Anastasio Pedro (Pedro Bruch Cortecáns), Beato
Religioso y Mártir, 14 de septiembre
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Notburga, Santa
Laica Virgen, 14 de septiembre
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Gabriel Taurino Dufresse, Santo
Obispo y Mártir, 14 de septiembre
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Materno Santo
Obispo, 14 de septiembre
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Pedro de Tarantasia, Santo
Obispo 14 de septiembre
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Exaltación de la Santa Cruz
Fiesta, 14 de septiembre
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Alberto de Jerusalén, Santo
Obispo, 14 de septiembre
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lunes, 14 de septiembre de 2015
LOS SANTOS DE HOY: LUNES 14 DE SEPTIEMBRE DEL 2015
SAN MATERNO, OBISPO, 14 DE SEPTIEMBRE DEL 2015
Materno Santo
Materno Santo
Obispo, 14 de septiembre
Fuente: http://vidas-santas.blogspot.mx/
Obispo
Martirologio Romano: En Colonia Agripina, de Germania, san Materno, obispo, que convirtió a la fe de Cristo a gentes de Tongres, Colonia y Tréveris (post 314).
Breve Biografía
En la vida de este santo confluyen la leyenda con los datos históricos reales.
LA LEYENDA
LA LEYENDA
Como es natural, muchas de las sedes más antiguas hicieron el intento de establecer su origen en tiempos de los Apóstoles o en el de los discípulos de los Apóstoles. Entre las que trataron de vincularse con San Pedro, están la de Colonia y la de Tréveris (la sede de Colonia tuvo a dos obispos con el nombre de Materno, uno en el siglo primero y el otro en el cuarto). La historia legendaria afirma que Materno era el hijo de la viuda de Naím resucitado por Jesucristo, y que, en el año 50, el propio San Pedro lo envió junto con San Eucario y San Valerio, a evangelizar las Galias. Cuando los misioneros llegaron a Ehl, en Alsacia, murió Materno y sus compañeros se trasladaron a Roma para informar a San Pedro. Este les hizo entrega de su báculo, con instrucciones para que lo pusieran sobre el cuerpo del muerto. Se ejecutaron las órdenes del Apóstol, y Materno resucitó por segunda vez y pudo predicar el Evangelio a "los pueblos de Tongrés, Colonia y Tréveris y otras comarcas vecinas”. Casi exactamente la misma historia se cuenta sobre otros misioneros apostólicos de las Galias y, por supuesto, todas ellas son indignas de crédito.
LA HISTORIA REAL
San Materno fue el primer obispo de Colonia, Alemania, según documentos que constatan su participación en los sínodos de Roma (313) y de Arlés (314).
Materno fue el primer obispo de Colonia de quien se tienen noticias ciertas: se le menciona en relación con el controvertido asunto de los donatistas. Los obispos cismáticos del África presentaron una petición al emperador Constantino en contra del obispo católico Cecilio, para solicitar que su caso fuese juzgado por los obispos de las Galias, que no tenían ningún interés particular en el asunto. El emperador mandó llamar a tres obispos galos para que asistieran al proceso que se iba a realizar en Roma. Los tres prelados eran: Reticio de Autun, Marino de Arles y Materno de Colonia. Terminado el juicio, en el año de 313, Cecilio fue absuelto y reivindicado por unanimidad.
Los donatistas pidieron la celebración de un nuevo proceso y el emperador ordenó que se convocara a un Concilio para tratar la cuestión. Esta asamblea tuvo lugar el año siguiente, en Arles y, otra vez, San Materno fue uno de los obispos participantes. Es posible que en algún período de su existencia haya sido obispo de Tréveris.
¡Felicidades a quien lleve este nombre!
LA HISTORIA REAL
San Materno fue el primer obispo de Colonia, Alemania, según documentos que constatan su participación en los sínodos de Roma (313) y de Arlés (314).
Materno fue el primer obispo de Colonia de quien se tienen noticias ciertas: se le menciona en relación con el controvertido asunto de los donatistas. Los obispos cismáticos del África presentaron una petición al emperador Constantino en contra del obispo católico Cecilio, para solicitar que su caso fuese juzgado por los obispos de las Galias, que no tenían ningún interés particular en el asunto. El emperador mandó llamar a tres obispos galos para que asistieran al proceso que se iba a realizar en Roma. Los tres prelados eran: Reticio de Autun, Marino de Arles y Materno de Colonia. Terminado el juicio, en el año de 313, Cecilio fue absuelto y reivindicado por unanimidad.
Los donatistas pidieron la celebración de un nuevo proceso y el emperador ordenó que se convocara a un Concilio para tratar la cuestión. Esta asamblea tuvo lugar el año siguiente, en Arles y, otra vez, San Materno fue uno de los obispos participantes. Es posible que en algún período de su existencia haya sido obispo de Tréveris.
¡Felicidades a quien lleve este nombre!
domingo, 13 de septiembre de 2015
LOS SANTOS DE HOY: DOMINGO 13 DE SEPTIEMBRE 2015
Ketevan de Georgia
Mártir, 13 de spetiembre
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Marcelino de Cartago, Santo
Martír Laico, Septiembre 13
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Juan Crisóstomo, Santo
Patrono de los predicadores, 13 de septiembre
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SAN JUAN CRISÓSTOMO, PATRONO DE LOS PREDICADORES, 13 DE SEPTIEMBRE
Juan Crisóstomo, Santo
Patrono de los predicadores, 13 de septiembre
Por: P. Angel Amo | Fuente: Catholic.net
Patrono de los predicadores
Breve Biografía
Educado por la madre, santa Antusa, Juan (que nació en Antioquía probablemente en el 349) en los años juveniles llevó una vida monástica en su propia casa.
Después, cuando murió la madre, se retiró al desierto en donde estuvo durante seis años, y los últimos dos los pasó en un retiro solitario dentro de una cueva con perjuicio de su salud. Fue llamado a la ciudad y ordenado diácono, luego pasó cinco años preparándose para el sacerdocio y para el ministerio de la predicación. Ordenado sacerdote por el obispo Fabián, se convirtió en celoso colaborador en el gobierno de la Iglesia antioquena. La especialización pastoral de Juan era la predicación, en la que sobresalía por las cualidades oratorias y la profunda cultura. Pastor y moralista, se preocupaba por transformar la vida de sus oyentes más que por exponer teóricamente el mensaje cristiano.
En el 398 Juan de Antioquía (el sobrenombre de Crisóstomo, es decir Boca de oro, le fue dado tres siglos después por los bizantinos) fue llamado a suceder al patriarca Netario en la célebre cátedra de Constantinopla. En la capital del imperio de Oriente emprendió inmediatamente una actividad pastoral y organizativa que suscita admiración y perplejidad: evangelización en los campos, fundación de hospitales, procesiones antiarrianas bajo la protección de la policía imperial, sermones encendidos en los que reprochaba los vicios y las tibiezas, severas exhortaciones a los monjes perezosos y a los eclesiásticos demasiado amantes de la riqueza. Los sermones de Juan duraban más de dos horas, pero el docto patriarca sabía user con gran pericia todos los recursos de la oratoria, no para halagar el oído de sus oyentes, sino para instruír, corregir, reprochar.
Juan era un predicador insuperable, pero no era diplomático y por eso no se cuidó contra las intrigas de la corte bizantina. Fue depuesto ilegalmente por un grupo de obispos dirigidos por Teófilo, obispo de Alejandría, y desterrado con la complicidad de la emperatriz Eudosia. Pero inmediatamente fue llamado por el emperador Arcadio, porque habían sucedido varias desgracias en palacio. Pero dos meses después era nuevamente desterrado, primero a la frontera de Armenia, y después más lejos a orillas del Mar Negro.
Durante este último viaje, el 14 de septiembre del 407, murió. Del sepulcro de Comana, el hijo de Arcadio, Teodosio el Joven, hizo llevar los restos del santo a Constantinopla, a donde llegaron en la noche del 27 de enero del 438 entre una muchedumbre jubilosa.
De los numerosos escritos del santo recordamos un pequeño volumen Sobre el Sacerdocio, que es una obra clásica de la espiritualidad sacerdotal.
EL EVANGELIO DE HOY: 13 DE SEPTIEMBRE DEL 2015
Quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará.
Tiempo Ordinario
Tiempo Ordinario
Marcos 8, 27-35. Domingo 24o.Tiempo Ordinario B. Sólo podemos entender el lenguaje de la cruz por medio de la fe, que nos coloca en el punto de vista de Dios.
Por: P. Sergio Córdova LC | Fuente: Catholic.net
Por: P. Sergio Córdova LC | Fuente: Catholic.net
Te adelantamos las Reflexiones del Evangelio de la 24a. Semana del Tiempo Ordinario, del domingo 13 al sábado 19 de septiembre 2015.
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Del santo Evangelio según san Marcos 8, 27-35
Salió Jesús con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea de Filipo, y por el camino hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que soy yo?» Ellos le dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que uno de los profetas.» Y él les preguntaba: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Pedro le contesta: «Tú eres el Cristo.» Y les mandó enérgicamente que a nadie hablaran acerca de él. Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar a los tres días. Hablaba de esto abiertamente. Tomándole aparte, Pedro, se puso a reprenderle. Pero él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciéndole: «¡Quítate de mi vista, Satanás! porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres.» Llamando a la gente a la vez que a sus discípulos, les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará.
Oración introductoria
Señor, quiero ir contigo y «perder» mi vida por amor a Ti. No me atrae la cruz, pero creo que Tú eres mi Dios, mi Salvador, mi Amigo y fiel compañero, que ha estado y estará conmigo en todos los momentos de mi vida. Por eso, con mucha fe, esperanza y amor quiero tener este momento de oración.
Petición
Espíritu Santo, transforma mi debilidad en santidad, para poder seguir tu camino.
Meditación del Papa Francisco
Salió Jesús con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea de Filipo, y por el camino hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que soy yo?» Ellos le dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que uno de los profetas.» Y él les preguntaba: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Pedro le contesta: «Tú eres el Cristo.» Y les mandó enérgicamente que a nadie hablaran acerca de él. Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar a los tres días. Hablaba de esto abiertamente. Tomándole aparte, Pedro, se puso a reprenderle. Pero él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciéndole: «¡Quítate de mi vista, Satanás! porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres.» Llamando a la gente a la vez que a sus discípulos, les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará.
Oración introductoria
Señor, quiero ir contigo y «perder» mi vida por amor a Ti. No me atrae la cruz, pero creo que Tú eres mi Dios, mi Salvador, mi Amigo y fiel compañero, que ha estado y estará conmigo en todos los momentos de mi vida. Por eso, con mucha fe, esperanza y amor quiero tener este momento de oración.
Petición
Espíritu Santo, transforma mi debilidad en santidad, para poder seguir tu camino.
Meditación del Papa Francisco
Llegamos hoy al punto crucial en el que Jesús, después de haber verificado que Pedro y los otros once habían creído en Él como Mesías e Hijo de Dios "empezó a explicarles que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho..., y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día". Es un momento crítico en el que emerge el contraste entre la forma de pensar de Jesús y la de los discípulos. Pedro, de hecho, se siente en el deber de regañar al Maestro, porque no puede atribuir al Mesías un final así de innoble. Entonces Jesús, a su vez, regaña duramente a Pedro, le marcó la línea, porque no piensa "según Dios, sino según los hombres" y sin darse cuenta hace la parte de Satanás, el tentador.
Sobre este punto insiste también el apóstol Pablo, el cual, escribiendo a los cristianos de Roma, les dice: "No os ajustéis a este mundo, no ir con los esquemas de este mundo, sino transformaros por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es voluntad de Dios". (S.S. Francisco, ángelus 31 de agosto de 2014).
Reflexión
Cuenta una leyenda que, en una ocasión, una mujer budista acudió al templo con su hijo muerto. Su niño era una criaturita de seis años. Lo llevaba en brazos y, con lágrimas en los ojos, le gritaba a la imagen de Buda pidiendo que lo curase. Y el Buda le dijo que se lo podría traer de nuevo a la vida si ella le llevaba unas semillas de mostaza. Pero con una condición: debían ser semillas recogidas en la casa de alguna persona que no estuviera sufriendo ningún dolor desde el año anterior. La mujer dio un salto de júbilo y salió corriendo a buscar lo que se le pedía. Fue de casa en casa hasta que recorrió casi toda la Tailandia. Al poco tiempo volvió a Buda con las manos vacías. Pero esta vez ya no pidió la curación de su hijo. Había comprendido que no hay ningún hombre sin sufrimiento en esta tierra.
¿A cuántas personas conoces tú, amigo lector, que no sufran algo en la vida? A veces nos puede dar la impresión de que fulanito o menganito no tienen problemas ni sufrimientos... ¡Parece que todo les sonríe y les salen las cosas como ellos las habían planeado!: tienen dinero, gozan de comodidades, buena fama, de una posición económica y social afortunada, amistades, etc., etc., etc.. Diríamos que son personas con bastante "suerte" o que el "destino" les ha favorecido. Pero, en el fondo, yo creo que esos juicios son demasiado ligeros y no tienen ningún fundamento de verdad. Además de que, al hablar así, están demostrando una fe no muy grande en la Divina Providencia. También aquí se cumple el refrán de que "el jardín del vecino siempre parece más verde"...
Yo diría, más bien, que mucha gente "aparenta" ser feliz, como la historia de Garrik de la semana pasada. ¿La recuerdas? ¡Son máscaras de felicidad! Y no digo yo que no existan personas verdaderamente felices. Por supuesto que las hay. ¡Y muchas, gracias a Dios! Pero lo que quiero subrayar ahora es que todos, absolutamente todos en esta tierra, tenemos que sufrir. Y de hecho, sufrimos. ¿Quién no ha tenido, en efecto, una enfermedad, un dolor, un accidente? ¿o una pena personal muy honda por motivos económicos, familiares o espirituales? ¿Y quién no ha sufrido alguna vez el dolor por un problema de un hijo, una enfermedad del esposo, de la esposa o de los propios padres; o la muerte de un ser querido? Y, además, ¡cuántos sufrimientos morales invaden, a veces de improviso, la casa de nuestra alma: pesares, tristezas, depresiones, fracasos, angustias, tribulaciones por tantísimos motivos! La listas de posibilidades es casi infinita....
Y lo curioso es que, cuando nos sobreviene cualquier dolor, casi nunca estamos preparados. Siempre nos coge de sorpresa, a pesar de que el sufrimiento es algo tan común en todos los mortales. Es más, diría yo sin temor a equivocarme que el dolor es un elemento esencial en la vida de todo ser humano; y con mayor razón de todo cristiano. De todo ser humano porque nadie vive, de hecho, sin él; y de todo cristiano porque la cruz es el signo de su identidad. ¿Cuál es, si no, lo primero que una madre cristiana enseña a su niño pequeño? A hacer la señal de la cruz. Y es este signo, en efecto, lo primero que hacemos todos cuando iniciamos una oración y, tal vez, hasta llevamos una cruz colgada en nuestro pecho. Somos cristianos porque seguimos a Cristo y somos sus discípulos. Y sólo existe un Cristo: el Crucificado y el Resucitado por nuestra salvación.
El evangelio de hoy, con su mensaje eterno, nos confirma esta enseñanza. Después de la confesión de Pedro en Cesarea de Filipo, nos cuenta san Marcos que Jesús comenzó a instruir a sus apóstoles: "El Hijo del hombre –les dijo– tiene que padecer mucho, ser condenado por los sumos sacerdotes y por los ancianos del pueblo, ser ejecutado y resucitar a los tres días". El sabía muy bien que ése era el camino de nuestra redención. Más aún, pudiendo haber escogido otros caminos diferentes para salvarnos, quiso escoger precisamente éste. ¿Por qué? Es un misterio. Pero, al menos, estamos seguros de que el camino de la cruz es el más conveniente para nuestra salvación porque fue el que eligió nuestro Redentor.
Cuando Pedro quiso apartar al Señor de esta senda –pues, al igual que nosotros, no entendía por qué su Maestro tenía que sufrir– se llevó la gran "reprimenda" de su vida: "¡Apártate de mi vista, Satanás! –le dijo el Señor a su apóstol predilecto– porque tú piensas como los hombres y no como Dios". Es decir, que sólo podemos entender el lenguaje de la cruz por medio de la fe, que nos coloca en el punto de vista de Dios.
Y, al final de este evangelio, nuestro Señor añade: "El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga". Enseñanza contundente, clarísima, ineludible. Si somos cristianos, hemos de seguir a Cristo abrazando con fe y con amor nuestra propia cruz. Entonces, ¿por qué nos extrañamos cuando ésta se presenta en nuestra vida? Hemos de pedirle a nuestro Señor, más bien, la generosidad, la fortaleza y el amor necesarios para ser cristianos de verdad, siguiéndolo por el mismo camino que va recorriendo El, delante de nosotros.
Propósito
Renovar mi pureza de intención en mis actividades de hoy, y hacer todo para cumplir la voluntad de Dios en mi vida.
Diálogo con Cristo
Señor, quiero que seas todo para mí. Moldea mi corazón al tuyo para que pueda valorar y experimentar todos los acontecimientos desde tu perspectiva. Ayúdame a amarte sobre todas las cosas para estar listo para seguirte en los momentos de dificultad; cuando se necesite un sacrificio personal o renuncia, sosténme para poder seguir tu camino.
Cuenta una leyenda que, en una ocasión, una mujer budista acudió al templo con su hijo muerto. Su niño era una criaturita de seis años. Lo llevaba en brazos y, con lágrimas en los ojos, le gritaba a la imagen de Buda pidiendo que lo curase. Y el Buda le dijo que se lo podría traer de nuevo a la vida si ella le llevaba unas semillas de mostaza. Pero con una condición: debían ser semillas recogidas en la casa de alguna persona que no estuviera sufriendo ningún dolor desde el año anterior. La mujer dio un salto de júbilo y salió corriendo a buscar lo que se le pedía. Fue de casa en casa hasta que recorrió casi toda la Tailandia. Al poco tiempo volvió a Buda con las manos vacías. Pero esta vez ya no pidió la curación de su hijo. Había comprendido que no hay ningún hombre sin sufrimiento en esta tierra.
¿A cuántas personas conoces tú, amigo lector, que no sufran algo en la vida? A veces nos puede dar la impresión de que fulanito o menganito no tienen problemas ni sufrimientos... ¡Parece que todo les sonríe y les salen las cosas como ellos las habían planeado!: tienen dinero, gozan de comodidades, buena fama, de una posición económica y social afortunada, amistades, etc., etc., etc.. Diríamos que son personas con bastante "suerte" o que el "destino" les ha favorecido. Pero, en el fondo, yo creo que esos juicios son demasiado ligeros y no tienen ningún fundamento de verdad. Además de que, al hablar así, están demostrando una fe no muy grande en la Divina Providencia. También aquí se cumple el refrán de que "el jardín del vecino siempre parece más verde"...
Yo diría, más bien, que mucha gente "aparenta" ser feliz, como la historia de Garrik de la semana pasada. ¿La recuerdas? ¡Son máscaras de felicidad! Y no digo yo que no existan personas verdaderamente felices. Por supuesto que las hay. ¡Y muchas, gracias a Dios! Pero lo que quiero subrayar ahora es que todos, absolutamente todos en esta tierra, tenemos que sufrir. Y de hecho, sufrimos. ¿Quién no ha tenido, en efecto, una enfermedad, un dolor, un accidente? ¿o una pena personal muy honda por motivos económicos, familiares o espirituales? ¿Y quién no ha sufrido alguna vez el dolor por un problema de un hijo, una enfermedad del esposo, de la esposa o de los propios padres; o la muerte de un ser querido? Y, además, ¡cuántos sufrimientos morales invaden, a veces de improviso, la casa de nuestra alma: pesares, tristezas, depresiones, fracasos, angustias, tribulaciones por tantísimos motivos! La listas de posibilidades es casi infinita....
Y lo curioso es que, cuando nos sobreviene cualquier dolor, casi nunca estamos preparados. Siempre nos coge de sorpresa, a pesar de que el sufrimiento es algo tan común en todos los mortales. Es más, diría yo sin temor a equivocarme que el dolor es un elemento esencial en la vida de todo ser humano; y con mayor razón de todo cristiano. De todo ser humano porque nadie vive, de hecho, sin él; y de todo cristiano porque la cruz es el signo de su identidad. ¿Cuál es, si no, lo primero que una madre cristiana enseña a su niño pequeño? A hacer la señal de la cruz. Y es este signo, en efecto, lo primero que hacemos todos cuando iniciamos una oración y, tal vez, hasta llevamos una cruz colgada en nuestro pecho. Somos cristianos porque seguimos a Cristo y somos sus discípulos. Y sólo existe un Cristo: el Crucificado y el Resucitado por nuestra salvación.
El evangelio de hoy, con su mensaje eterno, nos confirma esta enseñanza. Después de la confesión de Pedro en Cesarea de Filipo, nos cuenta san Marcos que Jesús comenzó a instruir a sus apóstoles: "El Hijo del hombre –les dijo– tiene que padecer mucho, ser condenado por los sumos sacerdotes y por los ancianos del pueblo, ser ejecutado y resucitar a los tres días". El sabía muy bien que ése era el camino de nuestra redención. Más aún, pudiendo haber escogido otros caminos diferentes para salvarnos, quiso escoger precisamente éste. ¿Por qué? Es un misterio. Pero, al menos, estamos seguros de que el camino de la cruz es el más conveniente para nuestra salvación porque fue el que eligió nuestro Redentor.
Cuando Pedro quiso apartar al Señor de esta senda –pues, al igual que nosotros, no entendía por qué su Maestro tenía que sufrir– se llevó la gran "reprimenda" de su vida: "¡Apártate de mi vista, Satanás! –le dijo el Señor a su apóstol predilecto– porque tú piensas como los hombres y no como Dios". Es decir, que sólo podemos entender el lenguaje de la cruz por medio de la fe, que nos coloca en el punto de vista de Dios.
Y, al final de este evangelio, nuestro Señor añade: "El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga". Enseñanza contundente, clarísima, ineludible. Si somos cristianos, hemos de seguir a Cristo abrazando con fe y con amor nuestra propia cruz. Entonces, ¿por qué nos extrañamos cuando ésta se presenta en nuestra vida? Hemos de pedirle a nuestro Señor, más bien, la generosidad, la fortaleza y el amor necesarios para ser cristianos de verdad, siguiéndolo por el mismo camino que va recorriendo El, delante de nosotros.
Propósito
Renovar mi pureza de intención en mis actividades de hoy, y hacer todo para cumplir la voluntad de Dios en mi vida.
Diálogo con Cristo
Señor, quiero que seas todo para mí. Moldea mi corazón al tuyo para que pueda valorar y experimentar todos los acontecimientos desde tu perspectiva. Ayúdame a amarte sobre todas las cosas para estar listo para seguirte en los momentos de dificultad; cuando se necesite un sacrificio personal o renuncia, sosténme para poder seguir tu camino.
Preguntas o comentarios al autor P. Sergio Cordova LC
sábado, 12 de septiembre de 2015
EL EVANGELIO DE HOY: SÁBADO 12 DE SEPTIEMBRE DEL 2015
sábado 12 Septiembre 2015
Sábado de la vigésima tercera semana del tiempo ordinario
Le Saint Nom de Marie -Santísimo Nombre de María
Beato Pedro Cristóbal Faverge, San Francisco Ch‘oe Kyong-hwam
Leer el comentario del Evangelio por
San Bernardo : “Cada árbol se conoce por sus frutos”
San Pablo a Timoteo 1 1,15-17.
Es doctrina cierta y digna de fe que Jesucristo vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el peor de ellos.
Si encontré misericordia, fue para que Jesucristo demostrara en mí toda su paciencia, poniéndome como ejemplo de los que van a creer en él para alcanzar la Vida eterna.
¡Al Rey eterno y universal, al Dios incorruptible, invisible y único, honor y gloria por los siglos de los siglos! Amén.
Salmo 113(112),1-2.3-4.5a.6-7.
Alaben, servidores del Señor,
alaben el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
desde ahora y para siempre.
Desde la salida del sol hasta su ocaso,
sea alabado el nombre del Señor.
El Señor está sobre todas las naciones,
su gloria se eleva sobre el cielo.
¿Quién es como el Señor, nuestro Dios,
y se inclina para contemplar
el cielo y la tierra?
El levanta del polvo al desvalido,
alza al pobre de su miseria.
Lucas 6,43-49.
Jesús decía a sus discipulos:
«No hay árbol bueno que dé frutos malos, ni árbol malo que dé frutos buenos:
cada árbol se reconoce por su fruto. No se recogen higos de los espinos ni se cosechan uvas de las zarzas.
El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón. El malo saca el mal de su maldad, porque de la abundancia del corazón habla la boca.
¿Por qué ustedes me llaman: 'Señor, Señor', y no hacen lo que les digo?
Yo les diré a quién se parece todo aquel que viene a mí, escucha mis palabras y las practica.
Se parece a un hombre que, queriendo construir una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre la roca. Cuando vino la creciente, las aguas se precipitaron con fuerza contra esa casa, pero no pudieron derribarla, porque estaba bien construida.
En cambio, el que escucha la Palabra y no la pone en práctica, se parece a un hombre que construyó su casa sobre tierra, sin cimientos. Cuando las aguas se precipitaron contra ella, en seguida se derrumbó, y el desastre que sobrevino a esa casa fue grande.»
Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por :
San Bernardo (1091-1153), monje cisterciense y doctor de la Iglesia
Sermón 24 sobre el Cántico
“Cada árbol se conoce por sus frutos”
Si vosotros creéis en Cristo, haced las obras de Cristo, para que se avive vuestra fe; el amor animará esta fe, la acción será la prueba. Vosotros que pretendéis permanecer en Cristo Jesús, os es necesario caminar a su mismo `paso. Si vosotros queréis encontrar la gloria, si envidiáis a los dichosos de este mundo, si decís mal de los ausentes y devolvéis mal por mal, son cosas que Cristo no ha hecho. Decís que conocéis a Dios, pero vuestros actos lo niegan... “Este hombre me honra con los labios, dice la Escritura, pero su corazón está lejos de mí” (Is 29,13). (...)
Ahora bien la fe recta, no basta para hacer un santo, un hombre recto, si no obra el amor. Quien está sin amor es incapaz de amar a la Esposa, la Iglesia de Cristo. Y las obras, aún realizadas en la rectitud no llegan sin la fe a hacer un corazón justo. No se puede atribuir la rectitud a un hombre que no agrada a Dios; ahora bien, dice la epístola a los Hebreos: “Sin la fe, es imposible agradar a Dios”(Hb 11,6). Aquel que no agrada a Dios, no puede agradarle. Pero aquel a quien Dios agrada no podrá desagradar a Dios. Y aquel a quien Dios no agrada, la Iglesia-Esposa tampoco le agrada. Como pues podría ser recto, aquel que no ama a Dios ni a su Iglesia, a la cual se ha dicho: “los justos saben amarte” (Ct 1,3 Vulgata).
Al santo, no basta la fe sin obras, ni las obras sin la fe, para hacer justa al alma. Hermanos, nosotros que creemos en Cristo nos es necesario procurar seguir una vía recta. Elevemos a Dios nuestros corazones y nuestras manos juntas, afin de ser encontrados enteramente rectos confirmando con hechos de rectitud, la rectitud de nuestra fe, amando a la Iglesia- Esposa, y amados del Esposo, nuestro Señor Jesucristo, bendito por Dios en los siglos.
viernes, 11 de septiembre de 2015
SAN JUAN GABRIEL PERBOYRE, PRESBÍTERO Y MÁRTIR, 11 DE SEPTIEMBRE
Juan Gabriel Perboyre, Santo
Juan Gabriel Perboyre, Santo
Presbítero y Mártir, 11 de septiembre
Fuente: Clairval.com
Presbítero y Mártir
Martirologio Romano: En la ciudad de Wuchang, de la provincia Hubei, en China, san Juan Gabriel Perboyre, presbítero de la Congregación de la Misión y mártir, que, dedicado a la predicación del Evangelio según costumbre del lugar, durante una persecución sufrió prolongada cárcel, siendo atormentado y, al fin, colgado en una cruz y estrangulado (1840).
Fecha de canonización: Beatificado el 10 de noviembre 1889 por el Papa León XIII, y canonizado por S.S. Juan Pablo II el 2 de junio de 1996.
Breve Biografía
La misión divina de la Iglesia se hace extensiva a toda la tierra y en todos los tiempos, según la frase de Jesús: Id, pues, y enseñad a todas las naciones. «Nuestra religión debe enseñarse en todas las naciones y propagarse incluso entre los chinos, a fin de que conozcan al verdadero Dios y posean la felicidad en el cielo», afirmaba con valentía San Juan Gabriel Perboyre, misionero en la China, ante un mandarín encargado de interrogarlo. Y este último agregó: «¿Qué puedes ganar adorando a tu Dios? - La salvación de mi alma, el cielo al que espero subir después de haber muerto».
El 2 de junio de 1996, con motivo de la canonización de San Juan Gabriel Perboyre, el Papa Juan Pablo II decía de él: «Tenía una única pasión: Cristo y el anuncio de su Evangelio. Y por su fidelidad a esa pasión, también él se halló entre los humillados y los condenados; por eso la Iglesia puede proclamar hoy solemnemente su gloria en el coro de los santos del cielo».
En 1817, a los 15 años de edad, Juan Gabriel ingresa, junto con su hermano mayor Luis, en el seminario menor de Montauban (Francia), dirigido por los Padres Lazaristas, hijos espirituales de San Vicente de Paúl. Allí siente el deseo de consagrarse a las misiones en países paganos. Después de terminar el noviciado en Montauban, lo mandan a París para realizar estudios de teología, y luego es ordenado sacerdote. En 1832, su hermano Luis, que se había embarcado como sacerdote lazarista hacia la misión de la China, muere de unas fiebres durante la travesía. Juan Gabriel anuncia inmediatamente a la familia su deseo de ocupar el sitio que la muerte de su hermano ha dejado vacante.
Pero sus superiores no lo consideran conveniente a causa de su frágil salud, y es nombrado vicedirector del seminario parisino de los Lazaristas. Como activo ayudante de un director de seminario ya mayor, sigue el principio de enseñar más con el ejemplo que con la palabra. Comunica de ese modo a los novicios su amor por Jesús: «Cristo es el gran Maestro de la ciencia. Es el único que da la verdadera luz... Solamente existe una cosa importante: conocer y amar a Jesucristo, pues no sólo es la luz, sino el modelo, el ideal... Así que no basta con conocerle, sino que hay que amarle... Solamente podemos conseguir la salvación mediante la conformidad con Jesucristo». Escribe lo siguiente a uno de sus hermanos: «No olvides que, ante todo, hay que ocuparse de la salvación, siempre y por encima de todo».
Sin embargo, en su corazón guarda el ardiente deseo de partir hacia las misiones; al mostrar a los seminaristas los recuerdos traídos hasta París del martirio de François-Régis Clet, les dice: «He aquí el hábito de un mártir... ¡cuánta felicidad si un día tuviéramos la misma suerte». Y les pide lo siguiente: «Rezad para que mi salud se fortifique y que pueda ir a la China, a fin de predicar a Jesucristo y de morir por Él».
Obtiene finalmente de sus superiores el favor de salir hacia la China, donde llega el 10 de marzo de 1836. Su celo por la salvación de las almas le ayuda a soportar el hambre y la sed para la mayor gloria de Dios. Sea de día o de noche, siempre está dispuesto a acudir donde se solicite su ministerio, de tal forma que las fatigas y las vigilias no cuentan en absoluto. Además, es asaltado por violentas tentaciones de desesperanza, pero Nuestro Señor se le aparece y lo consuela, y el gozo vuelve al alma del apóstol.
Víctima de los sufrimientos
En 1839 se desencadena una persecución contra los cristianos. El 15 de septiembre, el padre Perboyre y su hermano el padre Baldus se hallan en su residencia de Tcha-Yuen-Keou. De repente les avisan de que llega un grupo armado. Los misioneros huyen cada uno por su lado para no caer los dos en manos de los enemigos. Juan Gabriel se esconde en un espeso bosque, pero al día siguiente un desdichado catecúmeno lo traiciona por una recompensa de treinta taeles (moneda china). Los soldados le desgarran las vestiduras, lo visten con harapos, lo amordazan y se van a la posada a celebrar su arresto.
Interrogado por el mandarín de la subprefectura, Juan Gabriel responde con firmeza que es europeo y predicador de la religión de Jesús. Empiezan entonces a torturarlo, pero por temor a que sucumba lo sientan en una banqueta y le atan fuertemente las piernas. Así pasa la noche el piadoso padre, bendiciendo a Jesús por concederle el honor de padecer sus mismos sufrimientos. Trasladado a la prefectura, al cabo de un penosísimo viaje a pie, con grilletes en el cuello, en las manos y en los pies, sufre cuatro interrogatorios. Para obligarlo a hablar, lo ponen de rodillas durante muchas horas sobre cadenas de hierro. A continuación, lo cuelgan de los pulgares y le golpean en la cara cuarenta veces con suelas de cuero para obligarle a renegar de su fe. Pero, reconfortado por la gracia de Dios, lo sufre todo sin quejarse.
Después es trasladado a Ou-Tchang-Fou, ante el virrey, donde debe responder en una veintena de interrogatorios. El virrey quiere obligarlo en vano a caminar sobre un crucifijo. Lo golpean con correas de cuero y con palos de bambú hasta el agotamiento, o bien lo levantan a gran altura con la ayuda de poleas y lo dejan desplomarse hasta el suelo. Pero el alma del piadoso padre permanece unida a Dios. «¿Así que sigues siendo cristiano? - ¡Oh, sí¡ ¡Y me siento feliz por ello!». Finalmente, el virrey lo condena al estrangulamiento; pero como quiera que la sentencia no puede ejecutarse hasta que sea ratificada por el emperador, Juan Gabriel Perboyre sigue en prisión durante algunos meses.
« ¡ Irreconocible ! »
Ningún cristiano había podido llegar junto a él mientras los mandarines lo torturaban; sin duda se vanagloriaban con la esperanza de que, al privarlo de cualquier ayuda, conseguirían vencer su constancia con mayor facilidad. Pero esa severa consigna es suavizada después del último interrogatorio. Uno de los primeros en poder penetrar en la cárcel es un religioso lazarista chino llamado Yang. ¡Qué desgarrador espectáculo aparece ante su mirada! Enmudece, derrama abundantes lágrimas y apenas consigue dirigir unas palabras al mártir. El padre Juan Gabriel desea confesarse, pero dos oficiales del mandarín que se hallan constantemente a su lado se lo impiden. Ante la petición de un cristiano que acompaña al padre Yang, consienten en apartarse un poco, y el misionero puede entonces confesarse.
Los demás prisioneros, encarcelados a causa de delitos comunes, testigos de la piadosa vida del padre Juan Gabriel, no tardan en apreciarlo; ideas hasta entonces desconocidas se abren paso en sus endurecidas almas. Admiradores de tantas virtudes, proclaman que tiene derecho a todo tipo de respeto. Él, por su parte, se halla completamente feliz en medio de los sufrimientos, porque lo vuelven más conforme con su divino modelo.
« Es todo lo que deseaba »
Por fin, el 11 de septiembre de 1840, después de un año entre grilletes y torturas, es conducido hasta el lugar de la ejecución. Le atan brazos y manos a la barra transversal de una horca en forma de cruz, y le sujetan ambos pies a la parte baja del poste, sin que toquen el suelo. El verdugo le pone en el cuello una especie de collar de cuerda en el que introduce un trozo de bambú. Con calculada lentitud, el verdugo aprieta dos veces la cuerda alrededor del cuello de la víctima. Una tercera torsión más prolongada interrumpe la plegaria continua del mártir, haciéndolo entrar en el inmenso y eterno gozo de la corte celestial. Tiene 38 años. Una cruz luminosa aparece en el cielo, visible hasta Pekín. Ante el asombro de todos, contrariamente a lo que sucede con los rostros de los ajusticiados por estrangulamiento, el de Juan Gabriel está sereno y conserva su color natural.
«El mártir da testimonio de Cristo, muerto y resucitado, al cual está unido por la caridad. Da testimonio de la verdad de la fe y de la doctrina cristiana» (CIC, 2473). El sacrificio de San Juan Gabriel Perboyre produjo muchos frutos espirituales, muchos de los cuales son visibles: al igual que él, muchos cristianos chinos dieron su vida por Cristo, y la religión cristiana se desarrolló en China hasta requerir la construcción de catorce vicarías apostólicas. Más recientemente, las persecuciones del régimen comunista no han conseguido extinguir la fe.
San Juan Gabriel nos recuerda a nosotros mismos que «Todos los fieles cristianos, dondequiera que vivan, están obligados a manifestar con el ejemplo de su vida y el testimonio de su palabra al hombre nuevo de que se revistieron por el bautismo y la fuerza del Espíritu Santo que les ha fortalecido con la confirmación» (CIC, 2472). Ese testimonio no siempre conduce al martirio de la sangre, pero supone la aceptación de la cruz de cada día. Empeñémonos en llevarla con amor, con la ayuda de la Santísima Virgen, y alcanzaremos el cielo, arrastrando con nosotros multitud de almas: «Más allá de la cruz, no hay otra escala por la que podamos subir al cielo» (Santa Rosa de Lima). Es la gracia que, en este comienzo de año, pedimos a San José, para Usted y para todos sus seres queridos, vivos y difuntos.
LOS SANTOS DE HOY: VIERNES 11 DE SEPTIEMBRE DEL 2015
Buenaventura de Barcelona (Miguel Butista Gran), Beato
Religioso Franciscano, 11 de septiembre
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Francesco Giovanni Bonifacio, Beato
Presbítero y Mártir, 11 de septiembre
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Juan Gabriel Perboyre, Santo
Presbítero y Mártir, 11 de septiembre
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Pafnucio, Santo
Obispo de Tebaida, 11 de septiembre
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EL EVANGELIO DE HOY: VIERNES 11 DE SEPTIEMBRE DEL 2015
¿Podrá un ciego guiar a otro ciego?
Tiempo Ordinario
Lucas 6, 39-42. Tiempo Ordinairo. Busca hacer felices a los que viven a tu lado sin pensar en ti mismo.
Por: Clemente González | Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Lucas 6, 39-42
En aquel tiempo ponía Jesús a sus discípulos esta parábola: «¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo por encima del maestro. Todo el que esté bien formado, será como su maestro. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: "Hermano, deja que saque la brizna que hay en tu ojo", no viendo tú mismo la viga que hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano.
Oración Introductoria
Padre mío, gracias por tu paciencia y por tu misericordia. Te pido perdón por las veces en que he ignorado tu presencia. Ayúdame a descubrir en esta oración los medios que tengo que concretar para ya no defraudarte y corresponder siempre a tu amor.
Petición
Dios mío, ayúdame a ser misericordioso y que no me atreva nunca a juzgar a los demás.
Meditación del Papa Francisco
En aquel tiempo ponía Jesús a sus discípulos esta parábola: «¿Podrá un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo por encima del maestro. Todo el que esté bien formado, será como su maestro. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: "Hermano, deja que saque la brizna que hay en tu ojo", no viendo tú mismo la viga que hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano.
Oración Introductoria
Padre mío, gracias por tu paciencia y por tu misericordia. Te pido perdón por las veces en que he ignorado tu presencia. Ayúdame a descubrir en esta oración los medios que tengo que concretar para ya no defraudarte y corresponder siempre a tu amor.
Petición
Dios mío, ayúdame a ser misericordioso y que no me atreva nunca a juzgar a los demás.
Meditación del Papa Francisco
El apelativo «hipócritas» que Jesús da varias veces a los doctores de la ley en realidad es dirigido a cualquiera, porque quien juzga lo hace en seguida, mientras que Dios para juzgar se toma su tiempo.
Quien juzga se equivoca, simplemente porque toma un lugar que no es suyo. Pero no solo se equivoca, también se confunde. Está tan obsesionado con lo que quiere juzgar, de esa persona -¡tan tan obsesionado!- que esa idea no le deja dormir. ... Y no se da cuenta de la viga que él tiene. Es un fantasioso. Y quien juzga se convierte en un derrotado, termina mal, porque la misma medida será usada para juzgarle a él. El juez que se equivoca de sitio porque toma el lugar de Dios termina en una derrota. ¿Y cuál es la derrota? La de ser juzgado con la medida con la que él juzga.
El único que juzga es Dios y a los que Dios da la potestad de hacerlo. Jesús, delante del Padre, ¡nunca acusa! Al contrario: ¡defiende! Es el primer Paráclito. Después nos envía el segundo, que es el Espíritu Santo. Él es defensor: está delante del Padre para defendernos de las acusaciones. ¿Y quién es el acusador? En la Biblia se llama «acusador» al demonio, satanás. Jesús nos juzgará, sí: al final de los tiempos, pero mientras tanto intercede, defiende. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 23 de junio de 2014, en Santa Marta).
Reflexión
Hoy vemos que la perseverancia en esa lucha por lograr unirse cada vez más a la voluntad santísima de Dios, pues en ello estriba la verdadera perfección, tiene su premio.
Aunque la vida esté llena de dificultades, desalientos y trabajos, también es verdad que es muy corta y que es pasajero el sufrir. Pronto llegará el fin de la jornada y ahí encontraremos el descanso y el premio si hemos sabido luchar por Jesucristo.
Qué hermoso programa el seguir a Cristo buscando hacer felices a los que viven a nuestro lado sin pensar en nosotros mismos y a la vez cuánta fuerza de voluntad y cuánta abnegación nos exige y qué premio tan grande nos conquista para el cielo. Ser viriles en la caridad, ser generosos y magnánimos, sin entregarnos a la estrechez tacaña de lo que es obligación estricta. Más allá comienza el amplio campo de la delicadeza y de las atenciones, del sacrificio y de la afabilidad ingeniosa para dar gusto a los demás en todo. Hay que llegar al detalle y no despreciar las pequeñas ocasiones de sacrificarse dando a nuestro hermano una muestra de atención, un rostro alegre, una palabra de aliento, una condescendencia en la conversación.
Hay que aprovechar esa vida tan pequeña, que es un punto en medio de la eternidad, pues al final nos espera el premio, la corona; nos espera la inefable dicha de poseer a Dios, a Jesús, con plenitud y sin temor de perderle más.
Propósito
Hacer el ejercicio constante de no juzgar la actuación de las personas con las que convivo.
Diálogo con Cristo
Señor, Tú me enseñas que nunca debo juzgar ni criticar a los demás. Haz que logre tratar a los demás como Tú me tratas Señor: comprendiendo sus limitaciones, disculpando sus faltas, poniendo atención a sus necesidades, sin guardar ningún rencor, ningún resentimiento, con la capacidad de ser misericordioso y bondadoso, siempre y con todos.
Hoy vemos que la perseverancia en esa lucha por lograr unirse cada vez más a la voluntad santísima de Dios, pues en ello estriba la verdadera perfección, tiene su premio.
Aunque la vida esté llena de dificultades, desalientos y trabajos, también es verdad que es muy corta y que es pasajero el sufrir. Pronto llegará el fin de la jornada y ahí encontraremos el descanso y el premio si hemos sabido luchar por Jesucristo.
Qué hermoso programa el seguir a Cristo buscando hacer felices a los que viven a nuestro lado sin pensar en nosotros mismos y a la vez cuánta fuerza de voluntad y cuánta abnegación nos exige y qué premio tan grande nos conquista para el cielo. Ser viriles en la caridad, ser generosos y magnánimos, sin entregarnos a la estrechez tacaña de lo que es obligación estricta. Más allá comienza el amplio campo de la delicadeza y de las atenciones, del sacrificio y de la afabilidad ingeniosa para dar gusto a los demás en todo. Hay que llegar al detalle y no despreciar las pequeñas ocasiones de sacrificarse dando a nuestro hermano una muestra de atención, un rostro alegre, una palabra de aliento, una condescendencia en la conversación.
Hay que aprovechar esa vida tan pequeña, que es un punto en medio de la eternidad, pues al final nos espera el premio, la corona; nos espera la inefable dicha de poseer a Dios, a Jesús, con plenitud y sin temor de perderle más.
Propósito
Hacer el ejercicio constante de no juzgar la actuación de las personas con las que convivo.
Diálogo con Cristo
Señor, Tú me enseñas que nunca debo juzgar ni criticar a los demás. Haz que logre tratar a los demás como Tú me tratas Señor: comprendiendo sus limitaciones, disculpando sus faltas, poniendo atención a sus necesidades, sin guardar ningún rencor, ningún resentimiento, con la capacidad de ser misericordioso y bondadoso, siempre y con todos.
jueves, 10 de septiembre de 2015
LOS SANTOS DE HOY: JUEVES 10 DE SEPTIEMBRE DEL 2015
Nicolás de Tolentino, Santo
Patrono de las almas del purgatorio, predicador. 10 de septiembre
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Sebastían Kimura y 51 compañeros, Beatos
Mártires en Japón, 10 de septiembre
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Pulqueria, Santa
Laica, 10 de septiembre
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EL EVANGELIO DE HOY: JUEVES 10 DE SEPTIEMBRE DEL 2015
Con la medida con que midan, se les medirá
Tiempo Ordinario
Lucas 6, 27-38. Tiempo Ordinario. Ir sobre el camino de Jesús, que es el amor; ser misericordiosos como el Padre es misericordioso.
Por: María Cruz | Fuente: Catholic.net
Del santo Evangelio según san Lucas 6, 27-38
En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: «Pero yo os digo a los que me escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen. Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la túnica. A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames. Y lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente. Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que les aman. Si hacéis bien a los que os lo hacen a vosotros, ¿qué mérito tenéis? ¡También los pecadores hacen otro tanto! Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente. Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los ingratos y los perversos. «Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá».
Oración introductoria
Gracias, Señor, porque conoces mi debilidad y aún así me llamas a la santidad. Te suplico que mi oración me llene de confianza, no en mi esfuerzo o virtud, sino en tu inmensa misericordia, en tu compasión para conmigo y en tu gracia que hace que todo sea posible.
Petición
Señor, ayúdame a no defraudarte y a corresponderte buscando la perfección en mi amor, hoy más que ayer.
Meditación del Papa
Es darse a sí mismo, dar el corazón, precisamente a los que no nos quieren, que nos hacen mal, a los enemigos. Esta es la novedad del Evangelio. Jesús nos muestra que no hay mérito en amar a quien nos ama, porque eso también lo hacen los pecadores. Los cristianos, sin embargo, estamos llamados a amar a nuestros enemigos. Hacer el bien y prestar sin esperar nada a cambio, sin intereses y la recompensa será grande. El Evangelio es una novedad. Una novedad difícil de llevar adelante. Pero significa ir detrás de Jesús.
En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: «Pero yo os digo a los que me escucháis: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a los que os maldigan, rogad por los que os difamen. Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite el manto, no le niegues la túnica. A todo el que te pida, da, y al que tome lo tuyo, no se lo reclames. Y lo que queráis que os hagan los hombres, hacédselo vosotros igualmente. Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Pues también los pecadores aman a los que les aman. Si hacéis bien a los que os lo hacen a vosotros, ¿qué mérito tenéis? ¡También los pecadores hacen otro tanto! Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo correspondiente. Más bien, amad a vuestros enemigos; haced el bien, y prestad sin esperar nada a cambio; y vuestra recompensa será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los ingratos y los perversos. «Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá».
Oración introductoria
Gracias, Señor, porque conoces mi debilidad y aún así me llamas a la santidad. Te suplico que mi oración me llene de confianza, no en mi esfuerzo o virtud, sino en tu inmensa misericordia, en tu compasión para conmigo y en tu gracia que hace que todo sea posible.
Petición
Señor, ayúdame a no defraudarte y a corresponderte buscando la perfección en mi amor, hoy más que ayer.
Meditación del Papa
Es darse a sí mismo, dar el corazón, precisamente a los que no nos quieren, que nos hacen mal, a los enemigos. Esta es la novedad del Evangelio. Jesús nos muestra que no hay mérito en amar a quien nos ama, porque eso también lo hacen los pecadores. Los cristianos, sin embargo, estamos llamados a amar a nuestros enemigos. Hacer el bien y prestar sin esperar nada a cambio, sin intereses y la recompensa será grande. El Evangelio es una novedad. Una novedad difícil de llevar adelante. Pero significa ir detrás de Jesús.
Y podríamos decir: '¡Pero, yo... yo no creo que sea capaz de hacerlo!' - 'Si no lo crees, es tu problema, pero el camino cristiano es este. Este es el camino que Jesús nos enseña. '¿Y qué debo esperar?' Ir sobre el camino de Jesús, que es la misericordia; ser misericordiosos como el Padre es misericordioso. Solamente con un corazón misericordioso podremos hacer todo aquello que el Señor nos aconseja. Hasta el final. La vida cristiana no es una vida auto referencial; es una vida que sale de sí misma para darse a los otros. Es un don, es amor, y el amor no vuelve sobre sí mismo, no es egoísta: se da. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 11 de septiembre de 2014, en Santa Marta).
Reflexión
En nuestra sociedad, amamos a los que nos aman; hacemos el bien a quienes nos lo hacen y prestamos a quienes sabemos nos lo van a devolver. Una conducta muy razonada, que no compromete en nada. Pero obrando así, ¿qué es lo que nos distingue de los que no tienen fe?. Al cristiano se le pide un "plus" en su vida: amar al prójimo, hacer el bien y prestar sin esperar recompensa, pues eso es lo que hace Dios con nosotros, que nos ama primero para que nosotros le amemos.
Tenemos que adelantarnos a hacer el bien, para despertar en el corazón de los otros sentimientos de perdón, de entrega, de generosidad, paz y gozo; así nos vamos pareciendo al Padre del cielo y vamos formando en la tierra la familia de los hijos.
Propósito
Transformar los problemas y conflictos del día de hoy en oportunidades para crecer en la confianza en la providencia de Dios.
Diálogo con Cristo
Señor, Dios Todopoderoso, rico en misericordia y perdón, mira nuestra torpeza para amar, nuestra poca generosidad en la entrega y nuestra dificultad a la hora de perdonar. Te pedimos nos concedas un corazón misericordioso que se compadezca de las necesidades de nuestros hermanos.
Reflexión
En nuestra sociedad, amamos a los que nos aman; hacemos el bien a quienes nos lo hacen y prestamos a quienes sabemos nos lo van a devolver. Una conducta muy razonada, que no compromete en nada. Pero obrando así, ¿qué es lo que nos distingue de los que no tienen fe?. Al cristiano se le pide un "plus" en su vida: amar al prójimo, hacer el bien y prestar sin esperar recompensa, pues eso es lo que hace Dios con nosotros, que nos ama primero para que nosotros le amemos.
Tenemos que adelantarnos a hacer el bien, para despertar en el corazón de los otros sentimientos de perdón, de entrega, de generosidad, paz y gozo; así nos vamos pareciendo al Padre del cielo y vamos formando en la tierra la familia de los hijos.
Propósito
Transformar los problemas y conflictos del día de hoy en oportunidades para crecer en la confianza en la providencia de Dios.
Diálogo con Cristo
Señor, Dios Todopoderoso, rico en misericordia y perdón, mira nuestra torpeza para amar, nuestra poca generosidad en la entrega y nuestra dificultad a la hora de perdonar. Te pedimos nos concedas un corazón misericordioso que se compadezca de las necesidades de nuestros hermanos.
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