martes, 1 de noviembre de 2022

EL EVANGELIO DE HOY MARTES 1 DE NOVIEMBRE DE 2022 - SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS

1 de Noviembre: Todos los Santos

Martes 1 de noviembre de 2022



 Ver 1ª Lectura y Salmo

1ª Lectura (Ap 7,2-4.9-14): Yo, Juan, vi a otro Ángel que subía del Oriente y tenía el sello de Dios vivo; y gritó con fuerte voz a los cuatro Ángeles a quienes había encomendado causar daño a la tierra y al mar: «No causéis daño ni a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta que marquemos con el sello la frente de los siervos de nuestro Dios». Y oí el número de los marcados con el sello: ciento cuarenta y cuatro mil sellados, de todas las tribus de los hijos de Israel. Después miré y había una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y el Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritan con fuerte voz: «La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero».

Y todos los Ángeles que estaban en pie alrededor del trono de los Ancianos y de los cuatro Vivientes, se postraron delante del trono, rostro en tierra, y adoraron a Dios diciendo: «Amén, alabanza, gloria, sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fuerza, a nuestro Dios por los siglos de los siglos, amén». Uno de los Ancianos tomó la palabra y me dijo: «Esos que están vestidos con vestiduras blancas quiénes son y de dónde han venido?». Yo le respondí: «Señor mío, tú lo sabrás». Me respondió: «Esos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la Sangre del Cordero».



Salmo responsorial: 23

R/. Este es el grupo que viene a tu presencia, Señor.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos.

Quién puede subir al monte del Señor? Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos.

Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

2ª Lectura (1Jn 3,1-3): Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él porque le veremos tal cual es. Todo el que tiene esta esperanza en él se purificará a sí mismo, como él es puro.

Versículo antes del Evangelio (Mt 11,28): Aleluya. Venid a mí todos los que estáis fatigados y agobiados por la carga, y yo os aliviaré, dice el Señor. Aleluya.

Texto del Evangelio (Mt 5,1-12a): En aquel tiempo, viendo Jesús la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos».




«Alegraos y regocijaos»

+ Mons. F. Xavier CIURANETA i Aymí Obispo Emérito de Lleida

(Lleida, España)


Hoy celebramos la realidad de un misterio salvador expresado en el “credo” y que resulta muy consolador: «Creo en la comunión de los santos». Todos los santos, desde la Virgen María, que han pasado ya a la vida eterna, forman una unidad: son la Iglesia de los bienaventurados, a quienes Jesús felicita: «Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios» (Mt 5,8). Al mismo tiempo, también están en comunión con nosotros. La fe y la esperanza no pueden unirnos porque ellos ya gozan de la eterna visión de Dios; pero nos une, en cambio el amor «que no pasa nunca» (1Cor 13,13); ese amor que nos une con ellos al mismo Padre, al mismo Cristo Redentor y al mismo Espíritu Santo. El amor que les hace solidarios y solícitos para con nosotros. Por tanto, no veneramos a los santos solamente por su ejemplaridad, sino sobre todo por la unidad en el Espíritu de toda la Iglesia, que se fortalece con la práctica del amor fraterno.

Por esta profunda unidad, hemos de sentirnos cerca de todos los santos que, anteriormente a nosotros, han creído y esperado lo mismo que nosotros creemos y esperamos y, sobre todo, han amado al Padre Dios y a sus hermanos los hombres, procurando imitar el amor de Cristo.

Los santos apóstoles, los santos mártires, los santos confesores que han existido a lo largo de la historia son, por tanto, nuestros hermanos e intercesores; en ellos se han cumplido estas palabras proféticas de Jesús: «Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos» (Mt 5,11-12). Los tesoros de su santidad son bienes de familia, con los que podemos contar. Éstos son los tesoros del cielo que Jesús invita a reunir (cf. Mt 6,20). Como afirma el Concilio Vaticano II, «su fraterna solicitud ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad» (Lumen gentium, 49). Esta solemnidad nos aporta una noticia reconfortante que nos invita a la alegría y a la fiesta. 

HOY 1 DE NOVIEMBRE SE CELEBRA LA SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS

 



Hoy se celebra la Solemnidad de Todos los Santos

Redacción ACI Prensa



Cada 1 de noviembre la Iglesia Católica celebra la Solemnidad de Todos los Santos, de todos sin excepción, tanto los reconocidos como los anónimos. Es la gran celebración de aquellos que comparten el triunfo y la gloria de Cristo eternamente, en virtud del esfuerzo en seguir de cerca al Maestro, cooperando con su gracia.

La Iglesia se viste de blanco en este día, al verse confirmada como madre que convoca a sus hijos a la salvación, mientras que los hijos se ven fortalecidos por el ejemplo de quienes se adelantaron en el camino de la fe y la caridad.


Todos estamos llamados a la santidad

San Juan Pablo II, en la homilía de la misa dedicada a la Solemnidad de Todos los Santos, en noviembre de 1980, decía: “Hoy nosotros estamos inmersos con el espíritu entre esta muchedumbre innumerable de santos, de salvados, los cuales, a partir del justo Abel, hasta el que quizá está muriendo en este momento en alguna parte del mundo, nos rodean, nos animan y cantan todos juntos un poderoso himno de gloria”.

Y es que esta Solemnidad es un día propicio para compartir el júbilo por la obra salvífica de Dios a lo largo de los siglos. Obra que no se detiene jamás y que se renueva, a cada instante, en cada ser humano que responde a la gracia de Dios, viviendo el llamado a la plenitud en el amor.


“Son demasiados”: orígenes de la celebración

La Solemnidad de Todos los Santos tiene sus orígenes en el siglo IV, cuando el número de mártires de la Iglesia llegó a ser tal que era imposible destinar cada día del año para recordar a un solo mártir. Entonces, la Iglesia optó por hacer una celebración conjunta para honrar a todos los que habían alcanzado el cielo, en un solo día, una vez al año.

Cuando el 13 de mayo de 610, el Papa Bonifacio IV dedicó el Panteón romano al culto cristiano, consagró el nuevo templo a la Bienaventurada Madre de Dios y a todos los mártires. A partir de entonces, la celebración de Todos los Santos quedó fijada en esa fecha y así permanecería por muchos años, hasta que el Papa Gregorio IV, en el siglo VII, trasladó la celebración al primer día del mes de noviembre. Es muy probable que la decisión del Papa Gregorio haya respondido al deseo de contrarrestar la fiesta pagana del “Samhain” o año nuevo celta, que se celebraba la noche del 31 de octubre.


Contrarrestando el espíritu comercial y pagano

Hoy, la Solemnidad de Todos los Santos compite, en distintos ámbitos de la cultura, contra la “noche de Brujas” (Halloween) y su espíritu comercial y profano. Por eso, es necesario que no perdamos de vista aquello a lo que estamos llamados como cristianos: vivir la santidad y realizar todo bien que provenga de Dios.

En el año 2013, el Papa Francisco hizo una hermosa exhortación a la multitud que lo acompañaba en la celebración de esta Solemnidad: “Dios te dice: no tengas miedo de la santidad, no tengas miedo de apuntar alto, de dejarte amar y purificar por Dios, no tengas miedo de dejarte guiar por el Espíritu Santo. Dejémonos contagiar por la santidad de Dios”.

No olvidemos nunca que ¡estamos llamados a ser santos! Y que debemos recordar y agradecer la vida de esos hombres y mujeres que lo dieron todo por amor.

¡Feliz Solemnidad de Todos los Santos!

PAPA FRANCISCO: LOS SANTOS SON LOS VERDADEROS REVOLUCIONARIOS


 

Papa Francisco: “Los santos son los verdaderos revolucionarios”

POR ALMUDENA MARTÍNEZ-BORDIÚ | ACI Prensa

 Crédito: Vatican Media



Este 1 de noviembre, solemnidad de Todos los Santos, el Papa Francisco dirigió el rezo del Ángelus, donde habló de la “versión estereotipada” de los santos y pidió a los fieles “desarmar su corazón” para trabajar por la paz.

El Papa Francisco dirigió el rezo del Ángelus desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano de manera excepcional con motivo de la festividad de Todos los Santos, ya que el suele dirigir esta oración mariana solamente los domingos.

Al comentar el Evangelio del día, el Santo Padre dijo que “el Evangelio de hoy desmiente la versión estereotipada de los santos”, lo que denominó como una “santidad de estampa”.

En este sentido, aclaró que “las Bienaventuranzas de Jesús, que son el carné de identidad de los santos, muestran todo lo contrario: hablan de una vida a contracorriente y  revolucionaria”. “Los santos son los verdaderos revolucionarios”, dijo a continuación.

Haciendo referencia a la Bienaventuranza leída en el Evangelio, el Papa Francisco explicó que esto no significa “estar en paz”, sino que Jesús se refiere a aquellos que “trabajan por construir la paz”. 

“La paz hay que construirla y como toda construcción, requiere compromiso, colaboración, paciencia”, dijo el Pontífice. 

Además, el Papa señaló que “la Biblia habla de la ‘semilla de paz’, porque germina del  terreno de la vida, de la semilla de nuestro corazón; crece en silencio, día tras días, a través de obras de  justicia y de misericordia. Como nos muestran los testimonios luminosos que celebramos hoy”. 

“Se nos hace creer que la paz llega con la fuerza y la potencia: para Jesús es lo contrario. Su vida y la de los santos nos dicen que la semilla de paz, para crecer y dar fruto, debe antes morir. La paz no se alcanza conquistando o derrotando a alguien, nunca es violenta, nunca es armada”, dijo el Papa Francisco.


Desarmar el corazón

En esta línea, explicó que para convertirse en alguien que trabaja por la paz es necesario, en primer lugar, “desarmar el corazón”.

“Porque estamos todos equipados con pensamientos agresivos y palabras cortantes y pensamos en defendernos con el alambre de espino de la queja y con los muros de cemento de la  indiferencia”, aseguró el Papa.

Sin embargo, para el Santo Padre “la semilla de la paz pide que se desmilitarice el campo del corazón. ¿Cómo? Abriéndose a Jesús, que es ‘nuestra paz’; estando frente a su Cruz, que es la cátedra de la paz; recibiendo de  Él, en la Confesión, ‘el perdón y la paz’. De aquí se empieza, porque ser operadores de paz, ser santos,  no es una capacidad nuestra, es un don suyo, es una gracia”.

Más tarde, el Papa invitó a los fieles a preguntarse: “¿Somos constructores de paz? ¿Allí  donde vivimos, estudiamos y trabajamos, llevamos tensión, palabras que hieren, chácharas que  envenenan, polémicas? O ¿abrimos la vía de la paz: perdonamos a quien nos ha ofendido, nos ocupamos  de los que se encuentran en los márgenes, reparamos alguna injusticia ayudando a quien menos tiene?  Esto es construir la paz”. 

Por último, dijo que a pesar de que en el mundo este tipo de personas parecen “estar fuera de lugar porque no ceden a la lógica del poder y del  predominio”, en el Cielo serán los más cercanos a Dios, “los más parecidos a Él”.


A continuación, el Evangelio comentado por el Papa Francisco:

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,1-12):

Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros". 

¡FELIZ DÍA DE TODOS LOS SANTOS!





  

domingo, 30 de octubre de 2022

EL PAPA FRANCISCO A LOS JÓVENES: CUIDADO DE CAER EN LA INDIFERENCIA, ES MÁS PELIGROSA QUE EL CÁNCER

 



 El Papa a los jóvenes: Cuidado de caer en la indiferencia, es más peligrosa que el cáncer

POR DIEGO LÓPEZ MARINA | ACI Prensa

 Crédito: Daniel Ibáñez / ACI Prensa



Esta mañana el Papa Francisco recibió en el Vaticano a miles de jóvenes de la Acción Católica Italiana, a quienes les pidió tener “mucho cuidado” de caer en la peligrosa “enfermedad de la indiferencia”.

“Cuidado que la enfermedad de la indiferencia en los jóvenes es más peligrosa que el cáncer. ¡Por favor tengan cuidado! Hemos aprendido que la miseria humana no es un destino que toca a algunos desdichados, sino casi siempre fruto de injusticias que hay que erradicar”, dijo el Papa Francisco en su discurso el 29 de octubre.

El Papa recordó que el cristiano siempre “se interesa por la realidad social y da su propia contribución; nuestro lema no es ‘no me importa’, sino ‘¡me importa!’”.

“Esto es muy importante: aprender a través de la experiencia que en la Iglesia todos somos hermanos por el Bautismo; que todos somos protagonistas y responsables; que tenemos diferentes dones y todos para el bien de la comunidad; que la vida es una vocación, seguir a Jesús; que la fe es un don que hay que dar, testimoniar”, dijo.

La fraternidad cristiana necesita del Espíritu Santo

El Papa Francisco les dijo a los jóvenes que la fraternidad cristiana no solo se construye con emociones o consignas, sino que “se funda en Cristo” y es una obra que se hace junto al Espíritu Santo.

“El Espíritu de Jesús Resucitado hace esto: nos hace salir de nosotros mismos, nos abre al encuentro”, subrayó.

El Papa Francisco también resaltó que se debe salir al encuentro participando de la Eucaristía.

“El Señor entra en nosotros porque salimos de nosotros mismos y nos unimos a Él, y en Él nos encontramos en una nueva comunión, libre, voluntaria”.

“Gracias a Él nos acogemos, nos soportamos unos a otros –el amor cristiano se construye sobre soportarnos a nosotros mismos– y nos perdonamos a nosotros mismos”, agregó.

De esta manera, siendo animado por el Espíritu, el cristiano puede llegar a ser "levadura" en la sociedad, recordó el Pontífice.

“Jóvenes creyentes, responsables y creíbles: esto es lo que les deseo”.

El Papa también pidió a los jóvenes seguir la vida de los santos que “nos enseñan lo que significa ser levadura, estar en el mundo, no ser del mundo”.

“Pier Giorgio Frassati fue un miembro activo y entusiasta de la Acción Católica Italiana, y demuestra cómo se puede ser creíble, responsable, joven creyente, creyente feliz y sonriente”, acotó.

Finalmente, el Papa Francisco invitó a aprender de la Virgen María “a guardar y meditar en el corazón la vida de Jesús, los misterios de Jesús dolorosos y gloriosos de su vida”.

JESÚS AMA A LOS RICOS - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 30 DE OCTUBRE DE 2022

 



JESÚS AMA A LOS RICOS

El encuentro de Jesús con el rico Zaqueo es un relato conocido. La escena ha sido muy trabajada por Lucas, preocupado tal vez por la dificultad que encontraban algunas familias ricas para integrarse en las primeras comunidades cristianas.


Zaqueo es un rico bien conocido en Jericó. «Pequeño de estatura», pero poderoso «jefe de los recaudadores» que controlan el paso de mercancías en una importante encrucijada de caminos. No es un hombre querido. La gente lo considera «pecador», excluido de la Alianza. Vive explotando a los demás. «No es hijo de Abrahán».


Sin embargo, este hombre quiere ver «quién es Jesús». Ha oído hablar de él, pero no lo conoce. No le importa hacer el ridículo actuando de manera poco acorde con su dignidad: como un chiquillo más, «corre» para tomar la delantera a todos y «se sube a una higuera». Solo busca «ver» a Jesús. Probablemente ni él mismo sabe que está buscando paz, verdad, un sentido más digno para su vida.


Al llegar Jesús a aquel punto, «levanta los ojos» y ve a Zaqueo. El relato sugiere un intercambio de miradas entre el profeta defensor de los pobres y aquel rico explotador. Jesús lo llama por su nombre: «Zaqueo, baja enseguida». No hay que perder más tiempo. «Hoy mismo tengo que alojarme en tu casa y estar contigo». Jesús quiere entrar en el mundo de este rico.


Zaqueo le abre la puerta de su casa con alegría. Le deja entrar en su mundo de dinero y poder, mientras en Jericó todos critican a Jesús por haber entrado «en casa de un pecador».


Al contacto con Jesús, Zaqueo cambia. Empieza a pensar en los «pobres»: compartirá con ellos sus bienes. Se acuerda de los que son víctimas de sus negocios: les devolverá con creces lo que les ha robado. Deja que Jesús introduzca en su vida verdad, justicia y compasión. Zaqueo se siente otro. Con Jesús todo es posible.


Jesús se alegra porque la «salvación» ha llegado también a esa casa poderosa y rica. A esto ha venido él: «a buscar y salvar lo que está perdido». Jesús es sincero: la vida de quienes son esclavos del dinero son vidas perdidas, vidas sin verdad, sin justicia y sin compasión hacia los que sufren. Pero Jesús ama a los ricos. No quiere que ninguno de ellos eche a perder su vida. Todo rico que le deje entrar en su mundo experimentará su fuerza salvadora. 


Evangelio Comentado por:

José Antonio Pagola

gruposdejesus.com

Lc (19,1-10)

IMÁGENES DE SANTOS PARA COLOREAR













 https://desdelafe.mx/familia/escuela-para-padres/dibujos-de-santos-para-colorear/?fbclid=IwAR1C6zswO0dj3HT2P4fJFE9sr1GWsiTCHzhn6ri6OAzmwHBar-juFJhCt9E 

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 30 DE OCTUBRE DE 2022

 



Domingo 31 (C) del tiempo ordinario

Domingo 30 de octubre de 2022



1ª Lectura (Sab 11,22—12,2): Señor, el mundo entero es ante ti como un grano en la balanza, como gota de rocío mañanero sobre la tierra. Pero te compadeces de todos, porque todo lo puedes y pasas por alto los pecados de los hombres para que se arrepientan. Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que hiciste; pues, si odiaras algo, no lo habrías creado. ¿Cómo subsistiría algo, si tú no lo quisieras?, o ¿cómo se conservaría, si tú no lo hubieras llamado? Pero tú eres indulgente con todas las cosas, porque son tuyas, Señor, amigo de la vida. Pues tu soplo incorruptible está en todas ellas. Por eso corriges poco a poco a los que caen, los reprendes y les recuerdas su pecado, para que, apartándose del mal, crean en ti, Señor.



Salmo responsorial: 144

R/. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás. Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás.

El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas.

El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan.


2ª Lectura (2Tes 1,11—2,2): Hermanos: Oramos continuamente por vosotros, para que nuestro Dios os haga dignos de la vocación y con su poder lleve a término todo propósito de hacer el bien y la tarea de la fe. De este modo, el nombre de nuestro Señor Jesús será glorificado en vosotros y vosotros en él, según la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo. A propósito de la venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis por alguna revelación, rumor o supuesta carta nuestra, como si el día del Señor estuviera encima.

Versículo antes del Evangelio (Jn 3,16): Aleluya. Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él, tenga vida eterna. Aleluya.

Texto del Evangelio (Lc 19,1-10): En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa».

El bajó en seguida, y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador». Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más». Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».




«Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa»

Rev. D. Joaquim MESEGUER García

(Rubí, Barcelona, España)



Hoy, la narración evangélica parece como el cumplimiento de la parábola del fariseo y el publicano (cf. Lc 18,9-14). Humilde y sincero de corazón, el publicano oraba en su interior: «Oh Dios, ten compasión de mí, que soy un pecador» (Lc 18,13); y hoy contemplamos cómo Jesucristo perdona y rehabilita a Zaqueo, el jefe de publicanos de Jericó, un hombre rico e influyente, pero odiado y despreciado por sus vecinos, que se sentían extorsionados por él: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa» (Lc 19,5). El perdón divino lleva a Zaqueo a convertirse; he aquí una de las originalidades del Evangelio: el perdón de Dios es gratuito; no es tanto por causa de nuestra conversión que Dios nos perdona, sino que sucede al revés: la misericordia de Dios nos mueve al agradecimiento y a dar una respuesta.

Como en aquella ocasión Jesús, en su camino a Jerusalén, pasaba por Jericó. Hoy y cada día, Jesús pasa por nuestra vida y nos llama por nuestro nombre. Zaqueo no había visto nunca a Jesús, había oído hablar de Él y sentía curiosidad por saber quién era aquel maestro tan célebre. Jesús, en cambio, sí conocía a Zaqueo y las miserias de su vida. Jesús sabía cómo se había enriquecido y cómo era odiado y marginado por sus convecinos; por eso, pasó por Jericó para sacarle de ese pozo: «El Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido» (Lc 19,10).

El encuentro del Maestro con el publicano cambió radicalmente la vida de este último. Después de haber oído el Evangelio, piensa en la oportunidad que Dios te brinda hoy y que tú no debes desaprovechar: Jesucristo pasa por tu vida y te llama por tu nombre, porque te ama y quiere salvarte, ¿en qué pozo estás atrapado? Así como Zaqueo subió a un árbol para ver a Jesús, sube tú ahora con Jesús al árbol de la cruz y sabrás quien es Él, conocerás la inmensidad de su amor, ya que «elige a un jefe de publicanos: ¿quién desesperará de sí mismo cuando éste alcanza la gracia?» (San Ambrosio).

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