martes, 13 de abril de 2021

5 DATOS QUE DEBES SABER DE SAN GUISEPPE MOSCATI, EL MÉDICO DE LOS POBRES


 

5 datos que debes saber de San Giuseppe Moscati, el “médico de los pobres”

Redacción ACI Prensa



San Giuseppe Moscati fue un médico que vivió la caridad cristiana ayudando a recuperar la salud física y espiritual de sus pacientes pobres.

El Papa Pablo VI lo proclamó beato el 16 de noviembre de 1975. Y el 25 de octubre de 1987 fue declarado santo por el Papa Juan Pablo II.

A través de estos 5 datos conocerás la increíble vida de San Giuseppe Moscati, reconocido médico de la primera década del siglo XX.


1. Fue un médico brillante

Moscati nació el 25 de septiembre de 1880 en Benevento, Italia. Se matriculó en 1897 en la facultad de medicina y, cinco años más tarde, con tan solo 22 años, se graduó con las mejores calificaciones de su promoción.

Además de estudiar medicina, se hizo experto en 20 especialidades diferentes para poder servir mejor a sus pacientes y fue uno de los primeros en estudiar y aplicar la insulina para el tratamiento de la diabetes, enfermedad que tuvo su madre.

Fue nombrado miembro de la Real Academia Italiana de Medicina Quirúrgica y recibió un doctorado en química fisiológica.

San Giuseppe también supervisó el Instituto de Anatomía Patológica local. En la sala de autopsias instaló un crucifijo con una inscripción latina “¿Dónde están, oh Muerte, tus plagas?”, tomada del Libro de Oseas.


2. Su trabajo fue su medio de santificación

Siendo ya médico se levantaba temprano para asistir a Misa y recibir la Eucaristía. Después, se dirigía a las colonias pobres para ver algunos enfermos y a las 8:30 a.m. iniciaba el trabajo en el hospital.

Sus pacientes predilectos siempre fueron los pobres, a quienes nunca les cobró dinero y atendía siempre con una sonrisa y sin hacerse notar.

En varias ocasiones rechazó ofertas que prometían una carrera académica de renombre, porque se dio cuenta que el plan de Dios para él, era servir a sus pacientes pobres y entrenar a sus pasantes.

Luego de fallecer el 12 de abril de 1927, los ciudadanos decían “ha muerto el médico santo”, mientras que los pobres lloraban la pérdida de su amigo y doctor.


3. Rezaba por sus pacientes y los invitaba a la fe

Giuseppe Moscati empleaba los más altos estándares de la medicina y al mismo tiempo rezaba por sus pacientes y trataba de persuadir a quienes estaban alejados de la fe, a buscar los sacramentos.

Antes de examinar a alguien o realizar una investigación médica, se colocaba en la presencia de Dios.


4. Quiso ser jesuita

Alrededor de los 30 años Giuseppe Moscati hizo un voto privado de celibato y, durante un tiempo, pensó que tenía la vocación para la vida religiosa. Los jesuitas a los que consultó discernieron que Dios quería que permaneciera en el mundo como médico.


5. Salvó vidas heroicamente

Unos años después de obtener su título de médico organizó la evacuación de un hospital durante una erupción del Monte Vesubio (el techo del hospital se derrumbó poco después de que retirara a los últimos pacientes).

Con solo 31 años, ayudó a muchos enfermos durante una epidemia de cólera y durante la Primera Guerra Mundial, cuidó de los soldados heridos y moribundos del ejército italiano.

BUENOS DÍAS

 





domingo, 11 de abril de 2021

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 11 DE ABRIL DE 2021 - DIVINA MISERICORDIA

  


Lecturas de hoy Domingo 2º de Pascua - Ciclo B

Hoy, domingo, 11 de abril de 2021



Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (4,32-35):

En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y Dios los miraba a todos con mucho agrado. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles; luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno.


Palabra de Dios



Salmo

Sal 117,2-4.16ab-18.22-24


R/. Dad gracias al Señor porque es bueno,

porque es eterna su misericordia


Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia. R/.


La piedra que desecharon los arquitectos

es ahora la piedra angular.

Es el Señor quien lo ha hecho,

ha sido un milagro patente.

Éste es el día en que actuó el Señor:

sea nuestra alegría y nuestro gozo. R/.


Señor, danos la salvación;

Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,

os bendecimos desde la casa del Señor;

el Señor es Dios, él nos ilumina. R/.


Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (5,1-6):

Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a Dios que da el ser ama también al que ha nacido de él. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. Pues en esto consiste el amor a Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Éste es el que vino con agua y con sangre: Jesucristo. No sólo con agua, sino con agua y con sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.


Palabra de Dios



Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Juan (20,19-31):


Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos.

Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.»

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.

Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús.

Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.»

Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos.

Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros.»

Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»

Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!»

Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.»

Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.


Palabra del Señor




«Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados»

Rev. D. Joan Ant. MATEO i García

(Tremp, Lleida, España)


Hoy, Domingo II de Pascua, completamos la octava de este tiempo litúrgico, una de las dos octavas —juntamente con la de Navidad— que en la liturgia renovada por el Concilio Vaticano II han quedado. Durante ocho días contemplamos el mismo misterio y tratamos de profundizar en él bajo la luz del Espíritu Santo.

Por designio del Papa San Juan Pablo II, este domingo se llama Domingo de la Divina Misericordia. Se trata de algo que va mucho más allá que una devoción particular. Como ha explicado el Santo Padre en su encíclica Dives in misericordia, la Divina Misericordia es la manifestación amorosa de Dios en una historia herida por el pecado. “Misericordia” proviene de dos palabras: “Miseria” y “Cor”. Dios pone nuestra mísera situación debida al pecado en su corazón de Padre, que es fiel a sus designios. Jesucristo, muerto y resucitado, es la suprema manifestación y actuación de la Divina Misericordia. «Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Unigénito» (Jn 3,16) y lo ha enviado a la muerte para que fuésemos salvados. «Para redimir al esclavo ha sacrificado al Hijo», hemos proclamado en el Pregón pascual de la Vigilia. Y, una vez resucitado, lo ha constituido en fuente de salvación para todos los que creen en Él. Por la fe y la conversión acogemos el tesoro de la Divina Misericordia.

La Santa Madre Iglesia, que quiere que sus hijos vivan de la vida del resucitado, manda que —al menos por Pascua— se comulgue y que se haga en gracia de Dios. La cincuentena pascual es el tiempo oportuno para el cumplimiento pascual. Es un buen momento para confesarse y acoger el poder de perdonar los pecados que el Señor resucitado ha conferido a su Iglesia, ya que Él dijo sólo a los Apóstoles: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados» (Jn 20,22-23). Así acudiremos a las fuentes de la Divina Misericordia. Y no dudemos en llevar a nuestros amigos a estas fuentes de vida: a la Eucaristía y a la Penitencia. Jesús resucitado cuenta con nosotros.

FELIZ DOMINGO DE LA MISERICORDIA - DOMINGO 11 DE ABRIL DE 2021

 





 
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