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martes, 25 de junio de 2013
Los Santos de hoy martes 25 de junio de 2013
SAN GUILLERMO DE VERCELLI, MONJE, JUNIO 25
Autor: . | Fuente: Editions Magnificat Guillermo de Vercelli, Santo | |
Monje, Junio 25 | |
Monje(† 1142)El solía decir a los monjes que trataban de imitar su vida y pretendían seguirle a todas partes: "Es necesario que mediante el trabajo de nuestras manos nos procuremos el sustento para el cuerpo, el vestido aunque pobre y medios necesarios para poder socorrer a los pobres. Pero ello no debe ocupar todo el día, ya que debemos encontrar tiempo suficiente para dedicarlo al cuidado de la oración con la que granjeamos nuestra salvación y la de nuestros hermanos". Ahí estaba sintetizada la vida que él llevaba y la que quería que vivieran también cuantos quisieran estar a su lado. Cuando todavía era un joven hizo una perigrinación a Santiago de Compostela que en su tiempo era muy popular y que hacían casi todos los cristianos que podían. Pero él lo hizo de modo extraordinario: Se cargó de cadenas, que casi no podía arrastrar por su gran peso, y apenas tomaba bocado. Un día llegó a las puertas de una casa de campo y parecía desfallecer. A pesar de ello habló así al dueño de la misma que parecía ser un valiente caballero: "Señor, estas cadenas se me rompen continuamente y me hacen muchos honores porque son vistas por todos. ¿No serías tan bueno que me dieras una coraza para llevarla escondida junto a mis carnes y un casquete para mi cabeza? Dicho y hecho. Guillermo salió de la presencia de aquel caballero con gran esfuerzo, ya que apenas podía moverse con tanto hierro y con los dolores enormes que le proporcionaban. Vuelto a Palermo, el rey Rogerio que había oído ya hablar muchas maravillas de aquel raro peregrino, sintió grandes deseos de verlo. En la corte se contaban chascarrillos a su costa y cada uno lo tomaba a chacota y decía de él las cosas más raras e inverosímiles. En aquella corte había una mujer que llamaba la atención por su vida deshonesta y ella al oír hablar de la santidad del peregrino dijo a todos los cortesanos: "Yo os prometo que le haré caer a ese pobre hombre en mis redes de lascivia". Se arregló lo mejor que pudo y se dirigió a visitarle. El santo hombre la recibió con grandes muestras de simpatía y tuvo con ella una larga conversación creyendo la dama que ya lo había conquistado para el pecado. Así volvió contenta a la corte y contó sus victorias. Pero habían quedado que volvería aquella noche para pasarla con él. El santo peregrino la invitó, la tomó el brazo y le dijo: "Ven y acuéstate conmigo en este lecho nupcial". El extendió las brasas y llamaradas de una gran hoguera que había hecho preparar y se arrojó en ellas. La pobrecilla mujer, que se llamaba Inés, cayó avergonzada y prorrumpió a llorar al ver que no le tocaba el fuego al siervo de Dios. Hizo penitencia, abrazó la vida religiosa y murió santamente. En Montevergine fundó un célebre monasterio y purificó la corte y los palacios de tanto pecado como se cometía. Príncipes y labriegos, hombre y mujeres abandonaban su mala vida y seguían su ejemplo dejándolo todo por seguir a Jesucristo. Desde este Monte Sacro, que ahora se llama como en tiempos de San Guillermo, Monte de la Virgen (Montevergine), nuestro Santo continuaba ejerciendo un gran influjo por medio de su oración y vida de sacrificio. Lleno de méritos, murió el 25 de junio de 1142 |
lunes, 24 de junio de 2013
Los Santos de hoy lunes 24 de junio de 2013
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SAN JUAN BAUTISTA , 24 DE JUNIO
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SAN JUAN BAUTISTA UN GRAN HOMBRE
Autor: Archidiócesis de Madrid | Fuente: Archidiócesis de Madrid Juan Bautista un gran hombre | |
Juan bautiza a quienes le hacen caso y quieren cambiar. Hoy te invita a que cambies tu. | |
Las concisas palabras del Evangelio, porque es así de escueta la narración del nacimiento después del milagroso hecho de su concepción en la mayor de las desesperanzas de sus padres, encubren la realidad que está más llena de colorido en la pequeña aldea de Zacarías e Isabel; con lógica humana y social comunes se tienen los acontecimientos de una familia como propios de todas; en la pequeña población las penas y las alegrías son de todos, los miedos y los triunfos se comparten por igual, tanto como los temores. Este nacimiento era esperado con angustiosa curiosidad. ¡Tantos años de espera! Y ahora en la ancianidad... El acontecimiento inusitado cambia la rutina gris de la gente. Por eso aquel día la noticia voló de boca en boca entre los paisanos, pasa de los corros a los tajos y hasta al campo se atrevieron a mandar recados ¡Ya ha nacido el niño y nació bien! ¡Madre e hijo se encuentran estupendamente, el acontecimiento ha sido todo un éxito! Y a la casa llegan las felicitaciones y los parabienes. Primero, los vecinos que no se apartaron ni un minuto del portal; luego llegan otros y otros más. Por un rato, el tin-tin del herrero ha dejado de sonar. En la fuente, Betsabé rompió un cántaro, cuando resbaló emocionada por lo que contaban las comadres. Parece que hasta los perros ladran con más fuerza y los asnos rebuznan con más gracia. Todo es alegría en la pequeña aldea. Llegó el día octavo para la circuncisión y se le debe poner el nombre por el que se le nombrará para toda la vida. Un imparcial observador descubre desde fuera que ha habido discusiones entre los parientes que han llegado desde otros pueblos para la ceremonia; tuvieron un forcejeo por la cuestión del nombre -el clan manda mucho- y parece que prevalece la elección del nombre de Zacarías que es el que lleva el padre. Pero el anciano Zacarías está inquieto y se diría que parece protestar. Cuando llega el momento decisivo, lo escribe con el punzón en una tablilla y decide que se llame Juan. No se sabe muy bien lo que ha pasado, pero lo cierto es que todo cambió. Ahora Zacarías habla, ha recuperado la facultad de expresarse del modo más natural y anda por ahí bendiciendo al Dios de Israel, a boca llena, porque se ha dignado visitar y redimir a su pueblo. Ya no se habla más del niño hasta que llega la próxima manifestación del Reino en la que interviene. Unos dicen que tuvo que ser escondido en el desierto para librarlo de una matanza que Herodes provocó entre los bebés para salvar su reino; otros dijeron que en Qunram se hizo asceta con los esenios. El oscuro espacio intermedio no dice nada seguro hasta que «en el desierto vino la palabra de Dios sobre Juan». Se sabe que, a partir de ahora, comienza a predicar en el Jordán, ejemplarizando y gritando: ¡conversión! Bautiza a quienes le hacen caso y quieren cambiar. Todos dicen que su energía y fuerza es más que la de un profeta; hasta el mismísimo Herodes a quien no le importa demasiado Dios se ha dejado impresionar. Y eso que él no es la Luz, sino sólo su testigo. "Quien me reconocerá delante a los hombres, también yo lo reconoceré delante a mi Padre que está en los cielos". La obra de la redención, el triunfo del Reino Amor sobre el de las tinieblas se realiza en medio de la pobreza y de la persecución. Así llevó a cabo su misión el mismo Cristo, así cumplió su misión también Juan el Bautista. A los ojos del mundo parece un derrotado: prisionero, aborrecido por los poderosos según el mundo, decapitado, sepultado. Y sin embargo, es precisamente ahora, cuando la semilla que cae en tierra y muere, comienza a dar sus frutos. Esta derrota aparente es tan solo la antesala, el preludio de una victoria definitiva: la de la Resurrección. Entonces le veremos y ésa será nuestra gloria y nuestra corona. Nuestra vida de cristianos, si es una auténtico seguimiento de Cristo, es una peregrinación "en medio de las persecuciones del mundo y de los consuelos de Dios". Sí, llegan los ataques, las calumnias, las persecuciones... pero ellos son sólo una señal de que vivimos el amor, animados por el Espíritu Santo. Pero, si somos de Dios, si Dios nos ama y somos su pueblo... ¿Qué otra cosa importa? Él nos ama y nos quiere ver semejantes a su Hijo, como una hostia blanca dorándose bajo el sol. Sólo nos toca abandonarnos confiadamente entre sus manos, para que así pueda transformarnos en Cristo. |
NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA - 24 DE JUNIO
Autor: Jesús Martí Ballester | Fuente: Catholic.net Natividad de San Juan Bautista | |
El mártir que entregó su cabeza por la Verdad | |
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domingo, 23 de junio de 2013
Los Santos de hoy domingo 23 de junio de 2013
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SANTA AUDREY , ABADESA, 23 DE JUNIO
Autor: . | Fuente: santiebeati.it Audrey o Eteldreda, Santa | |
Abadesa, 23 de junio | |
AbadesaSanta Eteldreda (636 a 679 en Inglés Audrey, un nombre femenino muy común) era la hija del rey Anna (? -653), Rey de Inglaterra Oriental, fue hermana de otras tres santas: Etelburga (? -664), Sesburga (? -699) y Withburga (? -743): coincidencia algo rara pero no única entre las familias reales europeas. Eteldreda nació en Exning, Suffolk, muy joven fue comprometida en matrimonio con el Príncipe de Tonberto Gyrwe (? -655), quien le dio como regalo de bodas una propiedad en Ely. En aquellos días existía un gran fervor espiritual en Inglaterra ya que recientemente se había convertido al cristianismo. La pareja decidió vivir en castidad. Tres años después de casarse murió el príncipe y Eteldreda se retiró a su finca en Ely para llevar una vida de penitencia y oración. Pero por razones políticas tuvo que casarse nuevamente, esta vez con el príncipe Egfrido (645-685), hijo de Oswiu rey de Northumbria (612-670). El novio tenía tan sólo quince años, y también aceptó la propuesta de Eteldreda a vivir en castidad. Doce años más tarde, sin embargo, pidió ser liberado de la promesa. Eteldreda se negó, alegando sentirse dedicada a Dios. Pidió la mediación del obispo San Wilfrido (633-709) quien declaró que la pareja debía mantener la promesa. Pero como Egrfrido, ahora convertido en rey, ya no deseaba mantenerla, el obispo aconsejó a Eteldreda se separara de su marido y entrara en un convento. Se convirtió en novicia en el monasterio de Codingham y luego regresó a Ely, donde fundó un gran monasterio doble (es decir, tenía una rama masculina y una rama femenina), ella fue elegida abadesa del nuevo convento. Murió en el convento de Ely 23 de junio 695. En la vida de Santa Eteldreda vemos un atisbo de la Inglaterra primitiva al principios de la Edad Media, que es una mezcla de lo salvaje y lo sobrenatural, creando un contraste de extraordinaria belleza. No debemos imaginar a Santa Eteldreda y a sus tres santas hermanas como las delicadas y frágiles princesas hijas de Luis XV de Francia (1710-1774), vestidas con sedas y que para los retratos parecen muñecas de porcelana. Estas princesas eran mujeres fuertes, acostumbradas a cortar leños en el bosque, a cuidar personalmente de los animales y lavar su propia ropa. Pero al mismo tiempo, sobresalen por su estatura moral en un país al que apenas estaba llegando la Luz. Sus vidas son la cuna de las dinastías futuras, y sus pueblos, el punto de partida de nuevas civilizaciones. ¡Felicidades a quien leve este nombre! |
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