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jueves, 17 de octubre de 2013
Los Santos de hoy viernes 18 de octubre de 2013
SAN LUCAS, EVANGELISTA, 18 DE OCTUBRE
Autor: P. Angel Amo | Fuente: Catholci.net
Lucas, Santo
Evangelista, 18 de octubre
Breves notas en las Cartas de San Pablo son las únicas noticias que la Sagrada Escritura nos presenta sobre San Lucas, el solícito investigador de la buena noticia y autor del tercer Evangelio y de los Hechos de los Apóstoles. Por sus apuntes de viaje, es decir, por las páginas de los Hechos en los que San Lucas habla en primera persona, podemos reconstruir parte de su actividad misionera. Fue compañero y discípulo de los apóstoles. El historiador Eusebio subraya: “... tuvo relaciones con todos los apóstoles, y fue muy solícito”. De esta sensibilidad y disponibilidad suyas hacia el prójimo nos da testimonio el mismo San Pablo, unido a él por grande amistad. En la carta a los Colosenses leemos: “Os saluda Lucas, médico amado...”.
La profesión médica nos trace suponer que él se dedicó mucho tiempo al estudio. Su formación cultural se nota también por el estilo de sus libros: su Evangelio está escrito en un griego sencillo, limpio y bello, rico en términos que los otros tres evangelistas no tienen. Hay que hacer otra consideración sobre su Evangelio, a más del hecho estilístico e historiográfico: Lucas es el evangelista que mejor que lo otros nos pintó la humana fisonomía del Redentor, su mansedumbre, sus atenciones para con los pobres y los marginados, las mujeres y lo pecadores arrepentidos. Es el biógrafo de la Virgen y de la infancia de Jesús. Es el evangelista de la Navidad. Los Hechos de los Apóstoles y el tercer Evangelio nos hacen ver el temperamento de San Lucas, hombre conciliador, discreto, dueño de sí mismo; suaviza o calla expresiones que hubieran podido herir a algún rector, con tal que esto no vaya en perjuicio de la verdad histórica.
Al revelarnos los íntimos secretos de la Anunciación, de la Visitación, de la Navidad, él nos hace entender que conoció personalmente a la Virgen. Algún exégeta avanza la hipótesis de que fue la Virgen María misma quien le transcribió el himno del “Magnificat”, que ella elevó a Dios en un momento de exultación en el encuentro con la prima Isabel. En efecto, Lucas nos advierte que hizo muchas investigaciones y buscó informaciones respecto de la vida de Jesús con los que fueron testigos oculares.
Un escrito del siglo II, el Prólogo antimarcionista del Evangelio de Lucas, sintetiza el perfil biográfico del modo siguiente: “Lucas, un sirio de Antioquía, de profesión médico, discípulo de los apóstoles, más tarde siguió a San Pablo hasta su confesión (martirio). Sirvió incondicionalmente al Señor, no se casó ni tuvo hijos. Murió a la edad de 84 años en Beocia, lleno de Espíritu Santo”. Recientes estudios concuerdan con esta versión.
SAN LUCAS EVANGELISTA, 18 DE OCTUBRE
San Lucas, Evangelista
Etim.:Del latín, Lucas, del griego, Loukas. "Portador de luz"
18 de octubre
Su símbolo es un toro o novillo
El Señor viene detrás de sus predicadores
Autor del tercer Evangelio y de los Hechos de los Apóstoles, en el que se narran los orígenes de la vida de la Iglesia hasta la primera prisión de Pablo en Roma.
Posiblemente escribió entre 70AD y 80AD. Probablemente en los dos años que San Pablo estuvo preso Cesarea (Hechos 20, 21). Se destaca como evangelista y como historiador.
Lucas recibió la fe alrededor del año 40. Habrá conocido a Pablo en Antioquía. Ninguno de los dos conocieron a Jesús durante su vida en la tierra. Sin embargo Lucas supo escribir cuidadosamente guiado por el Espíritu Santo, lo que escuchó de los testigos oculares. Es el único que narra la infancia de Jesús y el que trata mas sobre La Virgen María. Quizás porque ella misma le instruyó en Efeso.
Lucas escribe para el mundo gentil. Resalta el aspecto universal de la redención. La predicación a todas las naciones, comenzando por Jerusalén (Cf Lc. 24, 46-47). El está conciente de los peligros de la legalidad judía, las herejías y la frivolidad pagana. Su Evangelio muestra una atención especial hacia los pobres, los pecadores arrepentidos y hacia la oración.
Lucas nace de padres paganos en Antioquia y es el único escritor del Nuevo Testamento que no es israelita. Es de cultura griega y dirigió su mensaje a gentiles cristianos. Estaba muy bien educado en la literatura y era médico.
San Lucas fue discípulo fiel de San Pablo quién lo describe como "Lucas, el médico querido" (Col 4,14). Desde su prisión de Roma Pablo dice a su discípulo Timoteo: «Lucas sólo queda conmigo». San Juan Crisóstomo le llamó: «Incansable en el trabajo, ansioso de saber y sufrir, Lucas no acertaba a separarse de Pablo».
En los Hechos de los apóstoles, Lucas se incluye en los viajes de San Pablo: "fuimos a... navegamos a..." En uno de esos viajes se embarcaron desde Troas a Fenicia. Otro viaje los llevó desde Fenicia a Jerusalén. Mas tarde fueron juntos a Roma, en cuyo viaje sufrieron naufragio y otros peligros.
Según la tradición murió mártir en Acaya, colgado de un árbol. Sus reliquias se encuentran en la Basílica de Santa Justina, Padua, Italia. Estudios conducidos allí en 1998 concuerdan con los datos sobre San Lucas conocidos por la tradición.
Patrón de: artistas, doctores, cirujanos, solteros, carniceros, encuadernadores, cerveceros, escultores, notarios...
Representado con: libro, novillo alado, médico, pintando ícono de Nuestra Señora.
Según la tradición fue también pintor de la virgen.
Los Santos de hoy jueves 17 de octubre de 2013
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SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA, MÁRTIR, 17 DE OCTUBRE
Autor: Germán Sánchez | Fuente: Catholic.net
Ignacio de Antioquía, Santo
Mártir, 17 de octubre
Ignacio de Antioquía, Santo
Obispo y Mártir
Martirologio Romano: Memoria de san Ignacio, obispo y mártir, discípulo del apóstol san Juan y segundo sucesor de san Pedro en la sede de Antioquía, que en tiempo del emperador Trajano fue condenado al suplicio de las fieras y trasladado a Roma, donde consumó su glorioso martirio. Durante el viaje, mientras experimentaba la ferocidad de sus centinelas, semejante a la de los leopardos, escribió siete cartas dirigidas a diversas Iglesias, en las cuales exhortaba a los hermanos a servir a Dios unidos con el propio obispo, y a que no le impidiesen poder ser inmolado como víctima por Cristo. († c.107)
Las puertas se abren lentamente. Cuerpos como fantasmas caminan en la arena. Entornan los ojos que acostumbrados a vivir en las sombras de las mazmorras, reciben de golpe la luz del sol. El clamor de la multitud termina por despertarlos. Avanzan sin rumbo fijo, algunos cogidos de las manos, otros solos y tristes con los ojos reflejando pavor y desconcierto. Suenan las trompetas. Ruidos de cadenas se oyen por todas partes y del centro de la tierra emergen fieras sedientas de sangre: panteras, leones africanos, hienas. ¡La fiesta ha comenzado! Es el Circo Máximo que ofrece a los romanos el espectáculo de ver morir a cientos, quizás miles de cristianos, testigos de su fe en Cristo. Son los tiempos del emperador Trajano, allá por los años 98 a 117 de nuestra era en donde ser cristiano implicaba dar la propia vida.
Charcos de sangre inundan el lugar, miembros despedazados y descuartizados por todas partes, algún quejido lastimero y doliente de alguno que ha sobrevivido. La noche ha llegado y cobija los pinos y cipreses de las colinas romanas. Y entre los lamentos y quejidos se oyen vibrar las palabras de un anciano, muerto y despedazado por un león. Son palabras que han quedado grabadas en los corazones de sus fieles, allá en la lejana Antioquia. Es Ignacio, el segundo sucesor de Pedro como obispo de Antioquia. “Por favor, hermanos, no me privéis de esta vida, no queráis que muera... dejad que pueda contemplar la luz; entonces seré hombre en pleno sentido. Permitid que imite la pasión de mi Dios.”
Ignacio de Antioquia sabía que la verdadera vida, era aquella que le esperaba después de la muerte, en donde podría contemplar cara a cara el rostro de Cristo, “dejad que pueda contemplar la luz”. Él sabía que para llegar a contemplar esa luz era necesario ser testigo de la luz en este mundo sin importar las pruebas y los sufrimientos que fueran necesarios. Pruebas y sufrimientos que llevó dignamente pues los soldados no tuvieron piedad de él durante su largo y penoso viaje de Antioquia a Roma. Pruebas y sufrimiento que cristalizaron con el derramamiento de su sangre y al que él veía como algo necesario: “soy trigo de Cristo, deberé ser triturado por los dientes de las bestias para convertirme en pan puro y santo”.
Un martirio nada lejano a nosotros en los que hoy en día se nos pide a los católicos ser mártires incruentos, es decir mártires que no derraman su sangre física, sino la sangre de la fidelidad a los mandamientos de la Iglesia. Es el martirio de la vida diaria, de los que como Ignacio proclaman con su ejemplo cotidiano que “no es justo hacer lo que la ley de Dios califica como mal para sacar de ello algún bien”. De aquellos que aman tanto a Cristo y a la Iglesia “que respetan sus mandamientos, incluso en las circunstancias más graves y prefieren la propia muerte antes de traicionar esos mandamientos”. (Cfr. Veritatis Splendor n. 90-91)
Son los mártires que en silencio saben ser católicos hasta las últimas consecuencias: la esposa que ante el “horror” de comunicar al marido que ha quedado embarazada nuevamente en circunstancias económicas desfavorables, saber ser valiente y consecuente con su realidad de católica y nunca piensa en el aborto como la medida “más fácil y segura” para no tener problemas con el marido. Jóvenes que llevan una vida impecable de castidad y pureza, guardando sus cuerpos limpios hasta el matrimonio, “sufriendo” el martirio de la presión avasallante de los medios de comunicación y los amigos que invitan al sexo como a una diversión y pasatiempo “seguros, sin consecuencias graves”. Hombres de empresa y obreros que ante la posibilidad de hacer un negocio “no tan limpio” o “hacerle una pequeña trampa al patrón” prefieren seguir con orgullo y con la frente en alto aquel mandamiento que para muchos es viejo y anticuado: “no matarás”. Y así tenemos un ejemplo, una fila interminable de mártires del siglo XXI que se presentan todos los días como san Ignacio de Antioquía, ante las nuevas fieras del Circo Máximo y que escuchan también todos los días, las palabras que escuchó san Ignacio con el último rugido del león: “Venid a mí, bendito de mi Padre... hoy estarás conmigo en el Paraíso”.
miércoles, 16 de octubre de 2013
ORACIONES A SANTA EDUVIGES
ORACIÓN A SANTA EDUVIGES
Gloriosa Princesa Santa Eduvigis,
que pasaste por la tierra socorriendo necesidades, amparando huérfanos,
ayudando doncellas abandonadas,
pagando deudas de los pobres insolventes,
procurando vivienda a los necesitados.
Hoy acudo a ti como modelo que imitar
en este ferviente amor al prójimo.
Enséñame la caridad.
En tus manos pongo hoy
mis intenciones y necesidades
para que las presentes al Señor.
(Hacer la petición)
Como mi modelo y protectora
quiero imitar tu resignación a la voluntad divina.
Presenta al Señor mis intenciones.
Oh gloriosa Santa Eduvigis,
abogada de los deudores,
de los pobres desvalidos,
ruega por nosotros.
Amen.
PROMESAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Y SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE
PROMESAS DE NUESTRO SEÑOR TAL COMO SE LAS REVELO A SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE
En varias oportunidades, Cristo, dirigiéndose a Santa Margarita María, prometió ciertas gracias a los que practican una verdadera devoción a su Divino Corazón: honrándolo, amándolo y glorificándolo. He aquí estas promesas, tal como las recibió Margarita María.
- Que todos los que se entreguen y consagren a Él, no perecerán jamás.
- Que como Él es la fuente de todas las bendiciones, las difundirá en abundancia en todos los lugares en que sea expuesta y honrada la imagen de su Divino Corazón.
- Que reunirá las familias divididas, protegerá y asistirá a las que estén en dificultades y que se dirijan a Él con confianza.
- Que derramará la suave unción de su ardiente caridad sobre todas las comunidades que lo honren y se pongan bajo su especial protección: que apartará todos los golpes de la Justicia Divina, cuando hayan perdido la dignidad de hijos de Dios.
La quinta promesa , se refiere a los apóstoles del culto a su Sagrado Corazón: "Mi divino Maestro me dijo que los que trabajen en la salvación de las almas, trabajarán con éxito y sabrán tocar los corazones más empedernidos, si ellos mismos tienen una tierna devoción a su Divino Corazón y si trabajan en propagar y establecer su culto."
La sexta y última promesa, es la que llamaron la Gran Promesa: "Te prometo - declara Jesús a su confidente - en la excesiva misericordia de mi Corazón, que mi amor omnipotente concederá a los que comulguen los 9 primeros viernes seguidos la gracia de la penitencia final, no morirán en mi desgracia y sin recibir sus sacramentos, mi Divino Corazón será su lugar seguro asilo en el último momento."
SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE - 16 DE OCTUBRE
Autor: P. Angel Amo | Fuente: Catholic.net
Margarita María de Alacoque, Santa
Recipiente de las revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús, octubre 16
Margarita María de Alacoque, Santa
Recipiente de las revelaciones
del Sagrado Corazón de Jesús
En la festividad de San Juan evangelista de 1673, sor Margarita María, que tenia 25 años, estaba en adoración ante el Santísimo Sacramento. En ese momento tuvo el privilegio particular de la primera de las manifestaciones visibles de Jesús que se repetirían durante dos años más, todos los primeros viernes de mes. En 1675, durante la octava del Corpus Christi, Jesús se le manifestó con el corazón abierto, y señalando con la mano su corazón, exclamó: “He aquí el corazón que ha amado tanto a los hombres, que no se ha ahorrado nada, hasta extinguirse y consumarse para demostrarles su amor. Y en reconocimiento no recibo de la mayoría sino ingratitud.”
Margarita María Alacoque, escogida por Jesús para ser la mensajera del Sagrado Corazón, hacía un año que vestía el hábito de las monjas de la Visitación en Paray?le?Monial. Había nacido el 22 de agosto de 1647 en Verosvres, en Borgoña. Su padre, juez y notario, había muerto cuando Margarita era todavía muy joven.
A los nueve años hizo su primera comunión y a los 22 recibió la Confirmación, a la que se preparó con una confesión general: empleó quince días escribiendo en un cuaderno la larga lista de sus faltas para leérselas luego al confesor. En esa ocasión añadió al nombre de Margarita el de María. Después, habiendo vencido las últimas resistencias de la madre, que hubiera preferido verla casada, pudo entrar al convento de la Orden de la Visitación, fundado 60 años antes por San Francisco de Sales, ofreciéndose desde el día de su entrada como “víctima al Corazón de Jesús.”
Las extraordinarias visiones con que fue favorecida le causaron al principio incomprensiones y juicios negativos hasta cuando, por disposición divina, fue puesta bajo la dirección espiritual del jesuita Santo Claudio de la Colombière. En el último periodo de su vida, elegida maestra de novicias, tuvo el consuelo de ver difundida la devoción al Corazón de Jesús, y los mismos opositores de un tiempo se convirtieron en fervorosos propagandistas. Murió a los 43 años de edad, el 17 de octubre de 1690.
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