sábado, 20 de agosto de 2016

SAN BERNARDO DE CLARAVAL, CAZADOR DE ALMAS Y VOCACIONES


Hoy celebramos a San Bernardo de Claraval, el “cazador de almas y vocaciones”
Por María Ximena Rondón

 (ACI).- Su nombre significa “batallador y valiente”. Tenía una increíble capacidad de persuasión con la que llevó a cientos de hombres a los pies de Cristo, incluyendo a toda su familia. Fue consejero de reyes y Papas, escribió varios libros y una de las oraciones más famosas a la Virgen. Se le conoció como “El cazador de almas y vocaciones” y “El oráculo de la cristiandad”.

San Bernardo de Claraval nació en el castillo de Fontaine-les-Dijon, ubicado en Borgoña (Francia), en el año 1090. Su familia pertenecía a la nobleza francesa, ya que su padre Tescelino era uno de los caballeros del Duque de Borgoña y su madre Alice era hija de un poderoso señor feudal llamado Bernardo de Montbard. Fue el tercero de siete hermanos.

Desde niño tuvo una relación estrecha con su madre, quien durante su embarazo tuvo una visión sobre la vida del Santo. Bernardo era muy sensible y reservado. Junto a sus hermanos recibió una esmerada educación en historia, literatura y latín.

Cuando murió su madre, el joven volvió sus ojos hacia la Virgen María, a quien tuvo una fuerte devoción durante toda su vida. Compuso el “Acordaos”,  una de sus oraciones marianas más hermosas.  

Durante su juventud desarrolló una personalidad alegre, inteligente, bondadosa y carismática. Su temperamento vigoroso lo llevó a inclinarse por atracciones y amistades mundanas, pero en el fondo se sentía vacío y hastiado.

Una noche de Navidad en el año 1111, Bernardo se quedó dormido. En su sueño apareció la Virgen llevando al Niño Jesús en brazos y se lo ofrecía para que lo amara y lo hiciera amar por los demás. Desde entonces tomó la decisión de consagrarse a Dios y de llegar a la santidad.

Para combatir las tentaciones carnales se revolcaba en hielo. En 1112 ingresó al monasterio cisterciense de Citeaux, fundado por San Roberto, San Alberico y San Esteban Harding, y era el primer lugar donde se practicaba con rigor la regla de San Benito. San Esteban, que era el prior, aceptó a Bernardo con alegría, porque no recibían vocaciones hacía 15 años.

Con solo 25 años fue enviado en calidad de superior a fundar, con otros doce monjes, un nuevo monasterio en Champagne al que llamó Clairvaux (Claraval - que significa valle claro).

San Bernardo estaba dotado de una increíble capacidad de persuasión y de fascinación. Llevó a muchas almas hacia la vida religiosa y por ello se ganó el sobrenombre de “El Cazador de almas y vocaciones”. Las jóvenes tenían miedo de que sus novios hablaran con el santo porque Bernardo iba a las universidades, a los pueblos y a los campos a hablar sobre las maravillas y ventajas de la vida religiosa y terminaba convenciendo a muchos.

Fundó cerca de 300 conventos y consiguió que 900 hombres profesaran los votos. Uno de sus discípulos, Bernardo de Pisa, llegó a convertirse en Papa bajo el nombre de Eugenio III.

La familia que alcanzó a Cristo

Aparte de pertenecer a una familia noble, Bernardo perteneció a una familia santa.

Su madre, la Beata Alice de Montbard, fue una mujer caritativa y entregada a la voluntad de Dios. Formó en la fe cristiana a sus siete hijos y murió rezando el rosario. Su padre, el Venerable Tescelino, perdonó a un caballero que lo retó a duelo y lo hirió con su lanza. Inculcó a sus dos hijos mayores, el Beato Gerardo y el Beato Guy, importancia de la misericordia.

Cuando San Bernardo manifestó ante su familia su decisión de hacerse religioso al inicio se opusieron, pero el Santo logró convencerlos y logró llevarse consigo a sus cuatro hermanos mayores, el Beato Gerardo, el Beato Guy, el Beato Andrés y el Beato Bartolomé, a su tío y a 31 compañeros. Cuando se iban, el Beato Nirvardo, el hermano menor, les dijo: “¡Ajá! ¿Conque ustedes se van a ganarse el cielo y a mí me dejan aquí en la tierra? Esto no lo puedo aceptar”. Años más tarde el benjamín de la familia ingresó como religioso.

Antes de ingresar al monasterio, Bernardo condujo a sus familiares y amigos a una finca para prepararlos espiritualmente. Tiempo después, su padre Tescelino ingresa al monasterio de Citeaux.

La esposa del Beato Guy, Isabel, también se hizo monja junto con sus dos hijas. La hermana del santo, la Beata Humbelina, que anhelaba la vida religiosa gracias a los consejos de su hermano, llegó a un mutuo acuerdo con su esposo, Guy de Marcy, de que ambos se consagrarían a Dios. Guy se fue junto a los demás familiares. Humbelina fundó varios conventos y su lema fue “Amar es servir”.

La fama de sus cualidades intelectuales y espirituales era tan grande que los príncipes y los obispos le consultaban para los asuntos más importantes y respetaban sus opiniones y decisiones. Lo llamaban "el Oráculo de la cristiandad".

Bernardo murió el 21 de agosto de 1153, a los 73 años y había sido abad durante 38. Fue canonizado en 1174 y proclamado Doctor de la Iglesia en 1830.

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Biografía de San Bernardo de Claraval
Nace en Borgoña, Francia (cerca de Suiza) en el año 1090. Sus padres tuvieron siete hijos y a todos los formaron estrictamente haciéndoles aprender el latín, la literatura y, muy bien aprendida, la religión.

La familia que se fue con Cristo

Esta familia ha sido un caso único en la historia. Cuando Bernardo se fue de religioso, se llevó consigo a sus 4 hermanos varones, y un tío, dejando a su hermana a que cuidará al papá (la mamá ya había muerto) y el hermanito menor para que administrara las posesiones que tenían. Dicen que cuando llamaron al menor para anuanciarle que ellos se iban de religiosos, el muchacho les respondió: "¡Ajá! ¿Conque ustedes se van a ganarse el cielo, y a mí me dejan aquí unicamente en la tierra? Esto no lo puedo aceptar". Y un tiempo después, también él se fue de religioso. Y más tarde llegaron además al convento el papá y el esposo de la hermana (y ella también se fué de monja). Casos como este son más únicos que raros.

La personalidad de Bernardo

Pocos individuos han tenido una personalidad tan impactante y atrayente, como San Bernardo. El poseía todas las ventajas y cualidades que pueden hacer amable y simpático a un joven. Inteligencia viva y brillante. Temperamento bondadoso y alegre, se ganaba la simpatía de cuantos trataban con él. Esto y su físico lleno de vigor y lozanía era ocasión de graves peligros para su castidad y santidad. Por eso durante algún tiempo se enfrió en su fervor y empezó a inclinarse hacia lo mundano y lo sensual. Pero todo esto lo llenaba de desilusiones. Las amistades mundanas por más atractivas y brillantes que fueran lo dejaban vacío y lleno de hastío. Después de cada fiesta se sentía más y más desilusionado del mundo y de sus placeres.

A mal grave, remedio terrible

Como sus pasiones sexuales lo atacaban violentamente, una noche se revolcó entre el hielo hasta quedar casi congelado. Y el tremendo remedio le trajo mucha paz.

 Una visión cambia su rumbo: una noche de Navidad, mientras celebraban las ceremonias religiosas en el templo se quedó dormido y le pareció ver al Niño Jesús en Belén en brazos de María, y que la Santa Madre le ofrecía al Niñito Santo para que lo amara y lo hiciera amar mucho por los demás. Desde este día ya no pensó sino en consagrarse a la religión y al apostolado.

Un hombre que arrastra con todo lo que encuentra

Bernardo se fue al convento de monjes benedictinos llamado Cister, y pidió ser admitido. El superior, San Esteban, lo aceptó con gran alegría pues, en aquel convento, hacía 15 años que no llegaban religiosos nuevos.

 Bernardo volvió a su familia a contar la noticia y todos se opusieron. Los amigos le decían que esto era desperdiciar una gran personalidad para irse a sepultarse vivo en un convento. La familia no aceptaba de ninguna manera.

Pero aquí sí que apareció el poder tan sorprendente que este hombre tenía para convencer a los demás e influir en ellos y ganarse su voluntad. Empezó a hablar tan maravillosamente de las ventajas y cualidades que tiene la vida religiosa, que logró llevarse al convento a sus cuatro hermanos mayores, a su tío y casi a todos los jóvenes de los alrededores, y junto con 31 compañeros llegó al convento de los Cistercienses a pedir ser admitidos de religiosos. Pero antes en su finca los había preparado a todos por varias semanas, entrenándolos acerca del modo como debían comportarse para ser unos fervorosos religiosos. En el año 1112, a la edad de 22 años, se fue de religioso al convento.

 El papá, el hermano Nirvardo, el cuñado y la hermana, ya irán llegando uno por uno a pedir ser recibidos como religiosos.

 Formidable poder de atracción. En toda la historia de la Iglesia es difícil encontrar otro hombre que haya sido dotado por Dios de un poder de atracción tan grande para llevar gentes a las comunidades religiosas, como el que recibió Bernardo. Las muchachas tenían terror de que su novio hablara con el santo, porque lo mas probable era que se iría de religioso. En las universidades, en los pueblos, en los campos, los jóvenes al oírle hablar de las excelencias y ventajas de la vida en un convento, se iban en numerosos grupos a que él los instruyera y los formara como religiosos. Durante su vida fundó más de 300 conventos para hombres, e hizo llegar a gran santidad a muchos de sus discípulos. Lo llamaban "el cazador de almas y vocaciones". Con su apostolado consiguió que 900 monjes hicieran profesión religiosa.

Fundador de Claraval

En el convento del Císter demostró tales cualidades de líder y de santo, que a los 25 años (con sólo tres de religioso) fue enviado como superior a fundar un nuevo convento. Escogió un sitio sumamente árido y lleno de bosques donde sus monjes tuvieran que derramar el sudor de su frente para poder cosechar algo, y le puso el nombre de Claraval, que significa valle muy claro, ya que allí el sol ilumina fuerte todo el día.

Supo infundir del tal manera fervor y entusiasmo a sus religiosos de Claraval, que habiendo comenzado con sólo 20 compañeros a los pocos años tenía 130 religiosos; de este convento de Claraval salieron monjes a fundar otros 63 conventos.

La oratoria de santo. Después de San Juan Crisóstomo y de San Agustín, es difícil encontrar otro orador católico que haya obtenido tantos éxitos en su predicación como San Bernardo. Lo llamaban "El Doctor boca de miel" (doctor melífluo) porque sus palabras en la predicación eran una verdadera golosina llena de sabrosura, para los que la escuchaban. Su inmenso amor a Dios y a la Virgen Santísima y su deseo de salvar almas lo llevaban a estudiar por horas y horas cada sermón que iba a pronunciar, y luego como sus palabras iban precedidas de mucha oración y de grandes penitencias, el efecto era fulminante en los oyentes. Escuchar a San Bernardo era ya sentir un impulso fortísimo a volverse mejor.

Su amor a la Virgen Santísima

Los que quieren progresar en su amor a la Madre de Dios, necesariamente tienen que leer los escritos de San Bernardo, porque entre todos los predicadores católicos quizás ninguno ha hablado con más cariño y emoción acerca de la Virgen Santísima que este gran santo. Él fue quien compuso aquellas últimas palabras de la Salve: "Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María". Y repetía la bella oración que dice: "Acuérdate oh Madre Santa, que jamás se oyó decir, que alguno a Ti haya acudido, sin tu auxilio recibir".

El pueblo vibraba de emoción cuando le oía clamar desde el púlpito con su voz sonora e impresionante. "Si se levantan las tempestades de tus pasiones, mira a la Estrella, invoca a María. Si la sensualidad de tus sentidos quiere hundir la barca de tu espíritu, levanta los ojos de la fe, mira a la Estrella, invoca a María. Si el recuerdo de tus muchos pecados quiere lanzarte al abismo de la desesperación, lánzale una mirada a la Estrella del cielo y rézale a la Madre de Dios. Siguiéndola, no te perderás en el camino. Invocándola no te desesperarás. Y guiado por Ella llegarás seguramente al Puerto Celestial". Sus bellísimos sermones son leídos hoy, después de varios siglos, con verdadera satisfacción y gran provecho.

Viaje incansable

El más profundo deseo de San Bernardo era permanecer en su convento dedicado a la oración y a la meditación. Pero el Sumo Pontífice, los obispos, los pueblos y los gobernantes le pedían continuamente que fuera a ayudarles, y él estaba siempre pronto a prestar su ayuda donde quiera que pudiera ser útil. Con una salud sumamente débil (porque los primeros años de religioso, por imprudente, se dedicó a hacer demasiadas penitencias y se le daño la digestión) recorrió toda Europa poniendo la paz donde había guerras, deteniendo fuertemente las herejías, corrigiendo errores, animando desanimados y hasta reuniendo ejércitos para defender la santa religión católica. Era el árbitro aceptado por todos.

Exclamaba: A veces no me dejan tiempo durante el día ni siquiera para dedicarme a meditar. Pero estas gentes están tan necesitadas y sienten tanta paz cuando se les habla, que es necesario atenderlas (ya en las noches pararía luego sus horas dedicado a la oración y a la meditación).

De Carbonero a Pontífice

Un hombre muy bien preparado le pidió que lo recibiera en su monasterio de Claraval. Para probar su virtud lo dedicó las primeras semanas a transportar carbón, y el otro lo hizo de muy buena voluntad. Después llegó a ser un excelente monje, y más tarde fue nombrado Sumo Pontífice: Eugenio III. El santo le escribió un famoso libro llamado "De consideratione", en el cual propone una serie de consejos importantísimos para que los que están en puestos elevados no vayan a cometer el gravísimo error de dedicarse solamente a actividades exteriores descuidando la oración y la meditación. Y llegó a decirle: "Malditas serán dichas ocupaciones, si no dejan dedicar el debido tiempo a la oración y a la meditación".

Despedida Gozosa


Después de haber llegado a ser el hombre más famoso de Europa en su tiempo y de haber conseguido varios milagros (como por ej. Hacer hablar a un mudo, el cual confesó muchos pecados que tenía sin perdonar) y después de haber llenado varios países de monasterios con religiosos fervorosos, ante la petición de sus discípulos para que pidiera a Dios la gracia de seguir viviendo otros años más, exclamaba: "Mi gran deseo es ir a ver a Dios y a estar junto a Él. Pero el amor hacia mis discípulos me mueve a querer seguir ayudándolos. Que el Señor Dios haga lo que a Él mejor le parezca". Y a Dios le pareció que ya había sufrido y trabajado bastante y que se merecía el descanso eterno y el premio preparado para los discípulos fieles, y se lo llevó a sus eternidad feliz el 20 de agosto del año 1153. Solamente tenía 63 años pero había trabajado como si tuviera más de cien. El sumo pontífice lo declaró Doctor de la Iglesia.

viernes, 19 de agosto de 2016

EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 19 DE AGOSTO 2016



Amarás a Dios con todo tu corazón
Tiempo Ordinario


Mateo 22, 34-40. Tiempo Ordinario. Este amor a Dios debe salir de nuestro corazón y convertirse en amor a los hombres. 


Por: P Clemente González | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Mateo 22, 34-40
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se acercaron a Jesús y uno de ellos le preguntó para ponerlo a prueba: Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley? Él le dijo: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser." Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.

Oración introductoria
Jesús, gracias por recordarme que lo más importante es amarte en los demás. El mantener una relación personal contigo en la oración debe ser la prioridad en mi vida. Creo, espero y te quiero, ilumina mi oración para que el amor me transforme.

Petición
Señor, enséñame a ser fiel y amar a los demás con tu caridad divina

Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Los dos horizontes del Reino.
Resumir toda la Escritura, poner en una frase todo el mensaje de Dios a lo largo de la historia… Esto es lo que Cristo nos dice en este Evangelio. Pero no se trata de una fórmula mágica que resuelve todos los problemas; es, más bien, el doble horizonte que da sentido a la vida, el criterio para ir en la dirección correcta.
Primero Cristo nos habla de un horizonte hacia lo alto. “Amarás al Señor tu Dios…” Es verdad que hay muchas responsabilidades, necesidades y problemas en nuestra vida. A veces demasiados, y a veces como si nos estiraran en todas las direcciones… Sin embargo, en medio de ese aparente desorden, existe un punto firme, central, que pone en la proporción todo lo demás: «…con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.»


Señor, quiero que seas Tú el fondo y el sentido de todo lo que hago. Que mi trabajo, mis amistades, mis pasatiempos sean para Ti y por Ti en primer lugar. Quiero amarte con todo mi corazón, y por eso te ofrezco todo lo que hay en él: mis intereses, mis deseos, también mi necesidad y mi pecado
En segundo lugar, tenemos el horizonte alrededor de nosotros, con todos aquellos hombres y mujeres que encontramos a nuestro lado. Cristo nos invita a amarlo también en nuestros hermanos y hermanas, buscando el bien de ellos como si fuera nuestro propio bien. ¿Amamos más nuestro interés, o la necesidad del otro? «Amarás a tu prójimo como a ti mismo…» El que ama de verdad siente la alegría del otro como propia, se entristece por la tristeza de su hermano. Al igual que Cristo, que construyó el Reino de los cielos amando a su Padre sobre todas las cosas y amándonos hasta el extremo, dándose totalmente a nuestra salvación.
Señor, ayúdame a amar como Tú amas, extendiendo mi corazón en los dos horizontes que me muestras. Enséñame a amar hoy un poco más, a darme un poco más, y así contribuir en la edificación de tu Reino en mi vida.
«Estas palabras nos recuerdan ante todo que el amor por una persona, y también por el Señor, se demuestra no con las palabras, sino con los hechos; y también “cumplir los mandamientos” se debe entender en sentido existencial, de modo que toda la vida se vea implicada. En efecto, ser cristianos no significa principalmente pertenecer a una cierta cultura o adherir a una cierta doctrina, sino más bien vincular la propia vida, en cada uno de sus aspectos, a la persona de Jesús y, a través de Él, al Padre.»
(S.S. Francisco, Angelus, 15 de mayo de 2016).
Reflexión
La religión consiste en amar a Dios. El versículo que cita Jesús (Dt 6, 5) es parte del Shema: el “credo” básico y esencial del judaísmo. Esta frase, con la cual también hoy se da inicio a cada servicio litúrgico hebraico, es el primer texto que todo joven hebreo aprende de memoria. Significa que debemos dar a Dios un amor total, un amor que controla nuestras emociones, que dirige nuestros pensamientos y que mueve cada una de las acciones.

La verdadera religión comienza con el amor y la entrega total de la vida a Dios. Este amor a Dios debe salir de nuestro corazón y convertirse en amor a los hombres. Observemos el orden de los mandamientos: primero debe venir el amor a Dios y después el amor al prójimo. Sólo podemos querer verdaderamente a los hombres si amamos a Dios. Esto sucede porque hemos sido creados a su imagen y semejanza.

También en la sociedad actual el amor a Dios es un factor insustituible. Si eliminamos el amor a Él, con más facilidad se abre el camino a la impaciencia, a la rabia y al odio entre lo hombres. Así, la paz y la convivencia fraternal desaparecen.

Diálogo con Cristo 
Jesús, dame la gracia de amar a los demás con todo mi esfuerzo y buena voluntad. Que mi amor no sea sólo un buen, pero vago, deseo sino que se concretice en buenas obras. Quiero contemplarte, experimentar tu cercanía para que pueda aprender a querer a los demás, especialmente a los más cercanos, como Tú me quieres.

Propósito
Examinar mi conciencia y, honestamente, evaluar la espontaneidad, la profundidad y la extensión de mi caridad hacia los demás, especialmente con aquellos que supuestamente amo más.

SAN JUAN EUDES, 19 DE AGOSTO


San Juan Eudes
19 de Agosto

En la segunda mitad del siglo XVI, vivía en Ri, Normandía (Francia), un granjero llamado Isaac Eudes, casado con Marta Corbin. Como no tuviesen hijos al cabo de dos años de matrimonio, ambos esposos fueron en peregrinación a un santuario de Nuestra Señora. Nueve meses después tuvieron un hijo, al que siguieron otros cinco. El mayor recibió el nombre de Juan y, desde niño, dio muestras de gran inclinación al amor de Dios. Se cuenta que, cuando tenía nueve años, un compañero de juegos le abofeteó; en vez de responder en la misma forma, Juan siguió el consejo evangélico y le presentó la otra mejilla.

A los catorce años, Juan ingresó en el colegio de los jesuitas de Caén. Sus padres deseaban que se casara y siguiera trabajando la granja de la familia. Pero Juan, que había hecho voto de virginidad, recibió las órdenes menores en 1621 y estudió la teología en Caén con la intención de consagrarse a los ministerios parroquiales. Sin embargo, poco después determinó ingresar en la congregación del oratorio, que había sido fundada en 1611 por el futuro cardenal Pedro de Bérulle. Tras de recabar con gran dificultad el permiso paterno, fue recibido en París por el superior general en 1623. Juan había sido hasta entonces un joven ejemplar: su conducta en la congregación no lo fue menos, de suerte que el P. Bérulle le dio permiso de predicar, aunque sólo había recibido las órdenes menores. Al cabo de un año en París, Juan fue enviado a Aubervilliers a estudiar bajo la dirección del P. Carlos de Condren, el cual, según la expresión de Santa Juana Francisca de Chantal, "estaba hecho para educar ángeles". El fin de la congregación del oratorio consistía en promover la perfección sacerdotal y Juan Eudes tuvo la suerte de ser introducido en ella por dos hombres de la talla de Condren y Bérulle.

Al servicio de los enfermos

Dos años más tarde, se desató en Normandía una violenta epidemia de peste, y Juan se ofreció para asistir a sus compatriotas. Bérulle le envió al obispo de Séez con una carta de presentación, en la que decía: "La caridad exige que emplee sus grandes dones al servicio de la provincia en la que recibió la vida, la gracia y las órdenes sagradas, y que su diócesis sea la primera en gozar de los frutos que se pueden esperar de su habilidad, bondad, prudencia, energía y vida". El P. Eudes pasó dos meses en la asistencia a los enfermos en lo espiritual y en lo material. Después fue enviado al oratorio de Caén, donde permaneció hasta que una nueva epidemia se desató en esa ciudad, en 1631. Para evitar el peligro de contagiar a sus hermanos, Juan se apartó de ellos y vivió en el campo, donde recibía la comida del convento.

Predicador ungido

Pasó los diez años siguientes en la prédica de misiones al pueblo, preparándose así para la tarea a la que Dios le tenía destinado. En aquella época empezaron a organizarse las misiones populares en su forma actual. San Juan Eudes se distinguió entre todos los misioneros. En cuanto acababa de predicar, se sentaba a oír confesiones, ya que, según él, "el predicador agita las ramas, pero el confesor es el que caza los pájaros". Mons. Le Camus, amigo de San Francisco de Sales, dijo refiriéndose al P. Eudes: "Yo he oído a los mejores predicadores de Italia y Francia y os aseguro que ninguno de ellos mueve tanto a las gentes como este buen padre". San Juan Eudes predicó en su vida unas ciento diez misiones.

Una de las experiencias que adquirió durante sus años de misionero, fue que las mujeres de mala vida que intentaban convertirse, se encontraban en una situación particularmente difícil. Durante algún tiempo, trató de resolver la dificultad alojándolas provisionalmente en las casas de las familias piadosas, pero cayó en la cuenta de que el remedio no era del todo adecuado. Magdalena Lamy, una mujer de humilde origen, que había dado albergue a varias convertidas, dijo un día al santo: "Ahora os vais tranquilamente a una iglesia a rezar con devoción ante las imágenes y con ello creéis cumplir con vuestro deber. No os engañéis, vuestro deber es alojar decentemente a estas pobres mujeres que se pierden porque nadie les tiende la mano".

Estas palabras produjeron profunda impresión en San Juan Eudes, quien alquiló en 1671, una casa para las mujeres arrepentidas; en la que podían albergarse en tanto que encontraban un empleo decente. Viendo que la obra necesitaba la atención de religiosas, el santo la ofreció a las visitandinas, quienes se apresuraron a aceptarla.

Después de mucho orar, reflexionar y consultar, San Juan Eudes abandonó la congregación del oratorio en 1643. La experiencia le enseñó que el clero necesitaba reformarse antes que los fieles y que la congregación sólo podría conseguir su fin mediante la fundación de seminarios. El P. Condren, que había sido nombrado superior general, estaba de acuerdo con el santo; pero su sucesor, el P. Bourgoing, se negó a aprobar el proyecto de la fundación de un seminario en Caén.

Entonces el P. Eudes decidió formar una asociación de sacerdotes diocesanos, cuyo fin principal sería la creación de seminarios con miras a la formación de un clero parroquial celoso. La nueva asociación quedó fundada el día de la Anunciación de 1643, en Caén, con el nombre de "Congregación de Jesús y María". Sus miembros, como los del oratorio, eran sacerdotes diocesanos y no estaban obligados por ningún voto. San Juan Eudes y sus cinco primeros compañeros se consagraron a "la Santísima Trinidad, que es el primer principio y el último fin de la santidad del sacerdocio". El distintivo de la congregación era el Corazón de Jesús, en el que estaba incluido místicamente el de María; como símbolo del amor eterno de Jesús por los hombres.

La congregación encontró gran oposición, sobre todo por parte de los jansenistas y de los padres del oratorio. En 1646, el P. Eudes envió a Roma al P. Manoury para que recabase la aprobación pontificia para la congregación, pero la oposición era tan fuerte, que la empresa fracasó.

En 1650, el obispo de Coutances pidió a San Juan que fundase un seminario en dicha ciudad. El año siguiente, M. Oliver, que consideraba al santo como "la maravilla de su época", Ie invitó a predicar una misión de diez semanas en la iglesia de, San Sulpicio de París. Mientras se hallaba en esa misión, el P. Eudes recibió la noticia de que el obispo de Bayeux acababa de aprobar la congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Refugio, formada por las religiosas que atendían a las mujeres arrepentidas de Caén. En 1653, San Juan fundó en Lisieux un seminario, al que siguió otro en Rouen en 1659. ¡En seguida, el santo se dirigió a Roma a tratar de conseguir la aprobación pontificia para su congregación; pero los santos no siempre tienen éxito, y San Juan Eudes fracasó en Roma.

Un año después, una bula de Alejandro VII aprobó la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Refugio. Ese fue el coronamiento de la obra que el P. Eudes y Magdalena Larny habían emprendido treinta años antes en favor de las pecadoras arrepentidas. San Juan siguió predicando misiones con gran éxito; en 1666, fundó un seminario en Evreux y, en 1670, otro en Rennes.

Al año siguiente, publicó un libro titulado "La Devoción al Adorable Corazón de Jesús". Ya antes, el santo había instituido en su congregación una fiesta del Santísimo Corazón de María. En su libro incluyó el propio de una misa y un oficio del Sagrado Corazón de Jesús. El 31 de agosto de 1670, se celebró por primera vez dicha fiesta en la capilla del seminario de Rennes y pronto se extendió a otras diócesis. Así pues, aunque San Juan Eudes no haya sido el primer apóstol de la devoción al Sagrado Corazón en su forma actual, fue sin embargo él "quien introdujo el culto del Sagrado Corazón de Jesús y del Santo Corazón de María"', como lo dijo León XIII en 1903. El decreto de beatificación añadía: "El fue el primero que, por divina inspiración les tributó un culto litúrgico."

Clemente X publicó seis breves por los que concedía indulgencias a las cofradías de los Sagrados Corazones de Jesús y María, instituidas en los seminarios de San Juan Eudes.

Durante los últimos años de su vida, el santo escribió su tratado sobre "el Admirable Corazón de la Santísima Madre de Dios"; trabajó en la obra mucho tiempo y la terminó un mes antes de morir. Su última misión fue la que predicó en Sain-Lö, en 1675, en plena plaza pública, con un frío glacial. La misión duró nueve semanas. El esfuerzo enorme acabó con su salud y a partir de entonces se retiró prácticamente de la vida activa.

Su muerte ocurrió el 19 de agosto de 1680.

Fue canonizado en 1925 y su fiesta fue incluida en el calendario de la Iglesia de occidente en 1928.

FUENTE: corazones.org

ORACIONES A SAN EZEQUIEL MORENO



Oración a San Ezequiel Moreno

Te damos gracias, Padre y señor nuestro, porque has querido darnos en san Ezequiel Moreno un acabado modelo de fidelidad al evangelio, un perfecto y ardiente operario de tu viña y un Pastor según el Corazón de tu Hijo. Te pedimos por su intercesión, nos concedas vivir con alegría nuestro testimonio cristiano e imitar sobre todo, su ardiente amor a Ti y su plena disponibilidad al servicio de la Iglesia y de los hombres.

Amén.

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Oración por un Enfermo a San Ezequiel Moreno
Cristo, que por nosotros has abrazado la Cruz: danos la gracia de ver reflejado tu rostro en… (mencione el nombre del enfermo/a), que sufre la enfermedad (del cáncer, …). Dale paciencia en dolor y fortaleza en la fe. Que se sienta consolado por Ti y acompañado por su familia y amigos. Que san Ezequiel lo tome bajo su especial protección.

Amén.

SAN EZEQUIEL MORENO, INTERCESOR DE LOS ENFERMOS DE CÁNCER, 19 DE AGOSTO


Hoy celebramos a San Ezequiel Moreno intercesor de los enfermos de cáncer
Por María Ximena Rondón

 (ACI).- Su ardor misionero fue tan grande que no dudaba en cruzar ríos caudalosos y soportar las inclemencias del clima con tal de llevar almas a los pies de la Cruz; tenía un espíritu fuerte que ninguna pena, crítica o enfermedad pudo quebrantar. Por su entrega apasionada a Dios y su labor se le considera como uno de los más grandes apóstoles de la Evangelización de América.

Ezequiel Moreno Díaz nació el 9 de abril de 1848 en Alfaro, Rioja, España. Sus padres fueron Félix Moreno y Josefa Díaz, quienes a pesar de tener una condición humilde consideraban a la religión católica como su tesoro.

Esta devoción influyó en el corazón del Santo, que desde la infancia sintió el llamado a la vida religiosa. Era un niño inteligente, juguetón y dedicado a los estudios. Sin embargo, era capaz de sacrificarse por su prójimo porque en lugar de ir a las fiestas del pueblo se quedaba cuidando de los enfermos. También le gustaba cantar y tocar la guitarra.

Con sólo 16 años y siguiendo el ejemplo de su hermano mayor, ingresó al convento de los agustinos recoletos en Monteagudo (Navarra) el 21 de setiembre de 1864. Un año después hizo su profesión religiosa y cuatro años más tarde fue enviado como misionero a Filipinas. Allí culminó su formación y fue ordenado sacerdote el 3 de junio de 1871.

Tiempo después fue enviado, junto con su hermano Eustaquio, a evangelizar a los habitantes de la isla de Paragua. Ezequiel convirtió a muchas almas pero contrajo la malaria debido las pésimas condiciones de sanidad y tuvo que regresar a Manila.


En 1876 fue nombrado párroco de Lespiñase y cuatro años después predicador conventual de Manila. Entonces asumió las riendas de una finca de los agustinos recoletos en Imus. Fue un excelente administrador y también realizaba obras caridad con los pobres.

En 1888 regresó al convento Monteagudo como prior. Durante tres años imprimió en los jóvenes novicios el sello de la espiritualidad agustiniana y el amor hacia los pobres reduciendo sus raciones para dar de comer a los mendigos.

Tres años después volvió a embarcarse en la aventura como misionero. Vivió austeramente durante cinco años en Bogotá (Colombia) en el cargo de provincial de la orden. Se dedicó a predicar y atender a los enfermos. Junto a tres compañeros se introducía en la región de Casanare, que aún no era explorada, para evangelizar y administrar los sacramentos.

Debido a sus méritos al reactivar la labor misionera en Colombia fue nombrado Obispo titular de Pinara y Vicario Apostólico de Casanare. El 1 de mayo de 1894 lo nombraron Obispo de Pasto.

En su nuevo cargo destacó por su celo apostólico y su fidelidad a la Iglesia. Ejecutó su programa de trabajo denominado “Dios y Colombia”. Su posición como Obispo no lo detuvo en su labor misionera. Siguió atravesando ríos caudalosos, caminando en medio de tormentas y soportando las inclemencias del clima porque consideraba que “una sola alma vale más que toda mi vida”.

A la par de su intenso trabajo apostólico dedicaba varias horas a la oración, a la que consideraba como la fuente principal para obtener fuerzas.


En 1896 fue nombrado Obispo de Pasto. Sus prédicas contundentes y su sencillez provocaron la burla de sus enemigos, incluyendo algunos obispos, quienes también lo atacaban por medio de la prensa. Sin embargo, San Ezequiel trataba a sus atacantes con misericordia y pedía por ellos.

En 1905 le diagnosticaron cáncer y, ante las reiteradas súplicas de los fieles y de los religiosos de su Orden, volvió a España para operarse. Lamentablemente la intervención fue muy dolorosa y no tuvo éxito. Durante la operación el Santo exclamaba: “Dios mío, dame valor para sufrir por ti”.

Fue enviado a Monteagudo para recuperarse pero volvió a recaer. Los dolores nunca quebrantaron su espíritu y se mantuvo firme en su fe. Murió el 19 de agosto de 1906.

Fue beatificado por el Papa Pablo VI en 1975 y el 11 de octubre de 1992 fue canonizado por San Juan Pablo II y es considerado como el especial intercesor ante Dios por los enfermos del cáncer.

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BIOGRAFÍA BREVE DE SAN EZEQUIEL MORENO
19 DE AGOSTO

Desde muy niño descubrió su vocación a la vida religiosa y el 21 de septiembre de 1884 ingresó como religioso en el convento español de los agustinos recoletos en Montegudo, Navarra. Al año siguiente hizo su profesión religiosa en el teologado de Marcilla. En 1870 viajó a Manila, Filipinas, donde se desempeñó como misionero. Al año siguiente fue ordenado sacerdote y destinado a Mindoro donde continuó sus actividades misioneras. Poco tiempo después se enfermó de paludismo y regresó a Manila.

Más tarde fue nombrado superior del convento de Monteagudo y vuelve a España para dedicarse a la formación de los futuros religiosos misioneros.

En 1888 viajó a Colombia al mando de un grupo de misioneros agustinos recoletos emprende. En este país empezó a reactivar las misiones y en 1893 fue nombrado obispo titular de Pinara y vicario apostólico de Casanare, en 1895 fue nombrado Obispo de Pasto. San Ezequiel desempeñó su nueva misión con la eficacia y generosidad que lo caracterizaban pero tuvo que superar numerosos obstáculos.

En 1905 se le diagnosticó cáncer y ante las reiteradas súplicas de los fieles y de los religiosos de su Orden, al año siguiente volvió a España para operarse. La operación no tuvo éxito y San Ezequiel, firme en su fe, se retiró al convento de Monteagudo, España, donde murió el 19 de agosto de 1906.

Su fama de santidad creció rápidamente, sobre todo en Colombia. Fue beatificado por el Papa Pablo VI en 1975 y el 11 de octubre de 1992 fue canonizado por el Papa Juan Pablo II . San Ezequiel Moreno es considerado como el especial intercesor ante Dios por los enfermos del cáncer y uno de los más grandes apóstoles de la Evangelización de América.

LOS SANTOS DE HOY VIERNES 19 DE AGOSTO 2016

Damián Gómez Jiménez, BeatoDamián Gómez Jiménez, Beato
Sacerdote y Mártir, 19 de agosto
Guerrico de Igny, BeatoGuerrico de Igny, Beato
Abad, 19 de agosto
Tomás Sitjar Fortiá, BeatoTomás Sitjar Fortiá, Beato
Presbitero y Mártir, 19 de agosto
Jordán de Pisa, BeatoJordán de Pisa, Beato
Dominico, 19 de agosto
Luis Flores y compañeros, BeatosLuis Flores y compañeros, Beatos
Mártires, 19 de agosto
Luis (Ludovico) de Anjou, SantoLuis (Ludovico) de Anjou, Santo
Obispo, 19 de agosto
Ezequiel Moreno y Díaz, SantoEzequiel Moreno y Díaz, Santo
Memoria Litúrgica, 19 de agosto
Juan Eudes, SantoJuan Eudes, Santo
Memoria Litúrgica, 19 de agosto
Sixto III, SantoSixto III, Santo
XLIV Papa, 19 de agosto

jueves, 18 de agosto de 2016

HOY SE INICIA LA NOVENA A SANTA MÓNICA, DEL 18 AL 26 DE AGOSTO


Novena a Santa Mónica
Oraciones para cada día de la novena. Del 18 al 26 de agosto



Por: n/a | Fuente: devocionario.com 




ORACIONES INICIALES PARA TODOS LOS DÍAS
Por la señal...
Acto de contrición
Señor mío Jesucristo, divino Redentor y Salvador de las almas, que por las piadosas lágrimas de vuestra sierva Mónica os dignasteis convertir enteramente a Vos el corazón de su hijo Agustín, y desde el día de su total y dichosa conversión le inspirasteis que hiciera siempre frutos de verdadera penitencia; por las lágrimas benditas de aquella madre y por la sincerísima conversión de aquel bienaventurado hijo, conceded, misericordioso, a nuestras almas aquel dolor de verdadera contrición que alcanza con seguridad el perdón de toda culpa; aquel llanto de sincero arrepentimiento que borra toda inquietud y toda mancha, y el hacer tales frutos de penitencia que devuelvan la justificación y la paz a nuestro espíritu contrito y humillado que de veras se convierte a Vos y desea veros desenojado para siempre. Amén.
Oración preparatoria


¡Oh gloriosa Santa Mónica, espejo de esposas, modelo de madres, consuelo de viudas, mujer admirable, a quien Dios infundió el espíritu de oración y concedió aquel don de lágrimas con que supisteis hacer violencia al Dios de las misericordias para que se compadeciera de vuestros gemidos, escuchara vuestras plegarias y os concediera el fin de todos vuestros deseos! A vuestras plantas venimos hoy, las que sufrimos y lloramos en los tristes caminos de la vida, a suplicaros que nos alcancéis el espíritu de oración que vos tuvisteis y la compunción que merecen nuestras culpas, para que, derramando con humildad nuestro corazón ante el Dios de toda piedad y misericordia, alcancemos la gracia de vivir la santa vida que vos vivisteis en la tierra, y merezcamos la gloria que vos gozáis ahora en el cielo, en compañía de nuestros padres, esposos e hijos, y de todos los que por la sangre y el afecto nos pertenecen y son en Jesucristo, Señor nuestro, amados y queridos de nuestro corazón. Amén.
Rezar a continuación la oración del día que corresponda.
ORACIONES FINALES PARA TODOS LOS DÍAS
Oración final
¡Gloriosísima y bienaventurada Santa Mónica, grande en la paciencia, magnánima en la esperanza y dichosa en el triunfo, mujer sabia y prudente, que supiste edificar tu casa y en ella resplandeciste como el sol cuando amanece en las alturas del cielo, y en todo fuiste ejemplo esclarecido de mujer cristiana! Ahora, que estás ya en la «tierra de los que viven para siempre», «donde no hay llantos, ni gemidos, ni dolor alguno», acuérdate de las que todavía gemimos y lloramos en el valle donde tú gemías y llorabas, e intercede ante el Señor para que tenga compasión de tantas madres y esposas en sus tribulaciones y trabajos, y para que recoja nuestros gemidos y escuche nuestras plegarias, y nos conceda, como a ti, el fin de todos nuestros deseos, y merezcamos, un día, reinar y descansar en la gloria como tú, rodeadas de todos los seres queridos de nuestro corazón, y bendecir, así, contigo las eternas misericordias del Señor por los siglos de los siglos. Amén.
V. Ruega por nosotros, bienaventurada Santa Mónica.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.
¡Oh Dios, consolador de los afligidos y salud de los que en Ti esperan, que aceptaste misericordiosamente las piadosas lágrimas de la bienaventurada madre Mónica por la conversión de su hijo Agustín! Concédenos por la intercesión de entrambos que lloremos nuestras pecados y encontremos la indulgencia de tu gracia. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

DÍA PRIMERO
Señor, Dios omnipotente, que os complacisteis en adornar a vuestra escogida sierva Santa Mónica, desde su tierna infancia, con los dones amables de la modestia, de la castidad y del pudor; por lo que ella os agradó con estas preciosísimas virtudes, concededme la gracia de amarlas y practicarlas como ella, para que como ella os sirva y os agrade, mi Dios y mi Señor, en medio de la vanidad y corrupción de este siglo, y así merezca conseguir los premios que tenéis reservados a vuestros escogidos en la eterna bienaventuranza. Amén.
Tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.
Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena por intercesión de la bienaventurada Santa Mónica. Terminar con la oración final para todos los días.
DÍA SEGUNDO
¡Oh Dios de infinita gloria y majestad, que inefablemente os complacíais en los sentimientos de piedad y devoción con que os amaba y servía vuestra fidelísima sierva Santa Mónica, cuando con tanto gusto prefería las delicias secretas de la oración y del recogimiento a las tiernas caricias de sus deudos y a todos los halagos seductores del siglo y de la carne! Concededme, por la intercesión de aquella vuestra sierva devotísima, la gracia de que yo os ame y os sirva sin pecado hasta la muerte, y que prefiera siempre la dicha de agradaros a todas las vanidades y deleites de la tierra, y así merezca disfrutar un día las eternas y purísimas delicias de la gloria. Amén.
Tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.
Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena por intercesión de la bienaventurada Santa Mónica. Terminar con la oración final para todos los días.
DÍA TERCERO
¡Oh Dios infinitamente amable y adorable, que de tal modo infundisteis en el corazón de vuestra amantísima sierva Santa Mónica el celo de vuestra gloria y de la salud de las almas, que, siendo esposa atribulada y afligida, supo beber en silencio el cáliz de sus tribulaciones, y con sus santísimos ejemplos y prudentísimos consejos supo edificar y consolar a muchas madres y esposas! Por lo que os agradó con su heroica paciencia, concededme que sepa yo igualmente sufrir en silencio mis trabajos y edificar con mis palabras y ejemplos a mis prójimos, a fin de que en todo de corazón os sirva, y de todas las cosas que me aproveche para mi santificación, y gloria vuestra, conforme a los designios de vuestra adorable voluntad. Amén.
Tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.
Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena por intercesión de la bienaventurada Santa Mónica. Terminar con la oración final para todos los días.
DÍA CUARTO
¡Oh Dios clementísimo y misericordiosísimo que en el corazón maternal de Santa Mónica os dignasteis infundir el espíritu de la humildad y la oración para que en constante súplica rogara en vuestra presencia por la salvación de su esposo y la conversión de su querido hijo Agustín! Por lo mucho que ella os agradó con su oración y sus lágrimas, concededme aquel mismo espíritu de humildad y oración que ella tuvo, para que sepa yo rogar ante vuestro divino acatamiento por las grandes necesidades de mi alma y de todos los que me están por Vos encomendados, y de Vos merezca alcanzar para mi y para ellos, primero, vuestra gracia, y después, la gloria. Amén.
Tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.
Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena por intercesión de la bienaventurada Santa Mónica. Terminar con la oración final para todos los días.
DÍA QUINTO
¡Oh Dios omnipotente y en las promesas fidelísimo, que os dignasteis inspirar a vuestra sierva Santa Mónica una fe tan grande acerca de la conversión de su hijo Agustín, que, en los días de su tribulación, aseguraba a su propio hijo que él había de venir adonde ella estaba, e hicisteis que se cumpliese la profecía de un santo Obispo que al ver la fe y las lágrimas de Mónica dijo: " Es imposible que hijo de tantas lágrimas perezca!". Por lo mucho que os agradó la fe de aquella santa madre, concededme que tenga yo tanta en vuestro poder y misericordia que alcance lo que os pido en esta Novena, y por ello os glorifique mi alma por los siglos de los siglos. Amén.
Tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.
Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena por intercesión de la bienaventurada Santa Mónica. Terminar con la oración final para todos los días.
DÍA SEXTO
¡Oh Dios omnipotente y Padre de toda consolación, que os dignasteis alentar tanta esperanza en el corazón de vuestra sierva Santa Mónica, que en los días más amargos de su tribulación, cuando su hijo más se alejaba de Vos, nunca dejó de esperar con grande confianza el cumplimiento de sus deseos y la consecución de vuestras misericordias! Concededme por su intercesión y méritos aquella firme esperanza que ella tuvo, para que jamás desfallezca yo en mi oración y merezca conseguir lo que os pido para consuelo de mi alma y gloria vuestra. Amén.
Tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.
Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena por intercesión de la bienaventurada Santa Mónica. Terminar con la oración final para todos los días.
DÍA SÉPTIMO
¡Oh Dios, infinitamente bueno y digno de ser amado, que de tal modo consolasteis a vuestra sierva Santa Mónica en las últimas horas de su vida, que, viendo a su lado al hijo de su alma, Agustín, convertido totalmente a Vos y santificado por las aguas del Bautismo, exclamaba que ya nada le quedaba que hacer en este mundo sino volar a Vos para amaros y poseeros para siempre! Por aquel tan grande amor con que os amaba la madre de Agustín sobre la tierra, concededme os ruego, ¡oh mi buen Dios!, que os ame yo como ella, y que de tal modo viva desprendida de todas las cosas y lazos de este mundo, que nada desee fuera de Vos, y así merezca poseeros y gozaros por los siglos de los siglos. Amén.
Tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.
Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena por intercesión de la bienaventurada Santa Mónica. Terminar con la oración final para todos los días.
DÍA OCTAVO
¡Oh Dios de los escogidos y predestinados, que os dignasteis conceder a vuestra sierva Santa Mónica una muerte tan dulce y tan dichosa en tierra extraña, que, sin cuidarse de las honras de su cuerpo, sólo pensó en entregar a Vos el alma, y encargó a su hijo Agustín que dejando descansar su cuerpo en la tierra dondequiera que ella falleciese, no se olvidara de rogar durante los días de su vida por el alma de su madre ante el altar del Señor! Por la preciosa muerte de aquella santa madre, concededme la dicha de morir en Vos y para Vos, como verdadera hija de la Iglesia, de suerte que consiga entrar en Posesión de la bienaventuranza, donde me vea rodeada de mi esposo, de mis hijos y de todos los seres queridos de mi corazón, y juntamente con ellos alabe allí por siempre vuestras misericordias. Amén.
Tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.
Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena por intercesión de la bienaventurada Santa Mónica. Terminar con la oración final para todos los días.
DÍA NOVENO
¡Oh Dios, que siempre te complaces en la gloria de tus Santos y te muestras en ellos admirable, para que sean venerados de las gentes, y así, en el traslado de las santas reliquias de vuestra sierva Mónica, desde el puerto de Ostia a la Ciudad Eterna, os dignasteis honrarla con el júbilo de los pueblos que la saludaban a su paso, con la devoción de tantas madres que salían a ofrecerle sus hijos y sus lágrimas, y la acompañasteis en aquel glorioso viaje con los prodigios de vuestra omnipotencia, haciendo, por su mediación, grandes milagros! Por el suave aroma que exhalan en vuestra presencia los restos venerados de aquella mujer santa y admirable, dignaos despertarme de mi tibieza, resucitarme a vuestra gloria y concederme cuanto os pido para mi salud eterna y la de todos aquellos que Vos habéis puesto bajo mi amor y cuidado. Glorificad de este modo vuestro nombre
Tres Padrenuestros, Avemarías y Glorias.
Pedir la gracia que se desee conseguir en la Novena por intercesión de la bienaventurada Santa Mónica. Terminar con la oración final para todos los días.
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