Ocho años más tarde, con un decreto solemne del 18 de diciembre del 2000, el Santo Padre Juan Pablo II declaró que "ha sido probado el milagro obrado por Dios por la intercesión del Beato José Marello, Obispo de Acqui, Fundador de la Congregación de los Oblatos de San José: es decir, la curación improvisa, completa y duradera de los niños Alfredo e Isila Chávez León, sanados ambos simultáneamente de broncopulmonía con fiebre alta, disnea y cianosis en pacientes con desnutrición crónica". Por tanto, el 25 de noviembre de 2001, al día siguiente del Sínodo de los Obispos, fue canonizado por el Papa Juan Pablo II quien recordó que el lema de vida del nuevo santo era « Proteger los intereses de Jesús ».
José Marello, Santo
Obispo y fundador, 30 de mayo
Por: Vatican.va | Fuente: Vatican.va
Obispo y Fundador
Martirologio Romano: En Savona, en Italia, tránsito de san José Marello, obispo de Acqui, en la región del Piamonte, que fundó la Congregación de Oblatos de San José, dedicada a la formación moral y cristiana de la juventud (†: 1895).
Fecha de beatificación. 26 de septiembre de 1993 por S.S. Juan Pablo II
Fecha de canonización: 25 de noviembre de 2001 por S.S. Juan Pablo II
Breve Biografía
José Marello, nacido en Turín el 26 de diciembre de 1844, pasó su infancia en S. Martino Alfieri, cerca de Asti.
Su devoción a la Virgen María fue determinante en su opción y fidelidad a la vocación.
Entró en el seminario de Asti y se trasformó en el animador de sus compañeros en los propósitos de bien y de santidad. Con algunos de ellos se unió con un vínculo de profunda amistad, llevándolos a establecer una regla de vida muy exigente y a vivirla juntos, como preparación para la ordenación y para el ministerio presbiteral.
Ordenado sacerdote el 19 de septiembre de 1868, José Marello ejerció su servicio sacerdotal en la diócesis de Asti, primero como secretario del Obispo y luego atendiendo las actividades de la Curia. Se dedicó con celo a las confesiones, a la dirección espiritual y a la catequesis. Asumió con especial interés la formación moral y religiosa de la juventud; para los jóvenes obreros organizó cursos vespertinos de catecismo. Siempre estaba dispuesto a ayudar al clero de la diócesis en su ministerio pastoral. Se manifestó sensible hacia los ancianos, haciéndose cargo una Casa de reposo, que no tenía medios para asistir a los internados.
Trabajó en comprometer al laicado a través de varias iniciativas católicas que iban surgiendo para sostener la persona y la acción del Papa en momentos difíciles para la Iglesia.
Al mismo tiempo, sentía un profundo deseo de dedicarse totalmente a Dios en la Trapa. Su obispo, Mons. Savio, lo disuadió diciéndole que el Señor esperaba otra cosa de él. Quiso trasmitir esta aspiración de dedicarse totalmente al Señor proyectando una nueva Familia religiosa, que hiciera revivir en la ciudad de Asti la vida religiosa masculina, sofocada por las leyes subversivas de aquel tiempo.
El 14 de marzo de 1878 fundó la Congregación de los Oblatos de San José, proponiéndoles como modelo a San José en su relación íntima con el Hijo de Dios y en el cuidar los designios de Jesús . A sus Oblatos, Sacerdotes y Hermanos, encomendó de modo particular la difusión del culto a San José, la formación de la juventud y la ayuda ministerial a las Iglesias locales.
Durante el Concilio Vaticano I, el Cardenal Joaquín Pecci tuvo ocasión de apreciar las dotes y virtudes del joven sacerdote José Marello, que acompañaba a su Obispo como secretario. Elegido Papa el Cardenal Joaquín Pecci, con el nombre de León XIII, lo nombró Obispo de Acqui, convencido de haber dado a esta Diócesis una "perla" de Obispo.
Habiendo tomado posesión de la diócesis, el nuevo Obispo José Marello se hizo presente en todas las parroquias con las visitas pastorales. Se mostró cercano a todos, preocupándose en unir los corazones entre el clero y los fieles.
En su actividad pastoral promovió el catecismo, la educación cristiana de la juventud, las misiones, el testimonio cristiano.
Murió el 30 de mayo de 1895 en Savona, donde había ido, no obstante sus precarias condiciones de salud, para tomar parte en las celebraciones del tercer centenario de San Felipe Neri.
Manteniéndose después de su muerte la fama de su santidad, testimoniada con numerosas gracias obtenidas, se iniciaron los procesos informativos. El 28 de mayo de 1948 se introdujo la Causa de Beatificación y el 12 de junio de 1978, en presencia del Papa Pablo VI, se leyó el decreto sobre la heroicidad de sus virtudes. Juan Pablo II lo proclamó Beato en Asti el 26 de septiembre de 1993, presentándolo a los Pastores del Pueblo de Dios, a sus Oblatos y a los fieles, como ejemplo y modelo de caridad hacia todos, y de incansable y silenciosa labor en favor de los jóvenes y de los marginados.
Con un decreto solemne del 18 de diciembre del 2000, el Santo Padre Juan Pablo II declaró que "ha sido probado el milagro obrado por Dios por la intercesión del Beato José Marello, Obispo de Acqui, Fundador de la Congregación de los Oblatos de San José: es decir, la curación improvisa, completa y duradera de los niños Alfredo e Isila Chávez León, sanados ambos simultáneamente de broncopulmonía con fiebre alta, disnea y cianosis en pacientes con desnutrición crónica".
Después del reconocimiento de este milagro el 13 de marzo del 2001, en el Consistorio ordinario público para la Canonización de algunos Beatos, Juan Pablo II pronunció con solemnidad su decisión: "Por la autoridad de Dios Omnipotente, de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y Nuestra, decretamos que... el Beato José Marello... sea inscrito en el Libro de los Santos el día 25 de noviembre del 2001".
NOVENA A SAN JOSÉ MARELLO
Fundador de la Congregación Religiosa Oblatos de San José
21 al 29 mayo
Fiesta: 30 de mayo
El esquema es el siguiente:
- Canto inicial.
- Oraciones iniciales.
- Una de las dos oraciones colecta.
- Lectura correspondiente al día de la novena.
- Momento de reflexión después de la lectura.
- Un esquema de las preces.
- Himno a San José Marello.
CANTO INICIAL
1. ORACIONES
(Estas mismas oraciones pueden utilizarse para la devoción semanal)
V. Oh San José, dulce padre nuestro, que sobre la tierra escondiste con el silencio la santidad admirable de tu vida, obténnos la exaltación y glorificación de San José Marello, quien se esforzó sobremanera por imitarte, velando bajo las apariencias comunes un tesoro de gran virtud.
R. Haz que podamos también nosotros imitarle en nuestras relaciones con los hermanos, viendo en el prójimo la imagen de Cristo.
San José Marello, ruega por nosotros.
V. Oh insigne Patriarca San José, dignamente invocado consuelo de los afligidos; te damos gracias por el ejemplo que nos ha dejado en San José Marello, tu siervo y devoto, que consagró afectos vivos y la delicadeza de su corazón compasivo a los tristes y desamparados.
R. Haz que podamos imitarle en nuestro corazón y en nuestras obras, con una atención digna y sincera par con los necesitados que nos rodean, según el espíritu del Santo Evangelio.
San José Marello, ruega por nosotros.
V. Oh felicísimo San José, que fuiste escogido por el Eterno Padre para hacer de padre de nuestro Señor Jesucristo, te damos gracias por San José Marello, quien con su ejemplo, con su palabra y con la congregación que él fundó, es un nuevo modelo del seguimiento radical de Cristo.
R. Haz que nosotros también podamos promover la gloria y el honor de Jesús en la entrega total a los niños, jóvenes y ancianos desamparados, y que todo esto lo hagamos según el espíritu de nuestro Santo fundador y Padre.
San José Marello, ruega por nosotros.
ORACIÓN COLECTA
1. Omnipotente y eterno Dios, que siempre obras cosas admirables en tus santos, concédenos imitar a San José Marello, que tanto se esforzó por tu reino y la salvación de las almas, en la imitación de San José, propagando su devoción con la palabra, el ejemplo y con la congregación fundada en su nombre.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.
2. Oh Dios, que has inspirado a San José Marello, el ardiente deseo de expresar con la vida interior y el apostolado el misterio cristiano como lo vivió San José, el custodio del Redentor, por su intercesión concede a nosotros imitarlo en la íntima unión contigo y en el celo por el servicio de la Iglesia.
Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
2. LECTURAS
A continuación se presenta una selección de textos de San José Marello, para la reflexión diaria.
1er. día: Cartas 9 y 11 (Agosto 1866-1867)
A Esteban Delaude
Debemos declarar una guerra sin cuartel a ese espíritu de transacción que trata de infiltrarse en toda nuestra vida y es el fatal disolvente de los mejores proyectos y más firmes propósitos. Querer, siempre, cueste lo que cueste. Es necesario enfrentarse a sí mismo. El Yo bueno que combate contra el Yo malo. El Yo de un instante, de un instante sublime, que se levanta para ganar al Yo de todas las horas, el Yo del pasado, el Yo del viejo sistema. El Yo que quisiera superarse y elevarse de una vez por todas, pero que debe multiplicarse a cada momento en continuas y renovadas opciones.
Voluntad: ¡este debe ser nuestro lema! pero esa voluntad íntegra, inquebrantable y eficaz.
Te he revelado el ideal que me da vuelta a la cabeza desde hace 6 años o más. Este ideal ha tenido ya muchas transformaciones, pero ahora la conciencia me asegura que, en su estado actual de maduración, puede pasar, en cualquier momento, a la fase de la realización.
Debemos coordinar todos nuestros pensamientos, todos nuestros afectos, todas nuestras potencialidades a un único ideal. Vivir por este ideal, exaltarnos, sublimarnos, multiplicarnos en este ideal. ¡Quererlo siempre cueste lo que cueste! ¡Quererlo con ardor, quererlo con firmeza, quererlo con constancia!
¡Guerra a la transigencia! ¡Quién transige está perdido!
Pero, antes de todo, si queremos tener el valor y la firmeza necesaria en nuestros propósitos, será conveniente sacar provecho de este dístico de Juan Prati:"Cimiéntate en El, oh polvo altanero; la fortaleza está en Dios, no en quién se muere". Por lo tanto, habrá que buscar nuestra fortaleza Arriba... Sin fe no se da amor y sin amor no hay nada, absolutamente nada.
Delaude, abracémonos con Dios y cuando estemos unidos a Él en la mística unión de la Eucaristía... transfigurémonos... Cristo en nuestros corazones es el coeficiente infinito... Y nosotros pobres signos de la nada, nos podemos multiplicar gradualmente hasta alcanzar valores infinitos.
Oración, meditación, violencia; sí, violencia continua sobre nosotros mismos y a cada hora que pasa gritemos con Santa Teresa: ¡ánimo, una hora menos de lucha!
Y nosotros clérigos renovaremos aquellos hermosos tiempos de la antigua Iglesia cuando el sacerdocio, por su fe vivísima y caridad profunda, resultaba venerable al pueblo cristiano.
En la actualidad solamente nos queda un débil reflejo de aquella fe y celo apostólico. ¡San Pablo! ¡Esta es la figura típica del Crsitianismo!
Entonces: a renovarnos en el espíritu, cada día, cada hora; el hombre puede elevarse, como los gases, porque "tanto puede aventurarse uno cuanto lo quiere y tanto lo quiere cuanto conoce".
2do. día: Carta 10 (1866)
A Esteban Delaude
Salgo en este momento del tribunal de la penitencia con el alma purificada y con el corazón vibrante de júbilo celestial: te enviaré por tanto una palabra de amor, de aquel amor que nos hace, como te dije en mi anterior comunicación, con el Apóstol, "perfectos en unidad".
El entusiasmo juvenil es como el éter: si es dejado destapado se volatiliza y desaparece. Entonces no debe confundirse la voluntad efímera, y que por tanto resulta insuficiente, con la voluntad constante, la única eficaz.
¡Voluntad!, pero una voluntad no efímera sino perseverante, firmeza de carácter que aguante todas las pruebas y toda clase de dificultades; serenidad de ánimo por encima de todas las molestias pasajeras, los pequeños contratiempos, las inútiles preocupaciones que, como consecuencia de la humana fragilidad, pueden venir a inquietarnos a lo largo de la jornada. Cuando la meta está fijada, aunque se caiga el mundo, hay que mirar allá y siempre allá. El hombre se transfigura por su voluntad.
Quien vacile en sus convicciones será siempre una persona débil e inepta. Es preciso ser firmes, uniformes, perseverantes. Para la transformación de la sociedad de nada sirven los hombres de talento; mientras que los hombres de carácter sacuden el mundo.
¿No sentimos en nosotros un algo divino que, a pesar de las trabas de la carne, nos eleva y nos sublima hasta nuestro Centro? En ciertos momentos de completa postración moral, ¿no experimentamos, en forma repentina, la posibilidad de resurgir, gracias a la palabra de un amigo o por un acto de generosidad que hemos admirado en nuestro interior, no experimentamos la posiblidad de renacer a nuevas esperanzas y sublimes deseos? Recuerda esto de Dante:"Al verlos me exalto en mi mismo".
Exaltémonos en los grandes modelos y mano a la obra.
Adios, reza, piensa y ama.
3er. día: Predicación del 14.02.1886
Cf. Mt 13, 31-35
El granito de mostaza se considera la semilla más pequeña de las que germinan en la huerta y sin embargo se desarrolla tanto que llega a ser un arbolito: por eso representa bien las pequeñas virtudes, las cuales pueden producir una gran santidad. En efecto, los grandes santos llegaron a su santidad no tanto por la práctica de virtudes extraordinarias, las cuales existen en muy raras ocasiones, sino con los actos repetidos e incesantes de pequeñas virtudes.
Así San José, no hizo cosas extraordinarias: mas con la práctica de las virtudes ordinarias y comunes llegó a aquella santidad que lo eleva sobre todos los demás santos. También Jesús no hizo siempre actos extraordinarios y heroicos, como el dejar a su madre y el morir en la cruz, pero cuántos pequeños actos de virtud hizo Él y cuánto mereció.
¡Cuántos pequeños actos de obediencia, humildad, paciencia podemos hacer! Estas pequeñas virtudes no conocidas por los hombres, pero muy agradables a Dios, hacen subir a una alta perfección y forman el árbol de la santidad cuya semilla no es más que un granito pequeño.
Cuánto deseo San Luis poder proceder como Francisco Javier, yendo a convertir a los infieles de las tierras de misión. Mas el Señor quiso de Él sacrificios pequeños, si bien numerosos y frecuentes, y él con la observancia perfecta de su regla pudo ganarse un hermosos trono de gloria.
La resolución que debemos tomar es la de tener mucha cuenta de las pequeñas virtudes, de cumplir momento a momento lo que Dios quiere, en el tiempo, en el modo, en las circunstancias que Él ha determinado, y quedarnos con el corazón con el corazón tranquilo y quieto, persuadidos que como el Señor ha guiado a otros a la santidad, así con su gracia nos guiará también a nosotros, con tal que seamos dóciles a su voluntad, y caminemos al paso, con su gracia, sin dar nunca ningún paso, ni más corto ni más largo, porque en la una y la otra manera corremos el riesgo de tropezar caminando contra la voluntad del Señor.
Es verdad que los santos, practicando las virtudes pequeñas, aspiraban a cosas grandes, pero siempre dependiendo de la voluntad de Dios.
El que queriendo ejecutar un dibujo, cambiara los colores indicados porque le parecen demasiado vivos o poco vistosos y no se atiene a las indicaciones recibidas, no lograría el efecto buscado: si al contrario ejecuta el dibujo exactamente, con los colores indicados por el artista, entonces el dibujo resulta magnífico y todos los admiran y alaban.
Así, si seguimos con exactitud el dibujo espiritual que el Señor ha trazado para nosotros, no descuidando ninguno de nuestros deberes, aún el más pequeño, practicando todas las pequeñas virtudes en la medida, en la manera, en las circunstancias que Dios quiere, sin cambiar nada, sin quitar o agregar, entonces el dibujo saldrá como lo ha concebido Dios (el Divino Artista) y será admirado y alabado no sólo por los hombres, sino también por Dios, por los ángeles y sus santos.
Tengamos confianza: si somos fieles en lo poco, el Señor nos dará un premio muy grande en el paraíso.
Más que las penitencias extraordinarias, como disciplinas y ayunos, debemos practicar las pequeñas mortificaciones interiores y exteriores. Santa Teresa de Jesús amonestaba así a los que ama excesivamente las penitencias corporales: "¿Qué culpa tienen los hombros si la lengua resbala?".
Tratemos de santificar las cosas pequeñas: un pequeño acto de paciencia o de caridad, acompañado por la recta intención, reviste un grandísimo mérito a los ojos de Dios.
Sean extraordinarios en las cosas ordinarias.
4to. día: Carta 206 (Acqui, 26 febrero 1981)
J.M.J.
Queridísimo Don Cortona,
Es la primera vez que tengo el consuelo de contestar una carta toda ella llena y hasta desbordante de buenas noticias, que he gustado y he dejado gustar también a Don Peloso y a Leone, como una deliciosa pieza musical, estupendamente armonizada del comienzo al final. San José es siempre el director de orquesta que da la entonación, pero a veces permite alguna pequeña nota desafinada. Sin embargo, en este su querido mes, quiere que todas las notas fluyan perfectas y melodiosas a fin de arrebatarnos el espíritu allá donde todo es armonía. El Santo Patriarca quiere dejarnos entender que en Belén, después de la horas de abandono y silenciosa espera, cuando se sucedieron las reconfortantes visitas entre cantos de paraíso. Dejo a Don Cortona poner en evidencia los diferentes aspectos que hay en estos dos cuadros: Belén y Santa Clara.
En cuanto a mí, no me queda otra cosa que sentirme contento de haberles hecho en mi última carta un augurio que fue del agrado del Señor; "Vayamos todos donde San José", les decía yo; y veo efectivamente que el Santo los ha tenido a todos a su alrededor en su viaje triunfal hacia el trono, también vio aumentar la familia de sus devotos, y muchos otros hijos como Uds. le han tributado una hermosa corona de gloria. Dios quiera que en este mes, se añadan nuevos devotos que le lleven aquellos dones de Belén, que él, después, en su condición de proveedor de la Sagrada Familia sabe administrar muy bien. Quiera Dios concederme la gracia de poder conservarnos siempre dignos de pertenecer a esta familia bendita y merecer recibir de las manos de su cabeza (jefe) el sustento cotidiano.
Gracias a Dios por el buen éxito en los exámenes de filosofía. A los interesados: plácemes y adelante. Muy bien y adelante también a Don Baratta que va aumentado títulos nuevos para recibir en breve el de Misionero Apostólico. Santa Clara abunda ya de todo: Predicadores, confesores, Catequistas, Profesores, Cultores de las bellas artes, sin olvidar a los Proveedores, los Ecónomos, los Maestros de Oficio, los Obreros, etc... Deseábamos a un Subdiácono y San José nos lo dará de aquí a muy poco y a su debido tiempo, nos hará también a un Diácono. También nos dejará faltar la salud y esperemos que en este mes fortalezca al hermano Alfonso, para que pueda tener entusiasmo en su servicio. Termino hablando del abrigo: por este invierno puedo prescindir de él y así el hermano Benedicto tendrá la tela disponible para la sotana. En un abrazo santo me confirmo queridísimo en el Señor.
José, Obispo.
5to. día: Carta 208 (8 marzo 1891)
A Don Cortona
... La obra, las dudas, la Providencia.!!! Tres palabras cargadas de significado que llaman a la memoria tres grandes consideraciones apenas armonizables entre sí. La primera y la última (obra y Providencia), con el apoyo de la fe, se logra concordarlas todavía un poco; pero sea que está al medio (deudas), a veces, no hay forma de hacerla concordar. Resumiendo lo que he dicho, si el trabajo proyectado es cuestión de poco gasto, adelante. Pero si no fuera así... detengámonos y esperemos que San José nos haga escuchar su voz. Estamos en su hermoso mes. D. Cortona predica sus glorias; los hermanos y toda la casas con los corazones unidos invocan su protección; el hermano Esteban les ofrece el homenaje de sus tribulaciones y el hermano Máximo, si él se lo pidiera en el nombre de Dios, le ofrece también el sacrificio de su vida, sacrificio doloroso por cierto, pero al mismo tiempo glorioso. Así entonces le diremos a nuestro gran Patriarca: "Henos aquí, todo para ti y tú sé todo para nosotros. Tú nos enseñas el camino, nos sostienes a cada paso, nos conduces a donde la Divina Providencia quiere que lleguemos, sea largo o corto el camino, fácil o difícil, se vea o no se vea por visión humana la meta, despacio o de prisa, nosotros contigo estamos seguros de caminar siempre bien.
Envio una especial bendición al buen hermano Máximo como prenda de las oraciones que elevo a Dios por él. Saludos cariñosos y muchos augurios de buena convalecencia al hermano Esteban cuando haya vuelvo a Santa Clara. A todos, especialmente a los sacerdotes (incluyendo al que está próximo a serlo, si el Obispo lo dispone) y a Don Cortona muchos saludos de su afectísimo.
Joseph Ep. us.
6to día: Carta 210 (Acqui 20.03.1891)
y Homilía (3.02.1889)
Queridísimo D. Cortona
He recibido en el día de San José las flores y las felicitaciones epigráficas, en dos idiomas, que me enviaron de Santa Clara. Espero ahora la relación de las solemnidad que me imagino habrá estado extraordinariamente bella y devota. José es como un brote que crece y los hijos de San José deben también crecer, siquiera en el amor a su santo Patrono. Con ocasión de mi onomástico me han llegado muchas promesas de oraciones y ayudas espirituales.
Quiero compartir todas estas generosas ofertas con mis queridos Oblatos: son como una riqueza a la cual también ellos tienen derecho. Del mismo modo que yo les comunico todo lo que es mío, los Hijos de San José me comunicarán todo lo que es suyo y cada uno podrá decir: "todo lo mío es vuestro y todo lo vuestro es mío, según la voluntad de Jesús que quería a sus discípulos perfectos en la unidad...".
"... Jesús, que es el vínculo dulcísimo de todos los corazones, no quiere absolutamente que nos separemos, sino al contrario, quiere estrechar nuestros corazones con lazos de fuerza y pureza mayor. Los dejo con el cuerpo, pero con el espíritu y el corazón, siempre estaré presente en medio de Uds. ...".
7mo. día: Carta 248 (6 marzo 1893)
A Felipe Navone
... He recibido tu carta en la cual me expones las dificultades que encuentras para continuar los estudios y las consideraciones hechas al propósito por Don Juan y Don Baratta.... San Pablo, al que deseas imitar, dejó escrito: "no todos pueden ser apóstoles, no todos profetas, no todos doctores... Anhelemos dones mejores...". Si Dios te quiere santo como un San Félix de Cantalicio, sería para ti una dicha y tú le serías compañero en el Paraíso por encima de muchos doctores. La Divina Bondad no ha dejado que te falten aquellos dones que sirven para forma a un buen religioso y a un miembro activo en el cuerpo de la Congregación de San José. Si a semejanza de este gran Patrono tú tuvieras que servir en oficios modestos e inferiores a los de San Pedro, tú pensarás que el Humilde Custodio de Jesús está en el cielo más alto que el gran Apóstol. Y tú te considerarás contento de la responsabilidad que el Señor te reserve aquí abajo, con la confianza que te será fácil, con la ayuda divina cumplirla de manera que merezcas una gran recompensa allá arriba. ¿A quién fue dicho: Yo seré tu recompensa muy grande? A Abraham, varón obediente y fiel.
El hermano Felipe no necesita exhortaciones para entrar en esa disposición de ánimo, que en un religioso es ya habitual. Esta disponibilidad yo la encuentro en todas las palabras de tu carta y entonce es superfluo que yo procure insinuártela. Más bien invocaré del Señor para ti la gracia de la perseverancia, y para todos un aumento de generosidad en el seguir el divino beneplácito reconocido en la voz de la obediencia.
También tú encomiéndame al Señor y hasta pronto en el nuevo camino de la finca de Casablanca. Recibe ahora con tu pequeña familia semi-eremítica los cordiales saludos de tu siempre afectísimo, en Jesús, José y María.
José, Obispo.
8vo. día: Cartas 234-225
A Don Cortona
Exclamemos concordemente siempre: ¡se haga la voluntad de Dios en todas las cosas! y meditemos mientras tanto en los hechos que suceden por permisión divina. El Hno. Máximo, fiel al llamado del Señor sube entre los ángeles al paraíso; el Hno. Pedro, infiel a su vocación se condena a la prisión del cuartel...¡Pobrecito! No supo humillar su juicio y le pareció dulce el poder tener el libre dominio de sí mismo, pero ahora se da cuenta que antes que ser señor de su juicio, poco a poco, se había vuelto esclavo. De él y del Hno. Máximo se pueden repetir las palabras de Santo Tomás de Aquino y aplicarlas en modo acomodaticio: "ve cómo una misma vocación puede tener un resultado tan diferente".
A decir verdad, esta última defección me ha dolido, más que sorprendido. No se toman decisiones tan radicales y con tan clara enérgica deliberación de la voluntad, sin haber antes movido temerariamente el pie hacia el resbaladero.
¡Ah la obediencia! No aquella que quiere abrir a veces un ojo para ver un poquito su provecho, sino aquella que se llama ciega... ¡Ah la obediencia, cuántas gracias nos atrae del cielo para no pisar en falso e ir derechos a la meta!
Lamentamos que no pocos hermanos hayan dejado secar los retoños de esta virtud que San José quería bien enraizada en sus corazones: deploremos su suerte y hagámosla objeto de meditación para nosotros... San José interceda por nosotros... (C. 234; 4.04, 1892)... De parte nuestra debemos siempre la preferencia en la balanza a la autoridad y podremos esperar que Dios, Autoridad Suprema, en miles de modos y en cosas de orden más elevado, hará que la misma balanza, sin que otros se den cuenta y a veces en contra de ellos, se incline en favor de nuestra causa...(C. 225 23.01.1892).
9no día: Cartas 271-278 (24 octubre 1894/4 marzo 1895)
A Don Cortona
... Alrededor de los hermanos de San José la oscuridad espiritual va aumentado siempre más; una tal oscuridad que prácticamente nos impide mover un solo paso con seguridad. Que sean benditas también estas espantosas tinieblas si vienen por voluntad del Señor. Caminaremos con confianza en la oscuridad pensando que los Ángeles nos estás cuidando para no dejarnos tropezar. Adelantaremos por centímetros si no podemos hacerlo corriendo y ni al paso, pero estaremos de pie. Pero ¿cuándo vendrá la luz? Este es el secreto de Dios. Podemos suspirar por esta luz como se suspira por el alba del día, pero, como a ésta, no podemos acelerarla ni un sólo minuto. Debemos, sin embargo, tener la mirada fija hacia el oriente, exactamente donde se deja ver la luz de la mañana; que nos nos suceda confundirla con la aurora boreal que ilusiona al peregrino... Mientras tanto, San José se digne cubrir con su paterno manto a sus devotos hijos... (C. 272).
"Estén todos de buen ánimo bajo el paternal manto de San José, lugar de segurísimo refugio en las tribulaciones y angustias de la vida, también para su afectísimo.
José Obispo (C. 278)
3. PRECES
I ESQUEMA
Celebrante: La omnipotencia de Dios se manifiesta sobre todo en la misericordia y en el perdón: confiados a Él dirigimos nuestras súplicas, por la intercesión de la Virgen María, San José, San José Marello y de todos los santos.
- Por el Papa Francisco, sucesor de San Pedro y Pastor de la grey de Cristo, para que el Señor le done gracias, salud y le apoye en el anuncio del Evangelio y en su servicio a bien de la unidad de la Iglesia y la paz del mundo.
V. Oremos:
- Para que en nuestra Iglesia el obispo, los presbíteros, los diáconos, las personas consagradas y todos los fieles tengan los mismos sentimientos de Cristo emulándose recíprocamente en la caridad y el servicio mutuo en todas las obras.
V. Oremos:
- Para que en nuestras parroquias aumenten siempre la fe, la esperanza y la caridad activa, dando testimonio generoso de la vida cristiana que San José Marello enseñaba con insistencia de palabras, escritos y vida.
V. Oremos:
- Para que los Oblatos de San José siguiendo las huellas de su Fundador, y fieles a su carisma, se comprometan sin cansarse a extender el Reino de Dios en la formación de los jóvenes, la catequesis y el servicio de los pobres.
V. Oremos:
- Para que en nuestras familias se redescubra el respeto y la obediencia al Evangelio y a sus exigencias: ellas son el camino seguro de su desarrollo y seguridad en la mutua comprensión y paciencia.
V. Oremos:
- Para que los jóvenes de nuestras parroquias abran su corazón con total confianza en Cristo y le sepan aceptar fiel y generosamente en el futuro de su vida como Él se los vaya preparando.
Oración
Oh Dios que has inspirado a San José Marello, Obispo, el ardiente deseo de expresar con la vida interior y el apostolado el misterio cristiano, como lo vivió San José, el custodio del Redentor, por su intercesión concédenos imitarle en la íntima unión y en el celo por el servicio a la Iglesia. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
II ESQUEMA
Celebrante: Oremos a Dios Padre todo poderoso, fuente y origen de toda santidad y de todo bien y presentémosle humildemente nuestras súplicas:
- Por el Papa Francisco, por los obispos y todos los sagrados ministros, para que con amor cuiden del pueblo que tienen encomendado, como lo hizo San José Marello.
- Por los sacerdotes y todo el pueblo cristiano, para que fieles a la doctrina de los venerables pastores de la Iglesia, como San José Marello, lleguen a participar de su gloria.
- Por los que tienen abundancia de bienes en la tierra: para que comprendan que sus riquezas están al servicio de todos y las empleen sin egoísmo, con la generosidad y el cariño que tuvo San José Marello.
- Por los que se han apartado de la senda del bien: para que reconozcan la voz de Dios, se conviertan al Señor y así el día de su venida gloriosa los encuentre en vela.
- Por nuestra Parroquia y todos los Oblatos: para que aumente en nosotros la fe, esperanza y caridad como las tuvo abundantes San José Marello a servicio de los fieles, particularmente de los enfermos y abandonados.
Oración
Llegue a tu presencia, Dios de misericordia, la voz de tu Iglesia suplicante, para que obtenga de tu bondad los beneficios que ha pedido, como los obtuvo el Obispo San José Marello.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
III ESQUEMA
Celebrante: Oremos a Dios nuestro Padre con la confianza de hijos, como sabía hacer San José Marello, para vivir según su carisma y la misión que ha sido entregada a los Oblatos de San José.
- Para que el testimonio de nuestros obispos, como el de San José Marello, nos estimule a caminar en la senda de la perfección con corazón sencillo y humilde.
- Para que la palabra del Papa, los Obispos y los Superiores sea portadora de la luz, esperanza y confianza en Dios, a nuestros sacerdotes como lo fue para San José Marello.
- Para que nuestros guías espirituales, sacerdotes y hermanos oblatos vivan y muestren en sus enseñanzas y acciones el espíritu de servicio humilde y sincero que tuvo San José Marello.
- Que nuestros jóvenes se abran a la escucha de la voz de Dios que les habla al corazón e imitando a San José Marello, la reconozcan en las circunstancias difíciles de su vida, y así puedan caminar en la senda que Dios les ha manifestado.
- Por nuestros seminaristas, para que sepan continuar con fidelidad y generosidad en el camino del servicio a Dios y a los hermanos, según el espíritu y el ejemplo de San José Marello, imitando la fidelidad y generosidad de San José nuestro Modelo y Protector.
Oración
Dios todopoderoso, te rogamos que por la intercesión de San José Marello, derrames sobre nosotros tu gracia salvadora y nos concedas servirte con entrega generosa, amando a nuestros hermanos con amor incansable, como ya lo hizo San José Marello, con el sacrifico de su vida a los pies de la Virgen, Madre de Misericordia.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
4. HIMNO A SAN JOSÉ MARELLO
En la tierra que el Alpe corona
nuevo santo nos ha sido dado, cual modelo sin sombra esculpido
a quien Dios en su amor consumó.
OH MARELLO MANSO, HUMILDE, GLORIA A TI.
QUE TOMASTE A SAN JOSÉ POR GRAN MODELO.
EXULTANTE CANTA EL PUEBLO TU VICTORIA
Y A DIOS DA GLORIA, Y A DIOS DA GLORIA.
Nuestra Madre, la Virgen María
te inspira de Dios la llamada:
del peligro del mundo te salva,
te acompaña hasta el último fin.
OH MARELLO MANSO, HUMILDE, GLORIA A TI.
QUE TOMASTE A SAN JOSÉ POR GRAN MODELO.
EXULTANTE CANTA EL PUEBLO TU VICTORIA
Y A DIOS DA GLORIA, Y A DIOS DA GLORIA.
A José tomaste por modelo
en la vida humilde y sencilla,
de José imitaste el cuidado
por los intereses de Jesús.
OH MARELLO MANSO, HUMILDE, GLORIA A TI.
QUE TOMASTE A SAN JOSÉ POR GRAN MODELO.
EXULTANTE CANTA EL PUEBLO TU VICTORIA
Y A DIOS DA GLORIA, Y A DIOS DA GLORIA.
Protector de los pobres y ancianos,
de los jóvenes fuiste su amigo,
de los niños, su tierno custodio,
de los fieles, amable pastor.
OH MARELLO MANSO, HUMILDE, GLORIA A TI.
QUE TOMASTE A SAN JOSÉ POR GRAN MODELO.
EXULTANTE CANTA EL PUEBLO TU VICTORIA
Y A DIOS DA GLORIA, Y A DIOS DA GLORIA.
Escuadrón de Oblatos te sigue
en servicio de la santa Iglesia,
sacrificas por ellos tu vida,
por amor te entregas a Dios.
OH MARELLO MANSO, HUMILDE, GLORIA A TI.
QUE TOMASTE A SAN JOSÉ POR GRAN MODELO.
EXULTANTE CANTA EL PUEBLO TU VICTORIA
Y A DIOS DA GLORIA, Y A DIOS DA GLORIA.
Tomado del Libro: Manual de Oraciones
Congregación Oblatos de San José
Seminario San José Marello
Santa Eulalia, Lima, Perú
Imágenes tomadas: Seminario San José Marello,
Santa Eulalia, Lima
PIERDE A SU MADRE A LOS 4 AÑOS
UN EJEMPLO ENTRE SUS AMIGOS DE INFANCIA.
DE VACACIONES EN SAVONA, DESCUBRE SU VOCACIÓN Y HABLA CON SU PADRE.
DECIDE INGRESAR AL SEMINARIO
UN EJEMPLO ENTRE LOS SEMINARISTAS.
AL SALIR DEL SEMINARIO.
ENFERMO DE TIFUS, LA VIRGEN LE DA SU AUXILIO
DE REGRESO AL SEMINARIO.
UN HOMBRE DEDICADO A LOS ESTUDIOS ECLESIÁSTICOS.
RECIBE EL ORDEN SACERDOTAL
SECRETARIO Y CONFESOR DEL OBISPO.
SAN JOSÉ, SU MODELO A SEGUIR PARA CUIDAR LOS INTERESES DE JESÚS.
HOMBRE DILIGENTE EN TODAS LAS ACTIVIDADES QUE LE ENCARGABAN.
SIEMPRE SINTIÓ AMOR ESPECIAL POR LOS ANCIANOS Y NECESITADOS.
NOMBRADO OBISPO DE ACQUI.
UN ENAMORADO DEL SACERDOCIO Y DE CRISTO.
UN ESPECIAL AMOR POR LOS NIÑOS Y JÓVENES.
VISITANDO A SU DIÓCESIS, EN ESPECIAL A LOS QUE MÁS LO NECESITAN.
PASTOR PARA SU PUEBLO.
CELEBRA SU ÚLTIMA MISA.
SUFRE UN DESMAYO DURANTE LA CELEBRACIÓN.
ENFERMO Y CANSADO POR SU CELO PASTORAL, VUELVE A LA CASA DEL PADRE.
Vida de San Giuseppe Marello
Fundador de los Oblatos de San José.
(tomado del libro escrito por Roberto Agostinho, osj)
Giuseppe Chiaffredo Stefano Marello nació el 26 de diciembre de 1844 en la ciudad de Turín.
El Bimbo fue bautizado el mismo día, en la parroquia de Corpus Domini.
Giuseppe era el hijo de Vincenzo Marello, nacido en San Martino en 1807 y era un próspero comerciante de quesos.
La madre, Anna Maria Viale, nació en Venaria Reale, en 1824, quien a la edad de 24 años murió dejando a Giuseppe y su hermano pequeño Vittorio, nacido en 1847, con su padre y su tía Caterina.
Papá Vincenzo se encontraba en una situación muy difícil y en busca de un mejor alojamiento para sus hijos, en 1852 se mudó a San Martino, donde nació y donde vivían sus familiares. En San Martino, Giuseppe y Vittoro recibieron una buena educación cristiana de parte de su padre y sus abuelos paternos.
La falta de la madre aumentó el amor por la Madre celestial en el pequeño Giuseppe: María. Desde entonces, la Virgen siempre ha estado presente en los momentos más importantes de su vida.
De niño, Giuseppe se distinguió por sus buenas cualidades. El párroco, Don Giovanni Battista Torchio, lo tenía en gran estima ... y Giuseppe se convirtió en su monaguillo más asiduo.
Su corazón ya estaba lleno de bondad para todos desde entonces.
José recibió la Eucaristía por primera vez como un tesoro que no tiene precio.
La confirmación le fue conferida por el obispo de Asti, Mons. Filippo Artico, en 1855.
Debido a su auténtica piedad y sus otras virtudes, Don Torchio encargó a José que enseñara el catecismo a los niños más pequeños.
LA LLAMADA
Un día, en 1856, el padre de Vincenzo llevó a su hijo Giuseppe a Savona. Quería mostrarle el encanto de su vida como comerciante. En esa ocasión, también visitaron el Santuario de la Madonna della Misericordia. Allí, a través de la intercesión de María, José sintió que Dios lo estaba llamando a la vida sacerdotal. En el camino de regreso, tomó coraje y le dijo a su padre: "¡Quiero ir al seminario y tener un sacerdote!"
Su deseo comenzó a hacerse realidad ese mismo año: Giuseppe ingresó en el seminario diocesano de Asti. En el seminario, Giuseppe pudo desarrollar plenamente sus cualidades. Tenía el don de soportar los espíritus fli y por eso no le fue difícil hacer tantos amigos. Con algunos la amistad duró toda la vida: Stefano Delaude, Giuseppe Riccio, Stefano Rossetti y Celso Egidio Motta. Incluso durante las vacaciones permanecieron unidos escribiendo largas cartas.
La situación empeoró a partir de 1859, cuando los seminarios se convirtieron en cuarteles y almacenes militares. Los seminaristas se vieron obligados a buscar alojamiento con familias privadas. En 1862, nuestro Giuseppe ya no podía soportar el peso de la crisis ...
... y terminé yendo a casa. Tenía calidad e inteligencia; y por eso no le fue difícil ser admitido en la Escuela Técnica de Turín. Pero se sentía como un "pez fuera del agua". Todo era terriblemente complicado: crisis social y política, anticlericalismo, guerra. ¿Qué hacer para este pobre mundo? Un amigo le dio la respuesta:
<< ¡Naciste para ser sacerdote! >>.
Infeliz en el ruido del mundo, Giuseppe se encontró sin saber qué hacer con su vida. Era necesario que el mismo Dios le mostrara el camino, haciéndole pasar por una experiencia providencial de dolor. En 1863, Giuseppe se enfermó gravemente de fiebre tifoidea. En el delirio de la fiebre, ¡siempre tenía la túnica del sacerdote ante sus ojos! Luego se dirigió a la Virgen y le prometió regresar al seminario, si había recuperado su salud. Sanó milagrosamente y, a principios de 1864, regresó al seminario, recibido con alegría por sus superiores y compañeros. A partir de ese momento ya no tuvo más incertidumbres. ¡Estaba convencido de que el remedio para todos los males y la solución de todos los problemas siempre se encuentran en Dios!
Los estudios continúan. Giuseppe se dedicó con gran entusiasmo a su propia formación ... ¡tratando de crecer especialmente en la vida espiritual! ¡Todos fueron admirados para ver cuánta devoción oraba! En 1865, el ejército dejó libre el seminario y los seminaristas pudieron regresar al ambiente más adecuado para su formación. En los años de la teología, Giuseppe Marello fue elegido como asistente de los clérigos; Y cumplió esta tarea con gran responsabilidad y amor. Para ayudar a sus compañeros más pobres, no tuvo reparos en vaciar la billetera papal, cada vez que lo visitaba.
El último año de teología, en septiembre de 1867, Giuseppe Marello regresó como peregrino al Santuario de la Madonna della Misericordia en Savona, para pedirle a María, madre de su vocación, que lo protegiera en la última etapa de preparación para el sacerdocio.
VIDA SACERDOTAL
Giuseppe fue ordenado sacerdote en Asti por Mons. Carlo Savio, el 19 de septiembre de 1868. No hay palabras para describir sus sentimientos cuando celebró la Primera Misa.
Don Marello eligió a San José como modelo para su ministerio. Habiéndose convertido en sacerdote, Don Marello se sentía listo para trabajar en todos los campos de la Iglesia donde había necesidad. Soñaba con ir a alguna parroquia, pero el obispo lo eligió como su secretario. Con el tiempo, la colaboración con Mons. Savio le hizo adquirir un gran conocimiento de la vida de la Iglesia. Don Giuseppe Marello fue un verdadero director de espíritus. Podía leer corazones. Era un supervisor sabio y prudente. ¡Incluso el obispo fue, más de una vez, a confesarle!
Cuanto más buscaba Don Giuseppe solo a Dios, más se sentía atraído por él. Así comenzó a sentir el deseo de servirlo de manera radical, como trapense ... Mons. Pero Savio lo disuadió, haciéndole entender que Dios quería de él una gran obra apostólica en el mundo. En 1869 acompañó al obispo a Roma para la celebración del Concilio Vaticano I. Don Giuseppe se mostró entusiasmado con la Ciudad Eterna y sintió el deseo de ponerse a disposición de la Iglesia por completo.
FUNDADOR DE LOS OBLATOS DE SAN GIUSEPPE
<< Para aquellos que desean seguir al Maestro divino más de cerca con la observancia de los Concilios Evangélicos, ¡la Casa de San José está abierta! >>
A partir de 1872, viendo las necesidades pastorales de la Iglesia, y especialmente de los jóvenes, Don Giuseppe trazó el primer borrador de la "Compagnia di San Giuseppe". Su sueño se hizo realidad en 1878, cuando fundó la Congregación de los Oblatos de San José: a sus miembros se comprometió a servir a la Iglesia, reproduciendo las virtudes de San José en la vida y en el apostolado. Su sueño se hizo realidad en 1878, cuando fundó la Congregación de los Oblatos de San José: a sus miembros se comprometió a servir a la Iglesia, reproduciendo las virtudes de San José en el espíritu y el apostolado. Don Marello comenzó a buscar jóvenes valientes ... y logró poner a los primeros cuatro candidatos: Giorgio Medico, Pier Luigi Biamino, Giuseppe Luigi Rey y Vincenzo franco. Así, el 14 de marzo de 1878, en Asti,
Los Oblatos eran solo hermanos laicos y vivían juntos en la pobreza y el ocultamiento. Enseñaron a los niños el catecismo ... y se ocuparon de los trabajos más humildes en las parroquias. En la noche, el Fundador instruyó a sus hijos espirituales con preciosas reflexiones, fruto de largos años de estudio, meditación y la práctica del Amor de Dios. El ideal que el Fundador transmitió a los suyos está bien resumido en el Escudo de Armas de su Congreso. . El Obispo Savio se dio cuenta inmediatamente de la gracia que representaban los Oblatos para la Diócesis y para la Iglesia; Y le dio todo su apoyo a su fundador. Unos meses más tarde, otros dos candidatos fueron admitidos: Francesco Ponzo y Giuseppe Capussotto.
El emblema de la congregación:
El escudo de armas está formado por un escudo, dentro del cual se alza el ancla en el mar tormentoso, coronado por el nombre latino del patrón José.
El escudo está decorado con una palma, un símbolo del martirio y un lirio que simboliza la pureza. En general brilla la Estrella con la M de María; y la parte inferior está atravesada por el cartucho, que lleva la inscripción latina que se refiere a San José: Salus nostra en manu tua = nuestra salvación está en tus manos.
San José Marello quería que sus Oblatos fueran "cartujos y apóstoles". El "cartujo" es un monje de vida austera, que en el silencio de la célula dedica su tiempo a la oración y al trabajo. En casa, el Oblato de San José debe hacer suyo este mismo santo y laborioso recuerdo. Cuando en cambio se llama a la actividad pastoral, el oblato debe sentirse como un verdadero apóstol de Jesús y demostrar competencia, iniciativa y valor. Poco después de la fundación, algunos de los primeros miembros abandonaron la Congregación: Luigi y Vincenzo quisieron convertirse en sacerdotes y entraron en la semiratio diocesano; Pier Luigi tomó una esposa; Francisco y José se quedaron quietos por un tiempo en la Congregación, pero al final también salieron ... En 1881, Mons. Savio, amigo y consejero de Don Marello, murió después de una larga enfermedad. Como nuevo obispo de Asti, fue nombrado como Monseñor Giuseppe Giuseppe Ronco: de corazón justo y bueno, tenía caminos bruscos y ásperos, que no lo hacían muy agradable. Llegó a Asti de alguna manera parcial contra su clero, pero con el tiempo aprendió a apreciar a los que se merecía. Ni siquiera hacia Marello, al principio monseñor Ronco fue muy amable ... Durante mucho tiempo el obispo se comportó como si el Congreso no existiera ...La entrada de Don Cortona en Congragazione fue interpretada por el Fundador como un signo de la voluntad de Dios de que entre los Oblatos también había sacerdotes. Desde entonces, otros miembros del instituto comenzaron a estudiar para recibir el sacramento de las Órdenes.
En 1884, los Oblatos se mudaron a un antiguo monasterio de Clarisse, requisado por el Estado y reducido a uso profano, y ahora puestos a la venta. "Santa Chiara" se convirtió así en el corazón y centro de la Congregación. Ahora Santa Chiara estaba llena de numerosas "familias" de necesitados: huérfanos, ancianos, pacientes incurables ... Se necesitaba mucho dinero todos los días para cubrir los gastos necesarios ... Don Marello vivía en la pobreza absoluta, gastando todo por él. pobres. En 1884 organizó con sus oblatos el Catecismo vespertino para los jóvenes trabajadores de la ciudad. La iniciativa, una novedad absoluta para aquellos tiempos, atrajo a un gran número de jóvenes ansiosos por educarse en la fe y acercarse al sacramento de la Eucaristía. Nadie lo vio nunca tan irritado ni impaciente, sino siempre tranquilo, sereno y amable con todos.
¿El secreto de su fuerza? La gran confianza en María Santísima y en San José, ... la ardiente devoción al Sagrado Corazón de Jesús, por la cual se sintió tan amado, ... la Eucaristía como alimento diario, ... y una vida de profunda oración. ! Con el tiempo, monseñor Ronco comenzó a apreciar a Marello: desde entonces, no escatimó elogios y le encomendó tareas cada vez más importantes.
Durante veinte años, Don Giuseppe Marello sirvió a la diócesis de Asti con humildad y competencia, cubriendo oficinas cada vez más importantes. ¡Hasta que en 1888 fue nombrado obispo!
OBISPO DE ACQUI
La noticia de la cita recayó en Santa Chiara como un rayo desde el azul. La idea de que el Fundador debería haberse alejado de ellos causó una gran tristeza en todos ... pero de inmediato dio paso a la alegría de los Oblatos, por el gran honor otorgado a su Padre y Fundador.
EL 17 DE FEBRERO DE 1889 GIUSEPPE MARELLO OBISPO DE LA SANTA IGLESIA SUCESORA DE LOS APÓSTOLES.
El arzobispo Marello insistió insistentemente al Espíritu Santo para que le enviara sus regalos, para enfrentar los deberes del pastor de una manera santa. Él mismo diseñó su escudo de armas episcopal. El 16 de junio de 1889 hizo la entrada solemne de la ciudad de Acqui, el centro de su diócesis.
El escudo de armas episcopal.
En el escudo de armas, el nuevo obispo confía su ministerio a la protección de María: el monograma mariano (M y A entrelazados) en el mar tormentoso y el lema "Dame un camino seguro" expresan toda su confianza en ella, que es la ayuda de los cristianos.
A pesar de las incomodidades de la mala salud y los caminos de montaña, Mons. Marello también visitó las parroquias más distantes. Siempre fue recibido con entusiasmo: su presencia causó una impresión vívida y dejó en todo un mensaje de paz, esperanza y fe. Incluso los enemigos declarados de la Iglesia y de la religión quedaron vencidos por su bondad y no le negaron su estima. El arzobispo Marello también se ganó la confianza y el afecto de todo el clero de la diócesis ... incluso si, cuando era necesario, sabía cómo ser fuerte y estricto para corregir errores y desobediencias. El obispo Marello no ocultó su predilección por los ancianos ... ¡y por la juventud! Siempre estaba dispuesto a prestar atención a los afligidos o angustiados. Su vida fue un testimonio luminoso de fidelidad al Papa ya la Iglesia.
Mientras tanto, en Asti ...
Desde que Monseñor Marello se mudó a Acqui, Don Cortona había tomado su lugar en dirección al Congreso, como un hombre de confianza del Fundador. Incluso desde lejos, el obispo Marello continuó liderando a sus Oblatos con muchas cartas de aliento y formación ... y visitándolos tan a menudo como pudo. Cuando Mons. Marello logró tomarse unos días de descanso en la villa de verano de la diócesis de Acqui, en Strevi, siempre quiso acompañar a algunos de los Oblatos ... En 1893, Mons. Marello compró el castillo de Frinco para la Congregación, no lejos de Asti: durante muchos años fue una casa de entrenamiento y vacaciones para los oblatos.
Nadie podía saber que Dios tenía diferentes proyectos en él que los que imaginaban los hombres: Dios se estaba preparando para llevarlo consigo, ya que uno atrapa una hermosa flor ... En muchos casos, era imposible para él ocultar la fatiga y el sufrimiento; pero hasta el final, aunque agotado, quería cumplir con su deber de pastor. Se fue a Savona el 25 de mayo: su dolor de cabeza lo hizo sufrir terriblemente y el viaje fue muy agotador para él. Al día siguiente, después de celebrar la Santa Misa, fue capturado por una escena ... El 27 de mayo quiso ir al Santuario de la Misericordia para celebrar la Santa Misa en el altar de la Virgen. Ese día, sintiéndose al final de su vida, repitió su oferta a Dios; luego, pensando en su Congregación en peligro, se dirigió confiadamente a Nuestra Señora: << Tómame, ¡Pero salva a mi Congreso ...! >> ... Y DIOS ACEPTÓ SU SACRIFICIO. En la tarde y en los días siguientes, la enfermedad se deterioró rápidamente: antes de que se diera cuenta, la muerte acortó su existencia. Fue el 30 de mayo de 1895, el jueves antes de Pentecostés. Apenas pasadas las 6.00 de la noche, las campanas sonaban en el Ave María ... Mientras se rezaban las primeras oraciones de sufragio en la sala, Mons. Giuseppe Marello fue recibido por Dios en su paz ...
La fama de santidad de Giuseppe Marello no se extendió mucho. precisamente porque en la tierra siempre se había esforzado por vivir tan oculto como San José, Dios quiso del cielo que su tesoro espiritual se abriera y se revelara a todos, en beneficio de toda la Iglesia ... En 1924 comenzó el largo proceso de reconocimiento. Oficial de su santidad. El proceso es largo y se lleva a cabo en más tiempo.
1. Después de un estudio minucioso de su vida, sus escritos y los testimonios de lo que sabía, en 1978, Pablo VI declaró que Giuseppe Marello en su vida había practicado las virtudes cristianas de una manera heroica y podía ser honrado como "Venerable".
2. Para lograr el siguiente grado (la Beatificación), se requirió un milagro requerido por la intercesión de Marello. El milagro tuvo lugar en 1944, en Armeno, en la provincia de Novara. Aldo Falconetti, un clérigo de los oblatos, se estaba muriendo de una forma de tuberculosis. El arzobispo Marello se dirigió a la intercesión, colocando su reliquia debajo de la almohada del enfermo y rezando por su recuperación. A la mañana siguiente, Aldo Falconetti, completamente curado, bajó con sus compañeros para orar en la capilla, para agradecer la bondad de Dios y la intercesión paternal del obispo Marello.
3. En 1993, la curación del clérigo Aldo Falconetti fue reconocida como milagrosa. Así, el 26 de septiembre de 1993, en Asti, Juan Pablo II proclamó a Giuseppe Marello "Beato" y permitió su adoración, aunque en una forma reducida.
4. Para el grado más alto, la Canonización, se necesitaba otro milagro. Y sucedió en 1998, en Ranquish, en los Andes del Perú. El 15 de mayo, Alfredo e Isila, dos hermanos pequeños pobres y desnutridos, contraen neumonía. Lejos del hospital, sin medios para comprar medicamentos y debilitado por la desnutrición, quedó claro de inmediato que solo un milagro podría salvarlos. Los padres de Alfredo e Isila no dudaron ni un momento: rezaron e invitaron al Beato Marello, a quien está dedicada la capilla de su aldea. Y de repente, en la tarde del 17 de mayo, Alfredo e Isila ya no muestran signos de enfermedad. Completamente curados, pudieron reanudar la fiesta con los padres y otros aldeanos, en la procesión en honor del Beato Marello.
La canonización se llevó a cabo en Roma, el domingo 25 de noviembre de 2001, por el Papa Juan Pablo II.
Predicación de San José Marello
"[A veces] Jesús retira sus consuelos sensibles y nos deja solos en los brazos de la fe, y ¡ay! de nosotros si ésta fe no es fuerte y generosa. Él se retira de nosotros para que no nos apeguemos demasiado a las alegrías sensibles, de la misma forma que tenía que separarse de sus apóstoles,cuando su exagerado apego a su humanidad no les permitía comprender su divinidad y enamorarse de las alegrías celestiales. Al retirarse de nosotros, sin embargo, Jesús nos envía al Espíritu Santo, al Espíritu consolador que nos sostiene, nos ayuda y nos fortalece. Aunque no lo vemos con los ojos, sentimos sus buenos y saludables afectos. Cuando el Espíritu Santo nos ve decaer en nuestra debilidad, prontamente se infiltra en nuestro corazón. Con santas inspiraciones, con luces celestes e impulsos interiores, intenta despertarnos suavemente, reavivar nuestra fe, esclarecer nuestra mente,
ensanchar nuestro corazón y restaurarnos la alegría y la paz del alma. El Espíritu de verdad habla a nuestro corazón del Padre y del Hijo, a quienes está unido por naturaleza divina. Así, Jesús sigue todavía con nosotros y siempre nos da la gracia para vencer, aun cuando no lo sintamos. A veces
nos podemos encontrar sin ganas de seguir luchando, o hasta podemos sentir gran repugnancia por esforzarnos a ponernos, otra vez, en buen camino. No debemos dejar que estos sentimientos nos desanimen, ya que es precisamente
en estos momentos que Jesús nos quiere probar y hacernos obrar únicamente por la fe. Es este hilo de fe que nos debe salvar y que Jesús recompensará con muchísima generosidad".
(SAN JOSÉ MARELLO -Predicación en Santa Clara. 19 de Mayo de 1889)
AGRADECIMIENTO DE NUESTROS NEO-SACERDOTES
Venid conmigo y les hare pescadores de hombres. Mc 1,17.
Esta cita del evangelio de San Marcos, viene a resumir el itinerario vocacional que el Señor ha hecho hoy con nosotros.
El Señor llamó a los Discípulos en el mar de Galilea para que dejándolo todo lo siguieran. Esta llamada que Jesús hizo en aquel tiempo se actualiza cada vez que alguien es llamado a seguirle, y se hace realidad hoy en nosotros.
En primer lugar agradecemos a Dios por la vocación a la que hemos sido llamados sin ningún mérito nuestro, el SEÑOR HA SIDO GRANDE CON NOSOTROS Y ESTAMOS ALEGRES, han sido más de 10 años de preparación en los que Dios nos ha sostenido y bendecido. Hoy más que nunca queremos renovar el compromiso de seguir anunciando el Reino de Dios.
Agradecemos de manera especial al Mons: Rafael Escudero, por habernos conferido el ministerio sacerdotal a través de la imposición de sus manos, Monseñor cuente con nuestra humilde oración y nos encomendamos a la suya.
Damos gracias a nuestra familia religiosa de los Oblatos de San José, superiores, formadores, y a todos los integrantes desde el más mayor (P. Juanito, Marcelo, Pedro, Guillermo Álvarez) y a todos los Oblatos que nos han acompañado a lo largo de nuestra formación, Gracias por habernos heredado este legado de amor y fidelidad a Dios y a la congregación.
Agradecemos de todo corazón a nuestra familia por su amor y apoyo incondicional a lo largo de toda nuestra vida, y por haber hecho el gran esfuerzo de acompañarnos en este día muy especial, (a pesar de las circunstancia) así mismo nuestro agradecimiento especial a nuestros familiares, amigos y conocidos que nos acompañan con su oración y presencia a través de las redes sociales.
Del mismo modo queremos agradecer a los amigos de San José, y bienhechores, por su oración por nuestra perseverancia y su ayuda material en la formación de las Vocaciones de los Oblatos de San José.
Una agradecimiento especial al coro, que Dios por intercesión de San José los cuide.
A cada uno de ustedes les pedimos que sigan orando por todas las vocaciones, así mismo para que ejerzamos nuestro ministerio según el corazón de Cristo, que allí donde la Divina Providencia nos quiera no brillemos nosotros, sino la presencia de Cristo en nosotros.
“Que la alegría reine entre los hijos de San José”… ¡GRACIAS!
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FUENTE: https://www.facebook.com/Oblatosdesanjose/
Oblatos de San José - Provincia del Perú
Oblatos de San José - Provincia del Perú
Enero 2021
Fuente: https://www.facebook.com/Oblatosdesanjose
HISTORIA DE LA PROVINCIA DEL PERÚ
El 14 de marzo de 1878, el padre José Marello fundó la Congregación de los Oblatos de San José en la ciudad de Asti, Italia. La Congregación es una comunidad religiosa, joven, dinámica, dispuesta al servicio y con un sentido del compromiso muy elevado. El querer del Fundador era constituir una comunidad de verdaderos discípulos de Jesucristo, donde se viviera el mandamiento de la caridad con un estilo de vida fraternal a imitación de la Sagrada Familia y donde sus miembros se inspirarán en san José, el primero que cuidó los intereses de Jesús.
La Congregación rápidamente fue creciendo en miembros generosos y muy comprometidos en el seguimiento del Divino Maestro. A inicios de 1900 se desarrolló con gran impulso misionero y, concretamente, en 1915 llegaron los primeros misioneros a Filipinas y luego a Brasil en 1919. Después de la Segunda Guerra Mundial (1945), en la Casa Madre aún se contaban con muchísimos miembros, sacerdotes y hermanos que tenían el deseo de ser enviados a la misión. Eran, especialmente jóvenes animados por el «Circolo missionario». Este círculo lo conformaban los estudiantes, con el propósito de descubrir y crecer en la vocación misionera. Entonces, muchos de ellos –a pesar de los estragos de la guerra – esperaban ser enviados a las misiones, allí donde había más necesidad de clero, según el espíritu Oblato.
Los orígenes de la misión en el Perú.
En 1947 el P. Eugenio Gherlone, oblato de gran espíritu misionero, que había abierto las misiones de Filipinas y Estados Unidos, nombrado Vicario General, realizó un viaje a Argentina, Bolivia y Perú, con la finalidad de conocer dónde había más necesidad de la presencia de religiosos. A su regreso, el Consejo General decidió abrir las misiones de Perú y Bolivia.
El grupo que vino al Perú estuvo conformado por el P. Marcos Libardoni, P. Luis Paganini, P. Alberto Libardoni, P. Guillermo Calliari y el Hno. Isidro Intelisano. Los Oblatos misioneros venían para hacerse cargo de algunas parroquias de la diócesis de Huaraz en la sierra del departamento de Ancash, invitados por Monseñor Jacinto Valdivia.
Salieron de Asti el 6 de enero de 1948, cruzaron el mar de Génova hacia Barcelona, para luego tomar en Ceuta un barco de la Compañía Peruana de Vapores, que los llevó hasta Argentina. Llegando a Buenos Aires, prosiguieron su viaje. El equipaje fue llevado en barco por el estrecho de Magallanes hasta el Callao.
Los primeros misioneros cruzaron en tren los países de Argentina y Bolivia hasta llegar a La Paz. Fue un viaje no de días sino de semanas; toda una odisea por la falta de conocimiento de la geografía y sobre todo por la falta de medios económicos. Finalmente pudieron salir de La Paz, cruzaron el Lago Titicaca y en tren llegaron a Arequipa. De allí, viajaron en un ómnibus en mal estado y por una carretera de pésimas condiciones para llegar a Lima, donde pudieron recibir una hospitalidad bastante cordial y generosa por parte de los Salesianos.
Los Oblatos de San José llegan al Perú.
Enterado de la llegada de los Oblatos de San José a Lima, vino a su encuentro Mons. Jacinto Valdivia, Obispo de Huaraz. Después de prepararse, se enrumbaron en dirección a Chimbote, viaje que duró varios días. Una vez más en tren, que los dejó en la estación de Quiroz, allí cargaron el equipaje sobre mulas, y los misioneros siguieron el camino montando a caballo, llegaron finalmente a Cabana, la tarde del 13 de marzo; el viaje había durado dos meses y ocho días.
En Cabana, la llegada de los Oblatos de San José fue una gran fiesta para todo el pueblo. Y muy pronto se hicieron cargo de las diversas parroquias de Cabana: el P. Alberto fue a Huandoval; el P. Luis Paganini se encargó de Pallasca; el P. Guillermo Calliari se dirigió a Conchucos; el Hno. Isidro Intelisano se quedó en Cabana ayudando al P. Marcos, entre otras cosas, para la celebración de la Liturgia de la Palabra en el distrito de Corongo. Se reunían con frecuencia en Cabana para compartir en fraternidad y mantener los vínculos de la vida comunitaria – tan propios de nuestra espiritualidad –, especialmente para los retiros mensuales. A fin de año llegaron los primeros refuerzos, los padres Faustino Cimarolli y Ciro Palai.
Los Oblatos de San José en Lima.
Pasado algún tiempo llegaron también a Chimbote, pero no bastaba como punto de apoyo en la Costa; había necesidad de un centro en Lima, y el P. Marcos Libardoni consiguió del Cardenal Gualberto Guevara un lugar desocupado al pie del cerro San Cosme, al lado del Mercado Mayorista. Se plantó una cruz en un lugar descampado sobre un basural y se instituyó un Centro de Apostolado. Aquí se empezó a atender a los fieles al aire libre y después bajo algunas esteras mientras los padres se hospedaban en un cuarto prestado por las madres Misioneras de la Caridad, en la Urbanización Manzanilla.
Atendía a los fieles el P. José Salvi, que había venido de Bolivia y lo ayudaban el Hno. Isidro Intelisano y el P. José Comini. El 7 de febrero de 1951 este centro fue erigido como parroquia con el nombre de «La Sagrada Familia», siendo nombrado párroco el P. Marcos Libardoni hasta el año de 1958, cuando fue nombrado Prelado de Huari; dejando ya construida la iglesia, el alojamiento para los padres y la casa parroquial.
Ese año le sucedió como párroco el P. Juan Blengio que había venido de Bolivia: él abrió una escuela para los niños de la localidad, empezando con aulas de esteras. Poco a poco la escuela mejoró con la ayuda del P. Heil de los Marianistas, párroco de «Santa María Reina» en el distrito de San Isidro. Se extendió y aumentó hasta llegar a lo que es ahora: un edificio de tres pisos, con una nueva casa parroquial, y todos los servicios de atención social en un lugar tan difícil y pobre.
Con miras a un desarrollo vocacional el P. Marcos Libardoni había conseguido en Barranco en 1952 un lote de terreno – ex-noviciado de las Canonesas de la Cruz – con la ayuda de la bienhechora Isabel Pazos Varela. El 23 de marzo de 1953 se inició el pequeño seminario «Escuela Apostólica» bajo la dirección del P. Sebastián Fancello.
Poco a poco el seminario se extendió y aumentó en aulas, alumnos y habitaciones, enviando a Italia los primeros candidatos al noviciado en 1958.
Nueva generación de misioneros y la elección del primer Obispo Prelado de Huari.
Aumentó el personal en la misión con la llegada de P. Luis Zanzottera, P. Dante Frasnelli, P. Juan Anderloni, P. Mario Di Paolo, P. Antonio Lusso y P. Angel Sciandra (los dos últimos venían de Bolivia).
Un cambio grande en la expansión de la Congregación en el Perú fue la creación de la Prelatura de Huari, que abarcaba la serranía de Cabana y Corongo y otras tres provincias: Pomabamba, Huari y Huacrachuco, bajo la dirección del primer Obispo Prelado Monseñor Marcos Libardoni, quien tomó posesión de su sede en noviembre de 1958. Empezó pronto una gran visita de la nueva Prelatura con el P. Dante Frasnelli, antes párroco de Pallasca y luego Vicario General.
Otros padres fueron trasladados de sus parroquias, como es el caso del P. Faustino, que de Pallasca fue enviado a la parroquia de Huacrachuco. A Llamellín fue enviado el P. Carlos Corazzola quien llegaba de Italia. Para la casa de formación llegó el P. Marcelo Corazzola en 1963.
Crecimiento de las parroquias en Lima y colegios en Chimbote.
Habiendo aumentado mucho la población de la parroquia «La Sagrada Familia», debido a su amplísima extensión, en 1963 se formaron las dos nuevas parroquias: «Nuestra Señora del Buen Consejo» y «Divino Maestro» a cargo de los padres Santiago Sandri y Juan Anderloni, respectivamente. Los dos tuvieron que construir – antes que nada – el centro parroquial y el templo, con gran esfuerzo por parte de ellos y de su comunidad parroquial; las dos parroquias crecieron velozmente con la participación de nuevos fieles.
En Chimbote, constituida ya como una pequeña ciudad, el P. Ángel Sciandra, llegado de Bolivia, se dedicó a la educación: fundó el colegio «Antonio Raimondi» al costado de la iglesia matriz y la escuela «Niño Dios» para los pobres de los barrios nuevos como «El Progreso». En la pastoral, trabajó también en la difusión de la Legión de María en Chimbote y en Trujillo. Lamentablemente falleció en un accidente de tránsito cuando regresaba de Lima con la aprobación de la escuela «Niño Dios».
Mons. Marcos, que había asistido al Concilio Vaticano II y había sido consagrado Obispo el 1 de noviembre de 1964, no pudo soportar el arduo trabajo en la Sierra y falleció repentinamente de un ataque al corazón el 25 de octubre de 1966.
Dos Obispos Oblatos más.
Tras el deceso del P. Marcos Libardoni, le sucedió el P. Dante Frasnelli, consagrado Obispo el 1 de noviembre del año siguiente. El 15 de setiembre de 1967 los Oblatos se hicieron cargo de la parroquia de Pomabamba con el P. Tulio Brida como primer párroco y Vicario General de la Prelatura, quien venía de California, donde había dirigido los trabajos de construcción de la casa de formación de Looms. En 1969 fue nombrado también Delegado del Perú, sucediendo a Monseñor Luis Zanzottera (nombrado Obispo auxiliar de Huaraz) y en Pomabamba dirigió la construcción del gran complejo parroquial y del templo.
En Cabana, Conchucos, Llamellín y Huacrachuco tuvieron que construir o reconstruir la casa parroquial y el templo, para un mejor desarrollo espiritual y social al mismo tiempo. Cuando Mons. Marcos Libardoni fue nombrado Prelado de Huari le sucedió como Superior el P. Eugenio Gherlone, que había cumplido doce años como Vicario General, él había preparado la apertura de esta misión. La sede de la Delegación era Chimbote. Cuando volvió a Italia para el Capítulo de 1964 le sucedió el P. Luis Zanzottera.
Mons. Zanzottera fundó en Chimbote la Cooperativa de Ahorro para los pescadores y trabajadores de la ciudad (lo mismo que hizo el P. Sebastián Fancello en la parroquia de Barranco). Al P. Zanzottera se debe la construcción de la casa de Chosica (terreno y casa) para el noviciado que se abrió en abril de 1967. Seguidamente, hizo construir la casa de Apolo como casa central de la Delegación y centro de encuentro de todos los padres. En febrero de 1969 fue nombrado y consagrado Obispo Auxiliar de Huaraz en abril. Pudo trabajar en Huaraz apenas un año, porque el terremoto del 31 de mayo de 1970 lo dejó gravemente herido e inhabilitado para toda la vida.
De las primeras vocaciones enviadas a Italia en junio de 1958 regresaron los primeros sacerdotes Oblatos peruanos en junio de 1967, encabezados por el P. Guillermo Álvarez. El mismo año, el 2 de abril se abrió el noviciado de Chosica, que posteriormente pasó a ser casa de estudios superiores hasta cuando el estudiantado fue trasladado a Barranco.
El esfuerzo vocacional culminó con la construcción del nuevo edificio del seminario en los años de 1957 – 1959
FUENTE: https://www.facebook.com/Oblatosdesanjose
SAN JOSE MARELLO: el 14 de marzo celebramos un año mas de la fundación de la Congregación de los Oblatos de San José. Intercede por nuestra Provincia del Perú para que sigamos tu ejemplo como tú seguiste el de San José el esposo de Maria nuestra Madre. Y gracias por tu Obra que aún sigue viva.
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