Basilisco de Comana, Santo
Obispo y Mártir, 22 de mayo
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Humildad de Faenza, Beata
Abadesa, 22 de mayo
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Atón de Pistoya, Santo
Obispo, 22 de mayo
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Pedro de la Asunción y Juan Bautista Machado, Beatos
Sacerdotes y Mártires, 22 de mayo
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Domingo (Lorenzo) Ngon, Santo
Laico Mártir, 22 e mayo
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Miguel Ho Dihn Hy, Santo
Catequista laico y Mártir, 22 de mayo
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María Doménica Brun Barbantini, Beata
Fundadora, 22 de mayo
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Juan Forest, Beato
Sacerdote y Mártir, 22 de mayo
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Vladimiro Juan Bautista, Santo
Principe, 22 de mayo
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Rita de Casia, Santa
Memoria Litúrgica, 22 de mayo
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Joaquina de Vedruna, Santa
Viuda y Fundadora, 22 de mayo
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martes, 22 de mayo de 2018
SANTORAL DE HOY MARTES 22 MAYO 2018
lunes, 21 de mayo de 2018
EL EVANGELIO DE HOY LUNES 21 MAYO 2018
Lecturas de hoy Lunes de la 7ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, lunes, 21 de mayo de 2018
Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol Santiago (3,13-18):
¿Hay alguno entre vosotros sabio y entendido? Que lo demuestre con una buena conducta y con la amabilidad propia de la sabiduría. Pero, si tenéis el corazón amargado por la envidia y las rivalidades, no andéis gloriándoos, porque sería pura falsedad. Esa sabiduria no viene del cielo, sino que es terrena, animal, diabólica. Donde hay envidias y rivalidades, hay desorden y toda clase de males. La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 18,8.9.10.15
R/. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón
La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante. R/.
Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. R/.
La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R/.
Que te agraden las palabras de mi boca,
y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón,
Señor, roca mía, redentor mío. R/.
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,14-29):
En aquel tiempo, cuando Jesús y los tres discípulos bajaron de la montaña, al llegar adonde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor, y a unos escribas discutiendo con ellos. Al ver a Jesús, la gente se sorprendió, y corrió a saludarlo.
Él les preguntó: «¿De qué discutís?»
Uno le contestó: «Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no le deja hablar y, cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. He pedido a tus discípulos que lo echen, y no han sido capaces.»
Él les contestó: «¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo.»
Se lo llevaron. El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; cayó por tierra y se revolcaba, echando espumarajos.
Jesús preguntó al padre: «¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?»
Contestó él: «Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua, para acabar con él. Si algo puedes, ten lástima de nosotros y ayúdanos.»
Jesús replicó: «¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe.»
Entonces el padre del muchacho gritó: «Tengo fe, pero dudo; ayúdame.»
Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo: «Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Vete y no vuelvas a entrar en él.»
Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió. El niño se quedó como un cadáver, de modo que la multitud decía que estaba muerto. Pero Jesús lo levantó, cogiéndolo de la mano, y el niño se puso en pie.
Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas: «¿Por qué no pudimos echarlo nosotros?»
Él les respondió: «Esta especie sólo puede salir con oración y ayuno.»
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio de hoy lunes, 21 de mayo de 2018
Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf
ACABAR CON LOS DEMONIOS
En la escena evangélica nos encontramos a un joven con serias "dificultades", acompañado de su padre. En aquella cultura era habitual referirse a diferentes enfermedades mentales y de otro tipo como posesiones demoniacas. En el caso de hoy podríamos pensar en algo parecido a una epilepsia.
Pero lo que importa es plantearse si tiene algo que ver este joven con el hombre de hoy? ¿Incluso: me parezco yo en algo a este joven, tiene algo que aportarme?
Por lo que cuenta nos cuenta el relato, se trata de alguien que no puede hablar. Es terrible que lo que ocurre en el interior de una persona, no pueda ser expresado, exteriorizado, porque hay fuerzas de todo tipo que se lo impiden: Convencionalismos, miedos, presión del grupo, complejos, falta de conocimiento y reflexión sobre uno mismo para reconocerse lo que le pasa, manipulaciones... Incluso intereses sociales y económicos. No costaría mucho hacer una lista de personas y grupos que «no tienen voz»: desde países enteros, a minorías religiosas, razas, o por su condición sexual, o simplemente (?) porque tienen pocos ingresos, o ciertas enfermedades... En fin, la lista sería larga.
Pero también nos puede afectar a nosotros, cuando no nos atrevemos a expresar nuestras ideas o sentimientos, por miedo a ser juzgados y rechazados, a perder prestigio, a quedar arrinconados...
El joven está cerrado sobre sí mismo. Su incapacidad para hablar y para escuchar, le aísla de su entorno. Es una reacción-tentación frecuente en la que fácilmente caemos cuando tenemos problemas, heridas, sufrimientos, nos sentimos incomprendidos, o tal vez raros... ¡Encerrarnos!
Por otro lado, es presa de reacciones y sentimientos, que no puede controlar, y que son violentos. Sufre cambios repentinos de humor. Las personas que sufren y se ven desesperadas e incapaces de salir de sus problemas... suelen ser agresivas y duras con los demás. Es su manera de «protestar» o «desahogarse».
En general no nos resulta fácil controlar nuestros sentimientos (positivos o negativos). A veces los reprimimos, y eso acaba haciéndonos daño. Otras veces se nos escapan descontrolados, aunque luego nos arrepintamos de nuestra reacción. Pero sobre todo, demasiadas veces no somos siquiera conscientes de nuestro estado de ánimo y de sus repercusiones en nuestro comportamiento y en las relaciones por los demás: ellos lo pagan. Con lo cual el aislamiento y el dolor aumentan.
Resumiendo: estamos ante una persona que se hace daño a sí misma. Como tantos, que no cuidan convenientemente de su salud, de su descanso, que no saben encontrar algo que relaje la tensión acumulada. Como tantos que se sobrecargan de trabajo, que descuidan la amistad o la familia, que descuidan e incluso abandonan su vida interior. Tantos que se comparan continuamente con los demás, deseando ser como ellos; que se exigen por encima de sus posibilidades para ganar afecto o prestigio, que se culpan por lo que ocurrió ayer o incluso hace años, incapaces de perdonarse o de perdonado. O que han perdido sus sueños e ilusiones y procuran conformarse, sin lograrlo... Podíamos añadir tantas cosas más.
También podríamos mirar globalmente al hombre de hoy: tan limitado, reprimido, manipulado, silenciado, ignorado... Desde que el hombre es hombre, se ha visto así, es un fruto del pecado. Como dice el padre de este joven: todo eso le ocurre «desde niño».
Importante la figura de este «padre», que es capaz de comprender lo que le pasa a su hijo, describirlo y buscar ayuda como sea... Es indispensable, cuando no andamos bien, tener cerca a alguien que nos conozca, nos comprenda y guíe nuestros pasos hacia lo bueno: un padre espiritual, un buen amigo que nos ayude a expresarnos, que nos ayude a discernir lo que dice «la gente» y algunos supuestos sabios de este mundo, que no tienen la sabiduría ni el poder de Dios.
A Jesús le enfada esta «¡generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar?», y que no hace nada por resolver las cosas, se pierde en discusiones con los «especialistas» de siempre (los escribas). Es incrédula porque reduce la fe a discusiones, opiniones, declaraciones, discursos, creencias... pero el enfermo sigue ahí, sin atender.
Jesús afirma que el mal sólo se puede derrotar con ayuda de una fe firme y con oración. La fe significa adhesión, confianza, implicación personal con Jesús y con su misión liberadora. Y la oración supone mirar la realidad desde Dios, desde su Palabra, discernirla, abrirnos a su Espíritu y ponernos a «hacer». Una oración que nos ayude a recuperar nuestra dignidad, nuestra libertad y nos ayude a echar tantos demonios de nosotros y de los que caminan con nosotros.
PD: No recordaba que este día ha sido fijado por el Papa Francisco para celebrar a Santa María, madre de la Iglesia. Al ser tan reciente la decisión, y no estar en las agendas litúrgicas... no me di cuenta a la hora de preparar la homilía. Lo siento.
Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf
SANTORAL DE HOY LUNES 21 MAYO 2018
Hospicio de Niza, Santo
Ermitaño, 21 de mayo
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Teobaldo de Vienne, Santo
Obispo, 21 de mayo
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Hemming de Abo, Santo
Obispo, 21 de mayo
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Juan Mopinot (Hno. León), Beato
Mártir Lasallista, 21 de mayo
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Adilio Daronch, Beato
Monaguillo Mártir, 21 de mayo
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Manuel Gómez González, Beato
Sacerdote y Mártir, 21 de mayo
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Paterno de Vannes, Santo
Obispo, 21 de mayo
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Cristóbal Magallanes y 24 compañeros, Santos
Memoria Litúrgica, 21 de mayo
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Eugenio de Mazenod, Santo
Obispo y fundador, 21 de mayo
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domingo, 20 de mayo de 2018
LA FIESTA DE PENTECOSTÉS - DOMINGO 20 MAYO 2018
La Fiesta de Pentecostés
Por: Redacción | Fuente: aciprensa.com y iglesia.cl
“Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse. Había en Jerusalén hombres piadosos, que allí residían, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo”.
Hechos de los Apóstoles 2, 1-5
Fiesta de Pentecostés
Originalmente se denominaba “fiesta de las semanas” y tenía lugar siete semanas después de la fiesta de los primeros frutos (Lv 23 15-21; Dt 169). Siete semanas son cincuenta días; de ahí el nombre de Pentecostés (= cincuenta) que recibió más tarde. Según Ex 34 22 se celebraba al término de la cosecha de la cebada y antes de comenzar la del trigo; era una fiesta movible pues dependía de cuándo llegaba cada año la cosecha a su sazón, pero tendría lugar casi siempre durante el mes judío de Siván, equivalente a nuestro Mayo/Junio. En su origen tenía un sentido fundamental de acción de gracias por la cosecha recogida, pero pronto se le añadió un sentido histórico: se celebraba en esta fiesta el hecho de la alianza y el don de la ley.
En el marco de esta fiesta judía, el libro de los Hechos coloca la efusión del Espíritu Santo sobre los apóstoles (Hch 2 1.4). A partir de este acontecimiento, Pentecostés se convierte también en fiesta cristiana de primera categoría (Hch 20 16; 1 Cor 168).
¿Quién es el Espíritu Santo?
Según el Catecismo de la Iglesia Católica, el Espíritu Santo es la "Tercera Persona de la Santísima Trinidad". Es decir, habiendo un sólo Dios, existen en Él tres personas distinas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta verdad ha sido revelada por Jesús en su Evangelio.
El Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo de la historia hasta su consumación, pero es en los últimos tiempos, inaugurados con la Encarnación, cuando el Espíritu se revela y nos es dado, cuando es reconocido y acogido como persona. El Señor Jesús nos lo presenta y se refiere a Él no como una potencia impersonal, sino como una Persona diferente, con un obrar propio y un carácter personal.
El Espíritu Santo, el don de Dios
"Dios es Amor" (Jn 4,8-16) y el Amor que es el primer don, contiene todos los demás. Este amor "Dios lo ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado". (Rom 5,5).
Puesto que hemos muerto, o al menos, hemos sido heridos por el pecado, el primer efecto del don del Amor es la remisión de nuestros pecados. La Comunión con el Espíritu Santo, "La gracia del Señor Jesucristo, y la caridad de Dios, y la comunicación del Espíritu Santo sean con todos vosotros." 2 Co 13,13; es la que, en la Iglesia, vuelve a dar a los bautizados la semejanza divina perdida por el pecado. Por el Espíritu Santo nosotros podemos decir que "Jesús es el Señor ", es decir para entrar en contacto con Cisto es necesario haber sido atraído por el Espíritu Santo.
Mediante el Bautismo se nos da la gracia del nuevo nacimiento en Dios Padre por medio de su Hijo en el Espíritu Santo. Porque los que son portadores del Espíritu de Dios son conducidos al Hijo; pero el Hijo los presenta al Padre, y el Padre les concede la incorruptibilidad. Por tanto, sin el Espíritu no es posible ver al Hijo de Dios, y, sin el Hijo, nadie puede acercarse al Padre, porque el conocimiento del Padre es el Hijo, y el conocimiento del Hijo de Dios se logra por el Espíritu Santo.
Vida de fe. El Espíritu Santo con su gracia es el "primero" que nos despierta en la fe y nos inicia en la vida nueva. El es quien nos precede y despierta en nosotros la fe. Sin embargo, es el "último" en la revelación de las personas de la Santísima Trinidad.
El Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo del Designio de nuestra salvación y hasta su consumación. Sólo en los "últimos tiempos", inaugurados con la Encarnación redentora del Hijo, es cuando el Espíritu se revela y se nos da, y se le reconoce y acoge como Persona.
El Paráclito. Palabra del griego "parakletos", que literalmente significa "aquel que es invocado", es por tanto el abogado, el mediador, el defensor, el consolador. Jesús nos presenta al Espíritu Santo diciendo: "El Padre os dará otro Paráclito" (Jn 14,16). El abogado defensor es aquel que, poniéndose de parte de los que son culpables debido a sus pecados, los defiende del castigo merecido, los salva del peligro de perder la vida y la salvación eterna. Esto es lo que ha realizado Cristo, y el Espíritu Santo es llamado "otro paráclito" porque continúa haciendo operante la redención con la que Cristo nos ha librado del pecado y de la muerte eterna.
Espíritu de la Verdad: Jesús afirma de sí mismo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Jn 14,6). Y al prometer al Espíritu Santo en aquel "discurso de despedida" con sus apóstoles en la Última Cena, dice que será quien después de su partida, mantendrá entre los discípulos la misma verdad que Él ha anunciado y revelado.
El Paráclito, es la verdad, como lo es Cristo. Los campos de acción en que actúa el Espíritu Santo, son el espíritu humano y la historia del mundo. La distinción entre la verdad y el error es el primer momento de dicha actuación.
Permanecer y obrar en la verdad es el problema esencial para los Apóstoles y para los discípulos de Cristo, desde los primeros años de la Iglesia hasta el final de los tiempos, y es el Espíritu Santo quien hace posible que la verdad a cerca de Dios, del hombre y de su destino, llegue hasta nuestros días sin alteraciones.
Símbolos
Al Espíritu Santo se le representa de diferentes formas:
Agua: El simbolismo del agua es significativo de la acción del Espíritu Santo en el Bautismo, ya que el agua se convierte en el signo sacramental del nuevo nacimiento.
Unción: Simboliza la fuerza. La unción con el óleo es sinónima del Espíritu Santo. En el sacramento de la Confirmación se unge al confirmado para prepararlo a ser testigo de Cristo.
Fuego: Simboliza la energía transformadora de los actos del Espíritu.
Nube y luz: Símbolos inseparables en las manifestaciones del Espíritu Santo. Así desciende sobre la Virgen María para "cubrirla con su sombra". En el Monte Tabor, en la Transfiguración, el día de la Ascensión; aparece una sombra y una nube.
Sello: Es un símbolo cercano al de la unción. Indica el carácter indeleble de la unción del Espíritu en los sacramentos y hablan de la consagración del cristiano.
La Mano: Mediante la imposición de manos los Apóstoles y ahora los Obispos, trasmiten el "don del Espíritu".
La Paloma: En el Bautismo de Jesús, el Espíritu Santo aparece en forma de paloma y se posa sobre Él.
El Espíritu Santo y la vida cristiana
A partir del Bautismo, el Espíritu divino habita en el cristiano como en su templo. Gracias a la fuerza del Espíritu que habita en nosotros, el Padre y el Hijo vienen también a habitar en cada uno de nosotros.
El don del Espíritu Santo es el que:
- nos eleva y asimila a Dios en nuestro ser y en nuestro obrar;
- nos permite conocerlo y amarlo;
- hace que nos abramos a las divinas personas y que se queden en nosotros.
La vida del cristiano es una existencia espiritual, una vida animada y guiada por el Espíritu hacia la santidad o perfección de la caridad. Gracias al Espíritu Santo y guiado por Él, el cristiano tiene la fuerza necesaria para luchar contra todo lo que se opone a la voluntad de Dios.
Dones
Para que el cristiano pueda luchar, el Espíritu Santo le regala sus siete dones, que son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu. Estos dones son:
Don de Ciencia: es el don del Espíritu Santo que nos permite acceder al conocimiento. Es la luz invocada por el cristiano para sostener la fe del bautismo.
Don de consejo: saber decidir con acierto, aconsejar a los otros fácilmente y en el momento necesario conforme a la voluntad de Dios.
Don de Fortaleza: es el don que el Espíritu Santo concede al fiel, ayuda en la perseverancia, es una fuerza sobrenatural.
Don de Inteligencia: es el del Espíritu Santo que nos lleva al camino de la contemplación, camino para acercarse a Dios.
Don de Piedad: el corazón del cristiano no debe ser ni frío ni indiferente. El calor en la fe y el cumplimiento del bien es el don de la piedad, que el Espíritu Santo derrama en las almas.
Don de Sabiduría: es concedido por el Espíritu Santo que nos permite apreciar lo que vemos, lo que presentimos de la obra divina.
Don de Temor: es el don que nos salva del orgullo, sabiendo que lo debemos todo a la misericordia divina.
Por otro lado, los frutos del Espíritu Santo son:
Caridad.
Gozo.
Paz.
Paciencia.
Longanimidad.
Bondad.
Benignidad.
Mansedumbre.
Fe.
Modestia.
Continencia.
Castidad.
SANTORAL DE HOY DOMINGO 20 MAYO 2018
Lidia de Tiatira, Santa
Comerciante, 20 de mayo
|
Lucífero de Cagliari, Santo
Obispo, 20 de mayo
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María Crescencia (María Angélica) Pérez, Beata
Religiosa, 20 de mayo
|
Luis Talamoni, Beato
Sacerdote y Fundador, 20 de mayo
|
Josefa Stenmanns, Beata
Co-Fundadora, 20 de mayo
|
Arcángel Tadini, Santo
Sacerdote y Fundador, 20 de mayo
|
Colomba (Paloma) de Riete, Beata
Virgen, Mayo 20
|
Bernardino de Siena, Santo
Memoria Litúrgica, 20 de mayo
|
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