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miércoles, 16 de octubre de 2013

PROMESAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Y SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE


PROMESAS DE NUESTRO SEÑOR TAL COMO SE LAS REVELO A SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE


En varias oportunidades, Cristo, dirigiéndose a Santa Margarita María, prometió ciertas gracias a los que practican una verdadera devoción a su Divino Corazón: honrándolo, amándolo y glorificándolo. He aquí estas promesas, tal como las recibió Margarita María. 

- Que todos los que se entreguen y consagren a Él, no perecerán jamás. 

- Que como Él es la fuente de todas las bendiciones, las difundirá en abundancia en todos los lugares en que sea expuesta y honrada la imagen de su Divino Corazón. 

- Que reunirá las familias divididas, protegerá y asistirá a las que estén en dificultades y que se dirijan a Él con confianza. 

- Que derramará la suave unción de su ardiente caridad sobre todas las comunidades que lo honren y se pongan bajo su especial protección: que apartará todos los golpes de la Justicia Divina, cuando hayan perdido la dignidad de hijos de Dios. 

La quinta promesa , se refiere a los apóstoles del culto a su Sagrado Corazón: "Mi divino Maestro me dijo que los que trabajen en la salvación de las almas, trabajarán con éxito y sabrán tocar los corazones más empedernidos, si ellos mismos tienen una tierna devoción a su Divino Corazón y si trabajan en propagar y establecer su culto." 

La sexta y última promesa, es la que llamaron la Gran Promesa: "Te prometo - declara Jesús a su confidente - en la excesiva misericordia de mi Corazón, que mi amor omnipotente concederá a los que comulguen los 9 primeros viernes seguidos la gracia de la penitencia final, no morirán en mi desgracia y sin recibir sus sacramentos, mi Divino Corazón será su lugar seguro asilo en el último momento."

SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE - 16 DE OCTUBRE



Autor: P. Angel Amo | Fuente: Catholic.net
Margarita María de Alacoque, Santa
Recipiente de las revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús, octubre 16



Margarita María de Alacoque, Santa
Recipiente de las revelaciones
del Sagrado Corazón de Jesús


En la festividad de San Juan evangelista de 1673, sor Margarita María, que tenia 25 años, estaba en adoración ante el Santísimo Sacramento. En ese momento tuvo el privilegio particular de la primera de las manifestaciones visibles de Jesús que se repetirían durante dos años más, todos los primeros viernes de mes. En 1675, durante la octava del Corpus Christi, Jesús se le manifestó con el corazón abierto, y señalando con la mano su corazón, exclamó: “He aquí el corazón que ha amado tanto a los hombres, que no se ha ahorrado nada, hasta extinguirse y consumarse para demostrarles su amor. Y en reconocimiento no recibo de la mayoría sino ingratitud.”

Margarita María Alacoque, escogida por Jesús para ser la mensajera del Sagrado Corazón, hacía un año que vestía el hábito de las monjas de la Visitación en Paray?le?Monial. Había nacido el 22 de agosto de 1647 en Verosvres, en Borgoña. Su padre, juez y notario, había muerto cuando Margarita era todavía muy joven.

A los nueve años hizo su primera comunión y a los 22 recibió la Confirmación, a la que se preparó con una confesión general: empleó quince días escribiendo en un cuaderno la larga lista de sus faltas para leérselas luego al confesor. En esa ocasión añadió al nombre de Margarita el de María. Después, habiendo vencido las últimas resistencias de la madre, que hubiera preferido verla casada, pudo entrar al convento de la Orden de la Visitación, fundado 60 años antes por San Francisco de Sales, ofreciéndose desde el día de su entrada como “víctima al Corazón de Jesús.”

Las extraordinarias visiones con que fue favorecida le causaron al principio incomprensiones y juicios negativos hasta cuando, por disposición divina, fue puesta bajo la dirección espiritual del jesuita Santo Claudio de la Colombière. En el último periodo de su vida, elegida maestra de novicias, tuvo el consuelo de ver difundida la devoción al Corazón de Jesús, y los mismos opositores de un tiempo se convirtieron en fervorosos propagandistas. Murió a los 43 años de edad, el 17 de octubre de 1690.
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