miércoles, 5 de abril de 2017

SAN VICENTE FERRER, 5 DE ABRIL


Hoy 5 de abril se conmemora a San Vicente Ferrer: Ayudaba a matrimonios en crisis con agua bendita
Por Abel Camasca





 (ACI).- “Si quieres ser útil a las almas de tus prójimos, recurre primero a Dios de todo corazón y pídele con sencillez que te conceda esa caridad”, decía San Vicente Ferrer, cuya fiesta se celebra cada 5 de abril, y que solía dar un regalo especial a las esposas que peleaban mucho con sus maridos.

San Vicente Ferrer nació en Valencia (España) en el 1350, fue miembro de la Orden de Predicadores. Se dedicó a la enseñanza de teología y filosofía.

Combatió con empeño la división de la Iglesia en el cisma de occidente. Recorrió muchas comarcas predicando, obteniendo muchas conversiones y reforma en las costumbres de los pueblos.

Partió a la Casa del Padre el 5 de abril de 1419 en Vannes (Francia), donde se venera su cuerpo. Fue canonizado por Calixto III en 1455. Hay gran devoción hacia él en Europa y América.

San Vicente Ferrer solía regalar a las señoras, que peleaban mucho con su marido, un frasquito con agua bendita y les aconsejaba: "Cuando su esposo empiece a insultarle, échese un poco de esta agua a la boca y no se la pase mientras el otro no deje de ofenderla".

Esta famosa "agua de Fray Vicente" ayudaba mucho a las familias porque la mujer, al no poder contestarle al marido, entonces no había peleas.

Ojalá que en muchos hogares se viva esta bella costumbre de callar mientras el otro ofende porque lo que produce la pelea no es la palabra ofensiva que se oye, sino la palabra ofensiva que se responde.



Biografía de San Vicente Ferrer
5 de abril


Se hizo religioso en la Comunidad de los Padres Dominicos y, por su gran inteligencia, a los 21 años ya era profesor de filosofía en la universidad.

Durante su juventud el demonio lo asaltó con violentas tentaciones y, además, como era extraordinariamente bien parecido, varias mujeres de dudosa conducta se enamoraron de él y como no les hizo caso a sus zalamerías, le inventaron terribles calumnias contra su buena fama. Todo esto lo fue haciendo fuerte para soportar las pruebas que le iban a llegar después.

Siendo un simple diácono lo enviaron a predicar a Barcelona. La ciudad estaba pasando por un período de hambre y los barcos portadores de alimentos no llegaban. Entonces Vicente en un sermón anunció una tarde que esa misma noche llegarían los barcos con los alimentos tan deseados. Al volver a su convento, el superior lo regañó por dedicarse a hacer profecías de cosas que él no podía estar seguro de que iban a suceder. Pero esa noche llegaron los barcos, y al día siguiente el pueblo se dirigió hacia el convento a aclamar a Vicente, el predicador. Los superiores tuvieron que trasladarlo a otra ciudad para evitar desórdenes.

Vicente estaba muy angustiado porque la Iglesia Católica estaba dividida entre dos Papas y había muchísima desunión. De tanto afán se enfermó y estuvo a punto de morir. Pero una noche se le apareció Nuestro Señor Jesucristo, acompañado de San Francisco y Santo Domingo de Guzmán y le dio la orden de dedicarse a predicar por ciudades, pueblos, campos y países. Y Vicente recuperó inmediatamente su salud

En adelante por 30 años, Vicente recorre el norte de España, y el sur de Francia, el norte de Italia, y el país de Suiza, predicando incansablemente, con enormes frutos espirituales.

Los primeros convertidos fueron judíos y moros. Dicen que convirtió más de 10,000 judíos y otros tantos musulmanes o moros en España. Y esto es admirable porque no hay gente más difícil de convertirse al catolicismo que un judío o un musulmán.

Las multitudes se apiñaban para escucharle, donde quiera que él llegaba. Tenía que predicar en campos abiertos porque las gentes no cabían en los templos. Su voz sonora, poderosa y llena de agradables matices y modulaciones y su pronunciación sumamente cuidadosa, permitían oírle y entenderle a más de una cuadra de distancia.

Sus sermones duraban casi siempre más de dos horas (un sermón suyo de las Siete Palabras en un Viernes Santo duró seis horas), pero los oyentes no se cansaban ni se aburrían porque sabía hablar con tal emoción y de temas tan propios para esas gentes, y con frases tan propias de la S. Biblia, que a cada uno le parecía que el sermón había sido compuesto para él mismo en persona.

Antes de predicar rezaba por cinco o más horas para pedir a Dios la eficacia de la palabra, y conseguir que sus oyentes se transformaran al oírle. Dormía en el puro suelo, ayunaba frecuentemente y se trasladaba a pie de una ciudad a otra (los últimos años se enfermó de una pierna y se trasladaba cabalgando en un burrito).

En aquel tiempo había predicadores que lo que buscaban era agradar a los oídos y componían sermones rimbombantes que no convertían a nadie. En cambio a San Vicente lo que le interesaba no era lucirse sino convertir a los pecadores. Y su predicación conmovía hasta a los más fríos e indiferentes. Su poderosa voz llegaba hasta lo más profundo del alma. En pleno sermón se oían gritos de pecadores pidiendo perdón a Dios, y a cada rato caían personas desmayadas de tanta emoción. Personas que siempre habían odiado, hacían las paces y se abrazaban. Pecadores endurecidos en sus vicios pedían confesores. El santo tenía que llevar consigo una gran cantidad de sacerdotes para que confesaran a los penitentes arrepentidos. Hasta 15,000 personas se reunían en los campos abiertos, para oírle.

Después de sus predicaciones lo seguían dos grandes procesiones: una de hombres convertidos, rezando y llorando, alrededor de una imagen de Cristo Crucificado; y otra de mujeres alabando a Dios, alrededor de una imagen de la Santísima Virgen. Estos dos grupos lo acompañaban hasta el próximo pueblo a donde el santo iba a predicar, y allí le ayudaban a organizar aquella misión y con su buen ejemplo conmovían a los demás.

Como la gente se lanzaba hacia él para tocarlo y quitarle pedacitos de su hábito para llevarlos como reliquias, tenía que pasar por entre las multitudes, rodeado de un grupo de hombres encerrándolo y protegiéndolo entre maderos y tablas. El santo pasaba saludando a todos con su sonrisa franca y su mirada penetrante que llegaba hasta el alma.

Las gentes se quedaban admiradas al ver que después de sus predicaciones se disminuían enormemente las borracheras y la costumbre de hablar cosas malas, y las mujeres dejaban ciertas modas escandalosas o adornos que demostraban demasiada vanidad y gusto de aparecer. Y hay un dato curioso: siendo tan fuerte su modo de predicar y atacando tan duramente al pecado y al vicio, sin embargo las muchedumbres le escuchaban con gusto porque notaban el gran provecho que obtenían al oírle sus sermones.

Vicente fustigaba sin miedo las malas costumbres, que son la causa de tantos males. Invitaba incesantemente a recibir los santos sacramentos de la confesión y de la comunión. Hablaba de la sublimidad de la Santa Misa. Insistía en la grave obligación de cumplir el mandamiento de Santificar las fiestas. Insistía en la gravedad del pecado, en la proximidad de la muerte, en la severidad del Juicio de Dios, y del cielo y del infierno que nos esperan. Y lo hacía con tanta emoción que frecuentemente tenía que suspender por varios minutos su sermón porque el griterío del pueblo pidiendo perdón a Dios, era inmenso.

Pero el tema en que más insistía este santo predicador era el Juicio de Dios que espera a todo pecador. La gente lo llamaba "El ángel del Apocalipsis", porque continuamente recordaba a las gentes lo que el libro del Apocalipsis enseña acerca del Juicio Final que nos espera a todos. El repetía sin cansarse aquel aviso de Jesús: "He aquí que vengo, y traigo conmigo mi salario. Y le daré a cada uno según hayan sido sus obras" (Apocalipsis 22,12). Hasta los más empecatados y alejados de la religión se conmovían al oírle anunciar el Juicio Final, donde "Los que han hecho el bien, irán a la gloria eterna y los que se decidieron a hacer el mal, irán a la eterna condenación" (San Juan 5, 29).

Los milagros acompañaron a San Vicente en toda su predicación. Y uno de ellos era el hacerse entender en otros idiomas, siendo que él solamente hablaba su lengua materna y el latín. Y sucedía frecuentemente que las gentes de otros países le entendían perfectamente como si les estuviera hablando en su propio idioma. Era como la repetición del milagro que sucedió en Jerusalén el día de Pentecostés, cuando al llegar el Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego, las gentes de 18 países escuchaban a los apóstoles cada uno en su propio idioma, siendo que ellos solamente les hablaban en el idioma de Israel.

San Vicente se mantuvo humilde a pesar de la enorme fama y de la gran popularidad que le acompañaban, y de las muchas alabanzas que le daban en todas partes. Decía que su vida no había sido sino una cadena interminable de pecados. Repetía: "Mi cuerpo y mi alma no son sino una pura llaga de pecados. Todo en mí tiene la fetidez de mis culpas". Así son los santos. Grandes ante la gente de la tierra pero se sienten muy pequeñitos ante la presencia de Dios que todo lo sabe.

Los últimos años, ya lleno de enfermedades, lo tenían que ayudar a subir al sitio donde iba a predicar. Pero apenas empezaba la predicación se transformaba, se le olvidaban sus enfermedades y predicaba con el fervor y la emoción de sus primeros años. Era como un milagro. Durante el sermón no parecía viejo ni enfermo sino lleno de juventud y de entusiasmo. Y su entusiasmo era contagioso. Murió en plena actividad misionera, el Miércoles de Ceniza, 5 de abril del año 1419. Fueron tantos sus milagros y tan grande su fama, que el Papa lo declaró santo a los 36 años de haber muerto, en 1455.

El santo regalaba a las señoras que peleaban mucho con su marido, un frasquito con agua bendita y les recomendaba: "Cuando su esposo empiece a insultarle, échese un poco de esta agua a la boca y no se la pase mientras el otro no deje de ofenderla". Y esta famosa "agua de Fray Vicente" producía efectos maravillosos porque como la mujer no le podía contestar al marido, no había peleas. Ojalá que en muchos de nuestros hogares se volviera a esta bella costumbre de callar mientras el otro ofende. Porque lo que produce la pelea no es la palabra ofensiva que se oye, si no la palabra ofensiva que se responde.

SANTORAL DE HOY MIÉRCOLES 5 DE ABRIL DEL 2017

Geraldo de Corbie, SantoGeraldo de Corbie, Santo
Abad, 5 de abril
Irene de Tesalónica, SantaIrene de Tesalónica, Santa
Virgen y Mártir, 5 de abril
Juliana de Monte Cornillon, SantaJuliana de Monte Cornillon, Santa
Monja y Reclusa Agustina, 5 de abril
Mariano de la Mata Aparicio, BeatoMariano de la Mata Aparicio, Beato
Sagerdote Agustino, 5 de abril
María Crescencia Höss, SantaMaría Crescencia Höss, Santa
Virgen, 5 de abril
Catalina Tomás, SantaCatalina Tomás, Santa
Religiosa, 5 de abril
Vicente Ferrer, SantoVicente Ferrer, Santo
Memoria Litúrgica, 5 de abril




Alberto de Montecorvino, Santo
Obispo, 5 de abril

FELIZ MIÉRCOLES!!




martes, 4 de abril de 2017

VÍA CRUCIS QUE SANTA TERESA DE CALCUTA ESCRIBIÓ PARA LOS JÓVENES


Este es el Vía Crucis que Santa Teresa de Calcuta escribió para jóvenes


 (ACI).- Para vivir con mayor intensidad este último viernes de Cuaresma y el Viernes Santo, presentamos las meditaciones del Vía Crucis escritas por Santa Teresa de Calcuta para los jóvenes.

El Vía Crucis fue escrito por la querida religiosa con motivo de la clausura del Congreso Eucarístico Internacional de 1976 en Filadelfia, Estados Unidos.

Las palabras Vía Crucis significan “El camino de la Cruz”. Este es un recorrido espiritual conformado por 14 estaciones donde se meditan la pasión y muerte de Cristo. A través de la oración se interioriza el sufrimiento y los horrores que experimentó el Señor antes de la crucifixión.

Esta práctica espiritual tuvo sus orígenes en las peregrinaciones que antiguamente realizaban los cristianos a Jerusalén para recorrer los lugares de la pasión y muerte de Jesús con los evangelios en la mano. Este peregrinaje terminaba en el Monte Calvario.

Las meditaciones del Vía Crucis de la Madre Teresa de Calcuta “Un recorrido por la Pasión de Cristo, de ayer y de hoy”, contienen reflexiones sobre las obras de caridad hacia los pobres, enfermos, hambrientos y abandonados.

Estas oraciones escritas por la fundadora de las Misioneras de la Caridad también contemplan el aborto y el dolor humano.

Además, la Santa hace una exhortación a los jóvenes a no dejarse llevar por cosas mundanas.



A continuación el Vía Crucis escrito por Santa Teresa de Calcuta:

Oración

Señor, ayúdanos para que aprendamos a aguantar las penas y las fatigas, las torturas de la vida diaria; que tu muerte y ascensión nos levante, para que lleguemos a una más grande y creativa abundancia de vida.

Tú que has tomado con paciencia y humildad la profundidad de la vida humana, igual que las penas y sufrimientos de tu cruz, ayúdanos para que aceptemos el dolor y las dificultades que nos trae cada nuevo día y que crezcamos como personas y lleguemos a ser más semejantes a ti.

Haznos capaces de permanecer con paciencia y ánimo, y fortalece nuestra confianza en tu ayuda. Déjanos comprender que sólo podemos alcanzar una vida plena si morimos poco a poco a nosotros mismos y a nuestros deseos egoístas. Pues solo si morimos contigo, podemos resucitar contigo. Amén.

Primera Estación: Jesús es condenado a muerte

«Llegada la mañana todos los príncipes de los sacerdotes, los ancianos del pueblo, tuvieron consejo contra Jesús para matarlo, y atado lo llevaron al procurador Pilato» (Mt 27, 1-2).

El pequeño niño que tiene hambre, que se come su pan pedacito a pedacito porque teme que se termine demasiado pronto y tenga otra vez hambre. Esta es la primera estación del calvario.

Segunda Estación: Jesús carga con la cruz

«Entonces se lo entregó para que lo crucificasen. Tomaron, pues, a Jesús, que llevando la cruz, salió al sitio llamado Calvario, que en hebreo se dice Gólgota» (Jn 19, 16-17).

¿No tengo razón? ¡Muchas veces miramos pero no vemos nada! Todos nosotros tenemos que llevar la cruz y tenemos que seguir a Cristo al Calvario, si queremos reencontrarnos con Él. Yo creo que Jesucristo, antes de su muerte, nos ha dado su Cuerpo y su Sangre para que nosotros podamos vivir y tengamos bastante ánimo para llevar la cruz y seguirle, paso a paso.

Tercera Estación: Jesús cae por primera vez

«Dijo Jesús: El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y sígame, pues el que quiera salvar su vida la perderá: pero el que pierda su vida, ese la salvará» (Mt 16,24).

En nuestras estaciones del Vía Crucis vemos que caen los pobres y los que tienen hambre, como se ha caído Cristo. ¿Estamos presentes para ayudarle a Él?

¿Lo estamos con nuestro sacrificio, nuestro verdadero pan? Hay miles y miles de personas que morirían por un bocadito de amor, por un pequeño bocadito de aprecio. Esta es una estación del Vía Crucis donde Jesús se cae de hambre.

Cuarta Estación: Jesús encuentra a su Madre

«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí» (Lc 1, 45-49).

Nosotros conocemos la cuarta estación del Vía Crucis en la que Jesús encuentra a su Madre. ¿Somos nosotros los que sufrimos las penas de una madre? ¿Una madre llena de amor y de comprensión? ¿Estamos aquí para comprender a nuestra juventud si se cae? ¿Si está sola? ¿Si no se siente deseada? ¿Estamos entonces presentes?

Quinta Estación: El Cireneo ayuda a Jesús a llevar la cruz

«Cuando le llevaban a crucificar, echaron mano de un tal Simón de Cirene, que venía del campo y le obligaron a ayudarle a llevar la cruz» (Lc 23, 26).

Simón de Cirene tomaba la cruz y seguía a Jesús, le ayudaba a llevar su cruz. Con lo que habéis dado durante el año, como signo de amor a la juventud, los miles y millones de cosas que habéis hecho a Cristo en los pobres, habéis sido Simón de Cirene en cada uno de vuestros hechos.

Sexta Estación: La Verónica limpia el rostro de Jesús

«Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me distéis de beber» (Mt, 25,35).

Con respecto a los pobres, los abandonados, los no deseados, ¿somos como la Verónica? ¿Estamos presentes para quitar sus preocupaciones y compartir sus penas? ¿O somos parte de los orgullosos que pasan y no pueden ver?

Séptima Estación: Jesús cae por segunda vez

«¿Quiénes son mi madre y mis parientes? Y extendiendo su mano sobre sus discípulos dijo Jesús: he aquí a mi madre y a mis parientes quienquiera que haga la voluntad de mi Padre» (Mt 12, 48-50).

Jesús cae de nuevo ¿Hemos recogido a personas de la calle que han vivido como animales y se murieron entonces como ángeles? Estamos presentes para levantarlos.

También en vuestro país podéis ver a gente en el parque que están solos, no deseados, no cuidados, sentados, miserables. Nosotros los rechazamos con la palabra alcoholizados. No nos importan. Pero es Jesús quien necesita nuestras manos para limpiar sus caras. ¿Podéis hacerlo? ¿O pasaréis sin mirar?

Octava Estación: Jesús consuela a las mujeres

«Le seguía una gran multitud del pueblo y de mujeres, que se lamentaban y lloraban por Él. Vuelto hacia ellas les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos» (Lc 23, 27-28).

Padre Santo, yo rezo por ellas para que se consagren a tu santo nombre, santificadas por Ti; para que se entreguen a tu servicio, se te entreguen en el sacrificio. Para eso me consagro yo también y me entrego como sacrificio con Cristo.

Novena Estación: Jesús cae por tercera vez

«Os he dicho esto para que tengáis paz conmigo. En el mundo tendréis tribulaciones, pero confiad: yo he vencido al mundo» (Jn 16, 33).

Jesús cae de nuevo para ti y para mí. Se le quitan sus vestidos, hoy se le roba a los pequeños el amor antes del nacimiento. Ellos tienen que morir porque nosotros no deseamos a estos niños.

Estos niños deben quedarse desnudos, porque nosotros no los deseamos, y Jesús toma este grave sufrimiento. El no nacido toma este sufrimiento porque no tiene más remedio de desearle, de amarle, de quedarme con mi hermano, con mi hermana.

Décima Estación: Jesús es despojado de sus vestiduras

«Cuando los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos, haciendo cuatro partes, una para cada soldado y la túnica» (Jn 19,23).

¡Señor, ayúdanos para que aprendamos a aguantar las penas, fatigas y torturas de la vida diaria, para que logremos siempre una más grande y creativa abundancia de vida!

Undécima Estación: Jesús es clavado en la cruz

«Cuando llegaron al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí con dos malhechores Jesús decía: padre, perdónales porque no saben lo que hacen» (Lc 23, 33).

Jesús es crucificado ¡Cuántos disminuidos psíquicos, retrasados mentales llenan las clínicas! Cuántos hay en nuestra propia patria ¿Les visitamos? ¿Compartimos con ellos este calvario? ¿Sabemos algo de ellos?

Jesús nos ha dicho: Si vosotros queréis ser mis discípulos, tomad la cruz y seguidme y Él opina que nosotros hemos de coger la cruz y que le demos de comer a Él en los que tienen hambre, que visitemos a los desnudos y los recibamos por Él en nuestra casa y que hagamos de ella su hogar.

Duodécima Estación: Jesús muere en la cruz

«Después de probar el vinagre, Jesús dijo: Todo está cumplido, e inclinando la cabeza entregó el espíritu» (Jn 19,30).

Empecemos las estaciones de nuestro vía crucis personal con ánimo y con gran alegría, pues tenemos a Jesús en la sagrada Comunión, ¡Que es el Pan de la Vida que nos da vida y fuerza! Su sufrimiento es nuestra energía, nuestra alegría, nuestra pureza. Sin Él no podemos hacer nada.

Decimotercera Estación: Jesús es bajado de la cruz

«Al caer la tarde vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era discípulo de Jesús tomó su cuerpo y lo envolvió en una sábana limpia» (Mt 27, 57.59).

¡Vosotros jóvenes, llenos de amor y de energía, no desperdiciéis vuestras fuerzas en cosas sin sentido!

Decimocuarta Estación: Jesús es sepultado

«Había un huerto cerca del sitio donde fue crucificado Jesús, y en él un sepulcro nuevo, en el cual aún nadie había sido enterrado y pusieron allí a Jesús» (Jn 19, 41-42).

Mirad a vuestro alrededor y ved, mirad a vuestros hermanos y hermanas no sólo en vuestro país, sino en todas las partes donde hay personas con hambre que os esperan.

Desnudos que no tienen patria. ¡Todos os miran! ¡No les volváis las espaldas, pues ellos son el mismo Cristo!

SALMO 101: SEÑOR, ESCUCHA MI ORACIÓN, QUE MI GRITO LLEGUE A TI.


Salmo 101
Sal 101,2-3.16-18.19-21



R/. Señor, escucha mi oración, 
que mi grito llegue hasta ti

V/. Señor, escucha mi oración,
que mi grito llegue hasta ti;
no me escondas tu rostro
el día de la desgracia.
Inclina tu oído hacia mí;
cuando te invoco,
escúchame enseguida. R/.

V/. Los gentiles temerán tu nombre,
los reyes del mundo, tu gloria.
Cuando el Señor reconstruya Sión
y aparezca en su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los indefensos,
y no desprecie sus peticiones. R/.

V/. Quede esto escrito para la generación futura,
y el pueblo que será creado alabará al Señor.
Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario,
desde el cielo se ha fijado en la tierra,
para escuchar los gemidos de los cautivos
y librar a los condenados a muerte. R/.

EL EVANGELIO DE HOY MARTES 4 DE ABRIL DEL 2017


Entonces, ¿Quién eres Tú?
Juan 8, 21-30, V Martes de Cuaresma.


Por: H. Javier Castellanos, L.C. | Fuente: missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Oigo en mi corazón: "Busquen mi rostro".
Yo busco tu rostro, Señor, no me escondas tu rostro.


Indícame, Señor, tu camino y guíame por el sendero llano. Amén (Salmo 27)
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Juan 8, 21-30
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Yo me voy y ustedes me buscarán, pero morirán en su pecado. A donde yo voy, ustedes no pueden venir". Dijeron entonces los judíos: "¿Estará pensando en suicidarse y por eso nos dice: A donde yo voy, ustedes no pueden venir?". Pero Jesús añadió: "Ustedes son de aquí abajo y yo soy de allá arriba; ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo. Se lo acabo de decir: morirán en sus pecados, porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados".
Los judíos le preguntaron: "Entonces, ¿quién eres tú?". Jesús les respondió: "Precisamente eso que les estoy diciendo. Mucho es lo que tengo que decir de ustedes y mucho que condenar. El que me ha enviado es veraz y lo que yo he oído decir a él es lo que digo al mundo". Ellos no comprendieron que hablaba del Padre.
Jesús prosiguió: "Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces conocerán que Yo Soy y que no haga nada por mi cuenta; lo que el Padre me enseñó, eso digo. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que a él le agrada". Después de decir estas palabras, muchos creyeron en él.
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio.
Señor Jesús, ¿quién eres? Permíteme preguntártelo abiertamente. Mi alma desea saberlo, mi corazón tiene sed de Ti. ¿Quién eres? El discípulo conoce a su maestro y las ovejas conocen a su pastor; ¡Tú eres mi Maestro, Tú eres mi Pastor, Señor!
¿Quién eres, Señor, que generas reacciones tan contrarias? Unos te odian intensamente, otros te aman hasta la locura. ¿Quién eres, Señor, para mí? Yo quiero estar del lado de los que te aman, aquellos que te acompañan hasta la cruz e incluso dan la vida por Ti. Quiero conocerte porque te amo, porque quiero seguir tu ejemplo y poner en práctica tus palabras.
¿Quién eres, Señor, que mueres en una cruz? Parece un absurdo, morir del modo más humillante y doloroso… y sin embargo, ahí mismo, sobre la cruz, nos muestras quién eres. "Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, entonces conocerán que Yo Soy." ¿Quién eres, Señor? ¿No eres Tú el Pastor que da la vida por las ovejas? ¿Acaso no eres Tú el Maestro que nos enseña a amar al Padre también en las horas de dolor?
¿Quién eres, Señor, que nos invitas a amar hasta el extremo? ¡Tú eres, el Hijo de Dios, Tú tienes palabras de Vida Eterna! Esto, Señor Jesús, lo creo, pero aumenta mi fe.
A Dios-Amor se le anuncia amando: no a fuerza de convencer, nunca imponiendo la verdad, ni mucho menos aferrándose con rigidez a alguna obligación religiosa o moral. A Dios se le anuncia encontrando a las personas, teniendo en cuenta su historia y su camino. El Señor no es una idea, sino una persona viva: su mensaje llega a través del testimonio sencillo y veraz, con la escucha y la acogida, con la alegría que se difunde. No se anuncia bien a Jesús cuando se está triste; tampoco se transmite la belleza de Dios haciendo sólo bonitos sermones. Al Dios de la esperanza se le anuncia viviendo hoy el Evangelio de la caridad, sin miedo a dar testimonio de él incluso con nuevas formas de anuncio.
(Homilía de S.S. Francisco, 25 de septiembre de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Ofreceré hoy a Dios un acto de servicio a los demás en casa o en el trabajo.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.


SAN ISIDORO DE SEVILLA, ARZOBISPO DE SEVILLA, 4 DE ABRIL


Hoy 4 de abril celebramos a San Isidoro de Sevilla: Él y todos sus hermanos son santos





 (ACI).- Nació en Sevilla en el año 556. Era el menor de cuatro hermanos, quienes también fueron elevados a los altares: San Leandro, San Fulgencio y Santa Florentina.

Su hermano mayor, San Leandro, que era obispo de Sevilla, se encargó de su educación logrando que el santo adquiriese el hábito de dedicar mucho tiempo al estudio y a la oración.

Al morir Leandro, San Isidoro ocupó el cargo de Obispo de Sevilla, y por 38 años administró la diócesis con notables éxitos.

San Isidoro fue el obispo más sabio de su tiempo en España. Poseía la mejor biblioteca de la nación, y escribió varios libros, entre ellos el más famoso fue "Las Etimologías", el Primer Diccionario que se hizo en Europa.

También escribió "La Historia de los Visigodos" y biografías de hombres ilustres. Muchos historiadores y teólogos consideran al santo como un puente entre la Edad Antigua y la Edad Media que empezaba.

Fue la figura principal en el Concilio de Toledo (año 633) del cual salieron leyes importantísimas para toda la Iglesia de España y que contribuyeron muy fuertemente a mantener firme la religiosidad en el país.

Su influencia fue muy grande en toda Europa y principalmente en España. Su ejemplo llevó a muchos a dedicar su tiempo libre al estudio y a las buenas lecturas.

Se preocupaba mucho por la instrucción del clero, por esto, se encargó de que en cada diócesis hubiera un colegio para preparar a los futuros sacerdotes, lo cual fue como una preparación a los seminarios que siglos más tarde se iban a fundar en todas partes.

Decía San Ildefonso que "la facilidad de palabra era tan admirable en San Isidoro, que las multitudes acudían de todas partes a escucharle y todos quedaban maravillados de su sabiduría y del gran bien que se obtenía al oír sus enseñanzas".

Su amor a los pobres era inmenso, y como sus limosnas eran tan generosas, su palacio se veía continuamente visitado por gentes necesitadas que llegaban a pedir y recibir ayudas. De todas las ciencias la que más le agradaba y más recomendaba era el estudio de la Sagrada Biblia, y escribió unos comentarios acerca de cada uno de sus libros.

Cuando sintió que iba a morir pidió perdón públicamente por todas las faltas de su vida pasada y suplicó al pueblo que rogara por él a Dios.

Murió el 4 de abril del año 636, tenía 80 años. La Santa Sede declaró doctor de la Iglesia.

SANTORAL DE HOY MARTES 4 DE ABRIL DEL 2017

Ambrosio de Milán, SantoAmbrosio de Milán, Santo
Obispo y Doctor de la Iglesia, 4 de abril
Pedro Roca Toscas, BeatoPedro Roca Toscas, Beato
Religioso y Mártir, 4 de abril
Pedro Ruiz Ortega, BeatoPedro Ruiz Ortega, Beato
Religioso y Mártir, 4 de abril
Agatópodo y Teódulo, SantosAgatópodo y Teódulo, Santos
Mártires, 4 de abril
Cayetano Catanoso, SantoCayetano Catanoso, Santo
Presbítero y Fundador, 4 de abril
Francisco Marto, BeatoFrancisco Marto, Beato
Vidente de Fátima, 4 de abril
Guillermo de Noto, BeatoGuillermo de Noto, Beato
Eremita y Terciario Franciscano, 4 de abril
Platón, SantoPlatón, Santo
Abad, 4 de abril
Benito de Palermo, SantoBenito de Palermo, Santo
Religioso Franciscano, 4 de abril
José Benito Dusmet, BeatoJosé Benito Dusmet, Beato
Obispo, 4 de abril
Isidoro de Sevilla, SantoIsidoro de Sevilla, Santo
Obispo y Doctor de la Iglesia, 4 de abril

BUENOS DÍAS!!!




lunes, 3 de abril de 2017

SAN SIXTO I, VII PAPA, 3 DE ABRIL

Sixto I, Santo
VII Papa, 3 de abril


Por: n/a | Fuente: ACI Prensa // Enciclopedia Católica 



VII Papa

Martirologio Romano: En Roma, san Sixto I, papa, que en tiempo del emperador Adriano rigió la Iglesia Romana, siendo el sexto tras el bienaventurado Pedro (128).
Etimológicamente: Sixto = Aquel que es listo, es de origen griego.
Breve Biografía

El Papa San Sixto I (en los documentos más antiguos se usa "Xystus" para los primeros tres papas con ese nombre), sucedió a San Alejandro y fue sucedido por San Telesforo.

Según el “Catálogo Liberiano” de papas, fue la cabeza de la Iglesia durante el reino de Adrián "a conulatu Nigri et Aproniani usque Vero III et Ambibulo", es decir, desde 117 hasta 126. En su “Chronicon” Eusebio usó un catalogo de papas distinto al que usó en su “Historia ecclesiastica”; en su “Chronicon” dice que Sixto I ocupó la posición de papa de 114 a 124, mientras que en su “Historia” menciona que fue papa de 114 a 128.

Todas las autoridades concuerdan en que la duración de su papado fue de cerca de diez años.

Era Romano por nacimiento, y su padre se llamaba Pastor. Según el "Liber Pontificalis", pasó las tres ordenanzas siguientes:
1.- que no se le permita a nadie excepto por los sacerdotes tocar los Vasos Sagrados
2.- que los obispos que han sido convocados a la Santa Sede, no sean recibidos por su diócesis hasta que presenten las Cartas Apostólicas
3.- que después del prefacio en la Misa, el sacerdote recite el Sanctus junto con los fieles.

El “Catálogo Feliciano” de papas y las varias martirologías lo titulan de mártir.

Fue enterrado en el Vaticano junto a la tumba de San Pedro, y se dice que sus reliquias fueron transferidas a Alatri en 1132, aunque O Jozzi sostiene que todavía están en la Basílica Vaticana. Butler (Vidas de los Santos, 6 de Abril) dice que Clemente X le dio algunas de sus reliquias al Cardenal de Retz, quien las puso en la Abadía de San Miguel en Lorraine.

El Xystus a quien se conmemora en el Canon de la Misa es Xystus II, no Xystus I.

SANTA MARÍA DE EGIPTO, ASCETA DEL DESIERTO, 3 DE ABRIL


Hoy 3 de abril es la fiesta de Santa María de Egipto, asceta del desierto




 (ACI).- Santa María de Egipto  fue una asceta que se retiró al desierto tras una vida de prostitución. Su vida fue escrita en gran parte por Sofronio, Patriarca de Jerusalén.

Nació probablemente alrededor del año 344 d.C.. A los 12 años dejó su casa y viajó a Alejandría, donde por más de 17 años ejerció la prostitución.

Luego, con motivo de un peregrinaje a Jerusalén para la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, se embarcó hacia Palestina, pero no con la intención de peregrinar, sino con el deseo tener nuevas oportunidades de poner en práctica la lujuria.

Su biografía detalla que cuando María de Egipto intentó ingresar a la Iglesia del Santo Sepulcro durante el peregrinaje, una fuerza invisible le impidió hacerlo.

Tras intentar entrar tres o cuatro veces se retiró a un rincón del patio de la iglesia y sintió remordimiento por sus actos. En ese momento posó sus ojos en una estatua de la Santísima Virgen y lloró desconsoladamente pidiendo perdón a Dios.

Luego intentó entrar de nuevo a la iglesia y esta vez se le fue permitido.

Días después María de Egipto recibió la comunión en un monasterio de San Juan Bautista en la ribera del río Jordán, y al día se internó en el desierto que se prolonga hacia Arabia, lugar donde vivió cerca 47 años dedicándose a la oración, meditación y mortificación.

En el desierto conoció a un sacerdote de nombre Zósimo, a quien le hizo prometer que la encontraría en el Jordán la noche del Jueves Santo del siguiente año y que le llevara el Sacratísimo Sacramento.

Y así fue. Al año siguiente María de Egipto recibió la Eucaristía y levantó sus manos hacia el cielo gritando en voz alta las palabras de Simeón: “Ahora puedes disponer de tu siervo en paz, oh Señor, según tu palabra, porque mis ojos han visto tu salvación”.

La santa de Egipto falleció aquel día alrededor del 421 después de que el sacerdote dejara el lugar.

Cuando Zósimo viajó al año siguiente para visitarla nuevamente solo encontró un pergamino que rezaba: “Padre Zózimo, he pasado a la eternidad el Viernes Santo día de la muerte del Señor, contenta de haber recibido su santo cuerpo en la Eucaristía. Ruegue por esta pobre pecadora y devuélvale a la tierra este cuerpo que es polvo y en polvo tiene que convertirse”.

Zózimo narró a otros monjes la emocionante historia de la vida María de Egipto, y pronto junto a aquella tumba, empezaron a obrarse milagros y prodigios. La fama de María se extendió por muchos países.

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Santa María de Egipto
3 de Abril



Una hermosa tradición muy antigua cuenta que en el siglo V un santo sacerdote llamado Zózimo después de haber pasado muchos años de monje en un convento de Palestina dispuso irse a terminar sus días en el desierto de Judá, junto al río Jordán. Y que un día vio por allí una figura humana, que más parecía un esqueleto que una persona robusta. Se le acercó y le preguntó si era un monje y recibió esta respuesta: "Yo soy una mujer que he venido al desierto a hacer penitencia de mis pecados". Según la tradición aquella mujer le narró la siguiente historia: Su nombre era María. Era de Egipto. Desde los 12 años llevada por sus pasiones sensuales y su exagerado amor a la libertad se fugó de la casa. Cometió toda clase de impurezas y hasta se dedicó a corromper a otras personas. Después se unió a un grupo de peregrinos que de Egipto iban al Santo Sepulcro de Jerusalén. Pero ella no iba a rezar sino a divertirse y a pasear.

Y sucedió que al llegar al Santo Sepulcro, mientras los demás entraban fervorosos a rezar, ella sintió allí en la puerta del templo que una mano la detenía con gran fuerza y la echaba a un lado. Y esto le sucedió por tres veces, cada vez que ella trataba de entrar al santo templo. Y una voz le dijo: "Tú no eres digna de entrar en este sitio sagrado, porque vives esclavizada al pecado". Ella se puso a llorar, pero de pronto levantó los ojos y vio allí cerca de la entrada una imagen de la Sma. Virgen que parecía mirarla con gran cariño y compasión. Entonces la pecadora se arrodilló llorando y le dijo: "Madre, si me es permitido entrar al templo santo, yo te prometo que dejaré esta vida de pecado y me dedicaré a una vida de oración y penitencia. Y le pareció que la Virgen Santísima le aceptaba su propuesta. Trató de entrar de nuevo al templo y esta vez sí le fue permitido. Allí lloró largamente y pidió por muchas horas el perdón de sus pecados. Estando en oración le pareció que una voz le decía: "En el desierto más allá del Jordán encontrarás tu paz".

María egipciana se fue al desierto y allí estuvo por 40 años rezando, meditando y haciendo penitencia. Se alimentaba de dátiles, de raíces, de langostas y a veces bajaba a tomar agua al río. En el verano el terrible calor la hacía sufrir muchísimo y la sed la atormentaba. En invierno el frío era su martirio. Durante 17 años vivió atormentada por la tentación de volver otra vez a Egipto a dedicarse a su vida anterior de sensualidad, pero un amor grande a la Sma. Virgen Virgen María le daba fortaleza para resistir a las tentaciones. Y Dios le revelaba muchas verdades sobrenaturales cuando ella estaba dedicada a la oración y a la meditación.

Le hizo prometer al santo anciano que no contaría nada de esta historia mientras ella no hubiera muerto. Y le pidió que le trajera la Sagrada Comunión. Era Jueves Santo y San Zózimo le llevó la Sagrada Eucaristía. Quedaron de encontrarse el Día de Pascua, pero cuando el santo volvió la encontró muerta, sobre la arena, con esta inscripción en un pergamino: "Padre Zózimo, he pasado a la eternidad el Viernes Santo día de la muerte del Señor, contenta de haber recibido su santo cuerpo en la Eucaristía. Ruegue por esta pobre pecadora, y devuélvale a la tierra este cuerpo que es polvo y en polvo tiene que convertirse". El monje no tenía herramientas para hacer la sepultura, pero entonces llegó un león y con sus garras abrió una sepultura en la arena y se fue. Zózimo al volver de allí narró a otros monjes la emocionante historia, y pronto junto a aquella tumba empezaron a obrarse milagros y prodigios y la fama de la santa penitente se extendió por muchos países.

San Alfonso de Ligorio y muchos otros predicadores narraron muchas veces y dejaron escrita en sus libros la historia de María Egipciaca, como un ejemplo de lo que obra en un alma pecadora, la intercesión de la Sma. Madre del Salvador, la cual se digne también interceder por nosotros pecadores para que abandonemos nuestra vida de maldad y empecemos ya desde ahora una vida de penitencia y santidad.

Fuente: EWTN.com
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