Mariano Alcalá Pérez, Beato
Sacerdote y Mártir, 15 de septiembre
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Giuseppe "Pino" Puglisi, Beato
Sacerdote y Mártir, 15 de septiembre
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Nicetas el Godo, Santo
Mártir, 15 de septiembre
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Pablo Manna, Beato
Presbítero y Fundador, 15 de septiembre
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Juan Bautista y Jacinto de los Ángeles, Beatos
Mártires, 15 de septiembre
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Catalina (Fieschi) de Génova, Santa
Viuda, 21 de marzo
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Rolando de Medici, Beato
Ermitaño, 15 de septiembre
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Nuestra Señora de los Dolores
Bajo el título de la Virgen de la Soledad o de los Dolores se venera a María en muchos lugares, 15 de septiembre
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lunes, 14 de septiembre de 2015
LOS SANTOS DE HOY: MARTES 15 DE SEPTIEMBRE DEL 2015
NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES, 15 DE SEPTIEMBRE
Nuestra Señora de los Dolores
Bajo el título de la Virgen de la Soledad o de los Dolores se venera a María en muchos lugares, 15 de septiembre
Por: Tere Fernández | Fuente: catholic.net
Memoria
Memoria de Nuestra Señora de los Dolores, que de pie junto a la cruz de Jesús, su Hijo, estuvo íntima y fielmente asociada a su pasión salvadora. Fue la nueva Eva, que por su admirable obediencia contribuyó a la vida, al contrario de lo que hizo la primera mujer, que por su desobediencia trajo la muerte.
Los Evangelios muestran a la Virgen Santísima presente, con inmenso amor y dolor de Madre, junto a la cruz en el momento de la muerte redentora de su Hijo, uniéndose a sus padecimientos y mereciendo por ello el título de Corredentora.
La representación pictórica e iconográfica de la Virgen Dolorosa mueve el corazón de los creyentes a justipreciar el valor de la redención y a descubrir mejor la malicia del pecado.
Bajo el título de la Virgen de la Soledad o de los Dolores se venera a María en muchos lugares.
Un poco de historia
Bajo el título de la Virgen de la Soledad o de los Dolores se venera a María en muchos lugares. La fiesta de nuestra Señora de los Dolores se celebra el 15 de septiembre y recordamos en ella los sufrimientos por los que pasó María a lo largo de su vida, por haber aceptado ser la Madre del Salvador.
Este día se acompaña a María en su experiencia de un muy profundo dolor, el dolor de una madre que ve a su amado Hijo incomprendido, acusado, abandonado por los temerosos apóstoles, flagelado por los soldados romanos, coronado con espinas, escupido, abofeteado, caminando descalzo debajo de un madero astilloso y muy pesado hacia el monte Calvario, donde finalmente presenció la agonía de su muerte en una cruz, clavado de pies y manos.
María saca su fortaleza de la oración y de la confianza en que la Voluntad de Dios es lo mejor para nosotros, aunque nosotros no la comprendamos.
Es Ella quien, con su compañía, su fortaleza y su fe, nos da fuerza en los momentos de dolor, en los sufrimientos diarios. Pidámosle la gracia de sufrir unidos a Jesucristo, en nuestro corazón, para así unir los sacrificios de nuestra vida a los de Ella y comprender que, en el dolor, somos más parecidos a Cristo y somos capaces de amarlo con mayor intensidad.
¿Que nos enseña la Virgen de los Dolores?
La imagen de la Virgen Dolorosa nos enseña a tener fortaleza ante los sufrimientos de la vida. Encontremos en Ella una compañía y una fuerza para dar sentido a los propios sufri-mientos.
Cuida tu fe:
Algunos te dirán que Dios no es bueno porque permite el dolor y el sufrimiento en las personas. El sufrimiento humano es parte de la naturaleza del hombre, es algo inevitable en la vida, y Jesús nos ha enseñado, con su propio sufrimiento, que el dolor tiene valor de salvación. Lo importante es el sentido que nosotros le demos.
Debemos ser fuertes ante el dolor y ofrecerlo a Dios por la salvación de las almas. De este modo podremos convertir el sufrimiento en sacrificio (sacrum-facere = hacer algo sagrado). Esto nos ayudará a amar más a Dios y, además, llevaremos a muchas almas al Cielo, uniendo nuestro sacrificio al de Cristo.
Oración:
María, tú que has pasado por un dolor tan grande y un sufrimiento tan profundo, ayúdanos a seguir tu ejemplo ante las dificultades de nuestra propia vida.
EL EVANGELIO DE HOY: LUNES 14 DE SEPTIEMBRE DEL 2015
Señor, no soy digno de que entres en mi casa
Tiempo Ordinario
Lucas 7, 1-10. Tiempo Ordinario. La tribulación nos hace sufrir pero el confiarse al Señor da la esperanza y de ahí surge la paz.
Por: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net
Te adelantamos las Reflexiones del Evangelio de la 24a. Semana del Tiempo Ordinario, del domingo 13 al sábado 19 de septiembre 2015.
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Del santo Evangelio según san Lucas 7, 1-10
En aquel tiempo, cuando hubo acabado de dirigir todas estas palabras al pueblo, entró en Cafarnaúm. Se encontraba mal y a punto de morir un siervo de un centurión, muy querido de éste. Habiendo oído hablar de Jesús, envió donde él unos ancianos de los judíos, para rogarle que viniera y salvara a su siervo. Estos, llegando donde Jesús, le suplicaban insistentemente diciendo: Merece que se lo concedas, porque ama a nuestro pueblo, y él mismo nos ha edificado la sinagoga. Iba Jesús con ellos y, estando ya no lejos de la casa, envió el centurión a unos amigos a decirle: Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo, por eso ni siquiera me consideré digno de salir a tu encuentro. Mándalo de palabra, y quede sano mi criado. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: Vete, y va; y a otro: "Ven", y viene; y a mi siervo: "Haz esto", y lo hace. Al oír esto Jesús, quedó admirado de él, y volviéndose dijo a la muchedumbre que le seguía: Os digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande.Cuando los enviados volvieron a la casa, hallaron al siervo sano.
Oración Introductoria
Dios mío, te pido me concedas la gracia de iniciar esta oración con la fe del oficial romano. Deseo profundamente mejorar mi estilo de vida porque he tomado la decisión y tengo la confianza de que, con tu ayuda, puede llegar a ser un auténtico testigo de tu amor.
Petición
Señor, no soy digno, pero humildemente te pido que aumentes mi fe para poder unirme a Ti.
Meditación del Papa Francisco
En aquel tiempo, cuando hubo acabado de dirigir todas estas palabras al pueblo, entró en Cafarnaúm. Se encontraba mal y a punto de morir un siervo de un centurión, muy querido de éste. Habiendo oído hablar de Jesús, envió donde él unos ancianos de los judíos, para rogarle que viniera y salvara a su siervo. Estos, llegando donde Jesús, le suplicaban insistentemente diciendo: Merece que se lo concedas, porque ama a nuestro pueblo, y él mismo nos ha edificado la sinagoga. Iba Jesús con ellos y, estando ya no lejos de la casa, envió el centurión a unos amigos a decirle: Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo, por eso ni siquiera me consideré digno de salir a tu encuentro. Mándalo de palabra, y quede sano mi criado. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: Vete, y va; y a otro: "Ven", y viene; y a mi siervo: "Haz esto", y lo hace. Al oír esto Jesús, quedó admirado de él, y volviéndose dijo a la muchedumbre que le seguía: Os digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande.Cuando los enviados volvieron a la casa, hallaron al siervo sano.
Oración Introductoria
Dios mío, te pido me concedas la gracia de iniciar esta oración con la fe del oficial romano. Deseo profundamente mejorar mi estilo de vida porque he tomado la decisión y tengo la confianza de que, con tu ayuda, puede llegar a ser un auténtico testigo de tu amor.
Petición
Señor, no soy digno, pero humildemente te pido que aumentes mi fe para poder unirme a Ti.
Meditación del Papa Francisco
Un cristiano puede llevar adelante las tribulaciones y también las persecuciones confiándose al Señor. Solamente él es capaz de darnos la fuerza, de darnos la perseverancia en la fe, de darnos esperanza.
Confiar al Señor algo, confiar al Señor este momento difícil, confiar a mí mismo al Señor, confiar al Señor a nuestros fieles, nosotros sacerdotes, obispos, confiar al Señor nuestras familias, nuestros amigos y decirle al Señor: ‘Cuida a estos que son tuyos’.
Esta es una oración que no hacemos siempre, la oración en la que confiamos algo o alguien: ‘Señor te confío esto, llévalo Tú adelante’, es una bella oración cristiana. Es la actitud de la confianza en el poder del Señor, también en la ternura del Señor que es Padre.
Asimismo, cuando una persona hace esta oración desde el corazón siente que es confiada al Señor, es segura: Él no decepciona nunca. La tribulación nos hace sufrir pero el confiarse al Señor da la esperanza y de ahí surge la tercera palabra: paz. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 5 de mayo de 2015, en Santa Marta).
Reflexión
Así como un foco necesita de la electricidad para encender y un motor de combustión necesita de la gasolina para funcionar, así la gracia de Dios necesita ser alimentada por nuestra fe para poder obrar milagros y maravillas. Esta es la lección de este Evangelio. Jesús, por compasión y buena voluntad, se levanta y va a curar al siervo del centurión, pero cuando llega a casa de éste, salen los amigos con su recado: "No soy digno..." y "...con una palabra tuya..."
Fe y humildad. La combinación perfecta para que Dios otorgue sus más hermosas gracias a la gente que se las pide. Fe, porque el centurión creyó con todo su corazón que Jesús podía curar a su siervo. No dudó del poder de Jesús en su corazón. Porque de otra manera no hubiera podido arrancar de su Divina misericordia esta gracia.
Humildad, porque siendo centurión y romano, que tenían en ese tiempo al pueblo judío dominado, no le ordenó a Jesús como si fuera un igual o una persona de menor rango. Todo lo contrario. Se humilló delante de Él y despojándose de su condición de dominador de las gentes, reconoció su condición de hombre necesitado de Él.
Propósito
Al acercarme a recibir la Eucaristía, rezar con atención el «Yo no soy digno…». Imitemos la actitud del centurión cada vez que acudamos a Dios. Si rezamos con fe y humildad, seguro que nos concederá lo que pidamos.
Diálogo con Cristo
Jesús, enséñame a orar. A saber pedir lo que realmente conviene a mi salvación y a la de mis hermanos. Que sea dócil a tus tiempos y disposiciones y que no me agite queriéndote imponer lo que YO considero el mejor bien. Que sepa suplicar con aquella confianza de tu madre santísima en las bodas de Caná, no dudar nunca de tu cercanía, de tu interés, de tu gran amor por mí, aunque yo no sea digno ni pueda corresponder, sin tu ayuda, a este gran amor.
Así como un foco necesita de la electricidad para encender y un motor de combustión necesita de la gasolina para funcionar, así la gracia de Dios necesita ser alimentada por nuestra fe para poder obrar milagros y maravillas. Esta es la lección de este Evangelio. Jesús, por compasión y buena voluntad, se levanta y va a curar al siervo del centurión, pero cuando llega a casa de éste, salen los amigos con su recado: "No soy digno..." y "...con una palabra tuya..."
Fe y humildad. La combinación perfecta para que Dios otorgue sus más hermosas gracias a la gente que se las pide. Fe, porque el centurión creyó con todo su corazón que Jesús podía curar a su siervo. No dudó del poder de Jesús en su corazón. Porque de otra manera no hubiera podido arrancar de su Divina misericordia esta gracia.
Humildad, porque siendo centurión y romano, que tenían en ese tiempo al pueblo judío dominado, no le ordenó a Jesús como si fuera un igual o una persona de menor rango. Todo lo contrario. Se humilló delante de Él y despojándose de su condición de dominador de las gentes, reconoció su condición de hombre necesitado de Él.
Propósito
Al acercarme a recibir la Eucaristía, rezar con atención el «Yo no soy digno…». Imitemos la actitud del centurión cada vez que acudamos a Dios. Si rezamos con fe y humildad, seguro que nos concederá lo que pidamos.
Diálogo con Cristo
Jesús, enséñame a orar. A saber pedir lo que realmente conviene a mi salvación y a la de mis hermanos. Que sea dócil a tus tiempos y disposiciones y que no me agite queriéndote imponer lo que YO considero el mejor bien. Que sepa suplicar con aquella confianza de tu madre santísima en las bodas de Caná, no dudar nunca de tu cercanía, de tu interés, de tu gran amor por mí, aunque yo no sea digno ni pueda corresponder, sin tu ayuda, a este gran amor.
Si necesitas enfrentar y sobrellevar un duelo, tristeza o situación difícil que estás viviendo, a la luz del Evangelio, que te permita mirar tu situación de una manera nueva, y encuentres la fortaleza, el gozo, el consuelo y la paz que sólo Dios podrá darte, consulta Hospitalidad Católica un servicio fraterno de acompañamiento en torno a la Palabra de Dios.
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