Páginas
- Página principal
- San Juan Bosco
- San Valentín
- San Ignacio de Loyola
- San Juan XXIII, el Papa Bueno
- San Antonio Abad
- San Martín de Porres
- Santa Mónica
- Santo Domingo de Savio
- Santa Margarita de Alacoque
- Quiénes son los Santos?
- EL Santo Rosario
- Virgen de Guadalupe
- Virgen y Santos para Colorear
- Florecillas a María: Mes de Mayo
- La Divina Misericordia
- Junio: Nardos al Sagrado Corazón de Jesús
- Imágenes de la Virgen María
- Oraciones a la Virgen María
- Oraciones a Santos y Beatos
- Oraciones por las Vocaciones Sacerdotales y Religi...
- Oblatos de San José
- San Carlos Borromeo
- Santa Faustina Kowalska
- San Felipe de Neri
- Santa Rita de Casia
- San Luis Gonzaga
- San Josemaría Escrivá de Balaguer
- San Pedro y San Pablo
- San Pío de Pietrelcina
- Santa Teresita del Niño Jesús
- San Francisco de Asís
- Santa Teresa de Jesús (Ávila)
- San Judas Tadeo
- San Maximiliano Kolbe
- Los Apóstoles de Jesús
- Santa Gema Galgani
- Santa Teresa de Calcuta
- San Antonio de Padua
- San José Marello
- Santa Rosa de Lima
- San Vicente de Paúl
- San Pío de Pietrelcina
- San Juan Pablo II
- San Juan Bautista
- Semana Santa - Imágenes
- San Patricio
- Adviento 2024
- La Corona de Adviento
- Navidad 2024 - Novena y Meditaciones
- Tarjetas de Feliz Navidad y Merry Christmas
- NAVIDAD - PESEBRES NAVIDEÑOS
lunes, 17 de mayo de 2021
domingo, 16 de mayo de 2021
REVELAN CONTENIDO DE CARTA QUE ESCRIBIÓ JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ HACE MÁS DE 100 AÑOS
Revelan contenido de carta que escribió José Gregorio Hernández hace más de 100 años
POR DIEGO LÓPEZ MARINA | ACI Prensa
Crédito: Conferencia Episcopal Venezolana
El Cardenal Baltazar Porras, Administrador Apostólico de Caracas (Venezuela), reveló parte del contenido de una carta manuscrita por el Beato José Gregorio Hernández hace 109 años y que iba dirigida al entonces Obispo de Mérida, Mons. Antonio Ramón Silva.
El Purpurado venezolano, actualmente Arzobispo de Mérida, señaló el 14 de mayo que la carta del “médico de los pobres”, con fecha del 20 de marzo de 1912, reposa actualmente entre los papeles del Archivo Arquidiocesano de Mérida.
En la misiva, José Gregorio Hernández le indica a Mons. Silva: “Le escribo con el objeto de presentarle los Elementos de Filosofía que acabo de publicar”.
“Yo desearía que Monseñor que es tan amante de la juventud estudiosa y tan profundo conocedor de la Filosofía, leyera esta pequeña obra, me hiciera las indicaciones de lo que en ella hay que corregir para una nueva impresión que habrá que hacerse pronto, y si la juzga digna de ella me le diera su aprobación episcopal”, continuó el beato.
El Cardenal Baltazar Porras cree que es muy probable que, en alguno de los viajes de Mons. Silva a Caracas, “tuviera noticias del ilustre médico y haber entablado cordial relación como le intuye de la carta”.
El Purpurado lamentó que el entonces Obispo de Mérida no dejó copia de las cartas o telegramas que enviaba.
“Es probable que en alguno de los repositorios de recuerdos familiares pueda aparecer el juicio del ilustre prelado sobre el ensayo filosófico del médico. Se colige que José Gregorio tenía conocimiento de la relación con la Universidad de los Andes del obispo merideño”, explicó el Cardenal Baltazar Porras.
Al final de la misiva, José Gregorio Hernández agradece las santísimas bondades que Monseñor ha tenido para conmigo”.
“Le envío doscientos bolívares para que Monseñor los emplee en sus obras católicas de la amada diócesis”, continuó el hoy beato, en señal de agradecimiento y desprendimiento.
Finalmente, en la carta le pide a Dios que conserve “la preciosa salud” de Mons. Silva y se despide como “su afectísimo amigo y humilde hijo en N.S.J.”, estampando a continuación su firma.
El Cardenal Baltazar Porras recordó que “esta joya está siendo expuesta en la exposición que el Archivo y Museo Arquidiocesano de Mérida ha abierto al público en homenaje al nuevo beato, en el que se pone a la disposición del público tallas, pinturas, libros y correspondencia de la época, y algunas piezas recientes del arte y literatura con ocasión de la beatificación”.
“Es propicia la ocasión para estimular a quienes puedan tener recuerdos u objetos diversos relacionados con el santo andino que merecen ser expuestas al gran público”, fue el pedido del Purpurado.
Asimismo, también aprovechó para felicitar “al personal de nuestra Curia Arzobispal, en sus dos joyas de evangelización de la cultura, archivo y museo, por esta muestra, a la que seguirán otras por la variedad y abundancia de objetos que se convierten en reliquias de inestimable valor para todo el que se asoma a la grandeza de este hombre que unió varios amores: a la familia, a la tierra chica y al país entero, a los enfermos a través de la docencia y la atención a los más necesitados, aderezada con la fe que recibió desde el hogar y la multiplicó con creces a lo largo de toda su vida, extendiéndose ahora, a dimensiones mucho mayores”.
SANTORAL DE HOY DOMINGO 16 DE MAYO DE 2021
Posidio de Calama, Santo Obispo, 16 de mayo |
Peregrino de Auxerre, Santo Obispo y Mártir, 16 de mayo |
Brendan el Navegante, Santo Abad, 16 de mayo |
Vladimir Ghika, Beato Sacerdote y Mártir, 16 de mayo |
Miguel (Michal) Wozniak, Beato Presbítero y Mártir, 16 de mayo |
Vidal Vladibir Bajrak, Beato Sacerdote y Mártir, 16 de mayo |
Andrés Bobola, Santo Presbítero y Mártir, 16 de mayo |
Simón Stock, Santo Presbítero, 16 de mayo |
Ubaldo Baldassini de Gubbio, Santo Obispo, 16 de mayo |
Honorato de Amiens, Santo Obispo, 16 de mayo |
UNA REFLEXIÓN PARA CADA DÍA DEL MES DE MARÍA: 16 DE MAYO
ORACIÓN INICIAL PARA CADA DÍA
Santa María, ¡Madre de Dios y Madre mía! Eres más madre que todas las madres juntas: cuídame como Tú sabes. Grábame, por favor, estas tres cosas que dijiste:
"NO TIENEN VINO": presenta siempre a tu Hijo mis necesidades y las de todos tus hijos.
"HACED LO QUE ÉL OS DIGA": dame luz para saber lo que Jesús me dice, y amor grande para hacerlo fielmente.
"HE AQUÍ LA ESCLAVA DEL SEÑOR": que yo no tenga otra respuesta ante todo lo que Él me insinúe.
ORACIÓN FINAL PARA CADA DÍA
¡OH SEÑORA MÍA, Oh Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a ti; y en prueba de mi amor de hijo te consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser. Ya que soy todo tuyo, Madre buena, guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya. Amén
(Texto escrito por José Pedro Manglano Castellary (Sacerdote))
EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO16 DE MAYO DE 2021 - LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
«El Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios»
Fray Lluc TORCAL Monje del Monasterio de Sta. Mª de Poblet
(Santa Maria de Poblet, Tarragona, España)
Hoy en esta solemnidad, se nos ofrece una palabra de salvación como nunca la hayamos podido imaginar. El Señor Jesús no solamente ha resucitado, venciendo a la muerte y al pecado, sino que, además, ¡ha sido llevado a la gloria de Dios! Por esto, el camino de retorno al Padre, aquel camino que habíamos perdido y que se nos abría en el misterio de Navidad, ha quedado irrevocablemente ofrecido en el día de hoy, después que Cristo se haya dado totalmente al Padre en la Cruz.
¿Ofrecido? Ofrecido, sí. Porque el Señor Jesucristo, antes de ser llevado al cielo, ha enviado a sus discípulos amados, los Apóstoles, a invitar a todos los hombres a creer en Él, para poder llegar allá donde Él está. «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará» (Mc 16,15-16).
Esta salvación que se nos da consiste, finalmente, en vivir la vida misma de Dios, como nos dice el Evangelio según san Juan: «Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo» (Jn 17,3).
Pero aquello que se da por amor ha de ser aceptado en el amor para poder ser recibido como don. Jesucristo, pues, a quien no hemos visto, quiere que le ofrezcamos nuestro amor a través de nuestra fe, que recibimos escuchando la palabra de sus ministros, a quienes sí podemos ver y sentir. «Nosotros creemos en aquel que no hemos visto. Lo han anunciado aquellos que le han visto. (...) Quien ha prometido es fiel y no engaña: no faltes en tu confianza, sino espera en su promesa. (...) ¡Conserva la fe!» (San Agustín). Si la fe es una oferta de amor a Jesucristo, conservarla y hacerla crecer hace que aumente en nosotros la caridad.
¡Ofrezcamos, pues, al Señor nuestra fe!
ASCENSIÓN DEL SEÑOR: PAPA FRANCISCO PIDE CUIDAR LA FE, LA UNIDAD Y LA VERDAD
Ascensión del Señor: Papa Francisco pide cuidar la fe, la unidad y la verdad
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa
Foto: Vatican Media
Al celebrar la Misa en la Basílica de San Pedro este 16 de mayo, séptimo Domingo de Pascua y solemnidad de la Ascensión del Señor, el Papa Francisco alentó a cuidar la fe, la unidad y la verdad y a no caer en la división, que viene del diablo, sino a ser testigos del Evangelio incluso cuando se tenga que ir contracorriente.
El Santo Padre presidió la Eucaristía junto a algunos fieles de Myanmar residentes en Italia para rezar por la difícil situación social que vive el país después del golpe de estado del pasado 1 de febrero. Más de la mitad de los participantes a esta Misa fueron religiosas, algunas de ellas, llevaban puestos pañuelos y trajes tradicionales.
En su homilía, el Santo Padre reflexionó en la oración de Jesús en las últimas horas de su vida antes de su ascensión a los cielos y exhortó a cuidar la fe, cuidar la unidad y cuidar la verdad.
“En las últimas horas de su vida, Jesús reza. En el momento doloroso de la despedida de sus discípulos y de este mundo, Jesús reza por sus amigos. Mientras en su corazón y en su carne está cargando con todo el pecado del mundo, Jesús continúa amándonos y reza por nosotros. Teniendo como modelo la oración de Jesús, aprendamos también nosotros a atravesar los momentos dramáticos y dolorosos de la vida”, invitó el Papa.
En primer lugar, el Santo Padre recordó que “custodiar la fe es mantener la mirada en alto, hacia el cielo, mientras sobre la tierra se combate y se derrama sangre inocente. Es no ceder a la lógica del odio y de la venganza, sino permanecer con la mirada puesta en ese Dios de amor que nos llama a ser hermanos entre nosotros”.
“La oración nos abre a la confianza en Dios incluso en los momentos difíciles, nos ayuda a esperar contra todas las evidencias, nos sostiene en la batalla cotidiana. No es una fuga, un modo de escapar de los problemas. Al contrario, es la única arma que tenemos para cuidar el amor y la esperanza en medio de tantas armas que siembran muerte”, afirmó.
Sin embargo, el Papa reconoció que “no es fácil alzar la mirada cuando estamos en medio del dolor, pero la fe nos ayuda a vencer la tentación de replegarnos en nosotros mismos. Tal vez quisiéramos protestar, expresar a gritos, incluso a Dios, nuestro sufrimiento. No debemos tener miedo, porque también esto es oración. Decía una anciana a sus nietos, incluso enojarse con Dios puede ser una oración”.
Luego, el Santo Padre destacó que Jesús pidió cuidar la unidad porque la división “es una enfermedad mortal” y lamentó que experimentamos la división “en nuestro corazón, porque frecuentemente estamos divididos dentro de nosotros mismos. Experimentamos la división en las familias, en las comunidades, entre los pueblos, incluso en la Iglesia”.
En este sentido, el Papa enumeró algunos de los “pecados contra la unidad” que son “las envidias, los celos, la búsqueda de intereses personales en vez del bien de todos, los juicios contra los otros”.
“La última recomendación que Jesús hace antes de su Pascua es la unidad. Porque la división viene del diablo que es el que divide, el gran mentiroso que siempre divide. Estamos llamados a cuidar la unidad, a tomar en serio esta apremiante súplica de Jesús al Padre: que sean uno, que formen una familia, que tengan el valor de vivir vínculos de amistad, de amor, de fraternidad”, dijo el Papa.
Ante esto, el Pontífice pidió que también en la Iglesia se promueva “el diálogo, el respeto por el otro, la custodia del hermano, la comunión y no dejemos entrar en la Iglesia la lógica de los partidos, la lógica que divide, la lógica que nos coloca a cada uno al centro descartando a los otros, esto destruye: destruye la familia, destruye la Iglesia, destruye la sociedad, destruye a nosotros mismos”.
Por último, el Santo Padre pidió cuidar la verdad que significa “ser profetas en todas las situaciones de la vida, es decir, estar consagrados al Evangelio y ser testigos aun cuando haya que pagar el precio de ir contracorriente” y advirtió que custodiar la verdad “no significa defender ideas, convertirnos en guardianes de un sistema de doctrinas y de dogmas, sino permanecer unidos a Cristo y estar consagrados a su Evangelio”.
“El Evangelio nos pide estar en la verdad y para la verdad, dando la vida por los demás. Y donde hay guerra, violencia y odio, ser fieles al Evangelio y constructores de paz significa comprometerse, también a través de las decisiones sociales y políticas, arriesgando la vida. Sólo así las cosas pueden cambiar”, explicó el Papa.
De este modo, el Santo Padre recordó que “el Señor no necesita gente tibia, nos quiere consagrados a la verdad y a la belleza del Evangelio, para que podamos testimoniar la alegría del Reino de Dios también en la noche oscura del dolor y cuando el mal parece más fuerte”.
Por ello, el Papa rezó para que “la oración de Jesús nos ayude a cuidar la fe también en los momentos difíciles, a ser constructores de unidad, a arriesgar la vida por la verdad del Evangelio”.
“Queridos hermanos y hermanas, hoy quiero llevar al altar del Señor el sufrimiento de su pueblo y rezar con ustedes para que Dios convierta los corazones de todos a la paz... Por favor, no pierdan la esperanza. Jesús todavía hoy reza al Padre, hace ver en su oración las llagas con las cuales ha pagado nuestra salvación, con esta oración. Jesús reza e intercede por todos nosotros, para que nos cuide del maligno y nos libere del poder del mal”, concluyó el Papa en su homilía.
Antes de finalizar la Misa, un sacerdote de Myanmar agradeció al Papa por su cercanía, por las diversas ocasiones que ha rezado públicamente por Myanmar y por la celebración de esta Misa; unas religiosas le regalaron un cuadro y un fiel le obsequió un libro con fotografías.
Después de la bendición, los fieles entonaron una canción tradicional en su lengua nativa.