miércoles, 22 de abril de 2020

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 22 ABRIL


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
22 abril



La fe tiene una doble dimensión: histórica y existencial. Histórica, pues se basa en un hecho, un acontecimiento; la vida de Jesús, su presencia en la historia del hombre; la encarnación de Dios no es un mito, una expresión imaginada del deseo de infinito del hombre; es un hecho: La Palabra se hombre y habitó entre nosotros (Jn 1, 14).

Existencial, pues da un sentido a la vida y la compromete con Cristo; vivir la fe es vivir inmersos en la realidad humana.


P. Alfonso Milagro

PAPA FRANCISCO: EL PECADO NOS CIEGA, NOS CONVIERTE EN MURCIÉLAGOS HUMANOS


Papa Francisco: “El pecado nos ciega, nos convierte en murciélagos humanos”
POR MIGUEL PÉREZ PICHEL | ACI Prensa
 Foto: Vatican Media




El Papa Francisco lamentó que hay personas que prefieren las tinieblas a la luz, personas cegadas por el pecado, porque el pecado ciega, y convierte a los hombres en “murciélagos humanos que sólo saben moverse en la noche”.

Así se expresó el Pontífice durante la Misa celebrada este miércoles 22 de abril en la Casa Santa Marta.

En la homilía, el Santo Padre señaló que “también nosotros cuando estamos en pecado nos encontramos en este estado. No toleramos la luz. Es más cómodo para nosotros vivir en las tinieblas. La luz nos abofetea, nos hace ver aquello que no queremos ver”.

Pero lo peor “es que los ojos del alma, de tanto mirar en las tinieblas, se habitúan, hasta el punto de que terminan por ignorar qué es la luz. Pierden el sentido de la luz, porque me acostumbro más a las tinieblas”.

El amor de Dios en el crucifijo

A partir del fragmento del Evangelio de San Juan de este miércoles, que el Papa definió como “un verdadero tratado de Teología” y en el que se narra el diálogo entre Jesús y Nicodemo, Francisco reflexionó sobre dos puntos: el amor de Dios en Cristo crucificado, y la luz frente a las tinieblas.

Sobre el primer punto, el Pontífice recordó que “Dios nos ama, y nos ama con locura. El amor de Dios parece una locura. ‘Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo unigénito’. Dio a su hijo, entregó a su hijo y lo envió para morir en la Cruz”.


“Cada vez que miramos al crucifijo, encontramos este amor. El crucifijo es, precisamente, el gran libro del amor de Dios. No es un objeto de colocar aquí, colocar allá, más antiguo, más moderno… Es precisamente la expresión del amor de Dios”.

Subrayó que “Dios nos ha amado así: Ha enviado a su hijo, se ha entregado hasta la muerte de Cruz por amor. Dios amó tanto al mundo hasta dar a su hijo”.

“Cuántos cristianos pasan el tiempo mirando el Crucifijo y allí lo encuentran todo. Porque han comprendido, el Espíritu Santo les ha hecho entender que allí está toda la ciencia, todo el amor de Dios, toda la sabiduría cristiana”.

Señaló que “Pablo habla de esto explicando que todos los razonamientos que hacen los humanos sirven hasta cierto punto, pero el verdadero razonamiento, el modo de pensar más bello, y que más explica todo, es la Cruz de Cristo, es Cristo crucificado, que es escándalo y locura, pero que es el camino”.

Luz frente a tinieblas

El segundo punto se refiere al versículo que dice que “la luz vino al mundo, pero los hombres amaron más las tinieblas que la luz porque sus obras eran malvadas”.

“Muchos escándalos humanos, tanta corrupción se deben” a que hay personas que, cegadas por el pecado, prefieren las tinieblas a la luz, sólo pueden vivir en tinieblas, como murciélagos, porque la luz los ciega. Se han acostumbrado a vivir en la oscuridad y ya no pueden vivir en la luz.

“Los corruptos no saben qué es la luz, no la conocen. También nosotros cuando estamos en estado de pecado, alejados del Señor, estamos ciegos. Nos sentimos mejor en las tinieblas y nos movemos sin ver, como los ciegos, moviéndonos cómo podamos”.

El Papa Francisco finalizó la homilía invitando a dejar “que el amor de Dios que envió Jesús para salvarnos, entre en nosotros. Y la luz que trae Jesús, la luz del Espíritu, entre en nosotros y nos ayude a ver las cosas con la luz de Dios, con la luz verdadera, y no con las tinieblas que nos da el señor de las tinieblas”.

Evangelio comentado por el Papa Francisco:

Juan 3:16-21

16 Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna.

17 Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

18 El que creee en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios.

19 Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.

20 Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras.

21 Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios.»

HOY SE CELEBRA A SANTA MARÍA VIRGEN, MADRE DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS


Hoy se celebra a Santa María Virgen, Madre de la Compañía de Jesús
Redacción ACI Prensa





Desde el 22 de abril de 1541 se celebra cada año la fiesta de la Madre de la Compañía de Jesús, día en que los primeros jesuitas hicieron los votos solemnes ante la imagen de Santa María Virgen en la basílica romana de San Pablo de Extramuros.

San Ignacio narró toda la experiencia: “Cuando llegamos a San Pablo los seis nos confesamos, unos a otros. Se decidió que Íñigo dijese misa en la iglesia, y que los otros recibiesen el Santísimo Sacramento de sus manos, haciendo sus votos de la siguiente forma: Ignacio diciendo misa y justo antes de la comunión, sosteniendo un papel con la fórmula de los votos, se volvió hacia sus compañeros que estaban arrodillados, y pronunció las palabras de los votos”.


“Después de decirlas, comulgó recibiendo el Cuerpo de Cristo. Cuando terminó de consumir colocó las cinco hostias consagradas en la patena y se volvió hacia sus compañeros. Cada uno tomó el texto de los votos en su mano y dijo en voz alta las palabras. Cuando el primero terminó, recibió el Cuerpo de Cristo. Luego, por turnos, los demás hicieron lo mismo. La misa tuvo lugar en el altar de la Virgen, en el que estaba reservado el Santísimo Sacramento”.

“Cuando acabó la misa, después de orar ante los otros altares, regresaron al altar mayor, donde todos se acercaron a Íñigo. Le dieron un abrazo y el beso de la paz, con mucha devoción, sentimiento y lágrimas; así finalizaron la ceremonia de los votos y el dieron comienzo a su vocación”.

El 27 de septiembre de 1540, unos meses antes de que San Ignacio de Loyola junto a cinco compañeros (Salmerón, Laínez, Broet, Jay y Codure) hicieran los votos de pobreza, castidad y obediencia, el Papa Paulo III aprobó la Fórmula de la Compañía de Jesús y concedió licencia para hacer sus Constituciones.

SANTORAL DE HOY MIÉRCOLES 22 DE ABRIL DE 2020

Cayo, SantoCayo, Santo
XXVIII Papa, 22 de abril
Agapito I, SantoAgapito I, Santo
LVII Papa, 22 de abril
Francisco de Fabriano, BeatoFrancisco de Fabriano, Beato
Presbítero Franciscano, 22 de abril
Oportuna, SantaOportuna, Santa
Abadesa, 22 de abril
Sotero, SantoSotero, Santo
XII Papa, 22 de abril

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY MIÉRCOLES 22 DE ABRIL DE 2020


Lecturas de hoy Miércoles de la 2ª semana de Pascua
Hoy, miércoles, 22 de abril de 2020



Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (5,17-26):

EN aquellos días, el sumo sacerdote y todos los suyos, que integran la secta de los saduceos, en un arrebato de celo, prendieron a los apóstoles y los metieron en la cárcel pública. Pero, por la noche, el ángel del Señor les abrió las puertas de la cárcel y los sacó fuera, diciéndoles:
«Marchaos y, cuando lleguéis al templo, explicad al pueblo todas estas palabras de vida».
Entonces ellos, al oírlo, entraron en el templo al amanecer y se pusieron a enseñar. Llegó entre tanto el sumo sacerdote con todos los suyos, convocaron el Sanedrín y el pleno de los ancianos de los hijos de Israel, y mandaron a la prisión para que los trajesen. Fueron los guardias, no los encontraron en la cárcel, y volvieron a informar, diciendo:
«Hemos encontrado la prisión cerrada con toda seguridad, y a los centinelas en pie a las puertas; pero, al abrir, no encontramos a nadie dentro».
Al oír estas palabras, ni el jefe de la guardia del templo ni los sumos sacerdotes atinaban a explicarse qué había pasado. Uno se presentó, avisando:
«Mirad, los hombres que metisteis en la cárcel están en el templo, enseñando al pueblo».
Entonces el jefe salió con los guardias y se los trajo, sin emplear la fuerza, por miedo a que el pueblo los apedrease.

Palabra de Dios



Salmo
Sal 33,2-3.4-5.6-7.8-9

R/. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R/.

El ángel del Señor acampa en torno a sus fieles
y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (3,16-21):

TANTO amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.
En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy miércoles, 22 de abril de 2020
Eguione Nogeira, Misionero Claretiano



¡Queridos hermanos!

Seguimos con el dialogo de Jesús con Nicodemo. Jesús le presenta la finalidad del envío del Hijo único de Dios: la salvación de todas las personas. Solo cuando se comprende este acontecimiento salvífico se puede comprender el lugar de la condenación y del juicio en la vida de los seres humanos.

Es la primera vez que en el Evangelio de Juan Dios es el sujeto de la oración: “Tanto amó Dios al mundo” (Jn 3,16). Dios es identificado como origen de la salvación y pone en marcha su plan salvífico por su amor absoluto hacia la humanidad. Esta es la clave de lectura de la vida de Jesús: la manifestación del amor libre y gratuito de Dios por su pueblo. Y, más aún, su amor tiene un sentido universal: ¡Dios ama a todos!

Solo desde su amor es posible comprender la entrega de su Hijo: “entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna”. La vida de Jesús es vista como don total, libre donación. El Evangelio de hoy presenta la finalidad última del envío del Hijo: la salvación de las personas, no su condenación. El Padre ha enviado su Hijo porque en Él podemos reconocer nuestra identidad de hijos e hijas.

Al utilizar la imagen sencilla de la luz, y su ausencia, las tinieblas, el evangelista Juan nos dice que al que rechaza creer en Jesús es incapaz de reconocer el amor libre de Dios en favor de los seres humanos. No querer el amor Dios es la peor condenación que una persona puede experimentar en su vida.

El deseo de Dios en salvar a todas las personas se hace camino concreto en nuestra realidad personal: creer en Jesús. Él es la Palabra definitiva del Padre hacia nosotros; Él es la luz y la vida de todo ser humano, que se hizo carne para revelarnos el amor infinito y incondicional del Padre. Por eso, creer es más que aceptar un conjunto de doctrinas, es seguir este camino abierto por Dios que da a la vida un sentido y horizonte nuevos.

Vuestro hermano en la fe,

Eguione Nogueira, cmf

FELIZ MIÉRCOLES!!!





martes, 21 de abril de 2020

IMÁGENES DE ORACIONES DE CONFIANZA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS






EL PAPA FRANCISCO EXPLICA QUE EL DINERO, LA VANIDAD Y LAS HABLADURÍAS DIVIDEN A TODA COMUNIDAD


El Papa explica que el dinero, la vanidad y las habladurías dividen a toda comunidad
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa
 Foto: Vatican Media




En la Misa celebrada en la capilla de la Casa Santa Marta este martes 21 de abril, el Papa Francisco advirtió que “el dinero, la vanidad y las habladurías” son tres cuestiones que dividen a las comunidades y a las familias.

“Muchas veces, en la historia de la Iglesia, donde hay desviaciones doctrinales - no siempre, sin embargo, muchas veces - hay dinero detrás: dinero del poder, tanto el poder político como el dinero en efectivo, pero es dinero. El dinero divide a la comunidad. Por esta razón, la pobreza es la madre de la comunidad, la pobreza es el muro que protege a la comunidad”, afirmó el Papa.

En esta línea, el Papa afirmó que “el dinero divide, el interés propio” y añadió que esto sucede “incluso en las familias: ¿cuántas familias terminaron divididas por una herencia? ¿Cuántas familias? Y ya no se hablaban... Cuántas familias... Una herencia... Se dividen: el dinero divide”.

En su homilía, el Pontífice subrayó que “nacer de lo alto es nacer con la fuerza del Espíritu Santo. Nosotros no podemos tomar el Espíritu Santo para nosotros, solamente podemos dejar que nos transforme. Y nuestra docilidad abre la puerta al Espíritu Santo: es Él quien hace el cambio, la transformación, este renacer de lo alto. Es la promesa de Jesús de enviar el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es capaz de hacer maravillas, cosas que ni siquiera podemos pensar”.

En este sentido, el Papa Francisco puso un ejemplo de comunidad cristiana “que no es una fantasía, esto es lo que nos dicen aquí: es un modelo, donde se puede llegar cuando hay docilidad y dejar que el Espíritu Santo entre y nos transforme” que parecería “una comunidad, digamos, ideal”.

Por ello, el Pontífice reconoció que “inmediatamente después de esto comenzarían los problemas, pero el Señor nos muestra hasta dónde podemos llegar si estamos abiertos al Espíritu Santo, si somos dóciles. En esta comunidad hay armonía”.


Asimismo, el Papa Francisco aseguró que “el Espíritu Santo es el maestro de la armonía, es capaz de hacerlo y lo ha hecho aquí. Debe hacerlo en nuestros corazones, debe cambiar muchas cosas de nosotros, pero debe hacer armonía: porque Él mismo es la armonía. También la armonía entre el Padre y el Hijo: es el amor de la armonía, Él. Y Él, con armonía, crea estas cosas como esta comunidad armoniosa”.

Al reflexionar en el pasaje del Libro de los Hechos de los Apóstoles (4:32-37) el Santo Padre destacó que se relatan los “muchos problemas en la comunidad” y añadió que “este es un modelo”. “El Señor ha permitido que este modelo de una comunidad casi ‘celestial’ nos muestre a dónde debemos llegar”.

Sin embargo, el Pontífice describió que, entonces, en las primeras comunidades cristianas “comenzaron las divisiones en la comunidad”. Y mencionó una carta del apóstol Santiago en donde aconsejaba que su fe “sea inmune al favoritismo personal”.

Por ello, el Papa Francisco pidió una vez más a “no discriminar” porque “los apóstoles deben salir y amonestar” y San Pablo en la primera Carta a los Corintios (1 Cor, 11) se quejaba de las divisiones entre ellos.

“Empiezan las divisiones internas en las comunidades. Este ‘ideal’ debe ser alcanzado, pero no es fácil: hay muchas cosas que dividen a una comunidad, ya sea una parroquia cristiana o una comunidad diocesana o presbiteral o de religiosos o religiosas... muchas cosas entran para dividir a la comunidad”, advirtió el Papa.

Dinero, vanidad, habladurías
En esta línea, el Santo Padre alertó sobre tres aspectos que dividen a las comunidades cristianas, incluso a las familias son: el dinero, la vanidad y las habladurías.

Sobre el dinero, Francisco destacó el prestar atención porque “si en su iglesia, en su asamblea, entra un hombre con un anillo de oro, lo ponen inmediatamente adelante, y el pobre queda al margen… y agregó que el mismo San Pablo escribió que “los ricos traen comida y comen, ellos, y los pobres, de pie", los dejamos allí como para decirles: ‘Arréglate como puedas’. El dinero divide, el amor al dinero divide la comunidad, divide la Iglesia”.

“Muchas veces, en la historia de la Iglesia, donde hay desviaciones doctrinales - no siempre, sin embargo, muchas veces - hay dinero detrás: dinero del poder, tanto el poder político como el dinero en efectivo, pero es dinero. El dinero divide a la comunidad. Por esta razón, la pobreza es la madre de la comunidad, la pobreza es el muro que protege a la comunidad. El dinero divide, el interés propio. Incluso en las familias: ¿cuántas familias terminaron divididas por una herencia? ¿Cuántas familias? Y ya no se hablaban... Cuántas familias... Una herencia... Se dividen: el dinero divide”, exclamó el Papa.

Al referirse a la vanidad, a “ese deseo de sentirse mejor que los demás”, el Santo Padre recordó la oración del fariseo relatada en el Evangelio: "gracias, Señor, porque no soy como los demás" y subrayó que “la vanidad divide, porque la vanidad te lleva a ser un ‘pavo real’ y donde hay un ‘pavo real’, hay división, siempre”.

Finalmente, el Pontífice indicó que las habladurías dividen a la comunidad de creyentes, y que a pesar de que no es la primera vez que lo dice, “pero es la realidad”. Porque las habladurías son eso “que el diablo coloca” en cada uno, “como una necesidad de hablar de los demás” y puso un ejemplo, cuando alguien dice: “qué buena persona es esa...  Sí, sí, pero, pero..." para advertir: que “inmediatamente el ‘pero’, que es una piedra para descalificar al otro e inmediatamente algo que escucho decir y así disminuyo un poco al otro”.

Sin embargo, el Papa Francisco reiteró que “el Espíritu siempre viene con su Fuerza para salvarnos de esta mundanidad del dinero, la vanidad y las habladurías, porque el Espíritu Santo no es el mundo: está contra el mundo. Es capaz de hacer estos milagros, estas grandes cosas”.

“Pidamos al Señor esta docilidad al Espíritu para que nos transforme y transforme nuestras comunidades, nuestras comunidades parroquiales, diocesanas, religiosas: las transforme, para que podamos avanzar siempre en la armonía que Jesús quiere para la comunidad cristiana”, concluyó.

Lectura comentada por el Papa Francisco:
Hechos 4:32-37


32 La multitud de los creyentes no tenía sino un solo corazón y una sola alma. Nadie llamaba suyos a sus bienes, sino que todo era en común entre ellos. 33Los apóstoles daban testimonio con gran poder de la resurrección del Señor Jesús. Y gozaban todos de gran simpatía. 34No había entre ellos ningún necesitado, porque todos los que poseían campos o casas los vendían, traían el importe de la venta, 35 y lo ponían a los pies de los apóstoles, y se repartía a cada uno según su necesidad. 36 José, llamado por los apóstoles Bernabé (que significa: «hijo de la exhortación»), levita y originario de Chipre, 37 tenía un campo; lo vendió, trajo el dinero y lo puso a los pies de los apóstoles.

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 21 ABRIL


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
21 abril




Cristo comenzó a revelarse a los apóstoles, no proporcionándoles un Credo, sino haciéndoles vivir la experiencia de su encuentro.

Cristo actual es hoy la Iglesia. Aceptar creer en Cristo y rechazar la Iglesia es aferrarse a un recuerdo histórico y a una realidad actual, histórica, contemporánea.

Creer es formar parte de un Pueblo o comunidad de creyentes; creemos conjuntamente; creer no es encerrarse en la soledad de nuestra relación personal con Dios; es entrar en la comunidad de los creyentes: es preciso captar esta dimensión comunitaria de la fe; creer es hacer un Pueblo de hermanos que llevan la Palabra de Dios por el mundo.


P. Alfonso Milagro

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY MARTES 21 DE ABRIL DE 2020


Lecturas de hoy Martes de la 2ª semana de Pascua
Hoy, martes, 21 de abril de 2020



Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (4,32-37):

EL grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma: nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía, pues lo poseían todo en común.
Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y se los miraba a todos con mucho agrado. Entre ellos no había necesitados, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero de lo vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles; luego se distribuía a cada uno según lo que necesitaba.
José, a quien los apóstoles apellidaron Bernabé, que significa hijo de la consolación, que era levita y natural de Chipre, tenía un campo y lo vendió; llevó el dinero y lo puso a los pies de los apóstoles.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 92,1ab.1c-2.5

R/. El Señor reina, vestido de majestad

El Señor reina, vestido de majestad;
el Señor, vestido y ceñido de poder. R/.

Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno. R/.

Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término. R/.



Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (3,5a.7b-15):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu».
Nicodemo le preguntó:
«¿Cómo puede suceder eso?».
Le contestó Jesús:
«¿Tú eres maestro en Israel, y no lo entiendes? En verdad, en verdad te digo: hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero no recibís nuestro testimonio. Si os hablo de las cosas terrenas y no me creéis, ¿cómo creeréis si os hablo de las cosas celestiales? Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna».

Palabra del Señor





Comentario al Evangelio de hoy martes, 21 de abril de 2020
Eguione Nogeira, Misionero Claretiano


¡Queridos hermanos!

El Evangelio sigue con el dialogo de Jesús con Nicodemo. Hoy nos presenta el tema del nacimiento de lo alto. En el fondo se presenta la necesidad del hombre en participar de las realidades espirituales por medio de la fe.

Para “nacer de lo alto” hace falta una transformación interior del ser humano, abierto a la transcendencia. Esta apertura no significa agotar el conocimiento sobre Dios, sino dejarse empapar por la gracia divina, dejarse tocar por misericordia. Por eso, al utilizar la imagen del viento, Jesús quiere decir que las realidades celestiales permanecen siendo misterio, por lo que no se explican con criterios humanos. Esto se refuerza con la expresión “nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre” (Jn 3,13).

Jesús es el único y verdadero revelador de Dios y lo hace desde su experiencia inmediata con el Padre y en la cruz, signo de contradicción. La cruz se presenta como el lugar por excelencia de la revelación divina, del amor extremo. ¿Pero, cómo comprender esto? La serpiente puesta en un mástil en el desierto (Nm 21,4-9) sirve como una imagen pedagógica para comprender este misterio. Ella prefiguraba la crucifixión del Mesías, pues de maldición pasa a ser instrumento de sanación para el pueblo de Israel. Del mismo modo la cruz, instrumento de condenación y muerte, en Jesús se transforma en símbolo de salvación. Lo que queda evidente es que el amor y el dolor extremos se encuentran en la experiencia del Mesías crucificado.

Muchas personas buscan explicaciones religiosas para lo que estamos viviendo en estos momentos de pandemia y en otras situaciones en las que nuestra vida se encuentra en peligro. Decir que es un castigo de Dios, no es una respuesta que encuentra fundamentación en la revelación que Jesús nos ofrece. Pero, desde esta experiencia que estamos viviendo en todo el mundo, tenemos la oportunidad en hacer una profunda experiencia de encuentro con Dios, pues allí donde el dolor humano se hace fuerte, con más intensidad, el amor y la misericordia de Dios se hacen presentes.

Vuestro hermano en la fe,

Eguione Nogueira, cmf

SANTORAL DE HOY MARTES 21 DE ABRIL DE 2020

Juan Saziari, BeatoJuan Saziari, Beato
Religioso Franciscano, Abril 21
Apolonio de Roma, SantoApolonio de Roma, Santo
Mártir, Abril 21
Román Adame Rosales, SantoRomán Adame Rosales, Santo
Presbítero y Mártir Méxicano, 21 de abril
Bartolomé Cerveri, BeatoBartolomé Cerveri, Beato
Sacerdote y Mártir, Abril 21
Anselmo, SantoAnselmo, Santo
Memoria Litúrgica, 21 de abril

FELIZ MARTES!!!





lunes, 20 de abril de 2020

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 20 DE ABRIL


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
20 abril



¿Con qué frecuencia recibes la Comunión? ¿Podrías aún más frecuentemente?

Jesús es el Pan del Cielo, el Pan de los ángeles, el Pan de vida; el que come de este Pan vive en el cielo con los ángeles y aumenta en sí la vida de la gracia, que es la vida de la Trinidad, vivida en el corazón del hombre.

Sin pan material no puede vivir el cuerpo humano; sin este Pan celestial no puede vivir el alma; el alimento material recobra las fuerzas gastadas por el tiempo y por el trabajo y con este Pan celestial se consiguen redobladas fuerzas y entusiasmo para la obra de nuestra santificación.


P. Alfonso Milagro

LA SUAVE VOZ DEL ESPÍRITU SANTO¿CÓMO ESCUCHARLO?

La suave voz del Espíritu Santo ¿cómo escucharlo?
Cómo filtrar las muchas voces que nos hablan, para escuchar lo que nos tiene que decir el Santo Espíritu de Dios.


Por: n/a | Fuente: La-palabra.com




"Se lava la carne para que se purifique el alma; se unge la carne para consagrar el alma; se signa la carne para fortalecer el alma; se imponen las manos sobre la carne para que el alma sea iluminada por el Espíritu; se nutre la carne con el Cuerpo y la Sangre de Cristo para que el alma se sacie de Dios" (Tertuliano, en De Resurrectione, 8).

Esta cita de uno de los Padres de la Iglesia nos permite ver algo de cómo los primeros cristianos entendían el Bautismo y la Confirmación, vale decir, que mientras el Bautismo "nos lava" del pecado original, es a través del don del Espíritu Santo que somos ungidos, sellados e iluminados.

Como sucede con los demás sacramentos, si queremos experimentar completamente las bendiciones de la Confirmación, a nosotros nos toca hacer algo también: creer que el Espíritu Santo vive en nosotros y que quiere hablarnos y actuar en nuestra vida. Tenemos, además, que aprender a escuchar su voz y seguir su guía. Así pues, en los párrafos siguientes, veremos cómo se pueden experimentar con mayor profundidad las bendiciones recibidas en la Confirmación.

Una multitud de voces. 

Sí, es cierto que el Espíritu Santo nos quiere hablar, pero a veces nos cuesta escucharle. Esto sucede porque hay muchas otras voces que constantemente nos llegan de todos lados pidiendo atención. Todas quieren penetrar en nuestros razonamientos e influir en las decisiones que tomamos.

Pensemos en todas las voces, unas útiles, otras inútiles, que escuchamos durante el día: voces de familiares, amigos, compañeros de trabajo y vecinos. Está además toda la inmensidad de anuncios y propaganda comercial que nos urge a comprar diversos productos o servicios que supuestamente van a comunicarnos felicidad o satisfacción en la vida. Además están los medios de difusión (periódicos, televisión, radio, internet) que tratan de informarnos y condicionarnos para pensar de una u otra forma. También está la presencia de Satanás, el maligno "que engaña a todo el mundo" (Apocalipsis 12, 9). Y, naturalmente, está nuestro Padre celestial que quiere concedernos su sabiduría y guiarnos hacia el camino de la salvación.

Con todas estas voces que llegan al oído y a la mente, uno tiene que preguntarse: ¿Cómo puedo discernir lo correcto y lo erróneo en todas estas voces? La respuesta radica, en gran parte, en los dones espirituales que recibimos en nuestra Confirmación.

Declarar culpable y convencer. 

Cuando fuimos confirmados, fuimos sellados con el Espíritu Santo, recibimos los dones espirituales y fuimos santificados como seguidores del Señor. Recibimos la gracia y el poder que nos permiten centrar la mente en las cosas de Dios y participar en la construcción del Reino en la tierra.

Pero, ¿cómo nos ayuda esta gracia día tras día? En su Evangelio, San Juan nos dice que el Espíritu Santo quiere hacernos reconocer nuestros pecados y convencernos de la santidad y la justicia de Jesús (v. Juan 16, 8-10). Esta doble obra de declararnos culpables y convencernos es parte de la esencia del Sacramento de la Confirmación.

En cuanto a reconocernos culpables de los pecados cometidos, el Espíritu Santo nos habla a la conciencia. Todos hemos pasado por situaciones en las que hemos ocultado o torcido la verdad, manipulado a alguien o desviado la atención de las consecuencias morales de alguna decisión que hayamos tomado.

Es muy importante que nosotros sepamos que el Espíritu Santo nos declara culpables de los pecados que hayamos cometido, pero es más importante aún que estemos dispuestos a reconocer la realidad de Cristo Jesús, porque quiere enseñarnos que el Señor es el fiel Servidor de Dios, que nos ha salvado de nuestros pecados; quiere revelarnos que Cristo es quien nos prodiga su divina misericordia cuando lo buscamos, que nos ama profundamente y que nunca se cansará de nosotros.

Estar conscientes de Dios. 

El Señor nos ama a todos por igual. Nos creó a todos con la misma capacidad espiritual, de modo que nadie debe sentirse en desventaja al tratar de escuchar la voz del Espíritu Santo o reconocer la obra de Dios en su vida. La Escritura contiene magníficos relatos acerca de personas como San Pedro, la Virgen María y San Felipe, que percibieron la guía del Espíritu Santo aun cuando esa guía parecía extraña al principio. Por ejemplo, Pedro estuvo dispuesto a dejar de lado la tradición judía que le prohibía entrar en la casa de un gentil, pero haciéndolo dio lugar a la expansión del Evangelio más allá del judaísmo (Hechos 10, 1-49). A su vez, el Espíritu Santo inspiró a la Virgen María, por medio de un ángel, a renunciar a sus propios planes para ser la Madre de Dios (Lucas 1, 26-38), y Felipe fue conducido por el Espíritu para dirigirse hacia el desierto sin saber exactamente por qué, pero su obediencia dio lugar a la conversión de un alto oficial del gobierno etíope (Hechos 8, 26-39).

Del mismo modo, el Espíritu Santo también quiere hablarnos a nosotros. Tal vez no sea de la manera tan dramática que leemos en estos relatos, pero él quiere infundir nuevos pensamientos en nuestra mente. Por ejemplo, tal vez al caminar hacia la Iglesia para ir a misa tú te puedes sentir movido a hablarle a un desconocido y quién sabe si eso te daría la oportunidad de compartir tu fe en Jesucristo. O bien, tal vez estés mirando la televisión cuando sientas el deseo de orar por tu familia o pedirle a Dios perdón por alguna antigua situación de pecado. Estas son ocasiones en que el Espíritu quiere inspirarte tal como inspiró a Pedro, la Virgen María y Felipe para hacer algo inesperado. Estos son ejemplos de lo que hace el Espíritu Santo para que tú seas un instrumento apto para compartir el Evangelio y edificar la Iglesia de Cristo. Y todo esto fluye del Sacramento de la Confirmación.

Sí, es cierto que es necesario asegurarnos de que estos impulsos provengan del Espíritu Santo, pero sucede muy a menudo que descartamos estas inspiraciones como cosas pasajeras sin consecuencia alguna. Naturalmente, también es posible que algunas ideas como éstas provengan sólo de nuestra propia imaginación, pero no es imposible que vengan del Espíritu Santo. Pensemos en lo que sucedió con San Pedro. Un día le dijo a Jesús "Tú eres el Mesías" (Mateo 16, 16), tal vez pensando que era algo que a él solo se le había ocurrido, pero Jesús le corrigió: "Esto no lo conociste por medios humanos, sino porque te lo reveló mi Padre que está en el cielo" (Mateo 16, 17).

¿Por qué Pedro pronunció estas palabras? Porque amaba a Jesús, pasaba horas en su compañía y quería llegar a ser como él. Es claro que la devoción de Pedro lo había cambiado, y al parecer, él ni siquiera se había dado cuenta. Lo mismo puede sucedernos a nosotros. Si pasamos tiempo con Jesús cada día, el amor que le tenemos crecerá y se hará más fuerte, desearemos complacerlo y comenzaremos a escuchar la voz del Espíritu Santo en el corazón. Ya sea que lo reconozcamos o no, nuestra vida comenzará a cambiar y así nos iremos asemejando un poco más al Señor.

Practicar la escucha. 

Reconozcamos que el Espíritu Santo quiere hablarnos a todos, hasta ser la voz dominante en nuestra mente, y mientras mejor dispuestos estemos a aceptar la obra del Espíritu de hacernos ver nuestros pecados, convencernos de amar al Señor y edificar la Iglesia, más nos acercaremos a Cristo y avanzaremos por el camino de la santidad. Igualmente, encontraremos que la gracia de la Confirmación tiene una influencia cada vez más poderosa en nuestra vida personal y espiritual.

Creamos pues que podemos estar conscientes de la presencia de Dios; creamos que el Espíritu Santo realmente nos habla y tratemos de percibir lo que nos trata de decir cada día, para que estemos más atentos a sus inspiraciones.

Al mismo tiempo, comprometámonos a poner en práctica al menos una buena acción que nos parezca percibir en la mente cada día de este mes. Cuando estés haciendo oración o justo después de recibir la Sagrada Eucaristía, pídele al Espíritu Santo que te hable y te conceda los dones que quiera darte. Luego, pon atención a los pensamientos que lleguen a tu mente, escribe lo que te parezca que te dice el Espíritu Santo y busca la manera de ponerlo en práctica. Después de unos días, reflexiona y ve qué tipo de resultados han surgido de lo que te pareció escuchar o de lo que hiciste.

PAPA FRANCISCO: SER BUEN CRISTIANO NO ES SOLAMENTE CUMPLIR MANDAMIENTOS



Papa Francisco: Ser buen cristiano no es solamente cumplir mandamientos
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa
Foto: Vatican Media




El Papa Francisco señaló que “ser cristiano no es solamente cumplir los mandamientos” sino permitir que el Espíritu Santo conduzca con docilidad y libertad.

“Ser cristiano no es solamente cumplir los mandamientos: hay que cumplirlos, eso es verdad; pero si te detienes allí, no eres un buen cristiano. Ser buen cristiano es dejar que el Espíritu entre en nosotros y te conduzca donde Él quiere. Esta es la libertad del Espíritu. Que el Señor nos ayude a ser siempre dóciles al Espíritu Santo”, así lo indicó el Santo Padre durante su homilía de la Misa en la Casa Santa Marta este lunes 20 de abril.


Al reflexionar en el pasaje del Evangelio de San Juan (Jn 3:1-8) que relata el encuentro de Jesús con Nicodemo, el Pontífice comentó que “en nuestra vida cristiana, muchas veces nos detenemos como Nicodemo, delante el ‘por lo tanto’, no sabemos qué paso dar, no sabemos cómo hacerlo, no tenemos la confianza en Dios para dar ese paso y dejar entrar al Espíritu”.

Por ello, el Papa Francisco invitó a “nacer de nuevo, dejar que el Espíritu Santo entre en nosotros y que sea el Espíritu para guiar y no yo, y aquí, libre, con esta libertad del Espíritu que nunca sabrás dónde acabarás”.

“El salto que la confesión que Nicodemo debe hacer es (…) él no sabe cómo hacerla, porque el Espíritu es imprevisible, la definición del Espíritu que Jesús da aquí es interesante: el viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu, es decir, libre, persona que se deja llevar de una parte a la otra por el Espíritu Santo. Esta es la libertad del Espíritu y quien hace esto es una persona dócil, y aquí se habla de la docilidad al Espíritu”, advirtió.


En esta línea, el Papa describió que cuando “los apóstoles estaban en el cenáculo, cuando vino el Espíritu, salieron a predicar esa valentía, con aquella franqueza, no sabían que esto iba a suceder; y lo hicieron, porque el Espíritu los estaba guiando”.

“El cristiano no debe nunca detenerse solamente en el cumplimiento de los Mandamientos: hay que cumplirlos, pero, ir más allá, hacia este nacimiento nuevo, que es el nacimiento en el Espíritu y te da la libertad del Espíritu”, afirmó.

Además, el Santo Padre comentó también la primera lectura de los Hechos de los Apóstoles (Hechos 4:23-31) para referir que “esto es lo que sucedió a esta comunidad cristiana, en la primera lectura, después de que Juan y Pedro regresaron de aquel interrogatorio que tuvieron con los sacerdotes”.

“Fueron a ver a sus hermanos en esta comunidad y reportaron lo que los jefes de los sacerdotes y los ancianos les había dicho. Y la comunidad, cuando escucharon esto, todos juntos, se asustaron un poco ¿Y qué hicieron? Rezaron. No se detuvieron en las medidas de precaución, ‘no, hagamos esto ahora, vayamos un poco más tranquilos’: no. Rezar”.

En este sentido, el Papa aconsejó: “dejar que sea el Espíritu quien les diga qué hacer. Levantaron sus voces a Dios diciendo: ‘Señor’ y rezaron. Esta hermosa oración de un momento obscuro, de un momento en el que tienen que tomar decisiones y no saben qué hacer. Quieren nacer del Espíritu, abrir sus corazones al Espíritu: que sea Él quien lo diga… Y preguntan: ‘Señor, Herodes y Poncio Pilato con las naciones y los pueblos de Israel se han aliado contra tu Espíritu Santo y contra Jesús’. Cuentan la historia y dicen: ¡Señor, haz algo!”

“Y ahora, Señor, dirige tu mirada a aquel grupo de sacerdotes, aquel el de las amenazas y concede a tus siervos, de proclamar, con toda franqueza tu palabra, piden la franqueza, la valentía, el no tener miedo, extendiendo su mano hasta que se realicen ‘curaciones, señales y prodigios en el nombre de Jesús’. Y cuando terminaron su oración, el lugar donde estaban reunidos tembló, y todos quedaron llenos del Espíritu Santo y predicaron la Palabra de Dios con franqueza. Un segundo Pentecostés ocurrió aquí”, expresó.

Finalmente, el Papa subrayó que “ante las dificultades, delante a una puerta cerrada, que no sabían cómo ir hacia adelante, van hacia el Señor, abren sus corazones y el Espíritu viene y les da lo que necesitan y salen a predicar con valentía, y hacia adelante. Esto es nacer del Espíritu, esto no se detiene en el ‘por lo tanto’, en el ‘por lo tanto’ de las cosas que siempre se ha hecho, en el ‘por lo tanto’, después de los Mandamientos, en el ‘por lo tanto’ después de las costumbres religiosas: ¡no! Esto es nacer de nuevo”.

“¿Y cómo se prepara uno para nacer de nuevo? Con la oración. La oración es la puerta que nos abre al Espíritu y nos da esta libertad, esta franqueza, esta valentía del Espíritu Santo. Que nunca sabrás a dónde te llevará, pero es el Espíritu” y concluyó pidiendo al Señor que “nos ayude a estar siempre abiertos al Espíritu, porque será Él quien nos llevará hacia adelante, en nuestra vida de servicio al Señor”.

Lecturas comentadas por el Papa Francisco:
Juan 3:1-8

1 Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, magistrado judío. 2 Fue éste donde Jesús de noche y le dijo: «Rabbí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede realizar las señales que tú realizas si Dios no está con él.» 3 Jesús le respondió: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de lo alto no puede ver el Reino de Dios.» 4 Dícele Nicodemo: «¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?» 5 Respondió Jesús: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. 6 Lo nacido de la carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu. 7 No te asombres de que te haya dicho: Tenéis que nacer de lo alto. 8 El viento sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu.»

Hechos 4:23-31

23 Una vez libres, vinieron a los suyos y les contaron todo lo que les habían dicho los sumos sacerdotes y ancianos.24 Al oírlo, todos a una elevaron su voz a Dios y dijeron: «Señor, tú que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, 25 tú que has dicho por el Espíritu Santo, por boca de nuestro padre David, tu siervo: ¿A qué esta agitación de las naciones, estos vanos proyectos de los pueblos? 26 Se han presentado los reyes de la tierra y los magistrados se han aliado contra el Señor y contra su Ungido. 27 «Porque verdaderamente en esta ciudad se han aliado Herodes y Poncio Pilato con las naciones y los pueblos de Israel contra tu santo siervo Jesús, a quien has ungido, 28 para realizar lo que en tu poder y en tu sabiduría habías predeterminado que sucediera. 29 Y ahora, Señor, ten en cuenta sus amenazas y concede a tus siervos que puedan predicar tu Palabra con toda valentía, 30 extendiendo tu mano para realizar curaciones, señales y prodigios por el nombre de tu santo siervo Jesús.» 31 Acabada su oración, retembló el lugar donde estaban reunidos, y todos quedaron llenos del Espíritu Santo y predicaban la Palabra de Dios con valentía.
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