sábado, 25 de mayo de 2013

Los Santos de hoy sábado 25 de mayo de 2013

Los Santos de hoy sábado 25 de mayo de 2013
Beda el Venerable, Santo
Presbítero y Doctor de la Iglesia, 25 de mayo
María Magdalena de Pazzi, Santa
Maestra de Novicias, 25 de mayo
Gregorio Vll, Santo
CLVII Papa, 25 de mayo
Magdalena Sofía Barat, Santa
Fundadora, 25 de mayo
Agustín Caloca Cortés, Santo
Sacerdote y Mártir, 25 de mayo
Cristóbal Magallanes, Santo
Sacerdote y Mártir, 25 de mayo
Santiago Felipe Bertoni, Beato
Presbítero Servita, 25 de mayo
Zenobio de Florencia, Santo
Obispo, 25 de mayo
Gerardo Mecatti, Beato
Terciario Franciscano, 25 de mayo
Aldelmo de Sherborne, Santo
Obispo, 25 de mayo
Dioniiso de Milán, Santo
Obispo y Mártir, 25 de mayo
Dionisio Ssebuggwawo, Santo
Mártir Laico, 25 de mayo

Santa Magdalena Sofía Barat - 25 de mayo

Autor: . | Fuente: ACIprensa.com
Magdalena Sofía Barat, Santa
Fundadora, 25 de mayo
 
Magdalena Sofía Barat, Santa

Fundadora de la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús

Martirologio Romano: En París, en Francia, santa Magdalena Sofía Barat, virgen, que fundó la Sociedad del Sagrado Corazón de Jesús y trabajó con gran entrega por la formación cristiana de las jóvenes. ( 1865)

Fecha de canonización: 24 mayo de 1925 por el Papa Pío XI.
Santa Magdalena nació el 12 de diciembre de 1779, en Joigny de Borgoña y fue fundadora de la Congregación del Sagrado Corazón. Desde niña tuvo pasión por aprender, por ello, se entregó al estudio del latín, el griego, la historia, la física y las matemáticas. También se formó intensamente en el dominio de sus emociones y la voluntad.

La Santa fue llamada por el Padre Varín, de la Compañía de Jesús, para que le ayude con su plan de reestablecer la educación en las escuelas católicas, las cuales habían sido suprimidas a causa de la Revolución Francesa. El Padre Varín, le expuso también a la Santa, el proyecto de fundar una congregación de educadoras, inspirada por la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Santa Magdalena aceptó humildemente ayudar en tal misión, llena de desconfianza en sus fuerzas; "Lo acepté todo, sin comprender ni prever nada", dijo.

El 21 de noviembre de 1800, la Santa partió a Amiens para enseñar en una escuela que fue el primer convento de la congregación. A los 23 años, siendo la más joven de su comunidad, fue nombrada para gobernar la congregación. Fundó 105 casas; muchas de ellas en Francia, Roma, Inglaterra, Austria y Suiza.

Llena de amor por la juventud, la Santa trataba de fundar en cada sitio posible, una escuela para niñas pobres y un pensionado de paga.Como no podía visitar tantas fundaciones, se mantenía en contacto a través de la innumerable cantidad de cartas que escribía. Se encargaba también de la administración de la casa madre y de atender las visitas que llegaban para pedirle consejo. En una de sus cartas escribió: " El trabajo excesivo es un peligro para las almas imperfectas; pero las perfectas obtienen, por ese medio, una rica cosecha".

En diciembre de 1826, el Papa León XII aprobó oficialmente la Sociedad del Sagrado Corazón. En 1864, a los 85 años de edad, la Santa pide al congreso general que se le permitiera renunciar a su cargo, pero la asamblea no permitió más que se nombrase una vicaria que le ayudase en el trabajo. El 21 de mayo de 1865, la Santa sufre de un ataque que la deja paralítica y cuatro días más tarde, en la fiesta de Asunción, muere.

Fue canonizada el 24 de mayo de 1925 por el Papa Pío XI.
 

viernes, 24 de mayo de 2013

IMÁGENES DE SAN ANTONIO DE PADUA - 13 DE JUNIO


































LOS LIRIOS DE SAN ANTONIO


LOS LIRIOS DE SAN ANTONIO


San Antonio De PaduaEl lirio o la azucena es símbolo de la pureza y porque así como el más ligero contacto empaña esa flor candidísima, así toda culpa —aunque leve— afea la pureza del alma.



A los Santos que se distinguieron durante su vida por su inocencia, se los representa con esta flor en los brazos, en las manos o junto a sí.



A San Antonio de Padua no sabríamos conocerle si no viéramos sus imágenes con el lirio o con el divino Niño Jesús, lirio de los valles, que se recrea entre lirios. Es que San Antonio conservó el candor virginal toda su vida y, si el lirio o azucena es la representación de la virtud de la pureza, no podía faltarle este símbolo.



Y parece que San Antonio siente predilección por el lirio y cómo se goza de ver sus imágenes con esta flor y sus altares adornados con las azucenas, que recuerdan a las gentes el deber de amar y conservar a toda costa la delicadísima virtud de la pureza. Hasta tal punto que a tan bellas y blancas flores del campo se las llama lirios de San Antonio.

La devoción de los lirios de San Antonio es antiquísima, aunque en la liturgia eclesiástica aparezca casi nueva. En 1680, en el pueblo de Mantesca de Agesso, le quitaron al Santo de las manos la flor o lirio artificial, sustituyéndole por uno natural recién tomado del jardín. Dejaron esta flor en manos de San Antonio después de la fiesta y por todo un año se conservó la azucena fresca, como si acabaran de cortarla, con el mismo aroma que se percibía en toda la iglesia.


En Marcase de Sicilia sucedió otro caso singular. Expulsados los franciscanos por la revolución, la gente acudía a la iglesia el trece de junio. Terminada la fiesta, se cerró la iglesia, olvidando retirar las flores del altar. Transcurrido largo tiempo, volvieron a la iglesia y encontraron marchitas todas las flores, menos los lirios y las azucenas que rodeaban la imagen de San Antonio. Toda la ciudad acudió a ver el prodigio y las gentes se llevaron como reliquias los frescos y aromáticos lirios de San Antonio.



El pueblo cristiano tiene veneración especial al lirio de San Antonio porque, además de estar convencido de que con ello complacen al glorioso Taumaturgo de Padua, han visto en él un símbolo de protección y auxilio que el Santo de los Milagros otorga en favor de sus devotos que le suplican su valimiento para conservarse en tan apreciada virtud.

Aumentóse de un modo extraordinario esta veneración porque San Antonio ha utilizado algunas veces estas flores como instrumento para conceder favores y obrar milagros. Recuérdese el siguiente caso. Una señora de Montreal (Canadá), tomó el hábito de religiosa en el Convento de Nuestra Señora de los Ángeles de Asís (Italia), y se llamó Sor Margarita de Santa Clara.


Con motivo de una fundación en América, hubo de embarcarse y nada más llegar a Nueva York, sintió un pequeño dolor en la lengua, que fue aumentando sensiblemente. Llamado un especialista, declaró que se trataba de un cáncer maligno y que era indispensable la operación.



Ante tal augurio, Sor Margarita recurrió a Dios, suplicándole, por intercesión de San Antonio, que le socorriese. Súbitamente la buena Hermana se acordó que tenía un pétalo de un lirio bendecido en la fiesta de San Antonio y aquella noche, antes de acostarse (era la víspera del día señalado para la operación) estuvo algún tiempo en fervorosa oración y luego se aplicó el pétalo a la lengua, en el sitio donde tenia el cáncer.



Al día siguiente, al levantarse, ¿cuál no sería su sorpresa y alegría al ver que tenía la lengua completamente sana? Cuando el doctor especialista, que no era católico, llegó para practicar la operación, quedó sorprendido al ver que no quedaba señal alguna del cáncer. La Hermana le dijo que San Antonio la había curado. El doctor ratificó que semejante caso no podía realizarse sino por un milagro.



(autor desconocido)


SAN VICENTE DE LÉRINS, 24 DE MAYO

Autor: Alban Butler | Fuente: «Vidas de los santos»,
Vicente de Lérins, Santo
Sacerdote y Monje, 24 de mayo
 
Vicente de Lérins, Santo
Vicente de Lérins, Santo

Sacerdote y Monje

Martirologio Romano: En el monasterio de Lérins, en la Provenza, Francia, san Vicente, presbítero y monje, que fue muy célebre por su doctrina cristiana y santidad de vida, y empeñado con denuedo en el progreso de los creyentes en la fe. ( c.450)

En sus dos obras, «Instructiones» y «De laude Eremi», san Euquerio dice que san Vicente de Lérins «se distinguía por la elocuencia y el saber». Se cree que el santo era hermano de san Lupo de Troyes. Probablemente había sido soldado antes de tomar el hábito religioso en la abadía de Lérins, situada en una de las islas de la costa de Cannes, llamada actualmente Saint-Honoré, en honor de su fundador. En el año 434, casi tres años después de terminado el Concilio de Éfeso, san Vicente compuso en Lérins, donde había sido ordenado sacerdote y era monje, el «Commonitorium» contra las herejías, que le ha hecho famoso. En dicha obra se refiere a sí mismo como a un peregrino extranjero que, para huir del mundo y de sus placeres vanos y pasajeros, se entregó al servicio de Cristo en el retiro del monasterio como el último de los monjes. El santo hace notar que la lectura de los Santos Padres le permitió reunir una serie de principios o criterios para distinguir la verdad cristiana del error y que se tomó el trabajo de redactarlos, en primer iugar para su propio uso, y como una ayuda para la memoria. San Vicente desarrolló sus primeras notas en un tratado que constaba de dos partes, la segunda de las cuales se refería principalmente al Concilio de Éfeso. Pero esa parte se extravió tal vez a consecuencia de un robo y tuvo que contentarse con añadir a la primera parte una especie de resumen o recapitulación.

En la obra de san Vicente, que consta de cuarenta y dos breves capítulos y que san Roberto Belarmino calificaba de «pequeña por su contenido y grande por su valor», se encuentra por primera vez enunciado el principio de que para afirmar que una verdad pertenece a la doctrina católica, tiene que haber sido sostenida siempre y en todas partes por todos los fieles: «quod ubique, quod semper, quod ab ómnibus creditum est». Por consiguiente, hay que resolver los puntos dudosos al aplicar este criterio de universalidad, antigüedad y unanimidad, lo cual equivale, en la práctica, a probar que la mayoría de los obispos y doctores han sostenido, unánimemente, dicha verdad. La Biblia no puede ser el único criterio de verdad, porque está sujeta a diferentes interpretaciones y la citan tanto los ortodoxos como los heterodoxos; así pues, la única interpretación autorizada de la Biblia es la que da la tradición de la Iglesia, puesto que sólo ésta tiene derecho de interpretarla. Cuando aparece una nueva doctrina, hay que confrontarla con la universal de la Iglesia; si en algún caso no se puede aplicar este criterio de universalidad a causa de la divulgación de la herejía en un período determinado de la historia, hay que referirse a la doctrina de la Iglesia primitiva. Y si ya en la primitiva Iglesia había empezado a difundirse ese error, hay que resolver el problema basándose en la fe de la mayoría. San Vicente admite la existencia del progreso dogmático, pero afirma que sólo es legítimo cuando conserva la identidad y todas las características esenciales, como el árbol respecto de la semilla y el ser humano respecto de la célula germinal. La tarea principal de los Concilios consiste en dilucidar, definir y subrayar las doctrinas que la Iglesia universal ha enseñado, creído y practicado desde que existe. La autoridad de la Sede Apostólica es la que sostiene el testimonio de los Padres, de los Doctores y de los Concilios.

Existe una literatura inmensa sobre el Commonitorium de san Vicente, y los juicios de los autores son muy diversos. El tratado fue escrito en una época en que la controversia sobre la gracia y la libertad estaba en todo su furor, sobre todo en el sur de Francia y muchos autores de nota consideran la obra de san Vicente como un ataque velado contra el predestinacionismo exagerado de la doctrina de san Agustín. Para probarlo, arguyen que, cuando apareció el Commonitorium, el abad de Lérins y muchos de los monjes eran semipelagianos; que san Vicente emplea en muchos pasajes la terminología semipelagiana; y que la célebre defensa del agustinismo que publicó san Próspero de Aquitania, refutaba las objecciones de un tal Vicente, a quien dichos autores identifican con San Vicente de Lérins. Pero el nombre de Vicente era entonces muy común; por otra parte, aunque el santo emplea en algunos pasajes la terminología semipelagiana, otros pasajes de su obra recuerdan tanto los términos del Credo de san Atanasio, que no han faltado quienes atribuyeran este último documento a san Vicente de Lérins. Como quiera que sea, el problema del semipelagianismo de san Vicente no está todavía resuelto del todo; pero, si el santo erró en ese punto, erró en compañía de muchos otros hombres de Dios. Ignoramos la fecha exacta de la muerte de su muerte, pero debió acontecer hacia el año 445.
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