lunes, 21 de agosto de 2017

4 SACERDOTES QUE DEFENDIERON HASTA EL EXTREMO EL SECRETO DE CONFESIÓN


4 sacerdotes que defendieron hasta el extremo el secreto de confesión
De izquierda a derecha: San Juan Nepomuceno, San Mateo Correa Magallanes, P. Felipe Císcar Puig y P. Fernando Olmedo Reguera




(ACI).- Luego de que el Arzobispo de Melbourne en Australia, Mons. Denis Hart, afirmara que prefiere ir a la cárcel antes que romper el secreto de confesión, debido una posible injerencia del Estado, ACI Prensa recuerda a 4 sacerdotes que defendieron al extremo el sigilo sacramental.

El 14 de agosto la Royal Commission, entidad creada en Australia para investigar los casos de abusos sexuales, propuso que los sacerdotes de la Iglesia Católica rompan el secreto de confesión cuando conozcan de algún caso de abuso sexual.

No obstante, el Código de Derecho Canónico que rige a la Iglesia Católica señala que “el sigilo sacramental es inviolable; por lo cual está terminantemente prohibido al confesor descubrir al penitente, de palabra o de cualquier otro modo, y por ningún motivo”

Aquí los 4 sacerdotes que defendieron hasta el extremo el secreto de confesión.

1. San Juan Nepomuceno

San Juan Nepomuceno fue un ejemplo de la protección al sigilo sacramental, siendo el primer mártir que prefirió morir antes que revelar el secreto de confesión.

Nació en Checoslovaquia entre los años 1340 y 1350, en Nepomuk.

Cuando fue Vicario General del Arzobispado de Praga, el santo fue confesor de Sofía de Baviera, la esposa del rey Wenceslao. El rey, que tenía ataques de cólera y de celos, ordenó al sacerdote que le revelara los pecados de su mujer. La negativa del santo enfureció a Wenceslao, que amenazó con asesinarlo si no le contaba los secretos.

Otro conflicto entre Wenceslao y Juan Nepomuceno sucedió cuando el monarca quiso apoderarse de un convento para darle sus riquezas a un pariente y el santo se lo prohibió porque esos bienes pertenecían a la Iglesia.

El rey se llenó de cólera y ordenó torturar al santo, cuyo cuerpo fue arrojado al río Mondalva. Después lo vecinos recogieron el cadáver y lo sepultaron religiosamente. Era el año 1393.

2. San Mateo Correa Magallanes

San Mateo Correa Magallanes fue otro mártir del secreto de la confesión. Fue fusilado en México durante la Guerra Cristera por negarse a revelar confesiones de prisioneros rebeldes.

Nació en Tepechitlán (Zacatecas) el 22 de julio de 1866 y lo ordenaron sacerdote en 1893. Se desempeñó como capellán en diversas haciendas y parroquias.

En 1927 el sacerdote fue arrestado por las fuerzas del ejército mexicano al mando del general Eulogio Ortiz. Días más tarde, el general mandó al P. Correa a confesar a un grupo de personas que iban a ser fusiladas y después le exigió que le revelara las confesiones.

Ante su rotunda negativa ordenó su ejecución. Actualmente se veneran sus restos en la Catedral de Durango.

Fue beatificado el 22 de noviembre de 1992 y canonizado por San Juan Pablo II el 21 de mayo del 2000.

3. P. Felipe Císcar Puig

El P. Felipe Císcar Puig fue un sacerdote valenciano también considerado mártir del sigilo sacramental, debido a que fue martirizado durante la persecución religiosa de la Guerra Civil Española (1936) tras guardar el secreto de confesión.

La Arquidiócesis de Valencia indicó que, según la documentación recogida, el P. Císcar fue conducido a la prisión de Denia (Valencia, España), donde un fraile franciscano llamado Andrés Ivars pidió confesarse a fines de agosto de 1936, pues intuía que iba a ser fusilado.

“Tras la confesión, intentaron arrancarle su contenido y ante su negativa a revelarlo, los milicianos le amenazaron con matarle”, ante lo que el sacerdote respondió: “Haced lo que queráis pero yo no revelaré la confesión, primero morir que eso”, según consta en la declaración de los testigos.

“Al verle tan seguro, le llevaron a un simulacro de tribunal donde se le conminó para la revelación del sigilo”, y como aún así continuó firme en su postura, afirmando que prefería morir, los milicianos le condenaron a muerte. Subidos a un coche, Felipe Císcar y Andrés Ivars fueron llevados al término de Gata de Gorgos y allí fueron fusilados a los 71 y 51 años de edad, respectivamente, el 8 de septiembre de 1936”.

Tanto Felipe Císcar como Andrés Ivars forman parte de la causa de canonización de los “Siervos de Dios Ricardo Pelufo Esteve y 43 compañeros y compañeras mártires”, en la que figuran un total de 36 religiosos franciscanos.

4. P. Fernando Olmedo Reguera

Este sacerdote de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos fue asesinado el 12 de agosto de 1936 y beatificado en Tarragona el 13 de octubre de 2013. También se le conoce como defensor del sigilo sacramental.

Nació en Santiago de Compostela (España) el 10 de enero de 1873 y fue ordenado sacerdote el 31 de julio de 1904.

Fue Definidor y Secretario Provincial hasta 1936, en que por fuerza de la persecución religiosa tuvo que abandonar el convento.

Al ser detenido fue insultado, vejado, golpeado y le exigieron revelar el secreto de confesión. Según la tradición fue fusilado por una especie de tribunal popular en torno al Cuartel de la Montaña, una edificación militar de Madrid construida durante el siglo XIX.

Sus restos se encuentran en la cripta de la iglesia de Jesús de Medinaceli (Madrid).

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY LUNES 21 DE AGOSTO 2017


Vigésima semana del Tiempo Ordinario - Año Impar
Lunes 21 de agosto 2017


 Hoy es: San Pío X (21 de Agosto)



Primera lectura
Lectura del libro de los Jueces 2,11-19

En aquellos días, los israelitas hicieron lo que el Señor reprueba, dieron culto a los ídolos; abandonaron al Señor, Dios de sus padres, que los habla sacado de Egipto, y se fueron tras los otros dioses, dioses de las naciones vecinas, y los adoraron, irritando al Señor. Abandonaron al Señor y dieron culto a Baal. y a Astarté. El Señor se encolerizó contra Israel: los entregó a bandas de saqueadores que los saqueaban, los vendió a los enemigos de alrededor, y los israelitas no podían resistirles. En todo lo que emprendían, la mano del Señor se les ponía en contra, exactamente como él les habla dicho y jurado, llegando así a una situación desesperada. Entonces el Señor hacía surgir jueces, que los libraban de las bandas de salteadores; pero ni a los jueces hacían caso, sino que se prostituían con otros dioses, dándoles culto, desviándose muy pronto de la senda por donde habían caminado sus padres, obedientes al Señor. No hacían como ellos. Cuando el Señor hacia surgir jueces, el Señor estaba con el juez; y, mientras vivía el juez, los salvaba de sus enemigos, porque le daba lástima oírlos gemir bajo la tiranía de sus opresores. Pero, en cuanto moría el juez, recalan y se portaban peor que sus padres, yendo tras otros dioses, rindiéndoles adoración; no se apartaban de sus maldades ni de su conducta obstinada.

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Salmo
Sal 105 R/. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo


No exterminaron a los pueblos
que el Señor les había mandado;
emparentaron con los gentiles,
imitaron sus costumbres. R/.

Adoraron sus ídolos y cayeron en sus lazos;
inmolaron a los demonios sus hijos y sus hijas. R/.

Se mancharon con sus acciones
y se prostituyeron con sus maldades.
La ira del Señor se encendió contra su pueblo,
y aborreció su heredad. R/.

Cuántas veces los libró;
mas ellos, obstinados en su actitud,
perecían por sus culpas;
pero él miró su angustia,
y escuchó sus gritos. R/.

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Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 19,16-22

En aquel tiempo, se acercó uno a Jesús y le preguntó: «Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?»
Jesús le contestó: «¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.»
Él le preguntó: «¿Cuáles?»
Jesús le contestó: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo.»
El muchacho le dijo: «Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?»
Jesús le contestó: «Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres –así tendrás un tesoro en el cielo– y luego vente conmigo.»
Al oír esto, el joven se fue triste, porque era rico.


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Reflexión del Evangelio de hoy
La vida eterna



La vida eterna es la vida que tenemos ahora y la que vamos a tener después, a perpetuidad. ¿Es la misma? Sí y no. Sí, porque hablamos de mi vida, no de la de dos seres o personas, sino de la mía; y no, porque sus características, en uno y otro estadio, van a ser distintas, aunque correspondan a la vida de la misma persona. De ahí que hablemos de una vida pasajera, la actual, y de una vida eterna, la de después.

¿Dónde está la distinción? Pido disculpas por repetir la cita del Papa emérito Benedicto XVI, que, creo, ya he mencionado en algún otro comentario sobre el mismo tema. Pero, yo no lo podría explicar mejor; y mis palabras nunca tendrían la seguridad y la fuerza de las suyas. En el segundo volumen de su obra “Jesús de Nazaret”, dice, a este propósito, lo siguiente: “La expresión vida eterna no significa la vida que viene después de la muerte -como tal vez piensa de inmediato el lector moderno- en contraposición a la vida actual, que es ciertamente pasajera y no una vida eterna. Vida eterna significa la vida misma, la vida verdadera, que puede ser vivida también en este tiempo y que después ya no puede ser rebatida por la muerte física. Esto es lo que realmente interesa: abrazar ya desde ahora la vida, la vida verdadera, que ya nada ni nadie puede destruir”.

¿Qué hacer para obtenerla?
Jesús contesta hoy a esta pregunta cuando lo hace dirigiéndose al joven que le había preguntado. El evangelista acaba la descripción del encuentro del joven con Jesús diciendo: “Al oír esto, el joven se fue triste, porque era rico”. Y es cierto. Las riquezas pueden ser un obstáculo para el seguimiento, pero no insalvable. Solamente lo es cuando se convierten –o las convertimos- en otro dios alternativo al verdadero y único.

Nos ayudará a comprenderlo Jesús, cuando, en otra ocasión, habla sobre el mismo tema en estos términos: “Trabajad –les decía Jesús en Cafarnaún- no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna. Ellos le preguntaron: ¿Y qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios y poder tener la vida eterna? Respondió Jesús: La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado” (Jn 6,29).

Entre el deseo del joven y la oferta de Jesús hay un gran vacío que sólo se salva con un gran paso cualitativo: la fe en el enviado. La fe es a la vez gracia de Dios y esfuerzo del hombre. Este es el trabajo que Dios quiere: que creamos en su enviado. Tener fe en Jesús, entendido como un trabajo, como una tarea a realizar. Jesús le dice al joven y nos dice a nosotros que escojamos: él o lo demás –riquezas, poderes, seguridades humanas-. Si optamos por él, seguiremos necesitando, por humanos y peregrinos, de las cosas de aquí abajo. Pero, sirviéndonos de ellas para que Dios garantice, nunca nosotros ni nuestras obras, la vida, la verdadera, la eterna La que vivió, predicó y santificó al Papa San Pío X, y que hoy nos sirve de recuerdo, modelo y protector.

Las preocupaciones de muchos hoy son las que tenía el joven del Evangelio. ¿Crees que se atreven, como él a preguntar a Jesús?
En caso afirmativo, ¿no te parece que la respuesta de Jesús sería similar a la que dio al joven, confianza en él y coherencia de vida?


Fray Hermelindo Fernández Rodríguez
La Virgen del Camino

LOS SANTOS DE HOY LUNES 21 DE AGOSTO DEL 2017

Ramón Peiró Victori, BeatoRamón Peiró Victori, Beato
Presbítero y Mártir, 21 de agosto
Bruno Zembol, BeatoBruno Zembol, Beato
Mártir, 21 de agosto
Sidon (Sidonio) Apolinar, SantoSidon (Sidonio) Apolinar, Santo
Obispo, 21 de agosto
Pedro Sadurní Raventós, BeatoPedro Sadurní Raventós, Beato
Sacerdote y Mártir, 21 de agosto
Juan Cuscó Oliver, BeatoJuan Cuscó Oliver, Beato
Sacerdote y Mártir, 21 de agosto
Ladislao Findysz, BeatoLadislao Findysz, Beato
Sacerdote y Mártir, 21 de agosto
Victoria Rasoamanarivo, BeataVictoria Rasoamanarivo, Beata
Viuda y Princesa de Madagascar, 21 de agosto
Pío X, SantoPío X, Santo
CCLVII Papa, 21 de agosto

FELIZ SEMANA!!!





domingo, 20 de agosto de 2017

ORACIÓN A SAN BERNARDO DE CLARAVAL


Oración a San Bernardo de Claraval

San Bernardo: gran predicador, enamorado de Cristo y 
de la Madre Santísima: pídele al buen Dios 
que nos conceda a nosotros un amor a Dios 
y al prójimo, semejante al que te concedió a ti. 
Quiera Dios que así sea.

SAN BERNARDO DE CLARAVAL, 20 DE AGOSTO


Bernardo de Claraval, Santo
Bernardo, Claraval, abad, Doctor, Iglesia, Santo, Francia, monje, sacerdote,


Memoria Litúrgica, 20 de agosto 


Fuente: Centro de Espiritualidad Santa Maria 



Doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: Memoria de san Bernardo, abad y doctor de la Iglesia, el cual, habiendo ingresado con treinta compañeros en el nuevo monasterio del Cister, fue después fundador y primer abad del monasterio de Clairvaux (Claraval), dirigiendo sabiamente a los monjes por el camino de los mandamientos del Señor, con su vida, su doctrina y su ejemplo. Recorrió una y otra vez Europa para restablecer la paz y la unidad e iluminó a la Iglesia con sus escritos y sabios consejos, hasta que descansó en el Señor cerca de Langres, en Francia (1153).
Etimológicamente: Bernardo = corazón de oro. Viene de la lengua alemana
Fecha de canonización: Fue canonizado el 18 de enero de 1174 por el papa Alejandro III, y posteriormente el papa Pío VIII lo proclamó Doctor de la Iglesia en 1830.
Breve Biografía

En orden cronológico, o sea en cuanto al tiempo, San Bernardo es el último de los llamados Padres de la Iglesia. Pero en importancia es uno de los que más han influido en el pensamiento católico en todo el mundo.

Nace en Borgoña, Francia (cerca de Suiza) en el año 1090. Sus padres tuvieron siete hijos y a todos los formaron estrictamente haciéndoles aprender el latín, la literatura y, muy bien aprendida, la religión.

La familia que se fue con Cristo

Esta familia ha sido un caso único en la historia. Cuando Bernardo se fue de religioso, se llevó consigo a sus 4 hermanos varones, y un tío, dejando a su hermana a que cuidará al papá (la mamá ya había muerto) y el hermanito menor para que administrara las posesiones que tenían. Dicen que cuando llamaron al menor para anuanciarle que ellos se iban de religiosos, el muchacho les respondió: "¡Ajá! ¿Conque ustedes se van a ganarse el cielo, y a mí me dejan aquí unicamente en la tierra? Esto no lo puedo aceptar". Y un tiempo después, también él se fue de religioso. Y más tarde llegaron además al convento el papá y el esposo de la hermana (y ella también se fué de monja). Casos como este son más únicos que raros.

La personalidad de Bernardo

Pocos individuos han tenido una personalidad tan impactante y atrayente, como San Bernardo. El poseía todas las ventajas y cualidades que pueden hacer amable y simpático a un joven. Inteligencia viva y brillante. Temperamento bondadoso y alegre, se ganaba la simpatía de cuantos trataban con él. Esto y su físico lleno de vigor y lozanía era ocasión de graves peligros para su castidad y santidad. Por eso durante algún tiempo se enfrió en su fervor y empezó a inclinarse hacia lo mundano y lo sensual. Pero todo esto lo llenaba de desilusiones. Las amistades mundanas por más atractivas y brillantes que fueran lo dejaban vacío y lleno de hastío. Después de cada fiesta se sentía más y más desilusionado del mundo y de sus placeres.

A mal grave, remedio terrible

Como sus pasiones sexuales lo atacaban violentamente, una noche se revolcó entre el hielo hasta quedar casi congelado. Y el tremendo remedio le trajo mucha paz.

Una visión cambia su rumbo: una noche de Navidad, mientras celebraban las ceremonias religiosas en el templo se quedó dormido y le pareció ver al Niño Jesús en Belén en brazos de María, y que la Santa Madre le ofrecía al Niñito Santo para que lo amara y lo hiciera amar mucho por los demás. Desde este día ya no pensó sino en consagrarse a la religión y al apostolado.

Un hombre que arrastra con todo lo que encuentra

Bernardo se fue al convento de monjes benedictinos llamado Cister, y pidió ser admitido. El superior, San Esteban, lo aceptó con gran alegría pues, en aquel convento, hacía 15 años que no llegaban religiosos nuevos.

Bernardo volvió a su familia a contar la noticia y todos se opusieron. Los amigos le decían que esto era desperdiciar una gran personalidad para irse a sepultarse vivo en un convento. La familia no aceptaba de ninguna manera.

Pero aquí sí que apareció el poder tan sorprendente que este hombre tenía para convencer a los demás e influir en ellos y ganarse su voluntad. Empezó a hablar tan maravillosamente de las ventajas y cualidades que tiene la vida religiosa, que logró llevarse al convento a sus cuatro hermanos mayores, a su tío y casi a todos los jóvenes de los alrededores, y junto con 31 compañeros llegó al convento de los Cistercienses a pedir ser admitidos de religiosos. Pero antes en su finca los había preparado a todos por varias semanas, entrenándolos acerca del modo como debían comportarse para ser unos fervorosos religiosos. En el año 1112, a la edad de 22 años, se fue de religioso al convento.

El papá, el hermano Nirvardo, el cuñado y la hermana, ya irán llegando uno por uno a pedir ser recibidos como religiosos.

Formidable poder de atracción. En toda la historia de la Iglesia es difícil encontrar otro hombre que haya sido dotado por Dios de un poder de atracción tan grande para llevar gentes a las comunidades religiosas, como el que recibió Bernardo. Las muchachas tenían terror de que su novio hablara con el santo, porque lo mas probable era que se iría de religioso. En las universidades, en los pueblos, en los campos, los jóvenes al oírle hablar de las excelencias y ventajas de la vida en un convento, se iban en numerosos grupos a que él los instruyera y los formara como religiosos. Durante su vida fundó más de 300 conventos para hombres, e hizo llegar a gran santidad a muchos de sus discípulos. Lo llamaban "el cazador de almas y vocaciones". Con su apostolado consiguió que 900 monjes hicieran profesión religiosa.

Fundador de Claraval. En el convento del Císter demostró tales cualidades de líder y de santo, que a los 25 años (con sólo tres de religioso) fue enviado como superior a fundar un nuevo convento. Escogió un sitio sumamente árido y lleno de bosques donde sus monjes tuvieran que derramar el sudor de su frente para poder cosechar algo, y le puso el nombre de Claraval, que significa valle muy claro, ya que allí el sol ilumina fuerte todo el día.

Supo infundir del tal manera fervor y entusiasmo a sus religiosos de Claraval, que habiendo comenzado con sólo 20 compañeros a los pocos años tenía 130 religiosos; de este convento de Claraval salieron monjes a fundar otros 63 conventos.

La oratoria de santo. Después de San Juan Crisóstomo y de San Agustín, es difícil encontrar otro orador católico que haya obtenido tantos éxitos en su predicación como San Bernardo. Lo llamaban "El Doctor boca de miel" (doctor melífluo) porque sus palabras en la predicación eran una verdadera golosina llena de sabrosura, para los que la escuchaban. Su inmenso amor a Dios y a la Virgen Santísima y su deseo de salvar almas lo llevaban a estudiar por horas y horas cada sermón que iba a pronunciar, y luego como sus palabras iban precedidas de mucha oración y de grandes penitencias, el efecto era fulminante en los oyentes. Escuchar a San Bernardo era ya sentir un impulso fortísimo a volverse mejor.

Su amor a la Virgen Santísima.

Los que quieren progresar en su amor a la Madre de Dios, necesariamente tienen que leer los escritos de San Bernardo, porque entre todos los predicadores católicos quizás ninguno ha hablado con más cariño y emoción acerca de la Virgen Santísima que este gran santo. Él fue quien compuso aquellas últimas palabras de la Salve: "Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María". Y repetía la bella oración que dice: "Acuérdate oh Madre Santa, que jamás se oyó decir, que alguno a Ti haya acudido, sin tu auxilio recibir".

El pueblo vibraba de emoción cuando le oía clamar desde el púlpito con su voz sonora e impresionante. "Si se levantan las tempestades de tus pasiones, mira a la Estrella, invoca a María. Si la sensualidad de tus sentidos quiere hundir la barca de tu espíritu, levanta los ojos de la fe, mira a la Estrella, invoca a María. Si el recuerdo de tus muchos pecados quiere lanzarte al abismo de la desesperación, lánzale una mirada a la Estrella del cielo y rézale a la Madre de Dios. Siguiéndola, no te perderás en el camino. Invocándola no te desesperarás. Y guiado por Ella llegarás seguramente al Puerto Celestial". Sus bellísimos sermones son leídos hoy, después de varios siglos, con verdadera satisfacción y gran provecho.

Viajero incansable. El más profundo deseo de San Bernardo era permanecer en su convento dedicado a la oración y a la meditación. Pero el Sumo Pontífice, los obispos, los pueblos y los gobernantes le pedían continuamente que fuera a ayudarles, y él estaba siempre pronto a prestar su ayuda donde quiera que pudiera ser útil. Con una salud sumamente débil (porque los primeros años de religioso, por imprudente, se dedicó a hacer demasiadas penitencias y se le daño la digestión) recorrió toda Europa poniendo la paz donde había guerras, deteniendo fuertemente las herejías, corrigiendo errores, animando desanimados y hasta reuniendo ejércitos para defender la santa religión católica. Era el árbitro aceptado por todos.

Exclamaba: A veces no me dejan tiempo durante el día ni siquiera para dedicarme a meditar. Pero estas gentes están tan necesitadas y sienten tanta paz cuando se les habla, que es necesario atenderlas (ya en las noches pararía luego sus horas dedicado a la oración y a la meditación).

De carbonero a Pontífice. Un hombre muy bien preparado le pidió que lo recibiera en su monasterio de Claraval. Para probar su virtud lo dedicó las primeras semanas a transportar carbón, y el otro lo hizo de muy buena voluntad. Después llegó a ser un excelente monje, y más tarde fue nombrado Sumo Pontífice: Eugenio III. El santo le escribió un famoso libro llamado "De consideratione", en el cual propone una serie de consejos importantísimos para que los que están en puestos elevados no vayan a cometer el gravísimo error de dedicarse solamente a actividades exteriores descuidando la oración y la meditación. Y llegó a decirle: "Malditas serán dichas ocupaciones, si no dejan dedicar el debido tiempo a la oración y a la meditación".

Despedida gozosa. Después de haber llegado a ser el hombre más famoso de Europa en su tiempo y de haber conseguido varios milagros (como por ej. Hacer hablar a un mudo, el cual confesó muchos pecados que tenía sin perdonar) y después de haber llenado varios países de monasterios con religiosos fervorosos, ante la petición de sus discípulos para que pidiera a Dios la gracia de seguir viviendo otros años más, exclamaba: "Mi gran deseo es ir a ver a Dios y a estar junto a Él. Pero el amor hacia mis discípulos me mueve a querer seguir ayudándolos. Que el Señor Dios haga lo que a Él mejor le parezca". Y a Dios le pareció que ya había sufrido y trabajado bastante y que se merecía el descanso eterno y el premio preparado para los discípulos fieles, y se lo llevó a sus eternidad feliz el 20 de agosto del año 1153. Solamente tenía 63 años pero había trabajado como si tuviera más de cien. El sumo pontífice lo declaró Doctor de la Iglesia.

¡Felicidades quienes lleven este nombre!

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY DOMINGO 20 AGOSTO 2017


Domingo 20º del Tiempo Ordinario – Ciclo A
Domingo 20 de Agosto de 2017

“Tú me salvas“





Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (56,1.6-7):

Así dice el Señor: «Guardad el derecho, practicad la justicia, que mi salvación está para llegar, y se va a revelar mi victoria. A los extranjeros que se han dado al Señor, para servirlo, para amar el nombre del Señor y ser sus servidores, que guardan el sábado sin profanarlo y perseveran en mi alianza, los traeré a mi monte santo, los alegraré en mi casa de oración, aceptaré sobre mi altar sus holocaustos y sacrificios; porque mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos.»

Palabra de Dios

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Salmo
Sal 66,2-3.5.6.8

R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben

El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R/.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R/.

Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga;
que le teman hasta los confines del orbe. R/.

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Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (11,13-15.29-32):

Os digo a vosotros, los gentiles: Mientras sea vuestro apóstol, haré honor a mi ministerio, por ver si despierto emulación en los de mi raza y salvo a alguno de ellos. Si su reprobación es reconciliación del mundo, ¿qué será su reintegración sino un volver de la muerte a la vida? Pues los dones y la llamada de Dios son irrevocables. Vosotros, en otro tiempo, erais rebeldes a Dios; pero ahora, al rebelarse ellos, habéis obtenido misericordia. Así también ellos, que ahora son rebeldes, con ocasión de la misericordia obtenida por vosotros, alcanzarán misericordia. Pues Dios nos encerró a todos en la rebeldía para tener misericordia de todos.

Palabra de Dios

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Lectura del santo Evangelio según san Mateo 15,21-28:

En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.» Él no le respondió nada.
Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: «Atiéndela, que viene detrás gritando.»
Él les contestó: «Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.»
Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió: «Señor, socórreme.»
Él le contestó: «No está bien echar a los perros el pan de los hijos.»
Pero ella repuso: «Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.»
Jesús le respondió: «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.»
En aquel momento quedó curada su hija.

Palabra del Señor

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Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Mt 15,21-28

JESÚS ES DE TODOS

Una mujer pagana toma la iniciativa de acudir a Jesús, aunque no pertenece al pueblo judío. Es una madre angustiada que vive sufriendo con una hija «maltratada por un demonio». Sale al encuentro de Jesús dando gritos: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David».

La primera reacción de Jesús es inesperada. Ni siquiera se detiene para escucharla. Todavía no ha llegado la hora de llevar la Buena Noticia de Dios a los paganos. Como la mujer insiste, Jesús justifica su actuación: «Dios me ha enviado solo a las ovejas perdidas del pueblo de Israel».

La mujer no se echa atrás. Superará todas las dificultades y resistencias. En un gesto audaz se postra ante Jesús, detiene su marcha y, de rodillas, con un corazón humilde, pero firme, le dirige un solo grito: «Señor, socórreme».

La respuesta de Jesús es insólita. Aunque en esa época los judíos llamaban con toda naturalidad «perros» a los paganos, sus palabras resultan ofensivas a nuestros oídos: «No está bien echar a los perrillos el pan de los hijos». Retomando su imagen de manera inteligente, la mujer se atreve desde el suelo a corregir a Jesús: «Eso es cierto, Señor, pero también los perrillos comen las migajas que caen de la mesa de los amos».

Su fe es admirable. Seguro que en la mesa del Padre se pueden alimentar todos: los hijos de Israel y también los «perros» paganos. Jesús parece pensar solo en las «ovejas perdidas» de Israel, pero también ella es una «oveja perdida». El Enviado de Dios no puede ser solo de los judíos. Ha de ser de todos y para todos.

Jesús se rinde ante la fe de la mujer. Su respuesta nos revela su humildad y su grandeza: «Mujer, ¡qué grande es tu fe!, que se cumpla como deseas». Esta mujer está descubriendo a Jesús que la misericordia de Dios no excluye a nadie. El Padre bueno está por encima de las barreras étnicas y religiosas que trazamos los humanos.

Jesús reconoce a la mujer como creyente, aunque vive en una religión pagana. Incluso encuentra en ella una «fe grande», no la fe pequeña de sus discípulos, a los que recrimina más de una vez como «hombres de poca fe». Cualquier ser humano puede acudir a Jesús con confianza. Él sabe reconocer su fe, aunque viva fuera de la Iglesia. Todos podrán encontrar en él un Amigo y un Maestro de vida.

Los cristianos hemos de alegrarnos de que Jesús siga atrayendo hoy a tantas personas que viven fuera de la Iglesia. Jesús es más grande que todas nuestras instituciones. Él sigue haciendo mucho bien, incluso a aquellos que se han alejado de nuestras comunidades cristianas.

LOS SANTOS DE HOY DOMINGO 20 DE AGOSTO 2017

Teófilo Matulionis, BeatoTeófilo Matulionis, Beato
Obispo y Mártir, 20 de agosto
Filiberto de Jumièges, SantoFiliberto de Jumièges, Santo
Abad, 20 de agosto
Magín Albaigés Escoda, BeatoMagín Albaigés Escoda, Beato
Sacerdote y Mártir, 20 de agosto
Serapio Sanz Iranzo, BeatoSerapio Sanz Iranzo, Beato
Religioso y Mártir, 20 de agosto
Francisco Llagostera Bonet, BeatoFrancisco Llagostera Bonet, Beato
Sacerdote y Mártir, 20 de agosto
Tomás Campo Marín, BeatoTomás Campo Marín, Beato
Sacerdote y Mártir, 20 de agosto
Pablo Segalá Solé, BeatoPablo Segalá Solé, Beato
Sacerdote y Mártir, 20 de agosto
Francisco Segalá Solé, BeatoFrancisco Segalá Solé, Beato
Sacerdote y Mártir, 20 de agosto
Silverio de San Luis Gonzaga Perucho Fontarro, BeatoSilverio de San Luis Gonzaga Perucho Fontarro, Beato
Sacerdote y Mártir, 20 de agosto
George Hafner, BeatoGeorge Hafner, Beato
Sacerdote y Mártir, 20 de agosto
Maria de Mattias, SantaMaria de Mattias, Santa
Fundadora, 20 de agosto
Bernardo Tolomei, SantoBernardo Tolomei, Santo
Abad y Fundador, 20 de agosto
Samuel, SantoSamuel, Santo
Juez y Profeta de Israel, 20 de agosto
Bernardo de Claraval, SantoBernardo de Claraval, Santo
Memoria Litúrgica, 20 de agosto

FELIZ DOMINGO!!!




sábado, 19 de agosto de 2017

NOVENA A SAN AGUSTÍN, DEL 19 AL 27 DE AGOSTO


Novena a San Agustín
Oraciones para cada día de la novena, la puedes hacer tantas veces desees, de manera especial los días previos a su fiesta 
(19 al 27 de agosto)


Por: n/a | Fuente: devocionario.com 




Por la señal…
Señor mío Jesucristo…

Oración inicial para todos los días.
Peregrino y enfermo, vuelvo a Ti, Dios mío, cansado de peregrinar fuera de Ti, y agobiado por el grave peso de mis males. Lo he visto; lo he experimentado: lejos de Ti no hay abrigo, ni hartura, ni descanso, ni bien alguno que sacie los deseos del alma que creaste.

Heme, pues, aquí, desnudo y hambriento y miserable, ¡oh Dios de mi salud!

Ábreme las deseadas puertas de tu casa; perdóname; recíbeme; sáname de todas mis enfermedades; úngeme con el óleo de tu gracia, y dame el ósculo de paz que prometiste al pecador contrito y humillado.

¿A quién, sino a Ti, clamaré, desde el profundo abismo de mis males, oh Dios mío y Misericordia mía?

Como el ciervo herido desea la corriente de las aguas, así mi alma corre a Ti, sedienta de tu amor, y desea tu rostro amabilísimo.

¡Oh Verdad! ¡Oh Belleza infinitamente amable de Dios! ¡ Cuán tarde te amé!, ¡cuán tarde te conocí! y ¡cuán desdichado fue el tiempo en que no te amé ni conocí!

Mis delitos me han envejecido; mis culpas me han afeado; mis iniquidades han sobrepujado, como las olas del mar, por encima de mi cabeza.

¡Quién me diera, Dios mío, un amor infinito para amarte, y un dolor infinito para arrepentirme del tiempo en que no te amé corno debía!

Mas, al fin, te amo y te conozco, Bien sumo y Verdad suma, y con la luz que Tú me das me conozco y me aborrezco, pues yo he sido el principio y la causa toda de mis males.

¡Conózcate yo, Dios mío, de modo que te ame y no te pierda!

¡Conózcame a mí, de suerte que sepa aborrecerme y no me busque vanamente en cosa alguna!

¡Amete yo, mi Dios, y suma Riqueza de mi alma, de modo que merezca poseerte! ¡Y aborrézcame a mí de modo tal que me vea libre de la gran miseria de mí mismo!

¡Muera yo a mí, que soy causa de mi muerte, para no morir con muerte sempiterna! ¡Y viva yo para Ti, Dios mío y Vida mía, de modo que Tú seas mi verdadera vida y mi salud perfecta para siempre! Amén.


Rezar la oración correspondiente al día:



DÍA PRIMERO

Comenzar con la oración de todos los días.

Vocación divina.

Gloriosísimo Padre San Agustín, que por divina dispensación fuisteis llamado de las tinieblas de la gentilidad y de los caminos del error y de la culpa a la admirable luz del Evangelio y a los rectísimos caminos de la gracia y de la justificación para ser ante los hombres vaso de predilección divina y brillar en días calamitosos para la Iglesia, como estrella de la mañana entre las tinieblas de la noche: alcanzadnos del Dios de toda consolación y misericordia el ser llamados y predestinados, como Vos lo fuisteis, a la vida de la gracia y a la gracia de la eterna vida, donde juntamente con Vos cantemos las misericordias del Señor y gocemos la suerte de los elegidos por los siglos de los siglos. Amén.

Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos conseguir en esta Novena.

Tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la Santísima Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este Misterio el gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín. Terminar con la oración final para todos los días.


DÍA SEGUNDO

Comenzar con la oración de todos los días.

Conversión a Dios.

Gloriosísimo Padre San Agustín, que en la hora dichosa de vuestra conversión a Dios fuisteis iluminado de tal modo por la luz de la verdad divinamente revelada, que en vuestra inteligencia no quedó lugar alguno para las tinieblas que la oscurecían, ni en vuestro corazón escoria alguna de los amores de la tierra, y en aquel punto quedasteis hecho Doctor y Maestro de una ciencia divina que antes no comprendíais, y antorcha resplandeciente de una caridad tan nueva y tan divina que os hizo aborrecer todo lo que antes amabais: alcanzadnos del Dios de toda piedad y misericordia la gracia de convertirnos a Él de tal manera que no habite jamás en nosotros la ceguedad y corrupción del hombre viejo, y seamos vestidos totalmente de luz y de la gracia del nuevo Adán, Jesucristo Señor nuestro, el cual sea nuestra vida y nuestro amor por los siglos de los siglos. Amén

Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos conseguir en esta Novena.

Tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la Santísima Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este Misterio el gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín. Terminar con la oración final para todos los días.

DÍA TERCERO

Comenzar con la oración de todos los días.

Perseverancia.

Gloriosísimo Padre San Agustín, que desde el día dichoso de vuestra conversión supisteis ya correr y saltar con alegría por los caminos del temor del Señor, sin desfallecer jamás, ni volver los ojos a las antiguas sendas de vuestra juventud, porque en la escuela de aquel santo temor aprendisteis la sabiduría, la disciplina, la justicia y la equidad, que fueron corona de gracias para vuestra cabeza y collar de perlas preciosas para vuestro cuello: alcanzádnos del Dios de toda providencia y sabiduría aquella sagacidad que hace sabios a los niños, y aquel entendimiento que da prudencia a los adultos, para que sepamos volar en pos de vuestros altísimos ejemplos, como en pos del águila sus hijuelos, hasta conseguir, como Vos, el premio de los que vencen y la corona de los que triunfan en Jesucristo Nuestro Señor por los siglos de los siglos. Amén.

Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos conseguir en esta Novena.

Tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la Santísima Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este Misterio el gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín. Terminar con la oración final para todos los días.

DÍA CUARTO

Comenzar con la oración de todos los días.

Castidad.

Gloriosísimo Padre San Agustín, que, desde el día en que felizmente rompisteis las cadenas de la antigua servidumbre del pecado, de tal modo os consagrasteis a Dios y al estudio de la verdadera sabiduría, que no quisisteis otra esposa que la excelsa virtud de la castidad, y en ella supisteis encontrar la vena del contento y de la alegría de vuestro corazón, aborreciendo para siempre las turbias y corrompidas aguas de las cisternas de la tierra: alcanzadnos del Dios poderoso de las virtudes la gracia de saber desatarnos de todo vínculo, no santo, de carne y sangre, de modo que permanezcamos libres, puros y castos, como ángeles de Dios, sobre la tierra, para que seamos dignos, un día, de alcanzar, como vos, el premio de los limpios de corazón, que es ver a Dios, cara a cara, entre los increados resplandores de su gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos conseguir en esta Novena.

Tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la Santísima Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este Misterio el gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín. Terminar con la oración final para todos los días.

DÍA QUINTO

Comenzar con la oración de todos los días.

Pobreza

Gloriosísimo Padre San Agustín, que, al sumergiros en las aguas purificadoras del Bautismo, de tal modo os desnudasteis, en aquel instante, del afecto a las cosas de la tierra, que ya no pensasteis sino en abrazaros con la apostólica virtud de la pobreza, y no contento con abrazarla vos y practicarla, con la increíble estimación de su hermosura, la persuadisteis a muchos y sobre ella fundasteis el edificio inmenso de vuestra admirable y Santa Religión: alcanzadnos, del Dios que os inspiró tanto amor a la perfectísima pobreza, la gracia de vivir y morir, como verdaderos pobres de Cristo, desposeídos de todo apego a las cosas perecederas de acá abajo, y fijo siempre el corazón y el pensamiento en los bienes eternos de allá arriba, para que, libres del peso inútil de aquellas, merezcamos, como vos, la posesión dichosa de éstos por los siglos de los siglos. Amén.

Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos conseguir en esta Novena.

Tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la Santísima Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este Misterio el gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín. Terminar con la oración final para todos los días.

DIA SEXTO

Comenzar con la oración de todos los días.

Obediencia

Gloriosísimo Padre San Agustín, que, desde el día para siempre memorable en que os incorporasteis a la Iglesia de Cristo, de tal modo reconocisteis su divina autoridad sobre los hombres, que confesabais no poder ser hijo de la Fe si no lo fuerais antes de la Iglesia, y con la palabra y el ejemplo confirmasteis a los fieles en la universal y absoluta sumisión a la cátedra de San Pedro: alcanzadnos, del Dios que se hizo a sí mismo obediente hasta la muerte, la gracia de no separarnos jamás de la unidad santa de su Iglesia y de rendir nuestro juicio y voluntad a los Prelados que en nombre de la Iglesia nos gobiernen, con aquella docilidad que es puerta infalible de la eterna vida, a fin de que merezcamos, un día, las victorias de los que dignamente obedecen y la gloria inmarcesible de los que sabiamente se humillan por los siglos de los siglos. Amén.

Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos conseguir en esta Novena.

Tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la Santísima Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este Misterio el gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín. Terminar con la oración final para todos los días.

DÍA SÉPTIMO

Comenzar con la oración de todos los días.

Humildad

Gloriosísimo Padre San Agustín, que, desde la cumbre misma de la santidad, y rodeado de los esplendores de la dignidad altísima de que os hallabais investido en la Iglesia de Dios, no os olvidasteis de mirar al abismo de la humana fragilidad y miseria, y, embriagado del vino generoso de la compunción por los pasados extravíos de vuestra juventud, los confesasteis a la faz del mundo, para vuestra humillación y justísima alabanza y glorificación de la gracia y de las grandes misericordias del Señor: alcanzadnos del Dios justísimo y misericordiosísimo, que abate hasta el infierno a los soberbios y ensalza hasta su gloria a los humildes, la gracia de adorar con reverencia sus tremendos juicios, reconociendo con verdadera luz nuestros pecados, y confesando con amor sus divinas misericordias, para que, libres de la confusión e ignominia de los soberbios. merezcamos, un día, ser ensalzados como los humildes, entre los verdaderos hijos de Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos conseguir en esta Novena.

Tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la Santísima Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este Misterio el gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín. Terminar con la oración final para todos los días.

DÍA OCTAVO

Comenzar con la oración de todos los días.

Santidad

Gloriosísimo Padre San Agustín, «bello sol» entre los Doctores de la Iglesia; «luna llena» entre los sabios de todos los tiempos, que de vos toman la lumbre de la sabiduría; «alto ciprés» entre los confesores, por vuestra magnanimidad y fortaleza; «fresco y fragantísimo lirio» entre los castos e inocentes, que no habéis manchado nunca la blanca estola del Bautismo que una vez recibisteis; «árbol de oloroso incienso» por la devoción y contemplación con que penetrasteis los misterios divinos; «arco iris» de paz entre Dios y los hombres en días calamitosos y terribles para todo el mundo; «hermosísima palmera, rodeada de renuevos y cargada de preciosísimos racimos», como Padre y Patriarca de una gran familia de monjes y de vírgenes; «rico vaso de oro, guarnecido de piedras preciosas», porque resplandecéis entre los Santos por la hermosura y variedad de vuestras virtudes y por el brillo de vuestra caridad indeficiente: alcanzadnos del Dios tres veces Santo y Amador de toda santidad la gracia de ser, a semejanza vuestra, sabios en la doctrina, magnánimos en la fortaleza, inmaculados en las costumbres, amantes de la oración y del retiro, pacíficos con todos nuestros hermanos, resplandecientes con la luz del buen ejemplo, y en toda virtud ricos, llenos y perfectos, conforme a nuestra vocación y estado, de modo que merezcamos, algún día, estar en donde vos estáis y reinar con vos entre los santos por los siglos de los siglos. Amén.

Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos conseguir en esta Novena.

Tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la Santísima Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este Misterio el gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín. Terminar con la oración final para todos los días.

DÍA NOVENO

Comenzar con la oración de todos los días.

Celo

Gloriosísimo Padre San Agustín, celosísimo defensor de la honra del Altísimo, que, inflamado en la llama de un celo abrasador y divino, quitasteis de la tierra las abominaciones de la impiedad; procurasteis de mil modos la salud de todas las gentes, y velasteis por la gloria del Señor, por el decoro de su templo y la santidad de sus sacerdotes: alcanzadnos del Dios santísimo y celosísimo de la gloria de su nombre, y que tiene por nombre «fuego abrasador», que se digne encender en nuestros corazones aquel sagrado fuego que abrasaba el vuestro, a fin de que arda siempre en nosotros aquel celo que purifica y no destruye, que corrige y no afrenta, que todo lo repara y edifica, mas nunca se envanece con el triunfo, porque da toda la gloria a solo Dios, a quien solamente se debe y a quien sea todo honor y toda la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Meditemos unos instantes y pidamos la gracia que deseamos conseguir en esta Novena.

Tres Padrenuestros, Avemaría y Glorias a la Santísima Trinidad, en memoria de la devoción con que veneró este Misterio el gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín. Terminar con la oración final para todos los días.




Oración final para todos los días.

Gloríosísimo Padre San Agustín, Doctor sapientísimo de la gracia, Custodio fidelísimo de la fe, Patriarca dichosísimo de la gran familia agustiniana y de tantas familias religiosas que abrazaron vuestra apostólica Regla, como amplísimo camino de perfección y santidad! Acordaos, en la abundancia de vuestra gloria y en las eternas alegrías de la patria, de los que todavía gemimos en la tribulación y en el destierro; no os olvidéis en vuestro corazón, lleno ya de los deleites de Dios, de los hijos, de los amigos, de los pecadores, que os llaman y buscan como a Padre, como a Amigo. como a poderoso Mediador ante el Dios de las misericordias y de las justicias sempiternas.

¡Volver a tratar de la santidad con el impío, de la justicia con el injusto, del orden y de la paz con los que imperan y gobiernan, del salario de la eternidad con los obreros del tiempo, del gozo y de la posesión del sumo Bien con todos los hijos del dolor y del trabajo.

¡Vuelva a caer sobre la tierra el rocío de vuestra palabra!

¡Vuelvan a florecer las soledades y los claustros de la santidad de vuestros monjes y de vuestras vírgenes!

¡Vuelva, como en días de triunfo, a respirar con alegría la militante Iglesia bajo la sombra de vuestro báculo!

Padre y Pastor amantísimo, que no queríais vuestra salvación sino salvando a vuestro pueblo: no os olvidéis ahora, que estáis en el lugar seguro, de los que nos hallamos todavía en medio de la batalla y del peligro; cobijadnos a todos bajo las alas de vuestra caridad y vuestro celo; guardadnos a todos en el redil del Divino Pastor, Cristo; conducidnos por la senda dichosa de su Ley, y llevadnos con vos a los eternos pasos de su gloria, donde juntamente con vos le veamos en la inefable compañía del Padre y del Espíritu Santo, y Él sea nuestro Dios, y nosotros seamos su pueblo por los siglos de los siglos. Amén.


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