martes, 1 de abril de 2014

Los Santos de hoy martes 1 de abril de 2014

Los Santos de hoy martes 1 de abril de 2014
 Hugo de Grenoble, Santo
Obispo, 1 de abril
 Celso de Armagh, Santo
Arzobispo, 1 de abril
 Vicente Vargas González, Beato
Mártir, 1 de abril
 Nuño de Santa Maria Alvares Pereira, Santo
Religioso Carmelita, 1 de abril
 María Egipciaca, Santa
Eremita Penitente, 1 de abril
 Jorge Vargas González, Beato
Mártir, 1 de abril
 Luis Padilla Gómez, Beato
Mártir, 1 de abril
 Hugo de Bonnevaux, Beato
Abad, 1 de abril
 Gilberto de Caithness, Santo
Obispo, 1 de abril
 José Anacleto González Flores, Beato
Mártir, 1 de abril
 Ludovico Pavoni, Beato
Sacerdote y Fundador, 1 de abril
 Otros Santos y Beatos
Completando santoral de este día, 1 de abril
 Carlos I de Habsburgo, Beato
Laico, 1 de abril
 Valerio de Lauconne, Santo
abad, 1 de abril
 Agape y Quionia, Santas
Virgenes y Mártires, 1 de abril
 Sofía Czeska-Maciejowska, Beata
Fundadora, 1 de abril
 José (Giuseppe) Girotti, Beato
Sacerdote y Mártir, 1 de abril 

SAN HUGO DE GRENOBLE, OBISPO, 1 DE ABRIL

Autor: . | Fuente: Archidiósesis de Madrid
Hugo de Grenoble, Santo
Obispo, 1 de abril
 
Hugo de Grenoble, Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Grenoble, en Burgundia, san Hugo, obispo, que se esforzó en la reforma de las costumbres del clero y del pueblo, y siendo amante de la soledad, durante su episcopado ofreció a san Bruno, maestro suyo en otro tiempo, y a sus compañeros, el lugar de la Cartuja, que presidió cual primer abad, rigiendo durante cuarenta años esta Iglesia con esmerado ejemplo de caridad (1132).

Etimológicamente: Hugo = Aquel de Inteligencia Clara, es de origen germano.

Fecha de canonización: 22 de abril de 1134 por el Papa Inocencio II.

El obispo que nunca quiso serlo y que se santificó siéndolo.

Nació en Valence, a orillas del Isar, en el Delfinado, en el año 1053. Casi todo en su vida se sucede de forma poco frecuente. Su padre Odilón, después de cumplir con sus obligaciones patrias, se retiró con el consentimiento de su esposa a la Cartuja y al final de sus días recibió de mano de su hijo los últimos sacramentos. Así que el hijo fue educado en exclusiva por su madre.

Aún joven obtiene la prebenda de un canonicato y su carrera eclesiástica se promete feliz por su amistad con el legado del papa. Como es bueno y lo ven piadoso, lo hacen obispo a los veintisiete años muy en contra de su voluntad por no considerarse con cualidades para el oficio -y parece ser que tenía toda la razón-, pero una vez consagrado ya no había remedio; siempre atribuyeron su negativa a una humildad excesiva. Lo consagró obispo para Grenoble el papa Gregorio VII, en el año 1080, y costeó los gastos la condesa Matilde.

Al llegar a su diócesis se la encuentra en un estado deprimente: impera la usura, se compran y venden los bienes eclesiásticos (simonía), abundan los clérigos concubinarios, la moralidad de los fieles está bajo mínimos con los ejemplos de los clérigos, y sólo hay deudas por la mala administración del obispado. El escándalo entre todos es un hecho. Hugo -entre llantos y rezos- quiere poner remedio a todo, pero ni las penitencias, ni las visitas y exhortaciones a un pueblo rudo y grosero surten efecto. Después de dos años todo sigue en desorden y desconcierto. Termina el obispo por marcharse a la abadía de la Maison-Dieu en Clermont (Auvernia) y por vestir el hábito de san Benito. Pero el papa le manda taxativamente volver a tomar las riendas de su iglesia en Grenoble.

Con repugnancia obedece. Se entrega a cumplir fielmente y con desagrado su sagrado ministerio. La salud no le acompaña y las tentaciones más aviesas le atormentan por dentro. Inútil es insistir a los papas que se suceden le liberen de sus obligaciones, nombren otro obispo y acepten su dimisión. Erre que erre ha de seguir en el tajo de obispo sacando adelante la parcela de la Iglesia que tiene bajo su pastoreo. Vendió las mulas de su carro para ayudar a los pobres porque no había de dónde sacar cuartos ni alimentos, visita la diócesis andando por los caminos, estuvo presente en concilios y excomulgó al antipapa Anacleto; recibió al papa Inocencio II -que tampoco quiso aceptar su renuncia- cuando huía del cismático Pedro de Lyon y contribuyó a eliminar el cisma de Francia.

Ayudó a san Bruno y sus seis compañeros a establecerse en la Cartuja que para él fue siempre remanso de paz y un consuelo; frecuentemente la visita y pasa allí temporadas viviendo como el más fraile de todos los frailes.

Como él fue fiel y Dios es bueno, dio resultado su labor en Grenoble a la vuelta de más de medio siglo de trabajo de obispo. Se reformaron los clérigos, las costumbres cambiaron, se ordenaron los nobles y los pobres tuvieron hospital para los males del cuerpo y sosiego de las almas. Al final de su vida, atormentado por tentaciones que le llevaban a dudar de la Divina Providencia, aseguran que perdió la memoria hasta el extremo de no reconocer a sus amigos, pero manteniendo lucidez para lo que se refería al bien de las almas. Su vida fue ejemplar para todos, tanto que, muerto el 1 de abril de 1132, fue canonizado solo a los dos años, en el concilio que celebraba en Pisa el papa Inocencio.

No tuvo vocación de obispo nunca, pero fue sincero, honrado en el trabajo, piadoso, y obediente. La fuerza de Dios es así. Es modelo de obispos y de los más santos de todos los tiempos.

DIOS TE AMA


domingo, 30 de marzo de 2014

EL EVANGELIO DE HOY: 31 DE MARZO DEL 2014

Autor: Laureano López | Fuente: Catholic.net
Vete que tu hijo vive
Juan 4, 43-54. Cuaresma. Si queremos que de verdad Dios nos cure, tenemos que acercarnos a Él confiadamente.
 
Vete que tu hijo vive
Del santo Evangelio según san Juan 4, 43-54

Pasados los dos días en Samaria, partió de allí para Galilea. Pues Jesús mismo había afirmado que un profeta no goza de estima en su patria. Cuando llegó, pues, a Galilea, los galileos le hicieron un buen recibimiento, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta. Volvió, pues, a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había un funcionario real, cuyo hijo estaba enfermo en Cafarnaúm. Cuando se enteró de que Jesús había venido de Judea a Galilea, fue donde él y le rogaba que bajase a curar a su hijo, porque se iba a morir. Entonces Jesús le dijo: «Si no veis señales y prodigios, no creéis». Le dice el funcionario: «Señor, baja antes que se muera mi hijo». Jesús le dice: «Vete, que tu hijo vive». Creyó el hombre en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino. Cuando bajaba, le salieron al encuentro sus siervos, y le dijeron que su hijo vivía. Él les preguntó entonces la hora en que se había sentido mejor. Ellos le dijeron: «Ayer a la hora séptima le dejó la fiebre». El padre comprobó que era la misma hora en que le había dicho Jesús: «Tu hijo vive», y creyó él y toda su familia. Esta nueva señal, la segunda, la realizó Jesús cuando volvió de Judea a Galilea.

Oración introductoria

Señor mío, aquí estoy para escucharte porque sé que tu palabra es espíritu y vida. Jesús mío, Tú conoces y sabes que muchas veces en mi vida pongo mi confianza en las palabras del mundo y me falta crecer en la fe para llegar a la certeza que me brindan tus palabras. Te ofrezco esta meditación por todos aquellos que no creen en la fuerza transformativa de tu palabra. Purifica los ojos de nuestra pobre razón humana con el colirio de la fe, para que podamos contemplar la realidad como Tú la ves.

Petición

Dios mío ayúdame a ser coherente y vivir de la fe. Que viva lo que creo, para evitar el error de creer como vivo.

Meditación del Papa Francisco

¿Qué sentido tiene "insistir" con Dios?
Esta es una buena pregunta, que nos hace profundizar en un aspecto muy importante de la fe: Dios nos invita a rezar con insistencia no porque no sabe qué necesitamos, o porque no nos escucha. Al contrario, Él escucha siempre y conoce todo de nosotros, con amor. En nuestro camino cotidiano, especialmente en las dificultades, en la lucha contra el mal fuera y dentro de nosotros, el Señor no está lejos, está a nuestro lado; nosotros luchamos con Él al lado, y nuestra arma es precisamente la oración, que nos hace sentir su presencia junto a nosotros, su misericordia y también su ayuda.
Pero la lucha contra el mal es dura y larga, requiere paciencia y resistencia - como Moisés, que debía tener los brazos alzados para hacer vencer a su pueblo. Y así: hay una lucha que llevar adelante cada día; pero Dios es nuestro aliado, la fe en Él es nuestra fuerza y la oración es la expresión de esta fe. Por eso Jesús nos asegura la victoria, pero nos pregunta: "Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?" Si se apaga la fe, se apaga la oración y nosotros caminamos en la oscuridad, nos perdemos en el camino de la vida.(S.S. Francisco, 20 de octubre de 2013). 

Reflexión apostólica

Jesús nos quiere devolver la salud, como al hijo del funcionario real, y quiere liberarnos de toda esclavitud y tristeza perdonándonos todas nuestras faltas. Si tenemos fe, si queremos que de verdad nos cure, debemos acercarnos confiadamente para que nos llene de su gracia. Por esto, cada vez que nos disponemos a recibirle en la Eucaristía le decimos una breve oración que nos hace más humildes, "Señor, no soy digno que entres a mi casa, pero sé que basta una palabra tuya para sanarme".

La vida diaria nos presenta un reto muy grande que consiste en vivir desde la fe, en creer plenamente en Cristo. El Evangelio nos ofrece una clave preciosa para dirigir nuestras acciones cotidianas, para convertirnos en apóstoles verdaderos de Cristo y obtener la vida. "Creyó el hombre en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino". La palabra de Cristo se convierte en transformativa cuando el hombre la acepta, se convierte, se pone en camino y así puede llegar a la vida. Vida que no sólo es física, sino vida espiritual y eterna. La fuerza de Dios se manifiesta en Cristo que es la Palabra. Una Palabra en la que la vida, acciones y pensamientos están perfectamente unidos. Por ello Cristo es la Persona más coherente y eso le da credibilidad. Los cristianos, como apóstoles y seguidores de Cristo, estamos llamados a ser testimonios coherentes de vida. Por ello no se puede separar la fe de la vida y, en consecuencia, las acciones del apóstol de Cristo siguen la moral cristiana. Por ello los mayores apóstoles de todos los tiempos han sido, no los hombres buenos, sino los hombres santos. Aquellos que hablaban "de Cristo" pero porque habían hablado primero "con Cristo". Aquellos que habían hecho primero un encuentro profundo con la Palabra que cambió radicalmente su vida.

Propósito

Procuraré hacer una reflexión evangélica con toda mi familia.

Diálogo con Cristo

Jesús, Tú eres la Palabra del Padre que has venido al mundo para darme la vida y salvarme. Sé que Tú puedes transformarme pero quieres que yo libremente te acepte. Ayúdame para que crea y tenga vida y pueda mi experiencia de encuentro contigo a toda mi familia.

Es viva la Palabra de Dios y eficaz, y más cortante que espada alguna de dos filos. Penetra hasta las fronteras entre el alma y el espíritu, hasta las junturas y médulas; y escruta los sentimientos y pensamientos del corazón (San Pablo. Heb 4,12).





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