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sábado, 1 de diciembre de 2018

POR QUÉ LOS CAMBIOS DE FECHAS DE CELEBRACIÓN DE ALGUNOS SANTOS?

¿Por qué los cambios de fechas de celebración de algunos santos?
Respuesta a una duda que muchos suelen expresar


Por: Ramón Rabre | Fuente: preguntasantoral.blogia.com 



Pregunta:

¿Me gustaría saber ell por qué y desde cuando la Iglesia cambió la fecha de celebración de muchos santos?

Respuesta:

Efectivamente algunos santos se los recuerda ahora en una fecha distinta a aquella que algunos almanaques aún siguen indicando, por ejemplo la memoria de Santa Rosa de Lima se celebra actualmente el 23 de agosto, pero en el antiguo santoral -anterior a la reforma del año 1965 (el misal definitivo se editó en 1969)- se celebraba el 30 del mismo mes. Igual ha pasado con San Camilo de Lelis, que pasó del 18 de julio al 14 del mismo, o San Juan de la Cruz, que pasó del 24 de noviembre al 14 de diciembre. ¿la razón de estos cambios?, pues que al eliminarse del calendario romano algunos santos se movieron algunas celebraciones para hacerlas coincidir lo más posible al día de la muerte del santo, día de su entrada en la gloria.
En todos los casos no pudo ser así, por ejemplo, Santa Teresita del Niño Jesús fue "transferida" del 3 al 1 de octubre, su muerte fue el 30 de septiembre, pero este día estaba, y está, "ocupado" por San Jerónimo desde hacía siglos, (y tampoco se trataba de hacer un rompecabezas).
En otros casos el cambio fue para evitar celebraciones en Cuaresma (Santo Tomás de Aquino, del 8 de marzo al 28 de enero, antigua fiesta de su traslación; San Gergorio, del 3 de marzo al 3 de septiembre; San Benito, del 21 de marzo al 11 de julio).
Otros santos tenían varias fiestas que se agruparon en una sola (Santa Inés, 21 y 28 de enero, su octava; San Esteban 26 de diciembre y 3 de agosto, el hallazgo del cuerpo).
Otras celebraciones pasaron a ser exclusivamente de las órdenes religiosas(estigmatización de San Francisco, 17 de septiembre; trasverberación de Santa Teresa, 26 de agosto; hallazgo del cuerpo de Santa Clara, 23 de septiembre)
Aún así, hay que recordar que muchos sitios tienen privilegio para seguir celebrando a algún santo en la fecha anterior, por ejemplo recuerdan a Santa Rosa el 30 de agosto (como otros tienen el de celebrar San Rafael el 24 de octubre, y la Habana celebra San Cristóbal el 16 de noviembre).
NdE: En cuanto a las fechas, el santoral de este portal se apega, en la medida de lo posible, al Martirologio Romano actual, fruto del Concilio Vaticano II, por ello puede suceder que la fecha en la que está incluido un santo o beato en el santoral de Catholic.net, no coincida con la fecha señalada en algún otro portal.

sábado, 13 de octubre de 2018

POR QUÉ LA IGLESIA CATÓLICA TIENE TANTOS SANTOS?

¿Por qué la Iglesia Católica tiene tantos santos?
Sólo quien no conoce la escritura puede cuestionar que la Iglesia Católica tiene muchos santos


Por: Redacción | Fuente: CatolicoDefiendeTuFe.org 



Son muchas las personas que preguntan: ¿por qué la Iglesia Católica tiene tantos Santos? Ya sea por curiosidad o mala fe, ésta pregunta tiene un común denominador: la ignorancia. Todos los seres humanos somos ignorantes en mayor o menor medida, pero cuando ésta pregunta viene de personas que se consideran conocedoras de la Biblia, sólo podemos concluir dos cosas: en realidad no conocen la Escritura o lo que los mueve es la mala fe. Para dar respuesta, primero debemos preguntarnos:
¿QUIÉNES SON LOS SANTOS?
“Pedro, que andaba recorriendo todos los lugares, bajó también a visitar a los santos que habitaban en Lida” Hechos 9,32.
“A todos los amados de Dios que estáis en Roma, santos por vocación, a vosotros gracia y paz, de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo” Romanos 1,7.
“¿No sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si vosotros vais a juzgar al mundo, ¿no sois acaso dignos de juzgar esas naderías?” 1 de Corintios 6,2.
Los Apóstoles llaman a los miembros de la Iglesia “Santos”, y tienen razón, la Iglesia somos nosotros los fieles y así como dice San Pablo:
“En efecto, así como por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo todos serán constituidos justos” Romanos 5,19.
El pecado de Adán nos convirtió a todos en pecadores, pero por la Sangre y la Muerte de Cristo todos fuimos hechos Santos:
“Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, purificándola mediante el baño del agua, en virtud de la palabra, y presentársela resplandeciente a sí mismo; sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que sea santa e inmaculada” Efesios 5,25-27.
Jesucristo santificó a su Iglesia, es decir a nosotros, y su Iglesia debe ser “santa e Inmaculada”, pero eso no significa como equivocadamente creen los “cristianos evangélicos”, que como Jesús ya lo hizo todo, nosotros ya no debemos hacer nada, sino, sólo “tener fe y aceptar a Cristo como tú Señor y salvador”, pues Cristo mismo dice:
“No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial” Mateo 7,21.
“¿Por qué me llamáis: "Señor, Señor", y no hacéis lo que digo?” Lucas 6,46.
Y ¿QUÉ FUE LO QUE JESUCRISTO NOS MANDÓ QUE HICIÉRAMOS?
“Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial” Mateo 5,48. En clara referencia a Levítico 19,2.
“Habla a toda la comunidad de los israelitas y diles: Sed santos, porque yo, Yahveh, vuestro Dios, soy santo” Lv. 19,2.
TODOS ESTAMOS LLAMADOS A SER SANTOS
“A la Iglesia de Dios que está en Corinto: a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos, con cuantos en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor nuestro, de nosotros y de ellos” 1 de Corintios 1,2.
“como dice la Escritura: Seréis santos, porque santo soy yo” 1 de Pedro 1,16.
Jesucristo ya ganó para nosotros la salvación y la vida eterna, ahora nos toca a nosotros realizar nuestra parte y ser dignos de tan hermoso regalo, esforzarnos por ser Santos e irreprochables, porque si no somos Santos no podremos estar con él Señor.
“Para que se consoliden vuestros corazones con santidad irreprochable ante Dios, nuestro Padre, en la Venida de nuestro Señor Jesucristo, con todos sus santos” 1 de Tesalonicenses 3,13.
“Procurad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” Hebreos 12,14.
Una vez entendido a la luz de la Biblia que no basta con decir a Cristo “Señor, Señor” y que todos tenemos el deber de ser Santos para ir al cielo, borrando la falsa idea de que un Santo es una persona que nunca peca, pues todos los Santos también cometen pecados, pues “Si decimos: «No tenemos pecado», nos engañamos y la verdad no está en nosotros” 1 de Juan 1,8. Podemos entender que la Iglesia Católica en realidad no tiene muchos Santos, y sólo conocemos la punta de iceberg, a unos pocos canonizados, de los cuales la Iglesia tiene la certeza de que ya están en el cielo:
“Y asamblea de los primogénitos inscritos en los cielos, y a Dios, juez universal, y a los espíritus de los justos llegados ya a su consumación” Hebreos 12,23.
La gran mayoría de los Santos nos son aún desconocidos y sólo son conocidos por Dios, pero al fin del mundo vendrán desde el cielo con Jesucristo.
“...Y vendrá Yahveh mi Dios y todos los santos con él” Zacarías 14,5.
“...con santidad irreprochable ante Dios, nuestro Padre, en la Venida de nuestro Señor Jesucristo, con todos sus santos” 1 de Tesalonicenses 3,13.
Sólo quien no conoce la escritura puede cuestionar que la iglesia católica tiene muchos santos, ¡¡ojalá seamos todos!!
Santos todos, rogad por nosotros...
Pax Et Bonum

lunes, 8 de octubre de 2018

7 CONSEJOS PARA PERMANECER EN LA BÚSQUEDA DE LA SANTIDAD


7 consejos para permanecer en la búsqueda de la santidad
Sean santos… como es santo él que los ha llamado (1 Pe 1, 15)


Por: Dinorah Hernández | Fuente: Catoliscopio.com 




Estoy segura de que has escuchado por lo menos una vez en tu vida la palabra -santidad-, pues este artículo tiene como objetivo recordarte que estás llamado a alcanzarla, sí, tú con todas tus características, mira que no te lo digo yo: “Sean santos… como es santo él que los ha llamado” 1 Pe 1, 15 y nadie está excluido de esta buena nueva.

Si te has topado hoy con esta lectura, aprovecha para hacer un pequeño alto y examinar cómo va tu camino hacia la santidad, entendida como la búsqueda de nuestra plenitud de ser cristianos. Este artículo es para tí, sin importar si vas iniciando en este camino, o ya llevas muchos años. Tal vez, como nos suele suceder, la habías dejado como olvidada, si es tu caso, déjame te digo que tengas ánimo, a veces pasa, pasa que las actividades diarias, la rutina, el trabajo, la escuela, las prisas, el ocio, las personas o las emociones como el desánimo nos distraen pero, no has pensado que es justamente en esto, las situaciones (hasta las más adversas) y actividades más cotidianas de nuestras vidas donde se encuentra el secreto para alcanzar nuestra meta y ser santos.

Déjame te cuento una historia, la de Santa Mónica
Santa Mónica vivió entre el año 332 y 387 en África del norte y Roma, se casó con un hombre llamado Patricio, un hombre trabajador, pero con un genio terrible y además era mujeriego.

Patricio no creía en Dios, tras 30 años de matrimonio, y después de ver y experimentar la paciencia, la caridad y oraciones de su esposa, Patricio busca el bautismo antes de su muerte y también su madre (suegra de Santa Mónica) se hace bautizar con él.

Juntos tuvieron 3 hijos, el mayor, Agustín le daba grandes tristezas y preocupaciones principalmente porque le vio alejarse de Dios hasta unirse a una secta. Imagina la angustia de una madre católica al ver a su hijo alejarse de quien ella sabía era el perdón y la felicidad.

Santa Mónica oraba, ofrecía sacrificios y pedía a otros que intercedieran por Agustín y así lo hizo por años y años sin perder la esperanza, aunque su hijo no diera señales de conversión.

Finalmente, el año de su muerte logró ver a su hijo “mientras volvía a la casa del Padre”, su alegría fue completa, su Fe, su lágrimas y oraciones habían dado fruto en su hijo el gran San Agustín.

Como puedes ver a pesar de la distancia en tiempo y espacio que puedas pensar que hay entre ella y nosotros, su vida enfrentó dificultades muy similares a las nuestras, ¿Quién no tiene dificultades familiares, divisiones o peleas en casa? o ha sufrido por la salud espiritual o física alguien, ansiando que conociera a Dios como nosotros lo hemos comenzado a conocer, o tal vez te has visto en la situación en la que después de orar en repetidas ocasiones te preguntas si Dios te irá a responder o si acaso te está escuchando.

Como una amiga y desde la experiencia te digo, no desistas, Dios actúa en tu vida.

He aquí estos 7 consejos que a ejemplo de esta gran Santa podemos seguir para ser cada vez más plenos y acercarnos a nuestra meta, la santidad:


1. Persevera:
En hacer crecer tu amistad con Dios, por medio de la lectura de la Biblia, asistir a misa, la oración y en el amor y cuidado de los demás. Tal vez en ocasiones te sientas sin ganas, o te falte el tiempo, en esos momentos hazlo de todos modos pues tal vez sea cuando más lo necesites. Dios te acompaña y te ayudara.

2. Asómbrate:
“Déjense sorprender por Dios” es la frase que el papa Francisco continúa repitiendo “Dios se manifiesta con sorpresas”, en las pequeñas y grandes cosas de la vida, en tu rutina, en el trabajo, la escuela. En un mundo sobrecargado de tecnología e información corremos el peligro de vivir sin verle, sin fijarnos, sin parar y respirar, voltear al cielo admirarnos de lo que ahí hay, ver a nuestros niños; hijos, sobrinos, alumnos y sorprendernos de su ternura e inocencia, o ver a nuestros amigos y dejar que Dios nos sorprenda con la alegría, en nuestras familias, papás, hermanos, abuelos, sorprendernos del amor incondicional que a pesar de todo Dios nos da a través de ellos. Nos sorprende actuando aun en aquello que parece imposible. ¡¡¡No pierdas la fe!!!

3. No dejes de orar:
Una vez escuché a un canta autor católico decir: cuando oramos lo que más nos sorprende no es que Dios nos responda, sino ver que ¡¡Dios nos escuchó!! Y es que a veces oramos convencidos de que Dios no nos escuchara, a ejemplo de Santa Mónica, oremos sin desanimarnos, bien consiente de que el Dios que le escucho a ella es el Dios que me escucha a mí. Ora por ti y ora también por otros.

4. No te dejes abatir por lo que pasa:
Nos despertamos con noticias difíciles sobre el mundo en la televisión, después de camino a nuestras actividades escuchamos en la radio malas noticias ahora locales, para después encontrar crisis en el trabajo y/o la casa. Pero un cristiano no pierde la alegría ni la fe, sabe muy bien en quien ha puesto su confianza, y es que no podemos vivir como quien no cree en Dios, mira cómo esta gran santa conservó siempre la certeza de que Dios lo pondría todo en su lugar y a todos en su corazón.

5. Confía:
Como un niño…descansa sabiendo que todo está en manos de Dios, “Reza, espera y no te preocupes” decía el Padre Pío. Por supuesto que como diría la sabiduría popular “a Dios rogando y con el mazo dando” o como San Agustín hijo de nuestra Santa diría mejor “Ora como si todo dependiera de Dios. Trabaja como si todo dependiera de ti”. Nuestra vida sería mucho más plena si confiáramos en que Dios nos sostiene.

6. Agradece:
Como el Leproso que volvió a Jesús después de sanado, recuerda agradecer a Dios siempre y por todo.

7. Da testimonio:
El mundo, necesita de tu vida. Así como Santa Mónica impactó en la vida de su esposo e hijo con su ejemplo, paciencia y amor, tu y yo podemos en el día a día con nuestra amabilidad al conducir, nuestra plática, honestidad y buenas obras, ser luz para otros.

Te invito a ponerlos en práctica y verás cómo tu vida se va transformando y a ejemplo de Santa Mónica puedas impactar en la vida de tus más queridos y cercanos, vale la pena el esfuerzo.

jueves, 1 de junio de 2017

TODO SANTO FUE PRIMERO NIÑO

Todo santo fue primero niño
Este artículo intenta hacer ver que los santos no son seres de otro mundo, todos ellos fueron niños igual que nosotros


Por: Mauricio Artieda | Fuente: Catholic-link.com 



Ningún santo nació siéndolo; ellos se forjaron en el fuego del amor. Todos empezaron desde pequeños, muy pequeños en algunos casos. Lloraron, se embarraron con la comida y les cambiaron los pañales; eran frágiles y vulnerables. Su primera experiencia del amor infinito de Dios fueron experiencias muy sencillas: la mirada de la madre, un beso en la rodilla rasmillada, la sonrisa consoladora y protectora que sólo un padre puede dar, etc. Tuvieron que pasar, como nosotros, el drama de la pubertad, ese paraíso de inseguridades. Ellos también se levantaron por las mañanas, miraron al espejo y dudaron de sí mismos. Algunos fueron muy inteligentes, otros eran tipos sencillos. Unos atractivos, otros no. Los hubo también acomodados económicamente y otros pasaron las penurias propias de pertenecer a una familia pobre. Algunos talentosos y otros ordinarios; unos muy espirituales y hasta místicos, otros construyeron su encuentro con Dios a punta de martillazos y trabajando duro sobre sí mismos.
Pero en cada caso, podemos decir con Dante, “Un gran fuego inició con una pequeña chispa”. Invisible a los ojos, cada uno puso a su modo su mirada en Cristo, dieron un “Sí” generoso, y, a pesar de que cada uno tuvo su propia colección de dificultades, no miraron atrás. ¿Qué los hace a ellos tan distintos de ti? ¿Qué es lo que te detiene?
Con esta colección de fotografías queremos aguarle la fiesta a todos los que muchas veces caemos -me incluyo- en la tentación de pensar que los santos son “tipos especiales”, “cuyo amor era de otro mundo”. Pues esto no es así. No caigamos en el error de ver en la mirada de estos niños al santo que vemos a la derecha. No les quitemos valor, no los despojemos del honor de haber batallado. Cada uno de ellos luchó por dejarse transformar por el amor de Dios. Asumieron con valentía las mismas luchas que nosotros debemos librar por hacernos más de Cristo y menos del mundo. No idealicemos sus miradas, dejémoslos ser niños, frágiles, inmaduros, adolescentes… sólo así podremos dejar que su testimonio interpele nuestra vida y sea un auténtico llamado a abandonar nuestras excusas y asumir la hermosa aventura de la santidad.




lunes, 19 de septiembre de 2016

QUÉ ES SER SANTOS?


Ser santos


¿Qué significa ser santos?
Significa estar unidos, en Cristo, a Dios, perfecto y santo.
“Sean por tanto perfectos como es perfecto su Padre celestial” (Mt 5, 48), nos ordena Jesucristo, Hijo de Dios. “Sí, lo que Dios quiere es su santificación.” (1 Ts 4, 3).

¿Por qué Dios quiere nuestra santidad?
Porque Dios nos ha creado “a su imagen y semejanza” (Gn 1, 26), y de ahí que Él mismo nos diga: “Sed santos, porque yo soy santo” (Lv11, 44).
La santidad de Dios es el principio, la fuente de toda santidad. Y, aún más, en el Bautismo, Él nos hace partícipes de su naturaleza divina, adoptándonos como hijos suyos. Y por tanto quiere que sus hijos sean santos como Él es santo.

¿Estamos todos llamados a la santidad?
Todo ser humano está llamado a la santidad, que “es plenitud de la vida cristiana y perfección de la caridad, y se realiza en la unión íntima con Cristo y, en Él, con la Santísima Trinidad. El camino de santificación del cristiano, que pasa por la cruz, tendrá su cumplimiento en la resurrección final de los justos, cuando Dios sea todo en todos” (Compendio, n. 428).

¿Cómo es posible llegar a ser santos?
- El cristiano ya es santo, en virtud del Bautismo: la santidad está inseparablemente ligada a la dignidad bautismal de cada cristiano. En el agua del Bautismo de hecho hemos sido “lavados [...], santificados [...], justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios” (1 Cor 6, 11); hemos sido hechos verdaderamente hijos de Dios y copartícipes de la naturaleza divina, y por eso realmente santos.

- Y porque somos santos sacramentalmente (ontológicamente - en el plano de nuestro ser cristianos), es necesario que lleguemos a ser santos también moralmente, es decir en nuestro pensar, hablar y actuar de cada día, en cada momento de nuestra vida. Nos invita el Apóstol Pablo a vivir “como conviene a los santos” (Ef 5, 3), a revestirnos “como conviene a los elegidos de Dios, santos y predilectos, de sentimientos de misericordia, de bondad, de humildad, de dulzura y de paciencia” (Col 3, 12).
Debemos con la ayuda de Dios, mantener, manifestar y perfeccionar con nuestra vida la santidad que hemos recibido en el Bautismo: Llega a ser lo que eres, he aquí el compromiso de cada uno.

- Este compromiso se puede realizar, imitando a Jesucristo: camino, verdad y vida; modelo, autor y perfeccionador de toda santidad. Él es el camino de la santidad. Estamos por tanto llamados a seguir su ejemplo y a ser conformes a Su imagen, en todo obedientes, como Él, a la voluntad del Padre; a tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús, el cual “se despojó de su rango, tomando la condición de siervo (…) haciéndose obediente hasta la muerte” (Fil 2, 7-8), y por nosotros “de rico que era se hizo pobre” (2 Cor 8, 9).

- La imitación de Cristo, y por lo tanto el llegar a ser santos, se hace posible por la presencia en nosotros del Espíritu Santo, quien es el alma de la multiforme santidad de la Iglesia y de cada cristiano. Es de hecho el Espíritu Santo quien nos mueve interiormente a amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente, con todas las fuerzas (cfr. Mc 12, 30), y a amarnos los unos a los otros como Cristo nos ha amado (cfr. Jn 13, 34).

¿Cuáles son los medios para nuestra santificación?
El primer medio y el más necesario es el Amor, que Dios ha infundido en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, que nos ha sido dado (cfr. Rm 5, 5) y con el cual amamos a Dios sobre todas las cosas y al prójimos por amor de Él. Pero para que el amor, “como una buena semilla y fructifique, debe cada uno de los fieles oír de buena gana la Palabra de Dios y cumplir con las obras de su voluntad, con la ayuda de su gracia, participar frecuentemente en los sacramentos, sobre todo en la Eucaristía, y en otras funciones sagradas, y aplicarse de una manera constante a la oración, a la abnegación de sí mismo, a un fraterno y solícito servicio de los demás y al ejercicio de todas las virtudes. Porque la caridad, como vínculo de la perfección y plenitud de la ley (cf. Col 3,14), gobierna todos los medios de santificación, los informa y los conduce a su fin” (Lumen Gentium, 42).
Cada fiel es ayudado en su camino de santidad por la gracia sacramental, donada por Cristo y propia de cada Sacramento.

¿Existen diversas maneras y formas de santidad?
Ciertamente. Cada uno puede y debe llegar a ser santo según los propios dones y oficios, en las condiciones, en los deberes o circunstancias que son los de su propia vida.
Las vías de la santidad son por tanto múltiples, y adaptadas a la vocación de cada uno. Muchos cristianos, y entre ellos muchos laicos, se han santificado en las condiciones más ordinarias de la vida.

¿Por qué la Iglesia proclama santos a algunos de sus hijos?
“Al canonizar a ciertos fieles, es decir, al proclamar solemnemente que esos fieles han practicado heroicamente las virtudes y han vivido en la fidelidad a la gracia de Dios, la Iglesia reconoce el poder del Espíritu de santidad, que está en ella, y sostiene la esperanza de los fieles proponiendo a los santos como modelos e intercesores” (CEC, n. 828).

La Iglesia, desde sus inicios, ha siempre creído que los Apóstoles y los Mártires estén estrechamente unidos a nosotros en Cristo, los ha celebrado con particular veneración junto con la santísima Virgen María y los santos Ángeles, y ha implorado piadosamente la ayuda de su intercesión. Y a lo largo de los siglos, ha siempre ofrecido para la imitación de los fieles, a la veneración y a la invocación, a algunos hombres y mujeres, insignes por el esplendor de la caridad y de todas las otras virtudes evangélicas.


* Por: Mons. Rafaello Martinelli | Fuente: Catholic.net

miércoles, 7 de septiembre de 2016

SANTAS LLAMADAS TERESA


Santas llamadas Teresa
La Iglesia tiene inscritas en el canon 11 santas con este nombre, aquí las conocerás



Por: Catholic.net | Fuente: Catholic.net 




Ante la reciente canonización de la Madre Teresa de Calcuta, existe la curiosidad por conocer cuantas santas tiene la Iglesia con ese nombre, y la respuesta es: son once, incluyendo a Santa María Teresa Couderc, quien como vemos lo lleva como segundo nombre. Además hay 25 beatas llamadas Teresa.
Un dato singular, pero que si se analiza no causa sorpresa: de entre las once santas, cinco pertenecen a la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (Carmelitas).
Las hemos enlistado en orden cronológico, según el año de su ingreso a la casa del Padre.
Reina de León y madre de tres hijos, que, después de la muerte de su esposo, abrazó la vida regular en un monasterio fundado por ella misma, bajo la disciplina cisterciense († 1250).


Virgen y doctora de la Iglesia, que nacida en Ávila, ciudad de España, y agregada a la Orden de los Carmelitas, llegó a ser madre y maestra de una observancia más estrecha, y en su corazón concibió un plan de crecimiento espiritual bajo la forma de una ascensión por grados del alma hacia Dios, pero a causa de la reforma de su Orden hubo de sufrir dificultades, que superó con ánimo esforzado, y compuso libros en los que muestra una sólida doctrina y el fruto de su experiencia († 1582).
virgen, que, habiendo entrado en la Orden de las Carmelitas Descalzas, avanzó por el arduo camino de la perfección y murió siendo aún joven († 1770).
virgen, fundadora del Instituto de Hijas del Sacratísimo Corazón de Jesús († 1852).
Virgen, fundadora, no sin grandes tribulaciones, pero con ánimo sereno, de la Compañía de Nuestra Señora del Retiro del Cenáculo en la localidad de La Louvesc, junto al sepulcro de san Juan Francisco de Regis († 1885).
Virgen y doctora de la Iglesia, que entró aún muy joven en el monasterio de las Carmelitas Descalzas de Lisieux, llegando a ser maestra de santidad en Cristo por su inocencia y simplicidad. Enseñó el camino de la perfección cristiana por medio de la infancia espiritual, demostrando una mística solicitud en bien de las almas y del incremento de la Iglesia, y terminó su vida a los veinticinco años de edad. († 1897)
Virgen, que, para ayudar a los ancianos, fundó el Instituto de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados († 1897).
Vírgen y mártir, quien, junto a su hermana Rosa, en la persecución desencadenada por el movimiento de los Yihetuan, para salvaguardar el honor de su virginidad y su fe cristiana, hicieron frente valientemente a las atrocidades de sus perseguidores y murieron alanceadas por sus verdugos († 1900).
Virgen, que, siendo novicia en la Orden de Carmelitas Descalzas, consagró, como ella misma decía, su vida a Dios por el mundo pecador, muriendo de tifus a los veinte años de edad († 1920).
Virgen de la Orden de las Carmelitas Descalzas y mártir, la cual, nacida y educada en la religión judía, después de haber enseñado filosofía durante algunos años entre grandes dificultades, recibió por el bautismo la nueva vida en Cristo y la desarrolló bajo el velo de religiosa, hasta que, en tiempo de un régimen hostil a la dignidad del hombre y de la fe, fue desterrada y encarcelada, muriendo en la cámara de gas del campo de exterminio de Oswiecim o Auschwitz, cerca de Cracovia, en Polonia († 1942).
Virgen, que, nacida en Albania, trató de apagar la sed de Cristo clavado en la cruz atendiendo con eximia caridad a los hermanos más pobres, y fundó las congregaciones de Misioneros y Misioneras de la Caridad, para servir a los enfermos y abandonados († 1997).

jueves, 9 de junio de 2016

LA INTERCESIÓN DE LOS SANTOS


La intercesión de los santos
¿Por qué los católicos rezamos a los Santos? Analicemos un argumento comúnmente usado contra la intercesión de los Santos: 



Por: ApologeticaCatolica.org | Fuente: ApologeticaCatolica.org 




¿Por qué los católicos rezamos a los Santos? Los católicos no creemos que los santos tengan ´poderes especiales´ que compitan con Dios. Simplemente creemos que al morir están con Cristo, y siguen siendo parte de la Iglesia: Siguen rezando a Cristo por nosotros, porque siguen estando vivos.

Cristo. El Único Mediador entre los Hombres y Dios Padre.

Bien, analicemos un argumento comúnmente usado contra la intercesión de los Santos: "Jesucristo es el único mediador". Analicemos más a fondo la lógica de nuestros hermanos evangélicos:

1. Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres.
2. Los católicos dicen que María es intercesora ante Jesús.
3. ¡Pero Jesús es Dios!
4. Entonces María es otro mediador entre Dios y los hombres.
5. Así que "según los católicos", Jesús NO es el único mediador entre Dios y los hombres. (De hecho es según el malentendido protestante del catolicismo)
6. Por lo tanto, lo que dicen los católicos de la intercesión, es herético y antibíblico.

Bueno... analicemos esto más de cerca:

1. Jesús es Dios.
2. Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres.
3. ¿Pero para qué mediaría Jesús ante sí mismo? ¡Eso no es mediación!
4. Por lo tanto, la mediación entre Dios y los hombres, perteneciente a Jesús, tiene que ser entre Dios Padre, y los hombres.

Si Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres, es porque es Dios y hombre. En cualquier caso, la intercesión de los santos no interfiere con la única mediación, porque los santos no dejan de ser hombres (humanos).

Ahora regresemos al contexto. Jesús es el único mediador entre Dios Padre y los hombres. Cuando Pablo habla de Jesús como mediador, muy pocos sabían que Jesús es Dios. Antes de mostrar que Jesús es Dios (y eso lo hizo san Juan, no san Pablo), uno tenía que probar que Jesús es el Mesías esperado del pueblo hebreo. El Cristo. En otras palabras, cuando san Pablo habla de Dios, se refiere al Padre. Incluso Jesús había dicho que su Padre era a quien los judíos llamaban "su Dios".

¿Es esto una herejía? Lo dudo. ¿Puede aplicarse la intercesión de los santos aquí? Obvio que sí, otro argumento menos contra "rezar" a los santos.

Ahora, ¿qué tipo de exclusividad tiene esta mediación? Obviamente no es una mediación de conseguir milagros de Dios, o la ayuda de Dios, porque también los ángeles nos ayudan, como ayudaron a Lot en Sodoma, o cuando un ángel rescató a san Pedro de la cárcel, o, si incluimos otros relatos, cuando el arcángel Rafael ayuda a Tobías. Si hablamos de una mediación exclusiva, esto no puede aplicar. Es decir: Una mediación exclusiva en cuanto a pedir milagros, va contra la misma Biblia (como cuando el profeta Elías resucita al hijo de la extranjera). Por lo tanto tenemos que distinguir sobre el verdadero significado de la mediación única de Cristo (lo cual veremos más adelante). El único modo de asociar los milagros con la mediación de Cristo, que no contradiga la Biblia, es que dicha mediación sea difusiva, siendo Cristo el último eslabón.

Nunca dice la Biblia que Cristo sea el único mediador entre alguien y Dios, sino el único mediador entre LOS hombres (en total) y Dios. Es decir: Es Jesús quien envía a los ángeles (o a los Santos). Incluso si Jesús quisiera que María reinara sobre los ángeles, esto no influiría en su mediación, porque ella actuaría en el nombre de Jesús.

Ahora veamos qué pasa con la intercesión. Supongamos que quiero dar a Dios un regalo (una oración). Primero se lo tengo que dar a Jesús, luego Jesús se lo da a Dios. Ahora, supongamos que se lo quiero dar primero a María (humana). Ella se lo da a Jesús (hombre y Dios), y Jesús se lo da al Padre (Dios). Jesús no deja de ser el único mediador entre Dios y los hombres. Entonces la única Mediación es difusiva (no hay de otra). Veamos el siguiente diagrama:

Analicemos primero la figura B de la intercesión. Quizás esta sea tu idea de la intercesión católica. Otras personas reemplazando a Jesús en la intercesión. Bueno, entendiste mal.

Ahora veamos la figura A. Aquí, aunque María y los santos participan en la intercesión, Jesús es un eslabón. Sin este eslabón, no habría Mediación entre Dios y los hombres. Puedes rezarle directamente a Jesús si quieres. Pero, ¿no sería mejor si María, los ángeles y los santos lo hicieran, para que la oración sea más efectiva? (La Biblia dice que la oración del Justo es poderosa. ¿Y quién más justo que los santos para que le recen a Jesús?)

Aquí puedes ver cómo los católicos entendemos la intercesión. Todas las oraciones son dirigidas a María, los ángeles y los santos, y son redirigidas a Dios Padre gracias a la mediación de Jesús.

El verdadero significado de la mediación única de Jesús.

Hasta ahora he rebatido el argumento que cita fuera de contexto, que "Jesús es el único mediador entre Dios y los hombres". Ahora, para terminar esto, veamos a qué tipo de mediación se refería san Pablo. No señor, no era pedir milagros.
Amonesto pues, ante todas cosas, que se hagan rogativas, oraciones, peticiones, acciones de gracias, por todos los hombres; Por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador; El cual quiere que todos los hombres sean salvos, y que vengan al conocimiento de la verdad. Porque hay un Dios, asimismo un mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre; El cual se dio á sí mismo en precio del rescate por todos, para testimonio en sus tiempos." (1 Tim 2:1-6)

Porque los otros cierto sin juramento fueron hechos sacerdotes; mas éste, con juramento por el que le dijo: Juró el Señor, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote eternamente Según el orden de Melchîsedec: Tanto de mejor testamento es hecho fiador Jesús. Y los otros cierto fueron muchos sacerdotes, en cuanto por la muerte no podían permanecer. Mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable: Por lo cual puede también salvar eternamente á los que por Él se allegan á Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. Heb 7:21-25



Otra vez, Pablo habla de Jesús como mediador de la salvación de los hombres. También habla de la Nueva Alianza. Por eso en la última cena, habla de la sangre de la Nueva Alianza, que es derramada por nosotros (en la cruz).
Mas ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, el cual ha sido formado sobre mejores promesas (Heb 8:6)

Así que, por eso es mediador del nuevo testamento, para que interviniendo muerte para la remisión de las rebeliones que había bajo del primer testamento, los que son llamados reciban la promesa de la herencia eterna (Heb 9:15)

Una Nueva Alianza. Jesús es el Nuevo y Eterno Sacerdote, que se sacrificó a Sí mismo para nuestra salvación. Esta es la mediación de la que Pablo habla. A través de Jesús, llegamos al Padre: "Yo soy el Camino, la Verdad, y la Vida. Nadie llegará al Padre si no es por mí" (Juan 14:6)

Esta es la mediación de Jesús. La mediación de la salvación. Ni los ángeles ni los hombres podían reconciliarnos con el Padre. Por eso Pablo dice que Jesús era el único que se podría sacrificar por nuestros pecados. ¿Tiene sentido, no?

Regresemos al concepto de la intercesión (incluso rezar para la salvación de alguien) al diagrama anterior. De hecho, el Catecismo de la Iglesia Católica dice:
´Por el hecho de que los del cielo están más íntimamente unidos con Cristo, consolidan más firmemente a toda la Iglesia en la santidad... no dejan de interceder por nosotros ante el Padre. Presentan por medio del único Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, los méritos que adquirieron en la tierra... Su solicitud fraterna ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad´ (LG 49) (CCC 956).

Notemos que aunque los santos interceden por nosotros, no toman el rol de Jesús como mediador... así como Dios gobierna al mundo a través de los ángeles, Jesús nos ayuda a través de los santos. No es difícil de entender.

Si la gente va a Jesús (p.ej. son ´salvados´, como dicen los evangélicos) por las oraciones de alguien, es porque Jesús escuchó esas oraciones. Las personas también llegan a Jesús por medio de la Iglesia. ¿Quién dice que esta mediación no empezó por el amor del Padre, en el Espíritu Santo?

"¡Pero el Espíritu Santo intercede por nosotros!" Cuando le pides a alguien que rece por tí, (de acuerdo con esta lógica), estás violando esta regla, al "reemplazar al Espíritu Santo" en la oración (¡idolatría!). Todos sabemos que esto es ridículo. Cuando pides por alguien, sabes que es el Espíritu Santo quien pide por él, usándote como un instrumento. ¿Quién dice que el Espíritu Santo deja de actuar en los que ya están en el cielo?

Es ilógico pensar que aquellos que murieron en santidad (que ya tenían el Espíritu Santo), dejaron de tenerlo a la hora de la muerte. Sus cuerpos se separaron de sus almas, de acuerdo, pero esto no afecta al Espíritu Santo en nada.
Por lo cual estoy cierto que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna criatura nos podrá apartar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. (Rom 8:38-39) (NIV)

En este pasaje de la carta a los Romanos, san Pablo nos dice que la muerte NO nos separará del amor de Jesús (notemos que no incluye el pecado, pero eso es otro asunto). Aquellos que tenían el Espíritu Santo (y no lo perdieron), todavía lo tienen después de la muerte. Así, que cuando los Santos rezan por nosotros, es también el Espíritu Santo quien reza por ellos (y en consecuencia, también por nosotros).

Terminemos con el más claro pasaje de intercesión: La sanación del siervo del centurión.
Y el siervo de un centurión, al cual tenía Él en estima, estaba enfermo y á punto de morir. Y como oyó hablar de Jesús, envió a Él los ancianos de los Judíos, rogándole que viniese y librase a su siervo. Y viniendo ellos a Jesús, rogáronle con diligencia, diciéndole: Porque es digno de concederle esto; Que ama nuestra nación, y Él nos edificó una sinagoga. Y Jesús fué con ellos. Mas como ya no estuviesen lejos de su casa, envió el centurión amigos á Él, diciéndole: Señor, no te incomodes, que no soy digno que entres debajo de mi tejado; Por lo cual ni aun me tuve por digno de venir a ti; mas di la palabra, y mi siervo será sano. Porque también yo soy hombre puesto en potestad, que tengo debajo de mí soldados; y digo á éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y á mi siervo: Haz esto, y lo hace. Lo cual oyendo Jesús, se maravilló de Él, y vuelto, dijo á las gentes que le seguían: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe. Y vueltos á casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo que había estado enfermo. (Lucas 7:2-10)

Bien, veamos lo que pasó:

1. El centurión envió algunos ancianos a pedirle a Jesús que sanara al siervo.
2. Los ancianos hablaron en favor del centurión (dudo que un siervo edificara una sinagoga).
3. Algunos amigos del centurión dijeron a Jesús lo que el centurión les dijo. Repitieron el mensaje.
4. Luego Jesús dijo: "Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe".
5. Y luego sanó al siervo del centurión.

¿El centurión, EN ALGÚN MOMENTO habló directamente a Jesús? No, y ¡oh sorpresa! Jesús dijo que no había hallado una fe tan grande en Israel! ¡La intercesión sirve! El centurión ha de haber agradecido a sus amigos que enviaron el mensaje. Pero ¿quién hizo el trabajo duro? ¡Jesús! Todo mundo lo sabía. No fueron los amigos los que sanaron al sirviente. Pero cooperaron en su sanación.

Del mismo modo, nuestros hermanos mayores en el cielo, interceden por nosotros ante Jesús, así que Jesús nos salva de peligros para nuestros cuerpos e incluso almas. Recordemos que Jesús salvó la vida del siervo. ¿No es la vida espiritual más importante que la material?

"Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe"

Si los santos están VIVOS, rezando y cuidando de nosotros, ¿por qué no pedirles ayuda? ¿Es acaso la cooperación entre cristianos idolatría? ¿Acaso los santos le roban el crédito a Jesús, sólo porque le piden al mismo Jesús que nos ayude?.
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