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miércoles, 29 de noviembre de 2017

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 29 NOVIEMBRE 2017


Lecturas de hoy Miércoles de la 34ª semana del Tiempo Ordinario
 Hoy, miércoles, 29 de noviembre de 2017





Primera lectura
Lectura de la profecía de Daniel (5,1-6.13-14.16-17.23-28):

En aquellos días, el rey Baltasar ofreció un banquete a mil nobles del reino, y se puso a beber delante de todos. Después de probar el vino, mandó traer los vasos de oro y plata que su padre, Nabucodonosor, había cogido en el templo de Jerusalén, para que bebieran en ellos el rey y los nobles, sus mujeres y concubinas. Cuando trajeron los vasos de oro que habían cogido en el templo de Jerusalén, brindaron con ellos el rey y sus nobles, sus mujeres y concubinas. Apurando el vino, alababan a los dioses de oro y plata, de bronce y hierro, de piedra y madera. De repente, aparecieron unos dedos de mano humana escribiendo sobre el revoco del muro del palacio, frente al candelabro, y el rey veía cómo escribían los dedos. Entonces su rostro palideció, la mente se le turbó, le faltaron las fuerzas, las rodillas le entrechocaban. 
Trajeron a Daniel ante el rey, y éste le preguntó: «¿Eres tú Daniel, uno de los judíos desterrados que trajo de Judea el rey, mi padre? Me han dicho que posees espíritu de profecía, inteligencia, prudencia y un saber extraordinario. Me han dicho que tú puedes interpretar sueños y resolver problemas; pues bien, si logras leer lo escrito y explicarme su sentido, te vestirás de púrpura, llevarás un collar de oro y ocuparás el tercer puesto en mi reino.»
Entonces Daniel habló así al rey: «Quédate con tus dones y da a otro tus regalos. Yo leeré al rey lo escrito y le explicaré su sentido. Te has rebelado contra el Señor del cielo, has hecho traer los vasos de su templo, para brindar con ellos en compañía de tus nobles, tus mujeres y concubinas. Habéis alabado a dioses de oro y plata, de bronce y hierro, de piedra y madera, que ni ven, ni oyen, ni entienden; mientras que al Dios dueño de vuestra vida y vuestras empresas no lo has honrado. Por eso Dios ha enviado esa mano para escribir ese texto. Lo que está escrito es: "Contado, Pesado, Dividido." La interpretación es ésta: "Contado": Dios ha contado los días de tu reinado y les ha señalado el límite; "Pesado": te ha pesado en la balanza y te falta peso; "Dividido": tu reino se ha dividido y se lo entregan a medos y persas.»

Palabra de Dios


Salmo
Dn 3,62.63.64.65.66.67

R/. Ensalzadlo con himnos por los siglos

Sol y luna, 
bendecid al Señor. R/.

Astros del cielo, 
bendecid al Señor. R/.

Lluvia y rocío, 
bendecid al Señor. R/.

Vientos todos, 
bendecid al Señor. R/.

Fuego y calor, 
bendecid al Señor. R/.

Fríos y heladas, 
bendecid al Señor. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,12-19):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.»

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy miércoles, 29 de noviembre de 2017
Luis Manuel Suárez CMF



Queridos amigos:

La Palabra de ayer y de hoy nos habla de luchas. ¿Quién no las tiene? Luchas de intereses, luchas de poder, luchas por mantenerte en el camino…

Cuando somos niños, pensamos que la fe es una especie de escudo que nos protegerá de todos los males, presentes y futuros. Algo así como una varita mágica que hace que las dificultades se superen al instante.

Cuando leemos a fondo el Evangelio, descubrimos que es verdad que el final es feliz, y que entonces “no habrá llanto ni dolor”… pero que para llegar allí hay que pasar por la lucha, la tribulación… la muerte.

Jesucristo también es Camino en esto. Su resurrección llega tras la pasión. No eludió nada, sino que todo lo afrontó.

La fe no nos evade de nada, sino que nos introduce más en la vida, en su densidad y espesor. Pero sí nos ayuda a caminar, en medio de todo. Sin creer en la fatalidad. Confiando, más bien, que “a los que aman a Dios, todo les sirve para bien”. Y en ese “todo” incluimos que una dificultad, un problema, una enfermedad… pueden ser ocasión de una vida más lúcida, más confiada, más plena.

En toda lucha, Dios está con nosotros. Y no va a permitir que la prueba supere nuestras fuerzas.

Y en la lucha final contra la última enemiga –la muerte- tenemos la presencia de nuestro Hermano mayor, que ya pasó por ella. Jesucristo, desde su cruz, acompaña para siempre toda lucha.

“Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”. Pide el don de la perseverancia… y deja que tu confianza crezca.



Vuestro hermano en la fe: 
Luis Manuel Suárez CMF (@luismanuel_cmf)

martes, 28 de noviembre de 2017

EL EVANGELIO DE HOY MARTES 28 NOVIEMBRE 2017


Lecturas de hoy Martes de la 34ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, martes, 28 de noviembre de 2017




Primera lectura
Lectura de la profecía de Daniel (2,31-45):

En aquellos días, dijo Daniel a Nabucodonosor: «Tú, rey, viste una visión: una estatua majestuosa, una estatua gigantesca y de un brillo extraordinario; su aspecto era impresionante. Tenla la cabeza de oro fino, el pecho y los brazos de plata, el vientre y los muslos de bronce, las piernas de hierro y los pies de hierro mezclado con barro. En tu visión, una piedra se desprendió sin intervención humana, chocó con los pies de hierro y barro de la estatua y la hizo pedazos. Del golpe, se hicieron pedazos el hierro y el barro, el bronce, la plata y el oro, triturados como tamo de una era en verano, que el viento arrebata y desaparece sin dejar rastro. Y la piedra que deshizo la estatua creció hasta convertirse en una montaña enorme que ocupaba toda la tierra. Éste era el sueño; ahora explicaremos al rey su sentido: Tú, majestad, rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha concedido el reino y el poder, el dominio y la gloria, a quien ha dado poder sobre los hombres, dondequiera que vivan, sobre las bestias del campo y las aves del cielo, para que reines sobre ellos, tú eres la cabeza de oro. Te sucederá un reino de plata, menos poderoso. Después un tercer reino, de bronce, que dominará todo el orbe. Vendrá después un cuarto reino, fuerte como el hierro. Como el hierro destroza y machaca todo, así destrozará y triturará a todos. Los pies y los dedos que viste, de hierro mezclado con barro de alfarero, representan un reino dividido; conservará algo del vigor del hierro, porque viste hierro mezclado con arcilla. Los dedos de los pies, de hierro y barro, son un reino a la vez poderoso y débil. Como viste el hierro mezclado con la arcilla, así se mezclarán los linajes, pero no llegarán a fundirse, lo mismo que no se puede alear el hierro con el barro. Durante ese reinado, el Dios del cielo suscitará un reino que nunca será destruido ni su dominio pasará a otro, sino que destruirá y acabará con todos los demás reinos, pero él durará por siempre; eso significa la piedra que viste desprendida del monte sin intervención humana y que destrozó el barro, el hierro, el bronce, la plata y el oro. Éste es el destino que el Dios poderoso comunica a su majestad. El sueño tiene sentido, la interpretación es cierta.»

Palabra de Dios

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Salmo
Dn 3,57.58.59.60.61

R/. Ensalzadlo con himnos por los siglos

Criaturas todas del Señor, 
bendecid al Señor. R/.

Ángeles del Señor, 
bendecid al Señor. R/.

Cielos, bendecid al Señor. R/.

Aguas del espacio, 
bendecid al Señor. R/.

Ejércitos del Señor, 
bendecid al Señor. R/.

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Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,5-11):

En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. 
Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.»
Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?»
Él contestó: «Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien "El momento está cerca"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.»
Luego les dijo: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.»

Palabra del Señor

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Comentario al Evangelio de hoy martes, 28 de noviembre de 2017
 Luis Manuel Suárez CMF




Queridos amigos:

Las construcciones se hacen con ladrillos.

Hubo una vez un pueblo. Lo más valioso que tenían era una alianza con su Dios. Y, aunque eran un pueblo pequeño, comparado con otros, cuando se sintieron poderosos, pensaron hacerle una casa a su Dios. Ese pueblo era Israel. Y esa casa era el Templo.

A Dios le pareció excesivo y prometió que, más bien, sería el quien les daría casa, hogar, morada. Aunque no les impidió que levantasen el Templo.

Con ladrillos, con sudor, con dificultad, el Pueblo de Israel levantó el Templo de Jerusalén. Con el tiempo, ese Templo se fue convirtiendo en el centro de reunión para recordar el comienzo de la Alianza: la Pascua. Toda una vida se fue desarrollando en torno al Templo: sacerdotes, gente, ofrendas, comercios… Como en todas las cosas humanas, había su ambigüedad: el Templo era lugar de encuentro con Dios, pero el Templo también era el lugar de muchas intrigas alejadas de Dios.

En la plenitud de los tiempos, llegó Jesús. Y dijo que el verdadero Templo estaba en el corazón de cada persona, desde donde se puede adorar a Dios “en espíritu y en verdad”. Y derribó las mesas de los que hacían negocio con la religión. Y anunció que destruiría ese Templo… y que lo levantaría en tres días.

A la clase dirigente les pareció una amenaza tan grave, que decidieron acabar con él. Y lo intentaron.

Pero la promesa de Jesús se fue cumpliendo. A los pocos años, el Templo fue destruido, quedando sólo el muro de las lamentaciones. Y, sobre todo, un nuevo Templo se fue levantando. Sus ladrillos no son ahora de barro. Sus ladrillos son los creyentes, que, allí donde están, hacen presente a Dios. “Piedras vivas” forman este nuevo templo llamado “Iglesia” –comunidad de los llamados-. Una Iglesia que está presente allí donde un corazón apuesta por Jesucristo, donde unos pies dan pasos de Evangelio, donde unas manos se abren para ofrecer.

Lo mejor de la Iglesia no son “la calidad de la piedra y los exvotos”, sino las personas, piedras vivas del nuevo templo que se va edificando, y Jesucristo en medio de nosotros. Él es la cabeza del cuerpo, del cual cada uno somos una pequeña célula, un orgánulo… sin el cual, el cuerpo no sería igual.

Te invito a que tomes conciencia de lo que eres: alguien con quien Dios cuenta para morar y para llevar adelante el mundo hacia lo que él sueña, hacia el Reino.

Enhorabuena y ánimo en tu misión. Allá donde estés.

Vuestro hermano en la fe: 
Luis Manuel Suárez CMF (@luismanuel_cmf)

lunes, 27 de noviembre de 2017

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 27 NOVIEMBRE 2017


Lecturas de hoy Lunes de la 34ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, lunes, 27 de noviembre de 2017



Primera lectura
Comienzo de la profecía de Daniel (1,1-6.8-20):

El año tercero del reinado de Joaquín, rey de Judá, llegó a Jerusalén Nabucodonosor, rey de Babilonia, y la asedió. El Señor entregó en su poder a Joaquín de Judá y todo el ajuar que quedaba en el templo; se los llevó a Senaar, y el ajuar del templo lo metió en el tesoro del templo de su dios. El rey ordenó a Aspenaz, jefe de eunucos, seleccionar algunos israelitas de sangre real y de la nobleza, jóvenes, perfectamente sanos, de buen tipo, bien formados en la sabiduría, cultos e inteligentes y aptos para servir en palacio, y ordenó que les enseñasen la lengua y literatura caldeas. Cada día el rey les pasaría una ración de comida y de vino de la mesa real. Su educación duraría tres años, al cabo de los cuales, pasarían a servir al rey. Entre ellos, había unos judíos: Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Daniel hizo propósito de no contaminarse con los manjares y el vino de la mesa real, y pidió al jefe de eunucos que lo dispensase de esa contaminación. 
El jefe de eunucos, movido por Dios, se compadeció de Daniel y le dijo: «Tengo miedo al rey, mi señor, que os ha asignado la ración de comida y bebida; si os ve más flacos que vuestros compañeros, me juego la cabeza.»
Daniel dijo al guardia que el jefe de eunucos había designado para cuidarlo a él, a Ananías, a Misael y a Azarías: «Haz una prueba con nosotros durante diez días: que nos den legumbres para comer y agua para beber. Compara después nuestro aspecto con el de los jóvenes que comen de la mesa real y trátanos luego según el resultado.»
Aceptó la propuesta e hizo la prueba durante diez días. Al acabar, tenían mejor aspecto y estaban más gordos que los jóvenes que comían de la mesa real. Así que les retiró la ración de comida y de vino y les dio legumbres. Dios les concedió a los cuatro un conocimiento profundo de todos los libros del saber. Daniel sabía además interpretar visiones y sueños. Al cumplirse el plazo señalado por el rey, el jefe de eunucos se los presentó a Nabucodonosor. Después de conversar con ellos, el rey no encontró ninguno como Daniel, Ananías, Misael y Azarías, y los tomó a su servicio. Y en todas las cuestiones y problemas que el rey les proponía, lo hacían diez veces mejor que todos los magos y adivinos de todo el reino.

Palabra de Dios

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Salmo
Dn 3,52.53.54.55.56

R/. A ti gloria y alabanza por los siglos

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres, çbendito tu nombre santo y glorioso. R/.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R/.

Bendito eres sobre el trono de tu reino. R/.

Bendito eres tú, que, sentado sobre querubines, sondeas los abismos. R/.

Bendito eres en la bóveda del cielo. R/.

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Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,1-4):

En aquel tiempo, alzando Jesús los ojos, vio unos ricos que echaban donativos en el arca de las ofrendas; vio también una viuda pobre que echaba dos reales, y dijo: «Sabed que esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han echado de lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.»

Palabra del Señor

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Comentario al Evangelio de hoy lunes, 27 de noviembre de 2017
Luis Manuel Suárez CMF


Queridos amigos:

¿A quién no le gustaría ver más allá?

La historia humana está llena de inventos para ello. Hemos inventado los catalejos, para los que van en barco. O los telescopios, para ver las estrellas… Para las cosas pequeñas existen los microscopios. Y para ver los huesos, los rayos X.

Pero aún no se ha inventado el aparato que mire el interior de las personas, los secretos del corazón, lo íntimo de lo íntimo. Quizá porque nunca se podrá inventar. O quizá porque sólo una mirada penetrante es capaz de ver, de verdad, más allá de las apariencias…

El pueblo de Israel, en su relación personal con Dios, descubrió que éste era el único que conoce cada corazón y comprende todas sus acciones. El único capaz de ver más allá. Y no sólo de ver, sino de amar. Amar más allá de los méritos, de las cualidades, de las bondades.

Jesús, Dios-con-nosotros, tenía la misma mirada penetrante que el Padre. Y el mismo amor. Por eso fue capaz de ver, en aquellos niños que molestaban, unos benjamines del Reino; y en aquel Zaqueo ruin y estafador, una promesa de generosidad; y en aquella mujer que lloraba, un anticipo de evangelizadora… y en aquella viuda que echaba dos céntimos, una entrega más generosa que la de otros.

Los amigos de Jesús estamos llamados a ver más allá de las apariencias. Ejercitando la mirada, percibiendo los detalles, desvelando lo que a otros se les oculta…  Descubriendo en cada persona un hijo de Dios y en cada acontecimiento una oportunidad para la Vida.

Me vienen a la memoria los versos del Salmo 32

“El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres;
desde su morada observa
a todos los habitantes de la tierra:
él modeló cada corazón,
y comprende todas sus acciones”.

Y me viene al corazón darle gracias porque sea así, y pedirle que a mí también me dé la gracia de ver más allá. Para mí y para todos.

Vuestro hermano en la fe:
Luis Manuel Suárez CMF (@luismanuel_cmf)

sábado, 25 de noviembre de 2017

LECTURAS BÍBLICAS DE LA SOLEMNIDAD DE CRISTO REY, DOMINGO 26 NOVIEMBRE 2017

Lecturas del Domingo 34º del Tiempo Ordinario - Ciclo A
Domingo, 26 de noviembre de 2017
Solemnidad de Cristo Rey



Primera lectura
Lectura de la profecía de Ezequiel (34,11-12.15-17):

Así dice el Señor Dios: «Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro. Como sigue el pastor el rastro de su rebaño, cuando las ovejas se le dispersan, así seguiré yo el rastro de mis ovejas y las libraré, sacándolas de todos los lugares por donde se desperdigaron un día de oscuridad y nubarrones. Yo mismo apacentaré mis ovejas, yo mismo las haré sestear –oráculo del Señor Dios–. Buscaré las ovejas perdidas, recogeré a las descarriadas; vendaré a las heridas; curaré a las enfermas: a las gordas y fuertes las guardaré y las apacentaré como es debido. Y a vosotras, mis ovejas, así dice el Señor: Voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrio.»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 22,1-2a.2b-3.5.6

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta

El Señor es mi pastor, nada me falta: 
en verdes praderas me hace recostar. R/. 

Me conduce hacia fuentes tranquilas 
y repara mis fuerzas; 
me guía por el sendero justo, 
por el honor de su nombre. R/. 

Preparas una mesa ante mí, 
enfrente de mis enemigos; 
me unges la cabeza con perfume, 
y mi copa rebosa. R/.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan 
todos los días de mi vida, 
y habitaré en la casa del Señor 
por años sin término. R/.


Segunda lectura
Lectura de la primera carta de san Pablo a los Corintios (15,20-26.28):

Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza. Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Y, cuando todo esté sometido, entonces también el Hijo se someterá a Dios, al que se lo había sometido todo. Y así Dios lo será todo para todos.

Palabra de Dios


Evangelio
Evangelio según san Mateo (25,31-46, del domingo, 26 de noviembre de 2017



Lectura del santo evangelio según san Mateo (25,31-46)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas, de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis." Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis. Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistirnos?" Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo." Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.»




Comentario al Evangelio del domingo, 26 de noviembre de 2017
Fernando Torres cmf


¿Quién es el juez?

      La parábola de hoy es fácil de entender. Estamos en un momento solemne: el juicio final. El momento en que se valorarán nuestras acciones, se pesará cada uno de nuestros actos. La parábola nos dice que en aquel momento Dios separará a unos de otros, a los buenos de los malos. Exactamente como un pastor separa en su rebaño a las ovejas de las cabras. ¿Quién es quién? Casi todos al escuchar la parábola no tenemos duda en identificar a las ovejas y a las cabras. A la derecha se sitúan las ovejas, los justos, los que han pasado la vida haciendo el bien. Los que se sitúan a la izquierda son las cabras, los malos, los que se han portado mal.

      Tampoco nos resulta difícil identificar a los receptores de las buenas acciones de los buenos y de las malas acciones de los malos. Jesús lo deja claro. Son los más necesitados, los últimos de la sociedad, los despreciados y dejados de lado. Son los que tienen hambre, los forasteros, los que están desnudos, los que están enfermos y en la cárcel. Es interesante observar que los buenos son buenos por lo bien que han tratado a esos, a los últimos, a los que nadie quiere ni valora. Y el rey, Dios mismo, se identifica con ellos. No dice que los buenos sean buenos porque han tratado bien a los pobres, a los enfermos y a los encarcelados. Dice que son buenos porque le han tratado bien a él mismo. Dios se identifica con los pobres. Así lo ha afirmado siempre la tradición cristiana. Lo que se hace a los pobres se hace a Dios mismo. Hay que tener buena vista para descubrir en los pobres, en los últimos, a Dios mismo. Esta ya es una importante lección para este domingo con el que termina el año litúrgico. Es la última lección, la más importante, el resumen de lo aprendido en todo el año. Nos salvaremos por el modo como tratamos a Dios mismo en la figura de los pobres, los enfermos, los encarcelados... Y pobre del que no se haya enterado de que en ellos está presente Dios mismo. Los pobres son sacramento de Dios para nosotros. 

      Un último detalle. A la hora de identificar a los personajes de la parábola, nos suele resultar fácil identificarnos con los pobres que necesitan ayuda, con los buenos que les tratan bien o con los malos que los dejan de lado. Pero reconozcamos que en la práctica con quien nos identificamos muchas veces es con el juez. Nos gusta ser jueces de nuestros hermanos y determinar quiénes deberían estar a la derecha y quienes a la izquierda, quienes son los buenos y quienes los malos. Última parte de la lección: nunca ser jueces de nadie, porque ese puesto se lo ha reservado Dios a sí mismo. Que no se nos olvide, que es muy importante.


Para la reflexión

      ¿Con qué ojos miramos a los pobres, a los necesitados, a los enfermos, a los encarcelados? ¿Vemos en ellos a Cristo o simplemente les despreciamos? ¿Cuántas veces juzgamos a nuestros hermanos? ¿Cuántas veces ocupamos el lugar de jueces, ese lugar que Dios se ha reservado a sí mismo? 

EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 25 NOVIEMBRE 2017


Lecturas de hoy Sábado de la 33ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, sábado, 25 de noviembre de 2017




Primera lectura
Lectura del primer libro de los Macabeos (6,1-13):

En aquellos días, el rey Antíoco recorría las provincias del norte, cuando se enteró de que en Persia había una ciudad llamada Elimaida, famosa por su riqueza en plata y oro, con un templo lleno de tesoros: escudos dorados, lorigas y armas dejadas allí por Alejandro, el de Filipo, rey de Macedonia, que había sido el primer rey de Grecia. Antíoco fue allá e intentó apoderarse de la ciudad y saquearla; pero no pudo, porque los de la ciudad, dándose cuenta de lo que pretendía, salieron a atacarle. Antíoco tuvo que huir, y emprendió el viaje de vuelta a Babilonia, apesadumbrado. Entonces llegó a Persia un mensajero, con la noticia de que la expedición militar contra Judá había fracasado: Lisias, que había ido como caudillo de un ejército poderoso, había huido ante el enemigo; los judíos, sintiéndose fuertes con las armas y pertrechos, y el enorme botín de los campamentos saqueados, habían derribado el arca sacrílega construida sobre el altar de Jerusalén, habían levantado en torno al santuario una muralla alta como la de antes, y lo mismo en Betsur, ciudad que pertenecía al rey. Al oír este informe, el rey se asustó y se impresionó de tal forma que cayó en cama con una gran depresión, porque no le habían salido las cosas como quería. Allí pasó muchos días, cada vez más deprimido. 
Pensó que se moría, llamó a todos sus grandes y les dijo: «El sueño ha huído de mis ojos; me siento abrumado de pena y me digo: "¡A qué tribulación he llegado, en qué violento oleaje estoy metido, yo, feliz y querido cuando era poderoso!" Pero ahora me viene a la memoria el daño que hice en Jerusalén, robando el ajuar de plata y oro que había allí, y enviando gente que exterminase a los habitantes de Judá, sin motivo. Reconozco que por eso me han venido estas desgracias. Ya veis, muero de tristeza en tierra extranjera.»

Palabra de Dios

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Salmo
Sal 9,2-3.4.6.16.19

R/. Gozaré, Señor, de tu salvación

Te doy gracias, Señor, de todo corazón, 
proclamando todas tus maravillas; 
me alegro y exulto contigo 
y toco en honor de tu nombre, oh Altísimo. R/.

Porque mis enemigos retrocedieron, 
cayeron y perecieron ante tu rostro. 
Reprendiste a los pueblos, destruiste al impío 
y borraste para siempre su apellido. R/.

Los pueblos se han hundido en la fosa que hicieron,
su pie quedó prendido en la red que escondieron. 
Él no olvida jamás al pobre, 
ni la esperanza del humilde perecerá. R/.

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Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (20,27-40):

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.»
Jesús les contestó: «En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.»
Intervinieron unos escribas: «Bien dicho, Maestro.»
Y no se atrevían a hacerle más preguntas.

Palabra del Señor

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Comentario al Evangelio de hoy sábado, 25 de noviembre de 2017
Bonifacio Fernandez, cmf



Queridos amigos y amigas:

La fe cristiana es una actitud humana compleja; implica varias dimensiones y desempeña diversas funciones. La fe es el fundamente de la esperanza: creemos y por eso esperamos. Y la esperanza es el horizonte de la fe. Esperamos y por eso creemos. La actitud creyente se basa en el testimonio de Dios; Dios mismo se comunica, nos habla. Antes de fijarnos en lo que Dios dice, es importantísimo caer en la cuenta de que Dios habla, de que da testimonio de si mismo, se dirige a nosotros, nos interpela. Es el Dios vivo y personal. Es el Dios de la historia. Su nombre lleva las huellas históricas: Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, Dios de vivos. En él todos están vivos.

Jesús lee de una manera nueva la teofanía de la zarza. Descubre en ella una nueva revelación y sentido: la resurrección de los muertos. Así responde Jesús a la cuestión casuística de los saduceos. Ellos no admiten la resurrección de los muertos. Sus argumentos son pintorescos. La respuesta de Jesús insiste en la novedad de la resurrección. En la vida resucitada las relaciones son diferentes.

Además de este fundamento la fe cristiana tiene importantes funciones. Libera del miedo; libra de la autosuficiencia, del poder destructor de la ignorancia de Dios, del temor a la muerte. La fe en el Dios de vivos tiene fuerza en si misma para vencer el temor a la muerte; tiene luz para iluminar la oscuridad de la vida y de la muerte; tiene coraje para superar el miedo que nos paraliza; cura las heridas de las fracasos en la lucha por cambiar este mundo y convertirlo en reino de Dios. ¿Nos dan miedo los poderes de este mundo, especialmente, el poder de la muerte? Nuestra fe es fe en el Dios vivo y resucitador. No nos deja encerrarnos en lo finito e inmediato. Nos mantiene despiertos, enhiestos, con capacidad de lucha y de superación hacia el futuro. Tiene siempre una pregunta de más para nuestras respuestas.

La fe cristiana es confianza en el Dios que hace posible lo que parece imposible; que cumple sus promesas, a veces por caminos desconocidos para nosotros; que resucita a los muertos.

Vuestro hermano en la fe.
Bonifacio Fernández cmf

viernes, 24 de noviembre de 2017

EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 24 NOVIEMBRE 2017


Lecturas de hoy Viernes de la 33ª semana del Tiempo Ordinario
 Hoy, viernes, 24 de noviembre de 2017





Primera lectura
Lectura del primer libro de los Macabeos (4,36-37.52-59):

En aquellos días, Judas y sus hermanos propusieron: «Ahora que tenemos derrotado al enemigo, subamos a purificar y consagrar el templo.»
Se reunió toda la tropa, y subieron al monte Sión. El año ciento cuarenta y ocho, el día veinticinco del mes noveno, que es el de Casleu, madrugaron para ofrecer un sacrificio, según la ley, en el nuevo altar de los holocaustos recién construido. En el aniversario del día en que lo habían profanado los paganos, lo volvieron a consagrar, cantando himnos y tocando cítaras, laúdes y platillos. Todo el pueblo se postró en tierra, adorando y alabando a Dios, que les había dado éxito. Durante ocho días, celebraron la consagración, ofreciendo con júbilo holocaustos y sacrificios de comunión y de alabanza. Decoraron la fachada del templo con coronas de oro y rodelas. Consagraron también el portal y las dependencias, poniéndoles puertas. El pueblo entero celebró una gran fiesta, que canceló la afrenta de los paganos. Judas, con sus hermanos y toda la asamblea de Israel, determinó que se conmemorara anualmente la nueva consagración del altar, con solemnes festejos, durante ocho días, a partir del veinticinco del mes de Casleu.

Palabra de Dios

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Salmo
1Cro 29,10.11abc.11d-12a.12bed

R/. Alabamos, Señor, tu nombre glorioso

Bendito eres, Señor, Dios de nuestro padre Israel, 
por los siglos de los siglos. R/.

Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder, 
la gloria, el esplendor, la majestad, 
porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra. R/.

Tú eres rey y soberano de todo. 
De ti viene la riqueza y la gloria. R/.

Tú eres Señor del universo, 
en tu mano está el poder y la fuerza, 
tú engrandeces y confortas a todos. R/.

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Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,45-48):

En aquel tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: «Escrito está: "Mi casa es casa de oración"; pero vosotros la habéis convertido en una "cueva de bandidos."»
Todos los días enseñaba en el templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios.

Palabra del Señor

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Comentario al Evangelio de hoy viernes, 24 de noviembre de 2017
Bonifacio Fernandez, cmf



Queridos amigos:

Si algo resulta claro de esta lectura del Evangelio de hoy es que dios no es a nuestra imagen y semejanza. Tenemos que tomar en serio la revelación de Dios en Jesús.

Dios no es ningún ser impasible, apático, inmutable, imagen legada del mundo griego. El Dios revelado por Jesús es una presencia "alterada", indignada, en definitiva, apasionada.

Jesús es una presencia apasionada por el Absoluto. Él no adora sino a Dios. En la expulsión de los mercaderes del templo, Jesús hace estallar el viejo y suntuoso templo de Jerusalén. "Destruid este templo y en tres días lo reedificaré. Se refería al templo de su cuerpo". Es decir, que el lugar privilegiado para el encuentro con Dios ya no es un lugar por muy majestuoso que sea. A Dios se le encuentra en el nuevo templo que es el Señor Resucitado y en las piedras vivas, hombres y mujeres que se reúnen en torno al Señor muerto y resucitado. Los edificios de piedra son sólo realidades funcionales: espacios para Dios y para relacionarse con Él. El gesto profético de Jesús, expulsando a los vendedores, es una llamada a la autenticidad, a la seriedad en nuestras relaciones con Dios: a no convertir a Dios en un ídolo en torno al cual se montan negocios, a no utilizar el nombre de Dios para intereses egoistas y mundanos.

¿Cómo nos relacionamos nosotros con nuestro Dios? ¿Tenemos templos que son como ídolos? ¿O los empleamos para glorificar a nuestro yo?

Recordemos. Sólo Dios es el Absoluto. Adorarle sólo a Él libera a los hombres y a la humanidad.

Vuestro hermano en la fe.
Bonifacio Fernández cmf

jueves, 23 de noviembre de 2017

EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 23 NOVIEMBRE 2017


Lecturas de hoy Jueves de la 33ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, jueves, 23 de noviembre de 2017



Primera lectura
Lectura del segundo libro de los Macabeos (2,15-29):

En aquellos días, los funcionarios reales encargados de hacer apostatar por la fuerza llegaron a Modín, para que la gente ofreciese sacrificios, y muchos israelitas acudieron a ellos. Matatías se reunió con sus hijos, y los funcionarios del rey le dijeron: «Eres un personaje ilustre, un hombre importante en este pueblo, y estás respaldado por tus hijos y parientes. Adelántate el primero, haz lo que manda el rey, como lo han hecho todas las naciones, y los mismos judíos, y los que han quedado en Jerusalén. Tú y tus hijos recibiréis el título de grandes del reino, os premiarán con oro y plata y muchos regalos.»
Pero Matatias respondió en voz alta: «Aunque todos los súbditos en los dominios del rey le obedezcan, apostatando de la religión de sus padres, y aunque prefieran cumplir sus órdenes, yo, mis hijos y mis parientes viviremos según la alianza de nuestros padres. El cielo nos libre de abandonar la ley y nuestras costumbres. No obedeceremos las órdenes del rey, desviándonos de nuestra religión a derecha ni a izquierda.»
Nada más decirlo, se adelantó un judío, a la vista de todos, dispuesto a sacrificar sobre el ara de Modin, como lo mandaba el rey. Al verlo, Matatias se indignó, tembló de cólera y en un arrebato de ira santa corrió a degollar a aquel hombre sobre el ara. Y entonces mismo mató al funcionario real, que obligaba a sacrificar, y derribó el ara. Lleno de celo por la ley, hizo lo que Fineés a Zinirí, hijo de Salu.
Luego empezó a gritar a voz en cuello por la ciudad: «El que sienta celo por la ley y quiera mantener la alianza, ¡que me siga!»
Después se echó al monte con sus hijos, dejando en el pueblo cuanto tenía. Por entonces, muchos bajaron al desierto para instalarse allí, porque deseaban vivir según derecho y justicia.

Palabra de Dios

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Salmo
Sal 49,1-2.5-6.14-15

R/. Al que sigue buen camino 
le haré ver la salvación de Dios

El Dios de los dioses, el Señor, habla: 
convoca la tierra de oriente a occidente. 
Desde Sión, la hermosa, Dios resplandece. R/.

«Congregadme a mis fieles, 
que sellaron mi pacto con un sacrificio.» 
Proclame el cielo su justicia; 
Dios en persona va a juzgar. R/.

«Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza, 
cumple tus votos al Altísimo 
e invócame el día del peligro: 
yo te libraré, y tú me darás gloria.» R/.

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Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,41-44):

En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: «¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida.»

Palabra del Señor

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Comentario al Evangelio de hoy jueves, 23 de noviembre de 2017
 Bonifacio Fernandez, cmf


Queridos amigos y amigas:

Este pasaje se sitúa en la sección del ministerio de Jesús en Jerusalén, que es el destino de su larga peregrinación. Tras la entrada mesiánica viene esta “lamentación por Jerusalén”. Jesús llora sobre la ciudad. Algunos detalles del texto:

Contraste entre la alegría de la escena anterior y el llanto de Jesús. Festivamente es aclamado Mesías a la entrada en la ciudad, Jesús llora de pena por la ciudad.
Juego con el nombre de Jerusalén que teológicamente significa “visión de paz”.
La expresión “vendrán días” es de tenor apocalíptico y el texto está lleno de reminiscencias proféticas.
Evoca la ruina de Jerusalén que puede hacer alusión a la del año 587 o a la del año 70 de nuestra era, de la cual no describe ninguno de sus rasgos característicos.
La profecía está llena de realismo.
El motivo del llanto de Jesús es la destrucción de la ciudad, que Jesús contemplaría en visión profética. Pero esa realidad histórica sería el signo de algo más profundo: Jerusalén no reconoce en este día la presencia en ella de su salvador. Ese es el gran contraste. Ese es el misterio. Los representantes religiosos de la ciudad rechazan al Mesías de la paz. No reconocen que es su momento decisivo, que es su gran oportunidad. No conocen el tiempo de la visita de la gracia. Rechazan a su salvador. Esa es la gran paradoja: lo tienen delante y no lo ven. Le es enviado y no lo reconocen. Está oculto a sus ojos, es decir, como si Dios ocultase la salvación cuando los hombres la rechazan.

El motivo del llanto de Jesús no es simplemente la suerte de la ciudad con toda su belleza y esplendor; no está pensando sólo en el sufrimiento de su habitantes; está pensando en la negativa humana a recibir la gran liberación. Pero Jesús sabe también que ese poder de rechazar no va impedir el amor salvador de Dios. Simplemente la historia de la salvación seguirá otros caminos.

Vuestro hermano en la fe.
Bonifacio Fernández cmf.

miércoles, 22 de noviembre de 2017

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 22 NOVIEMBRE 2017


Lecturas del Miércoles de la 33ª semana del Tiempo Ordinario
Miércoles, 22 de noviembre de 2017



Primera lectura
Lectura del segundo libro de los Macabeos (7,1.20-31):

En aquellos días, arrestaron a siete hermanos con su madre. El rey los hizo azotar con látigos y nervios para forzarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la Ley. Pero ninguno más admirable y digno de recuerdo que la madre. Viendo morir a sus siete hijos en el espacio de un día, lo soportó con entereza, esperando en el Señor. 
Con noble actitud, uniendo un temple viril a la ternura femenina, fue animando a cada uno, y les decía en su lengua: «Yo no sé cómo aparecisteis en mi seno; yo no os di el aliento ni la vida, ni ordené los elementos de vuestro organismo. Fue el creador del universo, el que modela la raza humana y determina el origen de todo. Él, con su misericordia, os devolverá el aliento y la vida, si ahora os sacrificáis por su ley.»
Antíoco creyó que la mujer lo despreciaba, y sospechó que lo estaba insultando. Todavía quedaba el más pequeño, y el rey intentaba persuadirlo, no sólo con palabras, sino que le juraba que si renegaba de sus tradiciones lo haría rico y feliz, lo tendría por amigo y le daría algún cargo. Pero como el muchacho no hacía ningún caso, el rey llamó a la madre y le rogaba que aconsejase al chiquillo para su bien.
Tanto le insistió, que la madre accedió a persuadir al hijo; se inclinó hacia él y, riéndose del cruel tirano, habló así en su idioma: «Hijo mío, ten piedad de mí, que te llevé nueve meses en el seno, te amamanté y crié tres años y te he alimentado hasta que te has hecho un joven. Hijo mío, te lo suplico, mira el cielo y la tierra, fíjate en todo lo que contienen y verás que Dios lo creó todo de la nada, y el mismo origen tiene el hombre. No temas a ese verdugo, no desmerezcas de tus hermanos y acepta la muerte. Así, por la misericordia de Dios, te recobraré junto con ellos.»
Estaba todavía hablando, cuando el muchacho dijo: «¿Qué esperáis? No me someto al decreto real. Yo obedezco los decretos de la ley dada a nuestros antepasados por medio de Moisés. Pero tú, que has tramado toda clase de crímenes contra los hebreos, no escaparás de las manos de Dios.»

Palabra de Dios

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Salmo
Sal 16,1.5-6.8.15

R/. Al despertar, Señor, me saciaré de tu semblante

Señor, escucha mi apelación, 
atiende a mis clamores, 
presta oído a mi súplica, 
que en mis labios no hay engaño. R/.

Mis pies estuvieron firmes en tus caminos, 
y no vacilaron mis pasos. 
Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío;
inclina el oído y escucha mis palabras. R/.

Guárdame como a las niñas de tus ojos, 
a la sombra de tus alas escóndeme. 
Pero yo con mi apelación vengo a tu presencia, 
y al despertar me saciaré de tu semblante. R/.

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Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,11-28):

En aquel tiempo, dijo Jesús una parábola; el motivo era que estaba cerca de Jerusalén, y se pensaban que el reino de Dios iba a despuntar de un momento a otro.
Dijo, pues: «Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después. Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez onzas de oro, diciéndoles: "Negociad mientras vuelvo." Sus conciudadanos, que lo aborrecían, enviaron tras él una embajada para informar: "No queremos que él sea nuestro rey." Cuando volvió con el título real, mandó llamar a los empleados a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y dijo: "Señor, tu onza ha producido diez." Él le contestó: "Muy bien, eres un empleado cumplidor; como has sido fiel en una minucia, tendrás autoridad sobre diez ciudades." El segundo llegó y dijo: "Tu onza, señor, ha producido cinco." A ése le dijo también: "Pues toma tú el mando de cinco ciudades." El otro llegó y dijo: "Señor, aquí está tu onza; la he tenido guardada en el pañuelo; te tenía miedo, porque eres hombre exigente, que reclamas lo que no prestas y siegas lo que no siembras." Él le contestó: "Por tu boca te condeno, empleado holgazán. ¿Conque sabías que soy exigente, que reclamo lo que no presto y siego lo que no siembro? Pues, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses." Entonces dijo a los presentes: "Quitadle a éste la onza y dádsela al que tiene diez." Le replicaron: "Señor, si ya tiene diez onzas." "Os digo: 'Al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.' Y a esos enemigos míos, que no me querían por rey, traedlos acá y degolladlos en mi presencia."»
Dicho esto, echó a andar delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.

Palabra del Señor



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