miércoles, 29 de enero de 2020

¿QUÉ ES LA FELICIDAD?


¿Qué es la felicidad?
¿Cuál es nuestra idea de la felicidad? ¿Existe realmente?


Por: Solange Paredes | Fuente: Catholic-link.com




¿Qué es la felicidad? ¿Dónde está? ¿Cómo se consigue? La humanidad ha estado detrás de estas preguntas desde el despertar de la vida del hombre, como especie y como individuo. De ahí que la mayoría de nuestras decisiones -si no todas- vienen dictadas por un anhelo profundo de felicidad, ya sea inmediata: diversión; o de largo plazo: realización personal. Al respecto, el Papa Francisco usa un ejemplo bastante simple: “Si yo debo hacer las tareas del colegio y no las hago y me escapo…es una elección equivocada. Y esa elección será divertida, pero no te dará alegría”.

Existen 4 tipos de felicidad. El primero es el Placer. Éste nos da una sensación de felicidad inmediata y efímera. Es una experiencia fundamentalmente sensorial que puede ser satisfecha con cosas materiales y que se encuentran netamente en el exterior. El segundo tipo es la felicidad Ego-comparativa, es decir, la ilusión de felicidad que te da el saberte o creerte mejor que los demás o por lo menos que la gente te perciba como mejor: el ya conocido efecto Facebook.

Ciertamente, estos 2 primeros tipos de felicidad son los que las empresas, la publicidad, redes sociales y en general, la sociedad nos vende. Y en realidad, tenemos que estar conscientes que son modelos defectuosos -en extremo- de felicidad, puesto que son en esencia transitorios y vacíos. Ya son varios los ejemplos de gente exitosa, con fama y dinero que encontraron el placer y la complacencia de creerse superiores y que terminaron deprimidos, sumidos en la droga, quitándose la vida. Para la Iglesia, sin embargo, esto no resulta extraño pues ya nos ha sido revelado que: “Nuestro deseo natural de felicidad es de origen divino. Dios lo ha puesto en el corazón del hombre a fin de atraerlo hacia Él, el Único que lo puede satisfacer”. (CIC 1718).

Teniendo esto en cuenta, llegamos al tercer y cuarto tipo de felicidad: Contributiva y Trascendental, respectivamente. La felicidad contributiva es aquella que sentimos al hacer algo por alguien y marcar la diferencia en su vida. Desde grandes acciones, como aquellas que hacen los misioneros en lugares alejados o el hacer voluntariado en tu comunidad, hasta “pequeños” actos de misericordia: visitar al enfermo, dar buen consejo al que lo necesita, entre otros, generan en nosotros un sentido mucho más profundo y concreto de felicidad puesto que va más allá de nosotros mismos. El último y probablemente más sublime tipo de felicidad es la trascendental. Ésta tiene que ver con anhelos más elevados y que venimos buscando, conscientemente o no, desde que somos niños: Verdad, Justicia, Belleza, Amor y sensación de Hogar. En efecto, éstos últimos son mucho más difíciles de encontrar, pero su sola búsqueda es ya motivo de alegría.

“Claramente, vivir el Evangelio -con todos los desafíos que eso representa, pero ayudados por la gracia- es un camino a la felicidad plena pues nos enseña que la verdadera dicha no reside ni en la riqueza o el bienestar, ni en la gloria humana o el poder, ni en ninguna obra humana […] ni en ninguna criatura, sino sólo en Dios, fuente de todo bien y de todo amor”. (CIC 1723). El beato John Henry Newman, nacido en Inglaterra en el siglo XIX, escribe al respecto con palabras que tienen la frescura de hoy:

El dinero es el ídolo de nuestro tiempo. A él rinde homenaje instintivo la multitud, la masa de los hombres. Estos miden la dicha según la fortuna y, según la fortuna, la honorabilidad […] Todo esto se debe a la convicción […] de que con la riqueza se puede todo. La riqueza, por tanto, es uno de los ídolos de nuestros días, y la notoriedad es otro […] La notoriedad, el hecho de ser reconocido y de hacer ruido en el mundo (lo que podría llamarse una fama de prensa), ha llegado a ser considerada como un bien en sí mismo, un bien soberano, un objeto de verdadera veneración.

Al leer estas líneas, es imposible no pensar en tantos participantes de reality shows y otras “celebridades” que hoy día en nuestros países están dispuestos a cualquier cosa y ser protagonistas de cualquier escándalo con tal de tener un poco de prensa, de fama, de atención que viene suscitada por esta sed instintiva de felicidad. Más aún, si pensamos en ejemplos más cercanos, seremos capaces de identificar a amigos e incluso a nosotros mismos compartiendo cosas privadas y/o fuera de lugar en nuestras redes sociales solamente para tener un “like” más o un “retweet” que al fin y al cabo se traduce en la búsqueda de sentirnos aceptados y reconocidos. ¿Es que acaso estas actitudes no reflejan un anhelo insondable del amor de Dios y de la felicidad que su saciedad significaría?

San Agustín supo reconocer esta ansia de felicidad cuando se preguntaba: “¿Cómo es, Señor, que yo te busco? Es porque al buscarte, Dios mío, busco la vida feliz. Haz que te busque para que viva mi alma, porque mi cuerpo vive de mi alma y mi alma vive de Ti” (Confesiones, 10, 20, 29).

En el evangelio, camino hacia la felicidad plena, las bienaventuranzas ocupan el centro de la predicación de Jesús. Esto no es una mera coincidencia pues mediante el sermón de la montaña, Jesús quiere iluminar nuestra búsqueda de la felicidad con la paradoja de las bienaventuranzas. En ellas se invierten los criterios del mundo pues se ven las cosas en la perspectiva correcta, esto es, desde la escala de valores de Dios. Precisamente, los que según los criterios del mundo son considerados pobres y perdidos son los realmente felices: Jesús llama dichosos a los que tienen espíritu de pobre, no porque seamos juzgados por nuestro estatus socioeconómico pues sabemos que hay pobres con espíritu de avaricia. Sino que Jesús los llama felices porque habrán encontrado que su felicidad no está en lo material, en la satisfacción de sus placeres ni en creerse mejor que lo demás. Aquellos con espíritu de pobre son dichosos puesto que habrán encontrado su felicidad en la solidaridad, la ayuda a los demás y en el caminar al lado de su Salvador. Y aunque muchas de las promesas de las bienaventuranzas parecen comenzar en el más allá, «cuando el hombre empieza a mirar y a vivir a través de Dios, entonces ¡ya ahora! algo de lo que está por venir está presente»”.
Benedicto XVI

Para terminar podemos afirmar que el primer paso para encontrar la felicidad es saber qué tipo de plenitud estoy buscando. Escuchemos a Santo Tomás de Aquino que ya nos da la respuesta: “Solo Dios sacia”.

SANTORAL DE HOY MIÉRCOLES 29 DE ENERO DE 2020

Constancio de Perugia, SantoConstancio de Perugia, Santo
Obispo y Mártir, 29 de enero
Valerio de Tréveris, ObispoValerio de Tréveris, Obispo
Obispo, 29 de enero
Serrano (Asturio Anulino), SantoSerrano (Asturio Anulino), Santo
Obispo, 29 de enero
Gildas de Rhuys, SantoGildas de Rhuys, Santo
Abad, 29 de enero
Villana de Bottis, BeataVillana de Bottis, Beata
Madre de familia, 29 de enero
Boleslava María Lament, BeataBoleslava María Lament, Beata
Fundadora, 29 de enero
Sulpicio  Severo, SantoSulpicio Severo, Santo
Obispo de Bourges, 29 de enero
Radegunda de Treviño, SantaRadegunda de Treviño, Santa
Virgen, 29 de enero
Afraates, SantoAfraates, Santo
Escritor Anacoreta, 29 de enero

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY MIÉRCOLES 29 DE ENERO DE 2020


Lecturas de hoy Miércoles de la 3ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, miércoles, 29 de enero de 2020



Primera lectura
Lectura del segundo libro de Samuel (7,4-17):

En aquellos días, recibió Natán la siguiente palabra del Señor: «Ve y dile a mi siervo David: "Así dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella? Desde el día en que saqué a los israelitas de Egipto hasta hoy, no he habitado en una casa, sino que he viajado de acá para allá en una tienda que me servía de santuario. Y, en todo el tiempo que viajé de acá para allá con los israelitas, ¿encargué acaso a algún juez de Israel, a los que mandé pastorear a mi pueblo Israel, que me construyese una casa de cedro?" Pues bien, di esto a mi siervo David: "Así dice el Señor de los ejércitos: Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel. Te pondré en paz con todos tus enemigos, y, además, el Señor te comunica que te dará una dinastía. Y, cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Él construirá una casa para mi nombre, y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo; si se tuerce, lo corregiré con varas y golpes como suelen los hombres, pero no le retiraré mi lealtad como se la retiré a Saúl, al que aparté de mi presencia. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre."»
Natán comunicó a David toda la visión y todas estas palabras.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 88,4-5.27-28.29-30

R/. Le mantendré eternamente mi favor

Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades.» R/.

«Él me invocará: "Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora";
y yo lo nombraré mi primogénito,
excelso entre los reyes de la tierra.» R/.

«Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable;
le daré una prosperidad perpetua
y un trono duradero como el cielo.» R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (4,1-20):

En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al lago. Acudió un gentío tan enorme que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y el gentío se quedó en la orilla.
Les enseñó mucho rato con parábolas, como él solía enseñar: «Escuchad: Salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otro poco cayó entre zarzas; las zarzas crecieron, lo ahogaron, y no dio grano. El resto cayó en tierra buena: nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno.»
Y añadió: «El que tenga oídos para oír, que oiga.»
Cuando se quedó solo, los que estaban alrededor y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas.
Él les dijo: «A vosotros se os han comunicado los secretos del reino de Dios; en cambio, a los de fuera todo se les presenta en parábolas, para que, por más que miren, no vean, por más que oigan, no entiendan, no sea que se conviertan y los perdonen."»
Y añadió: «¿No entendéis esta parábola? ¿Pues, cómo vais a entender las demás? El sembrador siembra la palabra. Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero, en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. Hay otros que reciben la simiente como terreno pedregoso; al escucharla, la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes y, cuando viene una dificultad o persecución por la palabra, en seguida sucumben. Hay otros que reciben la simiente entre zarzas; éstos son los que escuchan la palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la palabra, y se queda estéril. Los otros son los que reciben la simiente en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno.»

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy miércoles, 
29 de enero de 2020
Severiano Blanco, cmf



Queridos hermanos:

Como en días anteriores, el libro de Samuel nos ofrece cristología davídica. Jesús, el definitivo heredero de David, o David en su plenitud, será el auténtico hijo de Yahvé y el que reúna en torno a sí a muchos hermanos, los hijos en el Hijo. Ese conjunto de los hermanos será el auténtico templo de Dios, el ámbito donde se experimente su presencia. La tarea histórica de Jesús fue la de “reunir a los hijos de Dios dispersos” (Jn 11,52).

Jesús comienza por convocar un grupo de seguidores y seguidoras que quiere esperanzados, llenos de ilusión, acogedores de los pequeños signos del Reino que despunta. La parábola del sembrador impertérrito perteneces a las denominadas de contraste: a una serie de fracasos parciales (siembras malogradas) sigue una cosecha muy superior a lo que se esperaría.

Sin duda, alguna vez los discípulos trataron a Jesús de ingenuo: estaba viendo cuántas miserias y envidias se daban entre ellos y seguía convencido de que, a pesar de todo, los valores del Reino de Dios se implantarían y de que ellos mismos serían luz del mundo y sal de la tierra. Con las parábolas de contraste (la insignificancia de la levadura, del grano de mostaza…) intentaba despertar en ellos altura de miras.

En el conjunto de la narración encontramos sin embargo algo aparentemente escandaloso: al parecer, Jesús hablaría en parábolas ininteligibles para cortar a algunos el acceso a la salvación. Nada más lejos de su intención; las parábolas son el lenguaje más sencillo y pedagógico, “según podía entenderle” (Mc 4,33). Quizá la traducción que tenemos no es la mejor; quizá debiera decir: “así se cumple la Escritura (que dice): ven pero no entienden, salvo que se conviertan y se les conceda el perdón”.

Probablemente el dicho “problemático” originariamente no se refiere solo a las parábolas, sino a toda la acción y predicación de Jesús: a quienes la contemplan solo a distancia, en actitud escéptica, situándose deliberadamente fuera (¿con aire de superioridad?), “todo les resulta un enigma” (mejor que “todo se les da en parábolas”). Jesús lamenta las reservas de los sabios frente a él, la posición de los que solo optan por la crítica o por un descomprometido “ya iremos viendo”. Él desea corazones sencillos, abiertos a su novedad; y, una vez renovados, tendrán que estar vigilantes: que ni las zarzas, ni los cardos, ni la sequedad del terreno (y todo esto recibe nombres muy concretos: los afanes cotidianos, amor al dinero, cobardía ante rechazos) ahoguen la semilla, que está llamada a crecer lozana y frondosa en sus corazonwes.

Vuestro hermano

Severiano Blanco cmf

BIENVENIDOS




martes, 28 de enero de 2020

7 PRENDAS DE VESTIR QUE DEBES EVITAR PARA ASISTIR A MISA

7 prendas de vestir que debes evitar para asistir a Misa
¿Está bien si voy a misa usando esto?


Por: H. Edgar Henríquez Carrasco, LC. | Fuente: Catholic-link.com



«La moda no incomoda» dicen por ahí, pero hay “modas”que son ciertamente inoportunas dependiendo del lugar, del ambiente y de las personas. ¡Cuánto más cuidado pondremos en un ambiente cristiano!
Quisiera a través de este artículo darles a conocer las 7 prendas más inadecuadas para asistir a la Santa Misa. Se podrían enumerar más, pero quisiera que estas siete quedaran en nuestra memoria para evitarlas en un futuro. Algunos se sorprenderán (no es mi intención causar revuelo), pero sí quisiera dar algunas pautas para vestirse mejor durante la celebración Eucarística. Se trata principalmente de formar un criterio general para ayudar, sobretodo a quienes deben catequizar a otros sobre el respeto y el amor que tenemos los católicos a la Eucaristía.
¡Ojo! Antes de mencionarlos, es importante resaltar que estos son algunos criterios básicos, corresponde a cada uno hacer un discernimiento maduro de lo que es más adecuado dependiendo de las circunstancias que cada uno viva

¿Qué debemos evitar vestir cuando vamos a Misa?

1. Camisas deportivas (equipos de fútbol)

camiseta
Si quiero ir al estadio a ver fútbol, permitido. Si quiero pasear por el parque, permitido. Pero, ¿para ir a encontrarme con el Señor? Imagínense una exhibición de camisetas deportivas en la Iglesia, colores y equipos por doquier, viendo a “Messi” o “Vidal” decenas de veces cuando miro hacia el altar porque están en las espaldas de mis hermanos. Esto puede crear rivalidad, disgusto, distracción o molestias en la asamblea. Además es bien sabido que una prenda deportiva se usa en un ambiente deportivo, por ende debemos evitar llevarlo a Misa.

2. Short muy corto o minifalda

mini
Para la playa está bien. El sol cuando calienta puede ser insoportable, pero ¿en la iglesia? El calor no es excusa para vestir como queramos, es más, si tenemos calor, podremos ofrecerlo al Señor como muestra de amor por Él. Un short o una minifalda (en el caso de una dama) es una prenda que llama bastante la atención en un grupo humano, ¡cuánto más dentro de la iglesia! Ya me podrán decir ustedes sobre diseños, tamaños o colores, eso no importa tanto. Vestir una falda esta bien, pero una mini-falda, no.

 3. Chanclas de playa

chanclas
Aunque muchos no lo crean, sucede. Sobre todo en ambientes veraniegos donde ir a Misa está de paso entre mi casa y la playa. ¡Siempre dignos! No lo olvidemos. Aunque me lleve más tiempo cambiarme de ropa y calzado, lo haré por amor al Señor. Las chanclas de verano son para la playa, no para la iglesia. Te pones un calzado más discreto para ir a Misa y luego te los quitas para ir a la playa, ¿cuál es el problema? Que la pereza o la comodidad no intervengan en la dignidad y sobriedad que predomina en un templo católico.

 4. Sombreros o gorras

sombrero

Mi madre decía: «dentro de la casa no se usa gorra», y ahí va de nuevo, ¡cuánto más en la casa de Dios! Además de evitar tapar la vista a los demás hermanos es un gran signo de respeto. Cuando se está con alguien importante nos sacamos el sombrero o la gorra y saludamos, por lo menos así era antes y es algo que no podemos perder. Los sombreros son para protegerse del sol, pero dentro de una iglesia, ¿de qué querríamos protegernos? Es mejor evitarlo. Te lo puedes quitar y dejarlo a un lado de tu asiento o bajo el reclinatorio. Llevarlos a la iglesia está bien, usarlos dentro es inapropiado.

 5. Escotes o camisas abiertas

destapado
Esto es parte de la moda de este siglo. Al parecer la premisa es que «mientras más muestres tu cuerpo, mejor»No es así entre cristianos. Sabemos que el cuerpo es un don de Dios, es el templo del Espíritu Santo, por lo tanto lo protegemos con cautela. No andamos mostrándonos a todo el mundo, esto podría incitar distracción y provocación en los demás. Sinceramente disgusta un poco ver por la calle desfiles de jóvenes vestidos así, ¡cuanto más en la iglesia!. Vamos bien arreglados, pero dignos. Ropa abierta, medio transparente, es mejor dejarla en casa. Nuestra premisa es «mientras más dignos, mejor».

 6. Joyas, lujos y anillos exuberantes

Joyas
Esto casi no habría que explicarlo. Sabemos todos que a la iglesia no vamos a exhibir nuestros bienes o a aparentar un cierto status social. ¡Nosotros vamos a encontrarnos con Jesús! por ende todas las joyas y ornamentos exuberantes sobran en la Misa. Mientras más sobrios mejor. Algunos me dirán: «para Dios lo mejor», claro que sí ¡pero para Dios!, no para que tú hagas alarde de tus posesiones. Es admirable ver cómo grandes empresarios van a Misa, a veces, incluso pasando desapercibidos por su forma de vestir o de tratar a los demás. Tener o no tener dinero no te va llevar al cielo. La caridad con los hermanos y el amor a Dios ¡eso sí!. Así que ya sabes, las joyas en la casa bien guardadas. Así, además de evitar posibles robos, nos hacemos uno más en la asamblea de Dios, donde nadie tiene preferencias, todos somos hijos de Dios. Santiago, en su carta, nos da más luz acerca de este punto: «Supongamos que entra en vuestra asamblea un hombre con un anillo de oro y un vestido espléndido; y entra también un pobre con un vestido sucio; y que dirigís vuestra mirada al que lleva el vestido espléndido y le decís: “Tú, siéntate aquí, en un buen lugar”; y en cambio al pobre le decís: “Tú, quédate ahí de pie”, o “Siéntate a mis pies”. ¿No sería esto hacer distinciones entre vosotros y ser jueces con criterios malos?» (Santiago 2,2-4).

7. Zapatos de fútbol 

zapatos
Todos sabemos el concepto de calzado deportivo. Aquí vamos de nuevo, es deportivo. Como ya sabemos lo deportivo se usa en un contexto de deporte, pero ¿en la iglesia?, ¿para qué? Cuando organicemos un partido de fútbol parroquial, permitido. Pero para la santa misa es inadecuado. Mejor usar calzado formal y discreto. Porque ir con zapatos de montaña a jugar fútbol es inútil, lo mismo en la iglesia, asistir a Misa con zapatos deportivos es inútil.
Estas medidas no son para “encajar en un ambiente social”, como muchos podrán creer, sino para hacer de la Santa Misa un verdadero encuentro con el Señor, un lugar digno de recibirle, un lugar santo. Como cristianos y católicos estamos llamados a buscar la perfección, por ende el vestido no debería constituir ocasión para retroceder en la virtud y en la identificación con Cristo. La limpieza, el decoro, los modales y la distinción son hábitos básicos que debemos ir inculcando a las futuras generaciones, más aún en un mundo muchas veces permisivo.
«Cada Santa Misa tiene un valor infinito, inmenso, que nosotros no podemos comprender del todo: alegra a toda la corte celestial, alivia a las pobres almas del purgatorio, atrae sobre la tierra toda suerte de bendiciones y da más gloria a Dios que todos los sufrimientos de los mártires juntos, que las penitencias de todos los santos, que todas las lágrimas por ellos derramadas desde el principio del mundo y todo lo que hagan hasta el fin de los siglos» (Santo Cura de Ars).
¡Vayamos dignos al Encuentro del Señor!

SANTO TOMÁS DE AQUINO, 28 DE ENERO



Santo Tomás de Aquino
El Doctor Angélico
Presbítero y Doctor de la Iglesia
(+1274)
28 de enero


Dios le concedió una sabiduría e inteligencia extraordinarias,
en las que profundizó portentosamente y comunicó luego
con generosidad.


SU VIDA
Nace en el Castillo de Rocaseca, cerca de Nápoles, Italia, en 1225.

Es el último hijo varón de una numerosa familia de doce hijos. Su padre se llamaba Landulfo de Aquino.

Alto, grueso, bien proporcionado, frente despejada, porte distinguido, una gran amabilidad en el trato, y mucha delicadeza de sentimientos.

Cerca del Castillo donde nació estaba el famoso convento de los monjes Benedictinos llamado Monte Casino. Allí lo llevaron a hacer sus primeros años de estudios.

Los monjes le enseñaron a meditar en silencio. Es el más piadoso, meditabundo y silencioso de todos los alumnos del convento. Lo que lee o estudia lo aprende de memoria con una facilidad portentosa.

Continúa sus estudios por cinco años en la Universidad de Nápoles. Allí supera a todos sus compañeros en memoria e inteligencia. Conoce a los Padres Dominicos y se entusiasma por esa Comunidad. Quiere entrar de religioso pero su familia se opone. El religiosos huye hacia Alemania, pero por el camino lo sorprenden sus hermanos que viajan acompañados de un escuadrón de militares y lo ponen preso. No logran quitarle el hábito de dominico, pero lo encierran en una prisión del castillo de Rocaseca.

Tomás aprovecha su encierro de dos años en la prisión para aprenderse de memoria muchísimas frases de la S. Biblia y para estudiar muy a fondo el mejor tratado de Teología que había en ese tiempo, y que después él explicará muy bien en la Universidad.

Sus hermanos al ver que por más que le ruegan y lo amenazan no logran quitarle la idea de seguir de religioso, le envían a una mujer de mala vida para que lo haga pecar. Tomás toma en sus manos un tizón encendido y se lanza contra la mala mujer, amenazándola con quemarle el rostro si se atreve a acercársele. Ella sale huyendo y así al vencer él las pasiones de la carne, logró la Iglesia Católica conseguir un gran santo. Si este joven no hubiera sabido vencer la tentación de la impureza, no tendríamos hoy a este gran Doctor de la Iglesia.

Esa noche contempló en sueños una visión Celestial que venía a felicitarlo y le traía una estola o banda blanca, en señal de la virtud, de la pureza que le concedía Nuestro Señor.

Liberado ya de la prisión lo enviaron a Colonia, Alemania, a estudiar con el más sabio Padre Dominico de ese tiempo: San Alberto Magno. Al principio los compañeros no imaginaban la inteligencia que tenía Tomás, y al verlo tan robusto y siempre tan silencioso en las discusiones le pusieron de apodo: "El buey mudo". Pero un día uno de sus compañeros leyó los apuntes de este joven estudiante y se los presentó al sabio profesor. San Alberto al leerlos les dijo a los demás estudiantes: "Ustedes lo llaman el buey mudo. Pero este buey llenará un día con sus mugidos el mundo entero". Y así sucedió en verdad después.

Sus compañeros de ese tiempo dejaron este comentario: "La ciencia de Tomás es muy grande, pero su piedad es más grande todavía. Pasa horas y horas rezando, y en la Misa, después de la elevación, parece que estuviera en el Paraíso. Y hasta se le llena el rostro de resplandores de vez en cuando mientras celebra la Eucaristía.

A los 27 años, en 1252, ya es profesor de la famosísima Universidad de París. Sus clases de teología y filosofía son las más concurridas de la Universidad. El rey San Luis lo estima tanto que lo consulta en todos los asuntos de importancia. Y en la Universidad es tan grande el prestigio que tiene y su ascendiente sobre los demás, que cuando se traba una enorme discusión acerca de la Eucaristía y no logran ponerse de acuerdo, al fin los bandos aceptan que sea Tomás de Aquino el que haga de árbitro y diga la última palabra, y lo que él dice es aceptado por todos sin excepción.

En 1259 el Sumo Pontífice lo llama a Italia y por siete años recorre el país predicando y enseñando, y es encargado de dirigir el colegio Pontificio de Roma para jóvenes que se preparan para puestos de importancia especial.

En 4 años escribe su obra más famosa: "La Suma Teológica", obra portentosa en 14 tomos, donde a base de Sagrada Escritura, de filosofía y teología y doctrina de los santos va explicando todas las enseñanzas católicas. Es lo más profundo que se haya escrito en la Iglesia Católica.

En Italia la gente se agolpaba para escucharle con gran respeto como a un enviado de Dios, y lloraban de emoción al oírle predicar acerca de la Pasión de Cristo, y se emocionaban de alegría cuando les hablaba de la Resurrección de Jesús y de la Vida Eterna que nos espera.

El Romano Pontífice le encargó que escribiera los himnos para la Fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo, y compuso entonces el Pangelingua y el Tantumergo y varios otros bellísimos cantos de la Eucaristía (dicen que el Santo Padre encargó a Santo Tomás y a San Buenaventura que cada uno escribiera unos himnos, pero que mientras oía leer los himnos tan bellos que había compuesto Santo Tomás, San Buenaventrua fue rompiendo los que él mismo había redactado, porque los otros le parecían más hermosos). Después de haber escrito tratados hermosísimos acerca de Jesús en la Eucaristía, sintió Tomás que Jesús le decía en una visión: "Tomás, has hablado bien de Mi. ¿Qué quieres a cambio?". Y el santo le respondió: "Señor: lo único que yo quiero es amarte, amarte mucho, y agradarte cada vez más".

De tal manera se concentraba en los temas que tenía que tratar, que un día estando almorzando con el rey, de pronto dio un puñetazo a la mesa y exclamó: "Ya encontré la respuesta para tal y tal pregunta". Después tuvo que presentar excusas al rey por estar pensando en otros temas distintos a los que estaban tratando los demás en la conversación.

Pocos meses antes de morir tuvo una visión acerca de lo sobrenatural y celestial, y desde entonces dejó de escribir. Preguntado por el Hermano Reginaldo acerca de la causa por la cual ya no escribía más, exclamó: "Es que, comparando con lo que vi en aquella visión, lo que he escrito es muy poca cosa".

Santo Tomás logró que la filosofía de Aristóteles llegara a ser parte de las enseñanzas de los católicos. Este santo ha sido el más famoso profesor de filosofía que ha tenido la Iglesia.

Tan importantes son sus escritos que en el Concilio de Trento (o sea la reunión de los obispos del mundo), los tres libros de consulta que había sobre la mesa principal eran: la Sagrada Biblia, los Decretos de los Papas, y la Suma Teológica de Santo Tomás.

Decía nuestro santo que él había aprendido más, arrodillándose delante del crucifijo, que en la lectura de los libros. Su secretario Reginaldo afirmaba que la admirable ciencia de Santo Tomás provenía más de sus oraciones que de su ingenio. Este hombre de Dios rezaba mucho y con gran fervor para que Dios le iluminara y le hiciera conocer las verdades que debía explicar al pueblo.

Su humildad: Cumplía exactamente aquel consejo de San Pablo: "Consideren superiores a los demás". Siempre consideraba que los otros eran mejores que él. Aun en las más acaloradas discusiones exponía sus ideas con total calma; jamás se dejó llevar por la cólera aunque los adversarios lo ofendieran fuertemente y nunca se le oyó decir alguna cosa que pudiera ofender a alguno. Su lema en el trato era aquel mandato de Jesús: "Tratad a los demás como deseáis que los demás os traten a vosotros".

Su devoción por la Virgen María era muy grande. En el margen de sus cuadernos escribía: "Dios te salve María". Y compuso un tratado acerca del Ave María.

SU MUERTE
El Sumo Pontífice lo envió al Concilio de Lyon, pero por el camino se sintió mal y fue recibido en el monasterio de los monjes cistercienses de Fosanova. Cuando le llevaron por última vez la Sagrada Comunión exclamó: "Ahora te recibo a Ti mi Jesús, que pagaste con tu sangre el precio de la redención de mi alma. Todas las enseñanzas que escribí manifiestan mi fe en Jesucristo y mi amor por la Santa Iglesia Católica, de quien me profeso hijo obediente".

Murió el 7 de marzo de 1274 a la edad de 49 años.

Fue declarado santo en 1323 apenas 50 años después de muerto. Y sus restos fueron llevados solemnemente a la Catedral de Tolouse un 28 de enero. Por eso se celebra en este día su fiesta.



ORACIÓN A SANTO TOMÁS DE AQUINO

Angélico doctor Santo Tomás, gloria inmortal de la religión, columna firmísima de la Iglesia, varón santísimo y sapientísimo, que por los admirables ejemplos de tu inocente vida fuiste elevado a la cumbre de una perfección consumada, y con tus prodigiosos escritos eres martillo de los herejes, luz de maestros y doctores, y milagro estupendo de sabiduría;
¡Oh! quien acertara, Santo mío, a ser en virtud y letras verdadero discípulo, aprendiendo en el libro de vuestras virtudes y en las obras que con tanto acierto escribiste la ciencia de los santos, que es la verdadera y única sabiduría. 
¡Quién supiera hermanar, como vos, la doctrina con la modestia, y la alta inteligencia con la profunda humildad! Alcanzadme del Señor esta gracia, junto con el inestimable don de la pureza y haced que, practicando tu doctrina y siguiendo tus ejemplos, consiga la eterna bienaventuranza. Amén.

SANTORAL DE HOY MARTES 28 DE ENERO DE 2020

Moisés Tovini, BeatoMoisés Tovini, Beato
Sacerdote, 28 de enero
Olympia (Olga) Bidá, BeataOlympia (Olga) Bidá, Beata
Religiosa y Mártir, 28 de enero
María Luisa Montesinos Orduña, BeataMaría Luisa Montesinos Orduña, Beata
Virgen y mártir, 28 de enero
Julián Maunoir, BeatoJulián Maunoir, Beato
Sacerdote Jesuita, 28 de enero
Bartolomé Aiutamicristo de Pisa, BeatoBartolomé Aiutamicristo de Pisa, Beato
Religioso Camaldulense, 28 de enero
José Freinademetz, SantoJosé Freinademetz, Santo
Presbítero Misionero, 28 de enero
Julián de Cuenca, SantoJulián de Cuenca, Santo
Obispo, 28 de enero
Tomás de Aquino, SantoTomás de Aquino, Santo
Memoria litúrgica, 28 de enero

ESTOS 5 SANTOS Y BEATOS VIVIERON EL TERROR DEL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE AUSCHWITZ


Estos 5 santos y beatos vivieron el terror del campo de concentración de Auschwitz
Redacción ACI Prensa




Este 27 de enero se conmemora los 75 años de la liberación del campo de concentración nazi de Auschwitz-Birkenau (Polonia), donde más de un millón de personas fueron víctimas del genocidio dirigido por el régimen nazi.

Entre tantas personas que sufrieron persecución, podemos encontrar vidas ejemplares de católicos que decidieron entregar sus vidas para defender su fe y sus principios. Conoce la historia de cinco santos, beatos y mártires que nos enseñan cómo ser luz en medio de la oscuridad de la crueldad humana.

1. San Maximiliano Kolbe
Maximiliano Kolbe nació un 8 de enero de 1894 en la ciudad polaca de Zundska Wola, que en ese momento se encontraba ocupada por Rusia.

Estando como estudiante en Roma, funda la “Milicia de la Inmaculada” con la finalidad de promover el amor y el servicio a la Virgen María y la conversión de las almas a Cristo. De regreso a Polonia, publica la revista mensual “Caballero de la Inmaculada”.

En 1929 funda la "Ciudad de la Inmaculada" en el convento franciscano de Niepokalanów, a 40 kilómetros de Varsovia. Tiempo después se ofrece como voluntario para ir al Japón.

Regresa a Polonia en plena Segunda Guerra Mundial, es apresado, liberado y nuevamente apresado. Fue enviado al campo de concentración de Auschwitz. Cierto día se escapó un prisionero y los alemanes, para dar muestra de severidad, escogen a 10 prisioneros que son condenados a morir de hambre. El décimo número le tocó al sargento Franciszek Gajowniczek, polaco también, quien exclamó: “Dios mío, yo tengo esposa e hijos”.

Ante esto, el P. Maximiliano ofrece intercambiarse por el condenado. El sacerdote es llevado a un subterráneo, donde alienta constantemente a los demás presos a seguir unidos en la oración. Todos mueren y solo él queda vivo. Al final, le aplican una inyección letal que acaba con su vida el 14 de agosto de 1941.

2. Santa Edith Stein
Edith Stein, luego Sor Teresa Benedicta de la Cruz, nació en Breslau (1891), ciudad que perteneció a Alemania y que luego pasó a Polonia. En la adolescencia dejó la religión judía porque no encontraba en ella sentido a su vida.

Más adelante llegó a ser una brillante estudiante de fenomenología en la Universidad de Gottiengen y el filósofo Husserl la escogió antes que a Martín Heidegger (uno de los filósofos más importantes del siglo XX) como asistente de cátedra. Finalmente Edith recibió el título de Filosofía de la Universidad de Friburgo.

Entró en un estado de crisis profunda y a la vez de purificación hasta que meses después decide ser bautizada. Busca la ayuda de un sacerdote y recibe el sacramento en 1922. Poco a poco va brotando la inquietud vocacional en ella, mientras es acompañada por su director espiritual. El 15 de abril de 1934 toma el hábito carmelitano y cambia su nombre a Teresa Benedicta de la Cruz.

Las fuerzas nazis de ocupación declaran a todos los católicos-judíos como “apátridas”, un cuerpo militar nazi ingresa al convento carmelita y se lleva a Edith con Rosa, su hermana, al campo de concentración de Auschwitz, junto a unos mil judíos.

Inmediatamente los prisioneros son conducidos a la cámara de gas y Santa Edith parte a la Casa del Padre el 9 de agosto de 1942, ofreciendo su vida por la salvación de las almas, la liberación de su pueblo y la conversión de Alemania.

Santa Edith Stein fue canonizada por San Juan Pablo II en 1998, quien le dio el título de “mártir por amor” y en octubre de 1999 fue declarada co-patrona de Europa.

3. Beato P. José Kowalski
José Kowalski nació el 13 de marzo de 1911 en Siedliska (Polonia), un pequeño pueblo campesino. Perteneció a una familia profundamente católica, por lo cual fue bautizado el 19 de marzo, día en el que se celebra la fiesta de San José.

El beato se destacaba por su servicio, atención y trabajo arduo, así como por su disposición para apoyar a los jóvenes y en el servicio de confesiones. Su celo por acercar a más personas a Cristo llamó la atención del ejército nazi, que lo arrestó junto a otros once salesianos el 23 de mayo de 1941.

Sin embargo, a pesar de los riesgos el P. José realizó su pastoral en el campo de concentración de Auschwitz. De acuerdo con los testimonios, el beato organizaba la oración cotidiana en el campo.

El P. José Kowalski falleció la madrugada del 4 de julio de 1942, ahogado en la cloaca del campo, luego de haber sido torturado. Fue beatificado el 13 de junio de 1999.

“Con pleno conocimiento, con voluntad decidida y dispuesta a todas las consecuencias, abrazo la dulce cruz de la llamada de Cristo y quiero llevarla hasta el final, hasta la muerte”, dijo el beato, quien siguiendo el llamado de Dios se unió a la congregación salesiana en 1927.

4. Sierva de Dios Stanislawa Leszczynska
Stanislawa Leszczynska nació el 8 de mayo de 1896 en Polonia dentro de un matrimonio católico. En 1922, años en los que las mujeres solían dar a luz en sus casas, se recibió de matrona (partera) en la Universidad de Varsovia.

En 1916 se casó con Bronislaw Leszczynski, con quien tuvo dos hijos y una hija. Sin embargo, fue separada de los varones de su familia cuando Alemania invadió Polonia en 1939.

Tras ser capturada por los nazis, es enviada junto a su hija al campo de concentración de Auschwitz, donde como parte de las prácticas de los nazis, las mujeres que quedaban embarazadas eran asesinadas, pues consideraban que los bebés eran “inútiles” y retrasaban las labores de las madres en el campo de concentración.

Por ese motivo, “Mutti” (Madre) como apodaron a Stanislawa en el campo, tuvo que improvisar una “sala de maternidad” en las barracas que se encontraban junto a las calderas, que estaban infestadas de toda clase de insectos y humedad. Sin embargo, ese lugar se convirtió en la salvación de miles de madres y niños por nacer. La profunda fe católica de la matrona la llevó a bautizar a cada recién nacido con la señal de la cruz en la frente.

“Mutti” estuvo en Auschwitz hasta su liberación por las tropas soviéticas el 26 de enero de 1945, falleció en 1974 y su causa de canonización se ha introducido en la Diócesis de Lodz.

5. Sierva de Dios María Cecilia Autsch
María Cecilia Autsch, bautizada bajo el nombre de Ángela del Sagrado Corazón, nació en Röllecken (Alemania) en 1900.

El 26 de octubre de 1933, el mismo año en que Adolfo Hitler subió al poder, María comenzó el postulantado en el convento de las trinitarias de Mötz (Austria), pequeña población del Tirol austriaco.

Fue detenida por la Gestapo por “un comentario que hizo mientras hacía la compra para su convento en el que manifestó que 'Hitler es un azote para Europa’”, según se revela en la documentación incorporada a su causa.

Fue llevada al campo de concentración de Ravensbrück (Alemania) y después al de Auschwitz (Polonia), donde por ser alemana y enfermera fue destinada al dispensario médico, donde se las ingenió para dar a escondidas más raciones de comida o jabón a las mujeres enfermas.

En 1944, la religiosa murió tras ser alcanzada por un proyectil durante un bombardeo en el campo de concentración, mientras ayudaba a los enfermos a refugiarse.
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