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martes, 18 de febrero de 2025
SANTA BERNARDITA SOUBIROUS - 18 FEBRERO
Bernardita en Lourdes (1844-1866)
Bernardita Soubirous nació en Lourdes, pequeña ciudad de los Pririneos, el 7 de Enero de 1844 en una familia de molineros que vivían con cierta holgura en los primeros años de la vida de Bernardita.
Poco a poco, los problemas de salud se acumulan en la familia. Empiezan a desaparecer los molinos de agua, es el comienzo de la industrialización. Falta el dinero en el molino. Luisa y Francisco Soubirous se endeudan como tantos otros. En pocos meses se convierten en jornaleros, no teniendo más que la fuerza de sus brazos para prestar a quien les quiera dar un trabajo.
En 1854, con sus cuatro hijos tienen que abandonar el molino de Boly. Cambian varias veces de domicilio, cada vez menos caro y más pequeño hasta ser alojados gratuitamente en un único cuarto sombrío e insalubre de la antigua cárcel de la ciudad, “el Cachot”, « un tugurio infame y sombrío donde ningún ser humano podía vivir » (Procurador imperial Dufour – hablando del Cachot).
Para los Soubirous es una sucesión de miseria: paro, expulsión, sospecha, exclusión, desprecio… Bernardita tiene una salud frágil, sufre del estómago y atacada por una epidemia de cólera le quedará un asma tenaz. Bernardita forma parte de los niños que, en esta época en Francia, no saben ni leer ni escribir porque están obligados a trabajar. Está escolarizada solo por momentos en la clase de las niñas pobres del Hospicio de Lourdes dirigido por las “Hermanas de la Caridad de Nevers”.
El año 1858 fue para ella el tiempo de las apariciones.
El tiempo de las apariciones…
El 11 febrero de 1858, Bernardita Soubirous, de 14 años, sale del Cachot con su hermana y una amiga para ir a buscar leña al borde del Gave, en Massabièlle. Había que calentarse.
Todo empezó con el ruido del viento en los álamos… En el hueco de la roca, Bernardita divisa « una señora de blanco ».
«¡Creí engañarme. Me froté los ojos… Volví a mirar y veía siempre a la misma señora!»
« ¿Quieres tener la bondad de venir aquí durante quince días?»
La Virgen María viene de este modo a su encuentro 18 veces entre Febrero y Julio.
No le desvela su nombre hasta el 25 de Marzo. Es la 16ª aparición. La mayor parte de los encuentros son sin palabras…,
La 3ª vez, el 18 de Febrero, Bernardita escucha las primeras palabras de la Señora:
« ¿Quieres tener la bondad de venir aquí durante quince días? »
En medio de la quincena, el 24 y el 25 de Febrero, Bernardita recibe un mensaje « Ruega por los pecadores », y la Señora le pide « ir a beber a la fuente y lavarse»… Después de haber escarbado la tierra fangosa en el fondo de la Gruta, Bernardita descubre el manantial.
El 2 de Marzo, Bernardita recibe de la Señora una doble misión: « Vete a decir a los sacerdotes que se venga aquí en procesión y que se construya una capilla.
« Me miraba como una persona que habla a otra persona »
A través de estos encuentros sorprendentes, Bernardita Soubirous comprende, gracias a María, que Dios se interesa por ella, que se hace cercano de los más pobres, de aquellos a los que el mundo ignora y excluye.
Durante todo ese tiempo, Bernardita no se deja intimidar, ni por los que le interrogan ni por el gentío. Se mantiene sencilla y libre.
« Estoy encargada de decíroslo, no de hacéroslo creer ».
Después, se la acoge en el Hospicio de Lourdes dirigido por las Hermanas de la Caridad de Nevers. Fue para ella el tiempo de reflexión sobre lo que quería hacer de su vida.
Después de las apariciones, el tiempo de la elección
A Bernardita Soubirous se la acoge como interna a cambio de ayuda en el Hospicio de Lourdes dirigido por las Hermanas de la Caridad de Nevers.
Allí pasó 8 años.
Ve vivir a las hermanas en el día a día con los enfermos, los ancianos pobres y con las niñas de familias sin recursos. Ciertamente, las hermanas están cerca de los más pobres, como lo pedía el fundador de la Congregación, Juan-Bautista Delaveyne.
« Quiero a los pobres, me gusta cuidar a los enfermos, me quedaré con las Hermanas de Nevers».
La comunidad acoge a Bernardita, dejándola libre para que encuentre ella misma su camino. Coge tiempo para decidirse: « Me quedo con las hermanas porque no me han forzado», y « quiero a los pobres, me gusta cuidar a los enfermos, me quedaré con las Hermanas de Nevers ».
En 1866 se va a Nevers; en adelante su vida será con las Hermanas de la Caridad de Nevers.
Bernardita en Nevers (1866-1879)
Los primeros días
La noche del 7 de Julio de 1866, con la superiora de Lourdes y otras dos jóvenes, Bernardita Soubirous atraviesa el umbral de la Casa Madre en Nevers, llamada entonces Saint-Gildard.
Nada más entrar puede leer estas palabras « Deus Charitas est », grabadas en la piedra del frontispicio de la Casa. Estas palabras hablan del espíritu de la Congregación desde su fundación.
Al día siguiente de su llegada a Saint Gildard, con su vestimenta pirenaica, Bernardita hace por última vez el relato de las apariciones ante 300 hermanas reunidas para escucharla.
Después de esto, entra en el tiempo de la formación a la vida religiosa.
Su vida cotidiana de Hermana de la Caridad de Nevers.
El 30 de octubre de 1867, Bernardita, con otras 44 novicias, hace su primer compromiso en la vida religiosa. Le hubiese gustado ir a una comunidad para cuidar a los enfermos y a los pobres. A causa de su salud, queda en la Casa Madre con el empleo de ayudante de enfermera y el de la oración.
Durante esos 13 años en Saint Gildard, Bernardita será sucesivamente ayudante enfermera, responsable de la enfermería, sacristana y muy a menudo ella misma enferma. Su vida es sencilla, ordinaria. Bernardita tiene un carácter jovial, está disponible a lo que se le pida.
« No viviré un instante de mi vida sin amar ».
Pasa largas temporadas en la enfermería. Un tumor en la rodilla y una tuberculosis pulmonar le hace sufrir mucho. Muere el 16 de Abril de 1879 a los 35 años. Fue enterrada en la Capilla Saint Joseph, situada en el jardín.
Será canonizada y declarada santa el 8 de Diciembre de 1933.
SANTORAL DE HOY MARTES 18 DE FEBRERO DE 2025
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domingo, 16 de febrero de 2025
LAS BIENAVENTURANZAS DESCRIBEN LA MISERICORDIA DE JESUCRISTO - MEDITACIÓN
Las bienaventuranzas describen la misericordia de Jesucristo
Son promesas paradójicas que iluminan las acciones y sostienen la esperanza en las dificultades
Por: Georges Chevrot
El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que “las bienaventuranzas” están en el centro de la predicación de Jesús. Con ellas Jesús recoge las promesas hechas al pueblo elegido desde Abraham; pero las perfecciona ordenándolas no sólo a la posesión de una tierra, sino al Reino de los cielos.
Así, las bienaventuranzas dibujan el rostro de Jesucristo y describen su caridad; expresan la vocación de los fieles asociados a la gloria de su Pasión y de su Resurrección; iluminan las acciones y las actitudes características de la vida cristiana; son promesas paradójicas que sostienen la esperanza en las dificultades; anuncian a los discípulos las bendiciones y las recompensas ya incoadas; quedan inauguradas en la vida de la Virgen María y de todos los santos. (cfr. 1716-1717).
Las bienaventuranzas (Mt 5,3-12)
Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los cielos.
1ª Bienaventuranza: “ Bienaventurados los pobres de espíritu, porque suyo es el Reino de los cielos”
El campo de las Bienaventuranzas empieza donde acaba el Decálogo. Jesús nos invita a un desasimiento efectivo. Pide a los menos favorecidos que cierren resueltamente su corazón a toda codicia. Ordena a los privilegiados que se desprendan de lo superfluo en beneficio de quienes no tienen bastante y les invita a superar esta medida obligatoria, pues un cristiano no practica la virtud de caridad por el mero hecho de socorrer a los demás: tan solo empieza a amar a sus hermanos en el momento en que se priva él mismo de algo en su favor. Claro que no cabe hablar de desinterés, sino únicamente de honradez y de justicia, cuando la probidad y el respeto de los derechos ajenos provoquen más de una vez un notable empobrecimiento.
¿Cuándo Jesucristo fue honrado y justo? ¿Con quién?...con la pecadora pública, con el buen ladrón, pagó los impuestos como un ciudadano…
2ª Bienaventuranza “ Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra”
La palabra griega que traducimos por “mansedumbre” se aplica a los poseedores de diversas cualidades, que van desde la mansedumbre al aguante. En todo caso “los mansos” no son los blandos ni los amorfos. La mansedumbre evangélica implica firmeza de carácter: “No se turbe vuestro corazón”, dirá Jesús ( Io., XIV, 1, 27), y añadirá en otra ocasión: “Por vuestra paciencia salvaréis vuestras almas” ( Lc. XXI; 19). No se trata de un determinado temperamento, de una disposición natural hecha de indiferencia y apatía, como tampoco de costumbre de capitular ante los razonamientos o las pretensiones ajenas para evitar incidentes. La mansedumbre es una virtud y, por tanto, un acto de fortaleza. No nos equivoquemos sobre su exterioridad tranquila y a veces sonriente, pues no se adquiere más que por severidad para consigo mismo.
¿Cuándo Jesucristo vivió la mansedumbre? ¿Con quién?...con los pecadores, con los fariseos hipócritas, durante la Pasión….
3ª Bienaventuranza “ Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados”
A quien confía en Dios, hasta los malos días le traen su pequeña alegría: la energía sonriente en la adversidad o, al menos, la canción que acompasa el trabajo, el ímpetu interior que resiste al peligro y al duelo, o sencillamente la poesía que transfigura las miserables pequeñeces cotidianas, Los hombres se entristecen porque no comprenden o porque no aceptan. Pero el cristiano se abandona al Padre que sabe y que decide, al Dios que distribuye los días de sol o de escarcha, al delicado Artista que ha imaginado las espinas para proteger a las rosas; sí, sin duda alguna: pero aún se abandona más al “Dios que se hizo hombre para que el hombre llegase a ser Dios”. Y con esta frase San Agustín os revelo “el gigantesco secreto” de la alegría cristiana.
¿Cuándo Jesucristo manifestó alegría? ¿Con quién?....con los niños “dejad que se acerquen a mi”, con la gente sencilla, con sus amigos, descansando…
4ª Bienaventuranza “ Bienaventurados los que tiene hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos”
La santidad se caracteriza, en suma, por la unión con Jesucristo. Unión de vida, de gracia, de gloria, que es obra exclusiva de Dios. Unión de pensamiento, de abalanza, de amor, de obediencia, que es la abalanza, de amor, de obediencia, que es la parte que en ella nos corresponde. El hambre de santidad es, pues, un tormento irresistible de no ser más que uno solo con Él, un deseo siempre constantemente renaciente de conformar nuestros pensamientos con los suyos, de identificar nuestra voluntad con la suya, lo cual implica una resolución contantemente reanudada de parecernos a Él en nuestras acciones. Esta hambre jamás acallada, Cristo también lo calma y la mantiene a la vez por su gracia, hasta que lo sacia definitivamente en la unión eterna del cielo.
¿Cuándo Jesucristo acudía a su Padre? ¿Con quién?... antes de tomar decisiones, ante las dificultades, con sus amigos y enseñándonos a rezar el Padre nuestro…
5ª Bienaventuranza “ Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”
Finalmente la misericordia es un acto de justicia para con nosotros mismos. “No quiero pensar más en ello – decís - : pero no le perdono”. De todos modos seguiréis pensando en ello. Os encerraréis en una frialdad calculada, llegaréis a ser habitualmente desconfiados y amargos, ahogaréis en vosotros mismos toda bondad. Solo se olvida cuando se perdona. Triunfad de la ofensa negándoos a teneros por ofendido: esa es la manera de Dios, la que destruye el mal. Perdonar es un poder divino.
¿Cuándo Jesucristo perdona? ¿A quién?... siempre y con todos.
6ª Bienaventuranza “ Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios”
El cristiano puramente cristiano – limpio de corazón – es el que obra como cristiano en cualquier circunstancia. Es fiel a su palabra; llega hasta el límite de sus convicciones, sin dejarse trabar por ningún compromiso. Sus actitudes, sus decisiones, sus gestiones lo señalan, lo “caracterizan” como cristiano.
Esta misma integridad de carácter debe encontrarse en todos los discípulos de Cristo. Choca con lo que hoy se llama conformismo, para calificar así la costumbre de regular la propia conducta sobre las ideas o los ejemplos de la mayoría. Este defecto ha existido siempre, solo que es más sensible en nuestra época, que ha desarrollado un espíritu de rebañego simultáneamente con los medios de publicidad. En nuestros días se difunden las opiniones y se imponen las costumbres del mismo modo que un producto alimenticio o una marca de jabón. Todo se fabrica ahora en serie. No es solo que todos los habitantes del planeta tiendan a componerse la misma silueta con un vestido de idéntico corte, sino que la uniformidad es también de rigor en el campo del pensamiento.
¿Cuándo Jesucristo actúa sin doblez ni engaño? ¿Con quién?... con sus Apóstoles, amigos y enemigos…
7ª Bienaventuranza “ Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios”
Las Bienaventuranzas anteriores no han puesto en la mano la espada para que cortásemos en lo vivo de las pasiones humanas. Si nos hemos liberado de las trabas del dinero y del orgullo, endurecido en el sufrimiento y arrancado de la mediocridad, de la dureza y de la duplicidad, entonces la paz de Cristo puede desarrollarse ya en nosotros e irradiar a nuestro alrededor.
A ser posible, y cuanto de vosotros depende, tened paz con todos (Rom., XII, 18). Cuando San Pablo exhorta a los fieles de Roma a que se muestren pacíficos, no les promete que sus manifestaciones amistosas hayan de ser siempre pagadas con la reciprocidad. “A ser posible, y cuanto de vosotros depende”. Para vivir en paz con el prójimo hace falta que sean dos quienes lo deseen. Y eso es que el Apóstol no tiene presente más que las relaciones ordinarias de su vida . ¿Qué será cuando se trate de mantener la paz pública, sea de los diferentes pueblos de la tierra? Sin embargo, los temores, las mismas posibilidades de un fracaso, no dispensan a los cristianos de intentarlo todo, de atreverse a todo para hacer reinar la paz en el mundo; pues solo bajo esta condición merecerán ser llamados hijos de Dios.
¿Cuándo Jesucristo transmite la paz? ¿Con quién?... Dialogando incluso con sus enemigos, ante las discusiones de sus Apóstoles, en los momentos de tensión y de sufrimiento…
8ª Bienaventuranza "Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque suyo es el Reino de los cielos”
Jesús interroga a su auditorio: “¿Estáis decididos a luchar por los derechos de Dios y por los derechos de vuestros hermanos, a oponernos al mal bajo todas sus formas?” Porque para extender el reinado de Dios le hacían falta unos discípulos valerosos. Los que vinieran tras Él no debían contentarse con enseñar y con practicar la “justicia” –lo cual implica ya, ciertamente, serios esfuerzos-, sino que habían de comprometerse a defenderla y a sufrir por ella.
Esta exhortación al valor hace oír Cristo a los hombres de todos los tiempos, a todos los que quieren ser cristianos. Recordemos que nos alista para un combate cuyo desenlace no es dudoso: “Yo he vencido al mundo”, nos ha dicho. Sintámonos, pues, dichosos, a pesar de la fatiga, del recelo y de los tratos injuriosos, pues, que tenemos la seguridad de la victoria del Evangelio.
¿Cuándo Jesucristo fue valiente? ¿Con quién?... ante el mal, ante el dolor y sufrimiento…
9ª Bienaventuranza “Bienaventurados seréis cuando os insulten y os persigan, y con mentira digan mal contra vosotros, todo género de mal por MÍ. Alegraos y regocijaos, porque grande será en los cielos vuestra recompensa, pues así persiguieron a los profetas que hubo antes de vosotros”
Nosotros, los cristianos, tenemos todavía algo más que a Moisés y a los profetas. Alguien ha regresado de esas esferas eternas donde los hombres no vuelven. El hijo de Dios se hizo hombre para compartir su filiación divina. Toda su predicación estuvo orientada hacia esta vida nueva y eterna otorgada a los que creyeran en Él. A los escépticos que lo intimaban a que suministrase las pruebas de lo que afirmaba, les respondió que no daría de ello más que una sola. Él mismo pasaría por la muerte y regresaría vivo con esta Vida de la cual haría participar a los hombres regenerados.
Los acontecimientos se produjeron tal y como los había Él anunciado. Nuestra fe, observarlo, no descansa sobre unas teorías, sino sobre unos hechos históricos. Y el hecho capital es la resurrección de Jesús. Sus apóstoles empezaron por apartar la realidad de tal prodigio. Vacilaron y dudaron. Finalmente, ante las repetidas apariciones del Salvador, a ellos mismos y a otros- en una ocasión estaban reunidos más de quinientos hermanos-, se rindieron a la evidencia. Y desde entonces proclamaron hasta su muerte aquello de lo cual habían sido testigos. “Nosotros lo hemos visto con nuestros ojos, tocado con nuestras manos; nosotros hemos vivido y comido con Él, después de su resurrección de entre los muertos.” En vano se usó de amenazas para que se callasen, replicaban: “nosotros no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído”. Pero tanto Pablo como los demás apóstoles dedujeron las consecuencias del triunfo de Jesús sobre la muerte. Su resurrección es la prueba suprema de su divinidad y, por tanto, de la verdad de su doctrina; y además implica la certidumbre de nuestra propia resurrección. Así como las primicias son el testimonio de la futura cosecha, la victoria de los cristianos se haya contenida en la victoria de Jesús .
¿Cuándo Jesucristo vivió el optimismo profundo? ¿Con quién?... ante aparentes fracasos, con los traidores…
Nota: Extractos de " Las Bienaventuranzas " de Georges Chevrot (15ª edicion, Ediciones Rialp)
EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 16 DE FEBRERO DE 2025
Domingo 6 (C) del tiempo ordinario
Domingo 16 de febrero de 2025
1ª Lectura (Jer 17,5-8): Así dice el Señor: «Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor. Será como un cardo en la estepa, no verá llegar el bien; habitará la aridez del desierto, tierra salobre e inhóspita. Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza. Será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto».
Salmo responsorial: 1
R/. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche.
Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin.
No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal.
2ª Lectura (1Cor 15,12.16-20): Si anunciamos que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo es que dice alguno de vosotros que los muertos no resucitan? Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y, si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís con vuestros pecados; y los que murieron con Cristo se han perdido. Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desgraciados. ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos.
Versículo antes del Evangelio (Lc 6,23ab): Aleluya. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, dice el Señor. Aleluya.
Texto del Evangelio (Lc 6,17.20-26): En aquel tiempo, Jesús bajó de la montaña y se detuvo con sus discípulos en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón. Y Él, alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios. Bienaventurados los que tenéis hambre ahora, porque seréis saciados. Bienaventurados los que lloráis ahora, porque reiréis. Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien y proscriban vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, que vuestra recompensa será grande en el cielo. Pues de ese modo trataban sus padres a los profetas.
»Pero ¡ay de vosotros, los ricos!, porque habéis recibido vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis hartos!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que reís ahora!, porque tendréis aflicción y llanto. ¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, pues de ese modo trataban sus padres a los falsos profetas».
«Alegraos ese día y saltad de gozo»
Rev. D. Enric RIBAS i Baciana
(Barcelona, España)
Hoy volvemos a vivir las bienaventuranzas y las “malaventuranzas”: «Bienaventurados vosotros...», si ahora sufrís en mi nombre; «Ay de vosotros...», si ahora reís. La fidelidad a Cristo y a su Evangelio hace que seamos rechazados, escarnecidos en los medios de comunicación, odiados, como Cristo fue odiado y colgado en la cruz. Hay quien piensa que eso es debido a la falta de fe de algunos, pero quizá —bien mirado— es debido a la falta de razón. El mundo no quiere pensar ni ser libre; vive inmerso en el anhelo de la riqueza, del consumo, del adoctrinamiento libertario que se llena de palabras vanas, vacías donde se oscurece el valor de la persona y se burla de la enseñanza de Cristo y de la Iglesia, ya que —hoy por hoy— es el único pensamiento que ciertamente va contra corriente. A pesar de todo, el Señor Jesús nos infunde coraje: «Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien, cuando os expulsen, os injurien y proscriban vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del hombre (...). Vuestra recompensa será grande en el cielo» (Lc 6, 22.23).
San Juan Pablo II, en la encíclica Fides et Ratio, dijo: «La fe mueve a la razón a salir de su aislamiento y a apostar, de buen grado, por aquello que es bello, bueno y verdadero». La experiencia cristiana en sus santos nos muestra la verdad del Evangelio y de estas palabras del Santo Padre. Ante un mundo que se complace en el vicio y en el egoísmo como fuente de felicidad, Jesús muestra otro camino: la felicidad del Reino del Dios, que el mundo no puede entender, y que odia y rechaza. El cristiano, en medio de las tentaciones que le ofrece la “vida fácil”, sabe que el camino es el del amor que Cristo nos ha mostrado en la cruz, el camino de la fidelidad al Padre. Sabemos que en medio de las dificultades no podemos desanimarnos. Si buscamos de verdad al Señor, alegrémonos y saltemos de gozo (cf. Lc 6,23).
SANTORAL DE HOY DOMINGO 16 DE FEBRERO DE 2025
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