Hoy 1 de diciembre recordamos al Beato Carlos de Foucauld, de aristócrata y mujeriego a los altares
(ACI).- “La fe es incompatible con el orgullo, con la vanagloria, con el deseo de la estima de los hombres. Para creer, es necesario humillarse”, decía el Beato Carlos de Foucauld, quien pasó de ser un aristócrata francés y militar mujeriego a un claro modelo de santidad.
Carlos de Foucauld nació en Estrasburgo, Francia, en una familia aristocrática en 1858. A los seis años quedó huérfano y junto con su hermana fueron criados por su abuelo. Más adelante estudió con los jesuitas en Nancy y París.
Ingresó al servicio militar, pero años después fue dado de baja por mala conducta y se marchó con su amante. Por aquel tiempo se produjo una revuelta y Carlos volvió al ejército. Cuando todo acabó, renunció a su puesto para estudiar árabe y hebreo.
En 1883, haciéndose pasar por judío, realizó una expedición por el desierto de Marruecos, hizo mapas de los oasis y recibió la medalla de oro de la Sociedad Francesa de Geografía. Asimismo exploró Argelia y parte de Túnez.
En 1886 tuvo una experiencia profunda de conversión. Le impactó la vida entre los seguidores del Islam y el ver que aquellas personas se tomaban muy en serio su religión. En cambio, él había tenido una historia de derroche de dinero y en aventuras.
Con la ayuda de un sacerdote y después de una sincera confesión, optó por una vida más austera, durmiendo en el piso y orando por horas. Peregrinó hasta Tierra Santa y pasó por muchos retiros espirituales.
Con el tiempo ingresó al monasterio Notre Dames-des-Neiges de los monjes trapenses y tomó el nombre de Marie-Alberic.
Fue enviado al Monasterio de Akbes en Siria y luego a estudiar a Roma. Sin embargo, optó por retirarse de los trapenses ya que los pueblos africanos alejados de la fe estaban constantemente en sus pensamientos.
Volvió de peregrino a Tierra Santa y retornó a Francia. Tras estudiar un tiempo para el sacerdocio, fue ordenado en 1901.
Ya como sacerdote se fue a vivir cerca de Marruecos con la intención de anunciar el Evangelio. Comenzó a comprar esclavos para liberarlos y evangelizaba en la tribu nómada de los Tauregs.
Escribió varios libros sobre ellos y tradujo los Evangelios a su lengua. Logró establecerse en el corazón del desierto del Sahara en Tamanrasset (Hoggar, Argelia).
En 1909 fundó la Unión de Hermanos y Hermanas del Sagrado Corazón con la misión de evangelizar las colonias francesas de África. Los bereberes, personas pertenecientes a etnias al norte de África, decían que su bondad producía sentimientos amistosos hacia los franceses.
Sin embargo, el 1 de diciembre de 1916, el Beato Carlos de Foucauld murió en la puerta de su ermita por un disparo de fusil debido a una revuelta antifrancesa de los bereberes de Hoggar.
“Creo necesario morir como mártir, despojado de todo, tendido en el suelo, desnudo, cubierto de heridas y de sangre, de forma violenta y con una muerte dolorosa”, expresó en una ocasión, como presintiendo su muerte.
Diez congregaciones religiosas y ocho asociaciones de vida espiritual han surgido de su testimonio y carisma. Fue beatificado por Papa Benedicto XVI en 2005 y su fiesta litúrgica se celebra cada 1 de diciembre.