGE, MÁRTIRES, 27 DE JULIO
Aurelio, Natalia, Félix, Liliosa y Jorge, Mártires
Aurelio, Natalia, Félix, Liliosa y Jorge, Mártires
Mártires, 27 de julio
Fuente: Archidiócesis de Madrid
Mártires
Martirologio Romano: En Córdoba, en la provincia hispánica de Andalucía, santos mártires Jorge, diácono y monje originario de Siria, Aurelio y Sabigoto, esposos, y Félix y Liliosa, esposos también, que en la persecución desencadenada por los sarracenos, deseando dar testimonio de su fe cristiana, no cesaron de alabar a Cristo en la cárcel, donde fueron finalmente decapitados.
Breve Biografía
Aurelio es hijo de un mahometano de los que ocupaban Córdoba, en España; pero su madre es cristiana y procuró educarlo en la fe verdadera. Pronto quedó huérfano de padre y madre; una tía suya, también cristiana, se encargó de hacerlo un hombre. Al llegarle la edad se casó con Natalia, hija de padres mahometanos pero, convertida al cristianismo, se bautizó cuando ellos murieron y empezó a llamarse Sabigoto; tienen dos hijas pequeñas; son ricos y emparentados con gente importante de la ciudad por la parte mora.
Félix es uno de los amigos de Aurelio y está casado con Liliosa. A ellos las cosas les van igualmente bien, no por agarenos, sino por la renuncia que años atrás hizo Félix a la fe de los cristianos; tuvo miedo; no se atrevió a afrontar la vida con las limitaciones de trabajo, económicas, los impuestos, la mala perspectiva para los futuros hijos con todas las puertas cerradas para prosperar y disimuló su fe ante el juez. Por ello no les va nada mal. Él sigue creyendo en Dios, pero no frecuenta las reuniones, ni participa en el culto porque no se interprete que da marcha atrás.
Han comenzado a pasar cosas graves en la ciudad emirada en los últimos tiempos. Los ánimos se han calentado y comenzado a haber gente muerta por ser cristiana. Primero mataron a un presbítero que se llamaba Perfecto, luego a otros más; hay gente en la cárcel por su fe cristiana y se presentan situaciones tan tensas que no se sabe muy bien cómo va a ponerse el ambiente.
En general, los cristianos de Córdoba están ya hartos de su deteriorada situación, y han comenzado a presentarse ellos mismos, de modo espontáneo, al tribunal. Otros piensan que esta es la ocasión de lavar sus culpas y hasta parece ser el caso de Félix. Los dos matrimonios llevan tiempo hablando entre ellos de responsabilidades y de fidelidad. Una de las primeras cabezas cristianas les ha hecho poner en balanza lo que se gana y lo que se pierde; es ese hombre valiente y docto obispo que se llama Eulogio. Las dos parejas se animan a ser fieles y más valientes de lo que son.
Cuando el otro día estaba Aurelio en la plaza vió un espectáculo triste en sí mismo y lamentable; llevaban en un borrico, con gran alboroto, entre gritos y gestos maldicentes, al bueno de Juan; iba herido, le pegaban con cuerdas, le insultaban y maldecían por ser cristiano y no bendecir al Profeta. Llegó a casa y no pudo ocultar su pena por la injusticia, todo en él era rebeldía por la impotencia; Liliosa escuchó la versión y pronto la conocen Aurelio y Sabigoto. Ahora los cuatro están dispuestos a buscar solución definitiva pasando por el martirio; pero deben prepararse bien al momento decisivo. Primero, Aurelio y Sabigoto deben llevar a sus hijas al monasterio que fundaron Jeremías e Isabel; ahora es Isabel la abadesa de Tábanos y ella se encargará de cuidarlas con la dote que pondrán a su disposición; luego, sí, deben mejorar su oración, sus sacrificios, su amor a Dios. Y así comienza una nueva dimensión en sus vidas. Los cuatro están a partir un piñón cuando dan abundantes limosnas con sus bienes, comienzan a dormir en el suelo, practican el ayuno, visitan a los enfermos y hasta deciden ir -con influencias- a la prisión para dar algo de consuelo.
Fue allí donde encontraron a Flora, la virgen que es hija de mahometano y cristiana y a María, monja de Cuteclara y hermana del diácono Wilabonso, decapitado el siete de junio del año pasado. Ellas están condenadas a muerte por sacrílegas y parece que lo que esperan es un premio por su alegría y decisión. Las dos parejas fueron a consolarlas y salieron de la cárcel con fuego en sus corazones.
Conocieron en el monasterio tabanense a Jorge, un monje oriental, concretamente de Siria, que pasó veintiséis años en San Sabas, cerca de Jerusalén, enviado a África para recoger limosnas para mantener a los monjes que habían quedado allí. Es diácono, amigo de Eulogio, sencillo y servidor de todos; habla griego, árabe y latín. Se les unió desde entonces, pensando en el martirio, y ya no se les despega ni de día ni de noche.
Los cinco se han presentado ante el juez; le ponen al corriente de su fe cristiana al tiempo que afirman la falsedad de la religión que profesan todos los seguidores de Mahoma. El juez se esfuerza en hacerles recapacitar sobre su locura; les está haciendo ver la vida que tienen por delante con promesas de bienes, comodidades y honra. Todo es basura comparado con Jesucristo a quien desean servir por encima de todo. Les da cinco días de cárcel para pensar y poder reunir al Consejo porque son personas importantes por su parentela y él no quiere decidir su suerte. Ante los nuevos jueces, pareció que tenían ellos más ganas de ser condenados que los jueces en condenarles. Terminaron degollados, aplicando la ley, por maldecir al Profeta y declarar abyecta su religión.
Fue el día 27 de julio del año 852.
Dos matrimonios y un fraile dijeron públicamente del modo más fuerte y claro que es mejor el bien de Cristo que la totalidad de bienes terrenos. Amén.
Félix es uno de los amigos de Aurelio y está casado con Liliosa. A ellos las cosas les van igualmente bien, no por agarenos, sino por la renuncia que años atrás hizo Félix a la fe de los cristianos; tuvo miedo; no se atrevió a afrontar la vida con las limitaciones de trabajo, económicas, los impuestos, la mala perspectiva para los futuros hijos con todas las puertas cerradas para prosperar y disimuló su fe ante el juez. Por ello no les va nada mal. Él sigue creyendo en Dios, pero no frecuenta las reuniones, ni participa en el culto porque no se interprete que da marcha atrás.
Han comenzado a pasar cosas graves en la ciudad emirada en los últimos tiempos. Los ánimos se han calentado y comenzado a haber gente muerta por ser cristiana. Primero mataron a un presbítero que se llamaba Perfecto, luego a otros más; hay gente en la cárcel por su fe cristiana y se presentan situaciones tan tensas que no se sabe muy bien cómo va a ponerse el ambiente.
En general, los cristianos de Córdoba están ya hartos de su deteriorada situación, y han comenzado a presentarse ellos mismos, de modo espontáneo, al tribunal. Otros piensan que esta es la ocasión de lavar sus culpas y hasta parece ser el caso de Félix. Los dos matrimonios llevan tiempo hablando entre ellos de responsabilidades y de fidelidad. Una de las primeras cabezas cristianas les ha hecho poner en balanza lo que se gana y lo que se pierde; es ese hombre valiente y docto obispo que se llama Eulogio. Las dos parejas se animan a ser fieles y más valientes de lo que son.
Cuando el otro día estaba Aurelio en la plaza vió un espectáculo triste en sí mismo y lamentable; llevaban en un borrico, con gran alboroto, entre gritos y gestos maldicentes, al bueno de Juan; iba herido, le pegaban con cuerdas, le insultaban y maldecían por ser cristiano y no bendecir al Profeta. Llegó a casa y no pudo ocultar su pena por la injusticia, todo en él era rebeldía por la impotencia; Liliosa escuchó la versión y pronto la conocen Aurelio y Sabigoto. Ahora los cuatro están dispuestos a buscar solución definitiva pasando por el martirio; pero deben prepararse bien al momento decisivo. Primero, Aurelio y Sabigoto deben llevar a sus hijas al monasterio que fundaron Jeremías e Isabel; ahora es Isabel la abadesa de Tábanos y ella se encargará de cuidarlas con la dote que pondrán a su disposición; luego, sí, deben mejorar su oración, sus sacrificios, su amor a Dios. Y así comienza una nueva dimensión en sus vidas. Los cuatro están a partir un piñón cuando dan abundantes limosnas con sus bienes, comienzan a dormir en el suelo, practican el ayuno, visitan a los enfermos y hasta deciden ir -con influencias- a la prisión para dar algo de consuelo.
Fue allí donde encontraron a Flora, la virgen que es hija de mahometano y cristiana y a María, monja de Cuteclara y hermana del diácono Wilabonso, decapitado el siete de junio del año pasado. Ellas están condenadas a muerte por sacrílegas y parece que lo que esperan es un premio por su alegría y decisión. Las dos parejas fueron a consolarlas y salieron de la cárcel con fuego en sus corazones.
Conocieron en el monasterio tabanense a Jorge, un monje oriental, concretamente de Siria, que pasó veintiséis años en San Sabas, cerca de Jerusalén, enviado a África para recoger limosnas para mantener a los monjes que habían quedado allí. Es diácono, amigo de Eulogio, sencillo y servidor de todos; habla griego, árabe y latín. Se les unió desde entonces, pensando en el martirio, y ya no se les despega ni de día ni de noche.
Los cinco se han presentado ante el juez; le ponen al corriente de su fe cristiana al tiempo que afirman la falsedad de la religión que profesan todos los seguidores de Mahoma. El juez se esfuerza en hacerles recapacitar sobre su locura; les está haciendo ver la vida que tienen por delante con promesas de bienes, comodidades y honra. Todo es basura comparado con Jesucristo a quien desean servir por encima de todo. Les da cinco días de cárcel para pensar y poder reunir al Consejo porque son personas importantes por su parentela y él no quiere decidir su suerte. Ante los nuevos jueces, pareció que tenían ellos más ganas de ser condenados que los jueces en condenarles. Terminaron degollados, aplicando la ley, por maldecir al Profeta y declarar abyecta su religión.
Fue el día 27 de julio del año 852.
Dos matrimonios y un fraile dijeron públicamente del modo más fuerte y claro que es mejor el bien de Cristo que la totalidad de bienes terrenos. Amén.
EL EVANGELIO DE HOY: LUNES 27 DE JULIO DEL 2015
Si tuvieras fe como un grano de mostaza
Parábolas
Mateo 13, 31-35. Tiempo Ordinario. Si bien es la más pequeño de todas las semillas, crece hasta volverse la más grande que todas.
Por: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Mateo 13, 31-35
En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente: El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas y vienen los pájaros a anidar en sus ramas. Les dijo otra parábola: El Reino de los Cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina y basta para que todo fermente. Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas, y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: "Abriré mi boca diciendo parábolas; anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo."
Oración introductoria
Ven, Espíritu Santo, ilumina mi meditación para que, como la semilla de mostaza, crezca y sea el fermento para que mis actividades de este día produzcan los frutos de amor que Tú tienes dispuesto.
Petición
Padre Santo, haz que tenga el anhelo de llevar a todos los hombres, mis hermanos, la Buena Nueva de tu Evangelio.
Meditación del Papa Francisco
En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente: El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas y vienen los pájaros a anidar en sus ramas. Les dijo otra parábola: El Reino de los Cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina y basta para que todo fermente. Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas, y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: "Abriré mi boca diciendo parábolas; anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo."
Oración introductoria
Ven, Espíritu Santo, ilumina mi meditación para que, como la semilla de mostaza, crezca y sea el fermento para que mis actividades de este día produzcan los frutos de amor que Tú tienes dispuesto.
Petición
Padre Santo, haz que tenga el anhelo de llevar a todos los hombres, mis hermanos, la Buena Nueva de tu Evangelio.
Meditación del Papa Francisco
La parábola utiliza la imagen del grano de mostaza. Si bien es el más pequeño de todas las semillas está lleno de vida y crece hasta volverse 'más grande que todas las plantas de huerto'.
Así es el reino de Dios: una realidad humanamente pequeña y aparentemente irrelevante. Para entrar a ser parte es necesario ser pobres en el corazón; no confiarse en las propias capacidades sino en la potencia del amor de Dios; no actuar para ser importantes a los ojos de mundo, sino preciosos a los ojos de Dios, que tiene predilección por simples y los humildes.
Cuando vivimos así, a través de nosotros irrumpe la fuerza de Cristo y transforma lo que es pequeño y modesto en una realidad que hace fermentar a toda la masa del mundo y de la historia.
De estas dos parábolas nos viene una enseñanza importante: el Reino de Dios pide nuestra colaboración, si bien es sobretodo iniciativa y un don del Señor. Nuestra débil obra aparentemente pequeña delante de los problemas del mundo, si se inserta en la de Dios y no tiene miedo de las dificultades.» (Homilía de S.S. Francisco, 14 de junio de 2015).
Reflexión
Cuando vemos que la sociedad vive cada vez más descristianizada, nos lamentamos y vemos lo poco que podemos hacer. Ese sentimiento de impotencia es natural. Sin embargo, los mecanismos del Reino de los Cielos funcionan de manera diferente. ¿Por qué? Porque el verdadero actor es Dios, y como Él es Todopoderoso puede hacer que cambie hasta lo más difícil.
Al contemplar la vida de los santos, como la de S. Francisco de Asís, vemos cómo se realiza una gran obra a través de ese "pequeño instrumento". Esto es lo que Jesús quiere decirnos: "no te preocupes si sólo eres una semilla diminuta. Siémbrate en mi Corazón y verás hasta dónde puedes".
Así lo hicieron un grupo de gente sencilla que siguió a Jesús: sus apóstoles. ¿Quién les iba a decir que después de dos mil años la Iglesia estaría presente en tantos lugares y atendería las necesidades materiales y espirituales de millones de personas? Esto se debe a que la fuerza de la Iglesia no está en lo que pueda hacer cada uno por su cuenta, sino en el poder de Dios con las personas que se entregan a fondo.
El secreto consiste en cambiar el propio corazón por el de Jesús, pareciéndonos a Él en todo lo posible. Así se transforma también nuestra familia y las personas de nuestro entorno. Y entre todos, impulsados por Cristo, podemos traer a este mundo la civilización del amor.
Propósito
Sembrar amor al escribir un correo electrónico o una nota a quien se ha alejado de Cristo.
Diálogo con Cristo
Señor, gracias por la semilla de la fe que recibí el día de mi bautismo. Quiero que ésta crezca para que pueda convertir, con tu gracia, mi vida en tierra buena, sin obstáculos ni cizaña que detengan los frutos de amor que Tú produces.
Cuando vemos que la sociedad vive cada vez más descristianizada, nos lamentamos y vemos lo poco que podemos hacer. Ese sentimiento de impotencia es natural. Sin embargo, los mecanismos del Reino de los Cielos funcionan de manera diferente. ¿Por qué? Porque el verdadero actor es Dios, y como Él es Todopoderoso puede hacer que cambie hasta lo más difícil.
Al contemplar la vida de los santos, como la de S. Francisco de Asís, vemos cómo se realiza una gran obra a través de ese "pequeño instrumento". Esto es lo que Jesús quiere decirnos: "no te preocupes si sólo eres una semilla diminuta. Siémbrate en mi Corazón y verás hasta dónde puedes".
Así lo hicieron un grupo de gente sencilla que siguió a Jesús: sus apóstoles. ¿Quién les iba a decir que después de dos mil años la Iglesia estaría presente en tantos lugares y atendería las necesidades materiales y espirituales de millones de personas? Esto se debe a que la fuerza de la Iglesia no está en lo que pueda hacer cada uno por su cuenta, sino en el poder de Dios con las personas que se entregan a fondo.
El secreto consiste en cambiar el propio corazón por el de Jesús, pareciéndonos a Él en todo lo posible. Así se transforma también nuestra familia y las personas de nuestro entorno. Y entre todos, impulsados por Cristo, podemos traer a este mundo la civilización del amor.
Propósito
Sembrar amor al escribir un correo electrónico o una nota a quien se ha alejado de Cristo.
Diálogo con Cristo
Señor, gracias por la semilla de la fe que recibí el día de mi bautismo. Quiero que ésta crezca para que pueda convertir, con tu gracia, mi vida en tierra buena, sin obstáculos ni cizaña que detengan los frutos de amor que Tú produces.
domingo, 26 de julio de 2015
EL EVANGELIO DE HOY: DOMINGO 26 DE JULIO DEL 2015
Hay un muchacho que tiene cinco panes y dos peces
Milagros de Jesús
Juan 6, 1-15. Tiempo Ordinario. Pongamos a disposición de nuestro Señor y de nuestros semejantes
Por: P. Sergio A. Córdova LC | Fuente: Catholic.net
Por: P. Sergio A. Córdova LC | Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Juan 6, 1-15
En aquel tiempo, se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades, mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos. Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos. Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia él mucha gente, dice a Felipe: «¿Donde vamos a comprar panes para que coman éstos?» Se lo decía para probarle, porque él sabía lo que iba a hacer. Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco.» Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?» Dijo Jesús: «Haced que se recueste la gente.» Había en el lugar mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número de unos cinco mil. Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los trozos sobrantes para que nada se pierda.» Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. Al ver la gente la señal que había realizado, decía: «Este es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo.» Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, se retiró de nuevo al monte él solo.
Oración preparatoria
Señor, te ofrezco sinceramente toda mi vida, para que sea como esos cinco panes y dos pescados que dieron de comer a tantas personas. Ilumina esta oración para que, con determinación, no desperdicie tu gracia, la gratuidad de tu amor.
Petición
Señor, te ofrezco todo lo que soy, multiplícalo con tu gracia, para que sea un mejor servidor de los demás.
Meditación del Papa Francisco
En aquel tiempo, se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades, mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos. Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos. Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia él mucha gente, dice a Felipe: «¿Donde vamos a comprar panes para que coman éstos?» Se lo decía para probarle, porque él sabía lo que iba a hacer. Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco.» Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?» Dijo Jesús: «Haced que se recueste la gente.» Había en el lugar mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número de unos cinco mil. Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los trozos sobrantes para que nada se pierda.» Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. Al ver la gente la señal que había realizado, decía: «Este es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo.» Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, se retiró de nuevo al monte él solo.
Oración preparatoria
Señor, te ofrezco sinceramente toda mi vida, para que sea como esos cinco panes y dos pescados que dieron de comer a tantas personas. Ilumina esta oración para que, con determinación, no desperdicie tu gracia, la gratuidad de tu amor.
Petición
Señor, te ofrezco todo lo que soy, multiplícalo con tu gracia, para que sea un mejor servidor de los demás.
Meditación del Papa Francisco
Muchas personas le siguieron y le alcanzaron; y Jesús, viéndoles, sintió compasión y curó enfermos hasta la noche. Entonces, los discípulos preocupados porque era tarde, le dijeron que despidiera a la multitud para que pudieran ir a los pueblos y comprarse comida. Pero Jesús, tranquilamente respondió: "Dadles vosotros de comer"; y le dieron cinco panes y dos peces, los bendijo, y comenzó a partirlos y darlos a los discípulos, que los distribuyeron entre la gente. ¡Todos comieron hasta saciarse y aún así sobró!
En este acontecimiento podemos acoger tres mensajes. El primero es la compasión. Frente a la multitud que lo sigue y -por así decir- 'no lo deja en paz', Jesús no actúa con irritación, no dice 'esta gente me molesta'. Sino que siente compasión, porque sabe que no lo buscan por curiosidad, sino por necesidad. Estemos atentos, compasión es lo que siente Jesús. No es simplemente sentir piedad, es más, significa misericordia, es decir, identificarse con el sufrimiento del otro, al punto de cargarlo en sí mismo. Así es Jesús, sufre junto a nosotros, sufre con nosotros, sufre por nosotros.» (Angelus de S.S. Francisco, 3 de agosto de 2014).
Reflexión
¡Jesús es verdaderamente desconcertante! Y no podía ser de otra manera. El es Dios y toda su persona humano-divina está envuelta en el misterio. Más aún, El mismo es un misterio para el hombre. Y también su acción, en consecuencia, es parte del misterio y muchas veces nos desconcierta con su manera de actuar, tan distinta a los criterios de los hombres.
Hace dos semanas meditábamos en el poder de Dios, y cómo actúa en muchísimas ocasiones sin contar con los medios humanos para llevar a cabo sus obras. Los instrumentos que usa son absolutamente desproporcionados para los fines que pretende conseguir. Y lo más maravilloso es que, aun así, ¡los consigue! Y allí tenemos a David, haciendo frente a Goliat, y venciéndolo. Y lo mismo le sucede a Gedeón, a los profetas, a los apóstoles y a la Iglesia a lo largo de toda su historia. Así es Dios.
Pues hoy el Evangelio nos presenta otra de esas acciones desconcertantes de nuestro Señor: la multiplicación de los panes. Pero fijémonos bien en los detalles que nos ofrece la narración evangélica: ¿cuántos panes y peces tenía nuestro Señor? ¿y a cuántos tenía que dar de comer? Efectivamente: cinco panes y dos peces para cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños. ¿Verdad que es una desproporción impresionante? ¡Pues para Cristo no hay imposibles! Una palabra, una bendición, una orden a sus discípulos, y los panes se multiplican por millares. Y, por si fuera poco, todavía llenan doce canastas con los pedazos sobrantes.
¡Aquí tenemos otra vez a nuestro Señor con otra de sus "salidas" típicas de El! ¿Por qué escogió a ese pobre muchacho que traía unos cuantos panes y dos pececillos para realizar el milagro? Porque a Dios le gusta actuar a través de instrumentos pobres, frágiles y limitados. Y es que la contabilidad y las matemáticas de Dios no son, por fortuna, como las nuestras.
El cardenal Van Thuan, ese arzobispo vietnamita que fue perseguido por el régimen comunista de su país y que transcurrió trece años en la prisión, comenta bellamente en su libro "Testigos de la esperanza" que él "ama a Jesús por sus defectos". No es una herejía, aunque lo parezca, sino una verdad más grande que una catedral. Sus "defectos" son los que lo hacen más atractivo, más humano, más amable y más cercano a nosotros. Algunos de esos defectos -nos dice el cardenal- son: que Jesús no conoce las matemáticas, que no actúa con lógica humana y que no es experto en finanzas ni en economía. ¡Y aquí tenemos otra prueba de ello!
Esa desproporción con la que obra nuestro Señor se supera no a base de "prudentes" cálculos humanos o de razonamientos "lógicos" según nuestra manera de ver las cosas, sino a base de fe, de confianza en el poder de Dios y de caridad hacia nuestros prójimos. Pero la condición para que Cristo obre el milagro es que pongamos a su disposición TODO lo que somos y tenemos. Puede ser que seamos muy poca cosa y que no tengamos casi nada. No importa. Pero lo que sí es indispensable es que lo pongamos todo. Ese muchacho puso a disposición de Cristo sus cinco panes y sus dos peces, sin guardarse nada para sí mismo "por si acaso". Y es esa pobreza –no la abundancia de bienes– la que el Señor quiere que pongamos a disposición de El y de los demás. Es la imagen más provocadora de una Iglesia pobre y desprovista de medios, débil e insignificante en el plano humano, compuesta de gente "que no cuenta", la que sirve y desconcierta al mundo, a los "grandes" y a los poderosos. La desproporción se anula -como comenta un escritor contemporáneo- cuando lo poco que se tiene, lo nada que se es, se convierte en el todo que se da y que se pone al servicio del prójimo. "Tener fe -dice Pronzato- no significa tanto creer en los milagros, cuanto creer que Cristo, para hacer el milagro, tiene necesidad de nuestra alforja, aunque muchas veces se encuentre casi vacía. Tener fe no quiere decir solicitar a Jesús que cambie las piedras en pan -ésta es una tentación, rechazada por El de una vez por todas, ya desde el principio-. Tener fe significa aceptar que El transforme nuestro corazón de piedra, apto solamente para hacer cálculos exactos, en un corazón de carne, capaz de saciar a la gente con la irracionalidad de la pérdida y del servicio".
Propósito
Ojalá que nosotros también pongamos a disposición de nuestro Señor y de nuestros semejantes "todo" lo que somos y tenemos –aunque objetivamente sea muy poco– para que El pueda realizar milagros en nuestra vida, con nosotros, en nosotros y a través de nosotros.
Diálogo con Cristo
«Toma Señor mi libertad, mi memoria, entendimiento y voluntad. Todo mi ser y poseer, tú me lo diste, a ti Señor lo torno. Todo es tuyo, dispón de mí, según tu voluntad. Dame tu amor y gracia, que eso me basta». Gracias, Señor, por enseñarme a amar con obras concretas, sabiendo que tu gracia multiplica mi pobre esfuerzo.
¡Jesús es verdaderamente desconcertante! Y no podía ser de otra manera. El es Dios y toda su persona humano-divina está envuelta en el misterio. Más aún, El mismo es un misterio para el hombre. Y también su acción, en consecuencia, es parte del misterio y muchas veces nos desconcierta con su manera de actuar, tan distinta a los criterios de los hombres.
Hace dos semanas meditábamos en el poder de Dios, y cómo actúa en muchísimas ocasiones sin contar con los medios humanos para llevar a cabo sus obras. Los instrumentos que usa son absolutamente desproporcionados para los fines que pretende conseguir. Y lo más maravilloso es que, aun así, ¡los consigue! Y allí tenemos a David, haciendo frente a Goliat, y venciéndolo. Y lo mismo le sucede a Gedeón, a los profetas, a los apóstoles y a la Iglesia a lo largo de toda su historia. Así es Dios.
Pues hoy el Evangelio nos presenta otra de esas acciones desconcertantes de nuestro Señor: la multiplicación de los panes. Pero fijémonos bien en los detalles que nos ofrece la narración evangélica: ¿cuántos panes y peces tenía nuestro Señor? ¿y a cuántos tenía que dar de comer? Efectivamente: cinco panes y dos peces para cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños. ¿Verdad que es una desproporción impresionante? ¡Pues para Cristo no hay imposibles! Una palabra, una bendición, una orden a sus discípulos, y los panes se multiplican por millares. Y, por si fuera poco, todavía llenan doce canastas con los pedazos sobrantes.
¡Aquí tenemos otra vez a nuestro Señor con otra de sus "salidas" típicas de El! ¿Por qué escogió a ese pobre muchacho que traía unos cuantos panes y dos pececillos para realizar el milagro? Porque a Dios le gusta actuar a través de instrumentos pobres, frágiles y limitados. Y es que la contabilidad y las matemáticas de Dios no son, por fortuna, como las nuestras.
El cardenal Van Thuan, ese arzobispo vietnamita que fue perseguido por el régimen comunista de su país y que transcurrió trece años en la prisión, comenta bellamente en su libro "Testigos de la esperanza" que él "ama a Jesús por sus defectos". No es una herejía, aunque lo parezca, sino una verdad más grande que una catedral. Sus "defectos" son los que lo hacen más atractivo, más humano, más amable y más cercano a nosotros. Algunos de esos defectos -nos dice el cardenal- son: que Jesús no conoce las matemáticas, que no actúa con lógica humana y que no es experto en finanzas ni en economía. ¡Y aquí tenemos otra prueba de ello!
Esa desproporción con la que obra nuestro Señor se supera no a base de "prudentes" cálculos humanos o de razonamientos "lógicos" según nuestra manera de ver las cosas, sino a base de fe, de confianza en el poder de Dios y de caridad hacia nuestros prójimos. Pero la condición para que Cristo obre el milagro es que pongamos a su disposición TODO lo que somos y tenemos. Puede ser que seamos muy poca cosa y que no tengamos casi nada. No importa. Pero lo que sí es indispensable es que lo pongamos todo. Ese muchacho puso a disposición de Cristo sus cinco panes y sus dos peces, sin guardarse nada para sí mismo "por si acaso". Y es esa pobreza –no la abundancia de bienes– la que el Señor quiere que pongamos a disposición de El y de los demás. Es la imagen más provocadora de una Iglesia pobre y desprovista de medios, débil e insignificante en el plano humano, compuesta de gente "que no cuenta", la que sirve y desconcierta al mundo, a los "grandes" y a los poderosos. La desproporción se anula -como comenta un escritor contemporáneo- cuando lo poco que se tiene, lo nada que se es, se convierte en el todo que se da y que se pone al servicio del prójimo. "Tener fe -dice Pronzato- no significa tanto creer en los milagros, cuanto creer que Cristo, para hacer el milagro, tiene necesidad de nuestra alforja, aunque muchas veces se encuentre casi vacía. Tener fe no quiere decir solicitar a Jesús que cambie las piedras en pan -ésta es una tentación, rechazada por El de una vez por todas, ya desde el principio-. Tener fe significa aceptar que El transforme nuestro corazón de piedra, apto solamente para hacer cálculos exactos, en un corazón de carne, capaz de saciar a la gente con la irracionalidad de la pérdida y del servicio".
Propósito
Ojalá que nosotros también pongamos a disposición de nuestro Señor y de nuestros semejantes "todo" lo que somos y tenemos –aunque objetivamente sea muy poco– para que El pueda realizar milagros en nuestra vida, con nosotros, en nosotros y a través de nosotros.
Diálogo con Cristo
«Toma Señor mi libertad, mi memoria, entendimiento y voluntad. Todo mi ser y poseer, tú me lo diste, a ti Señor lo torno. Todo es tuyo, dispón de mí, según tu voluntad. Dame tu amor y gracia, que eso me basta». Gracias, Señor, por enseñarme a amar con obras concretas, sabiendo que tu gracia multiplica mi pobre esfuerzo.
Preguntas o comentarios al autor P. Sergio Córdova LC
SAN JOAQUÍN Y SANTA ANA, ABUELOS DE JESÚS, 26 DE JULIO
Joaquín y Ana, Santos
Abuelos de Jesús, 26 de Julio
Por: Archidiócesis de Madrid/ itunet |
Abuelos de Jesús
Martirologio Romano: Memoria de san Joaquín y santa Ana, padres de la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, cuyos nombres se conservaron gracias a tradición de los cristianos
Breve Biografía
Una antigua tradición, datada ya en el siglo II, atribuye los nombres de Joaquín y Ana a los padres de la Virgen María. El culto aparece para Santa Ana ya en el siglo VI y para San Joaquín un poco más tarde. La devoción a los abuelos de Jesús es una prolongación natural al cariño y veneración que los cristianos demostraron siempre a la Madre de Dios.
La antífona de la misa de hoy dice: "Alabemos a Joaquin y Ana por su hija; en ella les dio el Señor la bendición de todos los pueblos".
La madre de nuestra Señora, la Virgen Maria, nació en Belén. El culto de sus padres le está muy unido. El nombre Ana significa "gracia, amor, plegaria". La Sagrada Escritura nada nos dice de la santa. Todo lo que sabemos es legendario y se encuentra en el evangelio apócrifo de Santiago, según el cual a los veinticuatro años de edad se casó con un propietario rural llamado Joaquín, galileo, de la ciudad de Nazaret. Su nombre significa "el hombre a quien Dios levanta", y, según san Epifanio, "preparación del Señor". Descendía de la familia real de David.
Moraban en Nazaret y, según la tradición, dividían sus rentas anuales, una de cuyas partes dedicaban a los gastos de la familia, otra al templo y la tercera a los más necesitados.
Llevaban ya veinte años de matrimonio y el hijo tan ansiado no llegaba. Los hebreos consideraban la esterilidad como algo oprobioso y un castigo del cielo. Se los menospreciaba y en la calle se les negaba el saludo. En el templo, Joaquin oía murmurar sobre ellos, como indignos de entrar en la casa de Dios.
Joaquín, muy dolorido, se retira al desierto, para obtener con penitencias y oraciones la ansiada paternidad Ana intensificó sus ruegos, implorando como otras veces la gracia de un hijo. Recordó a la otra Ana de las Escrituras, cuya historia se refiere en el libro de los Reyes: habiendo orado tanto al Señor, fue escuchada, y asi llegó su hijo Samuel, quien más tarde seria un gran profeta.
Y así también Joaquín y Ana vieron premiada su constante oración con el advenimiento de una hija singular, Maria. Esta niña, que había sido concebida sin pecado original, estaba destinada a ser la madre de Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado.
Desde los primeros tiempos de la Iglesia ambos fueron honrados en Oriente; después se les rindió culto en toda la cristiandad, donde se levantaron templos bajo su advocación.
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