martes, 14 de abril de 2020

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 14 ABRIL


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
14 abril




Nicodemo creyó en Jesús, pero no se entregó a él incondicionalmente; fue a ver a Jesús, pero fue a verlo de noche por miedo. 

¿No abras sido tú también en alguna oportunidad un cristiano con vergüenza? ¿No habrás sido remiso en confesarte en público como discípulo y seguidor de Jesús?

No te dejes dominar nunca por el respeto humano; respeta más bien a Dios y a su palabra.


P. Alfonso Milagro

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 13 ABRIL

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
13 abril




Hay momentos de zozobra para los apóstoles; a veces parece que no se consigue fruto, incluso a veces se da un claro fracaso; esto siempre sucederá, cuando hayamos confiado en nuestras propias fuerzas; sin Jesús y su gracia, todo es ruido de hojas secas.

En cambio, al obrar en nombre de Jesús, ¡Cómo cambia el panorama! Con él se consigue hasta lo que parecía imposible.

Es, pues, cuestión de saber confiar en el Señor, actuar como él y con él y esperar el fruto, aunque quizá nosotros no lo podamos ver. Sé optimista en tu apostolado, pero no planees nunca nada, sin contar con el Señor Jesús.



P. Alfonso Milagro

ORACIÓN A SANTA LIDUVINA


Oración a Santa Liduvina


Santa Liduvina:

Alcánzanos de Dios
la gracia de aceptar
con paciencia nuestros sufrimientos
como pago por nuestros pecados
y para conseguir la conversión
y salvación de muchos pecadores.

Amén

SANTA LIDUVINA, 14 DE ABRIL, PATRONA DE LOS ENFERMOS CRÓNICOS


Biografía de Santa Liduvina
14 de abril 





Liduvina nació en Schiedam, Holanda, en 1380. Su padre era muy pobre y tenía por oficio el de "celador" o cuidador de fincas. Hasta los 15 años Liduvina era una muchacha como las demás: alegre, simpática, buena y muy bonita. Pero en aquel año su vida cambió completamente. Un día, después de jugar con sus amigos iban a patinar y en el camino callo en el hielo partiéndose la columna vertebral.

La pobre muchacha empezó desde entonces un horroroso martirio. Continuos vómitos, jaquecas, fiebre intermitente y dolores por todo el cuerpo la martirizaban todo el día. En ninguna posición podía descansar. La altísima fiebre le producía una sed insaciable. Los médicos declararon que su enfermedad no tenía remedio.

Liduvina se desesperaba en esa cama inmóvil, y cuando oía a sus compañeras correr y reír, se ponía a llorar y a preguntar a Dios por qué le había permitido tan horrible martirio. Pero un día Dios le dio un gran regalo: nombraron de párroco de su pueblo a un verdadero santo, el Padre Pott. Este virtuoso sacerdote lo primero que hizo fue recordarle que "Dios al árbol que más lo quiere más lo poda, para que produzca mayor fruto y a los hijos que más ama más los hace sufrir". Le colocó en frente de la cama un crucifijo, pidiéndole que de vez en cuando mirara a Jesús crucificado y se comparara con El y pensara que si Cristo sufrió tanto, debe ser que el sufrimiento lleva a la santidad.

En adelante ya no volvió más a pedir a Dios que le quitara sus sufrimientos, sino que se dedicó a pedir a Nuestro Señor que le diera valor y amor para sufrir como Jesús por la conversión de los pecadores, y la salvación de las almas.

Santa Liduvina llegó a amar de tal manera sus sufrimientos que repetía: "Si bastara rezar una pequeña oración para que se me fueran mis dolores, no la rezaría". Descubrió que su "vocación" era ofrecer sus padecimientos por la conversión de los pecadores. Se dedicó a meditar fuertemente en la Pasión y Muerte de Jesús. Y en adelante sus sufrimientos se le convirtieron en una fuente de gozo espiritual y en su "arma" y su "red" para apartar pecadores del camino hacia el infierno y llevarlos hacia el cielo. Decía que la Sagrada Comunión y la meditación en la Pasión de Nuestro Señor eran las dos fuentes que le concedían valor, alegría y paz.

La enfermedad fue invadiendo todo su cuerpo. Una llaga le fue destrozando la piel. Perdió la vista por un ojo y el otro se le volvió tan sensible a la luz que no soportaba ni siquiera el reflejo de la llama de una vela. Estaba completamente paralizada y solamente podía mover un poco el brazo izquierdo. En los fríos terribles del invierno de Holanda quedaba a veces en tal estado de enfriamiento que sus lágrimas se le congelaban en la mejilla. En el hombro izquierdo se le formó un absceso dolorosísimo y la más aguda neuritis (o inflamación de los nervios) le producía dolores casi insoportables. Parecía que ya en vida estuviera descomponiéndose como un cadáver. Pero nadie la veía triste o desanimada, sino todo lo contrario: feliz por lograr sufrir por amor a Cristo y por la conversión de los pecadores. Y cosa rara: a pesar de que su enfermedad era tan destructora, se sentía a su alrededor un aroma agradable y que llenaba el alma de deseos de rezar y de meditar.

Cuentan las antiguas crónicas que recién paralizada una noche Liduvina soñó que Nuestro Señor le proponía: "Para pago de tus pecados y conversión de los pecadores, ¿qué prefieres, 38 años tullida en una cama o 38 horas en el purgatorio?". Y que ella respondió: "prefiero 38 horas en el purgatorio". Y sintió que moría que iba al purgatorio y empezaba a sufrir. Y pasaron 38 horas y 380 horas y 3,800 horas y su martirio no terminaba, y al fin preguntó a un ángel que pasaba por allí, "¿Por qué Nuestro Señor no me habrá cumplido el contrato que hicimos? Me dijo que me viniera 38 horas al purgatorio y ya llevo 3,800 horas". El ángel fue y averiguó y volvió con esta respuesta: "¿Qué cuántas horas cree que ha estado en el Purgatorio?" ¡Pues 3,800! ¿Sabe cuánto hace que Ud. se murió? No hace todavía cinco minutos que se murió. Su cadáver todavía está caliente y no se ha enfriado. Sus familiares todavía no saben que Ud. se ha muerto. ¿No han pasado cinco minutos y ya se imagina que van 3,800?". Al oír semejante respuesta, Liduvina se asustó y gritó: Dios mío, prefiero entonces estarme 38 años tullida en la tierra. Y despertó. Y en verdad estuvo 38 años paralizada y a quienes la compadecían les respondía: "Tengan cuidado porque la Justicia Divina en la otra vida es muy severa. No ofendan a Dios, porque el castigo que espera a los pecadores en la eternidad es algo terrible, que no podemos ni imaginar.

En 1421, o sea 12 años antes de su muerte, las autoridades civiles de Schiedam (su pueblo) publicaron un documento que decía: "Certificamos por las declaraciones de muchos testigos presenciales, que durante los últimos siete años, Liduvina no ha comido ni bebido nada, y que así lo hace actualmente. Vive únicamente de la Sagrada Comunión que recibe".

Santa Liduvina, paralizada y sufriendo espantosamente en su lecho de enferma, recibió de Dios los dones de anunciar el futuro a muchas personas y de curar a numerosos enfermos, orando por ellos. A los 12 años de estar enferma y sufriendo, empezó a tener éxtasis y visiones. Mientras el cuerpo quedaba como sin vida, en los éxtasis conversaba con Dios, con la Sma. Virgen y con su Angel de la Guarda. Unas veces recibía de Dios la gracia de poder presenciar los sufrimientos que Jesucristo padeció en su Santísima Pasión. Otras veces contemplaba los sufrimientos de las almas del purgatorio, y en algunas ocasiones le permitían ver algunos de los goces que nos esperan en el cielo.

Dicen los que escribieron su biografía que después de cada éxtasis se afirmaba más y más en su "vocación" de salvar almas por medio de su sufrimiento ofrecidos a Dios, y que al finalizar cada una de estas visiones aumentaban los dolores de sus enfermedades pero aumentaba también el amor con el que ofrecía todo por Nuestro Señor.

Cambiaron al santo párroco que tanto la ayudaba, por otro menos santo y menos comprensivo, quien empezó a decir que Liduvina era una mentirosa que inventaba lo que decía. El pueblo se levantó en revolución para defender a su santa y las autoridades para evitar problemas, nombraron una comisión investigadora compuesta por personalidades muy serias. Los investigadores declararon que ella decía toda la verdad y que su caso era algo extraordinario que no podía explicarse sin una intervención sobrenatural. Y así la fama de la santa creció y se propagó.

En los últimos siete meses Santa Liduvina no pudo dormir ni siquiera una hora a causa de sus tremendos dolores. Pero no cesaba de elevar su oración a Dios, uniendo sus sufrimientos a los padecimientos de Cristo en la Cruz.

Y el 14 de abril de 1433, día de Pascua de Resurrección poco antes de las tres de la tarde, pasó santamente a la eternidad. Pocos días antes contempló en una visión que en la eternidad le estaban tejiendo una hermosa corona de premios. Pero aun debía sufrir un poco. En esos días llegaron unos soldados y la insultaron y la maltrataron. Ella ofreció todo a Dios con mucha paciencia y luego oyó una voz que le decía: "con esos sufrimientos ha quedado completa tu corona. Puedes morir en paz".

La última petición que le hizo al médico antes de morir fue que su casa la convirtieran en hospital para pobres. Y así se hizo. Y su fama se extendió ya en vida por muchos sitios y después de muerta sus milagros la hicieron muy popular. Tiene un gran templo en Schiedam. Tuvo el honor de que su biografía la escribiera el escritor Tomás de Kempis, autor del famosísimo libro "La imitación de Cristo".

LAS MUJERES ACUDEN AL SEPULCRO


Las mujeres acuden al sepulcro
Resurrección y Ascensión. Ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar donde lo colocaron.


Por: P. Enrique Cases | Fuente: Catholic.net




"Pasado el sábado, María Magdalena y María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y, muy de mañana, al día siguiente del sábado, llegan al sepulcro, salido ya el sol. Y se decían unas a otras: ¿Quién nos quitará la piedra de la entrada del sepulcro?"(Mc).

Iban llenas de amor, habían observado todo con detalle. Saben que el embalsamamiento podían hacerse mejor. Lo han hecho muchas veces. Pero sobre todo quieren ungir el cadáver de Jesús con su cariño y su amor. Quieren tener el último detalle de piedad con el Maestro. En el camino, decididas, piensan en el obstáculo que es la piedra. Ciertamente no pueden removerla. Se necesitan hombres fuertes y máquinas. No pueden removerla ellas solas; pero, sorprendentemente, van. La intuición puede más que los razonamientos. De momento ellas van movidas por el cariño y la piedad.

A pesar de todo, corren hacia el sepulcro, muy cerca del calvario. "Y al mirar vieron que la piedra estaba apartada; era ciertamente muy grande. Entrando en el sepulcro, vieron a un joven sentado a la derecha, vestido con una túnica blanca, y se quedaron asustadas. El les dice: No tengáis miedo; buscáis a Jesús Nazareno, el crucificado. Ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar donde lo colocaron. Pero marchad, decid a sus discípulos y a Pedro que él va delante de vosotros a Galilea; allí lo veréis, como os dijo. Y saliendo, huyeron del sepulcro, pues estaban sobrecogidas de temblor y fuera de sí; y no dijeron nada a nadie, porque estaban atemorizadas"(Mc). Era mucho para sus fuerzas. Buscaban a un cadáver, y encuentran un ángel que les dice que no busquen entre los muertos al que vive. El ángel añade: "Recordad lo que os anunció cuando, estando todavía en Galilea, cuando dijo: Conviene que el Hijo del hombre sea entregado en manos de hombres pecadores que sea crucificado y resucite al tercer día. Entonces se acordaron de estas palabras" (Lc)

María Magdalena

María Magdalena acude con las demás mujeres, cuando ve el sepulcro vacío, actúa según su temperamento, sale corriendo a avisar a Pedro y a Juan; las demás se quedan allí y se les aparecen ángeles que les dicen que Jesús ha resucitado, pero María ya ha marchado. Pedro y Juan llegan al sepulcro ven las cosas como les ha dicho María, y se marchan; llega María y no hay nadie en el sepulcro, es entonces cuando se dará una nueva conversión de María Magdalena.

"María estaba fuera llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba se inclinó hacia la concavidad, y vio a dos ángeles de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies, donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. ellos le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les respondió: se han llevado a mi Señor y no se donde le han puesto. Dicho esto, se volvió hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Le dijo Jesús: Mujer ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si te lo has llevado tú, dime dónde lo has puesto y lo recogeré. Jesús le dijo: ¡María! Ella, volviéndose, exclamó en hebreo: ¡Rabbuni!, que quiere decir Maestro. Jesús le dijo: Suéltame, que aún no he subido a mi Padre; pero vete a mis hermanos y diles: subo a mi Padre y a vuestro padre, a mi Dios y a vuestro Dios. Fue María Magdalena y anunció a los discípulos: ¡He visto al Señor!, y me ha dicho estas cosas"(Jn).

Sorprende el aplomo, casi indiferencia, de la Magdalena ante los ángeles y la pregunta que ellos le hacen: ¿por qué lloras?, como si fuese posible responder de un modo simple a un dolor producido por tantas causas. María llora por la muerte horrible que ha sufrido el Maestro- así le llama casi siempre-; llora por la ingratitud de tantos que recibieron sus favores y milagros; llora por la debilidad de sus discípulos que no supieron ser fieles y defenderle; llora por la crueldad de los judíos -conocidos suyos muchos de ellos- que han matado, o consentido, en la muerte del Inocente, llora por el dolor de la Madre de Jesús; pero manifiesta sólo que llora porque "se han llevado a mi Señor y no sé donde le han puesto", eso dice a los ángeles: el motivo más débil y el que manifiesta que su fe no ha sido del nivel de la de María Santísima, que no acudió al sepulcro porque sí creyó que Jesús resucitaría al tercer día. A la Magdalena le apena no haber podido tener un gesto de generosidad y despedida con el cadáver de su Señor, no piensa en Jesús resucitado. Su fe se asienta todavía en afectos muy humanos.

Es entonces cuando se le aparece el Señor diciendo las mismas palabras de los ángeles, pero añadiendo algo que revela que lee en su pensamiento: "¿por qué lloras? ¿A quién buscas?". María revela de nuevo su interés por el cuerpo muerto del Maestro, y entonces, Jesús dice una sola palabra que le abre los ojos y le descubre lo que estaba oculto a su mirada; le dice: "María", es entonces cuando la Magdalena descubre que es Jesús el que le habla: reconoce al Maestro cuando es llamada por su nombre. Estaba tan lejos de pensar que era el mismo Jesús que no reconoce el modo de hablar, ni aquel acento tan querido y conocido hasta que escucha su propio nombre, entonces exclama ¡Rabbuni! Jesús llena de gozo a aquella mujer llena de dolor. Y, desde aquel momento, la noche de su alma se transforma en un día que no podía ni soñar. Su fe será más parecida a la de María Santísima, será la fe de quien ha visto a Cristo resucitado.

Jesús le da el encargo de ir a los suyos, y la antigua pecadora se convierte en testigo anunciando a los Apóstoles la resurrección de Jesús. Parece que el Maestro quiere que aprendan una nueva lección: tendrán que experimentar la dificultad para creer sólo por el testimonio de otra persona, que, además, antes fue pecadora.

María Magdalena se convirtió, y partiendo de muy abajo llegó muy arriba; de ella habían salido siete demonios, pero, convertida, su fidelidad no teme a la Cruz y es apóstol primera de la Resurrección. Se humilló y Dios la eleva. Jesús se vuelca en aquella alma humilde, y ella responde con una entrega incondicional al Maestro, aprovechando lo mejor de sí misma: su capacidad de amar. Esa cualidad le había conducido al pecado, ahora- con la gracia de Dios- le sirve para amar a Dios de un modo total. La pecadora será santa.

La voz de Jesús llamándola por su nombre debió resonar siempre en sus oídos. Ahora definitivamente ya es otra mujer. Si la pecadora desapareció con el arrepentimiento de la primera unción, también quedó superada la debilidad de la mujer que llora porque no acaba de entender a Jesús que no cura a Lázaro cuando era el momento oportuno, y también desparece la mujer que llora en la Cruz o en el sepulcro, la muerte de su Señor, ahora ya es María de Jesús resucitado. El alma de María Magdalena es un alma que vive una vida tan plena que ni podía soñar cuando se decidió a cortar con su vida de pecado.

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY MARTES 14 DE ABRIL DE 2020


Lecturas de hoy Martes de la Octava de Pascua
Hoy, martes, 14 de abril de 2020



Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (2,36-41):

EL día de Pentecostés, decía Pedro a los judíos:
«Con toda seguridad conozca toda la casa de Israel que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías».
Al oír esto, se les traspasó el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles:
«¿Qué tenemos que hacer, hermanos?».
Pedro les contestó:
«Convertíos y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesús, el Mesías, para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos, y para los que están lejos, para cuantos llamare a sí el Señor Dios nuestro».
Con estas y otras muchas razones dio testimonio y los exhortaba diciendo:
«Salvaos de esta generación perversa».
Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día fueron agregadas unas tres mil personas.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 32,4-5.18-19.20.22

R/. La misericordia del Señor llena la tierra

La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.

Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esteran su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R/.


Secuencia
(Opcional)

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.

«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,

los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.»

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (20,11-18):

EN aquel tiempo, estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.
Ellos le preguntan:
«Mujer, ¿por qué lloras?».
Ella contesta:
«Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».
Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dice:
«Mujer, ¿por qué lloras?».
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta:
«Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré».
Jesús le dice:
«¡María!».
Ella se vuelve y le dice.
«¡Rabbuní!», que significa: «¡Maestro!».
Jesús le dice:
«No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, ande, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”».
María la Magdalena fue y anunció a los discípulos:
«He visto al Señor y ha dicho esto».


Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy martes, 14 de abril de 2020
Bonifacio Fernández, cmf


Querido Dios Padre resucitador:

A veces trato de imaginarme qué me dirías si me escribieras directamente una carta, cómo me saludarías, como me tratarías, qué me reprocharías. Mi mente me dice enseguida que no trate de imaginar, que la real carta de amor hoy me escribes a través de San Juan. Tu portavoz hoy nos cuenta la historia entrañable de una mujer enamorada de tu Hijo amado. Más bien la historia de tu Hijo Jesucristo que, una vez resucitado, quiere seguir presente con nosotros, que no se olvida de sus discípulos y discípulas.

Pero, ¿sabes, Padre?, nos resulta muy difícil hacernos cargo de lo que implica la resurrección. Nos cuesta mucho entender qué ha sucedido en ese acontecimiento único que es la resurrección de Jesús crucificado. María Magdalena siguió a tu Hijo Jesucristo hasta el Calvario. Lo quería mucho. No se resigna a su desaparición. Va al sepulcro. Llora la ausencia. Lo busca.

Por su parte, Jesucristo resucitado le sale al encuentro, se pone a su lado. Ella lo ve. Pero no lo reconoce. Lo confunde con el jardinero. Lo busca con pasión. Ella explica el motivo de su llanto. Pregunta al jardinero si él sabe dónde lo han puesto para ir a recogerlo.

Tu carta de amor hoy, Padre, me coloca ante la paradoja de la resurrección. El resucitado es el mismo Jesús, pero no es lo mismo. Solo si Él se revela, podemos reconocerlo. A María Magdalena se le da a conocer pronunciando su nombre: María.  Debió ser una voz muy, muy especial. Y también la voz de ella: Maestro mío.  Se realiza un encuentro inefable. Ella se siente confirmada y transformada en testigo. Y enviada a trasmitir la gran noticia: ¡He visto al Señor!

¿Qué me quieres decir en tu carta a través de este relato? Me recuerdas que el Mesías resucitado se hace presente; que es necesario buscarlo, llorar su ausencia. Pero sólo si él se da a conocer, tenemos la certeza de que es el mismo; sólo cuando Él pronuncia mi nombre, puedo reconocerlo de verdad y ser su testigo. Es Él quien abre los ojos, quien suscita en nosotros la fe.

En tu carta de hoy, Padre, me recuerdas que al Resucitado de entre los muertos sólo se la encuentra si Él suscita en nosotros la fe. La resurrección para nosotros acontece en la fe, pero no es una creación de nuestra fe. No es proyección de nuestros miedos, ni de nuestras alegrías. Es la irradiación de su cuerpo glorioso quien nos hace creyentes.

Gracias, Padre, por el don de tu Palabra. Y por el don de la fe.

Un abrazo agradecido

Tu hijo

SANTORAL DE HOY MARTES14 DE ABRIL DE 2020

Juan de Montemarano, SantoJuan de Montemarano, Santo
Obispo, 14 de abril
Asaco, SantoAsaco, Santo
Obispo, 14 de abril
Tomáide, SantaTomáide, Santa
Mártir por defender su castidad, 14 de abril
Isabel (Josefina) Calduch Rovira, BeataIsabel (Josefina) Calduch Rovira, Beata
Virgen y Mártir, 14 de abril
Pedro González (Telmo), BeatoPedro González (Telmo), Beato
Presbítero Dominico, 14 de abril
Valeriano, SantoValeriano, Santo
Mártir, 14 de abril
Liduvina, SantaLiduvina, Santa
Virgen, 14 de abril
Bernardo de Tiron, SantoBernardo de Tiron, Santo
Abad, 14 de abril

FELIZ MARTES!!!





domingo, 12 de abril de 2020

¡ALELUYA, CRISTO HA RESUCITADO! ¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN¡


¡Aleluya, Cristo ha resucitado! ¡Feliz Pascua de Resurrección!
Redacción ACI Prensa






Hoy es el día que la Iglesia Católica celebra el sentido de la Fe, porque festeja el Domingo de la Resurrección de Jesús o de Pascua, cuando Cristo triunfante sobre la muerte abre las puertas del cielo.

Durante la celebración eucarística se enciende el Cirio Pascual que permanecerá encendido hasta el día que se conmemora la Ascensión de Jesús al cielo.

Esta fiesta celebra la derrota del pecado y de la muerte, con la resurrección del todo sufrimiento temporal adquiere sentido con la vida eterna.

Es un día de fiesta de gozo, Cristo ha Resucitado, la Tumba está vacía, la humanidad está salvada, ahora es momento de abrazar esa salvación testificando una verdadera vida cristiana.

HOY DOMINGO DE RESURRECCIÓN SE INICIA LA OCTAVA DE PASCUA


Hoy se inicia la Octava de Pascua
Redacción ACI Prensa






Con el Domingo de Resurrección comienza los cincuenta días del tiempo pascual que concluye con la Solemnidad de Pentecostés.

La Octava de Pascua se trata de la primera semana de la Cincuentena; se considera como si fuera un solo día, es decir, el júbilo del Domingo de Pascua se prolonga ocho días seguidos.


Las lecturas evangélicas se centran en los relatos de las apariciones de Cristo Resucitado y las experiencias que los apóstoles tuvieron con Él.

En este tiempo litúrgico, la primera lectura que comúnmente se toma del Antiguo Testamento, se cambia por una de Los Hechos de los Apóstoles.

Para acceder a la Octava de Pascua ingrese al siguiente enlace

El segundo Domingo de Pascua también es llamado Domingo de la Divina Misericordia, según la disposición de San Juan Pablo II durante su pontificado tras la canonización de su compatriota Faustina Kowalska.

El decreto fue emitido el 23 de mayo del 2000 por la Sagrada Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, detallando que ésta tendrá lugar el segundo domingo de Pascua. La denominación oficial de este día litúrgico será «segundo domingo de Pascua o de la Divina Misericordia».

¿QUÉ RELACIÓN TIENE EL CONEJO Y EL HUEVO DE PASCUA CON LA FE CATÓLICA?


¿Qué relación tiene el conejo y el huevo de Pascua con la fe católica?
Redacción ACI Prensa





Al concluir la Semana Santa aparece la tradición del conejo y los huevos de Pascua –mayormente de chocolate–, y muchos se preguntan si ambos símbolos tienen alguna relación con la fe católica.

Esta duda que pueden compartir muchos fieles se debe al proceso de secularización que paulatinamente ha quitado el carácter cristiano a estos elementos, tal como sucede con la figura de San Nicolás de Bari –de la que se inspiró “Papá Noel”– o la idea del “espíritu” de la Navidad que se quiere vender.


El huevo de Pascua

El huevo era considerado por los primeros cristianos como símbolo de la Resurrección de Jesús. En la Edad Media, cuando llegaba la Pascua, los huevos se pintaban de colores y se consideraban objetos muy preciados.

En el siglo XVII el Papa Pablo V bendijo el huevo en una plegaria, quizás para dejar la prohibición decretada por la Iglesia en el siglo IX de no consumirlos durante la Cuaresma.


La llegada de la Pascua suponía el levantamiento de la norma. Se puede decir que se realizaba el “festín del huevo”, porque representaba el regocijo y la vuelta a la alegría. Con el tiempo se levantó el veto y se mantuvo la costumbre de celebrar la Pascua consumiendo y regalando huevos.

A través de su reflexión cotidiana “Punto de Vista”, el director del Grupo ACI, Alejandro Bermúdez, explicó que en algunos países de Europa, como Italia, en el Domingo de Ramos muchas familias llevan huevos a la iglesia para bendecirlos y consumirlos en el Domingo de Resurrección.

También comentó que en las iglesias de Estados Unidos los niños realizan una búsqueda de huevos de chocolate o de plástico con golosinas dentro. “Se hace en un clima pascual, es por el gozo de la resurrección del Señor, que es dulce. Para ellos es un día especial porque sus padres no batallan con ellos por comer dulces, sino que lo permiten. Entonces hay un poder catequético en estos símbolos”.

Alejandro Bermúdez también resaltó que el huevo y el conejo de Pascua son “símbolos que no podemos rechazar, sino recuperarlos" en su contenido cristiano.


El conejo de Pascua

En el caso del conejo de Pascua, indicó que este proviene del hecho que antiguamente la figura de la liebre silvestre se utilizaba como recurso de catequesis para hablar sobre cómo debía ser el camino del cristiano hacia la resurrección.

Las patas traseras de la liebre son grandes, poderosas y sirven para ascender por terrenos empinados. En cambio, las patas delanteras son pequeñas y débiles.

“Esas patas hacen que al conejo le sea fácil ascender y difícil descender. Esto era utilizado para representar el camino de la vocación del cristiano. Debe ser reacio y difícil a ir hasta abajo en su vida moral y a la vez debe ser pronto, presto y ágil para ir hacia arriba, hacia la resurrección del Señor”.

Los Papas y los huevos de Pascua

En el año 2009, el Papa Benedicto XVI envió cientos de huevos de Pascua a los niños víctimas del terremoto que sacudió la ciudad de L´Aquila, en el centro de Italia, que dejó un saldo de 300 muertos.

En el 2012, un grupo de artesanos de la localidad italiana de Cremona obsequiaron a Benedicto XVI un huevo de Pascua de chocolate que medía 2 metros y medio de alto y pesaba 250 kilos. El Pontífice recibió el regalo y lo donó a los jóvenes recluidos en la correccional Casal del Marmo de Roma.

Por su parte, en el año 2014 el Papa Francisco envió 150 huevos de Pascua al Hospital Pediátrico Bambino Gesù (Niño Jesús) para alegrar a los niños enfermos de cáncer.

En el 2017, el Santo Padre envió varios paquetes con huevos de Pascua a los niños que están en el centro de acogida de Cáritas Roma.

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY DOMINGO DE PASCUA DE RESURRECCIÓN,12 DE ABRILDE 2020


Lecturas de hoy Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor
Hoy, domingo, 12 de abril de 2020



Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (10,34a.37-43):

EN aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:
«Vosotros conocéis lo que sucedió en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la tierra de los judíos y en Jerusalén. A este lo mataron, colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y le concedió la gracia de manifestarse, no a todo el pueblo, sino a los testigos designados por Dios: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección de entre los muertos.
Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. De él dan testimonio todos los profetas: que todos los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados».

Palabra de Dios


Salmo
Sal 117,1-2.16ab-17.22-23

R/. Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia. R/.

«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa».
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor. R/.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (3,1-4):

HERMANOS:
Si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.
Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos, juntamente con él.

Palabra de Dios


Secuencia
Hoy es obligatorio decir la Secuencia. 
Los días dentro de la Octava es potestativo.

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.

«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,

los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.»

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (20,1-9):

EL primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy domingo, 12 de abril de 2020
Fernando Torres cmf


Vio y creyó

      El evangelio de este domingo más que un relato de la aparición de Jesús resucitado es un relato de desaparición. Lo que encuentran tanto María Magdalena como los dos apóstoles no es la manifestación gloriosa del Resucitado sino un sepulcro vacío. Ante ese hecho caben dos interpretaciones. La primera es la actitud inicial de María Magdalena: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”. La otra es la respuesta de fe de los apóstoles: “Vio y creyó”. 

      La actitud más evidente, más obvia, es sin duda la de María Magdalena. Se observa en sus palabras una enorme carga de amor y cariño. Pero su perspectiva se queda en una distancia muy corta. La actitud de los apóstoles es diferente. Llegan al sepulcro y observan lo que ha sucedido. Sólo después se les abre la inteligencia y comprenden lo que no habían entendido antes en las Escrituras: “que Él había de resucitar de entre los muertos”.

      Jesús es, curiosamente, el gran ausente de este relato pero al mismo tiempo la auténtica fuerza que dinamiza la vida de los creyentes. Apenas las vendas y el sudario quedan como testigos mudos de que ahí estuvo su cuerpo muerto. Pero es precisamente sobre ese vacío como se afirma la fe. ¿No nos dijeron que la fe era creer lo que no se ve? Pues aquí tenemos una prueba concreta. En torno a la ausencia de Jesús brota la convicción de que está vivo, de que ha resucitado. No han sido los judíos o los romanos los que se han llevado su cuerpo. Ha sido Dios mismo, el Abbá de que tantas veces habló, el que lo ha levantado de entre los muertos. Y le ha dado una nueva vida. Una vida diferente, plena. Jesús ya no pertenece al reino de los muertos sino que está entre los vivos de verdad. En esa vida nueva su humanidad queda definitivamente transida de divinidad. La muerte ya no tiene poder sobre él.

      Pero no hay pruebas de ello. No hubo policías recogiendo las huellas dactilares. No hubo jueces ni comisiones parlamentarias. No hubo periodistas ni cámaras ni micrófonos. Nada de eso. Solamente el testimonio de los primeros testigos que nos ha llegado a través de los siglos. De voz en voz y de vida en vida ha ido pasando el mensaje: “Jesús ha resucitado”. Muchos han encontrado en esa fe una fuente de esperanza, de vitalidad, de energía que ha dado sentido a sus vidas. La vida de tantos santos, canonizados o no, es testimonio de ello. Pero no hay pruebas. Sólo la confianza en la palabra de aquellos testigos nos abre el camino hacia esa nueva forma de vivir. ¿Quieres tú también creer?



Para la reflexión

La fe en la resurrección de Jesús es una verdadera opción personal. Creer en ella nos debería llevar a vivir de un modo nuevo: en esperanza, en fraternidad, en servicio... Y más en esta situación que estamos viviendo. ¿En qué aspectos concretos de nuestra vida se podría/debería manifestar esa nueva vida? ¿Y en qué aspectos concretos de la vida de nuestra comunidad? ¿Cómo pasar a las generaciones siguientes el mensaje que hemos recibido de nuestros mayores sobre la resurrección de Jesús?
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