viernes, 18 de agosto de 2017

NOVENA A SANTA MÓNICA, DEL 18 AL 26 DE AGOSTO


Hoy 18 de agosto comienza la novena a Santa Mónica, quien oró 15 años por la conversión de su hijo


 (ACI).- Hoy empieza la novena a Santa Mónica, la madre de San Agustín de quien el Papa Francisco dijo en 2013: “¡Cuántas lágrimas derramó esa santa mujer por la conversión del hijo! ¡Y cuántas mamás también hoy derraman lágrimas para que los propios hijos regresen a Cristo! ¡No pierdan la esperanza en la gracia de Dios!”.

Santa Mónica oraba y ofrecía sacrificios constantemente por la conversión de su esposo, quien era un hombre violento y mujeriego. Años después Dios le concedió este deseo y Patricio se bautizó. También rezó durante 15 años por la conversión de su hijo Agustín, quien llevaba una vida libertina.

Celebramos a Santa Mónica el 27 de agosto, aquí les presentamos una novena de preparación para su fiesta:


Primer día de la novena a Santa Mónica


Por la señal de la santa cruz. De nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición

Señor mío Jesucristo, divino Redentor y Salvador de las almas, que por las piadosas lágrimas de vuestra sierva Mónica os dignasteis convertir enteramente a Vos el corazón de su hijo Agustín, y desde el día de su total y dichosa conversión le inspirasteis que hiciera siempre frutos de verdadera penitencia; por las lágrimas benditas de aquella madre y por la sincerísima conversión de aquel bienaventurado hijo, conceded, misericordioso, a nuestras almas aquel dolor de verdadera contrición que alcanza con seguridad el perdón de toda culpa; aquel llanto de sincero arrepentimiento que borra toda inquietud y toda mancha, y el hacer tales frutos de penitencia que devuelvan la justificación y la paz a nuestro espíritu contrito y humillado que de veras se convierte a Vos y desea veros desenojado para siempre. Amén.

Oración preparatoria para todos los días

¡Oh gloriosa Santa Mónica, espejo de esposas, modelo de madres, consuelo de viudas, mujer admirable, a quien Dios infundió el espíritu de oración y concedió aquel don de lágrimas con que supisteis hacer violencia al Dios de las misericordias para que se compadeciera de vuestros gemidos, escuchara vuestras plegarias y os concediera el fin de todos vuestros deseos! A vuestras plantas venimos hoy, las que sufrimos y lloramos en los tristes caminos de la vida, a suplicaros que nos alcancéis el espíritu de oración que vos tuvisteis y la compunción que merecen nuestras culpas, para que, derramando con humildad nuestro corazón ante el Dios de toda piedad y misericordia, alcancemos la gracia de vivir la santa vida que vos vivisteis en la tierra, y merezcamos la gloria que vos gozáis ahora en el cielo, en compañía de nuestros padres, esposos e hijos, y de todos los que por la sangre y el afecto nos pertenecen y son en Jesucristo, Señor nuestro, amados y queridos de nuestro corazón. Amén.

Primer día: Modestia

Señor, Dios omnipotente, que os complacisteis en adornar a vuestra escogida sierva Santa Mónica, desde su tierna infancia, con los dones amables de la modestia, de la castidad y del pudor; por lo que ella os agradó con estas preciosísimas virtudes, concededme la gracia de amarlas y practicarlas como ella, para que como ella os sirva y os agrade, mi Dios y mi Señor, en medio de la vanidad y corrupción de este siglo, y así merezca conseguir los premios que tenéis reservados a vuestros escogidos en la eterna bienaventuranza. Amén.

Tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.

Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena por intercesión de la bienaventurada Santa Mónica.

Oración final para todos los días

¡Gloriosísima y bienaventurada Santa Mónica, grande en la paciencia, magnánima en la esperanza y dichosa en el triunfo, mujer sabia y prudente, que supiste edificar tu casa y en ella resplandeciste como el sol cuando amanece en las alturas del cielo, y en todo fuiste ejemplo esclarecido de mujer cristiana! Ahora, que estás ya en la «tierra de los que viven para siempre», «donde no hay llantos, ni gemidos, ni dolor alguno», acuérdate de las que todavía gemimos y lloramos en el valle donde tú gemías y llorabas, e intercede ante el Señor para que tenga compasión de tantas madres y esposas en sus tribulaciones y trabajos, y para que recoja nuestros gemidos y escuche nuestras plegarias, y nos conceda, como a ti, el fin de todos nuestros deseos, y merezcamos, un día, reinar y descansar en la gloria como tú, rodeadas de todos los seres queridos de nuestro corazón, y bendecir, así, contigo las eternas misericordias del Señor por los siglos de los siglos. Amén.

V. Ruega por nosotros, bienaventurada Santa Mónica.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oración

¡Oh Dios, consolador de los afligidos y salud de los que en Ti esperan, que aceptaste misericordiosamente las piadosas lágrimas de la bienaventurada madre Mónica por la conversión de su hijo Agustín! Concédenos por la intercesión de entrambos que lloremos nuestras pecados y encontremos la indulgencia de tu gracia. Por Jesucristo nuestro Señor.




Segundo día de la novena a Santa Mónica

Por la señal de la santa cruz. De nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición

Señor mío Jesucristo, divino Redentor y Salvador de las almas, que por las piadosas lágrimas de vuestra sierva Mónica os dignasteis convertir enteramente a Vos el corazón de su hijo Agustín, y desde el día de su total y dichosa conversión le inspirasteis que hiciera siempre frutos de verdadera penitencia; por las lágrimas benditas de aquella madre y por la sincerísima conversión de aquel bienaventurado hijo, conceded, misericordioso, a nuestras almas aquel dolor de verdadera contrición que alcanza con seguridad el perdón de toda culpa; aquel llanto de sincero arrepentimiento que borra toda inquietud y toda mancha, y el hacer tales frutos de penitencia que devuelvan la justificación y la paz a nuestro espíritu contrito y humillado que de veras se convierte a Vos y desea veros desenojado para siempre. Amén.

Oración preparatoria para todos los días

¡Oh gloriosa Santa Mónica, espejo de esposas, modelo de madres, consuelo de viudas, mujer admirable, a quien Dios infundió el espíritu de oración y concedió aquel don de lágrimas con que supisteis hacer violencia al Dios de las misericordias para que se compadeciera de vuestros gemidos, escuchara vuestras plegarias y os concediera el fin de todos vuestros deseos! A vuestras plantas venimos hoy, las que sufrimos y lloramos en los tristes caminos de la vida, a suplicaros que nos alcancéis el espíritu de oración que vos tuvisteis y la compunción que merecen nuestras culpas, para que, derramando con humildad nuestro corazón ante el Dios de toda piedad y misericordia, alcancemos la gracia de vivir la santa vida que vos vivisteis en la tierra, y merezcamos la gloria que vos gozáis ahora en el cielo, en compañía de nuestros padres, esposos e hijos, y de todos los que por la sangre y el afecto nos pertenecen y son en Jesucristo, Señor nuestro, amados y queridos de nuestro corazón. Amén.

Segundo día: Devoción

¡Oh Dios de infinita gloria y majestad, que inefablemente os complacíais en los sentimientos de piedad y devoción con que os amaba y servía vuestra fidelísima sierva Santa Mónica, cuando con tanto gusto prefería las delicias secretas de la oración y del recogimiento a las tiernas caricias de sus deudos y a todos los halagos seductores del siglo y de la carne! Concededme, por la intercesión de aquella vuestra sierva devotísima, la gracia de que yo os ame y os sirva sin pecado hasta la muerte, y que prefiera siempre la dicha de agradaros a todas las vanidades y deleites de la tierra, y así merezca disfrutar un día las eternas y purísimas delicias de la gloria. Amén.

Tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.

Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena por intercesión de la bienaventurada Santa Mónica.

Oración final para todos los días

¡Gloriosísima y bienaventurada Santa Mónica, grande en la paciencia, magnánima en la esperanza y dichosa en el triunfo, mujer sabia y prudente, que supiste edificar tu casa y en ella resplandeciste como el sol cuando amanece en las alturas del cielo, y en todo fuiste ejemplo esclarecido de mujer cristiana! Ahora, que estás ya en la «tierra de los que viven para siempre», «donde no hay llantos, ni gemidos, ni dolor alguno», acuérdate de las que todavía gemimos y lloramos en el valle donde tú gemías y llorabas, e intercede ante el Señor para que tenga compasión de tantas madres y esposas en sus tribulaciones y trabajos, y para que recoja nuestros gemidos y escuche nuestras plegarias, y nos conceda, como a ti, el fin de todos nuestros deseos, y merezcamos, un día, reinar y descansar en la gloria como tú, rodeadas de todos los seres queridos de nuestro corazón, y bendecir, así, contigo las eternas misericordias del Señor por los siglos de los siglos. Amén.

V. Ruega por nosotros, bienaventurada Santa Mónica.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oración

¡Oh Dios, consolador de los afligidos y salud de los que en Ti esperan, que aceptaste misericordiosamente las piadosas lágrimas de la bienaventurada madre Mónica por la conversión de su hijo Agustín! Concédenos por la intercesión de entrambos que lloremos nuestras pecados y encontremos la indulgencia de tu gracia. Por Jesucristo nuestro Señor.




Tercer día de la novena a Santa Mónica


Por la señal de la santa cruz. De nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición

Señor mío Jesucristo, divino Redentor y Salvador de las almas, que por las piadosas lágrimas de vuestra sierva Mónica os dignasteis convertir enteramente a Vos el corazón de su hijo Agustín, y desde el día de su total y dichosa conversión le inspirasteis que hiciera siempre frutos de verdadera penitencia; por las lágrimas benditas de aquella madre y por la sincerísima conversión de aquel bienaventurado hijo, conceded, misericordioso, a nuestras almas aquel dolor de verdadera contrición que alcanza con seguridad el perdón de toda culpa; aquel llanto de sincero arrepentimiento que borra toda inquietud y toda mancha, y el hacer tales frutos de penitencia que devuelvan la justificación y la paz a nuestro espíritu contrito y humillado que de veras se convierte a Vos y desea veros desenojado para siempre. Amén.

Oración preparatoria para todos los días

¡Oh gloriosa Santa Mónica, espejo de esposas, modelo de madres, consuelo de viudas, mujer admirable, a quien Dios infundió el espíritu de oración y concedió aquel don de lágrimas con que supisteis hacer violencia al Dios de las misericordias para que se compadeciera de vuestros gemidos, escuchara vuestras plegarias y os concediera el fin de todos vuestros deseos! A vuestras plantas venimos hoy, las que sufrimos y lloramos en los tristes caminos de la vida, a suplicaros que nos alcancéis el espíritu de oración que vos tuvisteis y la compunción que merecen nuestras culpas, para que, derramando con humildad nuestro corazón ante el Dios de toda piedad y misericordia, alcancemos la gracia de vivir la santa vida que vos vivisteis en la tierra, y merezcamos la gloria que vos gozáis ahora en el cielo, en compañía de nuestros padres, esposos e hijos, y de todos los que por la sangre y el afecto nos pertenecen y son en Jesucristo, Señor nuestro, amados y queridos de nuestro corazón. Amén.

Tercer día: Celo

¡Oh Dios de infinita gloria y majestad, que inefablemente os complacíais en los sentimientos de piedad y devoción con que os amaba y servía vuestra fidelísima sierva Santa Mónica, cuando con tanto gusto prefería las delicias secretas de la oración y del recogimiento a las tiernas caricias de sus deudos y a todos los halagos seductores del siglo y de la carne! Concededme, por la intercesión de aquella vuestra sierva devotísima, la gracia de que yo os ame y os sirva sin pecado hasta la muerte, y que prefiera siempre la dicha de agradaros a todas las vanidades y deleites de la tierra, y así merezca disfrutar un día las eternas y purísimas delicias de la gloria. Amén.

Tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.

Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena por intercesión de la bienaventurada Santa Mónica.

Oración final para todos los días

¡Gloriosísima y bienaventurada Santa Mónica, grande en la paciencia, magnánima en la esperanza y dichosa en el triunfo, mujer sabia y prudente, que supiste edificar tu casa y en ella resplandeciste como el sol cuando amanece en las alturas del cielo, y en todo fuiste ejemplo esclarecido de mujer cristiana! Ahora, que estás ya en la «tierra de los que viven para siempre», «donde no hay llantos, ni gemidos, ni dolor alguno», acuérdate de las que todavía gemimos y lloramos en el valle donde tú gemías y llorabas, e intercede ante el Señor para que tenga compasión de tantas madres y esposas en sus tribulaciones y trabajos, y para que recoja nuestros gemidos y escuche nuestras plegarias, y nos conceda, como a ti, el fin de todos nuestros deseos, y merezcamos, un día, reinar y descansar en la gloria como tú, rodeadas de todos los seres queridos de nuestro corazón, y bendecir, así, contigo las eternas misericordias del Señor por los siglos de los siglos. Amén.

V. Ruega por nosotros, bienaventurada Santa Mónica.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oración

¡Oh Dios, consolador de los afligidos y salud de los que en Ti esperan, que aceptaste misericordiosamente las piadosas lágrimas de la bienaventurada madre Mónica por la conversión de su hijo Agustín! Concédenos por la intercesión de entrambos que lloremos nuestras pecados y encontremos la indulgencia de tu gracia. Por Jesucristo nuestro Señor.




Cuarto día de la novena a Santa Mónica


Por la señal de la santa cruz. De nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición

Señor mío Jesucristo, divino Redentor y Salvador de las almas, que por las piadosas lágrimas de vuestra sierva Mónica os dignasteis convertir enteramente a Vos el corazón de su hijo Agustín, y desde el día de su total y dichosa conversión le inspirasteis que hiciera siempre frutos de verdadera penitencia; por las lágrimas benditas de aquella madre y por la sincerísima conversión de aquel bienaventurado hijo, conceded, misericordioso, a nuestras almas aquel dolor de verdadera contrición que alcanza con seguridad el perdón de toda culpa; aquel llanto de sincero arrepentimiento que borra toda inquietud y toda mancha, y el hacer tales frutos de penitencia que devuelvan la justificación y la paz a nuestro espíritu contrito y humillado que de veras se convierte a Vos y desea veros desenojado para siempre. Amén.

Oración preparatoria para todos los días

¡Oh gloriosa Santa Mónica, espejo de esposas, modelo de madres, consuelo de viudas, mujer admirable, a quien Dios infundió el espíritu de oración y concedió aquel don de lágrimas con que supisteis hacer violencia al Dios de las misericordias para que se compadeciera de vuestros gemidos, escuchara vuestras plegarias y os concediera el fin de todos vuestros deseos! A vuestras plantas venimos hoy, las que sufrimos y lloramos en los tristes caminos de la vida, a suplicaros que nos alcancéis el espíritu de oración que vos tuvisteis y la compunción que merecen nuestras culpas, para que, derramando con humildad nuestro corazón ante el Dios de toda piedad y misericordia, alcancemos la gracia de vivir la santa vida que vos vivisteis en la tierra, y merezcamos la gloria que vos gozáis ahora en el cielo, en compañía de nuestros padres, esposos e hijos, y de todos los que por la sangre y el afecto nos pertenecen y son en Jesucristo, Señor nuestro, amados y queridos de nuestro corazón. Amén.

Cuarto día: Oración

¡Oh Dios clementísimo y misericordiosísimo que en el corazón maternal de Santa Mónica os dignasteis infundir el espíritu de la humildad y la oración para que en constante súplica rogara en vuestra presencia por la salvación de su esposo y la conversión de su querido hijo Agustín! Por lo mucho que ella os agradó con su oración y sus lágrimas, concededme aquel mismo espíritu de humildad y oración que ella tuvo, para que sepa yo rogar ante vuestro divino acatamiento por las grandes necesidades de mi alma y de todos los que me están por Vos encomendados, y de Vos merezca alcanzar para mi y para ellos, primero, vuestra gracia, y después, la gloria. Amén.

Tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.

Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena por intercesión de la bienaventurada Santa Mónica.

Oración final para todos los días

¡Gloriosísima y bienaventurada Santa Mónica, grande en la paciencia, magnánima en la esperanza y dichosa en el triunfo, mujer sabia y prudente, que supiste edificar tu casa y en ella resplandeciste como el sol cuando amanece en las alturas del cielo, y en todo fuiste ejemplo esclarecido de mujer cristiana! Ahora, que estás ya en la «tierra de los que viven para siempre», «donde no hay llantos, ni gemidos, ni dolor alguno», acuérdate de las que todavía gemimos y lloramos en el valle donde tú gemías y llorabas, e intercede ante el Señor para que tenga compasión de tantas madres y esposas en sus tribulaciones y trabajos, y para que recoja nuestros gemidos y escuche nuestras plegarias, y nos conceda, como a ti, el fin de todos nuestros deseos, y merezcamos, un día, reinar y descansar en la gloria como tú, rodeadas de todos los seres queridos de nuestro corazón, y bendecir, así, contigo las eternas misericordias del Señor por los siglos de los siglos. Amén.

V. Ruega por nosotros, bienaventurada Santa Mónica.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oración

¡Oh Dios, consolador de los afligidos y salud de los que en Ti esperan, que aceptaste misericordiosamente las piadosas lágrimas de la bienaventurada madre Mónica por la conversión de su hijo Agustín! Concédenos por la intercesión de entrambos que lloremos nuestras pecados y encontremos la indulgencia de tu gracia. Por Jesucristo nuestro Señor.



Quinto día de la novena a Santa Mónica



Por la señal de la santa cruz. De nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición

Señor mío Jesucristo, divino Redentor y Salvador de las almas, que por las piadosas lágrimas de vuestra sierva Mónica os dignasteis convertir enteramente a Vos el corazón de su hijo Agustín, y desde el día de su total y dichosa conversión le inspirasteis que hiciera siempre frutos de verdadera penitencia; por las lágrimas benditas de aquella madre y por la sincerísima conversión de aquel bienaventurado hijo, conceded, misericordioso, a nuestras almas aquel dolor de verdadera contrición que alcanza con seguridad el perdón de toda culpa; aquel llanto de sincero arrepentimiento que borra toda inquietud y toda mancha, y el hacer tales frutos de penitencia que devuelvan la justificación y la paz a nuestro espíritu contrito y humillado que de veras se convierte a Vos y desea veros desenojado para siempre. Amén.

Oración preparatoria para todos los días

¡Oh gloriosa Santa Mónica, espejo de esposas, modelo de madres, consuelo de viudas, mujer admirable, a quien Dios infundió el espíritu de oración y concedió aquel don de lágrimas con que supisteis hacer violencia al Dios de las misericordias para que se compadeciera de vuestros gemidos, escuchara vuestras plegarias y os concediera el fin de todos vuestros deseos! A vuestras plantas venimos hoy, las que sufrimos y lloramos en los tristes caminos de la vida, a suplicaros que nos alcancéis el espíritu de oración que vos tuvisteis y la compunción que merecen nuestras culpas, para que, derramando con humildad nuestro corazón ante el Dios de toda piedad y misericordia, alcancemos la gracia de vivir la santa vida que vos vivisteis en la tierra, y merezcamos la gloria que vos gozáis ahora en el cielo, en compañía de nuestros padres, esposos e hijos, y de todos los que por la sangre y el afecto nos pertenecen y son en Jesucristo, Señor nuestro, amados y queridos de nuestro corazón. Amén.

Quinto día: Fe

¡Oh Dios omnipotente y en las promesas fidelísimo, que os dignasteis inspirar a vuestra sierva Santa Mónica una fe tan grande acerca de la conversión de su hijo Agustín, que, en los días de su tribulación, aseguraba a su propio hijo que él había de venir adonde ella estaba, e hicisteis que se cumpliese la profecía de un santo Obispo que al ver la fe y las lágrimas de Mónica dijo: " Es imposible que hijo de tantas lágrimas perezca!". Por lo mucho que os agradó la fe de aquella santa madre, concededme que tenga yo tanta en vuestro poder y misericordia que alcance lo que os pido en esta Novena, y por ello os glorifique mi alma por los siglos de los siglos. Amén.

Tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.

Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena por intercesión de la bienaventurada Santa Mónica.

Oración final para todos los días

¡Gloriosísima y bienaventurada Santa Mónica, grande en la paciencia, magnánima en la esperanza y dichosa en el triunfo, mujer sabia y prudente, que supiste edificar tu casa y en ella resplandeciste como el sol cuando amanece en las alturas del cielo, y en todo fuiste ejemplo esclarecido de mujer cristiana! Ahora, que estás ya en la «tierra de los que viven para siempre», «donde no hay llantos, ni gemidos, ni dolor alguno», acuérdate de las que todavía gemimos y lloramos en el valle donde tú gemías y llorabas, e intercede ante el Señor para que tenga compasión de tantas madres y esposas en sus tribulaciones y trabajos, y para que recoja nuestros gemidos y escuche nuestras plegarias, y nos conceda, como a ti, el fin de todos nuestros deseos, y merezcamos, un día, reinar y descansar en la gloria como tú, rodeadas de todos los seres queridos de nuestro corazón, y bendecir, así, contigo las eternas misericordias del Señor por los siglos de los siglos. Amén.

V. Ruega por nosotros, bienaventurada Santa Mónica.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oración

¡Oh Dios, consolador de los afligidos y salud de los que en Ti esperan, que aceptaste misericordiosamente las piadosas lágrimas de la bienaventurada madre Mónica por la conversión de su hijo Agustín! Concédenos por la intercesión de entrambos que lloremos nuestras pecados y encontremos la indulgencia de tu gracia. Por Jesucristo nuestro Señor.




Sexto día de la novena a Santa Mónica


Por la señal de la santa cruz. De nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición

Señor mío Jesucristo, divino Redentor y Salvador de las almas, que por las piadosas lágrimas de vuestra sierva Mónica os dignasteis convertir enteramente a Vos el corazón de su hijo Agustín, y desde el día de su total y dichosa conversión le inspirasteis que hiciera siempre frutos de verdadera penitencia; por las lágrimas benditas de aquella madre y por la sincerísima conversión de aquel bienaventurado hijo, conceded, misericordioso, a nuestras almas aquel dolor de verdadera contrición que alcanza con seguridad el perdón de toda culpa; aquel llanto de sincero arrepentimiento que borra toda inquietud y toda mancha, y el hacer tales frutos de penitencia que devuelvan la justificación y la paz a nuestro espíritu contrito y humillado que de veras se convierte a Vos y desea veros desenojado para siempre. Amén.

Oración preparatoria para todos los días

¡Oh gloriosa Santa Mónica, espejo de esposas, modelo de madres, consuelo de viudas, mujer admirable, a quien Dios infundió el espíritu de oración y concedió aquel don de lágrimas con que supisteis hacer violencia al Dios de las misericordias para que se compadeciera de vuestros gemidos, escuchara vuestras plegarias y os concediera el fin de todos vuestros deseos! A vuestras plantas venimos hoy, las que sufrimos y lloramos en los tristes caminos de la vida, a suplicaros que nos alcancéis el espíritu de oración que vos tuvisteis y la compunción que merecen nuestras culpas, para que, derramando con humildad nuestro corazón ante el Dios de toda piedad y misericordia, alcancemos la gracia de vivir la santa vida que vos vivisteis en la tierra, y merezcamos la gloria que vos gozáis ahora en el cielo, en compañía de nuestros padres, esposos e hijos, y de todos los que por la sangre y el afecto nos pertenecen y son en Jesucristo, Señor nuestro, amados y queridos de nuestro corazón. Amén.

Sexto día: Esperanza

¡Oh Dios omnipotente y Padre de toda consolación, que os dignasteis alentar tanta esperanza en el corazón de vuestra sierva Santa Mónica, que en los días más amargos de su tribulación, cuando su hijo más se alejaba de Vos, nunca dejó de esperar con grande confianza el cumplimiento de sus deseos y la consecución de vuestras misericordias! Concededme por su intercesión y méritos aquella firme esperanza que ella tuvo, para que jamás desfallezca yo en mi oración y merezca conseguir lo que os pido para consuelo de mi alma y gloria vuestra. Amén.

Tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.

Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena por intercesión de la bienaventurada Santa Mónica.

Oración final para todos los días

¡Gloriosísima y bienaventurada Santa Mónica, grande en la paciencia, magnánima en la esperanza y dichosa en el triunfo, mujer sabia y prudente, que supiste edificar tu casa y en ella resplandeciste como el sol cuando amanece en las alturas del cielo, y en todo fuiste ejemplo esclarecido de mujer cristiana! Ahora, que estás ya en la «tierra de los que viven para siempre», «donde no hay llantos, ni gemidos, ni dolor alguno», acuérdate de las que todavía gemimos y lloramos en el valle donde tú gemías y llorabas, e intercede ante el Señor para que tenga compasión de tantas madres y esposas en sus tribulaciones y trabajos, y para que recoja nuestros gemidos y escuche nuestras plegarias, y nos conceda, como a ti, el fin de todos nuestros deseos, y merezcamos, un día, reinar y descansar en la gloria como tú, rodeadas de todos los seres queridos de nuestro corazón, y bendecir, así, contigo las eternas misericordias del Señor por los siglos de los siglos. Amén.

V. Ruega por nosotros, bienaventurada Santa Mónica.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oración

¡Oh Dios, consolador de los afligidos y salud de los que en Ti esperan, que aceptaste misericordiosamente las piadosas lágrimas de la bienaventurada madre Mónica por la conversión de su hijo Agustín! Concédenos por la intercesión de entrambos que lloremos nuestras pecados y encontremos la indulgencia de tu gracia. Por Jesucristo nuestro Señor.




Séptimo día de la novena a Santa Mónica

Por la señal de la santa cruz. De nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición

Señor mío Jesucristo, divino Redentor y Salvador de las almas, que por las piadosas lágrimas de vuestra sierva Mónica os dignasteis convertir enteramente a Vos el corazón de su hijo Agustín, y desde el día de su total y dichosa conversión le inspirasteis que hiciera siempre frutos de verdadera penitencia; por las lágrimas benditas de aquella madre y por la sincerísima conversión de aquel bienaventurado hijo, conceded, misericordioso, a nuestras almas aquel dolor de verdadera contrición que alcanza con seguridad el perdón de toda culpa; aquel llanto de sincero arrepentimiento que borra toda inquietud y toda mancha, y el hacer tales frutos de penitencia que devuelvan la justificación y la paz a nuestro espíritu contrito y humillado que de veras se convierte a Vos y desea veros desenojado para siempre. Amén.

Oración preparatoria para todos los días

¡Oh gloriosa Santa Mónica, espejo de esposas, modelo de madres, consuelo de viudas, mujer admirable, a quien Dios infundió el espíritu de oración y concedió aquel don de lágrimas con que supisteis hacer violencia al Dios de las misericordias para que se compadeciera de vuestros gemidos, escuchara vuestras plegarias y os concediera el fin de todos vuestros deseos! A vuestras plantas venimos hoy, las que sufrimos y lloramos en los tristes caminos de la vida, a suplicaros que nos alcancéis el espíritu de oración que vos tuvisteis y la compunción que merecen nuestras culpas, para que, derramando con humildad nuestro corazón ante el Dios de toda piedad y misericordia, alcancemos la gracia de vivir la santa vida que vos vivisteis en la tierra, y merezcamos la gloria que vos gozáis ahora en el cielo, en compañía de nuestros padres, esposos e hijos, y de todos los que por la sangre y el afecto nos pertenecen y son en Jesucristo, Señor nuestro, amados y queridos de nuestro corazón. Amén.

Séptimo día: Caridad

¡Oh Dios, infinitamente bueno y digno de ser amado, que de tal modo consolasteis a vuestra sierva Santa Mónica en las últimas horas de su vida, que, viendo a su lado al hijo de su alma, Agustín, convertido totalmente a Vos y santificado por las aguas del Bautismo, exclamaba que ya nada le quedaba que hacer en este mundo sino volar a Vos para amaros y poseeros para siempre! Por aquel tan grande amor con que os amaba la madre de Agustín sobre la tierra, concededme os ruego, ¡oh mi buen Dios!, que os ame yo como ella, y que de tal modo viva desprendida de todas las cosas y lazos de este mundo, que nada desee fuera de Vos, y así merezca poseeros y gozaros por los siglos de los siglos. Amén.

Tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.

Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena por intercesión de la bienaventurada Santa Mónica.


Oración final para todos los días

¡Gloriosísima y bienaventurada Santa Mónica, grande en la paciencia, magnánima en la esperanza y dichosa en el triunfo, mujer sabia y prudente, que supiste edificar tu casa y en ella resplandeciste como el sol cuando amanece en las alturas del cielo, y en todo fuiste ejemplo esclarecido de mujer cristiana! Ahora, que estás ya en la «tierra de los que viven para siempre», «donde no hay llantos, ni gemidos, ni dolor alguno», acuérdate de las que todavía gemimos y lloramos en el valle donde tú gemías y llorabas, e intercede ante el Señor para que tenga compasión de tantas madres y esposas en sus tribulaciones y trabajos, y para que recoja nuestros gemidos y escuche nuestras plegarias, y nos conceda, como a ti, el fin de todos nuestros deseos, y merezcamos, un día, reinar y descansar en la gloria como tú, rodeadas de todos los seres queridos de nuestro corazón, y bendecir, así, contigo las eternas misericordias del Señor por los siglos de los siglos. Amén.

V. Ruega por nosotros, bienaventurada Santa Mónica.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oración

¡Oh Dios, consolador de los afligidos y salud de los que en Ti esperan, que aceptaste misericordiosamente las piadosas lágrimas de la bienaventurada madre Mónica por la conversión de su hijo Agustín! Concédenos por la intercesión de entrambos que lloremos nuestras pecados y encontremos la indulgencia de tu gracia. Por Jesucristo nuestro Señor.



Octavo día de la novena a Santa Mónica


Por la señal de la santa cruz. De nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición

Señor mío Jesucristo, divino Redentor y Salvador de las almas, que por las piadosas lágrimas de vuestra sierva Mónica os dignasteis convertir enteramente a Vos el corazón de su hijo Agustín, y desde el día de su total y dichosa conversión le inspirasteis que hiciera siempre frutos de verdadera penitencia; por las lágrimas benditas de aquella madre y por la sincerísima conversión de aquel bienaventurado hijo, conceded, misericordioso, a nuestras almas aquel dolor de verdadera contrición que alcanza con seguridad el perdón de toda culpa; aquel llanto de sincero arrepentimiento que borra toda inquietud y toda mancha, y el hacer tales frutos de penitencia que devuelvan la justificación y la paz a nuestro espíritu contrito y humillado que de veras se convierte a Vos y desea veros desenojado para siempre. Amén.

Oración preparatoria para todos los días

¡Oh gloriosa Santa Mónica, espejo de esposas, modelo de madres, consuelo de viudas, mujer admirable, a quien Dios infundió el espíritu de oración y concedió aquel don de lágrimas con que supisteis hacer violencia al Dios de las misericordias para que se compadeciera de vuestros gemidos, escuchara vuestras plegarias y os concediera el fin de todos vuestros deseos! A vuestras plantas venimos hoy, las que sufrimos y lloramos en los tristes caminos de la vida, a suplicaros que nos alcancéis el espíritu de oración que vos tuvisteis y la compunción que merecen nuestras culpas, para que, derramando con humildad nuestro corazón ante el Dios de toda piedad y misericordia, alcancemos la gracia de vivir la santa vida que vos vivisteis en la tierra, y merezcamos la gloria que vos gozáis ahora en el cielo, en compañía de nuestros padres, esposos e hijos, y de todos los que por la sangre y el afecto nos pertenecen y son en Jesucristo, Señor nuestro, amados y queridos de nuestro corazón. Amén.

Ocatvo día: Perseverancia

¡Oh Dios de los escogidos y predestinados, que os dignasteis conceder a vuestra sierva Santa Mónica una muerte tan dulce y tan dichosa en tierra extraña, que, sin cuidarse de las honras de su cuerpo, sólo pensó en entregar a Vos el alma, y encargó a su hijo Agustín que dejando descansar su cuerpo en la tierra dondequiera que ella falleciese, no se olvidara de rogar durante los días de su vida por el alma de su madre ante el altar del Señor! Por la preciosa muerte de aquella santa madre, concededme la dicha de morir en Vos y para Vos, como verdadera hija de la Iglesia, de suerte que consiga entrar en Posesión de la bienaventuranza, donde me vea rodeada de mi esposo, de mis hijos y de todos los seres queridos de mi corazón, y juntamente con ellos alabe allí por siempre vuestras misericordias. Amén.

Tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.

Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena por intercesión de la bienaventurada Santa Mónica.

Oración final para todos los días

¡Gloriosísima y bienaventurada Santa Mónica, grande en la paciencia, magnánima en la esperanza y dichosa en el triunfo, mujer sabia y prudente, que supiste edificar tu casa y en ella resplandeciste como el sol cuando amanece en las alturas del cielo, y en todo fuiste ejemplo esclarecido de mujer cristiana! Ahora, que estás ya en la «tierra de los que viven para siempre», «donde no hay llantos, ni gemidos, ni dolor alguno», acuérdate de las que todavía gemimos y lloramos en el valle donde tú gemías y llorabas, e intercede ante el Señor para que tenga compasión de tantas madres y esposas en sus tribulaciones y trabajos, y para que recoja nuestros gemidos y escuche nuestras plegarias, y nos conceda, como a ti, el fin de todos nuestros deseos, y merezcamos, un día, reinar y descansar en la gloria como tú, rodeadas de todos los seres queridos de nuestro corazón, y bendecir, así, contigo las eternas misericordias del Señor por los siglos de los siglos. Amén.

V. Ruega por nosotros, bienaventurada Santa Mónica.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oración

¡Oh Dios, consolador de los afligidos y salud de los que en Ti esperan, que aceptaste misericordiosamente las piadosas lágrimas de la bienaventurada madre Mónica por la conversión de su hijo Agustín! Concédenos por la intercesión de entrambos que lloremos nuestras pecados y encontremos la indulgencia de tu gracia. Por Jesucristo nuestro Señor.



Noveno día de la novena a Santa Mónica

Por la señal de la santa cruz. De nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición

Señor mío Jesucristo, divino Redentor y Salvador de las almas, que por las piadosas lágrimas de vuestra sierva Mónica os dignasteis convertir enteramente a Vos el corazón de su hijo Agustín, y desde el día de su total y dichosa conversión le inspirasteis que hiciera siempre frutos de verdadera penitencia; por las lágrimas benditas de aquella madre y por la sincerísima conversión de aquel bienaventurado hijo, conceded, misericordioso, a nuestras almas aquel dolor de verdadera contrición que alcanza con seguridad el perdón de toda culpa; aquel llanto de sincero arrepentimiento que borra toda inquietud y toda mancha, y el hacer tales frutos de penitencia que devuelvan la justificación y la paz a nuestro espíritu contrito y humillado que de veras se convierte a Vos y desea veros desenojado para siempre. Amén.

Oración preparatoria para todos los días

¡Oh gloriosa Santa Mónica, espejo de esposas, modelo de madres, consuelo de viudas, mujer admirable, a quien Dios infundió el espíritu de oración y concedió aquel don de lágrimas con que supisteis hacer violencia al Dios de las misericordias para que se compadeciera de vuestros gemidos, escuchara vuestras plegarias y os concediera el fin de todos vuestros deseos! A vuestras plantas venimos hoy, las que sufrimos y lloramos en los tristes caminos de la vida, a suplicaros que nos alcancéis el espíritu de oración que vos tuvisteis y la compunción que merecen nuestras culpas, para que, derramando con humildad nuestro corazón ante el Dios de toda piedad y misericordia, alcancemos la gracia de vivir la santa vida que vos vivisteis en la tierra, y merezcamos la gloria que vos gozáis ahora en el cielo, en compañía de nuestros padres, esposos e hijos, y de todos los que por la sangre y el afecto nos pertenecen y son en Jesucristo, Señor nuestro, amados y queridos de nuestro corazón. Amén.

Noveno día: Interseción de los santos

¡Oh Dios, que siempre te complaces en la gloria de tus Santos y te muestras en ellos admirable, para que sean venerados de las gentes, y así, en el traslado de las santas reliquias de vuestra sierva Mónica, desde el puerto de Ostia a la Ciudad Eterna, os dignasteis honrarla con el júbilo de los pueblos que la saludaban a su paso, con la devoción de tantas madres que salían a ofrecerle sus hijos y sus lágrimas, y la acompañasteis en aquel glorioso viaje con los prodigios de vuestra omnipotencia, haciendo, por su mediación, grandes milagros! Por el suave aroma que exhalan en vuestra presencia los restos venerados de aquella mujer santa y admirable, dignaos despertarme de mi tibieza, resucitarme a vuestra gloria y concederme cuanto os pido para mi salud eterna y la de todos aquellos que Vos habéis puesto bajo mi amor y cuidado. Glorificad de este modo vuestro nombre.

Tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.

Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena por intercesión de la bienaventurada Santa Mónica.

Oración final para todos los días

¡Gloriosísima y bienaventurada Santa Mónica, grande en la paciencia, magnánima en la esperanza y dichosa en el triunfo, mujer sabia y prudente, que supiste edificar tu casa y en ella resplandeciste como el sol cuando amanece en las alturas del cielo, y en todo fuiste ejemplo esclarecido de mujer cristiana! Ahora, que estás ya en la «tierra de los que viven para siempre», «donde no hay llantos, ni gemidos, ni dolor alguno», acuérdate de las que todavía gemimos y lloramos en el valle donde tú gemías y llorabas, e intercede ante el Señor para que tenga compasión de tantas madres y esposas en sus tribulaciones y trabajos, y para que recoja nuestros gemidos y escuche nuestras plegarias, y nos conceda, como a ti, el fin de todos nuestros deseos, y merezcamos, un día, reinar y descansar en la gloria como tú, rodeadas de todos los seres queridos de nuestro corazón, y bendecir, así, contigo las eternas misericordias del Señor por los siglos de los siglos. Amén.

V. Ruega por nosotros, bienaventurada Santa Mónica.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

Oración

¡Oh Dios, consolador de los afligidos y salud de los que en Ti esperan, que aceptaste misericordiosamente las piadosas lágrimas de la bienaventurada madre Mónica por la conversión de su hijo Agustín! Concédenos por la intercesión de entrambos que lloremos nuestras pecados y encontremos la indulgencia de tu gracia. Por Jesucristo nuestro Señor.

LOS SANTOS DE HOY VIERNES 18 DE AGOSTO 2017

Floro, Lauro y compañeros, SantosFloro, Lauro y compañeros, Santos
Mártires, 18 de agosto
Reinaldo de Concorégio, BeatoReinaldo de Concorégio, Beato
Obispo, 18 de agosto
Ángel María (José Sánchez Rodríguez), BeatoÁngel María (José Sánchez Rodríguez), Beato
Religioso y Mártir, 18 de agosto
Rosario Ciércoles Gascón, BeataRosario Ciércoles Gascón, Beata
Religiosa y Mártir, 18 de agosto
María Luisa Bermúdez Ruiz, BeataMaría Luisa Bermúdez Ruiz, Beata
Religiosa y Mártir, 18 de agosto
Micaela Hernán Martínez, BeataMicaela Hernán Martínez, Beata
Religiosa y Mártir, 18 de agosto
Paula Montaldi, BeataPaula Montaldi, Beata
Abadesa Clarisa, 18 de agosto
Elena, SantaElena, Santa
Reina, 18 de agosto





Alberto Hurtado Cruchaga, Santo
Fundador del HOGAR DE CRISTO, 18 de agosto

BUENAS TARDES



jueves, 17 de agosto de 2017

EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 17 DE AGOSTO DEL 2017


Una gota del perfume del perdón
Santo Evangelio según San Mateo 18,21-19,1. Jueves XIX de Tiempo Ordinario.


Por: H. Balam Loza, LC. | Fuente: missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, enséñame en este día a llevar tu amor. No quiero vivir esta oración para mí sino quiero encontrarme con tu amor que me perdona siempre y no mira la grandeza de mis faltas. Me amas profundamente y quiero aprender amar como Tú lo has hecho conmigo. Quiero estar aquí y ver la historia maravillosa de tu amor en mi vida. Quiero ver todas las veces que he salido de casa, me he perdido, me he manchado y Tú, me has esperado con la mesa puesta y con los brazos abiertos.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 18,21-19,1
En aquel tiempo, Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: "Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?" Jesús le contestó: "No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete".
Entonces Jesús les dijo: "El Reino de los cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus servidores. El primero que le presentaron le debía muchos millones. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, a su mujer, a sus hijos y todas sus posesiones, para saldar la deuda. El servidor, arrojándose a sus pies, le suplicaba, diciendo: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo’. El rey tuvo lástima de aquel servidor, lo soltó y hasta le perdonó la deuda.
Pero, apenas había salido aquel servidor, se encontró con uno de sus compañeros, que le debía poco dinero. Entonces lo agarró por el cuello y casi lo estrangulaba, mientras le decía: ‘Págame lo que me debes’. El compañero se le arrodilló y le rogaba: ‘Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo’. Pero el otro no quiso escucharlo, sino que fue y lo metió en la cárcel hasta que le pagara la deuda.
Al ver lo ocurrido, sus compañeros se llenaron de indignación y fueron a contarle al rey lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: ‘Siervo malvado. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haber tenido compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?’ Y el señor encolerizado, lo entregó a los verdugos para que no lo soltaran hasta que pagara lo que debía.
Pues lo mismo hará mi Padre celestial con ustedes si cada cual no perdona de corazón a su hermano". Cuando Jesús terminó de hablar, salió de Galilea y fue a la región de Judea que queda al otro lado del Jordán.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Con los brazos abiertos. Cuántas veces al sentirnos libres abrimos los brazos, podemos decir que es el símbolo de la libertad. Pero si pensamos un poco en ese gesto podemos darnos cuenta de que solamente quien es libre puede recibir a otro. Solamente quien aprende a perdonar se libera de unas cadenas pesadas. Pensemos por un momento en eso que nos puede estar atando. Esas cadenas que puedan estar quitándonos la libertad y la paz. ¡Cuántas noches sin dormir pensando en alguna palabra, tal vez muy pequeña, que me pudo haber ofendido!
Muchas veces el problema lo agrandamos más y nos pesa. Es verdad que en ocasiones es más difícil ya que nuestra confianza ha sido pisada. ¿Qué hacer? Perdón. Es una palabra de seis letras pero que sana el corazón. Es una fragancia que llena las estancias más pobres y más tristes. Es una palabra, en fin, que da vida y libertad.
"Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen" Un hombre en una cruz insultado supo decir "te perdono", pero no sólo eso, esa palabra era la fragancia más valiosa porque estaba cargada de amor. Ese amor me sana y me da vida cada vez que pienso que no soy digno. Detrás del "Yo te absuelvo de tus pecados" hay una mirada de amor que da vida a nuestro corazón, que sana, que libera, que da paz. Eseperdón ilumina nuestras vidas e historias. ¿Qué pasaría si no recibiésemos el perdón de Dios?
Y nosotros somos instrumentos del amor para los demás. A veces podemos encontrarnos con personas que pueden sufrir por dentro y nos hacen sufrir por sus acciones. A veces no las comprendemos, pero es importante ir más allá de un acto ofensivo. Mirar como Jesús mira es el ideal del cristiano. Amar, aunque duela y perdonar siempre, es lo que puede cambiar el mundo de hoy. Una mirada que llega al fondo y no se queda en la primera impresión es lo que puede iluminar a mi hermano que puede estar sufriendo.
En esta escena encontramos todo el drama de nuestras relaciones humanas. Cuando estamos nosotros en deuda con los demás, pretendemos la misericordia; en cambio cuando estamos en crédito, invocamos la justicia. Todos hacemos así, todos. Esta no es la reacción del discípulo de Cristo ni puede ser el estilo de vida de los cristianos. Jesús nos enseña a perdonar, y a hacerlo sin límites: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete".
(Homilía de S.S. Francisco, 4 de agosto de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy, o durante la próxima semana, voy a acercarme al sacramento de la reconciliación con una actitud de querer encontrarme con Jesús que sana mi vida y mi corazón.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

PAPA FRANCISCO REZA POR VÍCTIMAS DE ATENTADO TERRORISTA EN BARCELONA


Papa Francisco reza por víctimas de atentado terrorista en Barcelona
 Foto: L'Osservatore Romano



VATICANO, 17 Ago. 17 / 02:11 pm (ACI).- El Papa Francisco expresó su cercanía al pueblo español por el atentado terrorista ocurrido este jueves en Barcelona y aseguró sus oraciones por las víctimas y sus familias.

“El Santo Padre está siguiendo con gran preocupación cuanto está sucediendo en Barcelona. El Papa reza por las víctimas de este atentado y desea expresar su cercanía a todo el pueblo español, especialmente a los heridos y a las familias de los fallecidos”, señaló el Director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, Greg Burke.


Este jueves una furgoneta atropelló a decenas de personas en la zona turística de Las Ramblas, en Barcelona. Según las últimas informaciones, el atentado terrorista ha dejado 13 muertos y 50 heridos. El hecho ha recibido la condena mundial.


Los obispos españoles

Por su parte, la Conferencia Episcopal Española (CEE), condenó el “luctuoso y execrable” atentado terrorista ocurrido en Barcelona.

Los obispos españoles expresaron “su cercanía y oración a todas las víctimas y sus familias. Asimismo manifestamos nuestro apoyo a toda la sociedad que es atacada con estas acciones, en esta ocasión los ciudadanos de Barcelona, y a las Fuerzas de Seguridad”.


La CEE reiteró que el terrorismo es “una práctica intrínsecamente perversa, del todo incompatible con una visión moral de la vida, justa y razonable. No sólo vulnera gravemente el derecho a la vida y a la libertad, sino que es muestra de la más dura intolerancia y totalitarismo”.

“Pedimos a todos los creyentes que eleven sus oraciones para pedir a Dios que conceda el descanso eterno a las personas fallecidas, restablezca la salud del resto las víctimas, consuelo a los familiares, llene de paz los corazones de las personas de buena voluntad y nunca más se repitan estas acciones despreciables”, concluyen los obispos.

LOS SANTOS DE HOY JUEVES 17 DE AGOSTO DEL 2017

Leopoldina Naudet, Beata
Virgen y Fundadora, 17 de agosto
Florencio López Egea, BeatoFlorencio López Egea, Beato
Sacerdote y Mártir, 17 de agosto
Marie-Elizabeth Turgeon, BeataMarie-Elizabeth Turgeon, Beata
Religiosa, 17 de agosto
Antonio Carmaniú i Mercader, BeatoAntonio Carmaniú i Mercader, Beato
Sacerdote y Mártir, 17 de agosto
Mirón, SantoMirón, Santo
Presbítero y Mártir, 17 de agosto
Mamés (o Mamante o Mameto), SantoMamés (o Mamante o Mameto), Santo
Mártir, 17 de agosto
Eusebio, SantoEusebio, Santo
XXXI Papa, 17 de agosto
Juana de la Cruz (Delanoue), SantaJuana de la Cruz (Delanoue), Santa
Fundadora, 17 de agosto
Bartolomé Días-Laurel, BeatoBartolomé Días-Laurel, Beato
Mártir, 17 de agosto
Beatriz de Silva y Meneses, SantaBeatriz de Silva y Meneses, Santa
Fundadora,17 de agosto
Jacinto de Polonia, SantoJacinto de Polonia, Santo
Patrono de Polonia, 17 de agosto

EL PENSAMIENTO DEL DÍA


miércoles, 16 de agosto de 2017

IMÁGENES DE SAN ROQUE









LECTURAS BÍBLICAS DE HOY MIÉRCOLES 16 DE AGOSTO DEL 2017


Decimonovena Semana del Tiempo Ordinario - Año Impar
Miércoles 16 de agosto del 2017



“ Estoy en medio de los que se reúnen en mi nombre ”



Primera lectura
Lectura del libro del Deuteronomio 34,1-12

En aquellos días, Moisés subió de la estepa de Moab al monte Nebo, a la cima del Fasga, que mira a Jericó; y el Señor le mostró toda la tierra: Galaad hasta Dan, el territorio de Neftall, de Efraín y de Manasés, el de Judá hasta el mar occidental, el Negueb y la comarca del valle de Jericó, la ciudad de las palmeras, hasta Soar; y le dijo: «Ésta es la tierra que prometí a Abrahán, a Isaac y a Jacob, diciéndoles: "Se la daré a tu descendencia." Te la he hecho ver con tus propios ojos, pero no entrarás en ella.»

Y allí murió Moisés, siervo del Señor, en Moab, como había dicho el Señor. Lo enterraron en el valle de Moab, frente a Bet Fegor; y hasta el dia de hoy nadie ha conocido el lugar de su tumba. Moisés murió a la edad de ciento veinte años; no había perdido vista ni había decaído su vigor. Los israelitas lloraron a Moisés en la estepa de Moab treinta días, hasta que terminó el tiempo del duelo por Moisés. Josué, hijo de Nun, estaba lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés le había impuesto las manos; los israelitas le obedecieron e hicieron lo que el Señor había mandado a Moisés. Pero ya no surgió en Israel otro profeta como Moisés, con quien el Señor trataba cara a cara; ni semejante a él en los signos y prodigios que el Señor le envió a hacer en Egipto contra el Faraón, su corte y su país; ni en la mano poderosa, en los terribles portentos que obró Moisés en presencia de todo Israel.

_______________

Salmo
Sal 65 R/. Bendito sea Dios, que me ha devuelto la vida

Aclamad al Señor, tierra entera;
tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria.
Decid a Dios: «¡Qué temibles son tus obras!» R/.

Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los hombres.
Bendecid, pueblos, a nuestro Dios,
haced resonar sus alabanzas. R/.

Fieles de Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo:
a él gritó mi boca
y lo ensalzó mi lengua. R/.

__________________

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo18,15-20

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.»

___________________

Reflexión del Evangelio de hoy
No surgió otro profeta como Moisés

Es el relato de la postrera conversación que Yahvé tiene con Moisés en la tierra. Se levanta acta del fin de uno de los personajes más señeros de la historia, Moisés, respecto al cual se expresan todos los extremos posibles tanto entre los historiadores como entre los literatos. De nuestro texto, resalta el clima de afectuosa intimidad entre Yahvé y el hombre elegido por él para conducir a su pueblo, aunque físicamente no rematara el camino hacia la tierra de la Promesa, tantas veces aludida, tantas veces soñada. Dios concede a su siervo Moisés el contemplar los horizontes geográficos de la libertad de su pueblo desde la cumbre del Fasga, en el monte Nebo. Tiempo después, y según lo previsto por Yahvé, fallece en los confines de Moab, y con él desaparece el más grande profeta, el que más se acercó a Dios, y para nosotros, una de las figuras más elocuentes de Jesús el Señor. Su memoria perdura en todos los creyentes del Antiguo como del Nuevo Testamento, y su evocación se vive en el Pueblo de Dios como bendición y gracia para los suyos. Acreditó fidelidad a Yahvé y en el liderazgo de su pueblo derrochó mansedumbre y paciencia; supo hacer oír la voz de Dios y éste le privilegió con su protección y cercanía.

Estoy en medio de los que se reúnen en mi nombre
La pregunta de Caín (¿Soy yo acaso el guardián de mi hermano?)no tiene vigencia en la comunidad seguidora de Jesús de Nazaret. Porque somos corresponsables de la vida y de la felicidad de los otros. En la comunidad creyente no se debe perder ningún aliento de vida. Hemos recibido esta página como un estímulo para la conocida como corrección fraterna, en la que, se decía, hay que remediar lo que rompe la convivencia cristiana. De acuerdo, siempre y cuando tal corrección fraterna se haga desde el servicio y no desde una supuesta primacía moral, desde la autoconciencia de debilidad del que la hace y no desde la perfección ética del que indirectamente humilla con la debilidad que se pretende corregir. Corrección fraterna, siempre y cuando sea una experiencia compartida de misericordia, donde el que corrige como el corrector se sientan mendigos de perdón y acogida. La comunidad aquí no juega el papel de telón de fondo acusador, sino como ámbito fraterno para que, unos y otros, crezcamos en la fe sabedores que nuestra fuerza es nuestra patente debilidad. Sobre todo, la comunidad es el domicilio de Jesús de Nazaret y de su Espíritu, garantes en todo momento del perdón que todos en ella recibimos y disfrutamos. Una comunidad reconciliada, hermanada y, por más señas, orante, es lugar cierto de la presencia de Dios Padre-Madre.

La calidad de vida cristiana de nuestra comunidad ¿nos pide que miremos los unos por los otros desde la debilidad?

*********************

*Fr. Jesús Duque O.P.
Convento de Santo Domingo de Scala-Coeli (Córdoba)

MONJAS QUE OFRECEN SU CEGUERA POR SALVACIÓN DEL MUNDO CELEBRAN 90 AÑOS CON UN COMIC


Monjas que ofrecen su ceguera por salvación del mundo celebran 90 años con un cómic
Por Bárbara Bustamante
Cómic con el que las Sacramentinas de Don Orione celebran sus 90 años de fundación. Foto: www.donorione.cl




SANTIAGO, 15 Ago. 17 / 12:10 pm (ACI).- Este 15 de agosto, fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen María, las hermanas ciegas de la congregación Sacramentinas de Don Orione celebran 90 años de fundación y han querido compartir esta alegría con un comic sobre su historia.

Esta comunidad de monjas ciegas fue fundada por San Luis Orione en Italia, el 15 de agosto de 1927.

Las religiosas están consagradas a la Adoración Perpetua del Santísimo Sacramento y se distinguen por llevar un hábito blanco, un escapulario rojo y una hostia bordada sobre el pecho.

Esta rama de la congregación de las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad (PHMC) tiene como misión, según sus constituciones, ofrecer a Dios “la privación de la vista por los hermanos que no conocen todavía la verdad, a fin de que puedan llegar a Dios luz del mundo” (Const. Art 4).

Además, buscan sostener con la Adoración Eucarística y el sacrificio, “la acción apostólica de las PHMC Y de los Hijos de la Divina Providencia”, ambas congregaciones de la familia orionita.

En la conmemoración de sus 90 años de fundación, la familia orionita dio a conocer a través de un comic la historia de la congregación de una manera entendible para niños y adultos.

La historia se remonta a 1915 cuando Don Orione conoció al director de una escuela para ciegos, el Instituto Reina Margarita, quien le habló del deseo de consagración de algunas jóvenes devotas y orantes. 

Dos años después se consagraban las primeras 4 hermanas: María Tarsicia de la Encarnación, María Josefina de la Asunción de la Madre de Dios, María Clara del Santísimo Sacramento, María Anunciata de la Ssma Trinidad.

“Entiendo ofrecer, con esta nueva rama de la familia religiosa, como una flor ante el trono de la Santísima Virgen, para que Ella misma, con sus benditas manos, la ofrezca a Jesús Sacramentado”, les dijo Don Orione en el acto fundacional. 

Al terminar la historia, se explica: “El Señor ha llamado a las hermanas no vidente a rezar por los demás porque ellas tienen un don, cen con los ojos del corazón lo que nosotros no siempre logramos ver”.

“Sabías que cada persona es única y que gracias a que tenemos distintos dones o características podemos ayudar de una manera única y especial. ¿Cuáles son tus dones y cómo piensas usarlos para ayudar a los demás?”, concluye el cómic.

Hoy las Sacramentinas de Don Orione está presente en Italia, España, Filipinas, Kenia, Argentina, Brasil y Chile.

En Chile, las hermanas cuentan con una página en Facebook donde ofrecen a sus seguidores que envíen sus intenciones para que ellas las puedan llevar a la Adoración Eucarística.

Para ver el comic sobre la historia de las Sacramentinas de Don Orione ingrese AQUÍ.. También cuenta con una  versión para colorear.

SAN ESTEBAN DE HUNGRÍA, 16 DE AGOSTO

Esteban de Hungría, Santo
Memoria Litúrgica, 16 de agosto 


Por: n/a | Fuente: Ewtn.com 



Rey de Hungría

Martirologio Romano: San Esteban, rey de Hungría, que, regenerado por el bautismo y habiendo recibido la corona real de manos del papa Silvestre II, veló por la propagación de la fe de Cristo entre los húngaros y puso en orden la Iglesia en su reino, dotándola de bienes y monasterios. Justo y pacífico en el gobierno de sus súbditos, murió en Alba Real (Székesfehérvár), en Hungría, el día de la Asunción, entrando su alma en el cielo (1038).
Fecha de canonización: En el año 1083 por el Papa Gregorio VII
Etimología: Esteban = coronado (estebo= corona). viene del griego
Breve Biografía

Este santo tiene el honor de haber convertido al catolicismo al reino de Hungría.

Fue bautizado por San Adalberto y tuvo la suerte de casarse con Gisela, la hermana de San Enrique de Alemania, la cual influyó mucho en su vida.

Valiente guerrero y muy buen organizador, logró derrotar en fuertes batallas a todos los que se querían oponer a que él gobernara la nación, como le correspondía, pues era el hijo del mandatario anterior.

Cuando ya hubo derrotado a todos aquellos que se habían opuesto a él cuando quiso propagar la religión católica por todo el país y acabar la idolatría y las falsas religiones, y había organizado la nación en varios obispados, envió al obispo principal, San Astrik, a Roma a obtener del Papa Silvestre II la aprobación para los obispados y que le concediera el título de rey. El sumo Pontífice se alegró mucho ante tantas buenas noticias y le envío una corona de oro, nombrándolo rey de Hungría. Y así en el año 1000 fue coronado solemnemente por el enviado del Papa como primer rey de aquel país.

El cariño del rey Esteban por la religión católica era inmenso; a los obispos y sacerdotes los trataba con extremo respeto y hacía que sus súbditos lo imitaran en demostrarles gran veneración. Su devoción por la Virgen Santísima era extraordinaria. Levantaba templos en su honor y la invocaba en todos sus momentos difíciles. Fundaba conventos y los dotaba de todo lo necesario. Ordenó que cada 10 pueblos debían construir un templo, y a cada Iglesia se encargaba de dotarla de ornamentos, libros, cálices y demás objetos necesarios para mantener el personal de religiosos allá. Lo mismo hizo en Roma.

La cantidad de limosnas que este santo rey repartía era tan extraordinaria, que la gente exclamaba: "¡Ahora sí se van a acabar los pobres!". El personalmente atendía con gran bondad a todas las gentes que llegaban a hablarle o a pedirle favores, pero prefería siempre a los más pobres, diciendo: "Ellos representan mejor a Jesucristo, a quien yo quiero atender de manera especial".

Para conocer mejor la terrible situación de los más necesitados, se disfrazaba de sencillo albañil y salía de noche por las calles a repartir ayudas. Y una noche al encontrarse con un enorme grupo de menesterosos empezó a repartirles las monedas que llevaba. Estos, incapaces de aguardar a que les llegara a cada quien un turno para recibir, se le lanzaron encima, quitándole todo y lo molieron a palos. Cuando se hubieron alejado, el santo se arrodilló y dio gracias a Dios por haberle permitido ofrecer aquel sacrificio. Cuando narró esto en el palacio, sus empleados celebraron aquella aventura, pero le aconsejaron que debía andar con más prudencia para evitar peligros. El les dijo: " Una cosa sí me he propuesto: no negar jamás una ayuda o un favor. Si en mí existe la capacidad de hacerlo".

A su hijo lo educó con todo esmero y para él dejó escritos unos bellos consejos, recomendándole huir de toda impureza y del orgullo. Ser paciente, muy generoso con los pobres y en extremo respetuoso con la santa Iglesia Católica.

La gente al ver su modo tan admirable de practicar la religión exclamaba: " El rey Esteban convierte más personas con buenos ejemplos, que con sus leyes o palabras".

Dios, para poderlo hacer llegar a mayor santidad, permitió que en sus últimos años Esteban tuviera que sufrir muchos padecimientos. Y uno de ellos fue que su hijo en quien él tenía puestas todas sus esperanzas y al cual había formado muy bien, muriera en una cacería, quedando el santo rey sin sucesor. El exclamó al saber tan infausta noticia: "El Señor me lo dio, el Señor me los quitó. Bendito sea Dios". Pero esto fue para su corazón una pena inmensa.

Los últimos años de su vida tuvo que padecer muy dolorosas enfermedades que lo fueron purificando y santificando cada vez más.

El 15 de agosto del año 1038, día de la Asunción, fiesta muy querida por él, expiró santamente. Desde entonces la nación Húngara siempre ha sido muy católica. A los 45 años de muerto, el Sumo Pontífice permitió que lo invocaran como santo y en su sepulcro se obraron admirables milagros.

Que nuestro Dios Todopoderoso nos envíe en todo el mundo muchos gobernantes que sepan ser tan buenos católicos y tan generosos con los necesitados como lo fue el santo rey Esteban.
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