lunes, 8 de junio de 2020

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 8 DE JUNIO DE 2020



Lecturas de hoy Lunes de la 10ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, lunes, 8 de junio de 2020



Primera lectura
Lectura del primer libro de los Reyes (17,1-6):

En aquellos días, Elías, el tesbita, de Tisbé de Galaad, dijo a Ajab: «¡Vive el Señor, Dios de Israel, a quien sirvo! En estos años no caerá rocío ni lluvia si yo no lo mando.»
Luego el Señor le dirigió la palabra: «Vete de aquí hacia el oriente y escóndete junto al torrente Carit, que queda cerca del Jordán. Bebe del torrente y yo mandaré a los cuervos que te lleven allí la comida.»
Elías hizo lo que le mandó el Señor, y fue a vivir junto al torrente Carit, que queda cerca del Jordán. Los cuervos le llevaban pan por la mañana y carne por la tarde, y bebía del torrente.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 120

R/. Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R/.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel. R/.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche. R/.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,1-12):

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: «Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.»

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy lunes, 8 de junio de 2020
Juan Carlos Martos, cmf



A partir de hoy, la liturgia comienza a proponernos la lectura diaria del evangelio Mateo. La inicia con el sermón de la montaña, cuyo pórtico de entrada son las bienaventuranzas: un plato dulce para unos y ácido para otros. Curiosamente, también el salterio comienza con un anuncio parecido: “Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos” (Sal 1,1). Se ha dicho a menudo que las bienaventuranzas son el evangelio, dentro del evangelio. Lo cual no deja de ser un poco extraño por diversas razones. Porque aluden a grupos humanos marginados, oprimidos, perseguidos, maltratados o, simplemente carentes de esperanza. Y, en particular, porque los presenta como modelos de discipulado. Los amigos de Jesús deben aspirar a ser así. Porque Jesús es también así.

¿Qué efectos pudo producir una declaración como ésta a los oyentes? Más aún, ¿qué reacción desencadena mí, al oírla de nuevo, imaginando que fuera la primera vez que la escucho?

¿Sorpresa? Eso mismo les produjo a los oprimidos, necesitados y descartados. Iban a salir de su penosa situación. Eso suponía una transformación muy, muy, muy radical del conjunto de la sociedad y de sus estructuras… Quienes han sufrido tanto, por fin van a ser consolados, compensados… y así, por las buenas. Si eso es cierto y se cumple, su alegría sería descomunal, apoteósica...
¿Perplejidad? Eso fue lo que produjo en los poderosos. Si el reino de Dios iba a pasar a manos de los últimos, ¿qué podría acarrear eso para quienes tenían el dinero y el poder? ¿Qué suerte les esperaría en el nuevo estado de cosas? Además, ¿sería posible una transformación tan radical sin violencia? ¿Con qué costos?
¿Incomodidad? Esas afirmaciones podían desatar también un frío silencio de incomodidad. Porque los colectivos que Jesús señala como dichosos hoy siguen siendo recusados: los pobres son considerados como vagos, maleantes, sospechosos, indeseables; ni siquiera la expresión “pobres de espíritu” se salva, porque no nos aclaramos sobre lo que Jesús intentaba proponer con esa fórmula; la mansedumbre es no es nada popular porque hoy lo que fascina es ser agresivos; una persona misericordiosa, si no humilla con su compasión, es injusta, porque ya se sabe: “el que la hace, la debe pagar”; trabajar por la paz es tarea de ilusos porque ¿de verdad que es posible crear la paz en una familia rota, en un lugar de trabajo o en un país dividido en partidos e ideologías…? Y alegrarse por meterse en persecuciones y complicaciones es de necios o de insensatos.

No es fácil entender estas propuestas. No lo es. Ni siquiera suponiendo una compensación futura para sus seguidores. Pero, Jesús mantiene su invitación a encarnar estas virtudes en el presente. Al hacerlo nos convertimos en las personas que él pretende que seamos, participamos en su reino y nos hacemos sus discípulos. Y así somos dichosos. Pero, no explica cómo sucederá eso. Solo pide confianza y probar.

SANTORAL DE HOY LUNES 8 DE JUNIO DE 2020

Armando de Ziektkzee, BeatoArmando de Ziektkzee, Beato
Franciscano, 8 de junio
Juan Rainuzzi, BeatoJuan Rainuzzi, Beato
Monje, 8 de junio
Stephen (Esteban) Sándor, BeatoStephen (Esteban) Sándor, Beato
Laico mártir, 8 de junio
Jacobo Berthieu, SantoJacobo Berthieu, Santo
Mártir Jesuita, 8 de junio
Juan Davy, BeatoJuan Davy, Beato
Diácono y mártir, 8 de junio
Maximino de Aix, SantoMaximino de Aix, Santo
Obispo, 8 de junio
Clodulfo de Metz, SantoClodulfo de Metz, Santo
Obispo, 8 de junio
Medardo, SantoMedardo, Santo
Obispo, 8 de junio

FELIZ SEMANA





domingo, 7 de junio de 2020

LA PRESENCIA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD EN LA SANTA MISA


La presencia de la Santísima Trinidad en la Santa Misa
La Eucaristía es el lugar privilegiado de presencia de la Santísima Trinidad.


Por: P. Samuel Bonilla | Fuente: PadreSam.com




El misterio de la Santísima Trinidad está más presente de lo que nos imaginamos, en cada una de nuestras oraciones, ahí estamos invocando al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Y un lugar privilegiado de la presencia de la Santísima Trinidad es en la santa Eucaristía. Hoy te quiero resaltar 4 momentos particulares.

Invocación inicial
Toda Santa Misa no podemos iniciarla si no es invocando a la Santísima Trinidad, de hecho el sacerdote la inicia diciendo “en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu”. Es decir que la Eucaristía ya desde el inicio está presente la Santísima Trinidad.

Epíclesis consecratoria 
Epíclesis significa literalmente invocación sobre. En el vocabulario litúrgico, la epíclesis, que acontece una vez finalizado el canto del Sanctus, es la invocación del Espíritu Santo, sobre las ofrendas, “de manera que sean para nosotros el cuerpo y la sangre de Jesucristo, nuestro Señor” (plegaria eucarística II), es decir que en ese momento se pide al Padre que envíe su Espíritu Santo para que convierta el pan y vino en el Cuerpo y Sangre de Jesús. Para que nos entendamos, esto sucede cuando el sacerdote impone ambas manos sobre las ofrendas. Ahí es un lugar privilegiado en donde está presente la Santísima Trinidad.

Doxología final 
La palabra “doxología” viene del griego “doxa”, que significa “gloria”. Doxología, por tanto, significa glorificación. Esta sucede en el momento en el que el sacerdote toma el Cuerpo y Sangre de Jesús (ya no son “pan y vino”), y lo presenta a Dios, diciendo: “Por Cristo, con Él y en Él, a ti Dios Padre Omnipotente, en la Unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos”, y el pueblo responde “Amén”. Si vemos, ahí está presente la Trinidad: al Padre se ofrece, lo que se ofrece es el Hijo por medio del Espíritu Santo.

Bendición final
Así como la Eucaristía inicia invocando a la Santísima Trinidad, también esta concluye con la invocación a la Santísima Trinidad. En la bendición final se bendice al pueblo diciendo “y la bendición de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y les acompañe siempre”. Acá le estamos pidiendo a la Santísima Trinidad que acompañe y bendiga a cada uno de los presentes.


Como vemos, la Eucaristía es el lugar privilegiado de presencia de la Santísima Trinidad. Es oportuno que sepamos descubrir su presencia, y que los momentos antes mencionados los vivamos aún con más reverencia, sabiendo que estamos invocando al misterio más grande y más sublime, el de la Santísima Trinidad.

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY DOMINGO 7 DE JUNIO DE 2020 - SANTÍSIMA TRINIDAD

Lecturas de hoy Santísima Trinidad - Ciclo A
Hoy, domingo, 7 de junio de 2020




Primera lectura
Lectura del libro del Éxodo (34,4b-6.8-9):

En aquellos días, Moisés subió de madrugada al monte Sinaí, como le había mandado el Señor, llevando en la mano las dos tablas de piedra. El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés pronunció el nombre del Señor.
El Señor pasó ante él, proclamando: «Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad.»
Moisés, al momento, se inclinó y se echó por tierra. Y le dijo: «Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque ése es un pueblo de cerviz dura; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya.»

Palabra de Dios


Salmo
Dn 3,52-56

R/. A ti gloria y alabanza por los siglos

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres,
bendito tu nombre santo y glorioso. R/.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R/.

Bendito eres sobre el trono de tu reino. R/.

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines
sondeas los abismos. R/.

Bendito eres en la bóveda del cielo. R/.


Segunda lectura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (13,11-13):

Alegraos, enmendaos, animaos; tened un mismo sentir y vivid en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros. Saludaos mutuamente con el beso ritual. Os saludan todos los santos. La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con todos vosotros.

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (3,16-18):

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy domingo, 7 de junio de 2020
Fernando Torres cmf


¡Tanto amó Dios al mundo!

      Este domingo de la Trinidad se puede decir que marca el final de las celebraciones más importantes del año litúrgico. Adviento y Navidad traen consigo la primera pascua: el Nacimiento de Jesús. Cuaresma y Semana Santa nos llevan a la segunda pascua: la Resurrección de Jesús. Y los cincuenta días de Pascua nos guían hacia Pentecostés, la tercera pascua, la venida del Espíritu Santo. Se ha culminado así el proceso de la revelación de Dios, que se nos ha manifestado en Jesús. A través de sus palabras, de sus acciones y de su estilo de vida, nos ha revelado al Padre. Y cuando él desaparece de este mundo, nos envía su Espíritu Santo para que siga alentando en nuestros corazones el mismo fuego que nos dejó su presencia. 

      Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. No es cuestión de entrar en discusiones teológicas. Pero sí de dejar que llegue a nuestro corazón un mensaje claro: Dios es amor. Y no es otra cosa. Padre, Hijo y Espíritu Santo son relación de amor entre ellos. Y en ese amor viven en la más perfecta unidad que imaginarse pueda. Tanto que son un solo Dios. 

      Y lo que es más: ese amor se vuelve hacia nosotros. En Jesús se nos revela el amor del Padre y el Espíritu nos ayuda a reconocerlo con nuestra mente y con nuestro corazón. Hay que volver a leer el texto del evangelio de Juan: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único”. Es decir, se entregó a sí mismo. Se dio totalmente por nosotros. Sin medida. Sin condiciones. ¿Cómo es posible que haya gente que todavía piense que Dios anda persiguiéndonos para castigarnos, para ponernos dificultades y piedras en el camino, para condenarnos incluso? Hay que repetir muchas veces ese texto: “Tanto amó Dios al mundo...” Y dejar que nos llegue adentro ese cariño inmenso de Dios y darnos cuenta de la incongruencia que supone pensar que Dios pueda estar planificando nuestra condenación o que pueda tener pensada la destrucción de este mundo y de sus hijos. Dios, lo dice también el evangelio de hoy, quiere que “el mundo se salve”. 

      Pero, ¿nos dejaremos salvar? Porque también es verdad lo que dice la primera lectura del libro del Éxodo: que somos un pueblo de cerviz dura, que a veces no somos capaces de aceptar la mano que Dios nos tiende para salvarnos. Hoy es tiempo de volver nuestros ojos a lo alto y reconocer que Dios está ahí, siempre deseoso de echarnos una mano, de ayudarnos, de estar a nuestro lado, de acogernos, de enseñarnos a perdonar (generalmente nos cuesta mucho perdonarnos a nosotros mismos y por eso nos cuesta también aceptar el perdón de Dios). Levantemos los ojos y nos daremos cuenta de que el Dios del amor y de la paz está con nosotros (segunda lectura). Para siempre. ¿No es tiempo de darle las gracias?



Para la reflexión

      ¿Pienso a veces que Dios me está castigando o que no me va a perdonar por algo que hecho? ¿Está de acuerdo eso con lo que hoy nos dice el Evangelio? ¿Soy capaz de perdonarme a mí mismo y a mis hermanos como Dios me perdona? Podría aprovechar un momento de silencio para darle gracias por su amor.

HOY DOMINGO 7 DE JUNIO CELEBRAMOS LA SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD


Hoy celebramos la Solemnidad de la Santísima Trinidad, el misterio del amor de Dios
Redacción ACI Prensa




La Santísima Trinidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, tres personas un solo Dios verdadero, es la solemnidad litúrgica que la Iglesia Universal celebra hoy.

El Papa Francisco en 2013 al explicar a unos niños las tres personas de la Santísima Trinidad les dijo que “el Padre crea el mundo, Jesús nos salva ¿y el Espíritu Santo qué hace? Nos ama, nos da el amor”.


El misterio de la Trinidad no se puede entender precisamente porque es un misterio, Santa Juana de Arco afirmaba que “Dios es tan grande que supera nuestra ciencia”, por tanto supera el entendimiento humano.

En una oportunidad San Agustín caminaba por la playa cuando observó a un niño que hacía un hoyo en la arena, y el santo le preguntó qué intentaba hacer, el niño le dijo que pensaba meter toda el agua del mar en ese hoyo.

San Agustín, admirado, le dijo: “pero ¡¿no te das cuenta que es imposible?!”, el niño le contestó que “es más posible meter toda el agua del mar en este agujero que intentar meter el misterio de la Trinidad en tu cabeza”.

El santo irlandés, San Patricio, para explicar este misterio lo comparaba con una hoja de trébol. Decía que cada hoja es diferente, pero las tres forman el trébol, y que lo mismo pasa con Dios donde cada persona es Dios y forman la Santísima Trinidad.



Oración a la Santísima Trinidad


La Santísima Trinidad es el misterio de un sólo Dios en tres personas. El hombre debe inclinarse con respeto ante ese misterio sublime y creerlo sin procurar profundizarlo, porque se halla por encima de la luz de su razón.

La Santísima Trinidad es el misterio fundamental de nuestra religión. En su nombre hemos sido bautizados. La señal de la cruz nos la recuerda, y el sacerdote, en el altar, la invoca para terminar todas sus oraciones. En su nombre somos absueltos en el tribunal de la penitencia, y en su nombre, se renueva todos los días, en nuestros altares, el sacrificio del Calvario.

La Santísima Trinidad es, además, prenda de nuestra felicidad eterna: Dios mismo será nuestra recompensa si hemos guardado su ley.
Santo, Santo, Santo, es el Señor, Dios de los ejércitos. Llenos están los cielos y la tierra de su gloria.

Os adoro, Dios tres veces santo, Padre, que nos habéis creado, Hijo que nos habéis, redimido con vuestra sanare, Espíritu Santo, que nos santificáis con las gracias que nos concedéis todos los días. Haced que guarde en mi alma vuestra semejanza o imagen, a fin de que, un día, me reconozcáis y reine con vos en la eternidad.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Así sea.


Texto de una estampa religiosa de finales del siglo XIX

ESTA ES LA ORACIÓN QUE EL PAPA FRANCISCO RECITA SOBRE LA DEVOCIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


Esta es la oración que el Papa recita sobre la devoción al Sagrado Corazón de Jesucristo
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa
 Foto: Vatican Media



Al finalizar el rezo del Ángelus de este domingo 7 de junio, el Papa Francisco recordó que este mes de junio está dedicado al Sagrado Corazón de Jesús y confió la oración que reza desde pequeño, que aprendió de su abuela.

“El mes de junio está dedicado de manera especial al Sagrado Corazón de Cristo, una devoción que une a los grandes maestros espirituales y a la gente sencilla del pueblo de Dios”, recordó el Santo Padre.

En esta línea, el Papa Francisco dijo que “hay una antigua oración –la aprendí de mi abuela– que decía: ‘Jesús, haz que mi corazón se parezca al tuyo’. Es una hermosa oración: ‘Haz mi corazón semejante al tuyo’. Una hermosa oración, pequeña, para rezar este mes. ¿La decimos juntos ahora? ‘Jesús, que mi corazón se parezca al tuyo’. Otra vez: ‘Jesús, que mi corazón se parezca al tuyo’”, advirtió.

Por ello, el Pontífice señaló que “en efecto, el Corazón humano y divino de Jesús es la fuente de donde siempre podemos obtener misericordia, perdón y ternura de Dios. Podemos hacer esto reflexionando sobre un pasaje del Evangelio, sintiendo que en el centro de cada gesto, de cada palabra de Jesús, en el centro está el amor, el amor del Padre que ha enviado a su Hijo, el amor del Espíritu Santo que está dentro de nosotros”.

En este sentido, el Pontífice destacó también que es posible adorar a Cristo “en la Eucaristía, donde este amor está presente en el Sacramento”.

“De este modo, nuestro corazón también, poco a poco, se volverá más paciente, más generoso, más misericordioso, imitando el Corazón de Jesús”.


Por último, como es habitual, el Santo Padre deseó a todos “un buen domingo” y bromeó: “iba a decir ‘un buen y caluroso domingo’. Un buen domingo” debido a las altas temperaturas que comienzan en Roma.

“Por favor, no se olviden de rezar por mí. Buen almuerzo y adiós”, afirmó el Papa Francisco.

SANTORAL DE HOY DOMINGO 7 DE JUNIO DE 2020

Colmán de Dromore, SantoColmán de Dromore, Santo
Obispo y Abad, 7 de junio
Antonio María Gianelli, SantoAntonio María Gianelli, Santo
Obispo y Fundador, 7 de junio
María Teresa de Soubiran, BeataMaría Teresa de Soubiran, Beata
Fundadora, 7 de junio
Ana de San Bartolomé, BeataAna de San Bartolomé, Beata
Carmelita Descalza, Junio 7
Roberto de Newminster, SantoRoberto de Newminster, Santo
Abad, 7 de junio

FELIZ DOMINGO!!!





viernes, 5 de junio de 2020

SANTORAL DE HOY VIERNES 5 DE JUNIO DE 2020

Adán Arakawa, BeatoAdán Arakawa, Beato
Catequista laico y Mártir, 5 de junio
Pedro Spanó, SantoPedro Spanó, Santo
Eremita, 5 junio
Franco de Assergi, SantoFranco de Assergi, Santo
Eremita, 5 junio
Ilidio de Clermont, SantoIlidio de Clermont, Santo
Obispo, 5 de junio
Sancho de Córdoba, BeatoSancho de Córdoba, Beato
Mártir, 5 de Junio
Margarita María Szewczyk, BeataMargarita María Szewczyk, Beata
Fundadora, 5 de junio
Doroteo de Tiro, SantoDoroteo de Tiro, Santo
Obispo y Mártir, Junio 5
Bonifacio, SantoBonifacio, Santo
Memoria Litúrgica, 5 de junio

EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS: LA HORA SANTA Y LA COMUNIÓN DE LOS PRIMEROS VIERNES


EL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS:
 LA HORA SANTA Y LA COMUNIÓN DE LOS PRIMEROS VIERNES

Bertrand de Margerie S.J.




En el contexto de la doceava  gran manifestación, Jesús pidió a Santa Margarita María la comunión de los primeros viernes del mes y la hora santa:

“Todas las noches del jueves, te haré participar en la tristeza mortal que quise sentir en el jardín de los Olivos, especie de agonía más difícil de soportar que la muerte. Y para acompañarme en esta oración humilde que presenté entonces a mi Padre entre todas mis angustias, te levantarás entre las once y medianoche para prosternarte durante una hora conmigo, la cara contra la tierra, tanto para apaciguar la divina cólera como para suavizar, de alguna manera, la amargura que sentía por el abandono de mis apóstoles, que me obligó a reprocharles que no habían podido velar una hora conmigo”.

Aquí, Jesús pidió claramente una participación en su agonía redentora. Estamos frente al programa pastoral elaborado por el Señor mismo: sufrir con él. Comulgar con su pasión para poder  - con un mayor amor – comulgar con su cuerpo Resucitado, sacramentalmente, después de la hora santa. La visión, que tuvo lugar delante del Santísimo Sacramento, está orientada hacia una participación digna en la Eucaristía, por excelencia, sacramento de la santificación y  de la salvación (Jn 6, 54-57).



De esta manera se preparaba la gran aparición 
de junio de 1675.

“Este es el corazón que tanto ha amado a los hombres, que no escatimó nada, hasta agotarse y consumirse para testimoniarle su amor. Y como agradecimiento no recibo, de la mayoría, sino ingratitudes por sus  irreverencias y sus sacrilegios y por las  frialdades que tienen por mí en este sacramento de amor (…). Te pido que el primer viernes después de la octava del Santísimo Sacramento sea dedicada a una fiesta particular para honrar mi Corazón, comulgando ese día haciendo reparación de honor por medio de una ofrenda honorable, para reparar las indignidades que recibió durante el tiempo que ha sido expuesto en los altares. Te prometo, igualmente, que mi corazón se dilatará para derramar abundantemente las influencias de su divino corazón sobre aquellos que le rindan este honor y que procuren que le sea rendido”.

El pedido de una fiesta significaba que cristo quería ver a su Iglesia celebrar cada año el sacrificio eucarístico en honor del amor divino y humano, infinito y finito que está en el origen de su institución. En el contexto de la legislación ritual en vigor en aquella época, los obispos podían establecer fiestas en sus diócesis respectivas, y la Santa Sede sólo en el conjunto del rito latino. El pedido de Jesús apuntaba, entonces, a la sede apostólica.

Pedido eucarístico, columbrando un horizonte reparador. El vocabulario utilizado por Margarita María refleja ciertamente no sólo su psicología personal, sino también la cultura de su tiempo y su país.

¿Qué significa esta “reparación de honor” en el contexto cultural de 1675 en Francia? Opuesta a la ofrenda “aprovechable”, de naturaleza pecuniaria, la ofrenda honorable es un castigo criminal, entre látigo y exilio. Desconocida por el derecho romano, era corrientemente infligida entre los siglos XV y XVII tanto a los clérigos como a los laicos. Según el arbitrio del juez, sanciona todo delito grave, contra Dios, la Iglesia y el Estado. El delincuente, cirio amarillo en mano, cabeza descubierta y pies descalzos, abierta la camisa, conducido por el verdugo, a menudo soga al cuello, y llevando visible para todos el libelo de acusación, grita con alta e inteligible voz su crimen, y arrodillado clama misericordia, es decir perdón.

La ofrenda honorable deriva en línea recta de los ritos de la penitencia o satisfacción canónica. Pena corporal regeneradora de la persona como totalidad, incluye una forma de confesión pública y un pedido de reconciliación. Se sitúa, pues, muy claramente en la historia de la evolución del sacramento de reconciliación penitente, en tres de sus elementos esenciales: contrición, confesión, satisfacción.

Estas evocaciones históricas permiten comprender mejor el plan pastoral de Cristo: subrayando el carácter expiador del sacrificio eucarístico, su finalidad propiciatoria, valorizar también el recurso al sacramento de penitencia para disponerse a una comunión fructífera.

Por tanto, está permitido pensar y aun constara que las revelaciones privadas de Paray-le-Monial, destinadas al mundo entero, tenía por fin una mejor participación en el misterio pascual, especialmente bajo su aspecto de expiación. Ellas constituyen una nueva valorización de la propiciación infinita y superabundante para todos los pecados del mundo, ofrecida sobre la cruz por el único Mediador.



El Cristo exaltado por Margarita María es constantemente mediador:


“Estas son las más ordinarias ocupaciones de mi oración (…) salgo, a menudo, sin saber que he hecho, sin tomar ninguna resolución, pedido ni ofrenda que no sea la Jesús a su Padre eterno: “Dios mío te ofrezco a tu hijo bien amado como mi acción de gracias por todos los bienes que me haces, por mi pedido, por mi ofrenda, por mi adoración y por todas mis resoluciones, y, finalmente por mi amor y mi todo. Recíbelo, Padre eterno por todo aquello que deseas que te vuelva, ya que nada hay que se te pueda ofrecer que sea digno de ti, sino aquel cuyo disfrute me das con tanto amor”.

Se ve: la doctrina de la santa sobre Cristo esta centrada en los cuatro fines del sacrificio eucarístico mediante el cual el Mediador prolonga y renueva su único acto de mediación; el Corazón que adora y quiere hacer conocer es el Corazón traspasado del que manan Sangre y Agua, es decir los sacramentos de la Iglesia, el Corazón que se entrega en la penitencia y la eucaristía. Hay continuidad, y no ruptura, entre la pastoral de Paray  y la de los Padres de la Iglesia. Continuidad pero también progreso, porque el Corazón de Jesús revelado en Paray es aquel que se manifiesta invadido por un sufrimiento redentor desde el primer instante de su existencia terrestre (Cf. Hb 10,5):


“Este divino Corazón me fue presentado (…) rodeado con una corona de espinas, que significa las que nuestros pecados le hicieron, y una cruz por encima, que significaba que desde que su Sagrado Corazón fue formado, la Cruz estaba plantada, y fue colmado, desde esos primeros instantes, de todas las amarguras que le debían causar las humillaciones, pobreza, dolor y desprecio que sagrada humanidad debía sufrir durante el todo el curso de su vida en su santa Pasión”.

Esta perspectiva, lejos de estar aislada, resultaba de una profundización del Nuevo Testamento por la teología medieval y por la de la Contra-Reforma; explica la vida sufriente de santa Margarita María y el acento puesto en Paray sobre la Reparación, siempre iluminada por el amor.


El Cristo que se aparece a santa Margarita María es el profeta que anuncia su sacrificio de sacerdote, inaugurado en la Encarnación, para hacer reinar la ley de la Cruz plantada en su Corazón.


Ese Cristo sacerdote, profeta y rey que confió a la visitandina de Paray una misión relativa al aspecto de su propia misión, que quería subrayar (expiación amante), al culto que le es debido (fiesta de su Corazón), y a la modalidad (amante) del reino que Él quiere ejercer.


Tomado de Histoire doctrinale du culte au Coeur de Jesús
Traducido del francés por José Gálvez Krüger para ACI Prensa
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