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martes, 5 de septiembre de 2017

SANTA TERESA DE CALCUTA, 5 DE SEPTIEMBRE


Hoy 5 de septiembre se celebra la fiesta de Santa Teresa de Calcuta
Por Liliana Montes

 (ACI).- Hoy, 5 de septiembre, celebramos la fiesta de Santa Teresa de Calcuta, canonizada hace un año por el Papa Francisco en una Misa celebrada en la Plaza de San Pedro, a la cual asistieron unas 120 mil personas. La Santa albanesa murió exactamente hace 20 años, el 5 de septiembre de 1997 en Calcuta, India a los 87 años de edad a causa de un paro cardiaco.

Santa Teresa de Calcuta dio siempre testimonio de servir a Cristo en los “más pobres entre los pobres”, enseñando que la mayor pobreza no estaba en los barrios humildes de Calcuta, sino en los lugares donde muchas veces falta el amor o en las sociedades que permiten el aborto.

Madre Teresa nació el 26 de agosto de 1910 en Skopje, perteneciente en ese entonces a Albania, y actualmente a Macedonia. Su nombre original fue Gonxha Agnes Bojaxhiu, el cual cambio a Teresa al ingresar al Instituto de la Bienaventurada Virgen María.

Fue bautizada al día siguiente de nacer, recibió la Primera Comunión a la edad de 5 años, y la confirmación un año después.

Ingresó a la Congregación de las Hermanas de Loreto en 1928, un año después llegó a la India e hizo sus primeros votos en 1937. Estuvo 20 años en dicha congregación.

El 7 de octubre de 1950 fundó a las Misioneras de la Caridad, con el carisma de entregarse por los más pobres entre los pobres. En 1963 fundó la rama masculina los Hermanos Misioneros de la Caridad, en 1973 a las Hermanas Contemplativas, en 1979 a los Hermanos Contemplativos, y en 1984 a los Padres Misioneros de la Caridad y el movimiento Corpus Christi para sacerdotes.

En 1979 se le confirió el Premio Nobel de la Paz.

Cuando la Congregación contaba con 3,842 religiosas en 594 casas en todo el mundo, fue llamada a la Casa del Padre el 5 de septiembre de 1997.

Fue beatificada por su gran amigo San Juan Pablo II el 19 de octubre del 2003, quién la recordó de la siguiente manera: “Saciar la sed de amor y de almas de Jesús en unión con María, la Madre de Jesús, se convirtió en el único objetivo de la existencia de la Madre Teresa, y en la fuerza interior que la impulsaba y la hacía superarse a sí misma e ‘ir deprisa’ a través del mundo para trabajar por la salvación y la santificación de los más pobres de entre los pobres”.

Fue canonizada 13 años después por el Papa Francisco dentro de la celebración del Jubileo de los voluntarios y operarios de la misericordia.

El Pontífice señalo que "Madre Teresa, a lo largo de toda su existencia, ha sido una generosa dispensadora de la misericordia divina, poniéndose a disposición de todos por medio de la acogida y la defensa de la vida humana, tanto la no nacida como la abandonada y descartada. Se ha comprometido en la defensa de la vida proclamando incesantemente que 'el no nacido es el más débil, el más pequeño, el más pobre'".

En una célebre entrevista poco antes de morir, Santa Teresa de Calcuta dejó este mensaje a la revista brasileña misionera “Sem Fronteras” en 1997: “Ámense los unos a los otros, como Jesús los ama. No tengo nada que añadir al mensaje que Jesús nos dejó. Para poder amar hay que tener un corazón puro y rezar. El fruto de la oración es la profundización en la fe. El fruto de la fe es el amor. Y el fruto del amor es el servicio al prójimo. Esto nos trae la paz”.

¡Feliz Fiesta de Santa Teresa de Calcuta!

lunes, 4 de septiembre de 2017

SANTA ROSALÍA, ERMITAÑA, 4 DE SEPTIEMBRE

Rosalía, Santa
Ermitaña, 4 de septiembre


Fuente: ACIprensa.com 




Ermitaña

Martirologio Romano: En Palermo, de Sicilia, santa Rosalía, virgen, de quien se dice que practicó la vida solitaria en el monte Pellegrino (s. XII).

Etimología: Rosalía = rosal florido”. Viene de la lengua griega

Vivió en el siglo XII y murió hacia 1160.

Aunque se desconocen datos sobre su patria y vida, una leyenda asegura que a los 14 años se retiró a una cueva del monte Coscina y luego a otra del monte Pellegrino, cercano a Palermo.

En la Edad Media se le dedicaron varias iglesias y se le consideró Protectora y Patrona de Palermo.

Sus restos fueron descubiertos un 15 de julio y el Papa Urbano VIII la incluyó como santa en el Martirologio.

Se le invoca como abogada contra la peste y los terremotos. La iconografía la presenta como ermitaña o bien revestida con hábito agustino.

Sus principales atributos son: una corona de rosas, en alusión a su nombre; y un crucifijo y una calavera, por su ascesis.

domingo, 3 de septiembre de 2017

SAN GREGORIO MAGNO, PAPA Y DOCTOR DE LA IGLESIA, 3 DE SEPTIEMBRE


Hoy 3 de septiembre la Iglesia celebra la fiesta de San Gregorio Magno, el primer monje elegido Papa


 (ACI).- Hoy 3 de septiembre la Iglesia Católica celebra a San Gregorio Magno, quien solía decir que “Donde el amor existe se obran grandes cosas”. Fue el primer monje en llegar a ser Papa y hoy es Doctor de la Iglesia.

Nació en Roma en el 540 en una familia de la que había salido dos Papas: Félix III (483-492), su tatarabuelo, y Agapito (535-536). Siendo joven ingresó a la carrera administrativa, la cual dejó para ser monje, transformando la casa de la familia en el monasterio de San Andrés en el Cielo.

Más adelante, el Papa Pelagio lo nombra diácono y lo envía a Constantinopla como Nuncio Apostólico. Luego es llamado a Roma como secretario del Pontífice. Allí vivió años difíciles con desastres naturales, carestías y la peste, de la cual fue víctima el Papa Pelagio II.

El clero, pueblo y senado lo eligieron como Papa y se preocupó por la conversión de los pueblos jóvenes y de la nueva organización civil de Europa. Quería entablar relaciones de fraternidad con todos para anunciarles la palabra de salvación.

El Papa Benedicto XVI, en su audiencia general del 28 de mayo del 2008, refiriéndose a él, dijo:

“En un tiempo desastroso, más aún, desesperado, supo crear paz y dar esperanza. Este hombre de Dios nos muestra dónde están las verdaderas fuentes de la paz y de dónde viene la verdadera esperanza; así se convierte en guía también para nosotros hoy”.

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El Papa Gregorio I, con más justicia llamado "Magno", fue el primer Pontífice que fue monje y ascendió a la silla apostólica cuando Italia se hallaba en una condición deplorable como consecuencia de las luchas entre los ostrogodos y el emperador Justiniano, que terminaron con la derrota y muerte de Totila, en el año 562.

Aunque San Gregorio cumplía fiel y honrosamente sus funciones como prefecto, desde hacía tiempo se sentía llamado a una vocación superior, hasta que por fin resolvió apartarse del mundo y consagrarse al servicio de Dios, siendo ordenado séptimo diácono de la Iglesia Romana y enviado como embajador ante la corte bizantina. A principios del año 586, tras volver a Roma, se convirtió en abad del monasterio de San Andrés.

En el año 590, una terrible epidemia arrebató la vida al Papa Pelagio y el pueblo escogió a Gregorio como nuevo Pontífice. Desde el momento que asumió el cargo de Papa, se impuso el doble deber de catequizar y cumplir con la disciplina; prohibió el cobro injusto de primas por entierros en iglesias, por ordenaciones o por conferir el palio y no permitió a los diáconos dirigir la parte cantada de la misa a menos que fueran escogidos por sus voces más que por su carácter. También destacó como predicador escogiendo temas del Evangelio del día y, hasta nosotros ha llegado algunas de sus homilías, llenas de elocuencia y sentido común, terminadas con una enseñanza moral que podía adaptarse a cada caso. Fue un excelente administrador de la Sede Pontificia pues todos los súbditos estaban contentos con lo que les tocaba en la distribución de bienes y aún entraba dinero a la tesorería.

De toda su labor religiosa en occidente, la conversión de Inglaterra y el éxito que coronó sus esfuerzos encaminados hacia esta dirección fue para él, el mayor triunfo de su vida. Se le reconoce a San Gregorio la compilación del Antiphonario, la revisión y reestructuración del sistema de música sacra, la fundación de la famosa Schola Cantorum de Roma y la composición de varios himnos muy conocidos. Pero su verdadera obra se proyecta en otras direcciones. Se le venera como el cuarto Doctor de la Iglesia Latina, por haber dado una clara expresión a ciertas doctrinas religiosas que aún no habían sido bien definidas y quizá su mayor labor fue el fortalecimiento de la Sede.

sábado, 2 de septiembre de 2017

SAN SALOMÓN LECLERC, RELIGIOSO LASALLISTA Y MÁRTIR, 2 DE SEPTIEMBRE

Salomón Leclerc, Santo
Religioso Lasallista y Mártir, 2 de septiembre


Por: n/a | Fuente: LaSalle.org 



Mártir Lasallista

Fecha de beatificación: 17 de octubre de 1926 por el Papa Pío XI
Fecha de canonización: 16 de octubre de 2016 por S.S. Francisco

Breve Biografía

El Hermano Salomón (Nicolás Leclerc) nació en Boulogne-ser-Mer, Francia en 1745. Entrado en el Noviciado de La Salle en 1767.

Después del derrocamiento de la monarquía, al comienzo de la Revolución francesa, el blanco siguiente fue la Iglesia. En 1790, la Constitución civil del Clero dio al estado el control de la Iglesia en Francia. Los sacerdotes y religiosos debían prestar juramento de fidelidad a la Constitución bajo pena de exilio, de encarcelamiento y hasta de muerte. La mayor parte de los Hermanos se negaron y tuvieron que abandonar sus escuelas y comunidades, y esconderse, el Instituto ya no tenía estatuto legal.
El Hermano Salomón era en esa época secretario del Hermano Agathon, Superior General, después de haber sido maestro, director, ecónomo. Manifestó siempre gran amor por las almas y gran abnegación en sus tareas. Habiéndose negado a prestar juramento, vivía solo en París en la clandestinidad. Conservamos de él numerosas cartas que escribía a su familia. La última lleva la fecha del 15 de agosto de 1792. Ese mismo día fue arrestado y encerrado en el Convento de los Carmelitas transformado en prisión, junto a numerosos obispos, sacerdotes y religiosos. El 2 de septiembre casi la totalidad de los prisioneros fueron exterminados, pasados a cuchillo en los locales y el jardín del Convento.
Fue beatificado el 17 de octubre de 1926 junto con 94 compañeros del martirio en el convento del Carmen.
Fue el primero de los Hermanos de las Escuelas Cristianas de La Salle en ser mártir y también el primero de los mártires de esa Congregación en ser beatificado.
El Santo Padre Francisco recibió el 9 de mayo de 2016 al Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Cardenal Angelo Amato y autorizó la promulgación del decreto sobre el milagro atribuido a la intercesión del Hermano Salomón.

BEATO BARTOLOMÉ GUTIÉRREZ Y COMPAÑEROS MÁRTIRES


Beato Bartolomé Gutiérrez y Compañeros Mártires
2 de Setiembre




Nació en la ciudad de México el 4 de septiembre de 1580, hijo de Alonso Gutiérrez y Ana Rodríguez. Fue bautizado en la parroquia de Sagrario Metropolitano. Con 16 años ingresa a la orden agustina; hizo sus estudios en el convento de Yuriria, Michoacán, profesando el 1 de junio de 1597. Ordenado sacerdote, fue trasladado a Puebla al convento de San Agustín. Por estas fechas ya tenía deseos de ser misionero y mártir, sus hermanos de religión se burlaban de él porque era muy gordo y no podría soportar las fatigas del misionero. Pero el respondía con jocosidad: “Tanto mejor, así habrá más reliquias que repartir cuando muera mártir, porque algún día iré a Filipinas y de allí a Japón donde moriré por la Fe de Cristo”. Sus palabras resultaron proféticas.

El 22 de febrero de 1606 se embarcó en Acapulco y llego a Filipinas el 1 de mayo siguiente. Allí, los superiores al ver sus cualidades, lo nombraron maestro de novicios, desempeñando este cargo durante un sexenio. Tenía una gran facilidad para los idiomas, era un buen latinista y aprendió pronto el japonés a pesar de las dificultades de esta lengua. En 1612 se embarca a Japón y en 1613 es nombrado prior del convento de Usuki; como dominaba bien el idioma japonés, se entregó de lleno a la evangelización, teniendo pronto a su cargo una gran comunidad de fieles. En 1614 hubo un decreto de expulsión para los religiosos y en noviembre de este año el Beato Bartolomé fue capturado y expulsado de Japón, volviendo a Filipinas, donde nuevamente fue maestro de novicios. En Japón la persecución recrudeció a raíz del martirio del Beato Fernando de San José Ayala, OSA y las demandas de refuerzos llegaban a Manila porque los fieles ocupaban pastores. Algunas crónicas precisan que se pedía la vuelta del Padre Bartolomé Gutiérrez porque este había dejado un buen recuerdo. Así, el provincial designó que volviera a Japón acompañado del Beato Pedro de Zúñiga, regresando ambos a tierra de misión el 12 de agosto de 1618.

Ejerció un ministerio ejemplar entre sus fieles, estimulando por su fervor, sosteniendo a los débiles en la fe, predicando y administrando los sacramentos a escondidas. Venció innumerables peligros para llevar a Cristo a los creyentes y para no ser detenido, vivía en los campos y bosque; vivió pobremente, padeció las inclemencias del clima y también el hambre. A esto él añadió ayunos, vigilias y tales maceraciones, que aquel joven robusto de 25 años, se convirtió en un hombre enjuto y seco que no parecía tener más que huesos y piel.

De él se platica que Dios lo protegió de manera milagrosa cuando se escondía. En una ocasión escapó de sus perseguidores gracias a que una araña tejió su telaraña en un rincón de la casa donde se escondía. Otra vez salió al encuentro de sus captores tocando un instrumento musical sin ser notado por ello. También sucedió que una buena mujer lo escondió en su casa, llegaron los guardias y le preguntaron por él, entonces ella sufrió un ataque de nervios y se reía mucho, pensaron los oficiales que quería congraciarse con ellos mientras les señalaba que adentro y lo tomaron a burla y se marcharon sin revisar. Así fue que desarrolló su apostolado hasta 1629, en que llego a Nagasaki como gobernador un hombre llamado Tacanga. Este fue un cruel perseguidor y redobló las pesquisas y castigos. También respiraba mucho odio contra el Beato Bartolomé y los agustinos porque en el reino de Bungo habían fundado el primer convento y para acabar de componerla, el religioso había convertido al cristianismo a varios familiares suyos.

Víctima de una traición, el Beato Bartolomé fue sorprendido y arrestado el 10 de noviembre de 1629, junto con el catequista y ahora Beato Juan Shozaburo y otros tres auxiliares con los que fue enviado a la cárcel de Nagasaki, allí se reunieron pronto con él los religiosos agustinos Francisco de Jesús Terrero y Vicente de San Antonio Carvalho. Desde 1618 él había sido el sostén y promotor de la comunidad cristiana local, ahora ya detenido, el Tirano Tacanga se alegró porque iba a escarmentarlo para infundir miedo en el reino. Luego fue trasladado a la cárcel de Omuro, por considerarse que era un lugar más cruel.

En su traslado fue notoria su tranquilidad y resignación así como la alegría con que cantaba himnos a Dios en acción de gracias. Aquí languideció durante dos años. En 1630 tuvo la oportunidad de escribir al provincial: “por estar al presente por horas y momentos esperando la muerte” dando noticias no menos interesantes sobre sus compañeros y circunstancias de su prisión. En 1631 vuelve a Nagasaki en compañía de sus hermanos de hábito Francisco de Jesús y Vicente de San Antonio así como el Jesuita Antonio Ixda, encontrado en la prisión al hermano franciscano Gabriel de la Magdalena. Los hicieron sufrir la tortura del agua sulfurosa en el Monte Unge, fueron llevados al lago de Arima, de aguas hirvientes, con las que eran bañadas sus carnes hasta escaldarlos y desollarlos creyendo que así renegarían de la fe. Esta dolorosísima prueba, de la que muchos salían apostatando, fue ganada por los mártires. Los suplicios fueron verdaderamente espantosos y se prolongaron por un mes, repitiéndose el castigo por lo menos dos veces al día, lo que tuvieron que padecer, todo el cuerpo hecho una llaga, no es fácil de imaginar.

Al ver que no se lograba ningún retroceso, fueron devueltos a Nagasaki, donde se les condenó a morir en la hoguera. Todavía la víspera, Tacanga les ofreció la libertad si apostataban, pero permanecieron firmes en la fe. La sentencia se llevó a cabo el 3 de septiembre de 1632. Al llegar al lugar del suplicio, entonaron, como era la costumbre entre quienes eran sacrificados, el salmo 116 “Laudate Dominum omnes gentes”, luego los ataron con lazos muy frágiles, para que se pudieran romper si decidían renegar. La leña era verde y llena de lodo para que ardiera con dificultad. Al ser encendido el fuego, el Beato Vicente Carvalho sacó su crucifijo y levantándolo en alto exclamo “¡Adelante valerosos soldados de Jesucristo! ¡Viva nuestra fe y por ella valerosamente muramos!”.

El Beato Bartolomé Gutiérrez dejo varios escritos. Explicación de la doctrina cristiana la Relación del suceso de la prisión y dichoso fin de los bienaventurados mártires Pedro de Zúñiga y Luis Flores y la Relación del martirio que padecieron otros religiosos en el Japón en el mes de septiembre de 1622. Este grupo de misioneros cierra el elenco de os mártires encabezados por el Beato Alfonso de Navarrete.

A continuación se refiere una breve semblanza de los beatos martirizados junto Beato Bartolomé Gutiérrez.

Beato Vicente de San Antonio Simoes de Carvalho Nació en 1590 en Albufeiora, Portugal, siendo sus padres Antonio Simoes y Catalina Pereiro, quienes le dieron una buena educación. Ingresó con los agustinos en el convento de Santa María de Gracia, donde profesó y fue ordenado sacerdote. En 1621 estuvo en México, en 1622 en Filipinas y en 1623 en Japón; por casi seis años se consagró al ministerio en secreto y logró mucho fruto, burlando, también la vigilancia de los espías hasta que finalmente fue capturado.

Beato Francisco de Jesús Terrero Pérez Nació en 1590 en Villa Mediana, Palencia, siendo hijo de Pedro Terrero y María Pérez, ambos de ascendencia noble y familias ricas. A los 8 años quedó huérfano y fue educado por dos tíos suyos que eran sacerdotes; con 16 años ingresa a la orden de San Agustín en Valladolid, luego de profesar en esa orden, hizo estudios sacerdotales recibiendo por fin el presbiterado. En 1621 estuvo en México, luego se trasladó a filipinas y por ultimo a Japón, donde fue vicario Provincial. Estudió el japonés para poder transmitir el Evangelio, su apostolado lo hacía de noche y con muchos peligros, tuvo que vivir en una cueva para no ser descubierto. Las crónicas dicen que bautizó cerca de 7000 fieles.

Beato Antonio Ixhida Kyutaku S.J. Nació en el año de 1570 en Ximabaro, reino de Arima. Con 19 años ingreso a la Compañía de Jesús, donde profesó y fue ordenado; como conocía de fondo las religiones paganas y tenía buena elocuencia, su ministerio se valió de esto para tener mucho provecho. Desafiaba los peligros para llevar el consuelo a los cristianos encarcelados, burlando la vigilancia de los soldados.

Beato Jerónimo de la Cruz Jo ó de Torres Nació en Nagasaki, de joven estudió con los padres franciscanos que lo enviaron a Filipinas para continuar sus estudios; una profeso fue ordenado sacerdote y su ministerio lo hacía entre sus compatriotas exiliados con abundancia de buenos resultados. Entonces cambio su apellido Jo por el español de Torres. El Beato amaba mucho a su patria y oraba a Dios suplicándole el fin de las persecuciones. En 1628 volvió a Japón para ayudar con su ministerio a sus hermanos perseguidos. Breve fue su trabajo, pues fue apresado en 1629.

Beato Gabriel de la Magdalena Tarazona Rodríguez Nació en Sonseca, Toledo en octubre de 1567, hijo de Pedro Tarazona e Isabel Rodríguez. Recibió el bautismo el 22 de octubre del mismo año y la confirmación el 16 de junio de 1571. Estudio y ejerció la medicina y a los 30 años ingresó como hermano lego en la orden Franciscana, en la rama alcantarina. Su ardiente amor a Cristo y la salvación de las almas le hicieron ir a Japón, a donde llegó en 1606. Estuvo en Osaka, donde se dedicó a curar almas y cuerpos. En 1613 se desató una persecución, muchos religiosos fueron expulsados pero él logró esconderse en Nagasaki; su fama era tal que se decía que por sus conocimientos de medicina, podría ser médico del propio emperador. Tuvo fama de tener gran religiosidad, de hacer curaciones milagrosas, de levitar mientras oraba y tener el don de la bilocación. En 1630 fue apresado y llevado a la cárcel de Omura, de donde fue sacado para curar al propio Gobernador y su familia, así como para atormentarlo luego con las aguas sulfurosas. Murió en la hoguera y sus cenizas, como las de sus compañeros, fueron arrojadas al mar.

Culto Estos beatos integran un numeroso grupo de 205 mártires encabezados por el Beato Alfonso Navarrete y fueron elevados al honor de los altares el 7 de julio de 1867 por el Beato Pio IX. El Beato Bartolomé Gutiérrez recibe culto litúrgico en México el 2 de septiembre con el grado de memoria opcional y las oraciones de la misa y la liturgia de las horas se refieren únicamente a él.

jueves, 31 de agosto de 2017

SAN RAMÓN NONATO, 31 DE AGOSTO

31 de Agosto
San Ramón Nonato
Cardenal 
Año 1240

San Ramón Nonato: te rogamos 
por todos los católicos que tienen que sufrir 
por defender nuestra santa religión.



María Madre de DiosSe le llama Nonato (no-nacido) porque nació después de morir su madre. Ella murió al dar a luz. Después de la muerte le hicieron cesárea para que el niño pudiera nacer.

Ramón significa: "protegido por la divinidad" (Ra=divinidad. Mon=protegido). San Ramón nació en Cataluña, España, en 1204. Muy joven entró en la Congregación de Padres Mercedarios que se dedicaban a rescatar cautivos que los mahometanos habían llevado presos a Argel. Lo recibió el mismo San Pedro Nolasco, fundador de la Comunidad.

Pocos años después de haber entrado de religioso fue enviado con una gran cantidad de dinero a rescatar a los católicos que estaban esclavizados por los musulmanes en Africa. Allá gastó todo el dinero en conseguir la libertad de muchos cristianos y enviarlos otra vez a su patria, de donde habían sido llevados secuestrados por los enemigos de nuestra religión.

Cuando se le acabó el dinero se ofreció el mismo a quedarse como esclavo, con tal de que libertaran a algunos católicos que estaban en grave peligro de perder su fe y su religión por causa de los atroces castigos que los mahometanos les infligían.

Como entre los musulmanes está absolutamente prohibido hablar de la religión católica, y Ramón se dedicó a instruir en la religión a sus compañeros de esclavitud y aun hasta a algunos mahometanos, le dieron terribles tormentos y lo azotaron muchas veces hasta dejarlo casi muerto. Y al fin, como no se callaba, le amarraron la cara a una correa a la cual le echaron candado, para que no pudiera hablar, y no abrían el candado sino cuando iba a comer.

El jefe musulmán, con la esperanza de que Ramón volviera a España y le llevara más dinero para rescatar cristianos, lo dejó en libertad. Pero se dedicó a hablar de nuestra religión a cuantas más personas podía. Esto hizo arder en cólera a los mahometanos y lo volvieron a encarcelar y a atormentar. Al fin San Pedro Nolasco envió a algunos de sus religiosos con una fuerte suma de dinero y pagaron su rescate y por orden de sus superiores volvió a España.

Como premio de tantos heroísmos, el sumo Pontífice Gregorio IX lo nombró Cardenal. Pero San Ramón siguió viviendo humildemente como si fuera un pobre e ignorado religioso.

El Santo Padre lo llamó a Roma para que le colaborara en la dirección de la Iglesia, y el humilde Cardenal emprendió el largo viaje a pie. Pero por el camino lo atacaron unas altísimas fiebres y murió. Era el año 1240. Apenas tenía 36 años. Pero había sufrido y trabajado muy intensamente, y se había ganado una gran corona para el cielo.

A San Ramón le rezan las mujeres que van a tener un hijo, para que les conceda la gracia de dar a luz sin peligro ni tormentos.

miércoles, 30 de agosto de 2017

SANTA ROSA DE LIMA, PATRONA DE PERÚ, AMÉRICA Y FILIPINAS, 30 DE AGOSTO


Hoy 30 de agosto se celebra a Santa Rosa de Lima, Patrona de América y Filipinas



 (ACI).- Aunque su fiesta universal se celebra el día 23, hoy 30 de agosto se celebra a Santa Rosa de Lima en el Perú y otros países. Patrona de Perú, América y las Filipinas, la primera Santa de América solía decir: “Cuando servimos a los pobres y a los enfermos, servimos a Jesús”.

Isabel Flores de Oliva nació en Lima (Perú) el 20 de abril de 1586 y fue bautizada el 25 de mayo de ese mismo año. Aunque su nombre verdadero era Isabel, en honor a su abuela materna, una india que servía a la familia la llamaba Rosa debido a que la niña tenía una extraordinaria belleza. Solamente sus parientes se dirigían a ella con ese nombre.

Junto a su hermano Fernando recibió una esmerada educación, algo excepcional para su época, y tuvo una profunda formación espiritual.

Cuando tenía once años, su padre fracasó en la explotación de una mina y la familia enfrentó problemas económicos. Se mudaron a Quives, un pueblo cerca de Lima.

En 1597, Santo Toribio de Mogrovejo, el entonces Arzobispo de Lima, le administró el sacramento de la Confirmación y la llamó Rosa.

Al cumplir 20 años, la familia volvió a la capital. Isabel trabajaba todo el día en el huerto y durante la noche cosía ropa de familias pudientes para colaborar con el sostenimiento de su casa. A pesar de las dificultades, era una mujer feliz.

Su intenso amor por el Crucificado la llevó a hacer un voto de virginidad. Consciente de su belleza, la Santa se restregaba la piel con pimienta para desfigurarse.

En una ocasión, su madre le puso una corona de flores en la cabeza para lucirla ante unas visitas. Rosa se clavó una de las horquillas para hacer penitencia por esa vanidad.

Otro día una mujer destacó la suavidad de sus manos y la finura de sus dedos. Inmediatamente la joven se talló las manos con barro. Santa Rosa de Lima luchó para arrancar el amor propio y la vanidad de su corazón. Realizaba intensos ayunos y pasaba las noches en vela haciendo oración.

Se mortificaba con una cinta de plata alrededor de su cabeza, cuyo interior estaba lleno de puntas, para compartir los sufrimientos de Cristo con la corona de espinas.

Sus padre intentaron casarla pero ella defendió su vocación. El 10 de agosto de 1606 ingresó como Terciaria en la Orden de Santo Domingo, imitando a Santa Catalina de Siena, su maestra espiritual. Por sugerencia de un sacerdote, aceptó que la llamaran Rosa de Santa María.

Con la ayuda de su hermano Fernando construyó una ermita en un rincón del huerto de su casa donde oraba y realizaba sus mortificaciones. Ahí de jueves a sábado tenía experiencias místicas y experimentaba los sufrimientos de la Pasión.

Santa Rosa salía de su ermita para ir a la iglesia de la Virgen del Rosario y para atender a los enfermos y esclavos. En estas labores era acompañada por San Martín de Porres. Ambos santos fueron amigos y los enfermos acudían a ellos para buscar la sanación.

Su amor a Dios era tan ardiente que su tono de voz cambiaba y su rostro se encendía cuando hablaba de Él, lo que reflejaba el sentimiento que embargaba su alma. Lo mismo sucedía al estar en presencia del Santísimo Sacramento y cuando comulgaba.

Santa Rosa sufrió la persecución y burla de sus amigos y familiares durante muchos años. Esta situación le causaba una profunda desolación espiritual. También era tentada constantemente por el demonio.

En 1615, un grupo de piratas quiso atacar la ciudad de Lima. Cuando ya estaban en el puerto del Callao, Santa Rosa y otras mujeres fueron a la iglesia de la Virgen del Rosario para rezar ante el Santísimo Sacramento. Incluso la Santa puso su cuerpo delante del sagrario para protegerlo.

Días después murió el capitán de los piratas y estos se alejaron de la ciudad. Todos los limeños atribuyeron este “milagro” a Rosa.

La salud de la Santa decayó y fue a vivir con un matrimonio muy piadoso, Don Gonzalo de Massa y su mujer Doña María Uzategui. La pareja la consideraba como una hija y la cuidaron durante tres años hasta su muerte.

En medio de los sufrimientos, la joven oraba: “Señor, auméntame los sufrimientos, pero auméntame en la misma medida tu amor”.

En el año 1617, durante el Domingo de Ramos ocurrió su “desposorio místico”. Mientras oraba delante de la Virgen del Rosario, el Niño Jesús le dijo: “Rosa de mi Corazón, yo te quiero por esposa”. Ella le respondió: “Señor, aquí tienes a tu inútil esclava; tuya soy y tuya seré para siempre".

En la Iglesia de Santo Domingo en el centro de Lima se conserva la loseta sobre la cual estaba de pie la Santa cuando sucedió el desposorio.

Santa Rosa de Lima murió el 24 de agosto de 1617 a los 31 años. Durante su entierro, toda la ciudad se despidió de ella. Entre los asistentes se encontraban altas autoridades eclesiásticas, políticas y el virrey.

Muchas personas se acercaban al cadáver para arrancar un trocito de su hábito y tenerlo como reliquia. Al final los guardias tuvieron que dispersar a la gente porque llegaron incluso a arrancarle un dedo del pie.

Fue sepultada en el claustro del Convento de los Dominicos y en 1619 en la capilla Santa Catalina de Siena. Su cráneo se encuentra en la iglesia de Santo Domingo junto a los cráneos de San Martín de Porres y San Juan Macías.

Fue canonizada por el Papa Clemente X en 1671 y se convirtió en la primera Santa de América. El mismo Pontífice la declaró patrona principal del Nuevo Mundo (América), Filipinas e Indias Occidentales.

"Probablemente no ha habido en América un misionero que con sus predicaciones haya logrado más conversiones que las que Rosa de Lima obtuvo con su oración y sus mortificaciones", dijo el Papa Inocencio IX al referirse a ella.

En 1992 San Juan Pablo II expresó que la vida sencilla y austera de Santa Rosa de Lima era “testimonio elocuente del papel decisivo que la mujer ha tenido y sigue teniendo en el anuncio del Evangelio”.

martes, 29 de agosto de 2017

MARTIRIO DE SAN JUAN BAUTISTA, 29 DE AGOSTO


29 de Agosto
El martirio de San Juan Bautista
Año 30



Señor: te rogamos por tantas parejas que viven sin casarse y en pecado. Perdónales y concédeles la verdadera conversión. Y te suplicamos que nunca dejes de enviarnos valientes predicadores, que como Juan Bautista no dejen a los pecadores estar tranquilos en su vida de pecado por que los puede llevar a la perdición, y que despierten las conciencias de sus oyentes para que cada uno prefiera morir antes que pecar.

Martirio de San Juan BautistaEl evangelio de San Marcos nos narra de la siguiente manera la muerte del gran precursor, San Juan Bautista: "Herodes había mandado poner preso a Juan Bautista, y lo había llevado encadenado a la prisión, por causa de Herodías, esposa de su hermano Filipos, con la cual Herodes se había ido a vivir en unión libre. Porque Juan le decía a Herodes: "No le está permitido irse a vivir con la mujer de su hermano". Herodías le tenía un gran odio por esto a Juan Bautista y quería hacerlo matar, pero no podía porque Herodes le tenía un profundo respeto a Juan y lo consideraba un hombre santo, y lo protegía y al oírlo hablar se quedaba pensativo y temeroso, y lo escuchaba con gusto".
"Pero llegó el día oportuno, cuando Herodes en su cumpleaños dio un gran banquete a todos los principales de la ciudad. Entró a la fiesta la hija de Herodías y bailó, el baile le gustó mucho a Herodes, y le prometió con juramento: "Pídeme lo que quieras y te lo daré, aunque sea la mitad de mi reino".

La muchacha fue donde su madre y le preguntó: "¿Qué debo pedir?". Ella le dijo: "Pida la cabeza de Juan Bautista". Ella entró corriendo a donde estaba el rey y le dijo: "Quiero que ahora mismo me des en una bandeja, la cabeza de Juan Bautista".

El rey se llenó de tristeza, pero para no contrariar a la muchacha y porque se imaginaba que debía cumplir ese vano juramento, mandó a uno de su guardia a que fuera a la cárcel y le trajera la cabeza de Juan. El otro fue a la prisión, le cortó la cabeza y la trajo en una bandeja y se la dio a la muchacha y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse los discípulos de Juan vinieron y le dieron sepultura (S. Marcos 6,17).

Herodes Antipas había cometido un pecado que escandalizaba a los judíos porque esta muy prohibido por la Santa Biblia y por la ley moral. Se había ido a vivir con la esposa de su hermano. Juan Bautista lo denunció públicamente. Se necesitaba mucho valor para hacer una denuncia como esta porque esos reyes de oriente eran muy déspotas y mandaban matar sin más ni más a quien se atrevía a echarles en cara sus errores.

Herodes al principio se contentó solamente con poner preso a Juan, porque sentía un gran respeto por él. Pero la adúltera Herodías estaba alerta para mandar matar en la primera ocasión que se le presentara, al que le decía a su concubino que era pecado esa vida que estaban llevando.

Cuando pidieron la cabeza de Juan Bautista el rey sintió enorme tristeza porque estimaba mucho a Juan y estaba convencido de que era un santo y cada vez que le oía hablar de Dios y del alma se sentía profundamente conmovido. Pero por no quedar mal con sus compinches que le habían oído su tonto juramento (que en verdad no le podía obligar, porque al que jura hacer algo malo, nunca le obliga a cumplir eso que ha jurado) y por no disgustar a esa malvada, mandó matar al santo precursor.

Este es un caso típico de cómo un pecado lleva a cometer otro pecado. Herodes y Herodías empezaron siendo adúlteros y terminaron siendo asesinos. El pecado del adulterio los llevó al crimen, al asesinato de un santo.

Juan murió mártir de su deber, porque él había leído la recomendación que el profeta Isaías hace a los predicadores: "Cuidado: no vayan a ser perros mudos que no ladran cuando llegan los ladrones a robar". El Bautista vio que llegaban los enemigos del alma a robarse la salvación de Herodes y de su concubina y habló fuertemente. Ese era su deber. Y tuvo la enorme dicha de morir por proclamar que es necesario cumplir las leyes de Dios y de la moral. Fue un verdadero mártir.

Una antigua tradición cuenta que Herodías años más tarde estaba caminando sobre un río congelado y el hielo se abrió y ella se consumió hasta el cuello y el hielo se cerró y la mató. Puede haber sido así o no. Pero lo que sí es histórico es que Herodes Antipas fue desterrado después a un país lejano, con su concubina. Y que el padre de su primera esposa (a la cual él había alejado para quedarse con Herodías) invadió con sus Nabateos el territorio de Antipas y le hizo enormes daños. Es que no hay pecado que se quede sin su respectivo castigo.

lunes, 28 de agosto de 2017

SAN AGUSTÍN, 28 DE AGOSTO


San Agustín
28 de agosto


Nació el 13 de noviembre del 354 en Tagaste, al norte de Africa. El padre de Agustín. Patricio, era un pagano de temperamento violento; pero, gracias al ejemplo de Mónica, su esposa, se bautizó poco antes de morir.

Aunque Agustín ingresó en el catecumenado desde la infancia, no recibió el bautismo, de acuerdo con las costumbres de la época. En su juventud se dejó arrastrar por los malos ejemplos y, hasta los 32 años, llevó una vida licenciosa, aferrado a la herejía maniquea. De ello habla en sus "Confesiones", que comprenden la descripción de su conversión y la muerte de Mónica, su madre. Dicha obra fue escrita para mostrar la misericordia de Dios hacia un gran pecador, que por esta gracia, llegó a ser también, y en mayor medida, un gran santo. Mónica había enseñado a orar a su hijo desde niño, y le había instruido en la fe, de modo que el mismo Agustín que cayó gravemente enfermo, pidió que le fuese conferido el bautismo y Mónica hizo todos los preparativos para que los recibiera; pero la salud del joven mejoró y el bautismo fue diferido. El santo condenó más tarde, con mucha razón, la costumbre de diferir el bautismo por miedo de pecar después de haberlo recibido.

A raíz del saqueo de Roma por Alarico, el año 410, los paganos renovaron sus ataques contra el cristianismo, atribuyéndole todas las calamidades del Imperio. Para responder a esos ataques, San Agustín escribió su gran obra "La Ciudad de Dios". Esta obra, es después de "Las Confesiones", la obra más conocida del santo. Ella es no sólo una respuesta a los paganos, sino trata toda una filosofía de la historia providencial del mundo. Luego de "Las Confesiones" escribió también "Las Retractaciones", donde expuso con la misma sinceridad los errores que había cometido en sus juicios.

Murió el 28 de agosto de 430, a los 72 años de edad, de los cuales había pasado casi 40 consagrado al servicio de Dios.



Bautizo de San Agustín

Lo que Agustín perseguía con el bautismo cristiano era la gracia Divina. En el año 387, hacia principios de Cuaresma, fue a Milán y, con Adeodato y Alipio, ocupó su lugar entre los “competentes” y Ambrosio lo bautizó el día de Pascua Florida o, al menos, durante el tiempo Pascual. Es infundada la tradición que afirma que en esa ocasión el obispo y el neófito cantaron el Te Deum alternadamente. Sin embargo, esta leyenda ciertamente expresa la alegría de la Iglesia al recibir como hijo a aquel que sería su más ilustre doctor. Fue entonces cuando Agustín, Alipio, y Evodio decidieron retirarse en aislamiento a África. Agustín, no hay duda, permaneció en Milán hasta casi el otoño continuando sus obras: "Acerca de la inmortalidad del alma" y "Acerca de la música". En el otoño de 387 estaba a punto de embarcarse en Ostia cuando Santa Mónica fue llamada de esta vida. No hay páginas en toda la literatura que alberguen un sentimiento más exquisito que la historia de su santa muerte y del dolor de Agustín (Confesiones, IX). Agustín permaneció en Roma varios meses, principalmente ocupándose de refutar el maniqueísmo. Después de la muerte del tirano Máximo (agosto 388) navegó a África, y al cabo de una corta estancia en Cartago regresó a su nativa Tagaste. Al llegar allí, inmediatamente deseó poner en práctica su idea de una vida perfecta: comenzó por vender todos sus bienes y regaló las ganancias a los pobres. A continuación, él y sus amigos se retiraron a sus tierras, que ya no le pertenecían, para llevar una vida en común de pobreza, oración y estudio de las Escrituras. El libro de las "LXXXIII cuestiones" es el fruto de las conferencias celebradas en este retiro, en el que también escribió "De Genesi contra Manichaeos", "De Magistro", y "De Vera Religione."




Sacerdocio y Episcopado

Agustín no pensó en entrar al sacerdocio y, por miedo al episcopado, incluso huyó de las ciudades donde era necesaria una elección. Un día en Hippo Regius, donde lo había llamado un amigo cuya salvación del alma estaba en peligro, estaba orando en una iglesia cuando de repente la gente se agrupó a su alrededor aclamándole y rogando al obispo, Valerio, que lo elevara al sacerdocio. A pesar de sus lágrimas, Agustín se vio obligado a ceder a las súplicas y fue ordenado en 391. El nuevo sacerdote consideró esta ordenación un motivo más para volver a su vida religiosa en Tagaste, lo que Valerio aprobó tan categóricamente que puso cierta propiedad eclesiástica a disposición de Agustín, permitiendo así que estableciera un monasterio, el segundo que había fundado. Sus cinco años de ministerio sacerdotal fueron admirablemente fructíferos; Valerio le había rogado que predicara, a pesar de que en África existía la deplorable costumbre de reservar ese ministerio para los obispos.

Agustín combatió la herejía, especialmente el maniqueísmo, y tuvo un éxito prodigioso.

Valerio, obispo de Hipona, debilitado por la vejez, obtuvo la autorización de San Aurelio, primado de África, para asociar a Agustín con él, como coadjutor. Agustín se hubo de resignar a que Megalio, primado de Numidia, lo consagrara. Tenía entonces cuarenta y dos años y ocuparía la sede de Hipona durante treinta y cuatro. El nuevo obispo supo combinar bien el ejercicio de sus deberes pastorales con las austeridades de la vida religiosa y, aunque abandonó su convento, transformó su residencia episcopal en monasterio, donde vivió una vida en comunidad con sus clérigos, que se comprometieron a observar la pobreza religiosa. Lo que así fundó, ¿fue una orden de clérigos regulares o de monjes? Esta pregunta ha surgido con frecuencia, pero creemos que Agustín no se paró mucho a considerar estas distinciones. Fuera como fuere, la casa episcopal de Hipona se transformó en una verdadera cuna de inspiración que formó a los fundadores de los monasterios que pronto se extendieron por toda África, y a los obispos que ocuparon las sedes vecinas. San Posidio (Vita S. August., XXII) enumera diez de los amigos del santo y discípulos que fueron promovidos al episcopado. Fue así que Agustín ganó el título de patriarca de los religiosos y renovador de la vida del clero en África.

Pero, ante todo, él fue defensor de la verdad y pastor de las almas. Sus actividades doctrinales, cuya influencia estaba destinada a durar tanto como la Iglesia misma, fueron múltiples: predicaba con frecuencia, a veces cinco días consecutivos, y de sus sermones manaba tal espíritu de caridad que conquistó todos los corazones; escribió cartas que divulgaron sus soluciones a los problemas de la época por todo el mundo entonces conocido; dejó su espíritu grabado en diversos concilios africanos a los que asistió, por ejemplo, los de Cartago en 398, 401, 407, 419 y Mileve en 416 y 418; y por último, luchó infatigablemente contra todos los errores. Describir estas luchas sería interminable; por tanto, seleccionaremos solamente las principales controversias y en cada una indicaremos cuál fue la postura doctrinal del gran obispo de Hipona.



La controversia Maniquea y el problema del mal

Después de ser consagrado obispo, el celo que Agustín había demostrado desde su bautismo en acercar a sus antiguos correligionarios a la verdadera Iglesia tomó una forma más paternal, sin llegar a perder el prístino ardor -"dejad que se encolericen contra nosotros aquellos que desconocen cuán amargo es el precio de obtener la verdad… En cuanto a mí, os mostraría la misma indulgencia que mis hermanos mostraron conmigo cuando yo erraba ciego por vuestras doctrinas" (Contra Epistolam Fundamenti, III). Entre los acontecimientos más memorables ocurridos durante esta controversia, cuenta la gran victoria que en 404 obtuvo sobre Félix, uno de los "elegidos" de los maniqueos y gran doctor de la secta. Estaba propagando sus errores en Hipona, y Agustín le invitó a una conferencia pública cuyo tema necesariamente causaría un gran revuelo; Félix se declaró derrotado, abrazó la fe y, junto con Agustín, suscribió las actas de la conferencia. Agustín, en sus escritos, refutó sucesivamente a Mani (397), al famoso Fausto (400), a Secundino (405), y (alrededor de 415) a los fatalistas priscilianistas a quien Paulo Orosio había denunciado. Estos escritos contienen la opinión clara e incuestionable del santo sobre el eterno problema del mal, pensamiento basado en un optimismo que proclama, igual que los platónicos, que toda obra de Dios es buena y la única fuente del mal moral es la libertad de las criaturas (De Civitate Dei, XIX.13.2). Agustín defiende el libre albedrío, incluso en el hombre como es, con tal ardor que sus obras contra los maniqueos son una inagotable reserva de argumentos en esta controversia todavía en debate.

Los jansenistas han sostenido en vano que Agustín era inconscientemente pelagiano, y que después reconoció la pérdida de la libertad por el pecado de Adán. Los críticos modernos, sin duda desconocedores del complicado sistema del santo y de su peculiar terminología, han ido mucho más lejos. En la "Revue d'histoire et de littérature religieuses" (1899, p. 447), M. Margival muestra a San Agustín como la víctima del pesimismo metafísico absorbido inconscientemente de las doctrinas maniqueas. "Nunca" dice, "la idea oriental de la necesidad y la eternidad del mal, ha tenido un defensor más celoso que este obispo". Nada es más opuesto a los hechos.

Agustín reconoce que todavía no había comprendido cómo la primera inclinación buena de la voluntad es un don de Dios (Retractaciones, I, XXIII, n, 3); pero hay que recordar que nunca se retractó de sus principales teorías sobre el libre albedrío y nunca modificó su opinión sobre lo que constituye la condición esencial, es decir, la plena potestad de elegir o de decidir. ¿Quién se atrevería a decir que cuando revisó sus propios escritos le faltó claridad de percepción o sinceridad en un punto tan importante?



Luchas contra el Arrianismo y los últimos años


En 426, el santo obispo de Hipona a los setenta y dos años de edad, deseando ahorrar a su ciudad episcopal la agitación de una elección después de su muerte, hizo que tanto el pueblo como el clero aclamaran la elección del diácono Heraclio como auxiliar y sucesor suyo, y le transfirió la administración de materias externas. Agustín podría haber disfrutado de algo de descanso (427) si no hubiera sido por la agitación en África debido a la inmerecida desgracia y a la revuelta del conde Bonifacio. Los ostrogodos, enviados por la emperadora Placidia para oponerse a Bonifacio, y los vándalos, a quienes llamó después en su ayuda, eran todos arrianos. Maximino, un obispo arriano, entró en Hipona con las tropas imperiales. El santo doctor defendió la fe en una conferencia pública (428) y en varios escritos. Profundamente apenado por la devastación de África, se afanó por conseguir una reconciliación entre el conde Bonifacio y la emperatriz. Efectivamente la paz volvió a establecerse, pero no con Genseric, el rey vándalo. Vencido Bonifacio, buscó refugio en Hipona, donde muchos obispos ya habían huído en busca de protección y esta ciudad bien fortificada iba a padecer los horrores de dieciocho meses de asedio. Con gran esfuerzo por controlar su angustia, Agustín continuó refutando a Julián de Eclana pero cuando comenzó el asedio fue víctima de lo que resultó ser una enfermedad mortal, y al cabo de tres meses de admirable paciencia y ferviente oración, partió de esta tierra de exilio el 28 de agosto de 430, en el año septuagésimo octavo año de su vida.


Fuente: Portalié, Eugène. "Life of St. Augustine of Hippo." The Catholic Encyclopedia. Vol. 2. New York: Robert Appleton Company, 1907.

Traducido por Roxana S. Gahan. L H M

domingo, 27 de agosto de 2017

SANTA MÓNICA, MADRE DE SAN AGUSTÍN, 27 DE AGOSTO


Santa Mónica
Madre de San Agustín
(Año 332- 387)


Mónica, la madre de San Agustín, nació en Tagaste (África del Norte) a unos 100 km de la ciudad de Cartago en el año 332.

Formación.
Sus padres encomendaron la formación de sus hijas a una mujer muy religiosa y estricta en disciplina. Ella no las dejaba tomar bebidas entre horas (aunque aquellas tierras son de clima muy caliente ) pues les decía : "Ahora cada vez que tengan sed van a tomar bebidas para calmarla. Y después que sean mayores y tengan las llaves de la pieza donde esta el vino, tomarán licor y esto les hará mucho daño." Mónica le obedeció los primeros años pero, después ya mayor, empezó a ir a escondidas al depósito y cada vez que tenía sed tomaba un vaso de vino. Más sucedió que un día regañó fuertemente a un obrero y éste por defenderse le gritó ¡Borracha ! Esto le impresionó profundamente y nunca lo olvidó en toda su vida, y se propuso no volver a tomar jamás bebidas alcohólicas. Pocos meses después fue bautizada ( en ese tiempo bautizaban a la gente ya entrada en años) y desde su bautismo su conversión fue admirable.

Su esposo.
Ella deseaba dedicarse a la vida de oración y de soledad pero sus padres dispusieron que tenía que esposarse con un hombre llamado Patricio. Este era un buen trabajador, pero de genio terrible, además mujeriego, jugador y pagano, que no tenía gusto alguno por lo espiritual. La hizo sufrir muchísimo y por treinta años ella tuvo que aguantar sus estallidos de ira ya que gritaba por el menor disgusto, pero éste jamás se atrevió a levantar su mano contra ella. Tuvieron tres hijos : dos varones y una mujer. Los dos menores fueron su alegría y consuelo, pero el mayor Agustín, la hizo sufrir por varias décadas.

La fórmula para evitar discusiones.
En aquella región del norte de Africa donde las personas eran sumamente agresivas, las demás esposas le preguntaban a Mónica porqué su esposo era uno de los hombres de peor genio en toda la ciudad, pero que nunca la golpeaba, y en cambio los esposos de ellas las golpeaban sin compasión. Mónica les respondió : "Es que, cuando mi esposo está de mal genio, yo me esfuerzo por estar de buen genio. Cuando él grita, yo me callo. Y como para pelear se necesitan dos y yo no acepto entrar en pelea, pues....no peleamos".

Viuda, y con un hijo rebelde.
Patricio no era católico, y aunque criticaba el mucho rezar de su esposa y su generosidad tan grande hacia los pobres, nunca se opuso a que dedicará de su tiempo a estos buenos oficios.y Quizás, el ejemplo de vida de su esposa logro su conversión. Mónica rezaba y ofrecía sacrificios por su esposo y al fin alcanzó de Dios la gracia de que en el año de 371 Patricio se hiciera bautizar, y que lo mismo hiciera su suegra, mujer terriblemente colérica que por meterse demasiado en el hogar de su nuera le había amargado grandemente la vida a la pobre Mónica. Un año después de su bautizo, Patricio murió, dejando a la pobre viuda con el problema de su hijo mayor.

El muchacho difícil.
Patricio y Mónica se habían dado cuenta de que Agustín era extraordinariamente inteligente, y por eso decidieron enviarle a la capital del estado, a Cartago, a estudiar filosofía, literatura y oratoria. Pero a Patricio, en aquella época, solo le interesaba que Agustín sobresaliera en los estudios, fuera reconocido y celebrado socialmente y sobresaliese en los ejercicios físicos. Nada le importaba la vida espiritual o la falta de ella de su hijo y Agustín, ni corto ni perezoso, fue alejándose cada vez más de la fe y cayendo en mayores y peores pecados y errores.

Una madre con carácter.
Cuando murió su padre, Agustín tenía 17 años y empezaron a llegarle a Mónica noticias cada vez más preocupantes del comportamiento de su hijo. En una enfermedad, ante el temor a la muerte, se hizo instruir acerca de la religión y propuso hacerse católico, pero al ser sanado de la enfermedad abandonó su propósito de hacerlo. Adoptó las creencias y prácticas de una la secta Maniquea, que afirmaban que el mundo no lo había hecho Dios, sino el diablo. Y Mónica, que era bondadosa pero no cobarde, ni débil de carácter, al volver su hijo de vacaciones y escucharle argumentar alsedades contra la verdadera religión, lo echó sin más de la casa y cerró las puertas, porque bajo su techo no albergaba a enemigos de Dios.

La visión esperanzadora.
Sucedió que en esos días Mónica tuvo un sueño en el que se vio en un bosque llorando por la pérdida espiritual de su hijo, Se le acercó un personaje muy resplandeciente y le dijoÑ "tu hijo volverá contigo", y enseguida vio a Agustín junto a ella. Le narró a su hijo el sueño y él le dijo lleno de orgullo, que eso significaba que ello significaba que se iba a volver maniquea, como él. A eso ella respondió: "En el sueño no me dijeron, la madre irá a donde el hijo, sino el hijo volverá a la madre". Su respuesta tan hábil impresionó mucho a su hijo Agustín, quien más tarde consideró la visión como una inspiración del cielo. Esto sucedió en el año 437. Aún faltaban 9 años para que Agustín se convirtiera.

La célebre respuesta de un Obispo.
En cierta ocasión Mónica contó a un Obispo que llevaba años y años rezando, ofreciendo sacrificios y haciendo rezar a sacerdotes y amigos por la conversión de Agustín. El obispo le respondió: "Esté tranquila, es imposible que se pierda el hijo de tantas lágrimas". Esta admirable respuesta y lo que oyó decir en el sueño, le daban consuelo y llenaban de esperanza, a pesar de que Agustín no daba la más mínima señal de arrepentimiento.

El hijo se fuga, y la madre va trás de él.
A los 29 años, Agustín decide irse a Roma a dar clases. Ya era todo un maestro. Mónica se decide a seguirle para intentar alejarlo de las malas influencias pero Agustín al llegar al puerto de embarque, su hijo por medio de un engaño se embarca sin ella y se va a Roma sin ella. Pero Mónica, no dejándose derrotar tan fácilmente toma otro barco y va tras de él.

Un personaje influyente.
En Milán; Mónica conoce al santo más famoso de la época en Italia, el célebre San Ambrosio, Arzobispo de la ciudad. En él encontró un verdadero padre, lleno de bondad y sabiduría que le impartió sabios. Además de Mónica, San Ambrosio también tuvo un gran impacto sobre Agustín, a quien atrajo inicialmente por su gran conocimiento y poderosa personalidad. Poco a poco comenzó a operarse un cambio notable en Agustín, escuchaba con gran atención y respeto a San Ambrosio, desarrolló por él un profundo cariño y abrió finalmente su mente y corazón a las verdades de la fe católica.

La conversión tan esperada.
En el año 387, ocurrió la conversión de Agustín, se hizo instruir en la religión y en la fiesta de Pascua de Resurrección de ese año se hizo bautizar.

Puede morir tranquila.
Agustín, ya convertido, dispuso volver con su madre y su hermano, a su tierra, en África, y se fueron al puerto de Ostia a esperar el barco. Pero Mónica ya había conseguido todo lo que anhelaba es esta vida, que era ver la conversión de su hijo. Ya podía morir tranquila. Y sucedió que estando ahí en una casa junto al mar, mientras madre e hijo admiraban el cielo estrellado y platicaban sobre las alegrías venideras cuando llegaran al cielo, Mónica exclamó entusiasmada: " ¿ Y a mí que más me amarra a la tierra? Ya he obtenido de Dios mi gran deseo, el verte cristiano." Poco después le invadió una fiebre, que en pocos días se agravó y le ocasionaron la muerte. Murió a los 55 años de edad del año 387.

A lo largo de los siglos, miles han encomendado a Santa Mónica a sus familiares más queridos y han conseguido conversiones admirables.

En algunas pinturas, está vestida con traje de monja, ya que por costumbre así se vestían en aquél tiempo las mujeres que se dedicaban a la vida espiritual, despreciando adornos y vestimentas vanidosas). También la vemos con un bastón de caminante, por sus muchos viajes tras del hijo de sus lágrimas. Otros la han pintado con un libro en la mano, para rememorar el momento por ella tan deseado,  la conversión definitiva de su hijo, cuando por inspiración divina abrió y leyó al azar una página de la Biblia.

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