lunes, 4 de junio de 2018

NOVENA A SAN ANTONIO DE PADUA, DEL 4 AL 12 DE JUNIO


Novena a San Antonio de Padua, "el santo de todo el mundo"
Por Abel Camasca


 (ACI).- Cercanos a la fiesta de San Antonio de Padua que se celebra cada 13 de junio, ACI Prensa ofrece una novena de preparación en honor a este gran doctor de la Iglesia, patrono de las mujeres estériles, y a quien por tradición se le invoca para pedir un buen esposo o esposa.

San Antonio nació en Portugal en 1195 y se le conoce con el apelativo de Padua porque en esa ciudad italiana fue donde murió (1231) y se veneran sus reliquias. Se dice que cierto día, mientras oraba, se le apareció el niño Jesús.

San Buenaventura decía: "Acude con confianza a Antonio, que hace milagros, y él te conseguirá lo que buscas". León XIII lo llamó "el santo de todo el mundo" porque su imagen y devoción se encuentran por todas partes.




Primer día de la Novena a San Antonio de Padua

V/. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

R/. Amén.


V/. Dios mío, ven en mi auxilio.

R/. Señor, date prisa en socorrerme.

V/. Gloria al Padre...

R/. Como era en el principio...

Oración inicial

Señor Dios de poder y misericordia, te pedimos que nos envíes tu Espíritu Santo, para que, haciendo morada en nosotros, como la hizo en tu siervo Antonio, nos convierta por su intercesión en templos de tu gloria y nos guíe por los caminos que Tú, Padre de bondad, quieres para nosotros. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

De los sermones de San Antonio

El que está lleno del Espíritu Santo habla diversas lenguas. Estas diversas lenguas son los diversos testimonios que da de Cristo, como por ejemplo la humildad, la pobreza, la paciencia y la obediencia, que son las palabras con que hablamos cuando los demás pueden verlas reflejadas en nuestra conducta. La palabra tiene fuerza cuando va acompañada de las obras, y, por esto, el Señor nos maldice como maldijo aquella higuera en la que no halló fruto, sino hojas tan sólo. “La norma del predicador -dice san Gregorio- es poner por obra lo que predica”. En vano se esfuerza en propagar la doctrina cristiana el que la contradice con sus obras.

Hablemos, por tanto, como el Espíritu Santo nos conceda expresarnos, pidiéndole humilde y devotamente que nos infunda su gracia, para que llegue el día de Pentecostés por la perfección de los cinco sentidos y la observancia del Decálogo; para que quedemos llenos del espíritu impetuoso de la contrición y nos abrasemos con las lenguas de fuego de la confesión, para que, encendidos e iluminados en el esplendor de los santos, merezcamos ver a Dios uno y trino. Ayúdenos aquel que es Dios uno y trino, bendito por los siglos de los siglos. Diga todo espíritu: Amén, aleluya.

Antífona: Desde su juventud caminó Antonio con rectitud, halló mucha sabiduría y progresó en ella. Se entregó a Dios de todo corazón y en tiempos violentos fue compasivo.

Plegaria

Recuerda, Señor, que tu misericordia y tu ternura son eternas. Con la confianza que nos da el sabernos hijos tuyos e invocando la intercesión de tu siervo San Antonio, al que atiendes con largueza, te presentamos nuestras peticiones: ...... ...... ......

Oración final

Dios todopoderoso y eterno, tú que has dado a tu pueblo en la persona de San Antonio de Padua un predicador insigne y un intercesor poderoso, concédenos seguir fielmente los principios de la vida cristiana, para que merezcamos tenerte como protector en todas las adversidades. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

V/. Bendigamos al Señor.

R/. Demos gracias a Dios.
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Segundo día de la novena a San Antonio de Padua


V. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre...
R. Como era en el principio...

Oración inicial

Te pedimos, Señor, confiados en la intercesión de tu siervo Antonio, que tu Espíritu nos penetre con su fuerza, para que nuestro pensar te sea grato y nuestro obrar concuerde con tu voluntad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.


De la vida de San Antonio

El 16 de enero de 1220 fueron martirizados en Marrakech los franciscanos que habían pasado por Coimbra, san Berardo y cuatro compañeros. Sus restos mortales fueron llevados por el Infante Don Pedro a Coimbra, y allí colocados en la iglesia de Santa Cruz. Las noticias del martirio y los milagros que acompañaban a las santas reliquias llevaron a Antonio a intensificar sus relaciones con los franciscanos del pequeño convento de San Antón. El deseo de evangelizar a los infieles y de sufrir el martirio por Cristo, llevó a Antonio a pasar, con los debidos permisos, a la Orden de San Francisco. Era el verano-otoño de 1220. Hecho un brevísimo noviciado, a finales de 1220 o principios de 1221 Antonio marchó a Marruecos con un compañero. Pero, cuando veía ya cercano el cumplimiento de sus anhelos, una grave enfermedad lo tuvo postrado todo el invierno, y lo obligó a regresar a su patria tan pronto como el tiempo y la navegación lo permitieran. Una vez más era la Providencia la que marcaba el camino a Antonio con hechos insospechados.

De los sermones de San Antonio

La confesión sacramental se dice también puerta del cielo. Sí. Verdaderamente es puerta del cielo, verdadera puerta del paraíso, porque por ella, como por una puerta, pasa el penitente a besar los pies de la divina misericordia, se levanta hasta besar las manos de la gracia celestial, y es acogido para recibir el ósculo de la reconciliación con el Padre. ¡Oh casa de Dios! ¡Oh puerta del cielo! ¡Oh confesión del pecado! ¡Dichoso aquel que habite en ti! ¡Dichoso el que entre por ti! ¡Feliz el que se humillare en ti! Humillaos, pues, vosotros, y entrad, hermanos carísimos, por la puerta de la confesión. Confesad, como habéis oído, los pecados y sus circunstancias. Ha llegado el tiempo aceptable para la confesión, ha llegado el día saludable para la satisfacción, conforme a lo que dice: Habiendo ayunado cuarenta días y cuarenta noches...

Cuando finalmente le tentó de avaricia, le respondió Jesús: Adorarás al Señor tu Dios, y a Él solo servirás. Todos los que aman el dinero o las glorias mundanas, se postran ante el diablo y lo adoran. Pero nosotros, por quienes Jesucristo descendió al vientre de una Virgen y se sometió al tormento de una cruz, instruidos por su ejemplo, vayamos al desierto de la penitencia y con su ayuda refrenemos el ímpetu de la gula, el viento de la vanagloria, el incendio de la avaricia. Adoremos a Aquel a quien los ángeles sirven. Él es bendito, glorioso, laudable y excelso por los siglos de los siglos. Y toda criatura responda: Amén.

Antífona: El Señor enderezó sus pasos, y prolongó su vereda en la paz. Le mostró el camino de la sabiduría, su senda brilla como la aurora y se va esclareciendo hasta que es de día.

De los milagros de San Antonio

Una monja de Santa Clara, llamada Oliva, cuando aún estaba insepulto el cuerpo del santo, se llegó a besarle las manos. Mientras permanecía postrada ante su cuerpo, pidió a Dios que, por los méritos del bienaventurado padre Antonio, le infligiera en la presente vida toda la pena que por sus pecados hubiera merecido. Acabada su oración, volvió a entrar al monasterio, siendo enseguida atacado todo su cuerpo de un dolor tan violento, que no sólo le fue imposible dominarse a sí misma, sino que sobresaltó a las otras monjas con sus gritos. Cuando al día siguiente entraban las otras en el refectorio, entró también ella a hurtadillas; pero, recreciéndole poco a poco el mal, no pudo probar bocado, sino que, mientras sus hermanas comían, se revolvía a uno y otro lado. Fue llevada a la enfermería por orden de la abadesa y, con redobladas súplicas, imploraba remedio. Se acordó entonces de que tenía guardada una partecilla de la túnica del bienaventurado Antonio y, tras hacérsela traer, se la aplicó. Inmediatamente cesó todo dolor.

Plegaria

Recuerda, Señor, que tu misericordia y tu ternura son eternas. Con la confianza que nos da el sabernos hijos tuyos e invocando la intercesión de tu siervo san Antonio, al que atiendes con largueza, te presentamos nuestras peticiones: ...... ...... ......

Oración final

Dios todopoderoso y eterno, tú que has dado a tu pueblo en la persona de san Antonio de Padua un predicador insigne y un intercesor poderoso, concédenos seguir fielmente los principios de la vida cristiana, para que merezcamos tenerte como protector en todas las adversidades. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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Tercer día de la novena a San Antonio de Padua

V. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre...
R. Como era en el principio...

Oración inicial

Padre lleno de amor, concédenos por intercesión de san Antonio que, siguiendo su ejemplo, nos dediquemos con amor al servicio de la Iglesia y de los hombres nuestros hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

De la vida de San Antonio

La nave en que regresaba Antonio a Portugal, fue arrastrada por la violencia de los vientos a las costas de Sicilia. Desembarcó el Santo y llegó a Mesina, donde los frailes que lo acogieron le informaron que se iba a celebrar pronto un capítulo general en Asís, al que podían asistir todos los hermanos de la Orden. Antonio se unió a ellos y, del 30 de mayo al 8 de junio de 1221, estuvo en el capítulo presidido por san Francisco. Terminado el capítulo, cada cual regresó a su provincia o marchó a la misión que se le había confiado. Antonio era un desconocido, recién incorporado a la Orden en tierras lejanas, y no tenía un destino establecido, por lo que el provincial de Romaña lo admitió en su provincia y lo destinó al eremitorio de Monte Paolo, cerca de Forlí, en el que no había ningún sacerdote. Durante unos quince meses, allí pudo el santo madurar su vocación franciscana, sacar conclusiones de su experiencia misionera, sumergirse en la contemplación y en la vida ascética. Hasta que un hecho, en apariencia fortuito, iba a cambiar el rumbo de su vida.

De los sermones de San Antonio

¡Oh inestimable dignidad de María! ¡Oh inenarrable sublimidad de la gracia! ¡Oh inescrutable profundidad de misericordia! ¿Qué gracia, qué misericordia fue o pudo jamás ser hecha a un ángel o a un hombre, tan grande como la que fue hecha a la bienaventurada Virgen María, que Dios Padre quiso que fuera Madre de su propio Hijo, igual a Él, engendrado antes de los siglos? Sería gracia y dignidad máxima que una pobrecita mujer tuviese un hijo con el emperador. En realidad, superior a toda gracia fue la gracia de María Santísima, que tuvo un Hijo con Dios Padre, por lo cual, mereció ser coronada en el cielo.

Te rogamos, pues, Señora nuestra, ínclita Madre de Dios, ensalzada por encima de los ángeles, que llenes con la gracia celestial el vaso de nuestro corazón; que lo hagas resplandecer con el oro de la sabiduría; que lo fortalezcas con el poder de tu virtud; que lo adornes con las piedras preciosas de las virtudes; que derrames sobre nosotros el óleo de tu misericordia, tú, olivo bendito, para que cubras la multitud de nuestros pecados, a fin de que merezcamos ser levantados a la altura de la gloria celestial y ser bienaventurados con los bienaventurados. Ayúdenos Jesucristo, tu Hijo, que te exaltó por encima de los coros de los ángeles, te puso la corona de Reina y te sentó en el trono de la luz eterna. A Él es dada honra y gloria por los siglos de los siglos. Diga toda la Iglesia: Amén, Aleluya.

Antífona: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren, para proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad, para proclamar el año de gracia del Señor.

De los milagros de San Antonio

Un clérigo de Anguilara, llamado Guidoto, cierto día que estaba en la cámara del señor obispo de Padua, se mofaba a escondidas de los testigos que deponían acerca de los milagros del bienaventurado Antonio. Pero a la noche siguiente fue acometido de dolores tan violentos por todo el cuerpo, que creyó que irremisiblemente le aguardaba la sentencia de muerte. Estimándose, y con razón, indigno de conmiseración, pedía a su madre que, apoyada en su confianza, hiciera un voto al santo de Dios, para poder alcanzar así misericordia. Apenas hecho el voto desaparecieron los dolores, y antes de que llegara el día ya estaba sano; y el que antes había hecho escarnio de los testigos con la risilla de la incredulidad, viose obligado ahora a rendir testimonio ante la verdad.

Plegaria

Recuerda, Señor, que tu misericordia y tu ternura son eternas. Con la confianza que nos da el sabernos hijos tuyos e invocando la intercesión de tu siervo san Antonio, al que atiendes con largueza, te presentamos nuestras peticiones: ...... ...... ......

Oración final

Dios todopoderoso y eterno, tú que has dado a tu pueblo en la persona de san Antonio de Padua un predicador insigne y un intercesor poderoso, concédenos seguir fielmente los principios de la vida cristiana, para que merezcamos tenerte como protector en todas las adversidades. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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Cuarto día de la novena a San Antonio de Padua


V. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre...
R. Como era en el principio...

Oración inicial

Te pedimos, Dios Padre todopoderoso, por intercesión de tu amigo san Antonio, que derrames sobre nosotros la fuerza del Espíritu Santo, para que, como él, podamos cumplir fielmente tu voluntad y demos testimonio de ti con nuestras obras. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

De la vida de San Antonio

El 24 de septiembre de 1222, acudieron a Forlí multitud de frailes, entre ellos Antonio, con motivo de la administración de órdenes sagradas. Era costumbre que antes de tal celebración se dirigiera una exhortación a los ordenandos. Pero resultó que ninguno de los presentes, ni siquiera los dominicos, se encontraba dispuesto para ello. En tal situación el superior franciscano ordenó a Antonio que dijera dos palabras de edificación, y el santo, sin pretenderlo, puso de manifiesto su gran cultura bíblico-teológica, así como su profunda espiritualidad, para asombro y alegría de los asistentes. Se enteró de lo sucedido el Provincial, que de inmediato confirió a Antonio el oficio de la predicación. A partir de octubre de 1222, Antonio se consagró a la predicación, recorriendo pueblos y ciudades, dirigiendo la palabra a sus propios hermanos de hábito, a grupos de estudiantes, a confraternidades, a entidades canonicales o monásticas, e incluso a la curia pontificia. A su predicación moral y penitencial, asoció la acción pacificadora, la enseñanza de la S. Escritura a sus hermanos, el enfrentamiento con los herejes, etc.

De los sermones de San Antonio

Refúgiate en la Virgen María, oh pecador, porque es ella la ciudad de refugio. En efecto, como se dice en el libro de los Números, en otro tiempo el Señor mandó: Elegiréis ciudades que sean para vosotros ciudades de refugio, donde pueda refugiarse el homicida que hubiere muerto a alguno sin querer. Así ahora la misericordia del Señor ha puesto como refugio de misericordia el nombre de María hasta para los homicidas voluntarios. Torre fortísima es el nombre de la Señora. En ella se refugiará el pecador y se salvará. Nombre dulce, nombre que conforta al pecador, nombre de dichosa esperanza. Señora, tu nombre está en el deseo de mi alma. El nombre de la Virgen era María, dice san Lucas. Es tu nombre perfume que se difunde. El nombre de María es júbilo en el corazón, miel en la boca, melodía en el oído. Noblemente, pues, en alabanza de la Virgen Santísima se dice: Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que mamaste.

Por eso, te pedimos, Señora nuestra, esperanza nuestra, que Tú, Estrella del mar, irradies luz a nosotros, sacudidos por la tempestad de este mar, nos encamines al puerto, y protejas nuestra muerte con la tutela de tu presencia, a fin de que merezcamos salir seguros de la cárcel y lleguemos alegres al gozo interminable. Ayúdenos Aquel a quien llevaste en tu vientre bendito y amamantaste en tus pechos sacratísimos. A Él sea dada honra y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona: El Señor puso a Antonio como lumbrera y lo exaltó en medio de su pueblo. La lengua del justo es plata probada. Sus labios apacientan a muchos.

De los milagros de San Antonio

Un hombre de Porcilia (barriada de Padua), Escoto por nombre, que tenía los pies empodrecidos y tumefactos a causa de una podagra nudosa, acudió, llevado por un hombre a sus espaldas, al convento de los frailes. Tras confesarse y recibir la penitencia, sin pérdida de tiempo se hizo llevar, devoto, ante el arca de san Antonio. Habiendo permanecido allí brevemente, al momento retornó ya sano tan velozmente al fraile confesor, que éste, en extremo admirado por la brevedad del tiempo transcurrido, hizo que el que había curado se paseara por el claustro. Finalmente, ante los ojos de todos, el que llegó transportado a las espaldas, se fue por su propio pie, dando gracias a Dios y al bienaventurado Antonio.

Plegaria

Recuerda, Señor, que tu misericordia y tu ternura son eternas. Con la confianza que nos da el sabernos hijos tuyos e invocando la intercesión de tu siervo san Antonio, al que atiendes con largueza, te presentamos nuestras peticiones: ...... ...... ......

Oración final

Dios todopoderoso y eterno, tú que has dado a tu pueblo en la persona de san Antonio de Padua un predicador insigne y un intercesor poderoso, concédenos seguir fielmente los principios de la vida cristiana, para que merezcamos tenerte como protector en todas las adversidades. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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Quinto día de la novena a San Antonio de Padua


V. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre...
R. Como era en el principio...

Oración inicial

Señor, tú que hiciste crecer a la Iglesia mediante el celo y los trabajos apostólicos de san Antonio, haz que, por su intercesión, recibamos siempre nuevos estímulos para crecer en la fe y en las buenas obras. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

De la vida de San Antonio

Además de predicador, san Antonio fue el primer "lector" o maestro de teología de la Orden, que comenzó su docencia en Bolonia, entre 1223 y 1224, con la aprobación expresa de san Francisco. Luego, desde el otoño de 1224 hasta finales de 1227, estuvo en el sur de Francia, dedicado a una multiforme actividad apostólica: la labor contra los herejes albigenses y los daños que habían causado en el pueblo, la enseñanza como maestro de teología en Montpellier, ciudadela de la ortodoxia católica, donde se formaban los dominicos y los franciscanos para predicar a los albigenses de la región. En el capítulo celebrado en Arlés, mientras Antonio predicaba, san Francisco, que aún vivía, se apareció estigmatizado. Por el año 1225, Antonio estuvo predicando en Toulouse, fortaleza de los albigenses, y, como maestro de teología, enseñando a sus hermanos de hábito. Según una tradición, aquí sucedió el famoso milagro del mulo, que se arrodilló ante la Eucaristía. Sin dejar de predicar y enseñar, ejerció también cargos de autoridad.

De los sermones de San Antonio

Le pusieron por nombre Jesús. Nombre deleitable, nombre que conforta al pecador y da dichosa esperanza. Júbilo en el corazón, melodía en el oído, miel en la boca. De este nombre dice la Esposa, transportada de gozo, en el Cantar de los Cantares: Oleo derramado es tu nombre. Nota que el óleo hace cinco cosas. Sobrenada en todo líquido, ablanda las cosas duras, endulza las ásperas, ilumina las oscuras, sacia los cuerpos. Así este nombre de Jesús sobresale entre todos los nombres y ángeles, porque al nombre de Jesús doblan las rodillas todas las cosas. Si le predicas a Él, ablanda los duros corazones; si le invocas, endulza las ásperas tentaciones; si en Él piensas, ilumina el corazón; si lo lees, sacia el alma.

Nosotros, pues, que del nombre de Cristo nos llamamos cristianos, unánimemente y con devoto corazón roguemos al mismo Jesucristo, Hijo de Dios, y pidámosle insistentemente nos conceda llegar con espíritu contrito a la confesión y merezcamos recibir el perdón de nuestras iniquidades. Así renovados y purificados, merezcamos disfrutar del gozo de su santa resurrección y hallarnos en la gloria de la bienaventuranza eterna. Ayúdenos Él mismo, a quien es debida toda honra y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona: El Señor hizo milagros en mi favor, y me escuchó cuando lo invoqué. Alabaré al Señor con mi corazón y con mis obras; daré gracias al que me enseñó.

De los milagros de San Antonio

Había en Codigoro una niña llamada Samaritana, a la que un día, habiendo ido con otras niñas al campo de su padre a coger legumbres, súbitamente se le contrajeron las rodillas. Ya no fue capaz de regresar, y fueron sus acompañantes las que la llevaron a la casa paterna. Y así, arreciando la enfermedad, desde hacía tres años caminaba arrastrándose con las manos y con las nalgas por el suelo. Cierto día, tras hacer la confesión, acudió la niña junto con su madre al sepulcro del bienaventurado Antonio para orar, y, recuperada enseguida su antigua salud, se apresuró a volver a casa por su propio pie. Llegó esto a oídos de la gente de Codigoro, que salieron al punto a su encuentro, mientras repicaban las campanas, y veneraron en ella la grandeza del Señor.

Plegaria

Recuerda, Señor, que tu misericordia y tu ternura son eternas. Con la confianza que nos da el sabernos hijos tuyos e invocando la intercesión de tu siervo san Antonio, al que atiendes con largueza, te presentamos nuestras peticiones: ...... ...... ......

Oración final

Dios todopoderoso y eterno, tú que has dado a tu pueblo en la persona de san Antonio de Padua un predicador insigne y un intercesor poderoso, concédenos seguir fielmente los principios de la vida cristiana, para que merezcamos tenerte como protector en todas las adversidades. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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Sexto día de la novena a San Antonio de Padua


V. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre...
R. Como era en el principio...

Oración inicial

Concédenos, Dios todopoderoso, que al celebrar la memoria de tu siervo san Antonio, aprovechemos sus admirables enseñanzas e imitemos el ardor de su caridad. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

De la vida de San Antonio

A finales de 1227, Antonio regresó a Italia donde continuó incansable su tarea apostólica. Poco después, fue elegido ministro provincial del norte de Italia, y como tal estaba obligado a visitar, exhortar y corregir a sus frailes. Las fuentes alaban la figura de Antonio como servidor y ministro de sus hermanos, subrayando su ejemplaridad, su clemencia y benignidad, su capacidad de conmover los corazones de los tibios y negligentes, su defensa y protección del buen nombre de sus frailes, su buen humor en la convivencia, etc. Antonio dejó el oficio de ministro provincial en mayo de 1230, cuando se celebró el capítulo general en Asís con motivo del traslado de los restos mortales de san Francisco a la basílica que se le había construido. Por aquel tiempo se estableció la sincera y profunda amistad entre san Antonio y Tomás Gallo, famoso teólogo y comentador de los escritos del Pseudo-Dionisio, canónigo regular de San Agustín, abad del monasterio de San Andrés de Vercelli, en el que San Antonio moró algún tiempo; para ambos debió de resultar fructuoso el trato mutuo.

De los sermones de San Antonio

Lo entregó uno de sus discípulos: ¿Qué me queréis dar y yo os lo entregaré? ¡Horror! Por una insignificancia es vendido aquel que no tiene precio. ¡De espanto! Dios traicionado, vendido por unas monedas. ¿Qué me queréis dar? ¡Oh Judas! Te atreves a vender al Señor, al Hijo de Dios, como si fuese un vil esclavo, un perro muerto; ni siquiera pides lo que tú quisieras, sino lo que quieran darte los compradores. ¿Qué me queréis dar? ¿Qué te van a dar ellos? Si te diesen Jerusalén, Galilea o Samaría ¿podrían con eso pagar lo que vale Jesús? Si te pudiesen dar el cielo, los ángeles, la tierra y los hombres, el mar y todo cuanto contiene ¿podrían comprar al Hijo de Dios, en quien están ocultos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia? Cierto que no.

Roguemos, pues, hermanos carísimos, y supliquemos humildemente a la misericordia de Jesucristo, que venga a ponerse en medio de nosotros, nos conceda la paz, nos absuelva de los pecados, quite de nuestro corazón toda duda y nos infunda la fe en su pasión y resurrección, para que con los Apóstoles y con los fieles de la Iglesia merezcamos recibir la vida eterna. Ayúdenos aquél que es bendito, laudable y glorioso por los siglos de los siglos. Que toda alma fiel diga: Amén, Aleluya.

Antífona: Por su fidelidad se acreditó de profeta, y se manifestó fiel en su predicación. Todos se maravillaron de la sabiduría de sus palabras y glorificaron a Dios.

De los milagros de San Antonio

Vivía en el castillo de Montañana una mujer, cuyo nombre era Guina, que tenía ya dos años imposibilitados el hombro y la mano derecha, de manera que no podía echarse absolutamente nada a la espalda, ni tampoco llevarse la mano a la boca. Acercóse cierto día una primera y una segunda vez al sepulcro del bienaventurado Antonio, y, como no sintiera el más mínimo alivio en el hombro ni en el brazo, se llegó al fraile que estaba ocupado en confesar. Hecha la confesión, acercóse una tercera vez al arca, y se postró en oración. Mientras oraba, viose asaltada improvisamente de un agudo dolor en el hombro, y el hueso de la espalda retornó a su lugar, crujiendo como cuando se cascan nueces. Se alzó entonces la mujer, y al punto agitó el brazo, y, a la vista de todos, volvió libre a su casa.

Plegaria

Recuerda, Señor, que tu misericordia y tu ternura son eternas. Con la confianza que nos da el sabernos hijos tuyos e invocando la intercesión de tu siervo san Antonio, al que atiendes con largueza, te presentamos nuestras peticiones: ...... ...... ......

Oración final

Dios todopoderoso y eterno, tú que has dado a tu pueblo en la persona de san Antonio de Padua un predicador insigne y un intercesor poderoso, concédenos seguir fielmente los principios de la vida cristiana, para que merezcamos tenerte como protector en todas las adversidades. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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Séptimo día de la novena a San Antonio de Padua


V. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre...
R. Como era en el principio...

Oración inicial

Dios todopoderoso, que le has dado un doctor a tu Iglesia en la figura de san Antonio, haz que todo cuanto él enseñó bajo el magisterio del Espíritu, arraigue para siempre en nuestros corazones; y el que, por gracia tuya, es nuestro protector, sea también nuestro abogado y atraiga sobre nosotros tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

De la vida de San Antonio

De junio de 1229 a junio de 1230, la Iglesia promovió una gran misión pacificadora en la región véneta, atormentada por los crueles enfrentamientos entre facciones de la nobleza. Antonio participó en esa misión, armonizando el cuidado de los frailes con los viajes de evangelizador y pacificador. Estuvo repetidas veces Padua, donde fijó su residencia y se dedicó intensamente a predicar, a oír confesiones, y también a enseñar teología a sus frailes en la escuela que fundó en la ciudad; más aún, tuvo coloquios y conferencias de temas bíblico-morales en los ambientes universitarios paduanos, que le profesaron una gran veneración. El capítulo general de 1230 envió a Roma a un grupo selecto de hermanos, entre ellos Antonio, con el encargo de exponerle al Papa los problemas urgentes de la Orden. La estancia en la curia pontificia se prolongó algunos meses, en los que Antonio continuó predicando y dando conferencias espirituales. El Papa, en la bula de canonización de Antonio, recuerda su trato personal con él, su virtud y su ciencia, y lo llama "Arca del Testamento" por sus profundos conocimientos bíblicos.

De los sermones de San Antonio

Lo entregó Judas, uno de sus discípulos. ¿Puede acaso el Creador ser comprado o vendido por una criatura? Y tú dices: ¿Qué me queréis dar y os lo entregaré? Dime ¿en qué te perjudicó y qué mal te hizo, pues dices: os lo entregaré? ¿Te olvidaste de aquella incomparable humildad del Hijo de Dios y de su pobreza voluntaria? ¿Su bondad y afabilidad? ¿Su dulce predicación y prodigiosos milagros? ¿Aquellas tiernísimas lágrimas derramadas sobre la ciudad de Jerusalén y la muerte de Lázaro? ¿Y el privilegio de haberte escogido para ser Apóstol haciéndote su familiar y amigo? Éstas y otras cosas semejantes tendrían que ablandarte el corazón e inducirte a piedad para no decir: Y os lo entregaré. ¡Oh, cuántos son hoy los Judas Iscariotes que traicionan la verdad por obtener cualquier ventaja temporal! ¡Traicionan al prójimo con el beso de la adulación y terminan ahorcándose con el lazo de la condenación eterna!

Te rogamos, Señora nuestra, Madre de Jesús, que tú, Estrella de la mañana, alejes con tu esplendor la niebla de la sugestión diabólica que cubre la tierra de nuestra alma; tú que eres la luna llena, llena nuestro vacío, ahuyenta las tinieblas de nuestros pecados, a fin de que merezcamos llegar a la plenitud de la vida eterna, a la luz de la gloria imperecedera. Ayúdenos el Señor, que te creó para que seas nuestra luz. A Él sea dada la honra y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona: El justo germinará como una azucena, y florecerá eternamente ante el Señor. Será alabado ante la muchedumbre de los elegidos. Porque el Señor ha honrado a su siervo y por su medio has obrado maravillas. Su nombre será glorificado.

De los milagros de San Antonio

Un caballero de Salvaterra, Aleardino por nombre, que desde su mocedad había sido seducido por la herejía, fue un día a Padua, y, mientras estaba sentado a la mesa, razonaba con los otros comensales sobre los milagros otorgados a los fieles devotos por los méritos del bienaventurado Antonio. Como todos sostenían que el bienaventurado Antonio era un santo de Dios, vació el vaso que tenía entre las manos y prorrumpió más o menos así: «Si aquel a quien vosotros llamáis santo preservare intacto este vaso, tendré por verdadero aquello de que intentáis persuadirme». Desde lo alto donde estaban comiendo, arrojó el vaso contra el suelo, y, cosa admirable, resistió el vidrio el choque contra la piedra y quedó incólume. Arrastrado a penitencia a la vista del milagro, precipitóse solícito el hidalgo a recoger el vaso intacto, y, llevándolo consigo, contó a los frailes cómo había sucedido todo. Y hecha la confesión, aceptó con unción la penitencia que por sus pecados se le impuso, adhirióse a Cristo con fidelidad, y convirtióse en incansable predicador de sus maravillas.


Plegaria

Recuerda, Señor, que tu misericordia y tu ternura son eternas. Con la confianza que nos da el sabernos hijos tuyos e invocando la intercesión de tu siervo san Antonio, al que atiendes con largueza, te presentamos nuestras peticiones: ...... ...... ......

Oración final

Dios todopoderoso y eterno, tú que has dado a tu pueblo en la persona de san Antonio de Padua un predicador insigne y un intercesor poderoso, concédenos seguir fielmente los principios de la vida cristiana, para que merezcamos tenerte como protector en todas las adversidades. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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Octavo día de la novena a San Antonio de Padua



V. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre...
R. Como era en el principio...

Oración inicial

Señor y Dios nuestro, que por tu amor hacia los hombres has querido que san Antonio anunciara al pueblo la riqueza insondable que es Cristo; concédenos, por su intercesión, crecer en el conocimiento de tu misterio y vivir siempre según el Evangelio, dando fruto abundante de buenas obras. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

De la vida de San Antonio

En el otoño de 1230, cumplida la misión que la Orden le había encomendado ante la curia papal, Antonio regresó a Padua donde, libre de la responsabilidad de cuidar de sus hermanos, se dedicó plenamente a la predicación itinerante y a la preparación de sus sermones escritos. Accediendo a los ruegos del Card. Reinaldo de Segni, futuro papa Alejandro IV, Antonio, que en el invierno anterior había escrito sus Sermones dominicales, consagró el de 1230-31 a la redacción de sus Sermones festivi, pero, al acercarse la cuaresma, interrumpió este trabajo para dedicarse a la predicación. Del 5 de febrero al 23 de marzo de 1231, predicó la cuaresma en Padua, con un largo sermón diario, con catequesis y horas de oír confesiones. Tan admirable misión cuaresmal agotó las fuerzas del santo y minó su salud, pero produjo muy abundantes frutos evangélicos. El 17 de marzo de 1231, lunes santo, Antonio se presentó al podestà de Padua y a su Consejo para pedirles que se atenuaran las penas de los estatutos comunales para los pobres endeudados que no podían pagar, y lo consiguió.

De los sermones de San Antonio

¡Oh mansedumbre de la piedad divina, paciencia de la benignidad del Padre, profundo e insondable misterio de los designios eternos! Veías, Padre, que a tu Unigénito, igual a ti, le ataban a la columna como a un bandido y le azotaban como a un homicida. ¿Cómo te pudiste contener? Te damos gracias, Padre Santo, por habernos liberado de las cadenas del pecado y de los azotes del diablo por medio de las cadenas y azotes de tu querido Hijo. Pero, desgraciadamente, Poncio Pilato azota de nuevo a Jesucristo... Aún más: fue manchado con salivazos de los judíos. Dice San Mateo: Entonces se pusieron a escupirle en la cara y a abofetearle; y otros a golpearle. ¡Oh Padre, la cabeza de tu Hijo Jesús, que hace temblar a los ángeles, es golpeada con una caña; su rostro, que los ángeles desean contemplar, es manchado con salivazos, abofeteado; su barba es arrancada; le dan puñetazos, lo arrastran por los cabellos! Y tú, oh clementísimo, callas, disimulas y prefieres que Uno, tu Único, sea de tal modo escupido y abofeteado antes que toda la nación perezca. Honor y gloria a ti, porque con las escupiduras, los puñetazos y las bofetadas que recibió tu Hijo Jesús nos preparaste una triaca para expulsar el veneno de nuestra alma.

Te pedimos, Señor Jesús, que tú, el buen Pastor, nos guardes a nosotros, tus ovejas, nos defiendas del mercenario y del lobo, y nos corones en tu reino con la corona de la vida eterna. Ayúdanos tú, que eres bendito, glorioso y laudable por los siglos de los siglos. Que diga toda ovejita, toda alma fiel: Amén, Aleluya.

Antífona: Oh doctor admirable, luz de la Iglesia santa, bienaventurado Antonio, fiel cumplidor de la ley, ruega por nosotros al Hijo de Dios.

De los milagros de San Antonio

En la ciudad de Comaquio vivía un hombre llamado Domingo que, cierto día, salió de su casa para un menester, y se llevó en su compañía a un hijo pequeño, que iba caminando tras él. Cuando se habían alejado algún tanto de su casa, volvió la vista atrás y no vio aparecer a nadie. Sobrecogido, se puso a dar vueltas, buscándolo por los alrededores con ojos asombrados, hasta que finalmente encontró al pequeño ahogado en una poza. Sacó el desdichado padre al muchachuelo, lo llevó a casa y se lo entregó exánime a la madre; pero ésta, haciendo al punto un voto, lo recibió vivo por los méritos del muy bienaventurado Antonio.

Plegaria

Recuerda, Señor, que tu misericordia y tu ternura son eternas. Con la confianza que nos da el sabernos hijos tuyos e invocando la intercesión de tu siervo san Antonio, al que atiendes con largueza, te presentamos nuestras peticiones: ...... ...... ......

Oración final

Dios todopoderoso y eterno, tú que has dado a tu pueblo en la persona de san Antonio de Padua un predicador insigne y un intercesor poderoso, concédenos seguir fielmente los principios de la vida cristiana, para que merezcamos tenerte como protector en todas las adversidades. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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Noveno día de la novena a San Antonio de Padua


V. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre...
R. Como era en el principio...

Oración inicial

Dios todopoderoso, te rogamos humildemente, por intercesión de san Antonio, que derrames sobre tu pueblo la abundancia de tu gracia y de tus dones para que nuestros días discurran felices en tu paz verdadera. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

De de la vida de San Antonio

En la segunda mitad de mayo de 1231, después de aquella agotadora cuaresma y de las celebraciones pascuales, Antonio se retiró al eremitorio de Camposampiero, cerca de Padua. Necesitaba descansar, cuidar su quebrantada salud y, sobre todo, sumergirse en la oración y el recogimiento espiritual para prepararse al encuentro con la hermana muerte, que sentía cercana. El 13 de junio de 1231, viernes, estando a la mesa con los frailes, sufrió un repentino colapso y, sintiéndose morir, pidió que lo llevaran a Padua. Lo trasladaron en un carro y, al acercarse a la ciudad, se desviaron hacia el hospicio anejo al monasterio de las clarisas de La Cella. Allí empeoró, se confesó, cantó a la Virgen, tuvo una visión de Cristo, recibió la unción de los enfermos... y falleció. Superada la polémica sobre el lugar de su enterramiento, el 17 de junio, martes (de ahí los "martes" de S. Antonio), sus restos mortales fueron trasladados a la ciudad, y los milagros empezaron a multiplicarse. El 30 de mayo de 1232 Gregorio IX lo canonizó solemnemente. Pío XII, en 1946, lo proclamó Doctor de la Iglesia, con el título de "Doctor Evangélico".

De los sermones de San Antonio

Con razón, pues, dijo Jesús de sí mismo: Yo rogaré al Padre por vosotros. Por eso dice san Juan en su carta: Tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el justo. Él es víctima de propiciación, es decir, de aplacamiento, por nuestros pecados. Por esta razón lo ofrecemos diariamente en el sacramento del altar a Dios Padre para que perdone nuestros pecados. Procedemos, pues, como la madre que tiene un hijo pequeñito. Cuando su marido airado le quiere golpear a ella, ella, estrechando a la criatura en sus brazos, la pone delante del airado marido diciendo: ¡Golpea a éste, azota a éste! La criatura llorando se compadece de la madre, y el padre, cuyas entrañas se han conmovido con las lágrimas del hijo a quien ama entrañablemente, perdona a su mujer gracias al hijo. De la misma manera a Dios Padre, airado con nosotros por nuestros pecados, le ofrecemos su Hijo Jesucristo por la alianza de nuestra reconciliación en el Sacramento del altar, a fin de que, si no por atención a nosotros, al menos por Jesús, su Hijo amado, aleje los castigos que justamente merecemos, y acordándose de sus lágrimas, de sus trabajos y de su Pasión, nos perdone.

Ea, pues, Señora nuestra, santa Madre de Dios, única esperanza, te suplicamos que ilumines con el esplendor de tu gracia nuestras almas, que las purifiques con el candor de tu pureza, que las enciendas con el calor de tu visita y nos reconcilies con tu Hijo, para que merezcamos llegar al esplendor de su gloria. A él sea dada honra y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

El Espíritu Santo, amor del Padre y del Hijo, se digne cubrir con su caridad la multitud de nuestros pecados. A Él se debe honra y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Antífona: Mirad a mi siervo Antonio, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero; sobre él he puesto mi espíritu. No se desvanecerá su memoria, y su nombre se repetirá de generación en generación.

De los milagros de San Antonio

Una mujer de Tremiñón, por nombre Vida, ferventísima devota del bienaventurado Antonio, anhelaba con toda su alma visitar su sepulcro. Pero se acercaba el tiempo de la cosecha, y bandadas de gorriones causaban gran estrago en el panizo, que ya blanqueaba próximo a su sazón, y como ella estaba puesta de guardiana para espantar a tan importuno género de pajarillos, no tenía ninguna posibilidad de ponerse en camino. Llegando un día a la cerca que rodeaba el panizal, prometió que si el bienaventurado Antonio lo guardaba de los gorriones, visitaría nueve veces su sepulcro. Apenas hecha la promesa, cuando una nube de los dichos pájaros abandonó el lugar en una sola bandada, y vio que no quedó ni un solo gorrión sobre los sauces que circundaban el panizal. La buena mujer se apresuró a dar cumplimiento a su anhelo.


Plegaria

Recuerda, Señor, que tu misericordia y tu ternura son eternas. Con la confianza que nos da el sabernos hijos tuyos e invocando la intercesión de tu siervo san Antonio, al que atiendes con largueza, te presentamos nuestras peticiones: ...... ...... ......

Oración final

Dios todopoderoso y eterno, tú que has dado a tu pueblo en la persona de san Antonio de Padua un predicador insigne y un intercesor poderoso, concédenos seguir fielmente los principios de la vida cristiana, para que merezcamos tenerte como protector en todas las adversidades. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

ORACIÓN A SAN FRANCISCO CARACCIOLO


Oración a San Francisco Caracciolo




Oh  Dios,  Tú has conducido a San Francisco Caracciolo por el camino de la perfección, en la humildad y en el servicio hacia los hermanos, sustentados por una profunda Fe y grandísima Esperanza en los méritos infinitos de tu Hijo, Muerto y Resucitado, y en la fuerza transformante del Pan Eucarístico.

Nos concedas, que lo veneremos como modelo de vida, consagrada a tu Amor, para ser testimonio creíble, a través de una vida transformada por el Espíritu.

Haz que redescubramos la importancia de fijar la mirada sobre el  Crucifijo y la necesidad de recurrir, frecuentemente, a la fuerza del Sacramento de la eucaristía, celebrada y adorada, para que, fortificados por tu Gracia, podamos volvernos como el “Buen Samaritano” para todos los hermanos que encontramos sobre nuestro camino.

A lo largo del camino, nos tome de la mano la Virgen María, Madre de tu Hijo y nuestra Madre, que San Francesco Caracciolo tanto quiso y de quien experimentó su potente Protección.

Amén.

SANTORAL DE HOY LUNES 4 JUNIO 2018

Optato de Milevi, SantoOptato de Milevi, Santo
Obispo, 4 de junio
Estanislao Starowieyski, BeatoEstanislao Starowieyski, Beato
Mártir Laico, 4 de junio
Antonio Zawistowski, BeatoAntonio Zawistowski, Beato
Sacerdote y Mártir, 4 de junio
Metrófano de Bizancio, SantoMetrófano de Bizancio, Santo
Obispo, 4 de junio
Quirino de Tivoli, SantoQuirino de Tivoli, Santo
Mártir, 4 de junio
Quirino de Siscia, SantoQuirino de Siscia, Santo
Obispo y Mártir, 4 de junio
Francisco Pianzola, BeatoFrancisco Pianzola, Beato
Sacerdote y fundador, 4 de junio
Pacífico Ramati de Cerano, BeatoPacífico Ramati de Cerano, Beato
Franciscano, Junio 4
Petroc de Cornwall, SantoPetroc de Cornwall, Santo
Abad, 4 de junio
Felipe Smaldone, SantoFelipe Smaldone, Santo
Fundador, Junio 4
Francisco Caracciolo, SantoFrancisco Caracciolo, Santo
Presbítero y Fundador, 4 de junio

FELIZ SEMANA




domingo, 3 de junio de 2018

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 3 JUNIO 2018 - CORPUS CHRISTI


Lecturas del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo
Domingo, 3 de junio de 2018


Primera lectura
Lectura del libro de Éxodo (24,3-8):

En aquellos días, Moisés bajó y contó al pueblo todo lo que había dicho el Señor y todos sus mandatos; y el pueblo contestó a una: «Haremos todo lo que dice el Señor.» 
Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y doce estelas, por las doce tribus de Israel. Y mandó a algunos jóvenes israelitas ofrecer al Señor holocaustos, y vacas como sacrificio de comunión. Tomó la mitad de la sangre, y la puso en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar. Después, tomó el documento de la alianza y se lo leyó en alta voz al pueblo, el cual respondió: «Haremos todo lo que manda el Señor y lo obedeceremos.» 
Tomó Moisés la sangre y roció al pueblo, diciendo: «Ésta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros, sobre todos estos mandatos.»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 115

R/. Alzaré la copa de la salvación, 
invocando el nombre del Señor 

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre. R/.

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo, hijo de tu esclava;
rompiste mis cadenas. R/.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. R/.
Segunda lectura
Lectura de la carta a los Hebreos (9,11-15):

Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos. Su tabernáculo es más grande y más perfecto: no hecho por manos de hombre, es decir, no de este mundo creado. No usa sangre de machos cabríos ni de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para siempre, consiguiendo la liberación eterna. Si la sangre de machos cabríos y de toros y el rociar con las cenizas de una becerra tienen poder de consagrar a los profanos, devolviéndoles la pureza externa, cuánto más la sangre de Cristo, que, en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, llevándonos al culto del Dios vivo. Por esa razón, es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna. 

Palabra de Dios


Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Marcos 
(14,12-16.22-26):

El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?» 
Él envió a dos discípulos, diciéndoles: «Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo y, en la casa en que entre, decidle al dueño: "El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?" Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena.» 
Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua. 
Mientras comían. Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo: «Tomad, esto es mi cuerpo.» Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron. Y les dijo: «Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios.» 
Después de cantar el salmo, salieron para el monte de los Olivos.

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio del domingo, 3 de junio de 2018
Fernando Torres cmf


La Eucaristía, signo de la Nueva Alianza

      Desde el primer momento, los discípulos de Jesús comprendieron que las comidas que habían celebrado con Jesús no habían sido simples comidas. Habían sido algo más. Especialmente, la última cena que Jesús había celebrado con ellos tuvo un significado especial. No sólo porque fue un momento de despedida. Además, Jesús, al repartir el pan y el vino entre los discípulos, había hecho, de aquel compartir, el signo de su sangre y de su cuerpo. Y les dijo que la entrega de su vida, que iba a ser una realidad poco después, sería el signo de la Nueva Alianza que Dios iba a hacer con la humanidad. Aquella entrega se simbolizaba en la entrega del pan y el vino a todos los comensales. 

      Los discípulos ya habían oído hablar de la alianza entre Dios y su pueblo. Abrahán había sido el primero. Luego, Moisés y el pueblo rescatado de la esclavitud. Pero todas aquellas alianzas habían sido rotas por la infidelidad del pueblo. Ahora oían hablar a Jesús de una Nueva Alianza que se firmaría sobre la sangre de Jesús. Y se dieron cuenta de que aquella última cena con Jesús era un momento clave en la vida de Jesús y en las suyas. Aquella cena era importante para toda la humanidad. Por eso, cuando después de la resurrección de Jesús se volvieron a reunir, celebraron una cena parecida a aquella. Recordaron la presencia de Jesús y repitieron sus palabras cuando repartieron entre todos el pan y el vino. Aquel pan y aquel vino se hicieron signo de la presencia real de Jesús entre ellos. Aquel pan y aquel vino fueron y siguen siendo signo de la Nueva Alianza, la alianza del amor y de la fidelidad de Dios que va siempre más allá de nuestra infidelidades, limitaciones y pecados. 

      Hoy, los cristianos, seguimos celebrando aquella cena. La llamamos Misa o Eucaristía. En ella recordamos a Jesús y repetimos sus palabras sobre el pan y el vino que se convierten en signo vivo de su presencia entre nosotros y en señal de la Alianza, del amor de Dios para nosotros. En la Misa nos juntamos personas de diversas procedencias y, en el nombre del Señor Jesús, descubrimos que Dios nos hace hermanos a todos, que nos invita a vivir en amor y justicia, que nos invita a hacer la paz entre nosotros y a trabajar por la paz en el mundo. Escuchamos la Palabra de Dios y, al comulgar el pan y el vino, recibimos en nuestro corazón la presencia viva de Jesús que nos anima a comprometernos para hacer de este mundo una única cena donde todos nos encontremos como hermanos y nadie se sienta excluido, porque todos somos hijos. En la Misa rezamos juntos el Padrenuestro, la oración que Jesús nos regaló y que nos hace darnos cuenta de que Dios es padre de todos. Y damos gracias porque en Jesús Dios nos ha liberado de la muerte y del pecado. 



Para la reflexión

      ¿Qué significa para mí la celebración de la Misa cada domingo? ¿Es una ocasión gozosa para encontrarse con los hermanos? ¿O procuro escaparme de ella porque es un rito aburrido y sin sentido? ¿Cómo la viviría si me diese cuenta de que Jesús está con nosotros?

SANTORAL DE HOY 3 DE JUNIO 2018

Kizito, SantoKizito, Santo
Niño Mártir, 3 de junio
Juan XXIII, SantoJuan XXIII, Santo
CCLXI Papa, 3 de junio
Morando, SantoMorando, Santo
Monje y Presbítero, 3 de junio
Diego Oddi, BeatoDiego Oddi, Beato
Laico Franciscano, Junio 3
Andrés Caccioli, BeatoAndrés Caccioli, Beato
Franciscano, Junio 3
Juan Grande Román, SantoJuan Grande Román, Santo
Religioso, 3 de junio
Clotilde, SantaClotilde, Santa
Reina de Francia, Junio 3
Carlos Lwanga y 12 compañeros, SantosCarlos Lwanga y 12 compañeros, Santos
Memoria Litúrgica, 3 de junio
Isaac de Córdova, SantoIsaac de Córdova, Santo
Monje y Mártir, 3 de junio

BUENAS NOCHES




sábado, 2 de junio de 2018

SANTOS MARCELINO Y PEDRO, 2 DE JUNIO

Marcelino y Pedro, Santos
Memoria Litúrgica, 2 de junio 



Por: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net 





Mártires

Martirologio Romano: San Marcelino, presbítero, y san Pedro, exorcista, mártires, acerca de los cuales el papa san Dámaso cuenta que, durante la persecución bajo Diocleciano, condenados a muerte y conducidos al lugar del suplicio, fueron obligados a cavar su propia tumba y después degollados y enterrados ocultamente, para que no quedase rastro suyo, pero más tarde, una piadosa mujer llamada Lucila trasladó sus santos restos a Roma, en la vía Labicana, dándoles digna sepultura en el cementerio «ad Duas Lauros» ( c. 304).
Breve Semblanza


Muchísimas veces en la historia se ha confirmado el dicho: “El hombre propone y Dios dispone”, es decir, que a menudo Dios “dispone” lo contrario de lo que el hombre se ha “propuesto”. Fue lo que sucedió con los santos Marcelino y Pedro. San Dámaso, casi adivinando su misión de transmitir la memoria de innumerables mártires, como él mismo dice, escribió a un niño la narración del verdugo de los santos Marcelino y Pedro.

El “percussor” refirió que él había dispuesto la decapitación de los dos en un bosque apartado para que no quedara de ellos ni el recuerdo: incluso los dos tuvieron que limpiar el lugar que se iba a manchar con su sangre.

Los últimos tres versos, de los nueve que componen el poema 23 del Papa Dámaso, informan que los “santísimos miembros” de los mártires permanecieron ocultos durante algún tiempo en una “cándida gruta”, hasta cuando la piadosa matrona Lucila llevada por la devoción, les dio digna sepultura. El martirio se había llevado a cabo en donde hay se encuentra Torpignattara, a tres millas de la antigua vía Labicana, la actual Casilina. Constantino edificó ahí una basílica, cerca de donde reposaban los restos de su madre santa Helena, antes de que el emperador los hiciera llevar a Constantinopla. Más tarde fue violada por los Godos, y entonces el Papa Virgilio la hizo restaurar e introdujo los nombres de los santos Marcelino y Pedro en el canon romano de la Misa, garantizando así el recuerdo y la devoción por parte de Los fieles.

En Roma hay una basílica dedicada a los santos Marcelino y Pedro, edificada en 1751 sobre una base que parece se remonta a la mitad del siglo IV y en donde parece que se encontraba la casa de uno de los santos. Una Pasión del siglo VI habla de la vida del presbítero Marcelino y del exorcista Pedro, aunque tiene mucho de leyenda. Dicha Pasión cuenta que Pedro y Marcelino fueron encerrados en una prisión bajo la vigilancia de un tal Artemio, cuya hija Paulina estaba endemoniada. Pedro, exorcista, le aseguró a Artemio que, si él y su esposa Cándida se convertían, Paulina quedaría inmediatamente curada. Después de algunas perplejidades, la familia se convirtió y poco después dio testimonio de su fe con el martirio: Artemio fue decapitado, y Cándida y Paulina fueron ahogadas debajo de un montón de piedras.
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