domingo, 12 de noviembre de 2017

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 12 NOVIEMBRE 2017



Domingo 32º del Tiempo Ordinario – Ciclo A
Domingo 12 de noviembre de 2017

“Quien espera la llamada de Jesús que no olvide el cargador“



Primera lectura
Lectura del libro de la Sabiduría (6,12-16):

La sabiduría es radiante e inmarcesible, la ven fácilmente los que la aman, y la encuentran los que la buscan; ella misma se da a conocer a los que la desean. Quien madruga por ella no se cansa: la encuentra sentada a la puerta. Meditar en ella es prudencia consumada, el que vela por ella pronto se ve libre de preocupaciones; ella misma va de un lado a otro buscando a los que la merecen; los aborda benigna por los caminos y les sale al paso en cada pensamiento.

Palabra de Dios

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Salmo

Salmo: 62,2.3-4.5-6.7-8
R/. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío

Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansía de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua. R/.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. R/.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. R/.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas
canto con júbilo. R/.

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Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (4,13-17):

No queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los hombres sin esperanza. Pues si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo modo, a los que han muerto, Dios, por medio de Jesús, los llevará con él. Esto es lo que os decimos como palabra del Señor: Nosotros, los que vivimos y quedamos para cuando venga el Señor, no aventajaremos a los difuntos. Pues él mismo, el Señor, cuando se dé la orden, a la voz del arcángel y al son de la trompeta divina, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que aún vivimos, seremos arrebatados con ellos en la nube, al encuentro del Señor, en el aire. Y así estaremos siempre con el Señor. Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.

Palabra de Dios

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Lectura del santo evangelio según san Mateo (25, 1-13):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: “¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!” Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: “Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas.” Pero las sensatas contestaron: “Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis.” Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: “Señor, señor, ábrenos.” Pero él respondió: “Os lo aseguro: no os conozco.” Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.»

Palabra del Señor

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Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Mt 25, 1-13

ENCENDER UNA FE GASTADA

La primera generación cristiana vivió convencida de que Jesús, el Señor resucitado, volvería muy pronto lleno de vida. No fue así. Poco a poco, los seguidores de Jesús se tuvieron que preparar para una larga espera.

No es difícil imaginar las preguntas que se despertaron entre ellos. ¿Cómo mantener vivo el espíritu de los comienzos? ¿Cómo vivir despiertos mientras llega el Señor? ¿Cómo alimentar la fe sin dejar que se apague? Un relato de Jesús sobre lo sucedido en una boda les ayudaba a pensar la respuesta.

Diez jóvenes, amigas de la novia, encienden sus lámparas y se preparan para recibir al esposo. Cuando, al caer el sol, llegue el novio a tomar consigo a la esposa, los acompañarán a ambos en el cortejo que los llevará hasta la casa del esposo, donde se celebrará el banquete nupcial.

Hay un detalle que el narrador quiere destacar desde el comienzo. Entre las jóvenes hay cinco «sensatas» y previsoras que toman consigo aceite para alimentar sus lámparas a medida que se vaya consumiendo la llama. Las otras cinco son unas «necias» y descuidadas que se olvidan de tomar aceite, con el riesgo de que se les apaguen las lámparas.

Pronto descubrirán su error. El esposo se retrasa y no llega hasta medianoche. Cuando se oye la llamada a recibirlo, las sensatas alimentan con su aceite la llama de sus lámparas y acompañan al esposo hasta entrar con él en la fiesta. Las necias no saben sino lamentarse: «Que se nos apagan las lámparas». Ocupadas en adquirir aceite, llegan al banquete cuando la puerta está cerrada. Demasiado tarde.

Muchos comentaristas tratan de buscar un significado secreto al símbolo del aceite. ¿Está Jesús hablando del fervor espiritual, del amor, de la gracia bautismal…? Tal vez es más sencillo recordar su gran deseo: «Yo he venido a traer fuego a la tierra, ¿y qué he de querer sino que se encienda?». ¿Hay algo que pueda encender más nuestra fe que el contacto vivo con Jesús?

¿No es una insensatez pretender conservar una fe gastada sin reavivarla con el fuego de Jesús? ¿No es una contradicción creernos cristianos sin conocer su proyecto ni sentirnos atraídos por su estilo de vida?

Necesitamos urgentemente una calidad nueva en nuestra relación con él. Cuidar todo lo que nos ayude a centrar nuestra vida en su persona. No gastar energías en lo que nos distrae o desvía de su Evangelio. Encender cada domingo nuestra fe rumiando sus palabras y comulgando vitalmente con él. Nadie puede transformar nuestras comunidades como Jesús.

FELIZ DOMINGO



sábado, 11 de noviembre de 2017

EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 11 NOVIEMBRE 2017


Lecturas del Sábado de la 31ª semana del Tiempo Ordinario
Sábado, 11 de noviembre de 2017




Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (16,3-9.16.22-27):

Saludos a Prisca y Aquila, colaboradores míos en la obra de Cristo Jesús; por salvar mi vida expusieron su cabeza, y no soy yo sólo quien les está agradecido, también todas las Iglesias del mundo pagano. Saludad a la Iglesia que reúne en su casa. Saludos a mi querido Epéneto, el primero convertido de Cristo en Asia. Saludos a María, que ha trabajado mucho por vosotros. Saludos a Andrónico y Junia, mis parientes y compañeros de prisión, ilustres entre los apóstoles, que llegaron a Cristo antes que yo. Saludos a Ampliato, mi amigo en el Señor. Saludos a Urbano, colaborador mío en la obra de Cristo y a mi querido Estaquis. Saludaos unos a otros con el beso santo. Todas las iglesias de Cristo os saludan. Yo, Tercio, que escribo la carta, os mando un saludo cristiano. Os saluda Gayo, que me hospeda, y toda esta Iglesia. Os saluda Erasto, tesorero de la ciudad, y nuestro hermano Cuarto. Al que puede fortaleceros según el Evangelio que yo proclamo, predicando a Cristo Jesús –revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora en la Sagrada Escritura, dado a conocer por decreto del Dios eterno, para traer a todas las naciones a la obediencia de la fe–, al Dios, único Sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Palabra de Dios

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Salmo
Sal 144

R/. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi Rey

Día tras día te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor, y merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza. R/.

Una generación pondera tus obras a la otra,
y le cuenta sus hazañas;
alaban ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus maravillas. R/.

Que todas las criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.

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Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (16,9-15):

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Ganaos amigos con el dinero injusto, para que cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo menudo, también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo, tampoco en lo importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el vil dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro quién os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos amos: porque o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero».
Oyeron esto unos fariseos, amigos del dinero, y se burlaban de él. 
Jesús les dijo: «Vosotros presumís de observantes delante de la gente, pero Dios os conoce por dentro. La arrogancia con los hombres, Dios la detesta.»

Palabra del Señor

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Comentario al Evangelio del sábado, 11 de noviembre de 2017
Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf


NO PODÉIS SERVIR A DIOS Y AL DINERO

(...Continúa desde ayer) 

      No faltará quien piense en su interior, e incluso lo diga abiertamente: ¿Y por qué tengo que compartir lo mío con los otros, con el esfuerzo y los sacrificios que honradamente me ha supuesto, más aún si no se lo merecen, o van a desperdiciarlo, o no se han esforzado por ganárselo honradamente, o no son de nuestro país...?

            Juan Pablo II, en uno de sus viajes a Brasil, dijo que no era admisible un sistema económico que se despreocupa de los más necesitados, que deja sin trabajo a una parte de la población, o les da un trabajo con un salario que no llega a un mínimo indispensable. Y un dirigente empresarial,  respondió diciendo que las palabras del Papa eran muy hermosas, pero irrealizables, porque «las leyes de la economía obligan a preocuparse más del dinero que de las personas».

        La mayoría de las preguntas con que terminábamos ayer no tienen respuesta directa en el Evangelio, ni hay recetas universales. Pero sí hay alguna clave propuesta por Jesús. Por tanto: ¿Qué supone SERVIR AL SEÑOR o SERVIR AL DINERO? ¿Cómo puedo yo saber a quién estoy sirviendo realmente?

       Por una parte podemos fijarnos en el «tiempo» que dedicamos a uno y a otro. Y no me refiero al tiempo que nos pasamos rezando, sino al tiempo y las energías que dedicamos a «los demás» o a nuestros personales intereses.

      En segundo lugar: el dinero (con todos sus discípulos y ropajes) es un señor tremendamente exigente que nos pide grandes sacrificios: a veces es el tiempo que debiéramos dedicar a la familia o a nuestra vida interior; a veces está atacando directamente a nuestra salud: estrés, falta de descanso, un ritmo de vida vertiginoso y superficial, irritabilidad... A veces nos hace romper con familiares y amigos: quién paga tal cosa, cómo se reparte una herencia.  De manera que revisando estas cosas, podemos encontrar pistas muy seguras sobre quién es nuestro «señor».

      Por otra parte, el dinero y la riqueza (ahorros, reservas, acumulación, cuentas bancarias...) cuentan con unos aliados muy poderosos: el consumismo y la publicidad. Se encargan de multiplicar nuestros deseos, siempre insaciables, por mucho que gastemos y compremos y experimentemos... Cada vez «necesitamos» más chismes tecnológicos, y más nuevos, con posibilidades que ni siquiera llegamos a conocer o dominar; más ropa, más metros cuadrados, más viajes y desplazamientos (contaminación, gasolina...), más cosas nuevas simplemente porque son nuevas y nos parece que «lo nuevo» siempre es mejor que lo que tenemos (jejeje, uno se sorprende de esas enormes colas de días que se organizan cuando va a salir al mercado un nuevo, iphone, «ipod», o cualquier cosa que empiece por «i»). Sin embargo, todos reconocemos que «tener» y «comprar» todo eso... no nos hace más felices.  Que la felicidad está en otra parte. Pero gastamos, compramos, coleccionamos, acumulamos, desperdiciamos, derrochamos...

«La Tierra dejó de ser suficiente para el hombre desde 1976, cuando comenzamos a consumir más de lo producido anualmente. Y si se sigue esta tendencia, en 2030 se necesitarían dos planetas para abastecernos. En una parte es debido al crecimiento de la población mundial, pero sobre todo a los estilos de vida y a la dependencia de los combustibles fósiles. En tan solo siete meses, todos los recursos producidos en 2017 se han consumido, según el estudio anual de Global Footprint Network, un instituto de investigación internacional de Oakland (California). El estudio, con datos de la ONU, compara la huella ecológica humana, que mide la explotación de los recursos naturales de la Tierra con la biocapacidad del planeta. Según sus cálculos, el consumo de la humanidad excede el 70% de los recursos disponibles. En otras palabras, se necesita el equivalente de 1,7 planetas para satisfacer las necesidades humanas».

       En cambio, podemos decir que servimos a Dios cuando somos capaces de «darnos cuenta» de las necesidades del prójimo y preocuparnos por echarles una mano porque también son «asunto» nuestro. El consumista» poco a poco se va volviendo insolidario. No por maldad, sino que no «ve» las necesidades y sufrimientos de los otros. Más aún: los otros no me incumben. Y se va cerrando en sí mismo y en unos pocos de los «suyos».  Por eso, el Dios-Amor, el Dios de los pobres que le ayudaría a poner las cosas en su sitio, no tiene sitio en su corazón. En todo caso, convertirá su relación con Dios en otro negocio: «encargar» (nefasta palabra) misas, hacer rezos, acudir al culto para tranquilizar la conciencia, ganar méritos y poseer el cielo. «No podéis servir a Dios y al dinero». No se puede vivir consumiendo egoístamente toda clase de bienes y pretender, al mismo tiempo, ser fieles a un Dios que pide amor y fraternidad. 

      Servimos al Señor cuando las personas son nuestra mayor riqueza: y cuidamos a los amigos, a la familia («si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis, no hacen lo mismo los pecadores?», Lc 6, 32)..., y también a los que se sienten solos, a los que están enfermos, a los que tienen dificultades de cualquier tipo. 

«Benditas las manos que se abren para acoger a los pobres y ayudarlos: son manos que traen esperanza. Benditas las manos que vencen las barreras de la cultura, la religión y la nacionalidad derramando el aceite del consuelo en las llagas de la humanidad. Benditas las manos que se abren sin pedir nada a cambio, sin «peros» ni «condiciones»: son manos que hacen descender sobre los hermanos la bendición de Dios».

Papa Francisco, I Jornada Mundial de los pobres, 19 de Noviembre 2017

       Así no se multiplicará nuestra cuenta corriente, ni nuestros incontables caprichos y gastos innecesarios... cuanto el número de personas a las que queremos, que nos quieren, o a las que hemos ayudado desinteresadamente, que nos ocupan el tiempo y el corazón... y no pocas veces nos vacían el bolsillo.

      ¿Y cuánto hay que dar? Comentaba el Papa Francisco en una de sus homilías que «nunca ha visto que detrás de un cortejo fúnebre vaya un camión de mudanzas transportando los bienes del difunto. Sólo nos llevamos con nosotros, lo que hayamos dado a los otros».  Y San Agustín: los pobres son, si lo deseamos, nuestros correos y porteadores: nos permiten transferir, desde ahora, nuestros bienes en la morada que se está construyendo para nosotros en el más allá.

      La situación de crisis global que llevamos tiempo padeciendo está mandando al paro a tantos hombres y mujeres, y en no pocos casos sin ninguna tipo de asistencia, nos tiene que obligar a revisar nuestros presupuestos de vida, para ver cómo podemos reducirlos, y solidarizarnos de manera concreta con los más pobres. Este sería el mejor «test» para descubrir si servimos a Dios o a nuestro dinero.

      Siento haberme alargado con este «tema». Pero lo más importante no es reflexionar, analizar, estar o no de acuerdo... sino... Ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.

Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

SANTORAL DE HOY SÁBADO 11 NOVIEMBRE 2017

José Alberich Lluch, BeatoJosé Alberich Lluch, Beato
Religioso Mártir, 11 de noviembre
Vicente Eugenio Bossilkov, BeatoVicente Eugenio Bossilkov, Beato
Obispo y mártir, 11 de noviembre
Julio Alameda Camarero y compañeros, BeatosJulio Alameda Camarero y compañeros, Beatos
Religigosos y Mártires, 11 de noviembre
Vicenta María (Luisa) Poloni, BeataVicenta María (Luisa) Poloni, Beata
Cofundadora, 11 de noviembre
Marina Omura, SantaMarina Omura, Santa
Virgen y Mártir, 11 Noviembre
Menas de Egipto, SantoMenas de Egipto, Santo
Mártir, 11 Noviembre
Teodoro el Estudita, SantoTeodoro el Estudita, Santo
Abad, 11 Noviembre
Verano de Vence, SantoVerano de Vence, Santo
Obispo, 11 de noviembre
Martín de Tours, SantoMartín de Tours, Santo
Memoria Litúrgica, 11 de noviembre

BUENAS NOCHES




viernes, 10 de noviembre de 2017

CÓMO SAN JUAN PABLO II AYUDÓ A DERRUMBAR EL MURO DE BERLÍN?


¿Cómo San Juan Pablo II ayudó a derrumbar el Muro de Berlín?
Por David Ramos
Foto: Departamento de Defensa de Estados Unidos - Dominio público / Retrato oficial de San Juan Pablo II.


 (ACI).- Al celebrarse este 9 de noviembre los 28 años de la caída del Muro de Berlín, resulta importante recordar el papel clave de San Juan Pablo II en la caída de los regímenes totalitarios comunistas en Europa oriental.

“La verdad es que el 50% de la caída del muro pertenece a Juan Pablo II, el 30% a Solidaridad y Lech Walesa y solo el 20% al resto del mundo. Esa era la verdad entonces y es la verdad ahora”, sentenciaba Walesa ya en 2009.

Walesa, líder político polaco y cofundador del partido Solidaridad, ganó el Premio Nobel de la Paz en 1983, por sus esfuerzos de llevar la democracia y acabar con la tiranía comunista en su natal Polonia.

La construcción del Muro de Berlín comenzó en 1961, pero los problemas se remontan al fin de la Segunda Guerra Mundial.

Caído el régimen nazi, los aliados se repartieron el control de Berlín, la capital de Alemania, así como el país: la parte oriental quedó en manos de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), y el oeste bajo el control de Estados Unidos, Reino Unido y Francia.

Berlín quedó enteramente dentro del lado soviético, pero dividida a la mitad.

El muro fue construido como un esfuerzo del régimen soviético para evitar el escape desde el territorio que controlaban hacia el lado occidental y democrático. La estructura se convirtió así en un símbolo de la llamada “cortina de hierro” entre los países occidentales y la URSS y sus países satélite.

Pero un punto clave de la caída del régimen soviético llegó cuando San Juan Pablo II fue elegido Papa, en octubre de 1978.

Para Walesa, antes del pontificado de San Juan Pablo II, “el mundo estaba dividido en dos bloques” y “nadie sabía cómo deshacerse del comunismo”.

“En Varsovia (Polonia), en 1979, él (San Juan Pablo II) simplemente dijo: ‘No tengan miedo’, y luego rezó: ‘Que tu Espíritu descienda y cambie la imagen de la tierra… de esta tierra’”.

El movimiento Solidaridad, bajo el liderazgo de Walesa y con la inspiración del Papa, llegó a aglomerar a más de un tercio de los trabajadores de Polonia y tuvo un papel clave en el fin del comunismo en ese país y luego en el resto de la URSS.

En un comentario póstumo por la muerte de San Juan Pablo II en 2005, el historiador británico Timothy Garton Ash, un agnóstico liberal, indicó que si bien “nadie puede probar de forma concluyente que él (San Juan Pablo II) fuera la principal causa del fin del comunismo”, pero destacó que “las figuras más importantes en todos los bandos”, entre ellos el fallecido expresidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, “están de acuerdo en que él lo fue”.

“Sin el Papa polaco, no hubiera habido la revolución de Solidaridad en Polonia en 1980; sin Solidaridad, no se habría producido ningún cambio dramático en la política soviética hacia Europa oriental bajo (Mijaíl) Gorbachov; sin ese cambio, no hubiera habido revolución de terciopelo en 1989”, en Checoslovaquia.

El 9 de noviembre de 1989, luego de que las autoridades soviéticas permitieran el paso del este al oeste de Berlín, comenzó la demolición del muro. En 1991, Mijaíl Gorbachov disolvió la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Un fragmento del Muro de Berlín se conserva en el Santuario de Fátima como agradecimiento a la Virgen María por guiar “con cariño maternal” a los pueblos “hacia la libertad”.

EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 10 NOVIEMBRE 2017


Lecturas de hoy Viernes de la 31ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, viernes, 10 de noviembre de 2017




Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (15,14-21):

Respecto a vosotros, hermanos, yo personalmente estoy convencido de que rebosáis buena voluntad y de que os sobra saber para aconsejaros unos a otros. A pesar de eso, para traeros a la memoria lo que ya sabéis, os he escrito, a veces propasándome un poco. Me da pie el don recibido de Dios, que me hace ministro de Cristo Jesús para con los gentiles: mi accion sacra consiste en anunciar la buena noticia de Dios, para que la ofrenda de los gentiles, consagrada por el Espíritu Santo, agrade a Dios. Como cristiano, pongo mi orgullo en lo que a Dios se refiere. Sería presunción hablar de algo que no fuera lo que Cristo hace por mi medio para que los gentiles respondan a la fe, con mis palabras y acciones, con la fuerza de señales y prodigios, con la fuerza del Espíritu Santo. Tanto, que en todas direcciones, a partir de Jerusalén y llegando hasta la Iliria, lo he dejado todo lleno del Evangelio de Cristo. Eso sí, para mí es cuestión de amor propio no anunciar el Evangelio más que donde no se ha pronunciado aún el nombre de Cristo; en vez de construir sobre cimiento ajeno, hago lo que dice la Escritura: «Los que no tenían noticia lo verán, los que no habían oído hablar comprenderán.»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 97

R/. El Señor revela a las naciones su victoria

Cantad al Señor un cántico nuevo
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria, 
su santo brazo. R/.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia: 
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/. 

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (16,1-8):

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Había una vez un hombre rico que tenía un administrador, el cual fue acusado ante él de haberle malgastado sus bienes. Lo llamó y le dijo: "¿Es cierto lo que me han dicho de ti? Dame cuenta de tu trabajo, porque en adelante ya no serás administrador." Entonces el administrador se puso a pensar: "¿Qué voy a hacer ahora que me quitan el trabajo? No tengo fuerzas para trabajar la tierra y me da vergüenza pedir limosna. Ya sé lo que voy a hacer, para tener a alguien que me reciba en su casa, cuando me despidan." Entonces fue llamando uno por uno a los deudores de su amo. Al primero le preguntó: "¿Cuánto le debes a mi amo?" El hombre respondió: "Cien barriles de aceite." El administrador le dijo: "Toma tu recibo, date prisa y haz otro por cincuenta." Luego preguntó al siguiente: "Y tú, ¿cuánto debes?" Éste respondió: "Cien sacos de trigo." El administrador le dijo: "Toma tu recibo y haz otro por ochenta." El amo tuvo que reconocer que su mal administrador había procedido con habilidad. Pues los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz».

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy viernes, 10 de noviembre de 2017
 Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf



DAME CUENTAS DE TU ADMINISTRACIÓN


   El protagonista de la parábola de Jesús suele dejar descolocado a más de uno. Parece que Jesús estaría alabando a un estafador, a un administrador tramposo... Pero, conociendo las costumbres económicas de aquella época, se nos aclara el tema: El contable, administrador o testaferro no tenía una paga determinada: tenía derecho a imponer libremente una comisión en todo aquello que cobraba...y de eso vivía. El «personaje» del Evangelio está renunciando a su comisión, a aquello a lo que tiene derecho... para hacer amigos (aunque pueda ser una amistad interesada: esto no es lo que alaba Jesús, sino su sagacidad). 

        Es decir: Jesús invita a los suyos a utilizar lo que son y lo que tienen en crear lazos. Jesús quisiera que los suyos fuéramos mucho más sagaces con lo que tenemos, más creativos, más atrevidos...

      Esta parábola nos hace levantar la mirada de nuestros asuntos y preocupaciones personales hacia el mundo en el que estamos, donde la riqueza se multiplica y concentra en las manos de unos pocos (cada vez menos), mientras los pobres, marginados y descartados son casi incontables.  Es el dinero que podríamos llamar «injusto». Con palabras del Papa Francisco, escritas para la I Jornada Mundial de los pobres (19 Noviembre 2017):


Hoy en día, desafortunadamente, mientras emerge cada vez más la riqueza descarada que se acumula en las manos de unos pocos privilegiados, con frecuencia acompañada de la ilegalidad y la explotación ofensiva de la dignidad humana, escandaliza la propagación de la pobreza en grandes sectores de la sociedad entera. Ante este escenario, no se puede permanecer inactivos, ni tampoco resignados. A la pobreza que inhibe el espíritu de iniciativa de muchos jóvenes, impidiéndoles encontrar un trabajo; a la pobreza que adormece el sentido de responsabilidad e induce a preferir la delegación y la búsqueda de favoritismos; a la pobreza que envenena las fuentes de la participación y reduce los espacios de la profesionalidad, humillando de este modo el mérito de quien trabaja y produce; a todo esto se debe responder con una nueva visión de la vida y de la sociedad.

Riqueza descarada, acompañada de ilegalidad y explotación ofensiva. No son palabras dulces precisamente. 

      Uno de los temas del que más se ocupa la Escritura, tanto en el AT como en el NT es del uso del dinero y las riquezas. Aunque, curiosamente, no suele formar parte del examen de conciencia de muchos cristianos. Pocas veces nos acusamos del derroche de recursos, de nuestro estilo de vida consumista, del cuidado (descuido más bien) de la casa común que es este Planeta y sus cada vez más escasos recursos, de la poca solidaridad... y menos aún hacemos propósitos de enmienda (me gusta más la palabra «conversión»). 

      Sin embargo, parece que hemos aprendido que es más grave faltar un domingo a misa, o murmurar, o tener envidia, tener deseos sexuales o pensamientos impuros... que ese gran peligro que, con frecuencia, nos esclaviza y endurece el corazón. Dinero y corazón de piedra, e individualismo o egoísmo van juntos. El dinero, a lo largo de toda la Escritura, aparece como uno de los mayores obstáculos para nuestra relación con Dios. Precisamente la Biblia lo pone a enfrentado al Primer Mandamiento. El mayor enemigo de Dios no es el ateísmo, o la falta de fe... sino endiosar las cosas, dejar que las cosas te posean, que sean nuestro Dios.  

      Así, por ejemplo, cuando el Bautista comienza su predicación para preparar el camino al Señor invita y exige: “El que tenga dos túnicas, que dé al que no tiene ninguna”. 

- La primera de las tentaciones de Jesús en el desierto se refiere al dinero y las posesiones.

- El resumen de la Buena Noticia de Jesús: es que Dios prefiere a los pobres para entregarles su Reino (primera bienaventuranza)

- Para ser de discípulos suyos, hay que «dejarlo todo»

- Y advierte: ¡ay de vosotros los ricos!, ¡qué difícil es que entren en el Reino! Más fácil es enhebrar un camello.

- A los misioneros enviados les exige: No llevéis nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan ni dinero...

- La conversión de Zaqueo consiste y se resume en que: La mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres, y si a alguien le he sacado dinero, se lo restituiré cuatro veces...

O las palabras finales del Evangelio de hoy-mañana: «No se puede servir a Dios y al dinero».  

      Pero ¿quién de nosotros, los que estamos leyendo estas líneas, reconocreía o afirmaría abiertamente que «sirve al dinero», o se consideraría «rico»?  Y entonces parece que estas palabras estarían dichas para otros.  

Debemos partir de nuestra vida cotidiana si queremos cambiar los estilos de vida, conscientes de que nuestros pequeños gestos pueden asegurar la sostenibilidad y el futuro de la familia humana así como luchar contra el hambre sin segundas intenciones. Debenos asumir con mayor decisión el compromiso de modificar los estilos de vida, y tal vez necesitemos menos recursos”. La sobriedad no se opone al desarrollo, más aún, ahora se ve claro que se ha convertido en una condición para el mismo”. (Papa Francisco, 11 Junio 2015) Por no mencionar el contenido de su Laudato Si, que habla abundantemente de este asunto.

       Ojalá nos hayamos quedado al menos un poco inquietos, y nos preguntemos preguntemos siquiera de vez en cuando: ¿Cuánto tendría que compartir para que Dios se sienta satisfecho conmigo? ¿Cuáles de los gastos que tengo son «injustos» o incompatibles con la vida cristiana, o contribuyen a la destrucción del planeta, o son puro despilfarro (de comida, ropa, luz, agua, diesel, papel...?

      La parábola de Jesús ha dejado en el aire una advertencia: ¿Qué es eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración?. Quedémonos de momento con ella... y mañana seguimos, porque es  la continuación de la misma.

Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf 

SANTORAL DE HOY VIERNES 10 NOVIEMBRE 2017

Mártires de Lübeck, Beatos
Sacerdotes y Mártires, 10 de noviembre
Baudolino de Alessandria, SantoBaudolino de Alessandria, Santo
Ermitaño, Noviembre 10
Andrés Avelino, SantoAndrés Avelino, Santo
Sacerdote, Noviembre 10
Justo de Canterbury, SantoJusto de Canterbury, Santo
Obispo, 10 de noviembre
León Magno, SantoLeón Magno, Santo
Memoria Litúrgica, 10 de noviembre

FELIZ FIN DE SEMANA





jueves, 9 de noviembre de 2017

DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE SAN JUAN DE LETRÁN, 9 NOVIEMBRE


Hoy 9 de noviembre se celebra la Dedicación de la Basílica más antigua de la Iglesia Católica




 (ACI).- Cada 9 de noviembre, la Iglesia celebra la “dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán”, la primera Basílica de la Iglesia en ser construida y donde una imagen de Cristo derramó sangre.

“Esta Basílica fue la primera en ser construida después del edicto del emperador Constantino, el cual, en el año 313, concedió a los cristianos la libertad de practicar su religión”, contó el Papa Emérito Benedicto XVI a los fieles, en noviembre del 2008.

“El mismo emperador donó al Papa Melquíades la antigua propiedad de la familia de los Laterani y allí hizo construir la Basílica, el baptisterio y patriarquio. Es decir, la residencia del Obispo de Roma, donde vivieron los Papas hasta el período aviñonés”, añadió.

Fue consagrada por el Papa San Silvestro un 9 de noviembre del 324. Se le llama Basílica de San Juan (de Letrán) porque tiene dos capillas, una en honor a San Juan Bautista y otra por San Juan Evangelista.

“Basílica del Divino Salvador” es otro nombre por el que se le conoce ya que en el 787, cuando fue nuevamente consagrada, una imagen del Divino Salvador derramó sangre al ser golpeada por un judío.

“Honrando el edificio sagrado, se quiere expresar amor y veneración a la Iglesia romana que, como afirma San Ignacio de Antioquía, “preside en la caridad” a toda la comunión católica”, expresó el Papa Benedicto XVI.

EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 9 NOVIEMBRE 2017, DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE LETRÁN


Lecturas de hoy Dedicación de la Basílica de Letrán
Hoy, jueves, 9 de noviembre de 2017




Primera lectura
Lectura de la profecía de Ezequiel (47,1-2.8-9.12):

En aquellos días, el ángel me hizo volver a la entrada del templo. Del zaguán del templo manaba agua hacia levante –el templo miraba a levante–. El agua iba bajando por el lado derecho del templo, al mediodía del altar. Me sacó por la puerta septentrional y me llevó a la puerta exterior que mira a levante. El agua iba corriendo por el lado derecho.
Me dijo: «Estas aguas fluyen hacia la comarca levantina, bajarán hasta la estepa, desembocarán en el mar de las aguas salobres, y lo sanearán. Todos los seres vivos que bullan allí donde desemboque la corriente, tendrán vida; y habrá peces en abundancia. Al desembocar allí estas aguas, quedará saneado el mar y habrá vida dondequiera que llegue la corriente. A la vera del río, en sus dos riberas, crecerán toda clase de frutales; no se marchitarán sus hojas ni sus frutos se acabarán; darán cosecha nueva cada luna, porque los riegan aguas que manan del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales.»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 45,2-3.5-6.8-9

R/. El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, 
el Altísimo consagra su morada

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar. R/.

El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora. R/.

El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:
pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe. R/.


Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (3,9c-11.16-17):

Sois edificio de Dios. Conforme al don que Dios me ha dado, yo, como hábil arquitecto, coloqué el cimiento, otro levanta el edificio. Mire cada uno cómo construye. Nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo. ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros.

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (2,13-22):

Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. 
Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.» 
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?»
Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»
Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy jueves, 9 de noviembre de 2017
Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf


LA IGLESIA MADRE DE TODAS LAS IGLESIAS 


      Tengo que reconocer que la fiesta litúrgica de hoy «me cuesta». Me cuesta sintonizar espiritualmente con el hecho de celebrar la existencia de un determinado Templo o Catedral. Se sale de la lista de motivos litúrgicos que van salpicando el año, siempre dedicados a personas, y especialmente al Señor y a su Madre. Y esta falta de sintonía tiene sus razones teológicas y bíblicas. 

      Por una parte, el cristianismo no es una religión de «objetos o cosas sagradas». Nuestro Dios no ha elegido manifestarse en piedras, animales, imágenes o edificios. Sino sobre todo y específicamente en Jesucristo, en su cuerpo, en su persona. Y derivado de aquí directamente, el Cuerpo de Cristo -después de la Resurrección- es la Comunidad cristiana. Somos Templos del Espíritu, como subraya San Pablo. El lugar de la presencia de Dios y de Cristo se encuentra "donde están dos o tres reunidos en mi nombre" (Mateo 18, 20). 

      El Concilio Vaticano II llama a la familia "iglesia doméstica" (Lumen Gentium, 11), es decir, un pequeño templo de Dios, precisamente porque gracias al sacramento del matrimonio es, por excelencia, el lugar en el que "dos o tres" están reunidos en su nombre.

      Durante los tres primeros siglos de existencia de la Iglesia, los fieles no tuvieron templos para reunirse tal como los conocemos hoy; ellos se reunían en las casas de familia; allí rezaban y compartían la Eucaristía (cfr Hechos de los Apóstoles). La Iglesia-Comunidad que hay que construir  para que los hombres puedan encontrar en ella al Cristo vivo ha de hacerse con los materiales adecuados. Mire cada uno como construye. Por eso ha advertido en diversas ocasiones el Papa Francisco: una Iglesia de los pobres y una Iglesia pobre, en la que quienes quieran "trepar" se pongan unas botas y se vayan a hacer alpinismo…; una Iglesia que está mejor herida que guardada tras las puertas de un templo…

      El propio culto quedó transformado por Jesucristo. Hablando con la Samaritana, le explica que hay que dar culto a Dios en espíritu y verdad, haciendo de la propia vida una entrega a los demás, y no tanto unas celebraciones litúrgicas, unos rituales atados a un lugar determinado. De ahí su enfrentamiento con el Templo: «Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre».

      No es que Jesús pretenda un culto individual e interior, sin ritos, sin ceremonias, sin participación del cuerpo (=hermanos), sin signos exteriores, porque nuestra naturaleza corporal los necesita. El culto espiritual no se opone a material. El espíritu, en el lenguaje de Juan, no se opone a la materia o a la realidad sensible, sino a la carne, o sea a la criatura cerrada sobre sí misma, en el propio horizonte, y por lo tanto limitada e impotente.

      Por eso el sentido que tendría cualquier Templo no es el de ser "la casa de Dios" sino "la casa de la Iglesia", el hogar de la Comunidad. Una casa sin habitantes no es más que un montón de ladrillos, aunque tenga montones de cuadros, adornos y belleza arquitectónica. Al igual que una familia sin su propia «casa» (iglesia doméstica) es casi imposible que sobreviva. Si esto es así, si entendemos que el Templo es fundamentalmente el lugar de la Comunidad reunida en el nombre, podemos situar con sentido la fiesta de hoy, y resaltar el significado de la Catedral de cualquier diócesis, la iglesia de cualquier parroquia o comunidad cristiana. Hoy concretamente miramos a la Iglesia-madre de San Juan de Letrán.

Recojo ahora unos párrafos de José A. Martínez Puche, O.P.:

Basílica de Letrán, basílica del Salvador, basílica de San Juan de Letrán..., catedral de Roma, «madre de todas las iglesias de la Urbe y del Orbe»..., son los nombres más significativos de la iglesia más venerable de la cristiandad, dedicada inicialmente a Jesucristo Salvador y posteriormente a San Juan Bautista y a San Juan Evangelista. Consagrada en el año 324, desde el siglo XII toda la Iglesia, unida al papa, celebra el 9 de noviembre la dedicación de la primera catedral de la Iglesia.

En Letrán estuvo inicialmente la Cátedra de Pedro en Roma. Allí se celebraron cinco concilios ecuménicos. A través de los siglos, la vida cristiana de la Urbe —y del Orbe— ha estado unida a la basílica de Letrán. Su construcción apunta al momento en que la Iglesia deja de ser un grupito fuera de la ley y es reconocida por el Estado para realizar en total libertad su acción evangelizadora. 

Los visitantes y peregrinos que llegan a Letrán, pueden leer en el frontispicio de la gran basílica: «Por derecho papal e imperial, se ordenó que yo fuera la madre de todas las iglesias. Cuando se terminó mi construcción, determinaron dedicarme al Divino Salvador, dador del reino celestial. Por nuestra parte, oh Cristo, a ti nos dirigimos con humilde súplica para pedirte que de este templo ilustre hagas tu residencia gloriosa».

       Por tanto, celebrar la dedicación de la iglesia madre de todas las iglesias es una invitación a los cristianos de la Iglesia universal a vivir la unidad de fe y de amor con el Papa, siendo piedras vivas en la construcción de la Iglesia (universal, diocesana, parroquial...), cuyo templo, altar y víctima es Jesucristo, el Cordero Inmaculado, y en la que ofrecemos (con él, por él y en él) nuestra entrega personal como culto agradable a Dios. Por eso, mire cada cual cómo construye, porque es tarea de todos y cada uno de nosotros.

Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf 

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