Bartolomé de Braganza, Beato
Obispo, 27 de octubre
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Teresa Eustoquio, Santa
Monja, 27 de octubre
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Vicente, Sabina y Cristeta, Santos
Biografía, 27 de octubre
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martes, 27 de octubre de 2015
LOS SANTOS DE HOY: MARTES 27 DE OCTUBRE DEL 2015
SANTA TERESA EUSTOQUIO, MONJA, 27 DE OCTUBRE
Teresa Eustoquio, Santa
Teresa Eustoquio, Santa
Monja, 27 de octubre
Por: P. Felipe Santos | Fuente: Catholic.net
Etimológicamente significa “bella y ardiente como el sol del verano” o “mujer amable y fuerte”. Viene de la lengua griega y alemana.
Cuando el creyente se pone en contacto con estos gigantes de la santidad, se queda alucinado. Ve que todos los males que pueden asolar a las personas tienen una terapia fenomenal con la práctica de la oración.
La chica Teresa tuvo la fortuna de tener unos padres que, aunque de fueran de la alta alcurnia, le dieron una educación muy cristiana
La educación primaria la hizo en casa teniendo como maestro a un canónigo amigo de la familia.
Era abierta, inteligente y sensible a los valores de la fidelidad y de la gracia.
Desde pequeña dejó que fuera el Espíritu Santo quien dirigiera los pasos de su existencia. Su afán se centraba en Dios solamente y, desde él, en los demás.
Sin embargo, le ocurrió como a la gran Teresa de Avila: tener la experiencia de la ausencia de Dios, aunque, aún sin sentirlo, jamás perdió su confianza.
Se metió a monja benedictina. Después de algunos años tuvo la inspiración divina de fundar una nueva congregación llamada las “Hijas del Sagrado Corazón de Jesús”.
Le tocó vivir en tiempo difíciles por las revueltas políticas y sociales. A nivel eclesial, el jansenismo crecía mucho. Por eso, en la mitad del siglo XIX nacieron varias congregaciones con el nombre de esta fundación. Eran los años de la gran expansión de la devoción al Corazón de Jesús, al amor.
Se dedica esta congregación a la obra educativa, fruto de la persuasión y el respeto a la individualidad de cada uno.
Después de una vida de intenso trabajo por Dios y por los demás, murió el año 1852. Juan Pablo II la canonizo el diez de junio del 2001.
¡Felicidades a quien lleve este nombre!
EL EVANGELIO DE HOY: MARTES 27 DE OCTUBRE DEL 2015
El Reino de Dios como la levadura
Parábolas
Lucas 13, 18-21. Tiempo Ordinario. Sembremos semillas de perdón, alegría, unión y fortaleza entre nuestros familiares y amigos.
Por: Misael Cisneros | Fuente: Catholic.net
Te adelantamos las Reflexiones del Evangelio de la Semana 30o. del Tiempo Ordinario, del domingo 25 al sábado 31 de octubre 2015.
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Del santo Evangelio según san Lucas 13, 18-21
En aquel tiempo dijo Jesús: «¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza, que tomó un hombre y lo puso en su jardín, y creció hasta hacerse árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas». Dijo también: «¿A qué compararé el Reino de Dios? Es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo».
Oración introductoria
Señor, quiero iniciar esta oración haciendo un acto profundo de humildad. Tú eres grande, yo soy muy pequeño, pero Tú puedes hacer que mi amor crezca de modo que pueda llegar a ser parte de tu Reino.
Petición
Jesús, ayúdame a nunca apoyarme en mi propio sentir para que todo sea para la gloria de tu Reino.
Meditación del Papa Francisco
En aquel tiempo dijo Jesús: «¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza, que tomó un hombre y lo puso en su jardín, y creció hasta hacerse árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas». Dijo también: «¿A qué compararé el Reino de Dios? Es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo».
Oración introductoria
Señor, quiero iniciar esta oración haciendo un acto profundo de humildad. Tú eres grande, yo soy muy pequeño, pero Tú puedes hacer que mi amor crezca de modo que pueda llegar a ser parte de tu Reino.
Petición
Jesús, ayúdame a nunca apoyarme en mi propio sentir para que todo sea para la gloria de tu Reino.
Meditación del Papa Francisco
La imagen del grano de mostaza. Si bien es el más pequeño de todas las semillas está lleno de vida y crece hasta volverse 'más grande que todas las plantas de huerto'.
Así es el reino de Dios: una realidad humanamente pequeña y aparentemente irrelevante. Para entrar a ser parte es necesario ser pobres en el corazón; no confiarse en las propias capacidades sino en la potencia del amor de Dios; no actuar para ser importantes a los ojos de mundo, sino preciosos a los ojos de Dios, que tiene predilección por simples y los humildes.
Cuando vivimos así, a través de nosotros irrumpe la fuerza de Cristo y transforma lo que es pequeño y modesto en una realidad que hace fermentar a toda la masa del mundo y de la historia.
De estas dos parábolas nos viene una enseñanza importante: el Reino de Dios pide nuestra colaboración, si bien es sobretodo iniciativa y un don del Señor. Nuestra débil obra aparentemente pequeña delante de los problemas del mundo, si se inserta en la de Dios y no tiene miedo de las dificultades.
La victoria del Señor es segura, su amor hará crecer cada semilla de bien presente en la tierra. Esto nos abre a la confianza y al optimismo a pesar de los dramas, las injusticias, y los sufrimientos que encontramos. La semilla del bien y de la paz germina y se desarrolla, porque lo hace madurar el amor misericordioso de Dios. (Ángelus de S.S. Francisco, 14 de junio de 2015).
Reflexión
Hay que apostar por ideales nobles en esta vida. Decidirnos a cambiar la venganza por el perdón, el egoísmo por la generosidad, el odio por el amor, la debilidad ante las dificultades por la fortaleza ante ellas. Los muchos avatares en esta vida nos impiden ver el bien que Dios tiene preparado en nuestro futuro. Cristo nos lo enseña comparando el Reino de los cielos con un grano de mostaza.
Una semilla tan insignificante por su pequeñez que seguramente un no entendido de semillas la hubiese tirado a la basura. Sin embargo, en su pequeñez se encierra su grandeza. Podríamos pensar que una minucia de ese tamaño no sirve para nada. Pero si conociésemos lo que viene después, pagaríamos lo que fuese por conseguirla. De la misma forma son los ideales por los que hay que apostar y pagar lo que sea. Al inicio no vemos el provecho personal que hay en perdonar a quien nos ofendió o prestar ayuda a quien lo necesita porque no vemos más que “una insignificante semilla de mostaza”, y lo es. Pero pensemos también que el fruto que viene después será inmensamente superior al que nosotros esperábamos.
Propósito
Sembremos estas semillas del perdón, de la alegría, de la unión, de la fortaleza entre nuestros familiares y amigos pero sobre todo en nuestro propio corazón. Son semillas que en su pequeñez se encierra su grandeza y provecho para nuestra vida.
Diálogo con Cristo
No deja de ser asombroso cómo una porción de harina duplica o triplica su tamaño por el hecho de poner una mínima porción de levadura… Señor, gracias por ser la levadura que hace mi vida bella, abundante y emocionante, porque me das la posibilidad de colaborar en la extensión de tu Reino. Pido la intercesión de María, para ser como la levadura: discreto, sencillo, pero capaz de llenarlo todo de tu presencia y de tu amor.
Hay que apostar por ideales nobles en esta vida. Decidirnos a cambiar la venganza por el perdón, el egoísmo por la generosidad, el odio por el amor, la debilidad ante las dificultades por la fortaleza ante ellas. Los muchos avatares en esta vida nos impiden ver el bien que Dios tiene preparado en nuestro futuro. Cristo nos lo enseña comparando el Reino de los cielos con un grano de mostaza.
Una semilla tan insignificante por su pequeñez que seguramente un no entendido de semillas la hubiese tirado a la basura. Sin embargo, en su pequeñez se encierra su grandeza. Podríamos pensar que una minucia de ese tamaño no sirve para nada. Pero si conociésemos lo que viene después, pagaríamos lo que fuese por conseguirla. De la misma forma son los ideales por los que hay que apostar y pagar lo que sea. Al inicio no vemos el provecho personal que hay en perdonar a quien nos ofendió o prestar ayuda a quien lo necesita porque no vemos más que “una insignificante semilla de mostaza”, y lo es. Pero pensemos también que el fruto que viene después será inmensamente superior al que nosotros esperábamos.
Propósito
Sembremos estas semillas del perdón, de la alegría, de la unión, de la fortaleza entre nuestros familiares y amigos pero sobre todo en nuestro propio corazón. Son semillas que en su pequeñez se encierra su grandeza y provecho para nuestra vida.
Diálogo con Cristo
No deja de ser asombroso cómo una porción de harina duplica o triplica su tamaño por el hecho de poner una mínima porción de levadura… Señor, gracias por ser la levadura que hace mi vida bella, abundante y emocionante, porque me das la posibilidad de colaborar en la extensión de tu Reino. Pido la intercesión de María, para ser como la levadura: discreto, sencillo, pero capaz de llenarlo todo de tu presencia y de tu amor.
lunes, 26 de octubre de 2015
LOS SANTOS DE HOY: LUNES 26 DE OCTUBRE DEL 2015
Cedda (Cedd), San
Obispo, 26 Octubre
|
Buenaventura de Potenza, Beato
Franciscano conventual, 26 Octubre
|
Alfredo el Grande, Santo
Rey de Wessex, 26 Octubre
|
Celina Chludzinska Borzecka, Beata
Viuda y fundadora, 26 de Octubre
|
Damián de Finario, Beato
Monje dominico, 26 Octubre
|
Tadeo Machar, Santo
Obispo, 26 de octubre
|
Paulina Jaricot, Venerable
Fundadora, 26 de octubre
|
Evaristo, Santo
5to Papa y Mártir, 26 Octubre
|
SAN EVARISTO, QUINTO PAPA Y MÁRTIR, 26 DE OCTUBRE
Evaristo, Santo
Evaristo, Santo
5to Papa y Mártir, 26 Octubre
Fuente: Archidiócesis de Madrid
Quinto Papa de la Iglesia
y Mártir
Nació por los años 60, de una familia judía asentada en tierras griegas. Recibió educación judía y aprendió en los liceos helénicos.
No se conocen datos de su conversión al cristianismo, pero se le ve ya en Roma como uno de los presbíteros muy estimados por los fieles que, lleno de celo, eleva el nivel de la comunidad de cristianos de la ciudad, entregándose por completo a mostrarle a Jesucristo. Amplio conocedor de la Sagrada Escritura, es docto en la predicación y humilde en el servicio.
Muerto mártir el Papa Anacleto, sucesor de Clemente, la atención se fija en Evaristo. Por humildad se resistió con todas las fuerzas posibles a asumir la dignidad que comportaba tan alto servicio. El día 27 de Julio del año 108 tuvo la Iglesia por Papa a Evaristo.
Atendió cuidadosamente las necesidades del rebaño: Defiende la verdadera fe contra los errores gnósticos. Establece normas que afectan a la consagración y trabajo pastoral de los Obispos y de los diáconos. Manda la celebración pública de los matrimonios. Se ocupa de la vida de los fieles, esbozándose ya una cierta administración territorial, para su mejor atención y gobierno. También escribió cartas a los fieles de Africa y de Egipto.
Murió mártir, siendo Trajano emperador, hacia el 117.
La iglesia del tiempo cada día crece en número, pero está perseguida por las leyes; es silenciosa y fuerte en la fe, oculta y limpia en las obras; vive dentro del Imperio en estado latente, desplegando poco a poco su potencialidad al soplo del Espíritu.
EL EVANGELIO DE HOY: LUNES 26 DE OCTUBRE DEL 2015
Mujer, quedas libre de tu enfermedad
Milagros
Lucas 13, 10-17. Tiempo Ordinario. Dios te cura todos los dias, sabe lo que necesitas, solo tienes que pedírselo.
Por: P. Luis Gralla | Fuente: Catholic.net
Te adelantamos las Reflexiones del Evangelio de la Semana 30o. del Tiempo Ordinario, del domingo 25 al sábado 31 de octubre 2015.
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Del santo Evangelio según san Lucas 13, 10-17
Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga, y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en modo alguno enderezarse. Al verla Jesús, la llamó y le dijo: Mujer, quedas libre de tu enfermedad. Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado, decía a la gente: Hay seis días en que se puede trabajar; venid, pues, esos días a curaros, y no en día de sábado. Replicóle el Señor: ¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos vosotros en sábado a vuestro buey o vuestro asno para llevarlos a abrevar? Y a ésta, que es hija de Abraham, a la que ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no estaba bien desatarla de esta ligadura en día de sábado? Y cuando decía estas cosas, sus adversarios quedaban confundidos, mientras que toda la gente se alegraba con las maravillas que hacía.
Oración introductoria
Padre, aydame a que estos momentos de oración me ayuden con tu gracia a valorar los sacramentos y a no solo preocuparme por la salud del cuerpo sino por la de mi alma.
Petición
Jesús, te pido que nos dejémonos curar por Tí, que quieres darnos la luz de Dios. Que confesemos nuestra ceguera, nuestra miopía y, sobre todo, el orgullo.
Meditación del Papa Francisco
Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga, y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en modo alguno enderezarse. Al verla Jesús, la llamó y le dijo: Mujer, quedas libre de tu enfermedad. Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado, decía a la gente: Hay seis días en que se puede trabajar; venid, pues, esos días a curaros, y no en día de sábado. Replicóle el Señor: ¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos vosotros en sábado a vuestro buey o vuestro asno para llevarlos a abrevar? Y a ésta, que es hija de Abraham, a la que ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no estaba bien desatarla de esta ligadura en día de sábado? Y cuando decía estas cosas, sus adversarios quedaban confundidos, mientras que toda la gente se alegraba con las maravillas que hacía.
Oración introductoria
Padre, aydame a que estos momentos de oración me ayuden con tu gracia a valorar los sacramentos y a no solo preocuparme por la salud del cuerpo sino por la de mi alma.
Petición
Jesús, te pido que nos dejémonos curar por Tí, que quieres darnos la luz de Dios. Que confesemos nuestra ceguera, nuestra miopía y, sobre todo, el orgullo.
Meditación del Papa Francisco
“Cuando llegó la noche, después de la puesta del sol, le trajeron todos los enfermos y endemoniados”. Si pienso en las grandes ciudades contemporáneas, me pregunto dónde están las puertas ante las cuales llevar a los enfermos esperando que sean sanados. Jesús nunca se ha desentendido de su cuidado. Nunca ha pasado de largo, nunca ha vuelto la cara hacia otro lado. Y cuando un padre o una madre, o incluso simplemente gente amiga le llevaban delante de un enfermo, para que lo tocase y lo sanase, no ponía tiempo de por medio; la curación estaba antes que la ley, incluso de aquella tan sagrada como el descanso del sábado. Los doctores de la ley reprendían a Jesús, porque curaba en sábado. Hacía el bien el sábado. Pero el amor de Jesús era dar la salud, hacer el bien. Y eso está en el primer lugar siempre.
Jesús envía a sus discípulos a hacer su misma obra y les da el poder de curar, ósea para acercarse a los enfermos y cuidarlos hasta el final. (Catequesis de S.S. Francisco, 10 de junio de 2014).
Reflexión
Todos nos maravillamos de los milagros que realizaba Jesús. ¡Y cuántas veces le hemos pedido la curación de alguna enfermedad, nuestra o de alguna persona a la que queremos!
Sin duda, las enfermedades de aquella época eran difíciles de curar. No contaban con los medios actuales de diagnosis y terapias. No había salas de operaciones con la higiene que conocemos hoy, ni ecografías, ni vacunas, ni anestesias locales. Todo eso ha venido con el progreso técnico, médico y farmacológico.
Parece como si Dios hubiera dejado en manos de los médicos el cuidado del cuerpo para poder dedicar a los sacerdotes, sus más íntimos colaboradores, a la tarea más importante: el cuidado espiritual. Es increíble recuperar la vida de gracia y de intimidad con Dios. Es maravilloso ver nacer a Cristo cada día en la Eucaristía.
Porque la vida espiritual, aunque esté oculta a los ojos, tiene una dimensión infinitamente superior a las acciones puramente materiales. Por ejemplo, un acto de caridad hecho por amor a Dios embellece al alma de tal manera que nos quedaríamos extasiados si pudiéramos contemplarla. Es impresionante lo que realizan en nosotros los sacramentos. Porque recibimos gracias especiales de Dios. Sin embargo, tenemos que reconocer que estamos sujetos a las realidades de la tierra y que no podemos percibir nuestra transformación en el mundo espiritual. Pero si tenemos fe, y perseveramos hasta el final, un día podremos ver con claridad, sin misterios, la grandeza de cada alma humana.
Petición
Vivir los sacramentos, la Confesión y la Eucaristía, sabiendo que son los medios para curar nuestras enfermedades espirituales.
Todos nos maravillamos de los milagros que realizaba Jesús. ¡Y cuántas veces le hemos pedido la curación de alguna enfermedad, nuestra o de alguna persona a la que queremos!
Sin duda, las enfermedades de aquella época eran difíciles de curar. No contaban con los medios actuales de diagnosis y terapias. No había salas de operaciones con la higiene que conocemos hoy, ni ecografías, ni vacunas, ni anestesias locales. Todo eso ha venido con el progreso técnico, médico y farmacológico.
Parece como si Dios hubiera dejado en manos de los médicos el cuidado del cuerpo para poder dedicar a los sacerdotes, sus más íntimos colaboradores, a la tarea más importante: el cuidado espiritual. Es increíble recuperar la vida de gracia y de intimidad con Dios. Es maravilloso ver nacer a Cristo cada día en la Eucaristía.
Porque la vida espiritual, aunque esté oculta a los ojos, tiene una dimensión infinitamente superior a las acciones puramente materiales. Por ejemplo, un acto de caridad hecho por amor a Dios embellece al alma de tal manera que nos quedaríamos extasiados si pudiéramos contemplarla. Es impresionante lo que realizan en nosotros los sacramentos. Porque recibimos gracias especiales de Dios. Sin embargo, tenemos que reconocer que estamos sujetos a las realidades de la tierra y que no podemos percibir nuestra transformación en el mundo espiritual. Pero si tenemos fe, y perseveramos hasta el final, un día podremos ver con claridad, sin misterios, la grandeza de cada alma humana.
Petición
Vivir los sacramentos, la Confesión y la Eucaristía, sabiendo que son los medios para curar nuestras enfermedades espirituales.
domingo, 25 de octubre de 2015
LOS SANTOS DE HOY: DOMINGO 25 DE OCTUBRE DEL 2015
Bernardo Calbó, Santo
Obispo, 25 de octubre
|
María Teresa Ferragud Roiq y sus 4 hijas, Beatas
Mártires, 25 Octubre
|
Gudencio de Brescia, Santo
Obispo, 25 de Octubre
|
Crisanto y Daría, Santos
Esposos y mártires, 25 Octubre
|
Canna, Santa
Esposa y madre, Siglo VI, 25 Octubre
|
40 Mártires de Inglaterra y Gales, Santos
Mártires, 25 de octubre
|
Tabita, Santa
Viuda, 25 de octubre
|
Crispin y Crispiniano, Santos
Mártires, patronos de los zapateros, 25 de octubre
|
Frutos, Santo
Eremita, 25 de octubre
|
SAN GUDENCIO DE BRESCIA, OBISPO, 25 DE OCTUBRE
Gudencio de Brescia, Santo
Gudencio de Brescia, Santo
Obispo, 25 de Octubre
Fuente: Wikipédia
San Gaudencio vivió a finales del siglo IV o principios del siglo V ignorándose su patria, la fecha de su nacimiento y aún la historia de sus primeros años.
Pero se sabe que después de la muerte del obispo Filastro, ocurrida en el año 387, fue elegido obispo de Brescia y que aunque al principio no quiso aceptar el nombramiento, se vio obligado a ello por el afecto del pueblo y las repetidas instancias de los obispos de la provincia entre los cuales figuraba San Ambrosio.
San Gaudencio mantuvo una gran amistad con el obispo de Milán y fue uno de los latinos enviados a Constantinopla en los años 404 y 405 para interceder a favor de San Crisóstomo durante la persecución.
En la historia de la antigua literatura cristiana ocupa un distinguido lugar San Gaudencio por muchas obras que de él se conservan. Se le deben principalmente las noticias que nos quedan de Filastro, consignadas en un discurso suyo sobre la vida y escritos de este prelado y que suele también titularse Liber de vita sancti Philatrii.
Se conservan también diez sermones y algunas homilías sobre diferentes pasajes de la Biblia entre otras, las que pronunció el día de su consagración, muy interesante para la historia de su vida.
Dupín dice de él en su Nouvelle bibliothèque que su estilo es sencillo pero descuidado, sus alegorías violentas, sus sermones secos, estilo muy poco atractivo y superficial. Pero en cambio, Pablo Galearti afirma que su estilo, aunque sencillo, es elegante, fácil y ameno.
Pero se sabe que después de la muerte del obispo Filastro, ocurrida en el año 387, fue elegido obispo de Brescia y que aunque al principio no quiso aceptar el nombramiento, se vio obligado a ello por el afecto del pueblo y las repetidas instancias de los obispos de la provincia entre los cuales figuraba San Ambrosio.
San Gaudencio mantuvo una gran amistad con el obispo de Milán y fue uno de los latinos enviados a Constantinopla en los años 404 y 405 para interceder a favor de San Crisóstomo durante la persecución.
En la historia de la antigua literatura cristiana ocupa un distinguido lugar San Gaudencio por muchas obras que de él se conservan. Se le deben principalmente las noticias que nos quedan de Filastro, consignadas en un discurso suyo sobre la vida y escritos de este prelado y que suele también titularse Liber de vita sancti Philatrii.
Se conservan también diez sermones y algunas homilías sobre diferentes pasajes de la Biblia entre otras, las que pronunció el día de su consagración, muy interesante para la historia de su vida.
Dupín dice de él en su Nouvelle bibliothèque que su estilo es sencillo pero descuidado, sus alegorías violentas, sus sermones secos, estilo muy poco atractivo y superficial. Pero en cambio, Pablo Galearti afirma que su estilo, aunque sencillo, es elegante, fácil y ameno.
EL EVANGELIO DE HOY: DOMINGO 25 DE OCTUBRE DEL 2015
Y al instante, recobró la vista
Milagros
Marcos 10, 46-52. Domingo 30o. del Tiempo Ordinario B. ¿Qué le pediríamos a Cristo? Pero no cosas pequeñas, ¡sino grandes!
Por: P. Luis Gralla | Fuente: Catholic.net
Te adelantamos las Reflexiones del Evangelio de la Semana 30o. del Tiempo Ordinario, del domingo 25 al sábado 31 de octubre 2015.
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Del santo Evangelio según san Marcos 10, 46-52
En aquel tiempo, mientras Jesús salía de Jericó acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre, el hijo de Bartimeo, un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: ¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí! Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho más: ¡Hijo de David, ten compasión de mí! Jesús se detuvo y dijo: Llamadle. Llaman al ciego, diciéndole: ¡Animo, levántate! Te llama. Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino donde Jesús. Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? El ciego le dijo: Rabbuní, ¡que vea! Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y al instante, recobró la vista y le seguía por el camino.
Oración introductoria
Señor, como Bartimeo soy un ciego, me falta la luz de la fe y por eso tropiezo con mi pecado. El egoísmo cierra mis ojos, me paraliza. Por eso yo también te grito fuertemente en esta oración: Señor, ¡ten compasión de mí! ¡Padre mío, haz que vea! ¡Haz que me aleje de mi indiferencia y comodidad movido por el amor, la esperanza y la fe!
Petición
Jesús, ayúdame a ver todo lo que me impide seguirte más generosamente.
Meditación del Papa Francisco
En aquel tiempo, mientras Jesús salía de Jericó acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre, el hijo de Bartimeo, un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: ¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí! Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho más: ¡Hijo de David, ten compasión de mí! Jesús se detuvo y dijo: Llamadle. Llaman al ciego, diciéndole: ¡Animo, levántate! Te llama. Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino donde Jesús. Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? El ciego le dijo: Rabbuní, ¡que vea! Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y al instante, recobró la vista y le seguía por el camino.
Oración introductoria
Señor, como Bartimeo soy un ciego, me falta la luz de la fe y por eso tropiezo con mi pecado. El egoísmo cierra mis ojos, me paraliza. Por eso yo también te grito fuertemente en esta oración: Señor, ¡ten compasión de mí! ¡Padre mío, haz que vea! ¡Haz que me aleje de mi indiferencia y comodidad movido por el amor, la esperanza y la fe!
Petición
Jesús, ayúdame a ver todo lo que me impide seguirte más generosamente.
Meditación del Papa Francisco
En el Evangelio el ciego Bartimeo grita a Jesús para ser sanado, mientras los discípulos le regañan para que no lo haga. Hay cristianos que se ocupan solo de su relación con Jesús, es una relación cerrada, egoísta. Ese grupo de gente, también hoy, no escucha el grito de muchos que necesitan a Jesús. Un grupo de indiferentes: no escuchan, creen que la vida sea su grupito; están contentos; están sordos al clamor de tanta gente que necesita salvación, que necesita la ayuda de Jesús, que necesita de la Iglesia. Esta gente es egoísta, vive para sí misma. Son incapaces de escuchar la voz de Jesús.
También está el grupo de los que escuchan este grito que pide ayuda, pero que lo quieren hacer callar. Como cuando los discípulos alejan a los niños para que no incomoden al Maestro. En este grupo están los empresarios, que están cerca de Jesús, están en el templo, parecen religiosos, pero Jesús les expulsa, porque hacían negocios allí, en la casa de Dios. Son esos que no quieren escuchar el grito de ayuda, sino que prefieren hacer sus negocios y usando al pueblo de Dios, usando a la Iglesia. Estosempresarios alejan a la gente de Jesús.
Son cristianos de nombre, cristianos de salón, cristianos de recepciones, pero su vida interior no es cristiana, es mundana. Uno que se dice cristiano y vive como un mundano, aleja a los que piden ayuda a gritos a Jesús. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 28 de mayo de 2015, en Santa Marta).
Reflexión
Bartimeo quería algo y lo pidió con todas sus fuerzas, incluso gritando. Jesús no pudo seguir adelante, porque había alguien junto al camino que le necesitaba y que hacía lo posible para ser escuchado.
Entonces le llamó, y el ciego, arrojando todo lo que tenía, su manto, se puso en pie y acudió en seguida.
Nos encontramos ante una lección perfecta de cómo orar. Primero hay que pedir con insistencia, con fuerza, que Cristo venga a socorrernos. Y hacerlo con la actitud del mendigo ciego: con humildad.
A Jesús le llamó "Hijo de David", es decir, hijo del más grande rey de Israel. Y de sí mismo dijo que era alguien de quien debía compadecerse. Así es el encuentro de la criatura con Dios.
Entonces, cuando Dios encuentra un alma bien dispuesta, se rinde, le llama y le hace la gran pregunta: ¿Qué quieres que te haga?
Hoy podemos preguntarnos: ¿qué quiero que Dios me haga? ¿Cuál es el gran deseo que arde en mi corazón?
Pidamos, pero no cosas pequeñas, sino grandes. Pidamos aumentar nuestra fe hasta límites insospechados, pidamos ser grandes apóstoles, pidamos ser santos.
El ciego supo pedir lo que necesitaba. Y para acudir a ese encuentro salvador no le importó dejar su manto, su miserable manto, porque así, desprendido de todo, alcanzaría la gracia que más anhelaba en su corazón.
Propósito
Valorar la participación familiar en la Eucaristía dominical como el momento más importante del día.
Diálogo con Cristo
Nada pudo apartar a Bartimeo de su deseo de acercarse al Señor. Ni el qué dirán ni el hecho de que lo que pedía era algo humanamente imposible de lograr. Señor, permite que pueda tener ese celo, esa seguridad. Dame la gracia de vivir con la inquietud, con la sed, con el ansia de participar en tu Eucaristía, porque la fe no es algo que yo pueda conseguir, por más empeño que ponga. La fe es un regalo, un don que debo pedir humilde y constantemente en mi oración.
Bartimeo quería algo y lo pidió con todas sus fuerzas, incluso gritando. Jesús no pudo seguir adelante, porque había alguien junto al camino que le necesitaba y que hacía lo posible para ser escuchado.
Entonces le llamó, y el ciego, arrojando todo lo que tenía, su manto, se puso en pie y acudió en seguida.
Nos encontramos ante una lección perfecta de cómo orar. Primero hay que pedir con insistencia, con fuerza, que Cristo venga a socorrernos. Y hacerlo con la actitud del mendigo ciego: con humildad.
A Jesús le llamó "Hijo de David", es decir, hijo del más grande rey de Israel. Y de sí mismo dijo que era alguien de quien debía compadecerse. Así es el encuentro de la criatura con Dios.
Entonces, cuando Dios encuentra un alma bien dispuesta, se rinde, le llama y le hace la gran pregunta: ¿Qué quieres que te haga?
Hoy podemos preguntarnos: ¿qué quiero que Dios me haga? ¿Cuál es el gran deseo que arde en mi corazón?
Pidamos, pero no cosas pequeñas, sino grandes. Pidamos aumentar nuestra fe hasta límites insospechados, pidamos ser grandes apóstoles, pidamos ser santos.
El ciego supo pedir lo que necesitaba. Y para acudir a ese encuentro salvador no le importó dejar su manto, su miserable manto, porque así, desprendido de todo, alcanzaría la gracia que más anhelaba en su corazón.
Propósito
Valorar la participación familiar en la Eucaristía dominical como el momento más importante del día.
Diálogo con Cristo
Nada pudo apartar a Bartimeo de su deseo de acercarse al Señor. Ni el qué dirán ni el hecho de que lo que pedía era algo humanamente imposible de lograr. Señor, permite que pueda tener ese celo, esa seguridad. Dame la gracia de vivir con la inquietud, con la sed, con el ansia de participar en tu Eucaristía, porque la fe no es algo que yo pueda conseguir, por más empeño que ponga. La fe es un regalo, un don que debo pedir humilde y constantemente en mi oración.
sábado, 24 de octubre de 2015
LOS SANTOS DE HOY: SÁBADO 24 DE OCTUBRE DEL 2015
Amado García Sánchez, Beato
Sacerdote y Mártir, 24 de octubre
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José Baldo, Beato
Fundador, 24 Octubre
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Rafael, Arcángel
Arcángel, 24 de octubre
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Luis Guanella, Santo
Sacerdote y Fundador, 24 de octubre
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Antonio María Claret, Santo
Obispo y Fundador, 24 de octubre
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EL EVANGELIO DE HOY: SÁBADO 24 DE OCTUBRE DEL 2015
El buen pastor da la vida por sus ovejas
Solemnidades y Fiestas
Juan 10, 11-16. Fiesta San Rafael Guízar: un ejemplo de cómo afrontar la prueba con mucha confianza en Dios.
Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Juan 10, 11-16
En aquel tiempo. Jesús dijo a los fariseos: Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas. En cambio, el asalariado, el que no es el pastor ni el dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; el lobo se arroja sobre ellas y las dispersa, porque a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor, porque conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. Yo doy la vida por mis ovejas. Tengo además otras ovejas que no son de este redil y es necesario que las traiga también a ellas; escucharán mi voy y habrá un solo rebaño y un solo pastor.
Oración introductoria
Señor, mi buen Pastor, te amo sobre todas las cosas. Gracias por darme el don de la fe, por estar conmigo en todo momento, por cuidarme y protegerme de todo mal. Por intercesión de san Rafael Guízar, enciende en mí el deseo de llevar a los demás la buena nueva de que eres nuestro buen pastor y, por ello, nada nos faltará.
Meditación del Papa Francisco
El ícono bíblico del Buen Pastor resume la misión que Jesús ha recibido del Padre: la de dar la vida por las ovejas. Tal actitud es un modelo también para la Iglesia, que acoge a sus hijos como una madre que dona su vida por ellos. “La Iglesia está llamada a ser siempre la casa abierta del Padre. Ninguna puerta cerrada. Todos pueden participar de alguna manera en la vida eclesial, todos pueden formar parte de la comunidad. La Iglesia es la casa paterna donde hay sitio para cada uno con su vida a cuestas” (Evangelii gaudium, n. 47).
Del mismo modo, todos los cristianos están llamados a imitar al Buen Pastor. Sobre todo las familias cristianas pueden colaborar con Él cuidando de las familias heridas, acompañándolas en la vida de fe de la comunidad. Cada uno haga su parte asumiendo la actitud del Buen Pastor, que conoce cada una de sus ovejas ¡y no excluye a ninguna de su infinito amor! (Catequesis de S.S. Francisco, 5 de agosto de 2015).
Reflexión
Hoy reflexionaremos sobre San Rafael Guizar, que celebramos su fiesta el día de hoy.
El P. Rafael Guízar, en sus primeros años de sacerdote, había fundado una congregación misionera y algunos colegios para la educación de la mujer. Desarrollaba, al mismo tiempo, una intensa actividad misionera en distintos lugares de la diócesis de Zamora. Ayudaba como profesor y director espiritual del seminario, además de otros trabajos pastorales de diverso tipo.
En la vida de los santos, sin embargo, llegan momentos de prueba. Al P. Rafael Guízar le llegó uno de esos momentos en diciembre de 1907.
El primer viernes de ese mes, por la tarde, la catedral de Zamora estaba abarrotada de católicos que esperaban el momento de la bendición eucarística. Debía darla el P. Guízar... pero nunca la dio.
Cuando el P. Guízar fue un momento a su casa a recoger el bendicional con las oraciones para volver en seguida al templo, encontró a su hermana Natividad que le esperaba con un mensaje urgente del señor obispo. Había que leerlo allí mismo, inmediatamente. El P. Guízar abrió el sobre, lo leyó, y pidió una silla en la que cayó casi desmayado. Susurró a su hermana que llamase a otro sacerdote para dar la bendición eucarística a la gente que esperaba en la catedral.
Su hermana salió corriendo, consiguió otro sacerdote y volvió para estar con su hermano. Estaba en la cama, con 40 grados de fiebre. Y en la cama seguiría casi 40 días.
¿Qué había pasado? La carta que acababa de leer era un texto de condena. El obispo de Zamora, monseñor José María Cázares Martínez, había condenado al P. Rafael Guízar con la pena de suspensión “a divinis”. Es decir, le prohibía celebrar o administrar cualquier sacramento u oración pública como sacerdote. ¿Por qué? El obispo no daba explicación alguna: su condena era una decisión tomada sin juicio ni defensa del acusado, y sólo podía ser apelada en un tribunal superior.
Con el tiempo se supo el motivo de esta decisión tan drástica: alguien había preparado un escrito anónimo con infamias contra el obispo y lo había puesto en el cajón que el P. Guízar tenía en la sacristía de la Catedral. Un sacristán encontró el escrito, lo llevó al obispo, y el obispo determinó dar una sentencia ejemplar al sacerdote supuestamente “culpable” del escrito.
Sólo varios años después se supo que ese escrito lleno de calumnias había sido preparado por un ex-seminarista, Vicente Sámano, para destruir ante el obispo al P. Guízar. El mismo Vicente Sámano declararía su delito a la víctima, que no supo guardar por ello ningún rencor.
En medio de la tormenta, y pasados los primeros 40 días en la cama, el P. Rafael Guízar puede ya levantarse. No explica a sus familiares y amigos la condena, ni busca defenderse, ni ataca al obispo de Zamora. Todos los días, por la mañana, se pone su sotana, y con el roquete va a la catedral a rezar y a participar en la misa.
La gente de Zamora empieza a murmurar. “¿Qué habrá pasado? El P. Guízar, ¿condenado por el obispo? ¿Por qué? ¿Qué habrá hecho?” Los rumores inventan motivos por aquí y por allá. Algunos familiares y amigos recurren a monseñor Cázares para pedirle explicaciones. Pero el obispo, que padecía diversos achaques y momentos de tensión psíquica, no quiere modificar en nada su condena.
Con el pasar de los meses, la prueba se hizo más dura. La congregación fundada por el P. Guízar no podía mantenerse por sí misma: acabará por ser disuelta en 1910. Algunos colegios fundados por él se cerraron. Gracias a Dios, no faltaron amigos que suavizaron las heridas y dieron esperanza en esos momentos difíciles.
Algunos obispos que conocían el caso sugirieron al P. Guízar que dejase la diócesis de Zamora y que pidiese ser admitido en otra diócesis. Incluso el Delegado Apostólico le dio a entender que la suya era una condena injusta y que podía celebrar la misa en privado. Pero el P. Guízar no quiso dejar su lugar de prueba ni desobedecer en lo más mínimo. “En esta diócesis me ha puesto Dios, en ésta me he de quedar”.
La prueba llegará a su fin después de más de dos años. El 31 de marzo de 1909 muere el obispo Cázares. A petición del Delegado Apostólico, en la diócesis de Zamora se constituye una comisión de tres sacerdotes para estudiar “el caso Guízar”. A finales de abril el P. Rafael Guízar queda absuelto: sus manos y su corazón quedan libres, nuevamente, para seguir su ministerio como sacerdote de Jesucristo.
Será un sacerdocio muy fecundo. Gran predicador, gran misionero, gran obispo, gran corazón. Por eso ya en vida muchos lo llamaban “el obispo santo” de Veracruz. Ahora es la misma Iglesia quien lo reconoce. Declarado beato por Juan Pablo II el 29 de enero de 1995, es canonizado por Benedicto XVI el 15 de octubre de 2006.
La semilla cayó en tierra, sufrió bajo la dureza del arado, dejó que el agua rompiese la corteza y abriese heridas. Desde el surco, surgió la espiga: un sacerdote y un obispo santo. Dios bendice a sus hijos más queridos, incluso a través de pruebas que parecen incomprensibles. Pero el amor mira mucho más lejos, y la vida de los santos testifica la verdad del Evangelio.
San Rafael Guízar, obispo santo de México, ruega por nosotros.
En la vida de los santos, sin embargo, llegan momentos de prueba. Al P. Rafael Guízar le llegó uno de esos momentos en diciembre de 1907.
El primer viernes de ese mes, por la tarde, la catedral de Zamora estaba abarrotada de católicos que esperaban el momento de la bendición eucarística. Debía darla el P. Guízar... pero nunca la dio.
Cuando el P. Guízar fue un momento a su casa a recoger el bendicional con las oraciones para volver en seguida al templo, encontró a su hermana Natividad que le esperaba con un mensaje urgente del señor obispo. Había que leerlo allí mismo, inmediatamente. El P. Guízar abrió el sobre, lo leyó, y pidió una silla en la que cayó casi desmayado. Susurró a su hermana que llamase a otro sacerdote para dar la bendición eucarística a la gente que esperaba en la catedral.
Su hermana salió corriendo, consiguió otro sacerdote y volvió para estar con su hermano. Estaba en la cama, con 40 grados de fiebre. Y en la cama seguiría casi 40 días.
¿Qué había pasado? La carta que acababa de leer era un texto de condena. El obispo de Zamora, monseñor José María Cázares Martínez, había condenado al P. Rafael Guízar con la pena de suspensión “a divinis”. Es decir, le prohibía celebrar o administrar cualquier sacramento u oración pública como sacerdote. ¿Por qué? El obispo no daba explicación alguna: su condena era una decisión tomada sin juicio ni defensa del acusado, y sólo podía ser apelada en un tribunal superior.
Con el tiempo se supo el motivo de esta decisión tan drástica: alguien había preparado un escrito anónimo con infamias contra el obispo y lo había puesto en el cajón que el P. Guízar tenía en la sacristía de la Catedral. Un sacristán encontró el escrito, lo llevó al obispo, y el obispo determinó dar una sentencia ejemplar al sacerdote supuestamente “culpable” del escrito.
Sólo varios años después se supo que ese escrito lleno de calumnias había sido preparado por un ex-seminarista, Vicente Sámano, para destruir ante el obispo al P. Guízar. El mismo Vicente Sámano declararía su delito a la víctima, que no supo guardar por ello ningún rencor.
En medio de la tormenta, y pasados los primeros 40 días en la cama, el P. Rafael Guízar puede ya levantarse. No explica a sus familiares y amigos la condena, ni busca defenderse, ni ataca al obispo de Zamora. Todos los días, por la mañana, se pone su sotana, y con el roquete va a la catedral a rezar y a participar en la misa.
La gente de Zamora empieza a murmurar. “¿Qué habrá pasado? El P. Guízar, ¿condenado por el obispo? ¿Por qué? ¿Qué habrá hecho?” Los rumores inventan motivos por aquí y por allá. Algunos familiares y amigos recurren a monseñor Cázares para pedirle explicaciones. Pero el obispo, que padecía diversos achaques y momentos de tensión psíquica, no quiere modificar en nada su condena.
Con el pasar de los meses, la prueba se hizo más dura. La congregación fundada por el P. Guízar no podía mantenerse por sí misma: acabará por ser disuelta en 1910. Algunos colegios fundados por él se cerraron. Gracias a Dios, no faltaron amigos que suavizaron las heridas y dieron esperanza en esos momentos difíciles.
Algunos obispos que conocían el caso sugirieron al P. Guízar que dejase la diócesis de Zamora y que pidiese ser admitido en otra diócesis. Incluso el Delegado Apostólico le dio a entender que la suya era una condena injusta y que podía celebrar la misa en privado. Pero el P. Guízar no quiso dejar su lugar de prueba ni desobedecer en lo más mínimo. “En esta diócesis me ha puesto Dios, en ésta me he de quedar”.
La prueba llegará a su fin después de más de dos años. El 31 de marzo de 1909 muere el obispo Cázares. A petición del Delegado Apostólico, en la diócesis de Zamora se constituye una comisión de tres sacerdotes para estudiar “el caso Guízar”. A finales de abril el P. Rafael Guízar queda absuelto: sus manos y su corazón quedan libres, nuevamente, para seguir su ministerio como sacerdote de Jesucristo.
Será un sacerdocio muy fecundo. Gran predicador, gran misionero, gran obispo, gran corazón. Por eso ya en vida muchos lo llamaban “el obispo santo” de Veracruz. Ahora es la misma Iglesia quien lo reconoce. Declarado beato por Juan Pablo II el 29 de enero de 1995, es canonizado por Benedicto XVI el 15 de octubre de 2006.
La semilla cayó en tierra, sufrió bajo la dureza del arado, dejó que el agua rompiese la corteza y abriese heridas. Desde el surco, surgió la espiga: un sacerdote y un obispo santo. Dios bendice a sus hijos más queridos, incluso a través de pruebas que parecen incomprensibles. Pero el amor mira mucho más lejos, y la vida de los santos testifica la verdad del Evangelio.
San Rafael Guízar, obispo santo de México, ruega por nosotros.
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