miércoles, 14 de febrero de 2024

MEDITACIONES DIARIAS DE CUARESMA - 2024

 



Meditaciones Cuaresmales de Santo Tomás de Aquino

1- LA MUERTE

Miércoles de Ceniza

«Por un hombre entró el pecado en este mundo, y por el pecado, la muerte» (Rom 5, 12). La culpa original y la actual es removida por Cristo, esto es, por el mismo por quien se quitan también defectos corporales, conforme a aquello del Apóstol: Vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu, que mora en vosotros (Rom 8, 11).






2- EL AYUNO

Jueves después de Ceniza

El ayuno se ordena a dos cosas: a borrar el pecado y a elevar el espíritu a las cosas sobrenaturales. Por eso debieron prescribirse los ayunos, especialmente en aquellos tiempos en que convenía que los hombres se purificaran del pecado y se elevase la mente de los fieles a Dios, por la devoción.


3- LA CORONA DE ESPINAS

Viernes después de Ceniza

«Salid, y ved, hijas de Sión, al rey Salomón con la corona, con que le coronó su madre en el día de su desposorio, y en el día de la alegría de su corazón» (Cant 3, 11). Es la voz de la Iglesia, que invita a las almas de los fieles a contemplar cuán admirable y precioso es su esposo.

4- EL GRANO DE TRIGO

Sábado después de Ceniza

«Sí el grano de trigo, que cae en la tierra, no muriere, él solo quedará» (Jn 12, 24). El Verbo de Dios es semilla en el alma del hombre, por cuanto entra en ella por la voz sensible para producir fruto de buenas obras, como dice San Lucas: «La simiente es la palabra de Dios» (8, 11).

5- FUE CONVENIENTE QUE CRISTO FUERA TENTADO

I Domingo de Cuaresma

«Jesús fue llevado al desierto por el espíritu, para ser tentado por el diablo» (Mt 4, 1). Cristo quiso ser tentado: Para darnos un auxilio contra las tentaciones. Para que estuviéramos prevenidos, de modo que nadie, por santo que fuese, se creyera seguro e inmune de tentación.

6- CRISTO DEBIÓ SER TENTADO EN EL DESIERTO

Lunes de la semana I de Cuaresma

«Estuvo en el desierto cuarenta días y cuarenta noches, y le tentó Satanás» (Mc 1, 13).

7- CÓMO SOBRELLEVÓ CRISTO TODOS LOS SUFRIMIENTOS

Martes de la semana I de Cuaresma

Cristo sufrió por sus amigos que lo abandonaban; en su reputación, por las blasfemias proferidas contra él; en su honra y gloria, por los escarnios y afrentas que se le causaron; en sus cosas, porque hasta fue despojado de sus vestiduras; en su alma, por la tristeza, tedio y temor, y en su cuerpo, por las heridas y azotes.

8- INTENSIDAD DEL DOLOR DE CRISTO EN LA PASIÓN

Miércoles de la semana I de Cuaresma

«Atended, y mirad si hay dolor como mi dolor» (Lam 1, 12). En Cristo paciente hubo el dolor verdadero sensible, que es causado por algún daño corporal; y también el dolor interior, producido por la percepción de algún daño, que se llama tristeza.

9- FUE CONVENIENTE QUE CRISTO FUERA CRUCIFICADO ENTRE DOS LADRONES

Jueves de la semana I de Cuaresma

Cristo fue crucificado, entre ladrones, porque así convenía en cuanto a la intención de los judíos, y también en cuanto a la ordenación de Dios. San Agustín dice: «Si te fijas, la misma cruz fue tribunal; porque en medio se encuentra el juez; a un lado el que creyó y fue liberado, y al otro, el que insultó y fue condenado».


10- LA LANZA Y LOS CLAVOS DE NUESTRO SEÑOR

Viernes de la semana I de Cuaresma

«Uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y salió luego sangre y agua» (Jn 19, 34). La Escritura dice de un modo expresivo abrió, y no hirió, porque por este costado se nos abre la puerta de la vida eterna. «Después de esto miré; y vi una puerta abierta» (Apoc 4, 1).


11- CARIDAD DE DIOS EN LA PASIÓN DE CRISTO

Sábado de la semana I de Cuaresma

«Mas Dios hace brillar su caridad en nosotros; porque, aun cuando éramos pecadores, en su tiempo murió Cristo por nosotros (Rom 5, 8-9)». «Cristo murió por los impíos» (Rom 6). Esto es grande si considerarnos quién murió; es grande también, si considerarnos por quienes murió. «Porque apenas hay quien muera por un justo» (Rom 7).


12- DIOS PADRE ENTREGÓ A CRISTO A LA PASIÓN

II Domingo de Cuaresma

«El que aun a su propio Hijo no perdonó, sino que lo entregó por todos nosotros» (Rom 8, 32). Cristo no fue deudor de la muerte por necesidad; sino por amor a los hombres, en cuanto que quiso la salvación humana; y por amor a Dios, en cuanto quiso cumplir su voluntad, como dijo el mismo Cristo: «Mas no como yo quiero, sino como tú» (Mt 26, 39).


13- FUE CONVENIENTE QUE CRISTO PADECIESE DE PARTE DE LOS GENTILES

Lunes de la semana II de Cuaresma

«Lo entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, y azoten y crucifiquen» (Mt 20, 19). Cristo, para manifestar la abundancia de su caridad, por la que padecía, puesto en la Cruz, pidió perdón por sus perseguidores; y por esto, para que el fruto de esta petición llegase a los, judíos y a los gentiles, quiso Cristo padecer por parte de los unos y de los otros.


14- LA PASIÓN DE CRISTO CAUSÓ NUESTRA SALVACIÓN POR MODO DE MERECIMIENTO

Martes de la semana II de Cuaresma

A Cristo se dio la gracia no solamente como a persona singular, sino también en cuanto es cabeza de la Iglesia, para que se derramase a los miembros; y por consiguiente, las obras de Cristo se encuentran, tanto con respecto a sí mismo cuanto a los miembros, en la misma relación en que

se encuentran las obras de otro hombre, constituido en gracia, con respecto a sí mismo.



15- LA PASIÓN DE CRISTO CAUSÓ NUESTRA SALVACIÓN POR MODO DE SATISFACCIÓN

Miércoles de la semana II de Cuaresma

«Y él es propiciación por nuestros pecados; y no tan sólo por los nuestros, mas también por los de todo el mundo» (I Jn 2, 2). Satisface propiamente por una ofensa el que da al ofendido lo que ama tanto, o más, como aborrece la ofensa. Pero Cristo, padeciendo por caridad y obediencia, ofreció a Dios algo mayor que lo que exigía la compensación de toda la ofensa del género humano.



16- LA PASIÓN DE CRISTO OBRÓ A MODO DE SACRIFICIO

Jueves de la semana II de Cuaresma

Se llama propiamente sacrificio una cosa hecha en honor de Dios con el fin de aplacarlo, y de ahí viene lo que dice San Agustín: «El verdadero sacrificio es toda obra que se hace para unirnos a Dios en santa hermandad, referida a aquel fin del bien con el que podemos ser verdaderamente bienaventurados».


17- FIESTA DE LA SÁBANA SANTA

Viernes de la semana II de Cuaresma

«Y tomando José el cuerpo, le envolvió en una sábana limpia, y lo puso en un sepulcro suyo nuevo» (Mt 27, 59-60). Por esta sábana se simbolizan misteriosamente tres cosas: 1º) La carne inmaculada de Cristo. 2ª) Se significa la Iglesia que no tiene mancha ni arruga. Y 3º) Se expresa la conciencia limpia, donde Cristo reposa.


18- LA PASIÓN DE CRISTO OBRÓ NUESTRA SALVACIÓN POR MODO DE REDENCIÓN

Sábado de la semana II de Cuaresma

«Sabiendo que habéis sido rescatados de vuestra vana conversación, que recibisteis de vuestros padres, no por oro ni por plata, que son cosas perecederas, sino por la preciosa sangre de Cristo, como de un cordero inmaculado y sin mancilla» (1 Ped 1, 18).


19- LA PASIÓN DE CRISTO NOS LIBRÓ DEL PECADO

III Domingo de Cuaresma

«Nos amó y nos lavó de nuestros pecados con su sangre» (Apoc 1, 5). Puesto que la Pasión de Cristo precedió como cierta causa universal del perdón de los pecados, es necesario que sea aplicada a cada uno para borrar los pecados propios. Esto se hace por el bautismo, la penitencia y otros sacramentos que reciben la virtud de la Pasión de Cristo.


20- LA PASIÓN DE CRISTO NOS LIBRÓ DEL PODER DEL DIABLO

Lunes de la semana III de Cuaresma

«Cuando ya estaba próxima la Pasión, dijo el Señor: Ahora será lanzado fuera el príncipe de este mundo. Y si yo fuere alzado de la tierra, todo lo atraeré a mí mismo» (Jn 12, 31-32). Fue alzado de la tierra por la Pasión de la Cruz. Luego por ella fue despojado el diablo del poder que tenía sobre los hombres.


21- CRISTO, VERDADERO REDENTOR

Martes de la semana III de Cuaresma

«Habéis sido rescatados… por la preciosa sangre de Cristo, como de un cordero inmaculado» (1 Ped 18-19). Por el pecado del primer padre todo el género humano se había separado de Dios, como dice San Pablo a los de Éfeso (2, 12), pero no del poder de Dios, sino de la visión del rostro de Dios, a la que son admitidos los hijos y domésticos.


22- PRECIO DE NUESTRO RESCATE

Miércoles de la semana III de Cuaresma

«Comprados fuisteis por grande precio» (1 Cor 6, 20). En Cristo la dignidad de la persona es infinita, porque es una persona divina. Luego cualquier sufrimiento suyo, por mínimo que sea, es infinito. De ahí que cualquier sufrimiento suyo bastara para la redención del género humano, aun sin la muerte.


23- PREDICACIÓN DE LA SAMARITANA

Jueves de la semana III de Cuaresma

«La mujer, pues, dejó su cántaro, y se fue a la ciudad» (Jn 4, 28). Esta mujer, después de haber sido instruida por Cristo, tomó el oficio de los Apóstoles.


24- POR LA PASIÓN DE CRISTO FUIMOS LIBRADOS DE LA PENA DEL PECADO

Viernes de la semana III de Cuaresma

«En verdad tomó sobre sí nuestras enfermedades y él cargó con nuestros dolores» (Is 53, 4). La Pasión de Cristo nos libró del reato de la pena, de dos maneras: 1º, directamente, puesto que la Pasión de Cristo fue una satisfacción suficiente y superabundante por los pecados de todo el género humano. 2º, indirectamente, por cuanto la Pasión de Cristo es causa del perdón del pecado.


25- POR LA PASIÓN DE CRISTO FUIMOS RECONCILIADOS CON DIOS

Sábado de la semana III de Cuaresma

«Fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo» (Rom 5, 10). Fue un bien tan grande el haber padecido Cristo voluntariamente por nosotros, que a causa de este bien encontrado en la naturaleza humana, ha sido aplacado Dios respecto de toda ofensa del género humano, con relación a los que se unen a Cristo paciente por la fe y la caridad.


26- CRISTO CON SU PASIÓN NOS ABRIÓ LA PUERTA DEL CIELO

IV Domingo de Cuaresma

«Por tanto, hermanos, teniendo confianza de entrar en el Santuario por la sangre de Cristo» (Hebr 10, 19). Cristo nos mereció con su Pasión la entrada en el reino celestial y removió el obstáculo; pero, por su ascensión, nos introdujo, por decirlo así, en la posesión del reino celestial. Por eso se dice que «subirá delante de ellos el que les abrirá el camino» (Miq 2, 13).


27- CRISTO MERECIÓ, POR SU PASIÓN, SER ENSALZADO

Lunes de la semana IV de Cuaresma

Dice el Apóstol a los Filipenses (2, 8-10): «Se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también lo ensalzó, y le dio un nombre, que es sobre todo nombre, es decir: para que sea llamado Dios por todos y todos le tributen reverencia como a Dios. Para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y en los infiernos».


28- EJEMPLO DE CRISTO CRUCIFICADO

Martes de la semana IV de Cuaresma

Cristo tomó la naturaleza humana para reparar la caída del hombre. Fue, por lo tanto, necesario que Cristo padeciese y ejecutase según la naturaleza humana todo aquello que puede darse como remedio contra la caída del pecado. Mas Cristo padeció por nosotros, dejando ejemplo de tribulación, de afrentas, de azotes, de cruz, para que sigamos sus pisadas.


29- EL AMIGO DIVINO

Miércoles de la semana IV de Cuaresma

«Enviaron, pues, sus hermanas a decir a Jesús: Señor, he aquí que el que amas está enfermo» (Jn 11, 3). Los amigos de Cristo son a veces afligidos corporalmente, Por esto no es una señal de que uno no es amigo de Dios, si alguna vez es afligido corporalmente. «Al que ama el Señor, lo castiga, y se complace en él, como un padre en su hijo» (Prov. 3,12).


30- MUERTE DE LÁZARO

Jueves de la semana IV de Cuaresma

«Vino, pues, Jesús, y halló que había ya cuatro días que estaba en el sepulcro» (Jn 11, 17). Según San Agustín, Lázaro, muerto de cuatro días, representa al hombre pecador retenido por la muerte de cuatro pecados: 1º, del pecado original; 2º, el pecado actual contra la ley natural; 3º, el pecado actual contra la ley escrita; 4º, el pecado actual contra la ley del Evangelio y de la gracia.

31- LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DEL SEÑOR

Viernes de la semana IV de Cuaresma

«Por la sangre de Cristo fue confirmado el nuevo Testamento. Este cáliz es el Nuevo Testamento en mi sangre» (1 Cor 11, 25). Así como el antiguo testamento o pacto fue confirmado con la sangre figurativa de los toros, del mismo modo el nuevo testamento o pacto fue confirmado con la sangre de Cristo, que fue derramada por la Pasión.

32- NO EXISTIÓ OTRO MODO MÁS CONVENIENTE QUE LA PASIÓN DE CRISTO PARA LIBRAR AL GÉNERO HUMANO

Sábado de la semana IV de Cuaresma

Por esto nos dio ejemplo de obediencia, humildad, constancia, justicia y demás virtudes, manifestadas en la Pasión de Cristo, las cuales son necesarias para la salvación humana. Por eso se dice: «Cristo padeció también por nosotros, dejándoos ejemplo para que sigáis sus pisadas» (1 Ped 2, 21).

33- LA PASIÓN DE CRISTO

V Domingo de Cuaresma

«Como Moisés levantó la serpiente en el desierto; así también es necesario que sea levantado el Hijo del hombre; para que todo aquél que crea en él, no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3, 14-15)

34- LA PASIÓN DE CRISTO ES REMEDIO CONTRA LOS PECADOS

Lunes de la semana V de Cuaresma

Una vez abierto el costado de Cristo, fue abierta la puerta del paraíso, y una vez derramada su sangre, fue lavada la mancha, aplacado Dios, destruida la enfermedad, expiada la pena y los desterrados llamados al reino. Por eso, le dijo al instante al ladrón: «Hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lc 23, 43)

35- SEPULTURA DE CRISTO

Martes de la semana V de Cuaresma

Así como la muerte de Cristo obró eficientemente nuestra salvación, así también su sepultura. Por lo cual dice San Jerónimo: «Resucitamos por la sepultura de Cristo». Porque Cristo, siendo sepultado entre los muertos, demostró haber sido libre, porque su encerramiento en el sepulcro no pudo impedir que saliese de él resucitado.

36- SEPULTURA ESPIRITUAL

Miércoles de la semana V de Cuaresma

El alma del hombre debe primero morir a este mundo con Cristo, y después ser sepultada con él en el secreto de la contemplación divina. Por eso dice el Apóstol: «Porque estáis ya muertos a las cosas vanas y caducas, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios» (Col 3, 3).

37- LA MAYOR SEÑAL DEL AMOR DE CRISTO

Jueves de la semana V de Cuaresma

Ciertamente la dádiva del cuerpo de Cristo en el sacramento es una figura del amor con que Dios nos ama en la patria; mas su Pasión pertenece al mismo amor de Dios, que nos saca de la perdición para llevarnos a la patria. No obstante el amor de Dios no es mayor en el cielo de lo que es al

presente.

38- COMPASIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA

Viernes de la semana V de Cuaresma

«Una espada traspasará tu alma de ti misma» (Lc 2, 35). Aun cuando la Santísima Virgen conoció por la fe que Dios quería que Cristo padeciese, y conformó su voluntad al querer divino, como hacen los perfectos, la Bienaventurada estaba triste por la muerte de Cristo, por cuanto la voluntad inferior repugnaba esa cosa particularmente querida, y esto no es contrario a la perfección.

39- CÓMO DEBEMOS LAVARNOS LOS PIES LOS UNOS A LOS OTROS

Sábado de la semana V de Cuaresma

«Si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies tos unos a los otros» (Jn, 13, 14). Quiere el Señor que los discípulos imiten su ejemplo, pues dice: «Si yo», que soy mayor, porque soy maestro y Señor, os he lavado los pies, también vosotros, con más motivo, que sois menores, que sois discípulos y siervos, «debéis lavaras los pies los unos a los otros».



40- UTILIDAD EJEMPLAR DE LA PASIÓN DE CRISTO

Domingo de Ramos

La Pasión de Cristo es suficiente para informar totalmente nuestra vida. Pues quien desea vivir con perfección, no debe hacer otra cosa que despreciar lo que Cristo despreció en la cruz, y desear lo que Cristo deseó. Ningún ejemplo de virtud está ausente de la cruz.


41- NECESIDAD DE LA PERFECTA PURIFICACIÓN

Lunes Santo

«Si no te lavare, no tendrás parte conmigo» (Jn 13, 8). Nadie puede llegar a participar de la herencia eterna y ser coheredero de Cristo, si no está purificado espiritualmente, pues se dice en la Escritura: «No entrará ninguna cosa contaminada» (Ap 21, 27).



42- PREPARACIÓN DE CRISTO AL LAVATORIO DE LOS PIES

Martes Santo

«Se levanta de la cena, y se quita sus vestiduras; y tomando una toalla, se la ciñó» (Jn 13, 4).

Cristo se muestra servidor por amor a la humildad, conforme a aquello de San Mateo: «El; Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en redención por muchos» (20, 28).



43- TRES CONSIDERACIONES MÍSTICAS EN TORNO AL LAVATORIO DE LOS PIES

Miércoles Santo

Porque nuestras penas y penitencias no serían suficientes, si no estuvieran cimentadas en los merecimientos y en la virtud de la Pasión de Cristo. Lo cual se simboliza por aquello de haber limpiado los pies de los discípulos con la toalla, es decir, con el lienzo de su cuerpo.



44- LA CENA DEL SEÑOR

Jueves Santo

Porque entre los sacrificios nada puede ser mayor que el cuerpo y la sangre de Cristo, ni más poderoso que esta oblación, por eso, para que fuese tenida en mayor veneración, el Señor

instituyó este sacramento la víspera de separarse de sus discípulos.



45- MUERTE DE CRISTO

Viernes Santo

Dice San Agustín: «Admirémonos, congratulémonos, alegrémonos, amemos, alabemos, adoremos, porque por la muerte de nuestro Redentor hemos sido llamados de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida, del destierro a la patria, del llanto al gozo».



46- UTILIDAD DEL DESCENDIMIENTO DE CRISTO A LOS INFIERNOS

Sábado Santo

Cristo padeció por los pecadores y bajó a los infiernos, no libró, sin embargo, a todos, sino únicamente a los que estaban sin pecado mortal; pero dejó allí a los que habían muerto en pecado mortal. Por consiguiente, ninguno que baje allí con pecado mortal, espere perdón; sino que estará en el infierno el tiempo que los santos Padres estarán en el paraíso, o sea, eternamente.




47- NECESIDAD DE LA RESURRECCIÓN DE CRISTO

Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor

Fue necesario que Cristo resucitase para instrucción de nuestra fe; porque por su resurrección fue confirmada nuestra fe en la divinidad de Cristo, como dice el Apóstol: «Si Cristo no resucitó, luego vana es nuestra predicación, y también es vana nuestra fe» (1 Cor 15, 14). 

CONOCE A SAN VALENTÍN, PRESBÍTERO Y MÁRTIR PATRONO DE LOS ENAMORADOS - 14 DE FEBRERO

 


 Valentín, Santo

Presbítero y Mártir, 14 de febrero

Por: . | Fuente: MultiMedios.org


Patrono de los Enamorados

Martirologio Romano: En Roma, en la vía Flaminia, cerca del puente Milvio, san Valentín, mártir († s. III).


Breve Biografía

Mártir en Roma a finales del siglo III. Entre el pueblo, el día de San Valentín está considerado como «día de la suerte», sobre todo en Alemania; y en Francia, Bélgica, Inglaterra y especialmente América, como «día de los enamorados», en que éstos se hacen promesas, felicitaciones y regalos. Esta costumbre y aquella supersticiosa idea, obedecen a diversos orígenes folklóricos y también al prestigio popular del Santo como milagrero. 

 Fiesta: 14 de febrero.

El árbol maravilloso del Cristianismo necesita siempre del riego fertilizante de la sangre de los mártires. Árbol que brotó de las ondas de un manantial divino en la cima del Calvario, sus primeros brotes adquirieron vigor y frescura en las rojas oleadas que alzaron las persecuciones de los primeros siglos de la Iglesia.

En sus tiempos primitivos, como en el siglo XX, en que vivimos, el cristianismo sigue vigorizándose con la sangre de sus héroes. Nunca han faltado ni jamás faltarán en la Iglesia de Cristo estos testigos de fe, que llegan hasta la generosa entrega de la vida.

La mayor parte de noticias que de San Valentín romano han llegado hasta nosotros proceden de unas actas apócrifas; por esta causa se hace difícil conocer con exactitud su vida e incluso distinguir entre los hechos que realmente le pertenecen y los de las vidas de otros varios santos que llevan su mismo nombre y que la iglesia desde muchos siglos venera también como mártires. Reseñaremos los que se le atribuyen unánimemente.

Con todo, lo importante en la historia de San Valentín, como en la vida de cuantos cristianos han sido elevados por la Iglesia al honor de los altares, es que seamos capaces de captar la lección que nos traen y que es, en definitiva, el fin principal que la ha movido a darles culto.

San Valentín es para nosotros una ciertísima lección de vida cristiana, llevada hasta el heroísmo, hasta la más plena identificación con Cristo: el martirio.

Situémonos a finales del siglo III. Es la era de los mártires. Por todo el Imperio romano corre el huracán de la persecución.

Valentín, presbítero romano, residía en la capital del Imperio, reinando Claudio II. Su virtud y sabiduría le habían granjeado la veneración de los cristianos y de los mismos paganos. Por su gran caridad se había hecho merecedor del nombre de padre de los pobres.

No podía ser desconocida de la corte imperial la influencia que ejercía en todos los ambientes romanos, y quiso el mismo emperador conocerlo personalmente. Valentín, en aquella entrevista, no dejaría de interceder en favor de su fe católica y contra el estado de persecución en que a menudo se encontraba sumida la Iglesia.

El soberano, que estaba interesado en granjearse la amistad y la colaboración del inteligente sacerdote cristiano, escuchó con agrado sus razones. Por eso intentó disuadirle del que él creía exagerado fanatismo; a lo que replicó Valentín evangélicamente: «Si conocierais, señor, el don de Dios, y quién es Aquel a quien yo adoro, os tendríais por feliz en reconocer a tan soberano dueño, y abjurando del culto de los falsos dioses adoraríais conmigo al solo Dios verdadero».

Asistieron a la entrevista, un letrado del emperador y Calfurnio, prefecto de la ciudad, quienes protestaron enérgicamente de las atrevidas palabras dirigidas contra los dioses romanos, calificándolas de blasfemas. Temeroso Claudio II de que el prefecto levantara al pueblo y se produjeran tumultos, ordenó que Valentín fuese juzgado con arreglo a las leyes.

Interrogado por Asterio, teniente del prefecto, Valentín continuó haciendo profesión de su fe, afirmando que es Jesucristo «la única luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo».

El juez, que tenía una hija ciega, al oír estas palabras, pretendiendo confundirle, le desafió: «Pues si es cierto que Cristo es la luz verdadera, te ofrezco ocasión de que lo pruebes; devuelve en su nombre la luz a los ojos de mi hija, que desde hace dos años están sumidos en las tinieblas, y entonces yo seré también cristiano».

Valentín hizo llamar a la joven a su presencia, y elevando a Dios su corazón lleno de fe, hizo sobre sus ojos la señal de la cruz, exclamando: «Tú que eres, Señor, la luz verdadera, no se la niegues a ésta tu sierva».

Al pronunciar estas palabras, la muchacha recobró milagrosamente la vista. Asterio y su esposa, conmovidos, se arrojaron a los pies del Santo, pidiéndole el Bautismo, que recibieron, juntamente con todos los suyos, después de instruidos en la fe católica.

El emperador se admiró del prodigio realizado y de la conversión obrada en la familia de Asterio; y aunque deseara salvar de la muerte al presbítero romano, tuvo miedo de aparecer, ante el pueblo, sospechoso de cristianismo. Y San Valentín, después de ser encarcelado, cargado de cadenas, y apaleado con varas nudosas hasta quebrantarle los huesos, unióse íntima y definitivamente con Cristo, a través de la tortura de su degollación.

¿Por qué el folklore se ha venido aliando tan intensamente y en tantos países con la festividad de San Valentín romano? Y reduciendo la cuestión: ¿Por qué se atribuye a San Valentín el patronazgo sobre el amor humano, atribución que es, evidentemente, el origen y la explicación de todas las restantes manifestaciones de la devoción o de la simpatía popular al Santo?

Aparte la posible trasposición de algún hecho, tradición o leyenda, de otros Valentines al mártir de Roma, que explicaría ciertas expansiones, dicha atribución puede ser debida a dos motivos, separadamente considerables o perfectamente conjuntables:

1º Nuestro San Valentín fue martirizado en la Via Flaminia hacia el año 270, seguramente en los inicios de la primavera, cuando en la naturaleza se anticipa el júbilo expectativo de la fecundidad y de la pujanza. En los siglos antiguos y medievales, empiezan a venir a Roma numerosos peregrinos, entrando por la Puerta Flaminia, que se llamó Puerta de San Valentín, porque allí, en recuerdo de su martirio, el Papa Julio I, en el siglo IV, mandó construir en su honor una basílica.

Esos romeros coincidían con los días del aniversario del Santo; y de retorno a sus países, se llevarían de él o de su templo alguna reliquia o memoria. Ahora bien: no es cosa rara en la primitiva Iglesia el empeño de cristianizar fiestas o costumbres de matiz pagano, y en primavera no faltaban en la Roma gentílica festejos dedicados al amor y a sus divinidades. Fácilmente se inclinaría a los fieles a invocar a San Valentín —mártir primaveral— como protector del amor honesto. La invocación brotaría en Roma y sería transportada por los romeros a sus tierras y naciones, principalmente por los que cruzaban la Puerta Flaminia, norte arriba de Europa.

2º motivo: Hemos hecho notar el prestigio de que gozaba el Santo como sacerdote. ¡En cuántas familias sería efectiva su influencia, cuántos enlaces matrimoniales habría bendecido! Positivamente, no faltan noticias biográficas tradicionales que así lo afirman.

En las Catacumbas y en casas de cristianos, no sumarían cantidad exigua los que habían sido asistidos por su presencia presbiteral al unirse, por el Santo Sacramento que los hizo esposos. Es natural que, después de su martirio, se le adjudicase la advocación de Patrón de los hogares y del amor conyugal.

Trábense estas consideraciones, y quedarán perfectamente señalados los orígenes de la devoción típica y del costumbrario en homenaje al Santo.

Lo cierto es que éste se conserva floreciente en los países del Norte europeo y americano.

Cosa curiosa: ya en el siglo XVII, ciertos protestantes lo censuraban como de cuño papista y, al mismo tiempo, pagano. Le reconocía cierto matiz pagano, San Francisco de Sales. Pero, saturado como siempre de buen juicio y de exquisita prudencia, lo que hace él es aconsejar a los jóvenes prometidos que imiten las virtudes de San Valentín. Esto es lo que hay que desear, principalmente; rogando al excelso presbítero mártir que alcance del Señor, a la juventud cristiana que al matrimonio camina, el don del puro amor, santificador de la vida familiar.

MIÉRCOLES DE CENIZA - EXPLICACIÓN






















 

 

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 14 DE FEBRERO - MIÉRCOLES DE CENIZA



Miércoles de Ceniza

miércoles 14 de febrero de 2024



1ª Lectura (Jl 2,12-18): Ahora —dice el Señor— convertíos a mí de todo corazón, con ayunos, llantos y lamentos; rasgad vuestros corazones, no vuestros vestidos, y convertíos al Señor vuestro Dios, un Dios compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en amor, que se arrepiente del castigo. ¡Quién sabe si cambiará y se arrepentirá dejando tras de sí la bendición, ofrenda y libación para el Señor, vuestro Dios! Tocad la trompeta en Sion, proclamad un ayuno santo, convocad a la asamblea, reunid a la gente, santificad a la comunidad, llamad a los ancianos; congregad a los muchachos y a los niños de pecho; salga el esposo de la alcoba y la esposa del tálamo. Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, servidores del Señor, y digan: «Ten compasión de tu pueblo, Señor; no entregues tu heredad al oprobio ni a las burlas de los pueblos». ¿Por qué van a decir las gentes: «Dónde está su Dios»? Entonces se encendió el celo de Dios por su tierra y perdonó a su pueblo.

Salmo responsorial: 50

R/. Misericordia, Señor: hemos pecado.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado.


Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado. Contra ti, contra ti sólo pequé, cometí la maldad en tu presencia.


Oh, Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme. No me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu.


Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso. Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza.

2ª Lectura (2Cor 5,20–6,2): Hermanos: Actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Al que no conocía el pecado, lo hizo pecado en favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en él. Y como cooperadores suyos, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios. Pues dice: «En el tiempo favorable te escuché, en el día de la salvación te ayudé». Pues mirad: ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salvación.

Versículo antes del Evangelio (Sal 94,8): Hoy, no queráis endurecer vuestros corazones, sino oíd la voz del Señor.

Texto del Evangelio (Mt 6,1-6.16-18): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.


»Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas bien plantados para ser vistos de los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo que ya reciben su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará».





«Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos»

Pbro. D. Luis A. GALA Rodríguez

(Campeche, México)


Hoy comenzamos nuestro itinerario hacia la Pascua, y el Evangelio nos recuerda los deberes fundamentales del cristiano, no sólo como preparación hacia un tiempo litúrgico, sino en preparación hacia la Pascua Eterna: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial» (Mt 6,1). La justicia de la que habla Jesús consiste en vivir conforme a los principios evangélicos, sin olvidar que «si vuestra justicia no supera la justicia de los doctores de la ley y de los fariseos, no entraréis en el Reino de los cielos» (Mt 5,20).


La justicia nos lleva al amor, manifestado en la limosna y en obras de misericordia: «Cuando hagas limosna que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha» (Mt 6,3). No es que se deban ocultar las obras buenas, sino que no debe pensarse en la alabanza humana al hacerlas, ni desear algún otro bien. En otras palabras, debo dar limosna de tal modo que ni yo tenga la sensación de estar haciendo una cosa buena que merece una recompensa por parte de Dios y elogio por parte de los hombres.


Benedicto XVI insistía en que socorrer a los necesitados es un deber de justicia, aun antes que un acto de caridad: «La caridad va más allá de la justicia (…), pero nunca carece de justicia, la cual lleva a dar al otro lo que es "suyo", lo que le corresponde en virtud de su ser y de su obrar». No debemos olvidar que no somos propietarios absolutos de los bienes que poseemos, sino administradores. Cristo nos ha enseñado que la auténtica caridad es aquella que no se limita a "dar" la limosna, sino que lleva a "darse" uno mismo, a ofrecerse a Dios como culto espiritual (cf. Rom 12,1). Ése sería el verdadero gesto de justicia y caridad cristiana, «y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará» (Mt 6,4).  

CATEQUESIS DEL PAPA FRANCISCO SOBRE LA ACEDIA, UNA TENTACIÓN POCO CONOCIDA PERO MUY PELIGROSA

 


 Catequesis del Papa Francisco sobre la acedia, una tentación poco conocida pero “muy peligrosa”

El Papa Francisco durante una Audiencia General en el Aula Pablo VI

 Crédito: Vatican Media



El Papa Francisco dedicó su catequesis de hoy a reflexionar sobre la acedia, la que definió como “una tentación muy peligrosa” o “el demonio del mediodía”, que hace que la vida pierda sentido y a la que se debe hacer frente con la paciencia de la fe.

A continuación, la catequesis completa del Papa Francisco en la Audiencia General de este miércoles 14 de febrero:

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! 

Entre todos los vicios capitales hay uno que a menudo pasa bajo el silencio, no se habla de él, quizás en virtud de su  nombre, que a muchos les resulta poco comprensible: estoy hablando de la la acedia. Por eso, en el catálogo de los vicios, el término acedia está a menudo sustituido por otro de uso mucho más común: la pereza. En realidad, la pereza es más un efecto que una causa. Cuando una persona se queda inactiva, indolente, apática, nosotros decimos que es perezosa. Pero, como enseña la sabiduría de los antiguos padres del desierto, a  menudo la raíz es la acedia, que literalmente del griego significa “falta de cuidado”. Acedia significa en la raíz griega “falta de cuidado” y es uno de los vicios. 

Se trata de una tentación muy peligrosa, no bromeen con esta. Quien cae víctima de este vicio, es como si fuera  aplastada por un deseo de muerte: todo le disgusta; la relación con Dios se le vuelve aburrida; y también los actos más santos, los que le habían calentado el corazón, ahora, le parecen completamente inútiles. Una persona empieza a lamentar el paso del tiempo, y la juventud que queda irremediablemente atrás.  

La acedia está definida como el “demonio del mediodía”: nos atrapa en mitad del día, cuando la fatiga está en su ápice y las horas que nos esperan nos parecen monótonas, imposibles de vivir. En una celebre descripción el monje Evagrio representa así esta tentación: “El ojo del acedioso se fija en las ventanas continuamente y en su mente imagina visitantes […] Cuando lee, el acedioso bosteza a menudo y se deja llevar fácilmente por el sueño, se frota los ojos, se refriega las manos y, quitando la mirada del libro, la fija en la pared; después, dirigiéndola nuevamente al libro, lee un poco más […]; finalmente, inclinando la cabeza, le coloca el libro debajo y se duerme en un sueño ligero, hasta que el hambre lo despierta y le apremia a atender sus necesidades”; en conclusión, “el acedioso no realiza con solicitud la  obra de Dios”.

 Los lectores contemporáneos advierten en estas descripciones algo que recuerda mucho el mal de  la depresión, tanto desde el punto de vista psicológico como filosófico. En efecto, para los atenazados por  la acedia, la vida pierde su sentido, rezar es aburrido, cada batalla parece carecer de significado. Si  alimentamos pasiones en nuestra juventud, ahora nos parecen ilógicas, sueños que no nos hicieron felices.  Así que nos dejamos llevar y la distracción, al no pensar, parecen ser la única salida: a uno le gustaría  estar aturdido, tener la mente completamente vacía .... es un poco como morir por anticipado. Es feo este vicio, es feo. 

Frente a este vicio, del que nos damos cuenta que es tan peligroso, los maestros de espiritualidad  prevén varios remedios. Me gustaría señalar el que me parece más importante y que yo llamaría la  paciencia de la fe. Aunque bajo el azote de la acedia el deseo del hombre sea estar “en otra parte”, escapar de la realidad, hay que tener en cambio el valor de permanecer y acoger en mi “aquí y ahora”, en  mi situación tal como es, la presencia de Dios. Los monjes dicen que para ellos la celda es la mejor maestra de vida, porque es el lugar que concreta y cotidianamente te habla de tu historia de amor con el  Señor. El demonio de la acedia quiere destruir precisamente esta alegría sencilla del aquí y ahora, este asombro agradecido de la realidad; quiere hacerte creer que todo es en vano, que nada tiene sentido, que no vale la pena preocuparse por nada ni por nadie. 

Recordemos que en la vida, nosotros encontramos a gente que es acediosa. Esta gente que nosotros decimos: “Pero este es aburrido, no nos gusta estar con él”. Incluso tiene una actitud que te contagia el aburrimiento. Esta es la acedia.

Cuántas personas, en las garras de la acedia, movidas por una inquietud sin rostro, han  abandonado tontamente el camino del bien que habían emprendido. La de la acedia es una batalla  decisiva, que hay que ganar a toda costa. Y es una batalla que no ha preservado ni siquiera a los santos, porque en tantos de sus diarios hay algunas páginas que confiesan momentos tremendos, de verdaderas noches de fe, en las que todo parecía oscuro. Estos santos nos enseñan a atravesar la noche con paciencia, aceptando la pobreza de la fe. Recomendaban, bajo la opresión de la pereza, mantener una medida de compromiso más pequeña, fijarse metas más al alcance de la mano, pero al mismo tiempo aguantar,  perseverar apoyándose en Jesús, que nunca nos abandona en la tentación. 

La fe, atormentada por la prueba de la acedia, no pierde su valor. Al contrario, es la fe verdadera, la humanísima fe, que, a pesar de todo, a pesar de las tinieblas que la ciegan, sigue humildemente  creyendo.  Esa fe que permanece en el corazón, como permanecen las brasas bajo las cenizas, siempre permanecen. Si alguno de nosotros cae en este vicio, en la tentación de la acedia, que trate de mirar dentro y custodiar las brasas de la fe. Y así vamos a adelante. Que el Señor les bendiga. 

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