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domingo, 27 de diciembre de 2020

PAPA FRANCISCO: FAMILIA DE NAZARET ES EL MODELO PARA TODAS LAS FAMILIAS DEL MUNDO

  


 

Papa Francisco: Familia de Nazaret es el modelo para todas las familias del mundo

POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa

 Foto: Vatican Media



El Papa Francisco destacó que la Sagrada Familia de Jesús, María y José es “la familia-modelo, en la que todas las familias del mundo pueden hallar su sólido punto de referencia y una firme inspiración”.

Así lo indicó el Santo Padre durante el rezo del Ángelus de este Domingo 27 de diciembre, fiesta de la Sagrada Familia.

En su reflexión, el Pontífice recordó que “pocos días después de la Navidad, la liturgia nos invita a contemplar a la Sagrada Familia de Jesús, María y José” y añadió que “es hermoso pensar en el hecho de que el Hijo de Dios ha querido tener, como todos los niños, la necesidad del calor de una familia”.

“Precisamente por esto, porque es la familia de Jesús, la de Nazaret es la familia-modelo, en la que todas las familias del mundo pueden hallar su sólido punto de referencia y una firme inspiración”, advirtió el Papa.

En esta línea, el Santo Padre explicó que “en Nazaret brotó la primavera de la vida humana del Hijo de Dios, en el instante en que fue concebido por obra del Espíritu Santo en el seno virginal de María. Entre las paredes acogedoras de la casa de Nazaret se desarrolló en un ambiente de alegría la infancia de Jesús, rodeado de la solicitud maternal de María y los cuidados de José, en el que Jesús pudo ver la ternura de Dios”.

Por ello, el Papa dijo que “a imitación de la Sagrada Familia, estamos llamados a redescubrir el valor educativo del núcleo familiar, que debe fundamentarse en el amor que siempre regenera las relaciones abriendo horizontes de esperanza”.

“En la familia se podrá experimentar una comunión sincera cuando sea una casa de oración, cuando los afectos sean profundos y puros, cuando el perdón prevalezca sobre las discordias, cuando la dureza cotidiana del vivir sea suavizada por la ternura mutua y por la serena adhesión a la voluntad de Dios”, señaló.


La familia evangeliza con el ejemplo de vida

De este modo, el Santo Padre afirmó que “la familia evangeliza con el ejemplo de vida” porque “se abre a la alegría que Dios da a todos aquellos que saben dar con alegría” y, al mismo tiempo, “halla la energía espiritual para abrirse al exterior, a los demás, al servicio de sus hermanos, a la colaboración para la construcción de un mundo siempre nuevo y mejor; capaz, por tanto, de ser portadora de estímulos positivos”.

Sin embargo, el Papa reconoció que “en cada una de las familias hay problemas y en ocasiones se discute” por lo que alentó a no concluir el día “sin hacer las paces”.

“Antes de terminar el día, hacer las paces, ¿sabes por qué? porque la guerra fría del día siguiente es muy peligrosa, no ayuda, y después en familia hay tres palabras de cuidar siempre: permiso, gracias, perdón”.

En este sentido, el Santo Padre destacó la importancia del decir “permiso” para no invadir la vida de los otros; decir “gracias” para agradecer siempre las muchas ayudas los muchos servicios que se reciben en la familia, porque “la gratitud es la sangre del alma noble”; y después “la más difícil de decir: perdón, porque nosotros siempre hacemos cosas feas, y muchas veces alguno se siente ofendido, discúlpame, perdón”.

“No olviden las tres palabras: permiso, gracias y perdón. Si en una familia, si en el ambiente familiar están estas tres cosas la familia va bien”, añadió.

Finalmente, el Santo Padre rezó para “que la Virgen María, a la que ahora nos dirigimos con la oración del Ángelus, obtenga a las familias de todo el mundo sentirse cada vez más fascinadas por el ideal evangélico de la Sagrada Familia, de modo que se conviertan en levadura de nueva humanidad y de una solidaridad concreta y universal”.

MEDITACIÓN SOBRE LA SAGRADA FAMILIA

 


 La Sagrada Familia


Todos los años, si en el año hay un domingo después de Navidad, celebra la Iglesia la fiesta de la Sagrada Familia. Todos los seres humanos fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios; pero Dios no es un ser solitario, sino una familia de tres formando una estricta unidad. Por eso nosotros nacemos en familia y seremos más semejantes a Dios cuanto más unida esté la familia en amor. Hoy se nos propone la familia de Jesús, María y José como el ejemplo a seguir y la protección para pedir y esperar.

Este año, que es el ciclo C, se nos propone en el evangelio la escena de la vida de Jesús, que solemos decir: “El Niño Jesús perdido y hallado en el templo”. La primera virtud que nos enseña a las familias es el cumplimiento del deber religioso. Era la Pascua y los hombres debían acudir al templo de Jerusalén. Las mujeres no estaban obligadas; pero María iba por devoción. Los niños no solían ir; pero Jesús ya no era un niño. Tenía doce años y estaba en el límite en que comenzaban a tener obligación a los trece años.

Los tres fueron gozosos para adorar a Dios en el templo. El problema estaba al llegar al templo, pues los hombres y mujeres debían estar en patios diferentes. Los niños solían estar con las madres; pero Jesús ya era mayorcito y casi seguro que iría con san José, especialmente porque tendría mucho interés en escuchar a alguno de los doctores de la ley. No sabemos cómo pudo ser, pero el hecho es que Jesús se perdió.

Yo no puedo creer que Jesús intencionadamente quiso quedarse sin decir nada a María o a José dándoles un disgusto. El gentío cada vez era mayor. Quizá José pensó que Jesús se había ido donde María, como cuando era más pequeño.

Con tanto barullo de gente, durante unas horas los hombres iban por un camino y las mujeres por otro. Jesús no estaba por allí. María y José nos enseñan a estar unidos en las adversidades, volver a desandar el camino juntos y buscar a Jesús donde le dejaron, que era en el templo. Angustiada, pero sin recriminaciones, María habla a su hijo. Y Jesús les da y nos da una gran enseñanza.

No creo de ninguna manera que Jesús se quedase voluntariamente; pero aprovecha ese momento, esa circunstancia, para descubrirnos una gran verdad que habría madurado aquellos días en el trato con los doctores de la ley y con la oración profunda en la casa de Dios. Y el descubrimiento grande que hace, como hombre, es que Dios no es un ser ajeno a nosotros, sino que es su Padre y que todos podemos llamar a Dios como Padre, porque formamos una gran familia. Esa sería una de las más grandiosas enseñanzas en su vida pública.

Era la manera de actuar Jesús. Un día aprovecharía la circunstancia de que fueron a visitarle su madre y familiares para decirnos que quien cumple la voluntad de Dios es su hermano, su hermana y su madre. Allí nadie se enfadó, no hubo rabietas, sino que en paz volvieron a Nazaret.

Jesús les “obedecía y crecía en sabiduría y gracia ante Dios y los hombres”. Para muchos les suena mal la palabra “obediencia”. Les parece algo como sumisión. Cuando hay verdadero amor es algo diferente. Quizá cuando se va creciendo la obediencia a los padres se debe expresar mejor con “honrar”, como nos dice el 4º mandamiento: “Honrar al padre y a la madre”. Este mandamiento estaba puesto para los adultos para que honren a sus padres ancianos. Es justo agradecer a los padres los sacrificios que han hecho por nosotros desde el principio de la vida.

María y José no entendieron, por entonces, lo que Jesús les dijo. Muchas veces pasa en las familias que los padres no entienden a los hijos cuando van creciendo. La autoridad no es despotismo y hacer que el hijo sea exactamente como el padre.

Muchas veces habrá que callar, como María; pero siempre seguir amando. Si hay amor, la autoridad es más bien un servicio y un ir comprendiéndose, y entre nosotros muchas veces perdonándose. Si hay amor, hay delicadeza, amabilidad, ternura y comprensión. Y no habrá gritos, riñas, egoísmos, como tantas veces se ve en las familias.

Por eso debemos hoy pedir la protección y el amor a la Sagrada Familia.

ESTA ES LA HERMOSA ORACIÓN A LA SAGRADA FAMILIA QUE PROPONE EL PAPA FRANCISCO

  


Esta es la hermosa oración a la Sagrada Familia que propone el Papa Francisco

Redacción ACI Prensa


En la exhortación apostólica postsinodal Amoris Laetitia, publicada en abril de 2016, el Papa Francisco incluyó una hermosa oración dirigida a la Sagrada Familia, cuya fiesta la Iglesia celebra este 27 de diciembre. 


Este es el texto completo de la plegaria del Santo Padre:

Jesús, María y José

en vosotros contemplamos

el esplendor del verdadero amor,

a vosotros, confiados, nos dirigimos.

Santa Familia de Nazaret,

haz también de nuestras familias

lugar de comunión y cenáculo de oración,

auténticas escuelas del Evangelio

y pequeñas iglesias domésticas.

Santa Familia de Nazaret,

que nunca más haya en las familias episodios

de violencia, de cerrazón y división;

que quien haya sido herido o escandalizado

sea pronto consolado y curado.

Santa Familia de Nazaret,

haz tomar conciencia a todos

del carácter sagrado e inviolable de la familia,

de su belleza en el proyecto de Dios.

Jesús, María y José,

escuchad, acoged nuestra súplica.

Amén.


lunes, 30 de diciembre de 2019

ORACIÓN A LA SAGRADA FAMILIA DE NAZARETH


ORACIÓN A LA
 SAGRADA FAMILIA DE NAZARETH

Eseñanos el recogimiento, la interioiridad. Danos la disposición de escuchar las buenas inspiraciones y las palabras de los verdaderos maestros.

Enseñanos lo que es la familia, su comunión de amor, su belleza simple y austera, su carácter sagrado e inviolable.

AMEN

¿QUÉ NOS ENSEÑA LA SAGRADA FAMILIA?




domingo, 30 de diciembre de 2018

¡FELIZ FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA!


¡Feliz fiesta de la Sagrada Familia!
Redacción ACI Prensa




Hoy se celebra la fiesta de la Sagrada Familia y la Iglesia nos invita a mirar a José, María y al Niño Jesús, quienes desde un principio tuvieron que enfrentar peligros y el exilio a Egipto, pero demostrando que siempre el amor puede más que la muerte. Ellos son reflejo de la Trinidad y modelo de toda familia.

La fiesta de la Sagrada Familia, que se celebra dentro de la Octava de Navidad, es una celebración que motiva a profundizar en el amor familiar, examinar la propia situación del hogar y buscar soluciones que ayuden al papá, la mamá y los hijos a ser cada vez más como la Familia de Nazaret.

La vida familiar no puede reducirse a los problemas de pareja, dejando de lado los valores trascendentes, ya que la familia es signo del diálogo Dios – hombre. Padres e hijos deben estar abiertos a la Palabra y a la escucha, sin olvidar la importancia de la oración familiar que une con fuerza a los integrantes de la familia.

San Juan Pablo II recomendaba mucho el rezo del Santo Rosario dentro de las familias y tenía muy presente aquella frase que dice: “la familia que reza unida, permanece unida”.


San José


Es el jefe de la familia y actúa siempre como Dios le manda, muchas veces sin comprender el porqué de lo que Dios le pide, pero teniendo fe y confianza en Él.

"Al despertarse, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa". (Mt 1, 24-25) Cuando se entera que María estaba embarazada piensa en abandonarla porque la quería mucho y no deseaba denunciarla públicamente (como era la costumbre de la época), pero el Ángel de Dios se le apareció en sueños y le dijo que lo que había sido engendrado en el vientre de María era obra del Espíritu Santo y que no temiera en recibirla.

"Ella dio a luz un hijo, y él le puso el nombre de Jesús" (Mt 1, 25) Cuando nace el niño, él le pone el nombre de Jesús, como el Ángel le había dicho.

Luego, cuando Herodes tenía intenciones de matar al Niño Jesús y ante otro aviso del Ángel del Señor, José toma a su familia y marcha hacia Egipto.

Por último, con la muerte de Herodes y ante un nuevo aviso del Ángel de Dios, lleva a su familia a instalarse en Nazaret.

San José, Casto Esposo de Santa María, acoge a Jesús en su corazón paternal, educándolo, cuidándolo, amándolo como si fuere hijo suyo. El Niño Jesús aprende de su "santo padre adoptivo" muchas cosas, entre estas, el oficio de carpintero.



La Santísima Virgen María


Desde el momento de la Anunciación, María es el modelo de entrega a Dios.

"He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu Palabra" (Lc 1, 38) En la Anunciación, María responde con un Sí rotundo desde una libertad poseída, poniéndose en las manos de Dios.

En Santa María vemos una continua vivencia de la dinámica de la alegría-dolor: criando, educando, siguiendo de cerca a su Hijo Jesús mostrándole en todo momento un auténtico amor maternal.

"Su madre conservaba estas cosas en su corazón" (Lc 2, 52) Ella fue vislumbrando lentamente el misterio trascendente de la vida de Jesús, manteniéndose fielmente unida a Él.



El Niño Jesús


Desde chico, Jesús demuestra que es el Hijo de Dios y que cumple fielmente lo que su Padre le manda.

"Vivía sujeto a ellos" (Lc 2, 51) Como niño, Él obedecía a su madre y a su padre adoptivo, y permanecía siempre junto a ellos. María y José fueron sus primeros educadores.

"El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la Gracia de Dios estaba con Él" (Lc 2, 40) Jesús aprende el oficio de carpintero de su padre adoptivo José.

"¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?" (Lc 2, 49) Cuando Jesús se queda en el Templo, a los doce años, se puede pensar que desobedece a sus padres y que eso está mal. No es así, Jesús demuestra en este hecho su plena independencia con respecto a todo vínculo humano cuando está de por medio el Plan de su Padre y la Misión que Él le ha encomendado.


EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 30 DE DICIEMBRE 2018 - SAGRADA FAMILIA


Lecturas de hoy Domingo de la Sagrada Familia: Jesús, María y José - Ciclo C
Hoy, domingo, 30 de diciembre de 2018



Primera lectura
Lectura del libro del Eclesiástico (3,2-6.12-14):

El Señor honra más al padre que a los hijos y afirma el derecho de la madre sobre ellos.
Quien honra a su padre expía sus pecados, y quien respeta a su madre es como quien acumula tesoros.
Quien honra a su padre se alegrará de sus hijos y cuando rece, será escuchado.
Quien respeta a su padre tendrá larga vida, y quien honra a su madre obedece al Señor.
Hijo, cuida de tu padre en su vejez y durante su vida no le causes tristeza.
Aunque pierda el juicio, sé indulgente con él y no lo desprecies aun estando tú en pleno vigor.
Porque la compasión hacia el padre no será olvidada y te servirá para reparar tus pecados.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 127,1-2.3.4-5

R/. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.

V/. Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/.

V/. Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R/.

V/. Ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses
 (3,12-21):

Hermanos:
Como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia.
Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro.
El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.
Y por encima de todo esto, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta.
Que la paz de Cristo reine en vuestro corazón: a ella habéis sido convocados en un solo cuerpo.
Sed también agradecidos. La Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente.
Cantad a Dios, dando gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.
Y todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Mujeres, sed sumisas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso agrada al Señor.
Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan el ánimos.

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (2,41-52)

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua.
Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.
Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo.
Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados».
Él les contestó:
«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?».
Pero ellos no comprendieron lo que les dijo.
Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos.
Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.

Palabra del Señor


Comentario al Evangelio de hoy domingo, 30 de diciembre de 2018
 Fernando Torres cmf


Una familia marcada por el sufrimiento

     Estratégicamente situada inmediatamente después de la Navidad, esta fiesta nos invita a mirar a la familia formada por Jesús, María y José. En primer lugar, nos recuerda una vez más que el hecho de la encarnación tuvo lugar en nuestra historia. No sólo en un tiempo y lugar concretos sino también en una familia concreta. María y José fueron el matrimonio en el que Jesús nació, creció y maduró físicamente y como persona. 

     Tenemos la tentación de pensar en aquella familia y tratar de aplicar a ella lo que hoy pensamos que es el ideal para una familia. Si a nosotros nos parece que “x” es bueno para una familia, entonces ese valor “x” estuvo presente en aquella familia de Nazaret. Nos imaginamos la vida de aquella familia llena de armonía, de amor, de paz. José trabajando en el taller y María en la cocina, mientras que Jesús juega o está en la escuela. Todo eso no son más que proyecciones de nuestra realidad sobre una realidad de la que sabemos muy poco y de la que los Evangelios nos hablan menos todavía. En el caso de que los pocos datos que tengamos sean históricos –ya se sabe que los evangelios de la infancia tienen más de composición teológica que de historia fiel a los hechos–, la vida de aquella familia fue realmente azarosa. José tuvo que acoger a María, cuando ésta se había quedado embarazada sin su participación. No debió ser fácil ese primer momento de la relación. Luego viene el nacimiento en Belén. El texto nos habla de la pobreza en que vivían. ¡Nadie los acogió! Y la mucha pobreza no suele formar parte del ideal de la vida de una familia. No sólo eso. La familia se vio obligada a emigrar a Egipto. ¡Refugiados políticos! Hoy sabemos lo dura que es la vida de los emigrantes. Mucho más dura sería en aquellos tiempos en los que no existían en absoluto las organizaciones y leyes que hoy, mal que bien, se destinan a acogerlos y hacerles en cierta medida la vida más fácil. Del padre no se vuelve a hablar en los Evangelios y, por más que nos empeñemos, en algunos textos se ve que hubo una cierta distancia entre Jesús y su familia debido a su misión. Lo mismo se puede decir del Evangelio de hoy, quizá una parábola de lo que ocurrió una vez Jesús se hizo mayor. 

     Así ha sido la familia a lo largo de los siglos y las culturas. Una realidad siempre cambiante, siempre sometida a presiones diversas y dificultades. En esta fiesta quizá lo más importante no sea tratar de imponer el ideal de lo que a nosotros nos parece bueno para la familia sino comprometernos a echar una mano a todas las familias que sufren, a ser muy comprensivos con aquellos que no encajan en nuestra idea de familia, a acoger a los que están solos y abrirles las puertas de nuestro corazón, aunque no sean de nuestra familia. Porque la familia de los hijos de Dios es más grande que la familia de los lazos de la carne. 



Para la reflexión

     ¿Cómo vivo la relación con mi propia familia? ¿Me doy cuenta de que en Jesús mi familia se ha ampliado hasta abarcar a toda la humanidad? ¿Cómo practico la acogida y el amor con ellos, mis hermanos y hermanas del mundo, sobre todo los que más sufren?

domingo, 31 de diciembre de 2017

SOLEMNIDAD DE LA SAGRADA FAMILIA, 31 DICIEMBRE 2017


Sagrada Familia de Jesùs
Por: Tere Fernández | Fuente: Catholic.net 




Fiesta de la Sagrada Familia, Jesús, María y José, desde la que se proponen santísimos ejemplos a las familias cristianas y se invocan los auxilios oportunos.

En la festividad de la Sagrada Familia, recordamos y celebramos que Dios quiso nacer dentro de una familia para que tuviera alguien que lo cuidara, lo protegiera, lo ayudara y lo aceptara como era.

Al nacer Jesús en una familia, el Hijo de Dios ha santificado la familia humana. Por eso nosotros veneramos a la Sagrada Familia como Familia de Santos.



¿Cómo era la Sagrada Familia?

María y José cuidaban a Jesús, se esforzaban y trabajaban para que nada le faltara, tal como lo hacen todos los buenos padres por sus hijos.

José era carpintero, Jesús le ayudaba en sus trabajos, ya que después lo reconocen como el “hijo del carpintero”.

María se dedicaba a cuidar que no faltara nada en la casa de Nazaret.

Tal como era la costumbre en aquella época, los hijos ayudaban a sus mamás moliendo el trigo y acarreando agua del pozo y a sus papás en su trabajo. Podemos suponer que en el caso de Jesús no era diferente. Jesús aprendió a trabajar y a ayudar a su familia con generosidad. Él siendo Todopoderoso, obedecía a sus padres humanos, confiaba en ellos, los ayudaba y los quería.

¡Qué enseñanza nos da Jesús, quien hubiera podido reinar en el más suntuoso palacio de Jerusalén siendo obedecido por todos! Él, en cambio, rechazó todo esto para esconderse del mundo obedeciendo fielmente a María y a José y dedicándose a los más humildes trabajos diarios, el taller de San José y en la casa de Nazaret.

Las familias de hoy, deben seguir este ejemplo tan hermoso que nos dejó Jesús tratando de imitar las virtudes que vivía la Sagrada Familia: sencillez, bondad, humildad, caridad, laboriosidad, etc.

La familia debe ser una escuela de virtudes. Es el lugar donde crecen los hijos, donde se forman los cimientos de su personalidad para el resto de su vida y donde se aprende a ser un buen cristiano. Es en la familia donde se formará la personalidad, inteligencia y voluntad del niño. Esta es una labor hermosa y delicada. Enseñar a los niños el camino hacia Dios, llevar estas almas al cielo. Esto se hace con amor y cariño.

“La familia es la primera comunidad de vida y amor el primer ambiente donde el hombre puede aprender a amar y a sentirse amado, no sólo por otras personas, sino también y ante todo por Dios.” (Juan Pablo II, Encuentro con las Familias en Chihuahua 1990).

El Papa Juan Pablo II en su carta a las familias nos dice que es necesario que los esposos orienten, desde el principio, su corazón y sus pensamientos hacia Dios, para que su paternidad y maternidad, encuentre en Él la fuerza para renovarse continuamente en el amor.

Así como Jesús creció en sabiduría y gracia ante Dios y los hombres, en nuestras familias debe suceder lo mismo. Esto significa que los niños deben aprender a ser amables y respetuosos con todos, ser estudiosos obedecer a sus padres, confiar en ellos, ayudarlos y quererlos, orar por ellos, y todo esto en familia.

Recordemos que “la salvación del mundo vino a través del corazón de la Sagrada Familia”.
La salvación del mundo, el porvenir de la humanidad de los pueblos y sociedades pasa siempre por el corazón de toda familia. Es la célula de la sociedad.


Oración

“Oremos hoy por todas las familias del mundo para que logren responder a su vocación tal y como respondió la Sagrada Familia de Nazaret.
Oremos especialmente por las familias que sufren, pasan por muchas dificultades o se ven amenazadas en su indisolubilidad y en el gran servicio al amor y a la vida para el que Dios las eligió” (Juan Pablo II)

“Oh Jesús, acoge con bondad a nuestra familia que ahora se entrega y consagra a Ti, protégela, guárdala e infunde en ella tu paz para poder llegar a gozar todos de la felicidad eterna.”

“Oh María, Madre amorosa de Jesús y Madre nuestra, te pedimos que intercedas por nosotros, para que nunca falte el amor, la comprensión y el perdón entre nosotros y obtengamos su gracia y bendiciones.”

“Oh San José, ayúdanos con nuestras oraciones en todas nuestras necesidades espirituales y temporales, a fin de que podamos agradar eternamente a Jesús. Amén.”
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