Autor: . | Fuente: Corazones.org Matilde, Santa | ||||||||
Reina, 14 Marzo | ||||||||
El mismo Enrique y sus súbditos atribuyeron sus éxitos, tanto a las oraciones de la reina, como a sus propios esfuerzos. Esta seguía viviendo en la humildad que la había distinguido de niña. A sus cortesanos y a sus servidores, más les parecía una madre amorosa que su reina y señora; ninguno de los que acudieron a ella en demanda de ayuda quedó defraudado. Su esposo rara vez le pedía cuentas de sus limosnas o se mostraba irritado por sus prácticas piadosas, con la absoluta certeza de su bondad y confiando en ella plenamente. Después de veintitrés años de matrimonio, el rey Enrique murió de apoplejía, en 936. Cuando le avisaron que su esposo había muerto, la reina estaba en la iglesia y ahí se quedó, volcando su alma al pie del altar en una ferviente oración por él. En seguida pidió a un sacerdote que ofreciera el santo sacrificio de la misa por el eterno descanso del rey y, quitándose las joyas que llevaba, las dejó sobre el altar como prenda de que renunciaba, desde ese momento, a las pompas del mundo. Habían tenido cinco hijos: Otto, más tarde emperador; Enrique el Pendenciero; San Bruno, posteriormente arzobispo de Colonia; Gerberga que se casó con Luis IV, rey de Francia y Hedwig, la madre de Hugo Capeto. A pesar de que el rey había manifestado su deseo de que su hijo mayor, Otto, le sucediera en el trono, Matilde favoreció a su hijo Enrique y persuadió a algunos nobles para que votaran por él; no obstante, Otto, resultó electo y coronado. Enrique no aceptó de buena gana renunciar a sus pretensiones y promovió una rebelión contra su hermano, pero fue derrotado y solicitó la paz. Otto lo perdonó y, por la intercesión de Matilde, le nombró duque de Baviera. La reina llevó desde entonces una vida de completo auto-sacrificio; sus joyas habían sido vendidas para ayudar a los pobres y era tan pródiga en sus dádivas, que dio motivo a críticas y censuras. Su hijo Otto la acusó de haber ocultado un tesoro y de mal gastar los ingresos de su corona; le exigió que rindiera cuentas de todo cuanto había gastado y envió espías a vigilar sus movimientos y registrar sus donativos. Su sufrimiento más amargo fue descubrir que Enrique instigaba y ayudaba a su hermano en contra de ella. Lo sobrellevó todo con paciencia inquebrantable, haciendo notar, con un toque de patético humor, que por lo menos la consolaba ver que sus hijos estaban unidos, aunque sólo fuera para perseguirla. "Gustosamente soportaré todo lo que puedan hacerme, siempre que lo hagan sin pecar, si es que con ello se conservan unidos", solía decir, según se afirma. Para darles gusto, Matilde renunció a su herencia en favor de sus hijos y se retiró a la residencia campestre donde había nacido. Pero poco tiempo después de su partida, el duque Enrique cayó enfermo y comenzaron a llover los desastres sobre el Estado. El sentimiento general era que tales desgracias se debían al trato que los príncipes habían dado a su madre; Edith, la esposa de Otto, lo convenció para que fuera a solicitar su perdón y le devolviera todo lo que le habían quitado. Sin que se lo pidieran, Matilde los perdonó y volvió a la corte, donde reanudó sus obras de misericordia. Pero no obstante que Enrique había cesado de importunarla, su conducta continuó causándole gran aflicción. El nuevamente se volvió contra Otto y, posteriormente castigó una insurrección de sus propios súbditos en Baviera con increíble crueldad; ni aun los obispos escaparon a su cólera. En 955, cuando Matilde lo vio por última vez, le profetizó su próxima muerte y lo instó a arrepentirse, antes de que fuera demasiado tarde. En efecto, al poco tiempo, murió Enrique y la noticia causó un dolor muy profundo en la reina. Emprendió la construcción de un convento en Nordhausen; hizo otras fundaciones en Quedlinburg, en Engern y también en Poehlen, donde estableció un monasterio para hombres. Es evidente que Otto jamás volvió a resentirse porque su madre gastara los ingresos en obras religiosas, pues cuando él fue a Roma para ser coronado emperador, dejó el reino a cargo de Matilde. La última vez que Matilde tomó parte en una reunión familiar fue en Colonia, en la Pascua de 965, cuando estuvieron con ella el emperador Otto "el Magno", sus otros hijos y nietos. Después de esta reaparición, prácticamente se retiró del mundo, pasando su tiempo en una y otra de sus fundaciones, especialmente en Nodhausen. Cuando se disponía a tratar ciertos asuntos urgentes que la reclamaban en Quedlinburg, se agravó una fiebre que había venido sufriendo por algún tiempo y comprendió que pronto iba a llegar su último momento. Envió a buscar a Richburg, la doncella que la había ayudado en sus caridades y que era abadesa en Nordhausen. Según la tradición, la reina procedió a hacer una escritura de donación para todo lo que hubiera en su habitación, hasta que no quedó nada más que el lienzo de su sudario. "Den eso al obispo Guillermo de Mainz (que era su nieto). El lo necesitará primero que yo". En efecto, el obispo murió repentinamente, doce días antes de que ocurriera el deceso de su abuela, acaecido el 14 de marzo de 968. El cuerpo de Matilde fue sepultado junto con el de su esposo, en Quedlinburg, donde se la venera como santa desde el momento de su muerte.
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miércoles, 14 de marzo de 2012
Santa Matilde
martes, 13 de marzo de 2012
San Pablo Aureliano de León
Autor: . | Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01 Pablo Aureliano de León, Santo | ||||||||||||||||
Obispo, Marzo 12 | ||||||||||||||||
ObispoEtimológicamente: Pablo = Aquel que es pequeño o débil, es de origen latino. Pablo Aureliano (más tarde conocido como San Pablo de León) fue el hijo de Perplises, jefe británico. Nació en Penychen (o en otro lado), en Gales del Sur. En la escuela monástica a la cual pidió ser enviado, tenía por compañeros a los santos David, Sansón y Gilas: esto sucedía en Ynys Byr, en tiempos de San Illtyd y Pablo estuvo presente en el conocido milagro del ensanchamiento de esa isla. Cuando cumplió 16 años, su patrón le permitió retirar se a un lugar solitario, pero en otro lado (¿Llanddeeusant, en Carmarthenshire?). Pablo se dirigió a un sitio donde construyó unas celdas y una capilla. Allí llevó durante varios años una vida de oración, meditación y estudio; después se ordenó sacerdote y reunió a doce compañeros para llevarlos consigo a vivir en celdas cercanas a la suya. De su retiro fue sacado a un mundo de problemas por el rey Marco, quien le pidió que se trasladara a la "Villa Bannheddos" y evangelizar a su pueblo. Esto lo hizo con tan buen éxito, que todos quisieron elegirlo obispo; pero él rehusaba aceptar y, mientras pensaba en lo que convenía hacer, un ángel se le apareció y le dijo que su vocación se encontraba más allá del mar. El rey Marco estaba poco dispuesto a dejarlo ir y con aspereza se negó a darle como regalo de despedida la campanita que pedía, una de las siete que se tocaban antes de las comidas. A pesar de todo el santo partió con sus doce compañeros y llegó a la costa de Armónica o Británica. Pero antes de alejarse de la costa, se detuvo en una bahía (¿Cornwall?), donde su hermana llevaba una vida solitaria en compañía de unas cuantas monjas(1). Ella lo convenció para que permaneciera algunos días y, en la víspera de su partida, le rogó llorando que le obtuviera un favor de Dios. El lugar, aunque conveniente a sus propósitos, estaba demasiado cerca de "familiares molestos". "Es fácil para ti, le dijo, obtener lo que quiero con sólo pedírselo a Dios: pide que el mar se recoja en su lecho y la tierra pueda ser un poco más ancha". Entonces San Pablo y su hermana se arrodillaron en la orilla a rezar, después de poner dos hileras de piedras a lo largo del límite de las aguas bajas. Inmediatamente, el mar retrocedió, dejando la tierra seca y las piedras crecieron hasta convertirse en poderosas columnas que formaron un dique. San Pablo y sus discípulos llegaron a la isla de Ushant, al lugar que ahora se llama Porz-Pol. Allí construyeron celdas y vivieron felizmente durante un tiempo, hasta que el ángel que San Pablo había visto antes, le indicó que avanzaran más adelante. Al llegar al continente, se internaron y se establecieron en Ploudalmezeau. Luego Pablo, nuevamente instado por el ángel, se dirigió al señor del distrito, un buen cristiano llamado Withur, quien se hizo amigo suyo y les dio la Isla de Batz, donde se estableció Pablo y construyó un monasterio. Se cuentan relatos maravillosos sobre los beneficios que dispensó el santo. Mató un dragón que había causado grandes daños, enseñó a la gente cómo obtener miel, agrupando a las abejas salvajes y colocándolas en panales, y domesticó a un jabalí, cuyos descendientes permanecieron en León por muchas generaciones. Un día, cuando Pablo estaba conversando con Withur, un pescador se les acercó a enseñarles un pez que había sacado. En su cabeza tenía encajada una campana que (curiosamente) resultó ser la misma que el rey Marco había rehusado a San Pablo. (Como prueba de la autenticidad de este incidente, los campesinos de León señalan la antigua campana que se guarda en su catedral, hecha con una aleación de cobre y plata. Se le atribuyen propiedades milagrosas). La gente que había sido beneficiada con las enseñanzas y los milagros de San Pablo, comenzó a pedirlo como obispo. Withur también lo deseaba, pero sabía la indisposición del santo para aceptar tal dignidad y por lo tanto, tuvo que recurrir a una estratagema. Le dio una carta y le pidió que la llevara él mismo a manos del rey Childeberto, en París, ya que contenía asunto de gran importancia. En realidad, era una petición para que designaran obispo a San Pablo. Este protestó con tenacidad, pero el rey lo hizo consagrar y luego lo mandó de regreso a León, donde fue recibido entre aclamaciones. El nombre del "Oppidum" donde se hallaba su sede, se cambió a St-Paul de León, en su memoria. Ahí llevó la misma vida austera de antes, alimentándose sólo de pan y agua, con excepción de los días festivos, en los que comía un poco de pesca do. Parece que Withur le cedió su casa en la Isla de Batz, como monasterio para sus monjes. Ahí gustaba de retirarse el santo obispo para dedicarse a la oración y contemplación. Vivió hasta edad muy avanzada y renunció a su cargo algunos años antes de morir. Terminó sus días en el monasterio de Batz, luego de haber visto morir a dos obispos que él mismo consagró para que le sucedieran. San Pablo gozaba del don de profecía y previó las incursiones de los nórdicos, según Wrmonoc, el testigo que relata los últimos momentos del santo en forma sencilla y emocionante. Para la discusión de esta narración, que de ninguna manera deberá tomare como válida en toda su extensión, el lector puede remitirse a las obras mencionadas posteriormente. Puede agregarse que existen muchas huellas de San Pablo Aureliano en Gales y en Cornwall, en Paul, cerca de la orilla occidental de Mount´s Bay. Si el pequeño monasterio de su hermana estaba de verdad cerca, en el Lago Gwavas (como creyó Charles Henderson), es una coincidencia interesante, que, cuando la Revolución Francesa lo desterró, el último obispo de León, Juan Francisco de la Marche, arribara a Mount´s Bay en 1791, nueve días antes de la fiesta de San Pablo. Esta fiesta se observa ahora en la diócesis de Quimper y en el monasterio de Caldey.
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lunes, 12 de marzo de 2012
San Pablo Aureliano de León
Autor: . | Fuente: ar.geocities.com/misa_tridentina01 Pablo Aureliano de León, Santo | ||||||||||||||||||||
Obispo, Marzo 12 | ||||||||||||||||||||
ObispoEtimológicamente: Pablo = Aquel que es pequeño o débil, es de origen latino. Pablo Aureliano (más tarde conocido como San Pablo de León) fue el hijo de Perplises, jefe británico. Nació en Penychen (o en otro lado), en Gales del Sur. En la escuela monástica a la cual pidió ser enviado, tenía por compañeros a los santos David, Sansón y Gilas: esto sucedía en Ynys Byr, en tiempos de San Illtyd y Pablo estuvo presente en el conocido milagro del ensanchamiento de esa isla. Cuando cumplió 16 años, su patrón le permitió retirar se a un lugar solitario, pero en otro lado (¿Llanddeeusant, en Carmarthenshire?). Pablo se dirigió a un sitio donde construyó unas celdas y una capilla. Allí llevó durante varios años una vida de oración, meditación y estudio; después se ordenó sacerdote y reunió a doce compañeros para llevarlos consigo a vivir en celdas cercanas a la suya. De su retiro fue sacado a un mundo de problemas por el rey Marco, quien le pidió que se trasladara a la "Villa Bannheddos" y evangelizar a su pueblo. Esto lo hizo con tan buen éxito, que todos quisieron elegirlo obispo; pero él rehusaba aceptar y, mientras pensaba en lo que convenía hacer, un ángel se le apareció y le dijo que su vocación se encontraba más allá del mar. El rey Marco estaba poco dispuesto a dejarlo ir y con aspereza se negó a darle como regalo de despedida la campanita que pedía, una de las siete que se tocaban antes de las comidas. A pesar de todo el santo partió con sus doce compañeros y llegó a la costa de Armónica o Británica. Pero antes de alejarse de la costa, se detuvo en una bahía (¿Cornwall?), donde su hermana llevaba una vida solitaria en compañía de unas cuantas monjas(1). Ella lo convenció para que permaneciera algunos días y, en la víspera de su partida, le rogó llorando que le obtuviera un favor de Dios. El lugar, aunque conveniente a sus propósitos, estaba demasiado cerca de "familiares molestos". "Es fácil para ti, le dijo, obtener lo que quiero con sólo pedírselo a Dios: pide que el mar se recoja en su lecho y la tierra pueda ser un poco más ancha". Entonces San Pablo y su hermana se arrodillaron en la orilla a rezar, después de poner dos hileras de piedras a lo largo del límite de las aguas bajas. Inmediatamente, el mar retrocedió, dejando la tierra seca y las piedras crecieron hasta convertirse en poderosas columnas que formaron un dique. San Pablo y sus discípulos llegaron a la isla de Ushant, al lugar que ahora se llama Porz-Pol. Allí construyeron celdas y vivieron felizmente durante un tiempo, hasta que el ángel que San Pablo había visto antes, le indicó que avanzaran más adelante. Al llegar al continente, se internaron y se establecieron en Ploudalmezeau. Luego Pablo, nuevamente instado por el ángel, se dirigió al señor del distrito, un buen cristiano llamado Withur, quien se hizo amigo suyo y les dio la Isla de Batz, donde se estableció Pablo y construyó un monasterio. Se cuentan relatos maravillosos sobre los beneficios que dispensó el santo. Mató un dragón que había causado grandes daños, enseñó a la gente cómo obtener miel, agrupando a las abejas salvajes y colocándolas en panales, y domesticó a un jabalí, cuyos descendientes permanecieron en León por muchas generaciones. Un día, cuando Pablo estaba conversando con Withur, un pescador se les acercó a enseñarles un pez que había sacado. En su cabeza tenía encajada una campana que (curiosamente) resultó ser la misma que el rey Marco había rehusado a San Pablo. (Como prueba de la autenticidad de este incidente, los campesinos de León señalan la antigua campana que se guarda en su catedral, hecha con una aleación de cobre y plata. Se le atribuyen propiedades milagrosas). La gente que había sido beneficiada con las enseñanzas y los milagros de San Pablo, comenzó a pedirlo como obispo. Withur también lo deseaba, pero sabía la indisposición del santo para aceptar tal dignidad y por lo tanto, tuvo que recurrir a una estratagema. Le dio una carta y le pidió que la llevara él mismo a manos del rey Childeberto, en París, ya que contenía asunto de gran importancia. En realidad, era una petición para que designaran obispo a San Pablo. Este protestó con tenacidad, pero el rey lo hizo consagrar y luego lo mandó de regreso a León, donde fue recibido entre aclamaciones. El nombre del "Oppidum" donde se hallaba su sede, se cambió a St-Paul de León, en su memoria. Ahí llevó la misma vida austera de antes, alimentándose sólo de pan y agua, con excepción de los días festivos, en los que comía un poco de pesca do. Parece que Withur le cedió su casa en la Isla de Batz, como monasterio para sus monjes. Ahí gustaba de retirarse el santo obispo para dedicarse a la oración y contemplación. Vivió hasta edad muy avanzada y renunció a su cargo algunos años antes de morir. Terminó sus días en el monasterio de Batz, luego de haber visto morir a dos obispos que él mismo consagró para que le sucedieran. San Pablo gozaba del don de profecía y previó las incursiones de los nórdicos, según Wrmonoc, el testigo que relata los últimos momentos del santo en forma sencilla y emocionante. Para la discusión de esta narración, que de ninguna manera deberá tomare como válida en toda su extensión, el lector puede remitirse a las obras mencionadas posteriormente. Puede agregarse que existen muchas huellas de San Pablo Aureliano en Gales y en Cornwall, en Paul, cerca de la orilla occidental de Mount´s Bay. Si el pequeño monasterio de su hermana estaba de verdad cerca, en el Lago Gwavas (como creyó Charles Henderson), es una coincidencia interesante, que, cuando la Revolución Francesa lo desterró, el último obispo de León, Juan Francisco de la Marche, arribara a Mount´s Bay en 1791, nueve días antes de la fiesta de San Pablo. Esta fiesta se observa ahora en la diócesis de Quimper y en el monasterio de Caldey.
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