domingo, 13 de julio de 2014

Los Santos de hoy domingo 13 de julio de 2014

Los Santos de hoy domingo 13 de julio de 2014
 Eugenio de Cartago, Santo
Obispo, 13 de julio
 Enrique, Santo
Emperador, 13 de julio
 Anacleto (Cleto), Santo
III Papa, 13 de julio
 Carlos Manuel Cecilio Rodriguez Santiago, Beato
Laico, 13 de julio
 Mariano de Jesús Euse Hoyos, Beato
Sacerdote, 13 de julio
 Fernando María Baccilieri, Beato
Presbítero y Fundador, 13 de julio
 Clelia Barbieri, Santa
Virgen y Fundadora, 13 de julio
 Jacobo de Varazze o Voragine, Beato
Obispo, 13 de julio
 Silas (Silvano), Santo
Discípulo de los Apóstoles, 13 de julio
 Esdras, Santo
Sacerdote, 13 de julio
 Serapión, Santo
Máetir, 13 de julio
 Tomás Tunstal, Beato
Sacerdote y Mártir, 13 de julio
 Luis Armando José Adam y Bartolomé Jarrige de la Morélie de Biars, Beatos
Sacerdotes y Mártires, 13 de julio
 Magdalena de la Madre de Dios (Isabel) Verchière y cinco compañeras, Beatas
Vírgenes y Mártires, 13 de julio
 Manuel Lê Van Phung, Santo
Mártir, 13 de julio
 Pablo Liu Jinde, Santo
Mártir, 13 de julio
 José Wang Guiji, Santo
Mártir, 13 de julio
 Otros santos y beatos
Completando el santoral de este día, 13 de julio

SAN ENRIQUE, EMPERADOR, 13 DE JULIO

Autor: . | Fuente: ACIprensa.com
Enrique, Santo
Emperador, 13 de julio
 
Enrique, Santo

Emperador

Martirologio Romano: San Enrique, emperador de los romanos, que, según la tradición, de acuerdo con su esposa Cunegunda puso gran empeño en reformar la vida de la Iglesia y en propagar la fe en Cristo por toda Europa, donde, movido por un celo misionero, instituyó numerosas sedes episcopales y fundó monasterios. Murió en este día en Grona, cerca de Göttingen, en Franconia (1024).

Etimológicamente: Enrique = Aquel que es jefe de hogar, es de origen germánico.
Nacido en el año 972 y fallecido en 1024. Nieto de Carlomagno y sucesor de los tres Otones, fue el más grande apóstol de la paz en el segundo decenio del siglo XI y uno de los más destacados promotores de la civilización occidental, colaborando a la labor del Papado y de los monjes de Cluny, de cuyo abad San Odilón fue gran amigo. -

Seguramente, a la primera impresión nadie habría creído que bajo la pesada armadura de aquel caballero que cabalgaba con sus numerosas tropas por las grandes llanuras del imperio alemán, se escondía un santo.
Pasada ya la gloriosa restauración de Carlomagno, Europa, en el siglo x, vive una época de dejadez y brutalidad. Empiezan a aparecer los desastrosos efectos del feudalismo, la jerarquía eclesiástica está corroída por las investiduras y por doquier impera la ley del más fuerte.
Parece imposible que aún vivan personas santas, y menos aún que lo sea uno de los numerosos príncipes feudales.
Nos hallamos en la corte del duque de Baviera Enrique el Batallador y de su esposa Gisela de Borgoña. En el castillo ducal se celebran grandes festejos porque ha nacido el príncipe heredero. Se le impone, como a su padre, el nombre de Enrique.
Los primeros años pasan plácidamente, pero pronto es víctima de la persecución; su padre ha sido vencido en una de las interminables guerras familiares y se ha visto obligado a huir. Sin embargo, las cosas volverán a su lugar; el padre recobrará el ducado con todas sus posesiones y Enrique podrá dedicarse al cultivo de las Letras, bajo la dirección de Wolfgang, el santo obispo de Ratisbona.
Wolfgang no sólo forma su inteligencia, sino también su voluntad, dándole una esmerada educación cristiana y una sólida piedad.
A la muerte de su padre, hereda el ducado y se convierte en uno de los príncipes de más porvenir de Alemania. Con su carácter recto y justiciero atiende a las necesidades de su pueblo, gobierna con mano al mismo tiempo fuerte y suave.
Sabe comprender y no es vengativo. Prefiere perdonar que castigar y busca antes el provecho de sus súbditos que sus propios intereses.
En el año 1002, los electores del Sacro Imperio Romano-Germánico le nombran para el cargo imperial. Acaba de morir Otón III, sin sucesión directa.
La fama de Enrique, su sinceridad y nobleza, son reconocidas por todos, y saben que será el emperador ideal.
La ascensión al trono imperial es para el duque de Baviera una empresa difícil. Surgen contrincantes que ha de vencer, sublevaciones para dominar, querellas entre los señores feudales, que ha de sofocar, pero Enrique con su fiel ejército atiende a todo.
Vence al rey de Polonia, rechaza a los bizantinos, interviene en los Estados Pontificios defendiendo los derechos de Benedicto VIII, el legítimo sucesor de Pedro.
Con su prodigioso genio militar sabe triunfar, pero, diferente de muchos otros de su tiempo, no abusa de la victoria. La justicia rige todos sus actos.
Su actividad se extiende también a la reforma espiritual del clero.
En el año 1007 convoca, de acuerdo con las costumbres de su tiempo, un Concilio general en Francfort. Acuden los numerosos obispos del Imperio, que dictan severas normas disciplinarias. Después, Enrique procurará que se cumplan.
Restablecido el orden en el Imperio y protegidas las fronteras, Enrique empezó a reinar con todo su poder. En el año 1014, junto con su esposa, fue ungido y coronado rey por el propio pontífice, en Roma.
Seguramente pocos reyes tuvieron, ya en vida, tan buena fama y muchos menos fueron venerados y gozaron del amor de sus súbditos como este nieto de Carlomagno.
Muestra de su gran virtud es este ejemplo: Al sentirse morir llamó junto a sí a los grandes del reino y, tomando la mano de su esposa Cunegunda, también santa, dijo a los padres de ésta: "He aquí a la que vosotros me habéis dado por esposa ante Cristo; como me la disteis virgen, virgen la pongo otra vez en las manos de Dios y vuestras". Sus restos reposan en la catedral de Bamberg.
San Enrique realizó lo que a muchos puede parecer imposible: ser emperador, vivir continuamente ocupado en los problemas públicos y entre guerras, y llegar a santo.
Si Enrique de Baviera lo llevó a término fue porque en el ejercicio de su cargo vio un servicio al prójimo y a Jesucristo. La historia de Europa nos ofrece pocas vidas tan bellas y útiles como la de Enrique II, el Santo.

Fue canonizado el año 1146 por el Papa Beato Eugenio III. 

sábado, 12 de julio de 2014

EL EVANGELIO DE HOY: SÁBADO 12 DE JULIO DEL 2014

Autor: Jaime Rodríguez | Fuente: Catholic.net
No tengan miedo
Mateo 10,24-33. Tiempo Ordinario. No te preocupes de la estima de los otros sino por las enseñanzas de Cristo.
 
No tengan miedo
No tengan miedo
Del santo Evangelio según san Mateo 10, 24-33


«No está el discípulo por encima del maestro, ni el siervo por encima de su amo. Ya le basta al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su amo. Si al dueño de la casa le han llamado Beelzebul, ¡cuánto más a sus domésticos! «No les tengáis miedo. Pues no hay nada encubierto que no haya de ser descubierto, ni oculto que no haya de saberse. Lo que yo os digo en la oscuridad, decidlo vosotros a la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde los terrados. «Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna. ¿No se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ni uno de ellos caerá en tierra sin el consentimiento de vuestro Padre. En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; vosotros valéis más que muchos pajarillos. «Por todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos.

Oración introductoria

Dame, Señor, la fe, la esperanza y la caridad para vivir el estilo de vida que me propone tu Evangelio. La mentira domina al mundo con medios cada vez más veloces y sofisticados, mientras la evangelización parece tomar un ritmo lento. Por eso te pido que ilumines mi oración, de modo que ésta me dé la luz y fuerza para responder, con prontitud y generosidad, a lo que me toca hacer.

Petición

Señor, dame la valentía necesaria para cumplir tu voluntad en cada momento de mi vida.

Meditación del Papa Francisco

Los cristianos que sufren tiempos de persecución, tiempos de prohibición de adoración son una profecía de lo que nos sucederá a todos.
Los tiempos de los paganos se han cumplido, es el momento de levantar la cabeza, porque está "cerca" la "victoria de Jesucristo". No tenemos miedo, Él solamente nos pide fidelidad y paciencia. Fidelidad como Daniel, que ha sido fiel a su Dios y ha adorado a Dios hasta el final. Y paciencia, porque los cabellos de nuestra cabeza no caerán. Así lo ha prometido el Señor. Esta semana nos hará bien pensar en esta apostasía general, que se llama prohibición de adoración y preguntarnos: ¿yo adoro al Señor? ¿Yo adoro a Jesucristo, el Señor? ¿O un poco mitad y mitad, hago el juego del príncipe de este mundo? Adorar hasta el final, con confianza y fidelidad: esta es la gracia que debemos pedir esta semana. (Cf. S.S. Francisco, 28 de noviembre de 2013, homilía en Santa Marta).

Reflexión

Para el fiel cristiano la vida terrenal es sobre todo ocasión de crecer en el amor por su Creador. Por eso Dios nos advierte que, incluso si humanamente el desaliento nos atenaza, tenemos que estar dispuestos a perder la vida del cuerpo, si con esto vamos a conseguir la gloria por la vida del alma, que es la eternidad.

Más que preocuparse de la estima de los otros o peor aún orientar nuestra vida según las costumbres de la moda, lo que realmente debería importarnos es preocuparnos por las enseñanzas del Hijo de Dios y los valores de la doctrina cristiana.

Conocerlos, respetarlos no por obligación sino por elección diaria. Vivirlos auténticamente significa sencillamente emprender y aventurarse en la misión de ser testigos. Es pesado y cansado, a veces incómodo hasta casi a perder los ánimos.

Las tablas de madera que se utilizarán en los barcos son puestas a prueba en las llamas del fuego incandescente, y aquellas que no se parten son las que darán elegancia, estabilidad y velocidad al barco.

"Que vuestra conducta entre los paganos sea siempre irreprochable porque mientras os calumnien como malhechores, al ver vuestras buenas obras lleguen a glorificar Dios en el día del juicio", 1Pt 2,12.

Propósito

Pedir a Dios la fuerza para salir de mí mismo y poder adecuar, sin temor, mi voluntad a la suya.

Diálogo con Cristo

Jesús, te reconozco como mi Dios y Señor, acepto el estilo de vida propuesto en tu Evangelio como el camino que me puede llevar a la santidad. Pero es un camino arduo, contra corriente, porque el mal tiene muchas y nuevas caras y las tentaciones se multiplican. Ataques vienen de todos lados: familia, amigos, medios de comunicación. Pero también para Ti fue difícil, así que ayúdame a no quejarme, a tener la sabiduría y la fortaleza para defender siempre tu verdad y buscar medios eficaces para mi formación permanente, medio por el cual puedo convertirme en un eficaz discípulo y misionero. 

SANTA VERÓNICA, LA MUJER QUE SECÓ LA SANGRE DE JESÚS, JULIO 12

Autor: Corazones.org | Fuente: Corazones.org
Verónica, Santa
La mujer que secó la sangre de Jesús, 12 de julio


Verónica, Santa

Etimología: Verónica = Aquella que es la verdadera imagen o Aquella que es la imagen verdadera, viene de de la palabra latina "vero" y de la palabra griega "eikom".

Santa Verónica es recordada por su gesto compasivo hacia Jesús en Su camino al Calvario. Unos le agredían, otros permanecían indiferentes ante tanta crueldad. Ella se le acercó y le enjugó el rostro con su velo. Aquel divino rostro, cruelmente golpeado, ensangrentado y sudoroso suscitó en el corazón de Santa Verónica la misericordia. La fuente de Misericordia recibe de ella en aquel momento un amor que casi todos le negaron.

Aunque poco sabemos de la vida de Verónica y su acto de amor no aparece en las Sagradas Escrituras, la tradición lo ha recogido como un acto ejemplar que recordamos en la sexta estación del Via Crucis. Dante lo evoca en el canto XXXI del Paraíso.

Santa Verónica es mujer de gran valentía, ya que su acto de amor le podría haber causado una peligrosa reacción por parte de los romanos o de las turbas. Es mujer de gran compasión, ya que venció todo miedo y decidió amar en medio de una multitud movida por odio o la indiferencia.

Santa Verónica, ruega por nosotros. Que sepamos consolar a Cristo en el Via Crucis de hoy. 

Los Santos de hoy sábado 12 de julio de 2014

Los Santos de hoy sábado 12 de julio de 2014
 Juan Gualberto, Santo
Religioso benedictino, 12 de julio
 Proclo e Hilarión, Santos
Mártires, 12 de julio
 Teresa de los Andes, Santa
Religiosa, 12 de julio
 Inés Lê Thi Thành, Santa
Mártir, 12 de julio
 León de Lucca, Santo
Abad, 12 de julio
 Verónica, Santa
La mujer que secó la sangre de Jesús, 12 de julio
 Juan el Ibérico, Santo
Abad, 12 de julio
 Juan Jones, Santo
Mártir, Julio 12
 Ignacio Clemente Delgado, Santo
Obispo y Mártir Dominico, 12 de julio
 Paterniano, Santo
Obispo, 12 de julio
 Nabor y Félix, Santos
Mártires, 12 de julio
 Fortunato y Hermágoras, Santos
Mártires, 12 de julio
 Otros Santos y Beatos
Completando el santoral de este día, 12 de julio
 David Gunston, Beato
Mártir, 12 de julio 

SANTOS NABOR Y FÉLIX, MÁRTIRES, 12 DE JULIO

Autor: . | Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01
Nabor y Félix, Santos
Mártires, 12 de julio
 
Nabor y Félix, Santos

Mártires

Martirologio Romano: En Milán, ciudad de la Liguria, santos Nabor y Félix, mártires, que, siendo soldados oriundos de Mauritania, se dice que sufrieron el martirio en Laus Pompeia (hoy Lodi) y fueron sepultados en Milán (c. 304).

Etimológicamente: Nabor = Aquel que lleva la luz del profeta, es de origen hebreo.

Etimológicamente: Félix = Aquel que se considera Feliz o afortunado, es de origen latino.
Los Santos Nabor y Félix derramaron su sangre por Cristo durante la persecución de Diocleciano (303). En tiempos posteriores, las legendarias actas de estos santos han aparecido, reproducidas de las actas de otros mártires (Víctor, Firmus, y Rusticus). Según éstas, que tienen un incalculable valor histórico, Nabor y Félix eran soldados del ejército romano de Maximiano Hercúleo. Al descubrirse que seguían a Cristo fueron condenados a muerte en Milán y se les decapitó en Lodi. Estos santos testigos de la fe fueron sepultados en Milán y sobre su tumba se erigió una iglesia. Posteriormente, en 1164, sus restos se trasladaron a Colonia, Alemania. San Ambrosio exaltó las virtudes de estos dos mártires. 
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