Lecturas de hoy Viernes de la 22ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, viernes, 7 de septiembre de 2018
Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (4,1-5):
Que la gente sólo vea en nosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora, en un administrador, lo que se busca es que sea fiel. Para mí, lo de menos es que me pidáis cuentas vosotros o un tribunal humano; ni siquiera yo me pido cuentas. La conciencia, es verdad, no me remuerde; pero tampoco por eso quedo absuelto: mi juez es el Señor. Así, pues, no juzguéis antes de tiempo: dejad que venga el Señor. Él iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios del corazón; entonces cada uno recibirá la alabanza de Dios.
Palabra de Dios
Salmo
Sal 36,3-4.5-6.27-28.39-40
R/. El Señor es quien salva a los justos
Confía en el Señor y haz el bien,
habita tu tierra y practica la lealtad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pide tu corazón. R/.
Encomienda tu camino al Señor,
confía en él, y él actuará:
hará tu justicia como el amanecer,
tu derecho como el mediodía. R/.
Apártate del mal y haz el bien,
y siempre tendrás una casa;
porque el Señor ama la justicia
y no abandona a sus fieles. R/.
El Señor es quien salva a los justos,
él es su alcázar en el peligro;
el Señor los protege y los libra,
los libra de los malvados
y los salva porque se acogen a él. R/.
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (5,33-39):
En aquel tiempo, dijeron a Jesús los fariseos y los escribas: «Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber.»
Jesús les contestó: «¿Queréis que ayunen los amigos del novio mientras el novio está con ellos? Llegará el día en que se lo lleven, y entonces ayunarán.»
Y añadió esta parábola: «Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque se estropea el nuevo, y la pieza no le pega al viejo. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino nuevo revienta los odres, se derrama, y los odres se estropean. A vino nuevo, odres nuevos. Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: "Está bueno el añejo."»
Palabra del Señor
Comentario al Evangelio de hoy viernes, 7 de septiembre de 2018
CR
Jesús es el novio
No sé si lleva cierto tono provocativo afirmar que es una insidia. Son insidiosos los que aseguran que poner en segundo plano ciertos modos de ascesis, ayunos, penitencias, disciplinas y mortificaciones significa rebajar las exigencias cristianas, es traicionar la petición de Jesús de tomar su cruz, es olvidar que seguimos al Crucificado.
Es insidia porque no es verdad. Seguimos al Crucificado, y hemos de estar dispuestos a morir y entregar la vida como él. Pero seguimos, también, el Resucitado. Desde luego, no seguimos a un filósofo estoico; ni siquiera a Juan el Bautista.
Pero es que nos lo dice el mismo Maestro. Seguimos al Novio. Y Jesús es el novio en el banquete de bodas de la Nueva Alianza. El Reino de Dios es comparado por Jesús con un banquete de bodas. Y aquí no caben ayunos ni tristezas. Somos los invitados al convite. Es tiempo y lugar de celebrarlo, de fiesta, de alegría, de festejos.
Además, queremos sorprender la “gran novedad” de la que nos habla Jesús. El vino nuevo, el odre nuevo, el vestido nuevo. Los fariseos, los miembros de ciertas sectas, los mismos discípulos de Juan seguirán embarcados en sus ritos ascéticos. Los seguidores de Jesús se sientan al banquete para alegrarse con el novio, para beber el vino nuevo de la Alianza nueva. La tristeza, para la ausencia del novio, para el pecado; sólo entonces.
Hermanos de Ciudad Redonda: Alegraos, que tenemos entre nosotros al mejor de los novios. Os digo como los primeros cristianos, refiriéndose al domingo: “Celebramos el Día del Señor como un día de alegría (Pedro de Alejandría). “Peca quien en este día está triste” (Didascalia). No temáis a las rebajas de las que hablan voces sombrías. En este banquete de bodas celebramos la Alianza Nueva, lograda con la sangre derramada en la Cruz para la salvación de todos. Con esta sangre no caben frivolidades ni mezquindades.
En fin, gocémonos en la novedad del vino nuevo que nos trae Jesús. Es el Espíritu que hace nuevas todas las cosas.