viernes, 14 de febrero de 2014

Los Santos de hoy viernes 14 de febrero de 2014

Los Santos de hoy viernes 14 de febrero de 2014
 Cirilo y Metodio, Santos
Memoria litúrgica, 14 de febrero 
 Valentín, Santo
Presbítero y Mártir, 14 de febrero
 Alejandra de Egipto, Santa
Eremita, 14 de febrero
 Juan Bautista de la Concepción, Santo
Presbítero Trinitario, 14 de febrero
 Vicente Vilar David, Beato
Mártir Laico, 14 de febrero
 Antonino de Sorrento, Santo
Abad, 14 de febrero
 Auxencio de Bitinia, Santo
Abad, 14 de febrero
 Otros Santos y Beatos
Completando santoral de este día, 14 de febrero
 Nostriano de Nápoles, Santo
Obispo, 14 de febrero

SAN VALENTÍN, PRESBÍTERO Y MÁRTIR, 14 DE FEBRERO

Autor: . | Fuente: MultiMedios.org
Valentín, Santo
Presbítero y Mártir, 14 de febrero

 
Valentín, Santo
Patrono de los Enamorados

Mártir en Roma a finales del siglo III. Entre el pueblo, el día de San Valentín está considerado como «día de la suerte», sobre todo en Alemania; y en Francia, Bélgica, Inglaterra y especialmente América, como «día de los enamorados», en que éstos se hacen promesas, felicitaciones y regalos. Esta costumbre y aquella supersticiosa idea, obedecen a diversos orígenes folklóricos y también al prestigio popular del Santo como milagrero. — Fiesta: 14 de febrero.

El árbol maravilloso del Cristianismo necesita siempre del riego fertilizante de la sangre de los mártires. Árbol que brotó de las ondas de un manantial divino en la cima del Calvario, sus primeros brotes adquirieron vigor y frescura en las rojas oleadas que alzaron las persecuciones de los primeros siglos de la Iglesia.

En sus tiempos primitivos, como en el siglo XX, en que vivimos, el cristianismo sigue vigorizándose con la sangre de sus héroes. Nunca han faltado ni jamás faltarán en la Iglesia de Cristo estos testigos de fe, que llegan hasta la generosa entrega de la vida.

La mayor parte de noticias que de San Valentín romano han llegado hasta nosotros proceden de unas actas apócrifas; por esta causa se hace difícil conocer con exactitud su vida e incluso distinguir entre los hechos que realmente le pertenecen y los de las vidas de otros varios santos que llevan su mismo nombre y que la iglesia desde muchos siglos venera también como mártires. Reseñaremos los que se le atribuyen unánimemente.

Con todo, lo importante en la historia de San Valentín, como en la vida de cuantos cristianos han sido elevados por la Iglesia al honor de los altares, es que seamos capaces de captar la lección que nos traen y que es, en definitiva, el fin principal que la ha movido a darles culto.

San Valentín es para nosotros una ciertísima lección de vida cristiana, llevada hasta el heroísmo, hasta la más plena identificación con Cristo: el martirio.

Situémonos a finales del siglo III. Es la era de los mártires. Por todo el Imperio romano corre el huracán de la persecución.

Valentín, presbítero romano, residía en la capital del Imperio, reinando Claudio II. Su virtud y sabiduría le habían granjeado la veneración de los cristianos y de los mismos paganos. Por su gran caridad se había hecho merecedor del nombre de padre de los pobres.

No podía ser desconocida de la corte imperial la influencia que ejercía en todos los ambientes romanos, y quiso el mismo emperador conocerlo personalmente. Valentín, en aquella entrevista, no dejaría de interceder en favor de su fe católica y contra el estado de persecución en que a menudo se encontraba sumida la Iglesia.

El soberano, que estaba interesado en granjearse la amistad y la colaboración del inteligente sacerdote cristiano, escuchó con agrado sus razones. Por eso intentó disuadirle del que él creía exagerado fanatismo; a lo que replicó Valentín evangélicamente: «Si conocierais, señor, el don de Dios, y quién es Aquel a quien yo adoro, os tendríais por feliz en reconocer a tan soberano dueño, y abjurando del culto de los falsos dioses adoraríais conmigo al solo Dios verdadero».

Asistieron a la entrevista, un letrado del emperador y Calfurnio, prefecto de la ciudad, quienes protestaron enérgicamente de las atrevidas palabras dirigidas contra los dioses romanos, calificándolas de blasfemas. Temeroso Claudio II de que el prefecto levantara al pueblo y se produjeran tumultos, ordenó que Valentín fuese juzgado con arreglo a las leyes.

Interrogado por Asterio, teniente del prefecto, Valentín continuó haciendo profesión de su fe, afirmando que es Jesucristo «la única luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo».

El juez, que tenía una hija ciega, al oír estas palabras, pretendiendo confundirle, le desafió: «Pues si es cierto que Cristo es la luz verdadera, te ofrezco ocasión de que lo pruebes; devuelve en su nombre la luz a los ojos de mi hija, que desde hace dos años están sumidos en las tinieblas, y entonces yo seré también cristiano».

Valentín hizo llamar a la joven a su presencia, y elevando a Dios su corazón lleno de fe, hizo sobre sus ojos la señal de la cruz, exclamando: «Tú que eres, Señor, la luz verdadera, no se la niegues a ésta tu sierva».

Al pronunciar estas palabras, la muchacha recobró milagrosamente la vista. Asterio y su esposa, conmovidos, se arrojaron a los pies del Santo, pidiéndole el Bautismo, que recibieron, juntamente con todos los suyos, después de instruidos en la fe católica.

El emperador se admiró del prodigio realizado y de la conversión obrada en la familia de Asterio; y aunque deseara salvar de la muerte al presbítero romano, tuvo miedo de aparecer, ante el pueblo, sospechoso de cristianismo. Y San Valentín, después de ser encarcelado, cargado de cadenas, y apaleado con varas nudosas hasta quebrantarle los huesos, unióse íntima y definitivamente con Cristo, a través de la tortura de su degollación.

¿Por qué el folklore se ha venido aliando tan intensamente y en tantos países con la festividad de San Valentín romano? Y reduciendo la cuestión: ¿Por qué se atribuye a San Valentín el patronazgo sobre el amor humano, atribución que es, evidentemente, el origen y la explicación de todas las restantes manifestaciones de la devoción o de la simpatía popular al Santo?

Aparte la posible trasposición de algún hecho, tradición o leyenda, de otros Valentines al mártir de Roma, que explicaría ciertas expansiones, dicha atribución puede ser debida a dos motivos, separadamente considerables o perfectamente conjuntables:

1º Nuestro San Valentín fue martirizado en la Via Flaminia hacia el año 270, seguramente en los inicios de la primavera, cuando en la naturaleza se anticipa el júbilo expectativo de la fecundidad y de la pujanza. En los siglos antiguos y medievales, empiezan a venir a Roma numerosos peregrinos, entrando por la Puerta Flaminia, que se llamó Puerta de San Valentín, porque allí, en recuerdo de su martirio, el Papa Julio I, en el siglo IV, mandó construir en su honor una basílica.

Esos romeros coincidían con los días del aniversario del Santo; y de retorno a sus países, se llevarían de él o de su templo alguna reliquia o memoria. Ahora bien: no es cosa rara en la primitiva Iglesia el empeño de cristianizar fiestas o costumbres de matiz pagano, y en primavera no faltaban en la Roma gentílica festejos dedicados al amor y a sus divinidades. Fácilmente se inclinaría a los fieles a invocar a San Valentín —mártir primaveral— como protector del amor honesto. La invocación brotaría en Roma y sería transportada por los romeros a sus tierras y naciones, principalmente por los que cruzaban la Puerta Flaminia, norte arriba de Europa.

2º motivo: Hemos hecho notar el prestigio de que gozaba el Santo como sacerdote. ¡En cuántas familias sería efectiva su influencia, cuántos enlaces matrimoniales habría bendecido! Positivamente, no faltan noticias biográficas tradicionales que así lo afirman.

En las Catacumbas y en casas de cristianos, no sumarían cantidad exigua los que habían sido asistidos por su presencia presbiteral al unirse, por el Santo Sacramento que los hizo esposos. Es natural que, después de su martirio, se le adjudicase la advocación de Patrón de los hogares y del amor conyugal.

Trábense estas consideraciones, y quedarán perfectamente señalados los orígenes de la devoción típica y del costumbrario en homenaje al Santo.

Lo cierto es que éste se conserva floreciente en los países del Norte europeo y americano.

Cosa curiosa: ya en el siglo XVII, ciertos protestantes lo censuraban como de cuño papista y, al mismo tiempo, pagano. Le reconocía cierto matiz pagano, San Francisco de Sales. Pero, saturado como siempre de buen juicio y de exquisita prudencia, lo que hace él es aconsejar a los jóvenes prometidos que imiten las virtudes de San Valentín. Esto es lo que hay que desear, principalmente; rogando al excelso presbítero mártir que alcance del Señor, a la juventud cristiana que al matrimonio camina, el don del puro amor, santificador de la vida familiar.

jueves, 13 de febrero de 2014

LETANÍAS DE LOS SANTOS


LETANÍAS DE LOS SANTOS

Señor, ten piedad. / Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. / Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. / Señor ,ten piedad.

Santa María, Madre de Dios, 
/ Ruega por nosotros.
San Miguel, 
/ Ruega por nosotros
Santos ángeles de Dios, 
/ Rogad por nosotros.
San Juan Bautista,
/ Ruega por nosotros.
San José,
/ Ruega por nosotros.
Santos Pedro y Pablo,
/ Rogad por nosotros.
San Andrés, 
/ Ruega por nosotros.
San Juan, 
/ Ruega por nosotros.
Santa María Magdalena,
/ Ruega por nosotros.
San Esteban, 
/ Ruega por nosotros.
San Ignacio de Antioquía, 
/ Ruega por nosotros.
San Lorenzo, 
/ Ruega por nosotros.
Santas Perpetua y Felicidad, 
/ Rogad por nosotros.
Santa Inés, 
/ Ruega por nosotros. 
San Gregorio, 
/ Ruega por nosotros.
San Agustín, 
/ Ruega por nosotros.
San Atanasio, 
/ Ruega por nosotros.
San Basilio,
/ Ruega por nosotros.
San Martín, 
/ Ruega por nosotros.
San Benito, 
/ Ruega por nosotros.
Santos Francisco y Domingo, 
/ Rogad por nosotros.
San Francisco Javier,
/ Ruega por nosotros.
San Juan María Vianney, 
/ Ruega por nosotros.
Santa Catalina de Siena, 
/ Ruega por nosotros.
Santa Teresa de Avila,
/ Ruega por nosotros.
San Raimundo de Peñarfort,
/ Ruega por nosotros.
Santos y Santas de Dios, 
/ Rogad por nosotros.

Muéstrate propicio,
/ Líbranos, Señor.
De todo mal,
/ Líbranos, Señor.
De todo pecado, 
/ Líbranos, Señor.
De la muerte eterna,
/ Líbranos, Señor.
Por tu encarnación,
/ Líbranos, Señor.
Por tu muerte y resurrección,
/ Líbranos, Señor.
Por el envío del Espíritu Santo,
/ Líbranos, Señor.

Nosotros, que somos pecadores,
/ Te rogamos, óyenos. 
Jesús, Hijo de Dios vivo, 
/ Te rogamos, óyenos
Cristo, óyenos
/ Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
/ Cristo, escúchanos.

EL EVANGELIO DE HOY: 13.02.2014

Autor: Juan José Hernández | Fuente: Catholic.net
La actitud del que busca al Señor
Marcos 7, 24-30. Tiempo Ordinario. La mujer cananea luchó entre tanta gente para poder hablar con Cristo y Él le otorgó el favor que pedía.
 
La actitud del que busca al Señor
Del santo Evangelio según san Marcos 7, 24-30


Después Jesús partió de allí y fue a la región de Tiro. Entró en una casa y no quiso que nadie lo supiera, pero no pudo permanecer oculto. En seguida una mujer cuya hija estaba poseída por un espíritu impuro, oyó hablar de él y fue a postrarse a sus pies. Esta mujer, que era pagana y de origen sirofenicio, le pidió que expulsara de su hija al demonio. El le respondió: «Deja que antes se sacien los hijos; no está bien tomar el pan de los hijos para tirárselo a los cachorros». Pero ella le respondió: «Es verdad, Señor, pero los cachorros, debajo de la mesa, comen las migajas que dejan caer los hijos». Entonces él le dijo: «A causa de lo que has dicho, puedes irte: el demonio ha salido de tu hija». Ella regresó a su casa y encontró a la niña acostada en la cama y liberada del demonio. 

Oración introductoria

Dios mío, ayúdame a buscarte con todo mi corazón, pues, sé que sólo el encuentro contigo puede cambiar mi vida. No permitas que me canse de buscarte, sino más bien dame la gracia de ser perseverante. Te pido me ayudes, en este momento de oración, para que puede escuchar y acoger el mensaje que me tienes preparado.

Petición

Señor, ayúdame a ser consciente de la importancia de encontrarme contigo para poder hallar la paz que mi alma anhela.

Meditación del Papa Francisco

De hecho Jesús alaba a la mujer siro-fenicia que insistentemente le pide la curación de su hija. Insistencia que es ciertamente muy agotador, pero esto es una actitud de la oración. Santa Teresa habla de la oración como una negociación con el Señor, y esto es posible solo cuando hay familiaridad con el Señor. Es agotador, es verdad, pero esta es la oración, esto es conseguir de Dios una gracia. ¡Convencer al Señor con las virtudes del Señor! ¡Esto es hermoso! La exposición de Abraham va al corazón del Señor y Jesús nos enseña lo mismo: "El Padre sabe las cosas. El padre -no se preocupen-, hace llover sobre los justos y los pecadores, el sol para los justos y para los pecadores". Con este argumento, Abraham continúa. Yo me detendría aquí: orar y negociar con el Señor, incluso volverse inoportuno con el Señor. Orar y alabar al Señor en las cosas buenas que tiene, y decirle que estas cosas bellas que tiene, las envíe a nosotros. ¡Y si Él es tan misericordioso, tan bueno, que nos ayude!. (S.S. Francisco, 1 de julio de 2013, homilía en misa matutina en capilla de Santa Marta).

Reflexión 

Es necesario conocer y encontrarnos con Cristo para poder darlo a los demás. Así la mujer sirofenicia buscó luchar entre tanta gente para poder hablar con Cristo. En el diálogo con el Señor se le otorgó el favor que pedía. La oración debe preceder a la acción; la contemplación antes de la conquista.

Propósito

En este día buscaré un verdadero encuentro con Cristo en la oración y en la lectura del Evangelio para inspirar mi día con los criterios de Jesús.

Diálogo con Cristo

¡Qué gusto saber que te puedo encontrar en la oración y que tienes un don especial preparado para mí! Quieres que me acerque con verdadera humildad y fe porque sólo así te doy el lugar que verdaderamente te mereces. Concédeme vivir con esta actitud durante todo el día para así escuchar tu voz y poder darte a conocer a los demás.


"Para que la oración sea realmente fructuosa, ha de brotar del corazón y debe ser capaz de tocar el corazón de Dios" (Madre Teresa de Calcuta)



  • Preguntas o comentarios al autor
  • Juan José Hernández 

    SAN BENIGNO DE TODI, PRESBÍTERO Y MÁRTIR, 13 DE FEBRERO

    Autor: . | Fuente: Archidiócesis de Madrid
    Benigno de Todi, Santo
    Presbítero y Mártir, 13 de febrero
     
    Benigno de Todi, Santo

    Presbítero y Mártir

    Martirologio Romano: En Todi, ciudad de la Umbría, san Benigno, presbítero y mártir (s. IV).

    Etimología: Benigno = Aquel que actúa con Benevolencia, es de origen latino.
    Dicen que un fraile, en un arrebato de falsa devoción, quiso llevarse a su convento -eso que se llama robar una cosa sagrada y como agravante en un sitio también sagrado- la cabeza del santo que reposaba dentro de un relicario de plata en el monasterio de benedictinas que se llama «De las Milicias», en Todes. En su intento, y sin saber muy bien lo que pasaba, no pudo salir del templo por no poder localizar las puertas hasta poco antes tan expeditas. Así, se vio obligado a depositar la reliquia de san Benigno en el sitio que le correspondía.

    Todes es una de las primeras ciudades evangelizadas de Hungría. Benigno vive en la segunda mitad del siglo III. Y se ha dado conocer entre los suyos como un insigne propagador de la fe cristiana; lo hace con alegría y con notable entusiasmo. El obispo Ponciano conoce su afán apostólico y está al tanto de la sinceridad de su vida; un día lo consagra presbítero para apoyarse en él en el cumplimiento obligado de atender a su grey y de extender la Salvación.

    Llegada la persecución de Maximiano y Diocleciano, la comunidad de creyentes está confortada por la atención espiritual que con riesgo constante de su vida le presta el buen sacerdote Benigno. Socorre a los confesores de la fe presos en las cárceles; visita las casas de los débiles y les busca por los campos que los cobijan para darles aliento; y se las arregla para estar cerca de los que son torturados, acompañando hasta donde es posible humanamente a los que se disponen al martirio.

    Pasado el peor momento de estupor, se llena de la audacia del Espíritu Santo y comienza a predicar con fortaleza de Jesucristo. Ahora lo hace públicamente en el intento de convertir a los paganos que están en el terrible error de la idolatría. El principal foco de atención de su discurso es hacerles comprender que los ídolos son una necedad y el culto que se les tributa supone una verdadera ofensa al único Dios que merece adoración y puede darles la salvación ofrecida a todos los hombres sin excepción. Ya no le importa su vida. Se sabe portador de la verdad y conoce bien que ella no es exclusivamente para él. Sólo Jesús es el Señor y todos han de servirle.

    Lo que era presumible con ese comportamiento se hace realidad. Es apresado y obligado a apostatar, siendo inútiles los tormentos que tuvo que soportar el fiel y valiente discípulo. Por fin, muere el 13 de febrero del año 303 con la cabeza cortada, aquella que el fraile quiso cambiar de sitio.

    La catequesis, es decir, llevar a Cristo a los demás, comporta la responsabilidad de ser fiel a lo que se propone y ni que decir tiene que en este contexto la vida humana no es ningún valor absoluto. ¡Qué bien lo supo hacer san Benigno sin tener que darle vueltas a los textos de las bibliotecas de las universidades que aún no se habían inventado! Fue sencillamente el don del Espíritu Santo. Hoy también hacen bastante falta sacerdotes -no sólo en Hungría- cuidadosos menos de su propia vida que de la Salvación que ofrecen y ¡obispos que los descubran!

    ¡Felicidades a quienes tienen este nombre!

    Los Santos de hoy jueves 13 de febrero de 2014

    Los Santos de hoy jueves 13 de febrero de 2014
     Benigno de Todi, Santo
    Presbítero y Mártir, 13 de febrero
     Jordán de Sajonia, Beato
    Presbítero Dominico, 13 de febrero
     Martiniano, Santo
    Eremita, 13 de febrero
     Cristina de Spoleto, Beata
    Seglar Agustina, 13 de febrero
     Eustoquia (Lucrecia) Bellini, Beata
    Venció al demonio, 13 de febrero
     Otros Santos y Beatos
    Completando santoral de este día, Febrero 13

    miércoles, 12 de febrero de 2014

    NADA TE TURBE

    Nada te turbe Santa Teresa de Ávila

    Nada te turbe, nada te espante
    todo se pasa,
    Dios no se muda;
    la paciencia todo lo alcanza
    Quien a Dios tiene nada le falta;
    solo Dios basta.

    Si en las tristezas que te combaten acaso alguna
    te acongojare,
    sé valerosa,
    no te acobardes,
    que si son humo,
    las lleva el aire.
    Por eso dijo
    la Santa Madre:
    Nada te turbe,
    nada te espante.

    Si ellas porfían como importunas,
    a más combates
    sé más robusta.
    Dirás que hay noche; lo sé, no dudes,
    que a su despecho
    la luz madruga.
    No ames ni temas lo que no dura:
    todo se pasa,
    Dios no se muda.

    ¡Oh qué risueña
    es la mañana,
    si asoma el día
    lleno de gracia!
    Sí porque vibra,
    rayos que apartan
    las que antes eran sombras del alma.
    Así es; ten pecho, aguarda, aguarda,
    que la paciencia
    todo lo alcanza.

    La luz hermosa d e esta alborada,
    luz que no alteran sombras opacas,
    es Dios, que a impulsos de afecto, calma, cuando amanece,
    nuestras borrascas; búscale ansiosa,
    mira si le hallas. Quien a Dios tiene nada le falta.

    Si a tanta dicha subes, repara,
    que aunque haya bienes sólo Dios basta.

    ¿POR QUÉ LLORAS?


    ¿Por qué lloras?

    ¿Por qué lloras? Déjame ayudarte.
    Yo también he caminado por ese sendero.
    Yo también me he sentido solo.
    Yo sé lo que es llorar.
    Yo sé lo que es sufrir.
    Yo sé lo que es perderlo todo,
    hasta las esperanzas.

    Pero también sé lo que es vivir,
    también sé lo que es reir,
    también sé lo que es amar.

    ¿Qué cómo?

    Era una noche,
    una noche más oscura que cualquier otra noche,
    mis lágrimas rodaban por mis mejillas
    cuando oí una voz que me preguntó:
    "¿Por qué lloras?"

    Y yo al mirarlo y él al verme,
    ví de sus ojos que brotaban lágrimas
    pero no eran lágrimas naturales,
    eran lágrimas de sangre,
    en donde yo podía ver lo que me estaba pasando.

    Y le pregunté: "¿Por qué lloras?".

    Y él me respondió:
    "Yo he visto tus lágrimas y he oído tu clamor,
    pero esas lágrimas yo las dí en la cruz por ti,
    y éstas son las que han abierto caminos en el desierto,
    y ríos en la soledad".

    SAN BENITO DE ANIANE, MONJE, 12 DE FEBRERO

    Autor: . | Fuente: misa_tridentina.t35.com
    Benito de Aniane, Santo
    Monje, 12 de febrero
     
    Benito de Aniane, Santo

    Monje

    Martirologio Romano: En el monasterio de San Cornelio de Indam, en Germania, tránsito de san Benito, abad de Aniano (o de Aniane), que propagó la Regla benedictina, confeccionó un Consuetudinario para uso de monjes y trabajó con empeño en la instauración de la liturgia romana (821).

    Etimología: Benito = Benedicto = Aquel a que Dios bendice, es de origen latino.
    Benito fue hijo de Aigulfo de Maguelone; servía de escanciador al rey Pepino y a su hijo Carlomagno. A la edad de veinte años resolvió buscar el Reino de Dios con todo su corazón. Tomó parte en la campaña de Lombardía, pero, después de haberse casi ahogado en Tesino, cerca de Pavía, tratando de salvar a su hermano, hizo voto de abandonar el mundo por completo. A su vuelta a Languedoc, confirmó su determinación por consejo de un ermitaño llamado Widmar, y fue a la abadía de Saint-Seine, a veinticuatro kilómetros de Dijon, donde lo admitieron como monje. Pasó allí dos años y medio aprendiendo la vida monástica y llegó al dominio de sí mismo por medio de severas austeridades. No satisfecho con guardar la regla de San Benito, practicaba otros puntos de perfección que encontró prescritos en las reglas de San Pacomio y San Basilio. Cuando el abad murió, los hermanos estaban dispuestos a elegirlo para que lo substituyera, pero no quiso aceptar el cargo, porque sabía que había monjes que se oponían a todo lo que fuera reforma sistemática.

    Con este motivo, Benito abandonó Saint-Seine y, al regresar a Languedoc, construyó una pequeña ermita junto al arroyo Aniane, en sus propias tierras. Aquí vivió algunos años en privación voluntaria, orando continuamente a Dios para que le enseñara a hacer su voluntad. Algunos ermitaños, de los cuales uno era el santo Widmar, se pusieron bajo su dirección. Ganaban su sustento con el trabajo manual, vivían a pan y agua, excepto los domingos y grandes fiestas, cuando añadían un poco de vino o leche, si se los daban de limosna. El superior trabajaba con ellos en los campos y algunas veces se dedicaba a copiar libros. Cuando el número de sus discípulos aumentó, Benito dejó el valle y construyó un monasterio en un sitio más espacioso. Amaba tanto la pobreza, que por mucho tiempo utilizó cálices de madera o vidrio o peltre para celebrar la misa, y si le daban ornamentos valiosos de seda, los obsequiaba a otras iglesias. Sin embargo, posteriormente, cambió su modo de pensar sobre este punto, y construyó un claustro y una majestuosa iglesia adornada con pilares de mármol, y la dotó de cálices de plata, ricos ornamentos; además compró libros para la biblioteca. En breve tuvo muchos religiosos bajo su dirección. Al mismo tiempo, llevaba al cabo la inspección general de todos los monasterios de Provenza, Languedoc y Gascuña, y llegó a ser, con el tiempo, el director y supervisor de todos los monasterios del imperio; reformó a muchos con tan buen tino, que no encontró gran oposición. El que principalmente recibió su influencia fue el monasterio de Gellone, fundado por San Guillermo de Aquitania en 804.

    Para tenerlo a la mano, el emperador Luis el Piadoso obligó a Benito primero a habitar en la abadía de Maurmünster, en Alsacia, y después, como todavía quería tenerlo más cerca, construyó un monasterio en el Inde, conocido más tarde como Cornelimünster, a unos 11 kilómetros de Aquisgrán, residencia del emperador y su corte. Benito vivió en el monasterio, pero continuó ayudando a la restauración de la observancia monástica por toda Francia y Alemania. A él se debe principalmente, la redacción de los cánones para la reforma de los monjes del concilio de Aquisgrán en 817. En ese mismo año presidió la asamblea de abades para poner en vigor el restablecimiento de la disciplina. Su estatutos, los Capitula de Aquisgrán, fueron añadidos a la regla de San Benito e impuestos a todos los monjes del imperio. Benito también escribió el "Codex Regularum" (Código de Reglas), una colección de todas las reglas monásticas existentes en su tiempo; compiló asimismo un libro de homilías para uso de los monjes, sacado de las obras de los Padres de la Iglesia; pero su obra más importante fue la "Concordia Regularum," la "Concordancia de Reglas," en la cual compara las reglas de San Benito de Nursia con las de otros patriarcas de la observancia monástica para mostrar su semejanza.

    Este gran restaurador del monasticismo en el occidente, agotado por las mortificaciones y fatigas, sufrió mucho de continuas enfermedades en sus últimos días. En 821 murió tranquilamente, en Inde, a la edad de setenta y un años. Grande como era la energía e influencia de San Benito de Aniane, hay que admitir que su plan para una revolución pacífica de la vida monástica no pudo ser llevado al cabo como él había proyectado. De acuerdo con Edmund Bishop, la idea que tenía Benito y su patrono, el emperador Luis, era ésta:

    Todas las casas habían de reducirse a una uniformidad absoluta de disciplinas, observancia, y aun hábito, de acuerdo con el modelo de Inde; se nombrarían visitadores para que vigilaran la observancia de la regla según las constituciones. El nuevo plan sería lanzado en la asamblea de abades en Aquisgrán en 817. "Pero planear es una cosa," el Sr. Bishop agrega, "y llevar al cabo es otra. Es claro que en la asamblea general de abades, Benito, respaldado como estaba por el emperador para conservar la paz y poder llevar a cabo reformas substanciales, tuvo que renunciar a muchos detalles de observancia que él estimaba mucho. Parece que esto mismo afirma su biógrafo y amigo Ardo, quien había observado todo personalmente. Sin embargo, los decretos de esta asamblea, de la cual era Benito al mismo tiempo autor, alma y vida fueron un punto decisivo en la historia de los benedictinos, porque éstos formaron la base de la legislación y práctica posterior. Después del gran fundador, Benito de Nursia, ningún otro hombre ha influido tanto en el monasticismo occidental como lo hizo el segundo Benito, el de Aniane." ("Liturgia Histórica," 1918, pp. 212-213).

    Pocos de los entendidos en esta materia tienen tanto derecho para opinar sobre la historia monástica del siglo nueve, como Edmud Bishop.

    Estas palabras suyas forman un tributo notable a la obra que el gran reformador monástico llevó al cabo; pero, como ha señalado Dom David Knowles, su influencia fue bastante diferente de la de Benito de Nursia: "Benito de Aniane nunca fue un guía espiritual para monjes."

    ¡ Felicidades a quienes lleven este nombre!
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