martes, 3 de junio de 2014

Los Santos de hoy martes 3 de junio de 2014

Los Santos de hoy martes 3 de junio de 2014
 Isaac de Córdova, Santo
Monje y Mártir, 3 de junio
 Carlos Luanga y compañeros, Santos
Mártires, Junio 3 
 Juan XXIII, Beato
CCLXI Papa, 3 de junio
 Morando, Santo
Monje y Presbítero, 3 de junio
 Clotilde, Santa
Reina de Francia, Junio 3
 Juan Grande Román, Santo
Religioso, 3 de junio
 Andrés Caccioli, Beato
Franciscano, Junio 3
 Diego Oddi, Beato
Laico Franciscano, Junio 3
 Kevin de Glendalough, Santo
Abad, Junio 3

San Carlos Luanga y compañeros mártires

Autor: P. Ángel Amo. | Fuente: Catholic.net
Carlos Luanga y compañeros, Santos
Mártires, Junio 3
 
Carlos Luanga y compañeros, Santos
Carlos Luanga y compañeros, Santos

Mártires en Uganda

Esa mañana, cuando el rey Mwanga reunió la corte, vibraba en el aire una espasmódica espera. En la sala se notaba la presencia insólita de algunos energúmenos, mientras el grupo de los pajes reales, espléndidos ejemplares de belleza negra, se agolpaban alrededor del trono. Mwanga les dio una orden extraña: “Todos los que no quieran rezar pueden quedarse aquí cerca del trono; en cambio, los que quieran rezar reúnanse allá contra la pared”. El jefe de los pajes, Carlos Lwanga, fue el primero en apartarse, y luego lo siguieron otros quince. “¿Pero ustedes rezan de verdad?”, preguntó el rey. “Sí, señor mío, nosotros rezamos de verdad” contestó Carlos en nombre de todos sus compañeros cristianos, que habían pasado toda la noche anterior rezando. “¿Y están resueltos a seguir rezando?” insistió el rey. “Sí, señor mío, siempre, hasta la muerte”. “Entonces, mátenlos” les dijo bruscamente el rey a los verdugos. En efecto, “rezar” equivalía a “ser cristianos” en ese reino de Mwanga, rey de Buganda, una región que actualmente pertenece a Uganda. Y en el reino de Mwanga rezar, es decir, ser cristianos, estaba absolutamente prohibido.

Los comienzos, en realidad, habían sido buenos. El rey Mutesa al principio había acogido bien, en 1879, a los Padres Blancos de Lavigérie, que después tuvieron que retirarse por las intrigas de algunos jefes. Después, en 1885, fueron llamados nuevamente por Mwanga, y encontraron cristianos comprometidos que ocupaban cargos de responsabilidad. El “katikiro”, una especie de canciller, había tramado una conjuración contra el rey, pero fue descubierto por los cristianos. Entonces este se alió con los notables y brujos, y esta alianza fue fatal para los cristianos. José Mukasa Balikuddembe, consejero del rey, fue decapitado el 15 de noviembre de 1885; en mayo de 1886 fueron muertos Dionisio Sbuggwawo, Ponciano Ngondwe, Andrés Kaggwa, Atanasio Bazzekuketta, Gonzaga Gonga, Matías Kalemba, Noé Mwaggali.

Después les tocó el turno a los pajes de los que hablábamos; pero tres se salvaron, según el uso, sacados a suerte. Entre los trece “mártires” se encontraba Mbaga Tuzinda, hijo del jefe de los verdugos. Naturalmente trató repetidamente de salvarlo, pero él no quiso separarse de sus compañeros. Entre ellos también había un niño de trece años, Kizito. Los veintidós mártires de Uganda fueron beatificados por Benedicto XV, y canonizados por Pablo VI el 18 de octubre de 1964, en presencia de los Padres del Concilio Vaticano II; y el mismo Pablo VI consagró en 1969 el altar del grandioso santuario construido en Namugongo, en donde los trece pajes, dirigidos por Carlos Lwanga, quisieron “rezar hasta la muerte”.
 

domingo, 1 de junio de 2014

EL EVANGELIO DE HOY: LUNES 2 DE JUNIO DEL 2014

Autor: Gustavo Velázquez | Fuente: Catholic.net
Confiad en mí, yo he vencido al mundo
Juan 16, 29-33. Pascua.Jesús, creo, pero aumenta mi fe para hablar de ti a toda hora, aun en el momento de la tempestad.
 
Confiad en mí, yo he vencido al mundo
Del santo Evangelio según san Juan 16, 29-33

Le dicen sus discípulos: «Ahora sí que hablas claro, y no dices ninguna parábola. Sabemos ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por esto creemos que has salido de Dios». Jesús les respondió: «¿Ahora creéis? Mirad que llega la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo.

Oración introductoria

Jesús, no quiero abandonarte, antes bien, deseo dar testimonio de ti a los hombres. Quiero darte a conocer a quienes no han oído hablar de ti. Sé que no será fácil, porque el mundo odia los que te pertenecemos, pero "Tú has vencido al mundo", y con esa confianza, quiero aventurarme en el anuncio de tu Persona.

Petición

Jesús, creo, pero aumenta mi fe para hablar de ti a toda hora, aun en el momento de la tempestad.

Meditación del Papa Francisco

Muchos también arriesgan su vida por permanecer fieles al Evangelio de Cristo. Deseo asegurarles que me siento cercano en la oración a las personas, a las familias y a las comunidades que sufren violencia e intolerancia, y les repito las palabras consoladoras de Jesús: "Confiad, yo he vencido al mundo".
Benedicto XVI exhortaba: "Que la Palabra del Señor siga avanzando y sea glorificada": que este Año de la fe haga cada vez más fuerte la relación con Cristo, el Señor, pues sólo en él tenemos la certeza para mirar al futuro y la garantía de un amor auténtico y duradero". Este es mi deseo para la Jornada Mundial de las Misiones de este año. Bendigo de corazón a los misioneros y misioneras, y a todos los que acompañan y apoyan este compromiso fundamental de la Iglesia para que el anuncio del Evangelio pueda resonar en todos los rincones de la tierra, y nosotros, ministros del Evangelio y misioneros, experimentaremos "la dulce y confortadora alegría de evangelizar" (S.S. Francisco, mensaje a 87ª Jornada Mundial de las Misiones, 20 de octubre de 2013). 

Reflexión apostólica

El mejor anuncio que podemos hacer de Jesús a los hombres, está siempre en el testimonio de vida. Las obras golpean e impactan con más fuerza que las palabras, porque se respaldan por sí mismas. No obstante, todos sabemos cuán costoso es este tipo de predicación. No sólo por la conversión del corazón o por la coherencia de vida, que, en sí, implican todo nuestro tiempo y esfuerzo, sino porque los cristianos estamos llamados a nadar contra corriente.

Muchos de los principios y virtudes que procuramos practicar y enseñar, son mal vistos o tachados de anticuados. Las críticas o habladurías llueven sobre el cristiano auténtico, porque sus actos despiertan las conciencias adormecidas y mueven a la reflexión. Sin embargo, este testimonio es el servicio más importante que podemos brindarles a nuestros hermanos.

Propósito

Usaré de 5 a 10 min. para repasar mis actos y ver si soy coherente con lo que digo.

Diálogo con Cristo

Jesús, ayúdame a aprender de tu ejemplo para ser luz que ilumine a mis hermanos. Concédeme imitarte con todas mis fuerzas, sin miedo alguno, pues la persona santa no vive menos que la que no lo es, sino que vive con mayor plenitud. Muchas serán las ocasiones adversas que se me presenten. Ocasiones que no deben ser causa de retroceso, sino ocasiones para predicar tu mensaje.


La virtud de esta luz no está sólo en brillar, sino también en conducir a los que la siguen. (San Juan Crisóstomo, Hom. Sobre S. Mateo, 15)



  • Preguntas o comentarios al autor
  • Gustavo Velázquez, L.C. 

    Los Santos de hoy lunes 2 de junio de 2014

    Los Santos de hoy lunes 2 de junio de 2014
     Nicéforo, Santo
    Patriarca de Constantinopla, 2 de junio
     Marcelino y Pedro, Santos
    Mártires, Junio 2
     Erasmo de Formia, Santo
    Obispo y Mártir, Junio 2
     Eugenio I, Santo
    LXXV Papa, Junio 2
     Nicolás el Peregrino, Santo
    Patrono de Trani, Junio 2
     Sadoc, Beato
    Mártir, Junio 2

    SANTOS MARCELINO Y PEDRO, MÁRTIRES , JUNIO 2

    Autor: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net
    Marcelino y Pedro, Santos
    Mártires, Junio 2
     
    Marcelino y Pedro, Santos

    Mártires

    Muchísimas veces en la historia se ha confirmado el dicho: “El hombre propone y Dios dispone”, es decir, que a menudo Dios “dispone” lo contrario de lo que el hombre se ha “propuesto”. Fue lo que sucedió con los santos Marcelino y Pedro. San Dámaso, casi adivinando su misión de transmitir la memoria de innumerables mártires, como él mismo dice, escribió a un niño la narración del verdugo de los santos Marcelino y Pedro.

    El “percussor” refirió que él había dispuesto la decapitación de los dos en un bosque apartado para que no quedara de ellos ni el recuerdo: incluso los dos tuvieron que limpiar el lugar que se iba a manchar con su sangre.

    Los últimos tres versos, de los nueve que componen el poema 23 del Papa Dámaso, informan que los “santísimos miembros” de los mártires permanecieron ocultos durante algún tiempo en una “cándida gruta”, hasta cuando la piadosa matrona Lucila llevada por la devoción, les dio digna sepultura. El martirio se había llevado a cabo en donde hay se encuentra Torpignattara, a tres millas de la antigua vía Labicana, la actual Casilina. Constantino edificó ahí una basílica, cerca de donde reposaban los restos de su madre santa Helena, antes de que el emperador los hiciera llevar a Constantinopla. Más tarde fue violada por los Godos, y entonces el Papa Virgilio la hizo restaurar e introdujo los nombres de los santos Marcelino y Pedro en el canon romano de la Misa, garantizando así el recuerdo y la devoción por parte de Los fieles.

    En Roma hay una basílica dedicada a los santos Marcelino y Pedro, edificada en 1751 sobre una base que parece se remonta a la mitad del siglo IV y en donde parece que se encontraba la casa de uno de los santos. Una Pasión del siglo VI habla de la vida del presbítero Marcelino y del exorcista Pedro, aunque tiene mucho de leyenda. Dicha Pasión cuenta que Pedro y Marcelino fueron encerrados en una prisión bajo la vigilancia de un tal Artemio, cuya hija Paulina estaba endemoniada. Pedro, exorcista, le aseguró a Artemio que, si él y su esposa Cándida se convertían, Paulina quedaría inmediatamente curada. Después de algunas perplejidades, la familia se convirtió y poco después dio testimonio de su fe con el martirio: Artemio fue decapitado, y Cándida y Paulina fueron ahogadas debajo de un montón de piedras.

    LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR - EL EVANGELIO DE HOY: DOMINGO 1 DE JUNIO DEL 2014

    Autor: Misael Cisneros | Fuente: Catholic.net
    La Ascensión del Señor
    Mateo 28, 16-20. Solemidad de la Ascensión Ciclo A. Jesús no les dejaba, sólo se les adelantaba, para prepararles el sitio, para infundirles esperanza.
     
    La Ascensión del Señor
    Del santo Evangelio según san Mateo 28, 16-20

    Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron. Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo».

    Oración Introductoria

    Señor Jesús, hoy que celebramos tu ascensión me postro ante Ti confiando en tu gran misericordia. Haz de mi alma tu morada y permite que esta oración me ilumine y fortalezca para llevar tu Palabra con alegría.

    Petición

    Señor, te pido que no sea sordo o indiferente a lo que hoy me vas a decir en mi oración.

    Meditación del Papa Francisco

    Me gustaría subrayar que las mismas iglesias jóvenes están trabajando generosamente en el envío de misioneros a las iglesias que se encuentran en dificultad –no es raro que se trate de Iglesias de antigua cristiandad– llevando la frescura y el entusiasmo con que estas viven la fe que renueva la vida y da esperanza. Vivir en este aliento universal, respondiendo al mandato de Jesús "Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones" es una riqueza para cada una de las iglesias particulares, para cada comunidad, y donar misioneros y misioneras nunca es una pérdida sino una ganancia.
    Hago un llamamiento a todos aquellos que sienten la llamada a responder con generosidad a la voz del Espíritu Santo, según su estado de vida, y a no tener miedo de ser generosos con el Señor. (S.S. Francisco, mensaje a 87ª Jornada Mundial de las Misiones, 20 de octubre de 2013).

    Reflexión

    La Ascensión es sin duda un misterio de la vida de Cristo poco meditado. Sin embargo, adquiere especial importancia porque es parte de la Resurrección de Cristo. No se entendería la Resurrección sin la Ascensión. De entre las muchas enseñanzas de la Ascensión podríamos considerar estas dos: Cristo fue levantado de la tierra para atraer a todos hacia Él (Jn 12, 32) y para sentarse a la derecha del Padre, como profesamos en la oración del credo cada domingo o con mayor frecuencia.

    "La elevación de Cristo en la cruz significa y anuncia la elevación en la Ascensión al cielo" (Catecismo de la Iglesia Católica no.662). Por ello encontramos en la cruz el inicio de su ascensión. Y todo con este único fin, atraer a todos los hombres hacia Él. Jesús aceptó subir a la cruz para mantenernos unidos a Él, para que ninguno se perdiera. He aquí la grande y única aspiración de Cristo en la tierra. Nosotros, ¿cuándo fue la última vez dirigimos una oración de alabanza, de gloria, de adoración como lo hicieron los apóstoles?


    "Los discípulos se volvieron con gran alegría y bendiciendo a Dios." Nosotros, después de leerlo, cerramos el evangelio y no podemos contener nuestra sorpresa, quizás alguno enarque las cejas y se pregunte por esta rara actitud de los apóstoles. ¿Es que no se dan cuenta de que se había marchado el Maestro? ¿de que ya no lo verían más en esta vida? ¿que ya nunca más podrían abrazar a su Amigo, mirarlo, disfrutar de su compañía y de su conversación? ¿Cómo se explica, entonces, esa alegría de los apóstoles?

    ¿Habrían entendido ya, por fin, lo que quiso decirles Cristo con aquello de Os conviene que yo me vaya porque, si no me voy, el Paráclito no vendrá a vosotros (Jn 16, 7). ¿Recordaban, quizás, la promesa de Cristo: No os dejaré huérfanos, volveré (Jn 14,18); En la casa de mi Padre hay muchas moradas, voy a prepararos un lugar (Jn 14, 2)?

    Algo parece evidente: los discípulos no se alegran de que se marche el Maestro. No es lógico. Su contento estriba en el triunfo de Cristo, en su glorificación, en su majestuoso regreso al Padre. Los apóstoles, hombres con un poderoso sentido común, alcanzaban a comprender que, si Jesús había venido al mundo por ellos (y por todos los hombres), había muerto por ellos, por ellos había resucitado... ¿no subiría también al cielo por ellos? Sí, el triunfo de Cristo era el suyo también. Jesús no les dejaba, sólo se les adelantaba, les precedía para prepararles el sitio, para infundirles esperanza, para que, en medio de las persecuciones que tendrían que sufrir, miraran ese cielo donde Él les estaba esperando.

    Basta observar hoy las caras mustias, los hombros caídos de muchos cristianos, para percatarse de que se piensa muy poco en el cielo. ¿Cómo, entonces, vamos a desearlo? ¿Y no nos aterra la terrible incoherencia de una vida cristiana que sigue al Maestro, lo busca... y olvida dónde nos está esperando y dónde lo encontraremos de un modo definitivo? Si los ángeles que se aparecieron a los apóstoles mientras miraban boquiabiertos hacia arriba, se nos presentaran a nosotros, ¿no nos dirían exactamente lo contrario: "qué hacéis ahí mirando siempre hacia abajo"?

    Cuando realmente se comprende y se cree en el cielo, cambia el sentido de la muerte. Ésta ya no aparece como el esqueleto armado de guadaña que nos priva de tantas alegrías, de nuestras amistades, de esta vida tan hermosa. Se transforma en el amable portero que nos abre la casa del Padre, la casa de los hermanos que nos han precedido, nuestra casa. Y cada nuevo cumpleaños, se convierte en un trecho que nos acerca más a nuestra meta, a nuestro verdadero destino. ¿No sentirían los apóstoles una secreta alegría, íntima, al pensar en ese hermoso día cuando se reunirían de nuevo con Cristo?

    Pero la alegría de los apóstoles no se alimentaba sólo de esperanza. Habían comprendido también que, a la luz de ese cielo, se esclarecía y ensanchaba el horizonte de esta breve vida. Su existencia cobraba nueva vida y colores insospechados. Se convertía en una oportunidad magnífica de merecer, de completar la pasión de Cristo, de llevar su amor y su felicidad a miles de hombres, como les había mandado Cristo: Id y haced discípulos míos, enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Se transformaba en un nuevo cielo pues no es verdad solamente que Dios esté en el cielo. No lo es menos que donde se halla él, el cielo le acompaña. Y Jesús se lo había prometido: Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo (Mt 28, 20).


    Propósito

    En este día de la AscensiónMe esforzaré por mostrar una especial alegría y bondad en mis relaciones con los demás, especialmente con mi familia. 

    Los Santos de hoy domingo 1 de junio de 2014

    Los Santos de hoy domingo 1 de junio de 2014
     Justino, Santo
    Mártir, Junio 1
     Aníbal María Di Francia , Santo
    Presbítero y Fundador, Junio 1
     Juan Pelingotto, Beato
    Terciario Franciscano, Junio 1
     Juan Bautista Scalabrini, Beato
    Obispo y Fundador, 1 de junio
     Alfonso Navarrete, Beato
    Mártir en Japón, Junio 1
     Iñigo de Oña, Santo
    Abad, Junio 1
     Teobaldo Roggeri, Beato
    Laico, 1 de junio
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